Partida Rol por web

Ifi queda realmente sorprendida por tu regalo, y no sabe cómo responder. Toma la espada en sus manos y se queda mirándola maravillada. —Ay Yuri... De verdad no era necesario.
—Has forjado una espada usando plata. Es increíble.

—Madre de Dios! —Octavio se lleva una mano a los lentes, y los acomoda usando el índice y el pulgar —Eso no es cualquier regalo! Debe rondar por los setecientos oros! De dónde has sacado...? Quiero decir... cómo demonios...?
—Y... y dice que todavía tiene que mejorar el chico... —murmura con uan mueca y el gesto torcido, todavía no se lo puede creer.
El joven y la profesora se quedan anonadados con semejante artefacto y casi olvidan la verdadera razón por la que estaban todos allí.

—Es verdad! El entrenamiento! —ya trae puesto el uniforme de educación física, un jersey y pantalones deportivos. Se quita las zapatillas para entrar al tatami.
—Bueno, la verdad... ...no, nada. Intentaré dar mi mejor esfuerzo. —Ves que la forma en que sostiene el shinai no es del todo correcta, sino más bien parece como si lo tratara como una espada tradicional, y hay ciertas diferencias entre ambas armas que no está teniendo en cuenta.

Me agrada que el obsequio para Ifi-sensei sea tanto de su agrado como del de Octavio. La verdad es que la espada me había salido bastante bien para el poco tiempo que había invertido en ella, pero soy muy consciente de que tengo mucho que mejorar... es algo innato en mi, algo que estoy deseoso de conseguir incluso más que ser un gran espadachín y seguir los pasos de mi padre y abuelo, por lo que me sonrojo un poco al escuchar las palabras

Pero el momento en el que empieza el combate puedo ver como Octavio tiene ciertas costumbres... Parece que tiene conocimientos sobre esgrima y no viene completamente de cero, pero no parece que su estilo sea precisamente el de utilizar katanas o shinais, sino que se ajusta más al uso de una espada convencional de otras tierras... Soy consciente de que el uso de una katana no es lo más común en estas tierras. Instintivamente me pongo en posición de ataque y activo mi técnica, susurrando como siempre "Ishikawa no Ryu"... Mis ojos se tornan en un color algo más claro, señal del uso de mi ki para potenciar mis reflejos y me lanzo directamente al ataque, pero no con la intención de golpearlo, sino yendo directamente a su arma para golpearla y desarmarlo para, a continuación, poner mi espada sobre su cuello, aunque en su forma de madera y sin la más mínima intención de hacerle daño alguno

- Octavio... Claramente sabes utilizar un arma, pero no estás acostumbrado al Shinai...- Le comento con tranquilidad mientras me aparto de él y espero a que coja de nuevo su arma.- No prefieres cambiar aun arma que sea más cómoda para ti?- Miro para Ifi-sensei un momento y continúo hablando.- Entiendo que este es un club de kendo, pero el arte de la esgrima sería un desperdicio si no utiliza algo con lo que esté familiarizado y luche con su propio estilo.- Termino, esperando una respuesta por parte de ambos. La verdad es que me extraña... por qué querría entrar en este club si sabe utilizar una espada pero no del estilo que utilizamos aquí? No sería mejor continuar con lo que conoce?

La reacción de la subdirectora frente al acoso sexual me sorprendió ligeramente, pero decidí pasar por alto que no le importara que sus alumnos fueran unos delincuentes, ya que eso me beneficiaba.

- Si saben que soy tuan dalyr, veo más probable que lo que quieran es venderme - dije con fingiendo una ligera preocupación -, como un animal o como una esclava, quien sabe cuanto puede estar dispuesto a pagar alguien por eso.

Cuando ya estaba a punto de irme, Lyla empezó a dejar salir sus pensamientos por su boca, cortando el tema al poco en cuanto se dio cuenta. Cuando por fin terminó conmigo, me levanté.

- No se preocupe, procuraré que lo entiendan.

Finalmente, salí del despacho y decidí dar unas vueltas por todo el lugar, para empezar a familiarizarme con el y su personal, y de paso ver si podía descubrir como la Casa del Sol Naciente había sabido que había decidido hacer de Fuuten mi refugio.

Abandonas el despacho de la subdirectora, que te observa salir con el ceño fruncido.
Tu paseo por los pasillos es tranquilo, dado que es la hora de la salida ya no hay casi alumnos, pues los que aún no se han ido a casa están en los salones de los clubes por sus actividades extracurriculares. Podría decirse que tienes la mansión para ti sola, salvo por el caso de algunos profesores que te cruzas de tanto en tanto.

—Hm? Qué haces por aquí? —el señor Kamigawa está saliendo de la enfermería portando un petate al hombro, y cierra la puerta con llave —Si no tienes actividades deberías regresar a casa. No te diré nada, pero va contra las normas estar vagando por ahí fuera del horario, para eso tienen los dormitorios.
—Por supuesto, son normas tontas que nadie cumple.
Se encoge de hombros y se marcha en sentido opuesto al que caminas.

El piso de arriba de la mansión está dividido en el ala este y oeste, y ambas contienen unos cuantos salones de clase que de momento están sin gente.
Al llegar al vestíbulo, en el centro de esa medialuna, te encuentras en la balconada con una escalera que conduce a la planta baja, que puedes ver bien desde ahí, es donde está la puerta de la salida. Opuestas a esta escalera hay unas puertas dobles que llevan a un pasillo ancho donde está la puerta que lleva al despacho del director, y más adelante están las salas de profesores y la cafetería, que ahora está cerrando.
Cuando viste el cartel en una puerta que dice "biblioteca" recordaste que ibas a buscar material sobre lillium.

La biblioteca es una inmensa sala de forma circular, con el techo increíblemente alto. El suelo es de mármol, y se distingue una rosa de los vientos muy rimbombante dibujada, con el norte señalando, pues, el norte.
Toda la pared está cubierta de estanterías llenas, y así como es de grande, está de ordenada, con etiquetas indicando diferentes secciones de categorías que podrían buscarse. Antes de darte cuenta ya encontraste la que decía "religión" y allí mismo hay mucho material del que buscas, desde lo sencillo hasta enciclopedias muy extensas que entran en detalle de manera muy académica.

Rodeando la pared hay una escalera en espiral que lleva hasta una balconada, y a medida que elevas la vista ves que hay otras tantas más hacia arriba unidas por la escalera. Allí hay sofás y mesas con sillas.
Al caminar tus pasos hacen eco. Parece que estás sola aquí.

Me despedí del señor Kamigawa con una ceja arqueada. Si esa era la actitud del profesorado frente a la ruptura de normas, no era de extrañar que Lyla estuviera al borde de un ataque de nervios. Sería complicado evitar que la institución colapsara si sus pilares no están dispuestos a soportar su peso.

A medida que me familiarizaba con la distribución del edificio, vi diferentes espacios ocupados por gente, los cuales debían tratarse de varios clubes. Finalmente llegué a la biblioteca, y allí recordé que necesitaba ser más consciente de mi supuesta cultura si quería mantener la historia que me había montado hasta el momento. A saber que harían conmigo en Fuuten si se enteraban de todo lo que había hecho antes de entrar.

Una vez allí, y sin ver a nadie más por el lugar fui a investigar hasta llegar a la sección Lillium. Mirando los títulos ninguno me llamaba más la atención que otro, y cuando intenté hacer una búsqueda en internet con el móvil, resultó que no tenía cobertura.

- Tsk.

Suspiré en gesto de decepción. No parecía que hubiera ningún tipo de seguridad que me impidiera simplemente llevarme un libro sin más, pero sin saber cual elegir no merecía mucho la pena llevarse uno al azar. Además, podría ser que los libros sí los tuvieran vigilados, pues una biblioteca como aquella debía valer más que la mayoría de los alumnos.

Con poco más que hacer, me fui a unos baños a cambiarme de nuevo, pues el uniforme no era lo mejor para ir en moto, y emprendí la vuelta a casa.

Ey, Sita, ya hicimos una pequeña fiesta y no hubo nada de eso.- Le digo sofriendo. En  ese momento la puerta se abre para mi sorpresa.

Miro como se desarrolla la situación y como parece que me ocultan algo pero, el tapar la boca a Nerine cuando va a hablar me resulta tan poco decoroso que no puedo aguantar un suspiro decepcionado.

-Creo que me voy a casa, hoy a sido un día bastante movidito y me duele la cabeza un poco.- Suelo mientras arrastro la silla hacia detrás. Si bien era cierto que no me encontraba bien antes de ir allí aquello podía haber sido la gota que colmaba el vaso. Me daba igual si querían ocultarme algo pero que al menos no fueran tan descaradas... y menos con un tema como el que había comentado a Elicia hacia tan poco.- Nos vemos mañana

Cogí a Remiel que se había quedado en la mesa dormida encima de un cojín y me dispuse a salir de la sala. Quizá algo de lectura en casa me hiciera olvidar algo de lo de hoy. También quería comparar la foto que había tomado con el móvil con la del álbum de fotos que tenia guardado

—Eh? —Al principio no entiende a lo que te refieres, pero no le da mucho trabajo captarlo —Bueno, sí, tal vez.

—Maestra Ifi, creo que me irá mejor si uso espadas... eee... tradiconales. —Se rasca la cabeza. Notaste que reaccionó sorprendido cuando activaste tu técnica, y ahora como si estuviera pensando si realmente podrá con el aprendizaje.

Ifi también nota eso, pero por ahora no dice nada. Sonriente le alcanza una espada de madera con diseño y forma similar a las que portan los guardias de la calle.

Para la segunda ronda está bastante más distraído e inseguro que en la anterior, y apenas te ve venir. Claramente lo superas en todos los aspectos sin esforzarte mucho, pero pueda que se deba a su estado de empanamiento.

—Bien, suficiente.
Ifi junta las manos y se acerca a ustedes. Los mira a ambos a los ojos, primero a ti, que te asiente sonriendo, y luego a Octavio.
—Octavio, pasa algo?

—Eh? Por qué pregunta? Estoy bien, podemos continuar?

—Estás sosteniendo la espada por la punta —le dice risueña la maestra. Octavio se sonroja y enseguida la agarra de la empuñadura.
—Si te sientes mal puedes retirarte, Yuri es capaz de continuar por su cuenta.

—No... esto...
Evita el contacto visual con ustedes, su mirada cae al piso y no sale de ahí mientras conversan.
—Solo estoy un poco preocupado. Solo precupado, nada más.

—Hm? Si ese es el caso, entonces deberías hablarlo con alguien. Si no lo haces es porque puede que se trate de una tontería que solo te distrae de lo importante.

—No! No es una tontería... —Eleva inesperadamente la voz, esto toma por sorpresa a Ifi, que te mira a ti por un segundo y luego vuelve a él de nuevo.

—Será mejor que te expliques entonces, porque estás entorpeciendo el entrenamiento de tu compañero  —el tono de Ifi se pone más severo, pero sin perder su dulzura.

—...
Octavio sigue mirando fijamente el piso, con los labios apretados y los ojos entornados, como si estuviera a punto de llorar.

—Pasa algo?

—Por favor... tienen que ayudarme —le empiezan a salir las lagrimas —no voy a poder solo. Por favor.
Los mira a ustedes fijamente con los ojos humedecidos.

Husmeando entre los libros que puedan hablar sobre lillium, todos te parecen iguales. Justo donde podría haber estado lo que buscas, o al menos algo que pudiera resultar servible, ves un hueco vacío. Ese podría haber sido el libro que buscabas, o tal vez no, pero lo cierto es que alguien lo ha pedido prestado. De los cientos de miles de libros que pueblan esta biblioteca, justo este... qué tanta mala suerte puede llegar a tener una persona?

Te cambias y guardas tu nuevo uniforme en un bolso. A la salida, tu moto está en el bicicletero tal cual donde la dejaste en la mañana.
El casco obstruye buena parte del sonido del vehículo, y aparte de eso el silencio de la carretera es absoluto, buena oportunidad para relajarse un rato disfrutando del viaje.

A casa llegas enseguida, no hay casi tráfico por el camino y a estas horas el pueblo está bastante tranquilo y con muy pocos peatones. Ves que las luces del apartamento de tus vecinos están apagadas, es probable que Yuri y Hanako aún no hayan llegado.
Los que sí se encienden son los focos de la plaza, que al irse ocultando el sol van aumentando su intensidad.

Aparcas la moto y subes. No te cruzas ni con Bishop ni con Mélima, probablemente cada uno esté en lo suyo ahora, el bar de la anciana, si no ha abierto ya, debería hacerlo pronto.

Cuando llegas al apartamento enciendes la luz y dejas tus cosas. Para una sola persona el espacio es agradable y no se siente para nada escaso, el ambiente es bonito y fresco, entra una suave brisa nocturna desde la ventana. Que está abierta.
Ahora que te fijas mejor, no solo eso, sino que hay demasiadas cosas sobre la mesada que no recuerdas haber puesto ahí, latas de cerveza, un cartón de leche, huevos. Alguien ha vaciado tu heladera y ha dejado las cosas por ahí.
Y de la misma heladera, su puerta entreabierta emana un aura amenazante.

—Hmhm —alguien ríe entre dientes —Zoe Jasper, si estás aquí ahora, eso significa que Floyd ha fracasado. Pero no importa.

De la heladera sale un pie. Un pantalón jean blanco.
—Porque quien que te derrote, seré yo... —La persona que sale de ahí habla con un notable acento gabrielense.

Y sale, mirándote fijamente, inclinándose levemente hacia delante y flexionando las rodillas. Además de sus jeans, trae puesta una musculosa muy ajustada de látex, y mitones del mismo material. Sus pelos completamente de punta, cada uno de sus largos cabellos rubios apuntando al techo, aretes de plata con forma de corazón, y unos penetrantes ojos de color azul eléctrico que te observan.

...Jean Pierre Poitiers!

—Ah... hm bueno, nos vemos mañana.

El pasillo y el camino hasta la puerta de la entrada están vacíos a esta hora, ya todos los alumnos se han ido a sus casas o a los dormitorios, y luego del horario de clases andar poor la mansión está prohibido, con la sola excepción de los clubes extracurriculares.

No te cruzas con nadie en todo e ltrayecto, hasta que finalmente en el vestíbulo ves a Lyon bajando la escalera.

Cuando te ve camina a tu encuentro.
—Lo siento, sé que deberás querer llegar a casa, ya es bastante tarde, pero —no está tan risueño como siempre, su expresión es seria, con bastante preocupación encima —podrías acompañarme un minuto?
—Perdona, pero debo ponerme muy insistente. Por favor.
No ves a Cross en ninguna parte, Lyon está allí solo contigo.