Partida Rol por web

Un pasillo completamente a oscuras estaba frente a ellos. No había ninguna luz, ni tampoco ventana alguna que lo iluminase, pero se sabía que era un pasillo porque al fondo se podía ver unas escaleras iluminadas con una pequeña luz rojiza, como de emergencia. A lo lejos se podía escuchar el sonido de un grifo goteando, así como el tintineo de unas llaves. También se escuchaban pasos, a cada paso que se daba, el eco hacía que se amplificase. A pesar de todo, allí no se veía nada. Aunque era evidente lo que habría que hacer, si se quería introducirse en las profundidades de aquel circo de los horrores. Avanzar y bajar las escaleras hasta encontrarse con alguna otra puerta.

Tras ayudar, cargando con Ozzy en modo peso pluma y confirmar que aquel tipo de color (marrón) con algo de pluma era también metahumano (con metaimposición de manos, aparentemente), como aquellos que habían tratado de que no se adentrasen en el espectáculo en un primer momento, Eugenia volvió a suspirar y se adentró por aquella aparente salida.

- Bien hecho, King Diamond.- Le espetó al metalero, dándole un leve puñetazo en el hombro, a modo de reconocimiento.

Ciertamente había sido una gambada entrar tan alegremente, pero tantos dimes y diretes propios del club de improvisación teatral de Chueca le estaban hinchando los ovarios. Aquel pasillo tétrico le recordó al que tuvo que cruzar en el cuartel abandonado el día en que mataron a Raúl. Tan pronto como pensó aquello, comenzó a escuchar aquel diálogo incomprensible que a veces le llenaba la cabeza. Le recordaba a aquellas historias de gente que recibía emisoras de radio a través de sus empastes dentales. En su caso era algún tipo de frecuencia empleada por los alienígenas de Barrio Sesamo.

Pero el sonido del goteo y el sonido de llaves se superponía por encima del Arrakis 0 Cybertron 1 que le vibraba en las sienes. ¿Los sonidos provenían del aparcamiento del edificio? ¿Hacia allí se dirigían? Al no tener coche y nunca haber visitado esa parte de las instalaciones no podía estar totalmente segura, pero volvió a tomar su bate de mano, caminando en guardia.

Si los otros habían comentado que se enfrentaban a un experto en ilusiones, dudaba que este se contentase con haber fabricado la ilusión del demonio (si había sido una alucinación) o lo de la grieta por la que había caido el otro.

Vio a Pétalo con una daga como la de los gigantones durante medio segundo en su mano, antes de que se volatilizase, pero había tocado de refilón su escudo policial al indicarle que no le hacía falta para cargar con aquel Brian May desmayado, así que no era una ilusión. Ya que habían ayudado a su rígido coleguilla, por el momento les daría el beneficio de la duda.

- Si algún día quedamos para tomar un café ya me contaréis de qué va vuestra movida, y pasadme alguna tarjeta por si comienzan las Guerras del Infinito y tengo que avisar a alguien.- Comentó al grupo de la Super Nenas y sus dos amigos, que parecían haber sobrevivido a la noche de los amateurs para ascender al siguiente escalafón en la liga metahumana.

Al poco de cruzar la puerta Rebeca frenó en seco y se quedó plantada en mitad, delante del resto que iba llegando. Oteó la oscuridad, aquello le daba muy mala espina, estaba demasiado oscuro incluso para un sitio sin ventanas ni luces y el reflejo de la luz del fondo era demasiado tentador. Después de todo lo que había pasado y de lo que había escuchado que comentaban alguno de los presentes sobre el metahumano responsable de aquello, no parecía buena idea cruzar a la carrera aquel corredor sin ver absolutamente nada. 

- E-esto... perdón,-intentó llamar la atención cuando la chica del bate terminó de hablar, pero no pudo evitar que su voz sonase quizá demasiado bajo, tal vez alguna de las personas que estaba más cerca de ella la escuchase con suerte, así que continuó- puede que si vamos cerca de la pared hasta el otro lado sea más seguro. 

Hurgó en sus bolsillos hasta sacar el móvil para encender la linterna y alumbrar hacia un lateral.

Pensó que traspasar aquella puerta los llevaría a la plena libertad, pero cuando se encontró con aquel pasillo repleto de oscuridad su ánimo se vino abajo. Pecó de inocente creyendo que todo había terminado y que estarían a salvo. Sus ojos se cerraron y abrieron enérgicamente, adaptándose a la escasez de luz que provenía de unas escaleras que se encontraban en el fondo del pasillo.

Los sonidos que le captaron sus oídos le hacían estremecer, y volvió el rostro para fijarse en los demás. Obtuvo algo de confianza cuando escuchó a la chica del bate, parecía tomarse aquello bastante bien, era como si no le asustara lo que estaba sucediendo. Envidiaba su entereza. Luego desvió la mirada hacia aquellos que formaban parte de algún grupo organizado, no cabía duda después de que trataran de avisarles de lo que ocurriría y luego lo que sucedió allí mismo. Tenía muchas dudas, demasiadas preguntas pero no le salía la voz para expresarlas, así que en absoluto silencio siguió adelante, dejándose guiar por la luz que proyectaba la aplicación de móvil de Rebeca.

Habiendo recuperado la consciencia, Antonio Jesús dirigió una mirada a su alrededor, hacia las personas que le habían sacado de la sala anterior. Sus ojos se posaron sobre todo en la chica de pelo corto que portaba un bate y en el afroamericano que portaba un pañuelo en la cabeza.

-Gracias a ambos -les dijo, aún pensando en qué le habría ocurrido si lo hubieran dejado atrás-. Nunca me había pasado algo como eso. Hasta ahora, podía expulsar rayos por las manos, pero nunca me habían salido por los ojos. Joder, no sé cómo es posible que mis retinas sigan intactas.

El metalero miró a su alrededor hasta fijarse en la pelirroja del escudo policial. De entrada le había parecido que sería la típica chica pija de clase alta, por lo que se sintió sorprendido de ver que no había dudado en utilizar el escudo para cargarlo con mayor facilidad, pese a que sólo era un completo desconocido que se había descargado como una pila.

-Y gracias a ti también -añadió, dirigiéndose a la pelirroja y forzando una sonrisa. En esos instantes, solo quería volver a casa y olvidarse de lo que había sucedido en ese lugar-. Hubiera estado guay lo del escudo policial. Habría quedado muy espartano. -Observó al reducido grupo que había conseguido sobrevivir a los gemelos gigantes y añadió, dubitativo, preguntándose si sería un buen momento para presentarse-: Soy Antonio, por cierto, aunque ella -señaló a la chica de tez pálida y pelo corto que le había hablado antes, apartado de los demás- ya lo sabe. Mis amigos me llaman AJ.

Una vez la joven llego a el marco de la puerta que se había abierto se quedó junto a esta y miro la sala que estaban dejando, comprobando que ningún despistado se quedase allí. Cuando llegó hasta la puerta Chaman, seguido de Antonio, Carla y la chica del bate, no espero más y empezó el recorrido hacia el interior del pasillo junto a ellos.

Siguió caminando junto a ellos, mientras en su cabeza seguía dando vueltas a lo que había visto, no fue hasta la mención de AJ que giro el rostro hacia él. El comentario de AJ, posiblemente informativo, para la joven no había tenido el mismo significado, en su cabeza había adquirido un tono de réplica o acusación.- Yo… lo siento, fue cuando me agarraste…- Se disculpó como quien había averiguado algo sin permiso de otra persona.

El rostro de la joven seguía exhibiendo una evidente preocupación y el lúgubre pasillo con sonidos inquietantes no era lo mas propicio para tranquilizarse.- ¿Para alguno tiene sentido la imagen de tres puertas con diferentes pintados cada una?.-Pregunto al aire ciertamente confundida. Posiblemente su poder hubiera hecho algo extraño… más de lo habitual. Pero quizá sus compañeros supieran que demonios significaba lo que había visto.- Las pinturas eran una lámpara antigua,  la escena de una familia y un símbolo de interrogación invertido rojo.- Omitió en gran medida todos los detalles de aquellas imágenes, ni tenía tiempo para concretarlas ni tenía muy claro que, con lo ya mencionado, no empezaran a pensar que estaba loca.

- No me suena de nada... ¡Umpf! ¿Una lámpara de aceite como la de Aladino? ¿Tendrá que ver con los deseos?- Es lo único que se le ocurría a Eugenia, pero ahora mismo tenía la cabeza como para resolverle jeroglíficos a Cactus... Se alegraba de poder ponerle un nombre al metalero, peor seguía siendo más divertido repasar con él el capítulo dedicado al rock duro de la Enciclopedia del Rock que Antonio atesoraba en su salita de estar. Uno de los pocos coleccionables que se había hecho en el kiosko. Venía con una gran colección de vinilos. Pena que el tocadiscos que tenían en casa llevase más de una década estropeado. Si salía de aquí con vida trataría de conseguirle uno nuevo a su viejo... Al menos podía ordenarse un poco las ideas en aquel pasillo. Es lo que tiene haber sido homeless una buena temporada, esto era casi como el recibidor de su casa, pero hoy no quería ver a ninguno de sus amigos de entonces (ni nunca, ya puestos, que les vaya bien y no palmen con la chuta en el brazo...). 

-¿Eh? -Antonio se mostró confuso y sorprendido por la disculpa que le había dirigido la muchacha de tez blanca y cabello corto-. No, no, en absoluto. No tienes que disculparte por nada -Agregó, un tanto nervioso-. No debería haberte agarrado, y más siendo lo que soy. Si los guantes hubieran tenido alguna rotura, podía haberte hecho daño sin querer. Lo siento. No sabía que podías ser uno de...

"Uno de ellos" pensó para sus adentros al metalero, aunque sabía que no tenía sentido que siguiese refiriéndose a los metahumanos como personas ajenas a las que no pertenecía, no al menos mientras estuviera con aquellos jóvenes que, al igual que él, poseían habilidades sobrehumanas. Mientras permanecieran en el interior de ese circo de los horrores, no tenía nada que fingir.

-Disculpa si te incomodé, sé lo arriesgado que puede ser que te toquen o tocar a alguien y no saber qué es lo que sucederá después -agregó, respirando hondo. En el caso de Antonio, además, cargaba con el riesgo de que si tocaba a alguien con sus manos podría llegar a electrocutarlo. Forzando una sonrisa, el heavy añadió-: Tienes un poder chulo. Podrías llegar a ayudar a mucha gente con él. -Las últimas palabras de la chica, preguntando sobre aquellas tres puertas, sin embargo, le hacen encogerse de hombros-. No me suena ninguna de las tres. Puede que tengan un significado para alguno de nosotros.

Poco a poco mientras todos hablaban y caminaban, Carla se había puesto en primera posición, había conseguido crear un escudo de los antidisturbios, además de resistente , era transparente, podía ver por dónde caminaba, y si aparecía algo proteger a los demás.

Carla pensaba que estaban en alguna ilusión, pero lo que seguia si saber seguro, era el porque de quellos preparaticos por parte de su anfitrión.

Carla no apartó la vista del frente mientras ponía al día a los demás.- Escuchad todos por favor, os lo resumo, somos miembros de un grupo de mutantes que trata de ayudar en lo que pueda a salvar vidas y mejorar la visión del mundo sobre nosotros. Estamos aquí porque si no veníamos lo más probable es que nuestro anfitrión provocara el caos en toda la ciudad, no sabemos cuáles son sus planes, o porque estáis vosotros aquí, pero trataremos de sacaros de aquí a salvo, aunque no parece que nos necesiteis demasiado. Yo puedo duplicar cualquier objeto que haya tocado o visto, toda la información que tengamos los unos de los otros ayudará al trabajo en equipo, así que,sentiros libres de compartir cuáles son vuestros poderes, si los tenéis.- Carla todavía no estaba seguro si todos aquellos que les acompañaban eran metahumanos, puede que alguno fuera humano, y el ilusionista lo hubiera metido en aquel jaleo por error.

A Eugenia no le seducía especialmente empezar a largar información al chou, como quien se queda de voluntario en la máquina de lanzar platos en un campo de tiro. Si salían de allí ya se plantearía si quería ir a la fiesta de pijamas de las Super Nenas.

- Si me tenéis que llamar por un nombre que sea Leve.- ¿En qué momento había caído en la escena de presentación de una de aquellas pelis mierdosas de mutantes de Fox? Al menos esperaba que aquella no fuese como el sin dios ese de La Decisión Final. - Tengo algún tipo de poder sobre los pesos de las cosas, creo que hay algo más pero es lo que he percibido hasta ahora. Eso también me permite dar unos saltos de la hostia. Y si salimos de aquí, seguro que también seré capaz de cagar arcoiris de pura felicidad. Espero que aguantemos para confirmarlo, seguro que Glen Danzig necesita unos buenos arcoiris en su vida.- Comentó haciendo un gesto con la cabeza hacia atrás, en la dirección de AJ.

Al final nadie la había escuchado, suspiró resignada. Estaba acostumbrada a ser el árbol de la función del cole, metafóricamente hablando, Rebeca siempre había hecho todo lo posible para no tener que participar en esa horrible tradición, desde fingir enfermedades incurables en los huesos hasta vomitar en los ensayos, bueno, técnicamente eso último pasó de verdad.

Siguió a todos, que ya habían empezado a andar, alumbrando al suelo para no llevarse sorpresas tipo un boquete en el suelo, un charco, una piel de plátano... Se esperaba ya cualquier cosa, lo que sí le sorprendió fue que no le hubiese dado un fuerte colapso mental, dadas las circunstancias. <<Seguro que ya me he vuelto loca del todo.>> Entonces escuchó a la chica del escudo y levantó la vista del suelo para mirar al resto. No sabía si era demasiada buena idea contarles qué tipo de descontrolado poder tenía en un corredor que los dirigía hacia un aparente sótano.

- ¿Entonces todos sois... somos, metahumanos?- preguntó, esta vez más alto.

 Mientras caminaban la conversación empezó a fluir entre ellos. Con lo charlatan que solía ser él y lo callado que estaba, pero eso solo ocurría bajo unas circunstancias que no se tendían a dar nunca. No todos los días te atacan dos gigantes (y uno con aspecto de demonio) después de ver cómo han matado a dos personas frente a tus narices.

Escuchó con asombro a Antonio, que describía sus poderes. Le parecía increíble la facultad de proyectar rayos por las manos, ¿pero por los ojos? Eso era demasiado. Soltó un tímido “wow”. Con la carrera hacia la puerta de emergencia se había perdido el ataque de A.J. hacia el gigante al que carbonizó.

Las palabras de la joven de pelo moreno le llamó la atención, no entendía por qué hacía esa pregunta al desconocer su poder, pero pensó en ello por si había alguna relación. En los videojuegos esas cosas eran propias de toma de decisiones, pero evidentemente aquello era la vida real, podía tener otro significado bien diferente. —No me suena tampoco… ¿las has visto en alguna parte? — preguntó a Nerea a la par que se acercaba un poco a ella, mostrando interés sobre el tema. Y en ese momento la joven que copiaba objetos habló, ¡por fin se aclaró un poco quienes eran! Y sinceramente, Ulises alucinó demasiado. ¿Eran una especie de “X-men”? Sí, estaba todavía bastante asustado con todo ello, pero su frikismo era tal que empezaba a entusiasmarse. Pero la cuestión era… ¿él… bueno, su poder sería suficiente como para formar parte de ellos? — ¿Cualquier cosa? ¿Todo, todo? — Reprimió el deseo de preguntar “¿Incluido un billete de 500€?” Porque vaya, con ese poder tenía la vida solucionada aunque no fuese muy honorable usarlo para eso.

El poder de Leve también era fascinante aunque dijo que tenía que descubrir qué más escondía. Eso le hizo pensar que tal vez eso le podría estar pasando él, solo que no lo ha descubierto. Ahora que conocía a más personas como él, le pesaba que su poder no fuese útil para ayudar a los demás.

— Un placer conoceros, yo me llamo Ulises. — Desvió la mirada hacia Rebeca y asintió con la cabeza — Eso parece… ¿no?— recorrió con la mirada a cada uno de ellos por si alguno lo negaba — Mi poder es pasivo, me regenero. Como Lobezno pero sin sus garras molonas… — carraspeó.

Cuando entraron por esa puerta, Javier se quedó un momento a cuadros, dejándose llevar por María y por el grupo y encontrándose en una zona que parecía salida del Resident Evil o el Silent Hill. No estaba nada contento con lo que estaba ocurriendo pero al menos Carla tenía madera de líder y estaba empezando a intentar coordinarnos de alguna forma, lo que a Javier le alivió ligeramente.

-A mí, ahora mismo no me dice nada esos símbolos, lo siento Nerea -contestó el joven antes de girarse y presentarse- me llamo Javier y me puedo teletransportar, por lo que no soy muy útil de buenas a primeras -sonrió ligeramente y se quedó mirando un momento el pasillo antes de mirar a Rebeca.

-Sí, al menos eso parece y creo que es una buena idea lo de ir cerca de una pared, siempre que no haya un foso o no salga algo de ella para comernos. Yo ya no me fío de nada -carraspeó un momento- vinimos aquí por un tipo que se hace llamar el Ilusionista y puede hacernos ver cosas extrañas, así que no os fiéis mucho de lo que véais pero tampoco lo descartéis por si acaso.

Gracias a su brillo, pudieron comprobar que el pasillo era seguro, era muy común y no había nada que pareciese poner en peligro las vidas de ninguno de los presentes. A pesar de ello, los inquietantes sonidos no habían desaparecido y para colmo el sonido de sus pasos y el eco de sus voces retumbaba por todo la estancia.

Finalmente llegaron hasta la escalera del fondo, y todos aquellos sonidos cesaron en cuanto Rebeca puso un pie en el primer peldaño. Al final del último tramo de escaleras había una intensa luz que iluminaba un rellano con tres puertas. A la izquierda del todo, había dibujado sobre la puerta una gran lámpara antigua, era una especie de fresco pintado sobre la madera de aquella entrada.

La segunda puerta que estaba justo delante de ella, tenía otra imagen. Esta vez parecía una escena familiar, donde cada miembro se agarraba de la mano. Aquel dibujo parecía haber sido pintado de una forma más infantil, sin tanto detalle como el anterior y mucho más rápido pero quizá un poco inquietante. Daba la sensación de ser un poco siniestro.

Por último, la tercera puerta poseía una gran interrogación invertida de color rojo, cuya pintura aún parecía fresca, puesto que aún se escurría, aunque extrañamente lo hacía hacia arriba y no hacia abajo. Como si la gravedad no fuese con ella. 

Eugenia no esperaba tener que vérselas con el enigma de Cactus tan pronto, supongo que el haberles hablado de aquello tenía que ver con sus poderes, si es que definitivamente decidía confiar en aquella troupe. Que no hubiese espectáculo del Cirque no significaba que no hubiese payasos.

- Pues va a tocar comerse las uñas con el jeroglífico de las narices.- Comentó encarando las tres puertas mientras bajaba el bate confiadamente, asumiendo que tener que resolver aquel enigma les daba una tregua. -¿La lámpara de los Picapiedra os tiene pinta de ser eléctrica? No sé si esto puede tener que ver con nuestros poderes, la puerta esa con la interrogación... Ummm, antes comenté que actuaba sobre el peso de las personas, creo que realmente tiene que ver con la gravedad... Me pregunto si realmente esos chorros pueden tener que ver con eso.

Se rascó la cabeza, pasmada, preguntándose qué clase de villano encierra a una panda de metahumanos con poderes incontrolables para hacerles resolver esta chorrada. Casi parecía más cosa de un psicópata, o un crío de seis años emocionado por acabar de descubrir las adivinanzas.

- Estos dibujines me recuerdan a una libreta con problemas de lógica visual que hice en mi único año de instituto... Cuanto odiaba aquella mierda. ¿En serio tenemos que escoger una puerta?

Rebeca hizo lo que mejor se le daba, escuchar, escuchó en silencio las presentaciones y todo lo que fueron contando el resto del grupo a lo largo del pasillo. No pudo evitar sentir algo similar a la envidia al escuchar sobre algunos de aquellos poderes que relataban. <<No deben ser tampoco un paseo en barca, pero joder, ya me podía haber tocado a mí uno de los tranquilitos>>- pensó.

Estuvo a punto de presentarse ella también a pesar de no ser lo suyo, no quería parecer maleducada, sin embargo se lo pensó demasiado y cuando quiso darse cuenta, ya habían llegado a las escaleras del fondo y quizá era un poco tarde para presentaciones. En cuanto puso el pie en el primer escalón sintió un escalofrío.

- Vale, esto sí que da mal rollo- murmuró, era ella una persona de esas que apreciaban el silencio, pero aquel silencio repentino resultaba hasta molesto. Realmente agradeció que la chica del bate lo rompiese divagando cuando terminaron de bajr las escaleras y se animó a opinar.- Puede que tengas razón, no creo que esas pintadas sean casuales, si dices que le encuentras lógica a una de ellas definitivamente no lo son. Es algún tipo de juego para él, parece, o un experimento... no sé, todo esto me ha hecho recordar esos circuitos con ratones de laboratorio.

Calló de golpe, no le estaban gustando demasiado las conclusiones que estaba sacando dejando volar su imaginación.

Antonio observó las tres puertas, idénticas a la descripción que antes les había proporcionado la muchacha de cabello negro. Durante un instante, estaba convencido de que aquellas puertas no le decían nada, pero mientras observaba la segunda de ellas y aquel infantil dibujo que representaba a una familia de cuatro miembros, una posibilidad se le vino a la mente, y no era en absoluto agradable.

-Creo que estas puertas están dirigidas a mí -comentó el muchacho heavy, sin apartar los ojos de la puerta en la que se veía el dibujo de la infantil familia-. Mis poderes son eléctricos y esa lámpara puede que también lo sea. No lo sé. -Respiró hondo mientras apretaba los puños con fuerza-. Tengo dos hermanos pequeños. Chica y chico. Y el hecho de que la interrogación sea roja, no me gusta ni un pelo. -Miró momentáneamente a sus compañeros, agobiado por la posibilidad de que en efecto las pinturas de las puertas estuviesen dirigidas a él-. Puede que sea una amenaza. Tal vez esos dibujos sean una amenaza diciéndome lo que le puede pasar a mi familia por lo que le hice al cornudo de antes. -Antonio Jesús podía imaginarse perfectamente la escena: una lámpara de araña de gran tamaño cayendo sobre sus padres y sus dos hermanos cuando se encontraban reunidos en el comedor a la hora de la cena. ¿Era eso lo que pretendía decirle ese meta ilusionista? ¿Que iban a cargarse a su familia? La interrogación roja no podía poseer un buen significado, eso estaba claro-. Creo que tenemos que avanzar por una de las puertas para poder continuar.

La joven no parecía convencida cuando AJ le explico que no debía disculparse. A su manera de pensar seguía pensando que ver el pasado de otra persona sin su permiso estaba mal, aunque lo hubiera hecho por error. Aunque sus inquietudes no tardaron mucho en disiparse, entre las ideas sobre que significaba lo que había visto y la propuesta de Carla para que todos se presentaran, no restaba mucho más tiempo para pensar en lo que ya había sucedido.

-Yo puedo “ver” el pasado, lo que ha ocurrido a un objeto, a una persona o en lugar.- Hizo una ligera pausa antes de hablar de nuevo.- A veces también veo que podría ocurrir…- Mientras terminaba aquella frase su pie se depositó en el último escalón llegando al rellano con las tres puertas. La joven se mordió ligeramente el labio. Al menos ahora no parecería que estaba loca.

En su visión las imágenes eran mucho menos claras pero llevaba ya tiempo pensando en ellas. Casi ni escuchaba lo que comentaban sus compañeros mientras miraba de izquierda a derecha las puertas. Sin darse cuenta estaba murmurando.- La lámpara con diferentes bombillas podría representar algo que destaca, podría ser una referencia a los metahumanos, ocultos, apagados, pero que en algún momento pueden brillar. – La joven parecía haberse olvidado de todo.-La familia significaría… ¿Unión? Pero por la forma que esta dibujada es una unión rápida, como si no estuviera planeada.- La joven paso a la última puerta.- La interrogación simularía una pregunta como es obvio, pero por cómo está colocada también podría asemejarse al comienzo de algo. Algo que puede aumentar pero que será sangriento.- Dijo relacionando el color rojo y el escurrir de la pintura hacia arriba.

El problema que ocurría en la mente de la muchacha no era el no encontrar significado para aquellos dibujos, era el de tener demasiadas ideas en la cabeza. Cuando Aj hablo dando sus propios significados a los dibujos de las puertas soltó un pequeño chasquido. Podían significar demasiadas cosas pero al final el joven tenía razón. Eran puertas al fin y al cabo, tendrían que elegir una. La joven dio un suspiro. Por muchas vueltas que le diera al final siempre acababa en el mismo punto. ¿Qué era lo que quería el ilusionista?

- ¿Y cuál es la amenaza si las abrimos las tres al mismo tiempo?- Preguntó Eugenia, al encontrarse ante un problema con unas limitaciones que parecían más propias de una novela juvenil. - No sé dónde leí que los enigmas de tres puertas hacían referencia originalmente a tres momentos de la vida, pasado, presente y futuro, pero vete tú a saber si el ilusionista o quién sea también leyó eso para inspirarse o va más de free styler. - Estaba tentadísima de abrir la puerta con la interrogación...

Carla avanzaba con el escudo mientras sus compañeros, algunos de ellos comentaban cosas sobre sus poderes, sin duda todas interesantes.

De pronto el sonido paro, y Carla se puso más alerta, si es que eso era posible, luego tras examinar los laterales, y asegurarse de qué no había sorpresas , participó en la conversación sobre el significado de las puertas.- yo creo que son pistas de lo que encontraremos detrás de ellas, de lo que tendremos que enfrentar, abrir las tres a la vez puede llevarnos a enfrentarnos a 3 problemas a la vez, si nos dividimos , puede que una sea segura pero, las otras sean demasiado peligrosas a un grupo menos poderoso y pequeño, así que elegir una y que vayamos todos juntos por ella, me parece la mejor opción.- la verdad es que Carla estaba segura de que todas las puertas ocultaban algo peligroso detras, y no importaba mucho cual elegían.