Partida Rol por web

- ¡Claro, cómo no se me había ocurrido antes! -respondió sarcásticamente a Carla, Rebeca no era normalmente la alegría de la huerta, pero cuando se sentía mal y bajo presión se le crispaban los nervios con facilidad. Se percató de lo fuera de lugar que estaba aquella bordería y rectificó resoplando- P-perdona, pero es que no tengo la más mínima idea de si puedo hacer algo así... Lo intentaré.

Volvió a ponerse de cuclillas y colocó sus dos manos sobre el suelo, empezaban a picarle las palmas por el roce, pero se mantuvo quieta, vigilante, mantuvo su vista fija en la copia para intentar intervenir, si es que podía, en un inminente ataque.

Carla estaba bien y la señal más clara es que volvía a dar órdenes como desde un principio. Ulises escuchaba pero no prestaba demasiada atención a lo que les estaba diciendo a los demás, llevaba concentrado en la herida que de regenera a desde que despertó, preguntándose por qué tardaba tanto. Se dio cuenta que no conocía su poder tanto como creía. Parpadeó rápidamente cuando Carla se dirigió a él directamente y le pidió algo que no sabía si podía cumplir. Los ojos del muchacho se clavaron en los de ella. - [u] ¿Y eso cómo se hace? Pensé que era pasivo [/B] - preguntó muy perdido. Para colmo bajo presión porque la vida de Eugenia pendía de un hilo. La mirada del moreno se desvió hacia la chica del bate que estaba siendo tratada por Nerea, y lo supo, tenía que intentarlo. Desconocía si eso podría incapacitarlo completamente hasta pasadas unas horas, o días, pero lo que tenía claro es que no podía quedarse de brazos cruzados.

- Lo intentaré con todas mis fuerzas - prometió a Carla mientras se dejaba ayudar. Se sujetó a su cuerpo y comenzó a caminar, reprimiendo algunos quejidos.

Cuando llegaron y lo dejaron a su lado, notó un desagradable escalofrío sacudir su espalda. La cabeza de Eugenia estaba sobre un charco de sangre, se la había abierto bien. Cuando tienes el poder de Ulises, solo te curas de las heridas que te provocas sin querer y sin saber de qué tipo son, pero ahora mismo estaba viendo lo que le pasaría si funcionaba su nuevo poder, desarrollo o lo que fuera aquello. Le invadió por unos instantes un miedo atroz al dolor cuando antes no le preocupaba, pero claro, antes no se esperaba lo que le llegaba.

Cogió aire profundamente y lo soltó despacio por la boca y no se permitió más tiempo para pensar. Tenía que intentarlo. Con suavidad apoyó sus manos sobre la herida y se concentró, pensó fuertemente en lo que hizo cuando sanó a Carla. Absorber su herida a su propio cuerpo, se conformaba con llevarse consigo lo suficiente como para que ella viviera.

Nerea se encontraba agachada junto a Eugenia, su mano se había colocado debajo de la cabeza de la mujer e intentaba ver como podía ayudar cuando tuvo otra de sus visiones. Por un lado esta provoco una rafa de alivio en la joven pues cuando termino de verla observo como Ulises caminaba ayudado por Carla hacia su posición.

Ulises curaría a Eugenia y todo saldría bien, no había de que preocuparse y... Cuando el rayo que había disparo AJ brillo en la sala y la copia de Rebeca no desapareció sus ojos se abrieron. No había entendió inicialmente la visión hasta ese momento. Quizá en otra circunstancia aquel dato habría podido resultar incluso gracioso a ojos de la joven, pero allí no.

- AJ no le lances mas rayos, tiene...- La joven no sabía muy bien cómo explicarlo.- ¿Una toma a tierra?.- Agrego con palabra dubitativa.- A no ser que este en el aire no le afectara...- Dijo mirando el cuerpo de Eugenia. La había visto elevando a Rebeca y al ser golpeada por AJ si desaparecía, tenía que ser eso.

Cuando finalmente Ulises llego ayudado por Carla lo miro durante un momento antes de asentir.- La salvaras, lo he... visto.- En sus palabras, de entre todas las emociones que tenía en ese momento, se denotaba una por encima del resto, agradecimiento hacia el hombre que estaba salvando la vida a los allí presentes.

Tal y como Carla había ordenado, Rebeca se colocó en el suelo para absorber los ataques seísmicos que su homóloga enviase. Entre ellas parecía haber un extraño pique para ver quién de las dos era más poderosa. AJ aprovechó para lanzar de nuevo otro de sus rayos con el mismo efecto que antes.

Después Carla ayudó a levantar a Ulises que haciendo un esfuerzo sobre humano tocó a Eugenia para tratar de canalizar sus heridas. Pero en ese momento estaba tan confuso y con tanto odio hacia la copia que aún no se desvanecía que sus heridas se desvanecieron al momento, al igual que pasó con las de Eugenia.

No entendían muy bien qué acababa de ocurrir, pero la copia de Rebeca empezó a sangrar por diferentes partes del cuerpo y ésta se desvaneció. Quizá la premonición de Nerea habría tenido sentido y habría funcionado, pero algo había hecho Ulises con las heridas que había regenerado del cuerpo de Eugenia y del suyo propio que habían sido redirigidas hacia la copia de Rebeca.

¡Por fin habían sido liberados de las sus copias malignas! Y por suerte, Eugenia y Carla estaban de nuevo recuperadas. El problema fue Ulises que tras ése esfuerzo final quedó completamente agotado y sin energía. Aún estaba consciente, pero todo el mundo comprendió que había llegado a su máximo y necesitaba un merecido descanso...

De pronto escucharon un ruido más adelante. Y Nerea no tuvo una premonición, pero sí que sintió qué había sido ese ruido. Más alante estaba el verdadero enemigo, más alante estaba el Ilusionista y por desgracia, no estaba solo.

- PITO....!- Gritó Eugenia a todo pulmón súbitamente, como si de una frase dicha por alguien hablando en sueños se tratase... Ni ella misma recordaba a qué podía hacer referencia aquella increpación diabólica, pero si que fue consciente de que estaba en la oscuridad final y alguien la había arrancado de ella. Su cuerpo saltó como impulsado por un resorte, quedando, de un golpe seco, sentada en el suelo, con la espalda increiblemente rígida. Al instante escuchó el sonido de reinicio del sistema operativo (o así lo entendía ella) que operaba en el segundo plano de su subconsciente, dando paso a una cháchara alienígena más desmadrada de lo normal.

- JO... DER.- Giró su cabeza y vio el lamentable semblante de Ulises a su lado, casi le había dado un cabezazo al incorporarse, pero con verle tan cerca comprendió qué había ocurrido. - O... Joder, tío... ¡Oh, JODER, TÍO!- No era capaz de emplear fórmulas comunes de agradecimiento, aquel conocimiento había sido relegado a la trastienda de su cabeza, de la que nunca salía, motivo por el que así le iba en la vida, pero se las apañó para tomar el ancho torso del sanador entre sus brazos, dándole un abrazo con el que esperaba no hacerle aún más daño. Vio por encima de su hombro que Barbi Lavigne también había vuelto del mundo de los muertos y comprendió el demacrado semblante del barbas.

Fue entonces cuando oyó un sonido proveniente del otro lado del pasillo. - La puta...- Escupió, no podía reconocer a aquellas formas que aparecieron recortadas sobre la luz al fondo del pasillo pero le quedaba claro quienes eran sus... compañeros... Y quienes no, y llevar a Ulises hasta el otro curandero del grupo parecía lo más apremiante...

Con fuerzas renovadas trató de ponerse en pie, cerrando los puños, intentando hacer que los cascotes que la falsa Rebeca había hecho caer (incluyendo el que estaba manchado con su sangre, puede que incluso con algún fragmento de cerebro) se levantasen con ella...

La voz de Nerea volvió a infundirle ánimos, confianza plena de que lo conseguiría. Si salían con vida de allí le daría las gracias; con palabras, con gestos, con todo a la vez. De la mejor manera que le saliese pues consideraba que de no ser por ella él nunca hubiera intentado nada, así que era la verdadera heroína de Carla y de Eugenia, si es que la salvaba.

También entendió por las indicaciones que estaba dando, que la copia de Rebeca no desaparecía después de que AJ la hubiera atacado varias veces con su poder.  Había estado tan concentrado en sanar a Carla que no se percató de aquello. Justamente lo supo en el instante que sus manos se posaron sobre la cabeza de Eugenia y su mirada se alzaba para buscar a la última doppelganger. No supo con exactitud qué ocurrió, pero sí que logró identificar un sentimiento tan ajeno, tan impropio de él que lo cegó de una manera que jamás había experimentado. Comprendió que los cascotes fueron los que habían dejado a Eugenia en aquella situación tan extrema. Era culpable y tenía que pagarlo.

El cuerpo del muchacho se sacudía ligeramente por la respiración entrecortada que nacía de la rabia y de la impotencia que estaba sintiendo. Sus ojos continuaron clavados en ella con un brillo extraño e insólito que pronto fueron invadidos por una fina capa acuosa que amenazaba con desprenderse, y entonces ocurrió. No pudo contenerse más y gritó, proyectando con su voz todo lo que había estado acumulando desde lo de Carla, y que se había agravado con el pésimo estado de Eugenia. Entonces la herida de su vientre se regeneró al instante, y la nueva herida que surgió en su cabeza igual de rápido se esfumó para transferirse al cuerpo de la copia que se vio bañada en sangre y en dolor. Por fin desapareció.

La calma llegó, al menos de momento. Su cuerpo permanecía aún sentado estaba completamente lacio, y en cualquier momento podía caer a un lado u a otro. Su mirada se cruzó con la de Eugenia, justo de frente cuando ésta se despertó de pronto, y lo único que se alzó de su rostro fueron las comisuras de sus labios, levemente, pero lo consiguió. El alivio de pie a ello, y cuando la chica del bate lo abrazó, no pudo sostenerse más por sí mismo por lo que se dejó caer sobre el cuerpo de la chica. Era absurdo en aquellos momentos pero quiso disculparse por si pesaba demasiado o la manchaba aún más de sangre, pero ni hablar podía. Estaba exhausto y necesitaba descansar aunque fuesen unos minutos aunque desearía hacerlo durante horas… o días…

Ni idea tenía de que le esperaban lo peor de todo, que aún no había acabado aquella pesadilla en la que creía que habían salido victoriosos.

Habían logrado derrotar a las copias, pero AJ dejó escapar una maldición, sorprendido por lo que parecía haber conseguido Ulises. No sólo había sanado a Eugenia, sino que había redirigido las heridas de su propio cuerpo al de la copia de Rebeca, causando el final de la ilusión contra la que el grupo se enfrentaba. Aquello había sido de lo más impactante para el heavy, que no creía que su compañero pudiera tener un poder como aquel.

-¡Eso ha estado tremendo, Uli! -le espetó Antonio, asombrado. El metalero se volvió entonces hacia Rebeca, quien había sido su compañera durante todo el enfrentamiento contra las copias. El muchacho se colocó de nuevo el guante y palmeó en la chica en la espalda-. Has estado genial. Sin ti, no lo habríamos logrado.

AJ había escuchado el ruido que se produjo un tanto más adelante, pero no iba a adelantarse sin asegurarse antes de que Eugenia estaba bien. Le había cogido cariño a aquella loca mujer con bate que tendía a llamarle por el nombre de cualquier metalero que se le viniera a la mente.

-¿Estás bien? -le preguntó a Eugenia, en su habitual tono seco-. ¡Ya sabía yo que no te podías morir aún! -Bromeó, acercándose para intentar ayudarla a caminar-. Aún nos queda reventar al payaso ilusionista ese. -El muchacho se giró entonces hacia Nerea y Carla, las dos únicas integrantes del grupo de superhéroes con el que él y los otros tres novatos más se habían encontrado al llegar al circo-. ¿Alguna de las dos pudo contactar con Chamán, la pelirroja y el otro chaval? Es extraño que no hayn dicho nada desde que quedaron atrás.

Aquel enfrentamiento contra su copia estaba resultando más agotador de lo que nunca hubiese imaginado Rebeca. Sin parpadear, temblaba de pies a cabeza a causa de la tensión provocada por el esfuerzo que estaban invirtiendo sus músculos "sujetando" aquella fuerza invisible. Parecía que ambas jugaban a un tipo de perverso juego de la soga.

Perdía fuelle, se sintió débil cuando un sudor frío comenzó a empapar su espalda y tuvo una mala sensación en la boca del estómago. Estaba comenzando a preocuparse cuando de repente su copia se desvaneció. Se permitió dejarse caer hacia atrás, quedando sentada, descansando todo el peso de su cuerpo y giró la cabeza al escuchar un quejido. Enseguida lo entendió todo y sonrió hacia sus compañeros, era más que un alivio ver a Eugenia y Ulises enteros.

No esperaba que nadie palmease su espalda así que se sobresaltó al sentir la mano de AJ:

- Ah, gracias... Tú también, genial digo, que muy bien- añadió, estaba claro que no era el momento idóneo para la chica de realizar frases con un mínimo de sentido-.

No pudo evitar quedarse mirando los guantes del heavy y se preguntó si aquello que había dicho Nerea sobre su copia, también le ocurriría a ella. << Sólo me faltaba ya ser un pararrayos andante para completar el pack. >> pensó.

Pero un ruido más alante la sacó de sus pensamientos, aquello todavía no había acabado y sus dudas sobre salir de allí con vida volvieron a dispararse.

Después de todo lo ocurrido Nerea se quedo sentada en el suelo. No había ocurrido lo que había visto en su visión pero… ¿Acaso importaba? Todo había salido bien. No había muerto nadie después de aquella absurda pelea contra sus semejantes. Su cabeza bajo hacia el suelo mientras intentaba calmar su respiración. La adrenalina que recorría hace unos momentos su cuerpo por toda la tensión que había se había diluido.

Notaba los músculos pesados y estaba cansada, no sabía si aquel era el efecto de que su poder se hubiera activado tantas veces o que simplemente la cafeína ingerida de los varios cafés de la mañana dejaba de tener efecto. Escuchaba las voces de sus compañeros y aunque no prestaba mucha atención a aquella aclamada victoria, fueron las últimas palabras de AJ las que le hicieron reaccionar.

Yo… intente contactar con ellos por el comunicador cuando Carla se moría y… - Un escalofrió recorrió el cuerpo de la muchacha.- Respondió uno de los gigantes que derribamos al entrar

Carla había estado ida la mayor parte del combate,después de acabar con su homóloga, y evitar que un camión con forma de bate la llevará por delante, todo estaba algo confuso, de lo poco que estaba segura era de que Ulises le había salvado la vida.

Observo a todo el grupo un momento, mientras se felicitaban y se daban las gracias los unos a los otros.-Sois todos increíbles, tal vez debería echarme otra siesta, y así al despertar lo mismo hemos salido de aquí, lamento no haber sido de más ayuda, no sabía si podíamos estar atacando a inocentes cubiertos por una ilusión, y no invoque nada que pudiera ser mortal, fue un error. - dijo carla a sus compañeros en aquel momento.

Finalmente las noticias dadas por Nerea sobre lo que había pasado al llamar a chamán, le preocupó considerablemente, estuvo apuntó de intentar por eres en contacto con los demás, pero decidió no hacerlo, si no estaban bien, los vería junto con el ilusionista, o eso sospechaba. - En fin, tenemos que avanzar, pero antes tal vez deberíamos hacer una pequeña reunión estratégica, yo por ejemplo debido a que perdí mucha sangre, no tengo demasiada energia.-en ese momento Carla se metío la mano en el bolsillo delantero del pantalon y saco 3 pequeñas chocolatinas aplastadas y se comió una. - habéis oído lo de que "la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma"? Pues en mi caso uso las calorías de mi cuerpo para trasformar los atómos del ambiente en objetos, no tengo más comida que esta ahora, y dado que estoy débil, no creo que pueda crear grandes cosas, o cosas potentes, tal vez algo que Eugenia pueda lanzar y potenciar con sus poderes.-luego se dispuso a comerse las otras 2 aunque ofreció al resto antes de comerselas.

Antes de que Carla pudiera comerse la segunda chocolatina, y antes de que ninguno de los allí presentes pudiera recuperarse del todo, pudieron escuchar un chasquido que a Nerea y Carla les resultó familiar. Era el mismo sonido que hacía Javier cuando usaba sus poderes y se teletransportaba a algún sitio. Pero al girarse el rostro que vieron no era el de él, sino el de un hombre que no reconocieron.

Aquel tipo tenía un cuchillo que también les resultaba familiar y llevaba agarrado por el cuello de la camisa a un Chamán gravemente herido. Con una sonrisa maligna pero con su rostro ligeramente pálido les dijo:

Ha llegado la hora. Habéis superado todas y cada una de las pruebas que os he puesto. Está claro que sois dignos de entregarme vuestro poder. Pero he pensado algo mejor ahora que tengo el poder de la rubita. ¿Qué tal si me decís dónde se haya Miss Kross? Dijo mientras hacía una pequeña raja, aunque muy sangrante, en el cuello de Chamán. Si os negáis a decírmelo lo mataré en este mismo momento. La regeneración es un poder muy útil, ¿verdad Ulises?

Aquello era lo que Miss Kross había dicho. Si el Ilusionista estaba cerca de ella, podría hacer que sus ilusiones se hicieran realidad y entonces estarían frente a un enemigo muy poderoso.

Por fortuna, Eugenia había elevado todos los cascotes de la zona y quizá, si era lo suficientemente rápida, podría lanzárselos antes de que terminara de rajar el cuello de Chamán. Aunque quizá sería mejor negociar y no arriesgarse a un enfrentamiento directo con él. Porque una cosa es que fuera capaz de hacer ilusiones y otra muy distinta era que ahora poseyese el poder de Javier y el de María.

Ulises esbozó una cansada sonrisa en los labios cuando escuchó a AJ y vio como también felicitaba al resto. Desde luego que cada uno de ellos eran únicos y habían logrado escapar de aquella situación. Quién hubiera dicho que sin apenas conocerse formarían tan buen equipo.

Pero los elogios y la breve celebración terminó después de escuchar quién había atendido su llamada y quien apareció frente a ellos; el mismísimo ilusionista.

No tuvieron tiempo de llevar a cabo esa reunión estratégica que sugirió Carla. El moreno no pudo identificar el poder de Javier porque apenas lo conoció al igual que María, pero con lo que el Ilusionista había dicho, daba a entender muy bien lo que había pasado con ellos.

Los ojos de Ulises proyectaron un interrogante en el momento que escuchó el nombre de Miss Kross. No sabía quién era pero supuso que el grupo de Carla si. Ulises se volvió un momento para mirar a sus compañeros y luego alzó las manos rápidamente para pedir con ese gesto que se detuviese. Todo podía estallar en cualquier momento; el ilusionista rajar la garganta de Chamán y Eugenia lanzarle los pedruscos pero... ¿Quién sería más rápido? ¿Podían arriesgarse a perder a más compañeros?

- Podríamos llegar a un acuerdo - comentó asustado porque mataran al hombre que tenía con una daga pinchando la frágil piel de su cuello. Tenía claro que el muchacho no tenía pensado darle sus poderes, porque ya entonces, matarlo sería casi imposible si es que se podía.

En su mente se empezó a trazar un plan pero solo podría llevar a cabo si alguien le ayudaba pero lo complicado era plantearlo a sus compañeros sin que lo oyera aquel tipo. Antes de que pudiera decir una palabra apostaba todo a que se lo cargaría.

- ¿ Para qué necesitas a esa mujer? - estaba perdido, quería respuestas pero su prioridad era ganar tiempo, así que después de haber visto cantidad de películas de superhéroes había aprendido que a los villanos les encantaba parlotear sobre sus malévolos planes antes de ejecutarlos. Quizás eso era solo cosa del cine pero había que probar. Mientras tanto, Ulises se fijó en uno de los cascotes que Eugenia elevaba y luego, volviendo a mirar al Ilusionista, se frotó ligeramente su nuca aún manchada con su propia sangre. De momento solo podía comunicarse con sutilezas.

Había aparecido. El Ilusionista. El hombre que había provocado la muerte de al menos cuatro de los metahumanos que habían acudido a ver aquel espectáculo que, de no ser porque estaba acompañado de aquellos otros jóvenes con poderes, para AJ hubiera resultado una auténtica pesadilla.

Observó que el ilusionista llevaba agarrado por el cuchillo de la camisa a un malherido Chamán y, a menos que hicieran algo para impedirlo, podría asesinarlo allí mismo. El heavy tragó saliva. Recordaba que Chamán le había sanado, consiguiendo que se recuperase después de haber quedado totalmente descargado, como una pila, tras uno de los pasados enfrentamientos. De no haber sido por él, quizá los chicos aún tendrían que arrastrarlo entre todos por el edificio. Se sentía en deuda con el hombre de tez morena y esperaba poder salvar su vida.

-Eh, escucha, tío, no tengo ni idea de quién es esa Miss Kross -se sinceró Antonio Jesús, suponiendo que tal vez fuera alguien a quien pudieran conocer Carla y Nerea-. Hasta hoy pasaba de gigantes, metahumanos y circos donde darnos de ostias con nuestras réplicas. No me van esas movidas. Joder, si incluso llevo guantes para no usar mis poderes. -Se quitó el derecho para mostrar su mano-. Si querías tenernos aquí para que te dijéramos algo sobre esa mujer, creo que te has equivocado de tío, al menos en mi caso. Pero podemos llegar a un acuerdo, ¿no? -Dirigió una mirada a Nerea y Carla, intuyendo que eran las únicas que podían saber acerca de esa mujer a la que el ilusionista había mencionado-. No es necesario que mates a nadie más.

Eugenia respiraba casi resollando, deseando lanzar todos aquellos cascotes sobre el puto ilusionista, pero así podía poner en peligro al tal Chamán de las narices, el tipo que había ayudado al niño del metal con anterioridad. Cambiaba el peso de su cuerpo de una pierna a la otra, como si estuviese calentando para salir a la carrera hacia delante, pero ante su confusión sobre cómo proceder vio un sutil gesto de Ulises y espero interpretarlo correctamente. 

Mientras una gota de sudor se demoraba en su barbilla trató de localizar algún cascote que quedase por detrás del ilusionista o que estuviese a la suficiente altura como para moverlo hacia atrás sin que este se diese cuenta. Su intención era pegarle una pedrada, como la que a ella misma le había abierto la cabeza, en la nuca, pero debía de ser muy precisa si no quería que el villano la pillase en un renuncio, esperaba que el esto pudiesen entretenerle mientras intentaba acallar las voces de su cabeza para tratar de afinar lo máximo posible su movimiento. Se sentía como si estuviese al mando de una de esas máquinas de sala recreativa en las que hay que mover un gancho para tratar de pescar algún peluche absurdo.

Rebeca se quedó sentada en el suelo,callada, su semblante era serio y miraba fijamente al ilusionista, cavilando. No pensaba intervenir hasta que él hablase de nuevo para observar bien. Si algo medianamente bueno tenía su carácter reservado era que le proporcionaba tiempo para observar y analizar bien la situación, siempre se había considerado una cobarde por ello, por buscar siempre la opción fácil, la escapatoria. Pero la realidad era que aquello la había salvado muchas veces de situaciones incómodas que habrían acabado en ataques de nervios innecesarios.

No, no pensaba intervenir de momento, quizá así podría buscar un recoveco en los intereses del ilusionista que les pudiese ayudar. Tenía claro que uno de sus intereses era quedarse con sus poderes y también tenía claro que si era necesario, para salvar la situación mentiría. Involuntariamente, mentir no se le daba del todo mal aunque no tenía por costumbre hacerlo y siempre le provocaba una punzada de nervios, como era usual, la gente solía subestimarla tanto que al final le resultaba sencillo. 

Pero de pronto le vino algo a la mente y observó bien la escena. ¿Realmente estaba de cuerpo presente? Conociendo su poder lo dudaba, así que intervino, porque saber ese dato en general podría ayudar al grupo. Podía ser la diferencia entre el más absoluto fracaso o poder tener una oportunidad de vencer. Fue directa.

- ¿Qué tal si primero nos demuestra que está de verdad aquí y no escondiéndose en otra sala? Las negociaciones como toca tienen que realizarse de cuerpo presente, caballero.

Carla observo al ilusionista, y sin quitarle la mirada de encima introdujo la segunda chocolatina en su boca. Carla comió la chocolatina despacio, mientras el ilusionista exponía lo que quería y sus compañeros le contestaban.

Una vez Tragada la chocolatina, Carla participó en la conversación. - y luego que? Que haras con su poder? Después de todo estoy aquí para que el mundo no se vaya a la mierda , apenas queda algo más que una semana, lo impedirías? .

Aun de rodillas en el suelo cuando apareció El ilusionista, Nerea no se movió. Dirigió la mirada hacia el joven allí presente que tenia apresado a Chaman. Su presentación aunque breve, dejo con más dudas de las que pretendía a la muchacha. ¿Dignos de entregarles nuestros poderes? ¿Ahora que tenía el de la rubia?

Allí en el suelo miro al tipo mientras sus compañeros parecían intentar hablar con el lo cual a ojos de la muchacha era lo lógico para que no matara a Chaman, pero seguía habiendo cosas que no le cuadraban. Miss Cross, había explicado que El ilusionista debería ser un viejo en esos momentos y la persona que tenían delante mucho distaba de ello. Aunque aquello fuera una ilusión... ¿De verdad era un motivo el hacerse pasar por alguien mas joven?¿Era necesario?

Fue entonces cuando se le ocurrió la idea. ¿Y si aquel que tenían delante no era el ilusionista si no alguien que había tomado sus poderes? ¿Habría alguien con el poder de tomar los poderes de otros? El comentarios sobre tener los poderes de la rubia, quien Nerea suponía que se refería a Maria, y el haberse tele trasportado con el mismo sonido que hacia Javier encajaron como piezas de un rompecabezas.

Si aquel tipo era capaz de quitarles el poder a la gente, aunque les quitara los poderes a todos los presentas y luego intentara salvar el mundo, simplemente estarían en la misma tesitura, salvo que sería otra persona la que llevaría a su fin al universo.

Por otro lado había algo que no acababa de comprender. Si de verdad tenía el poder de Maria, fácilmente podría haber hecho que le hicieran caso y dijeran todo lo que quería saber, por no mencionar que habría extraído ese dato ya de chaman... A no ser que eso le sofocara en demasía. No tenía claro si la palidez que veía en aquel joven era ocasionada por la iluminación de aquel lugar o realmente eran síntomas de fatiga, pero el grupo no andaba mucho mejor de energías.

Que el "malo final" fuese mucho más poderoso que el resto de los anteriores era algo más típico de los videojuegos, o de las películas, que de la cruda realidad. Efectivamente, tal y como había pensado, el rostro pálido del Ilusionista se debía al desgaste que llevaba acumulando desde que todos aquello habían llegado allí. Acción tras acción, el maligno metahumano se había agotando poco a poco hasta llegar ante ellos exhaustos. Y ese pequeño resquicio fue lo que Eugenia necesitó para golpearle con el pedrusco que había tras él.

El cuchillo que poseía el Ilusionista calló al suelo, después soltó a Chamán y por último se desplomó sobre el suelo como un saco de patatas. 

Acabar con él había sido muy sencillo, quizá demasiado. Aunque lo cierto es que llevaban allí metidos toda la tarde y parte de la noche. Chamán se incorporó con toda la camisa manchada de sangre por culpa de la raja de su cuello y tocó el cuello del Ilusionista.

Creo que lo has matado. Dijo cuando trató de curar la herida que tenía en el cuello el Ilusionista. Eugenia había matado a aquel metahumano, ¡aquello era una desgracia! pero la realidad era cruda y él se había llevado a cuatro personas por delante, más todas las que no habían visto.

Pero he de deciros que él no era el Ilusionista. O al menos no era el Ilusionista que conocimos Helen y yo. Lo dio la vuelta para mirar su rostro, quería ver si su apariencia había cambiado o si simplemente había sido una ilusión más. Pero no, aquel tipo no cambió y su cara era la misma que habían visto. Aquello no tenía ningún sentido, a no ser, que tal y como Nerea había pensado, aquel fuese otro metahumano distinto al que Chamán y Miss Kross conocían.

En aquel momento a Eugenia no le importaba en absoluto si aquel tipo era el puto ilusionista que habían visto anteriormente el negro de las imposiciones de manos o las Super Nenas. Lo que quería era saber si ya podían salir de allí. Si podía limpiar o quemar aquella ropa, sudada a más no poder y manchada con sangre (puede que incluso restos de su cerebro). Si Antonio estaba en casa para abrazarlo hasta el amanecer del día siguiente tras pedirle que no le preguntase nada... ¿Qué carajo...? ¿QUÉ CARAJO HABÍA PASADO ALLÍ?

- Os diría que siento habérmelo cargado... - Era la primera vez que mataba a alguien, eso es cierto, peor estaba aburrida de vivir con cadáveres. -... Pero creo que estaría mintiendo. Chamán, ¿Podrías darle un masaje de los tuyos a este tío? Ha salvado dos vidas a costa de poner la suya en peligro... Y si no te pasas de tarifa, puede que me llegue lo que llevo en cima para un cuarto de hora de sesión, llevo los hombros jodidamente cargados desde hace casi un mes...-

Había seguido las indicaciones de Ulises pero no tenía gran control sobre su poder así que aparentemente se le había ido la mano.

- Lo siento, en tal caso, si creéis que este tipo es un actor o una mierda así que esté ocupando el lugar de ese ilusionista al que habíais visto. Pero... Si no veníais a enfrentaros a él per se, supongo que, si podemos salir, no tendréis nada más que hacer aquí... Pero... ¿Qué coño es eso de que falta una semana para el mundo se vaya a la mierda?