Partida Rol por web

Una tras otra, rechazaba todas sus estocadas con mis manos desnudas. Si bien debía reconocerle que era bueno, sin su capacidad para predecir mis movimientos ya no estaba a mi altura, y ahora no quedaba más que beneficiarme de mi superioridad defensiva y de la cercanía en la que se había puesto a mi. Desde luego, el escenario en el que había elegido iba en su contra, y no dudaba en hacerle pagar por ese error.

Desviando la última estocada hacia el suelo, vi una apertura, y la aproveché para encadenar sobre el una serie de tres puñetazos.

- ¡DORARARA!

Tras aquello, volví a dar unos pasos atrás para evitar que pudiera apuntar su estoque contra mi espalda.

No has perdido realmente el bus, según parece ha pasado hace ya unos quince minutos, y tardará otros quince en que venga el siguiente.
Se te hace eterno el camino desde la puerta de la mansión hasta las rejas de la entrada al predio. El cielo empieza a ponerse rojo con el atardecer, y el único sonido que se oye mientras caminas es el agua que corre en la fuente. Ya no quedan casi alumnos pululando, se han ido la mayoría y están en los dormitorios o yendo a sus casas. Tampoco está la moto de Yuri ni la de Keira, ni la de esta otra chica Kamigawa.
Entonces llegas a la parada, donde hay un muchacho sentado en el banco, comiendo de una bolsa de patatas fritas, recostado en el respaldo y estirando los pies. Lo reconoces inmediatamente que lo miras.
Y cuando establecen contacto visual, estira la mano con la bolsa para ofrecerte, sin decir nada.

—Ya hablaste con Lyon? —Pregunta rompiendo el silencio.

Este sujeto de cabellos erizados se mueve al mismo ritmo que tú, cuando rechazas su estoque aparentemente queda indefenso, sin embargo no es fácil darle un golpe, es rápido y probablemente estén en igualdad de condiciones.
—Es inútil, solo una matriz puede vence..nh —Hablar rompe su concentración, y el tercer puñetazo da de lleno en su cara, empujándolo un par de pasos hacia atrás.
—Ah... gah... —se lleva la mano a la nariz, entre gemidos de dolor. Le está sangrando. —No! momento! tiempo.. tiempo fuera! Nng...
Interpone sus manos para intentar detener el combate y retrocede otro poco, con los ojos llorosos y quejándose del dolor. —Para! Me has roto la nariz! —Eso es cierto, le has quebrado el puente y ahora está un poco torcida, se nota claramente. —MALDICIÓON! Está rotaaaa!
Realmente está siendo sincero, quiere detener el combate, hasta se han sonrojado sus mejillas ligeramente. —Pensé que esto iba a ser más fácil! Vamos, Floyd, regresa rápido, te dije que no quería pelear con una mademoiselle! —Grita elevando la mirada al techo.

Mi ceño se frunce ligeramente al encontrarme allí a Cross. Parecía que el día no iba a acabar nunca… Antes de que pudiera decir nada Cross alzo la bolsa de patatas que estaba comiendo ofreciéndome a lo que yo, acostumbrada a rechazar las cosas  por educación agito mi mano cerca de mi con un gesto negativo mientras respondo.- No…- Iba a añadir un gracias, refiriéndome a la propuesta de la comida, pero justo había preguntado instantes antes que si había hablado con Lyon.- Es decir si…, no.- Mi rostro pone una mueca mientras no se que hacer y me pongo ligeramente nerviosa.

Paro de hablar durante un momento y tomo un respiro antes de contestar una vez mas.- No quiero patatas, si hable con Lyon.- Digo finalmente para explicarme mientras algo hastiada asomo un poco la cabeza esperando ver aproximarse el bus. No había suerte, aun no llegaba.

-Entonces, después de intentar matar a Remiel ahora también tienes visiones de mi madre e incluso la confundes con Elicia?.- En mi tono de voz se puede notar cierto resquemor.-  Mira si piensas que…- Paro lo que iba a decir y bajo mi mano que se había alzado hacia el.

Y nueva mente intento calmarme dejándome caer en los asientos de la parada. Durante unos momentos pienso en que la espera del bus en silencio va a ser lo mas incomodo del dia hasta que una vocecilla rescata la situación.- ¿No vives en la academia?.- Remiel, sacando la cabeza de mi bolso mira a Cross como si días antes no hubiera estado a punto de morir por su culpa. 

Cross sonríe cuando respondes a la pregunta, pero no dice nada. Mira un rato a Remiel y come otra papa, luego echa la cabeza hacia atrás, con la mirada en el techo de la parada de autobús.

—No tengo visiones de nadie, gracias al cielo, porque si no no sé cómo lo soportaría.
Se queda mirando otra vez a Remiel. Luego te mira a ti, en silencio.

—Vivo en la academia, sí.
Come otra papa. Y te mira de nuevo. —Segura que no quieres? Son sin sal. Dicen que no saben a nada, pero no todo está en el sabor, es divertido comer algo crujiente.
—A veces algunos paquetes traen premio. —Dice mirando el interior del plástico que contiene sus papas fritas. —Pero este no.
Una vez más te mira, y sonríe. Sonríe, se quita los lentes y le lleva la mano a la cara, negando con la cabeza. Es una sonrisa algo triste, o tal vez no. No se sabe bien.
Se hace una pausa larga. Te mira otra vez, e intenta preguntar algo, pero lo hace con miedo —Có... cómo están ellos? —ve la quemadura en tu cara y manos, y a Remiel. Se nota un leve quiebre en su voz que intenta ocultar a toda costa. —Natsuki e Iwao, quiero decir. —Es como si acabara de preguntar algo que no quiere realmente saber la respuesta.
Se concentra para borrar toda expresión en su rostro, intentando permanecer impasible, pero aprieta los labios y su mirada pasa sucesivamente entre Remiel y tú.

Durante un momento dudo, la primera impresión que había tenido de Cross es que era una persona apática, pero por como se había entrecortado su voz al preguntar me había dado una impresión totalmente diferente. Inconscientemente, mientras pienso si responder directamente a su pregunta o no, subo mi mano para con el flequillo cubrirme parte del rostro.

Por otra parte, su pregunta no solo había suscitado en mi la duda de que responder, si no unos recuerdos de no hacia mucho, menos de un año. Las tumbas de mis padres arropadas por un ramo de flores el mismo día de mi cumpleaños.

Si bien cuando ocurrió el suceso fui ingresada en el hospital sin poder asistir cuando los enterraron, me había prometido que todos los años iría a depositar flores el día de mi cumpleaños, el mismo día que había tenido la culpa de su muerte. Me preguntaba si ese año, pese a la distancia, podría hacerlo también.

Di un pequeño suspiro.- Por como lo has preguntado tengo la sensación de que ya lo sabes y, si no lo supieses te lo contaría mas tarde Lyon. Murieron hace tiempo.- Mi frase acaba por sentenciar todo. En cierta manera, por alguna razón, me siento hasta culpable de decirle que están muertos. Esto es quizá lo mas irritante, se supone que son mis padres, por muchos dibujos que hiciera de mi madre debía afectarme mas a mi que a el hablar de este tema… Posiblemente me seguía afectando a mi mas, algunas heridas nunca curan y a día de hoy aun seguía sintiendo cierta culpabilidad.

Remiel seguía con la cabeza sacada de la mochila mirándome a mi y a Cross alternativamente, cuando termine de hablar ella tomo el turno de palabra.- ¿Pero si vives en la academia para que vas a tomar el bus?.- Mire a remiel durante un momento, en cierta parte tenia razón. ¿Si vivía en la academia para que estaba allí? Mi cabeza se debatía entre dos opciones, la de que había sido una coincidencia y Cross iba a ir a comprar algo y tenia que tomar el bus, o que aquello era premeditado y Cross no estaba en la parada esperando al bus, si no a mi.

Contuve una carcajada, aunque se me escapó una pequeña risilla ante la mención de Floyd.

- Lo siento, pero a menos que seas capaz de resucitar a los muertos, ese frikazo no va a venir a ayudarte. Ahora mismo tu mejor opción sería rendirte. No te dejaría escapar, por supuesto, al fin y al cabo sabes donde vivo, sin embargo... - dije haciendo un breve silencio para captar su atención -. Si te portas bien, saldrás vivo de esta y puede que hasta consigas un premio.

Aún mantenía la guardia alta, preparada para contraatacar cualquier intento de rebeldía. Aunque no lo hubiera matado yo, preferí hacer parecer que así había sido, pues esto ayudaría a que entendiera mejor la amenaza.

- ¿Qué me dices?

Y el muchacho demora de nuevo en responder. Se queda mirando el cielo y suspirando, comiendo las últimas papas del paquete, hasta dejar solo las pulverizadas del fondo que ya no tiene mucho sentido comer. Cierra los ojos un rato, pensando, y no dice más nada.
Arruga el papel y lo echa a la basura.

—El dibujo que viste en aquella pared... —se levanta; puedes ver las luces del siguiente bus que está a unas cuantas cuadras de distancia por la carretera —...esa mujer, se trata de mi hermana, Natsuki Kurosu.

Le hace señas al vehículo que se aproxima. —Y voy a tomar el bus, porque tengo ganas de visitar a mi sobrina para charlar con ella.
Cuando el ómnibus se detiene frente a la parada y abre la puerta se sube, pero inmediatamente baja de nuevo para ver el número y el destino sobre el parabrisas.
—43 a Hausser. Es este, no?
Sí, sí lo es, es el que has estado toda la semana tomando para volver a casa por no querer viajar en la vespa de tu primo. Va hasta Hausser, pero se detiene en varios de los pueblitos circundantes, incluyendo Dresden.

—Có... mo dices...?
Poitiers aleja las manos de su rostro, con la boca entreabierta y los ojos de par en par.
—No...
Las lágrimas producidas por tu puñetazo, ahora recorren ambas mejillas suyas. —Floyd está...?
Apoya las manos en el piso. Murmura algo, pero tiene la voz quebrada y está a punto de llorar de verdad, así que no se le entiende. —No... Floyd, ya te decía yo que este plan era demasiado temerario...
Golpea el suelo maldiciendo varias veces, —ha sido culpa mía, todo por no ser capaz de decirle que no! —y todavía con los ojos humedecidos se yergue nuevamente, mirándote muy serio y decidido.
—Estábamos buscando poder para vengarnos, pero siempre supe que esta no sería la manera adecuada de conseguirlo, y ahora... ahora...
Cierra los ojos e inclina la cabeza.
—Lo siento, no puedo aceptar otro premio que no sea el de mi venganza, y no me rendiré hasta llevarla a cabo. Primero mi hermanita en manos de la inquisición, y ahora mi maestro Floyd. Mi maestro que me enseñó a usar mi matriz... No... de hecho ni siquiera hubiera aprendido jamás lo que eran si no hubiera sido por él. ...Y ahora... ahora no está.

Sus puños se oprimen con fuerza hasta el punto en que suena como a cuero siendo estrujado. Aprieta los dientes. Ya es incapaz de seguir hablando, pero mantiene su postura firme, y te señala con el dedo. —No quiero saber nada más que una cosa. Has sido tú?

Me quedo mirando aun sentada a Cross cuando dice que mi madre es su hermana. Vaya, creo que aquella declaración se llevaba el premio a el comentario extraño del dia.- A no ser que mis abuelos hubieran decidido tener otro hijo a una edad extremadamente tardia, eso no podria ser cierto.- Digo en voz alta, mas reflexionando para mi que para explciarselo a el.- Ademas, sabría la existencia de un hermano perdido por parte de mi madre.

Asenti levemwente para confirmar a Cross que el autobús era el que quería tomar pero antes de que empezara a subir Remiel dio una risotada en mi hombro.- Mira, ahora si podrias saludarle diciendo: ¡¿Que pasa tio?!  Y todo sin incumplir formalismos ya que tecnicmaente lo seria.- Remiel sigue riéndose en mi hombro mientras yo intento terminar de encontrarle la gracia a aquello.

Voy a llamarle la atención ya que las personas del bus podrían verla cuando me doy cuenta que mientras se reia se ha ido atenuando hasta volverse invisible para el resto. Con casi meditada paciencia subo los escalones del bus y me siento en los primeros asientos. Queria tranquilidad para pensar y el que Cross hubiera subido antes que yo me evitaba que decidiese sentarse a mi lado.

Me sente y mire por la ventana, demasiadas cosas que asimilar.Cualquier otro dia ya estaría leyendo mi libro, pero aquel dia tenia la cabeza demasiado cargada de pensamientos, sabia que no iba a poder concentrarme.

- No te hace falta esperar por el bus Octavio.- Le comento con toda tranquilidad cuando, al pasar por el lado de las motos, me paro al lado de la que me dejó el señor Bishop- No es mucho pero mi casero me ha dejado esta motocicleta para poder desplazarme por la ciudad sin tener que esperar por los autobuses... y bueno, para no dormirme en ellos.- Estalla una leve risa vergonzosa recordando la situación cuando había cogido el autobús y había llegado hasta el auditorio. Me monto en la moto, y le hago ademán de que se monte.- Puedes subir tranquilo, voy a ir con calma. No me gusta la velocidad en estos bichos.- Era mentira, me encanta... pero todavía no dominaba la moto lo suficiente como para ir a gran velocidad y menos todavía si llevo un pasajero conmigo

Mi mirada estaba plagada de desconfianza. Tenía bastante claro que me estaba mintiendo, usaba la misma estrategia que yo al principio del combate para hacerme bajar la guardia. Pero sabía quien lo enviaba, y desde luego no tenía la más mínima intención de dejarme capturar.

- No esperarás que me crea nada de lo que has dicho, ¿verdad? - dije aun con la guardia alta -. Ya deberíais saber que no soy tonta, no pienso bajar la guardia por una simple historia lacrimógena. Tienes una oportunidad de salir vivo de esta, ¿la tomas o la dejas?

—Quizás. O quizás no. —Te responde Cross mientras saca de su bolsillo un par de monedas de cobre para pagar el viaje. —Tengo amnesia, Hanako. Y si me dices que nunca te habló de mí, mi teoría de que ella también la hubiera tenido se me viene haciendo cada vez más probable.
Suspira y cierra los ojos.
Cuando los abre va a continuar hablando, pero nota que tú los has cerrado nada más sentarte en un sitio vacío, así que arruga los labios mirando alrededor y va y se sienta unos cuantos lugares más atrás.

Poco antes de dormirte se te viene a la mente algo que dijo Mélima el otro día.

"—No sabía que Shizuka tenía un hermano."

Refiriéndose a la mamá de Yuri e Iwao, tu papá.
Pero se supone que con la amnesia eres tú quien olvida a los demás, no al revés. Raro, cuando menos.

...

_{—Es una niña fuerte, va a sobrevivir, no se preocupen.}
Oyes una voz familiar. Abres los ojos y ves un paisaje oscuro con figuras borrosas.
_{—Pero... y qué hay de ti?}
Oyes otra voz, más familiar, y se te estruja la garganta.
_{—Alguien tiene que quedarse a evitar que esos bichos se escapen!! Váyanse mi**da!!!}
Las oyes como si tuvieras los oídos tapados por almohadas, o algo parecido.

Y ahora estalla una luz blanquiazul, un grito, y...

—Hola... —Al despertar del extraño sueño tienes a Cross delante tuyo saludándote con la mano, y el chofer del bus junto a él, con los brazos cruzados y algo molesto.

—Hemos llegado a destino, piensan bajarse algún día?

—No lo sé, vengo con ella. —Le responde el muchacho con la misma emoción que le da el dependiente de la tienda cuando te dice el precio total de lo que llevas.

Miras por la ventana, y esto no es Dresden ni por asomo. Están en una urbe bastante transitada por vehículos y peatones, y el vehículo se encuentra estacionado frente a un edificio monumental, un rascacielos construido casi enteramente en metal blanco y con varios ventanales de cristal que reflejan la luz del atardecer. Es el Palacio de la Música, lo que te hace deducir que ahora mismo han llegado a Hausser. El reloj de tu celular indica que son casi las siete de la tarde.

Resulta que la casa de Octavio se encuentra en los suburbios de Hausser, un barrio residencial al sur de la ciudad. Allí encuentras varios hogares de estilo familiero, con jardín delantero y setos y todas esas cosas.

Por allá el muchacho te indica una en particular, que es un poquito más grande que el resto. Llegan entonces al número 9 de la calle Mileto.
Aunque es algo grande, sigue pareciendo una residencia humilde, de un solo piso, color blanco crema y puertas dobles con porche, un pequeño patio con un abeto a cada lado del caminito hasta la puerta.
Al lado de la misma casa hay un cartel que indica que ahí se encuentra la escuela de esgrima "Manos Justas" del maestro Townshend.

—Hermana! He vuelto! —Exclama el chico, tiene un pequeño ápice de felicidad, tal vez por haber ya regresado a casa después de un largo día, pero se nota que sigue afligido por dentro. —_{...? qué raro, ha dejado abierto. Tal vez esté limpiando la entrada.}
De todas formas nadie responde a su saludo.
—Hola? Ya llegué!

Parece no haber nadie.
—Pasa por favor, no te quedes esperando en la puerta. —Octavio te permite pasar y cierra tras de ti.

Entonces Octavio se vuelve completamente pálido nada más entrar. Y cae de rodillas al suelo. —_No...

Delante de él, en la mesita de madera de la entrada, hay una nota clavada con un puñal, que arranca de allí y se pone a leer.
—No, por favor, esto no... _{sabía que sucedería tarde o temprano...}
Te mira por encima del hombro, con lágrimas abundantes. —Creo que ya no es necesario que estés aquí. La han secuestrado.

Poitiers se lleva la mano a la cara, bufando. —Ni siquiera conozco, pero estoy descubriendo lo tonta que realmente eres al desafiarme de esa manera. Por qué tienes que elegir el camino difícil? Te estoy diciendo la verdad.
Pero ahora ese no es mi problema.
El problema es que no has respondido a mi pregunta, así que mucho me temo que tendré que sacarte esa respuesta por la fuerza.
—Teniendo sobre mis hombros el peso de la venganza, no puede intimidarme una simple muchacha como tú.

Él también se pone en pose de combate, el estoque flotando a un metro del suelo y apuntando directo a ti.

—En garde!

Más o menos por la descripción de su familia me esperaba un tipo de vivienda como esta... No demasiados lujos pero viviendo como una familia normal en un barrio de lo más común. Estoy mirando un poco por la zona mientras Octavio busca por su hermana. Algo sospechoso hay en el ambiente... ella no contesta y ha dejado todo abierto. No creo que sea algo normal en alguien que está entrenado para el combate... estar preparado para cualquier cosa, incluyendo el cerrar las puertas, es uno de los primeros principios que se enseñan a los luchadores en general y las sospechas se hacen reales cuando veo una nota clavada en la pared y Octavio la lee. "Secuestrar a una mujer indefensa por esto... no hay perdón para ello" Pienso mientras sujeto con fuerza el mango de mi espada, enfadado. "Hoy va a ser el día que te use para tu verdadero fin..."

- Tienes razón... no es necesario que esté.- comento mientras me acerco a él con pose firme y seria, perdiendo  la sonrisa de mi rostro.- Llévame a donde la tienen.- Apoyo mi mano libre sobre su hombro.- Hoy se terminará todo. Te lo juro por mi espada.- Termino, con tono decidido.

Mis ojos se abrieron y respire con fuerza como si me faltara aire. Mi rostro se sorprendío al ver a Cross delante de mi agitando la mano y mucho mas al ver al conductor y donde estaba. Mi rostro se fijo primero en Cross un momento indignada y luego paso al conductor pidiendo disculpas.- Perdón, perdón.- Dije mientras me levantaba e inclinaba la cabeza.

Me dirigí hacia la puerta de salida, pero antes de colocar un pie en la calle me gire hacia el conductor.- Perdone, ¿Sabe cuando sale el siguiente bus hacia Dresden?.- Una vez me respondió finalmente baje del bus y me quede mirando a los alrededores. No había dado dos pasos cuando me un leve dolor de cabeza hizo que llevara mi mano a la sien. Había soñado algo, ¿Había sido solo un sueño?

Me gire hacia Cross, no es que ahora le tuviera mas aprecio, si no que todas aquellas hipótesis que habían estado rondando mi cabeza antes de quedarme dormida habían despertado cierta curiosidad en mi. Como si aquello fuera una novela de misterio, por alguna razón quería saber que demonios ocurría.- Cross, ¿Antes has dicho Natsuki Kurosu verdad?.- Recordaba perfectamente que cuando Cross se presento a mi el primer día, no quiso decir su apellido. Si realmente creía en que era hermano de mi madre su apellido era también Kurosu.

- Te he ofrecido la oportunidad de sobrevivir y la has rechazado. No quiero que supliques luego.

Me puse en guardia, preparada para devolverle cualquier ataque que intentara lanzarme, y lo miré con una sonrisa burlona.

- Aunque como parece que te mueres de ganas de saberlo, al rarito lo mató la Inquisición. Ya deberíais saber que nunca es buena idea usar vuestros poderes en lugares públicos.

—...E? —Octavio te mira desconcertado. No sabe qué cara poner. —Pero... No tengo ni pizca del dinero que me piden.
Sin embargo, la expresión de tu cara lo dice todo.
—No estarás pensando en... —ahora se pone de pie y se quita los lentes para limpiarse los ojos —Estarás mal de la cabeza si de verdad crees que podrás traerla por la fuerza, son criminales peligrosos.
Duda por un momento. Se lleva la mano al pecho para respirar con calma y luego trata de conseguir algo de valor de alguna parte.
—No, no puedo seguir así, esto es una vergüenza para mí. Sabía que eventualmente pasaría, y me he estado preparando, no debo ser cobarde. —Aún así está temblando, pero con el puño firme cerrado y decidido.

Ojea la nota nuevamente para buscar el sitio. —Es... conozco a este sujeto, siempre anda en negocios turbios y es el dueño del club clandestino "Paraíso de las Piernas", tú sabes, esa clase de clubes... nocturnos... y a mi hermana se la llevaron... y.... —se agarra la cabeza, desesperado —rápido! Hay que ir! —corre hasta la moto y se pone el casco. —Prefiero morir antes de que le hagan vaya yo a saber qué! Eso sobre MI CADÁVER! —Está tenso. Debe de querer mucho a su hermana.

Es en Hausser, en un barrio no muy amigable, el cual de noche puede resultar un tanto peligroso para los transeúntes poco precavidos.
El viaje en la moto no toma ni diez minutos, pues ya estaban medio cerca de la ciudad, y con las indicaciones de octavio, encuentras el barrio. Ten cuidado dónde aparcas la moto, puede no estar para cuando regreses.

—Es allí a la vuelta. —Se asoman por una esquina y ven el letrero de neón de la entrada con el nombre del local, varias motocicletas de aspecto violento estacionadas allí y un par de matones que deben pesar unos tres Octavios cada uno, fumando y charlando entre ellos, aburridos.

—A ver... el próximo 43 de regreso es... en media hora, aproximadamente. Puedes revisar los horarios en el letrero de la parada, muchachita.

—Eso es bastante tiempo —Cross mira alrededor —necesitaré muchas patatas. Habrá algún comercio abierto? No es tan tarde, supongo.

Cuando pronuncias el apellido de tu mamá luego de haber dicho "Cross" te das cuenta de una cosa, que hasta entonces no habías notado. Debe ser por estar acostumbrada a oír el yamato, al acento, o la manera de pronunciar las palabras, que antes no te habías dado cuenta, pero Cross sí te dijo su apellido. De hecho, fue lo único que te dijo.
La palabra "Cross" se escribe "Kurosu" en tu idioma natal, tu tío te dijo ese nombre cuando te presentó. Y entonces entiendes. Y si es que te lo dijo así a secas, porque no recuerda su nombre de pila? Todo lo que debe recordar es el apellido de tu mamá, y por lo tanto el suyo.

Tu tío seguía buscando con la mirada algún sitio que pudiera proporcionarle los bocadillos que busca, y te devuelve la mirada cuando le preguntas —Eh? Sí, antes lo dije. Varias veces, pero no sé cuántas.
—Ah, allá —se acomoda la bufanda echándola por encima del hombro y comienza a andar hacia una tienda.