Había empezado a atardecer mientras recorrías la carretera de los Montes Galénicos hacia el sur. El viaje desde Calysta había sido tranquilo y sin incidentes, salvo por la vez que tuviste que detenerte a recargar combustible en la estación que queda en el cruce de caminos que va para Eustace al norte, y allí también aprovechaste para tener una cena algo temprana.
Por el camino te cruzas con varios puestos de vigía, con uno cada más o menos cincuenta kilómetros, ya que por esta zona abundan los bandidos y pandillas de motoqueros. A cada lado de la ruta te aburres de ver el mismo paisaje rocoso y escarpado, con algunos pinos esparcidos por ahí, y de vez en cuando se distingue a lo lejos alguna manada de leones descansando, como bultitos todos amontonados.
Habías enviado un correo electrónico a Fuuten solicitando el ingreso, y ellos te respondieron citándote con el director el día domingo, y hoy es domingo y está por ser lunes. No especificaron ninguna hora, así que con aparecerte antes de que den las doce campanadas debería estar bien.

Mientras vas pensando en cosas, ya luego de haber abandonado los montes y pasado por la periferia de Hausser, oyes ruidos de varios motores en la lejanía a tu espalda, y que poco a poco se van volviendo más intensos. Al rato empiezan a pasar a tu lado varios motociclistas, con vehículos que no tienen nada que envidiarle al tuyo, la mayoría de ellos, y todos vestidos con chaquetas de cuero, lentes de sol, jeans, botas de comando, por allá uno porta un peinado afro muy vistoso, y hay otro con un mohawk color lila, o al menos eso parecía, tal vez.  A la cabeza van el afro y en otra moto una persona que por su complexión más menuda parecería tratarse de una mujer, de cabello largo azabache sujeto flojamente por un lazo de color blanco, gafas de sol y un casco con el dibujo de la cara de un oso en la parte de atrás, que debe tratarse de la mascota de un cereal o una caricatura para niños pequeños.
Calculas que la banda de anormales van al doble de tu velocidad y te adelantan en nada, para perderse en la distancia.

También tuviste la suerte de encontrar un sitio bonito y barato donde vivir, un piso en el centro de Dresden, que es el pueblo más cercano a la mansión Fuuten. Allí el superintendente súper amable te ofreció un apartamento por cuarenta oros mensuales, contando los gastos comunes y las facturas, que no se trataba de mucho. El nombre de ese señor es Bishop, y te pidió que quedaras con él para hacer el papeleo y que te diera las llaves, y de paso darte una mano con la mudanza.

A medida que vas llegando a Dresden comienzas a ver cada vez más casas y más juntas, hasta que llegas a la plaza que te indicó Bishop, con el edificio justo en frente, casi pegado a un bar y en la esquina opuesta un comercio que abre las veinticuatro horas.

Y abandonas Dresden por ahora, para tomar el camino de asfalto que conduce hasta el Bosque de Zulan, pero que antes de llegar allí está la mansión Fuuten.

Al llegar te encuentras con una reja cerrada de metal pintada de negro, y un timbre eléctrico ubicado en el muro de ladrillo. Te cercioras una vez más de estar en el lugar correcto y llamas. No tardan en responder, una voz de mujer te habla por el comunicador y al decirle quién eres te deja pasar, se oye un ruido metálico y la reja comienza a abrirse.

El patio delantero es amplio y precioso, con una gran fuente en el centro, que está formada por un par de enormes estatuas de dragones, uno esculpido en mármol alabastro y el otro en obsidiana. Hay asientos de madera con mesitas con sombrillas y canteros con flores, ubicados de manera ordenada en torno al lugar. Ahora mismo está todo vacío, solamente hay una persona más adelante, saliendo a recibirte.

Es una mujer trajeada con una falda hasta las rodillas, medias negras y zapatos de taco. Lleva el cabello lavanda recogido en un moño y se levanta el puente de los anteojos antes de empezar a hablar mientras baja las escaleras de la entrada a la mansión.

–No te dimos hora para la cita, pero llegar casi a la noche ya no te está dando puntos a favor. –En lugar de saludar ya te está criticando tu horario, te habla con un tono seco que denota que la única razón por la que emplea su tiempo en hablarte es porque es parte de su trabajo. Y te mira de arriba a abajo, la ropa que traes y la prolijidad con la que vienes, y tuerce el gesto. –Soy Lyla Diotrephes, la subdirectora. Por favor sígueme. –Sin esperar respuesta da media vuelta y regresa por donde vino, atravesando el umbral de las enormes puertas dobles de roble.

El vestíbulo de la mansión es bastante impresionante, una gran sala decorada con pinturas y esculturas de aspecto imponente, al menos la primera vez que las ves, luego ya te empiezas a acostumbrar y ya no llaman tanto la atención. Reconoces un busto de Sophia Ilmora junto a una de las ventanas, que son enormes y altas, con cortinas rojas acabadas en decorados hechos en oro, o algo parecido. El techo es muy alto y de ahí cuelga un bonito candelabro que se enciende cuando pasas con Lyla. Hay una balconada alrededor de la parte superior de la pared, que corresponde al piso de arriba, se puede acceder allí por un par de escaleras, situadas a la izquierda y a la derecha de la sala.
Sigues a Lyla por una de ellas, y te conduce a un pasillo, pasando varias puertas hasta llegar a la última, y la abre dejándote pasar a ti primero.

La sala es una oficina, la oficina del director, lo dice en la puerta. La decoración es sencilla, con un escritorio en el centro lleno de papeles y cosas que van sobre un escritorio, un par de sofás y una mesita de te. En uno de los sofás está sentado un señor mayor de edad, parcialmente calvo y de cejas pobladas, que te mira con el ceño fruncido nada más apareces delante de él. Y en su rostro aparece una sonrisa jovial al instante y te saluda con la mano. –Por favor dime que Lyla no te trató mal. Sabes, es un poco estirada pero no es mala persona.

Se estira un poco en el sofá para tomar del escritorio unas hojas de papel y las empieza a mirar. –Veaaamos... Keira Sullivan, no? –Sigue ojeando. –Visité una vez Alberia, pero fue por poco tiempo. El vino es muy bueno. Es verdad que solamente hay niebla cuando no llueve y llueve solamente cuando no hay niebla?

Y llega hasta el final, para luego soltar el papel en la mesita de te. –Bueno, esto da igual. Me gusta más oír las cosas directamente en persona. –Y te mira a los ojos. Su mirada es penetrante, pero también es cálida al igual que su sonrisa. Tiene unos ojos increíblemente grises.

–Ha dicho que no tiene intenciones de aplicarse a la beca, y sabe muy bien que aquí se entra por medio de una recomendación. –Espeta rotundamente Lyla, que sigue de pie junto al sofá donde el director está sentado.

–Despaaacio, despaaacio. –Le interrumpe él, haciéndole un gesto con la mano como para que baje un cambio. –Primero que hable ella, que a mí no me ha dicho eso. –Y regresa su mirada a ti. –Y bien?

El viaje se me había hecho largo. Dejarlo todo preparado para el traslado había sido complicado, y aun no tenía garantías de que me aceptaran en Fuuten. Por supuesto, usar la excusa de tener precio sobre mi cabeza sería poco más que una estupidez por mi parte, pero ya tenía otras excusas preparadas.

Ya estaba poniendose el Sol cuando llegué a la entrada del edificio. Esperaba que no les molestara demasiado llegar a aquellas horas, sobretodo siendo culpa suya por no concretar la hora, y al recibir respuesta desde el interfono supe que no sería algo grave. A mi recepción acudió una mujer que no parecía muy contenta conmigo, nada menos que la subdirectora. Desde luego, ya empezaba bien.

Seguí a Lyla adoptando un aspecto despreocupado. El interior de la mansión parecía estar decorado con pompa y lujo, al mismo estilo que la residencia del jefe. No me terminaba de gustar ese estilo, pero ya estaba acostumbrada a él, y criticarlo no iba a mejorar la imagen que ya tenía de mi la subdirectora, así que me limité a callar hasta llegar al despacho del director.

El director parecía bastante más relajado que la subdirectora, quizá fuera porque delegara demasiadas funciones en ella. Pero eso me vendría bien, porque Lyla no tenía muchas ganas de verme pululando por ahí y tenía la sensación de que si de ella dependiera ya me habría que no.

- Es verdad, no tengo intenciones de aplicarme a la beca. Soy lista, pero no creo que lo suficiente como para garantizarme las notas necesarias a menos que le dedique demasiado tiempo. Sin embargo, tengo entendido que la escuela vende una imagen de inclusión, y creo que una tuan dalyr beneficiaría mucho dicha imagen. Al fin y al cabo, la mayoría viven recluidos en los bosques de Alberia porque la Inquisición nos da caza pero Samael no nos ofrece protección porque nos consideran humanos. Por supuesto, pagaré las tasas.

–Imposible. –Responde Lyla casi al instante en que terminas de hablar, como si hubiera estado esperando que acabaras para decir eso sin siquiera pensárselo. –Esto es una academia, no una reserva natural.

A lo que el director le dedica una mirada severa, y ella se traga un "pero.." y calla. –Cuántos alumnos tuan dalyr tenemos? –Le pregunta, pero da la impresión de que sabe la respuesta.

–Ninguno actualmente. –Responde apartando la mirada. –El último se graduó hace años y se marchó a Eurakia, desde entonces no ha ingresado nadie más.
–Pero de todos modos, si no quiere aplicarse a la beca necesita una recomendación. –Se levanta los lentes.

–Ah, vale entonces. –El director se levanta del sofá y va hasta el escritorio. Del cajoncito saca una hoja de papel y un bolígrafo. –Recomiendo... a Keira Sullivan... para... –Se pone a escribir en el papel, luego garabatea una firma rimbombante y lo pliega.
Lyla se lleva la mano a la frente negando con la cabeza.

–Toma. –Te entrega el papelito, pero enseguida te lo quita de las manos. –Oh, y esto? –Lo abre. –Ah, es una carta de recomendación. Y qué buena caligrafía tiene, la persona que la recomienda debe estar muy segura de lo que dice, no te parece?

Lyla se masajea el entrecejo con los dedos y va hasta la puerta. –Creo que a estas alturas ya da igual lo que yo diga.  –Y te mira fijamente. –La cuota es de cien oros mensuales. Ven, te acompañaré a la salida.

De regreso al portón de entrada ves tu moto donde la dejaste. –Mañana a las ocho aquí, no llegues tarde y no olvides pasar antes por mi oficina para recoger tu uniforme y cambiarte. Cuál es tu talla?

Episodio 3

"Y se estima que para el próximo mes, se estará probando un nuevo prototipo de dirigible. Tendremos más noticias dentro de unos días, cuando de inicio la entrevista al príncipe Lucanor Giovanni sobre su proyecto y las características del nuevo diseño."

Se ve en el televisor del bar de Mélima a una bonita reportera dando las noticias del domingo por la tarde, a eso de las ocho. La señora los invitó a pasar el rato allí y charlar sobre la semana mientras empezasen a llegar los clientes.

"La nueva arzobispo Eljared, ha causado revuelo dentro de la Iglesia, los mismos cardenales tienen opiniones divididas sobre la decisión del emperador Elías."

–Semana movidita, imagino. –Comenta mientras les sirve a cada uno una taza de café con leche. Sita se encuentra barriendo mientras ustedes dos se sientan en los taburetes frente a la barra.
Junto a Yuri hay otro tipo más sentado, que se lo han cruzado alguna que otra vez en la academia y allí mismo en el bar es un cliente frecuente. Empina un vaso de vermú con bastante hielo.

–Jeje, sí, pero el esfuerzo ha dado sus frutos. –Apoya el vaso sobre la mesada, girándolo distraídamente entre sus dedos. –Me han aceptado a medio tiempo en la tiendita de ahí en frente.

–Ahá. –La veterana no muestra demasiado interés.

"Con esto el movimiento por parte de la Inquisición se ha vuelto más estricto, se han capturado durante la última semana a más de cien sospechosos de herejía, y hay varias personas desaparecidas."

–Como sigan pasando estas noticias por la tele, vas a desaparecer tú también, mujer. –Le da una pitada a su cigarro y suspira, exhalando el humo hacia un costado.

- Que está pasando con la inquisición últimamente? No parece que estén muy calmados que digamos...- Comento pensativo. Nada me quita el hecho de que tanto Hanako, Sita y yo somos seres que la inquisición podría considerar herética por nuestras habilidades. Que las cosas se estén poniendo tan duras por ahí no es que me haga la más mínima gracia.

- Pero hablando de otro tema... Al fin he terminado mis primeros trabajos artesanales en el taller.- Sonrío a todos los presentes, pero más directamente a la señora Mélima, regente del local.- No te interesará por un casual este set de cubiertos, sartenes y cazos, verdad?- Sonrío mientras le muestro uno de las cosas a las que he dedicado tanto trabajo durante esta semana. La verdad es que lo había hecho como una prueba para ver el funcionamiento de las herramientas del taller y gastar un poco del dinero de mi padre para ello, pero los utensilios me habían salido de tan alta calidad y completamente brillantes que estoy convencido de que podrían ser vendidos sin ningún tipo de problemas.- Aunque mi intención era venderlos en una tienda o en un restaurante de lujo, prefiero que seas la primera en verlo y decirme qué te parecen.- Sonrío a la dueña. ¿Qué opinaría de ellos? La verdad es que me había salido un gran trabajo y es un juevo de cocina en plata que merecería la pena. Esta será mi primera prueba para ver como podría hacer un negocio para el caso

Además, alguna idea de qué más cosas se podrían fabricar para vender con cierta facilidad? La verdad es que con el tiempo suficiente admito casi cualquier pedido.- sonrío a todos los presentes.

Mantener las apariencias era importante en un negocio como aquel, y el director parecía más consciente de ello que la subdirectora a la cual le dediqué una sonrisa pícara cuando el director se sacó la carta de recomendación de la manga. Tras aquello no le quedó más remedio que acompañarme hasta la salida, y después de darle mi talla iba a irme, pero tenía una última pregunta que hacerle.

- Disculpa, si a mitad de curso me veo capacitada, ¿puedo aplicar entonces para la beca o solo podía hacerlo para entrar?

Tras recibir respuesta me marché para volver a Dresden. Tenia que hablar con el casero para terminar con el papeleo, que me diera las llaves y hacer la "mudanza". Por el camino vi un bar que tenía buena pinta, sería un buen descanso para cuando terminara.

Aparqué frente al edificio y busqué al señor Bishop. Si no estaba por ahí, llamaría al que pareciera ser su piso. Cuanto antes acabara con todo aquello, antes podría permitirme tener un respiro.

Ante tu pregunta, la subdirectora sonríe, pero es una sonrisa rara, bastante sutil, como si le alegrara un poco oír eso pero no quiere demostrarlo delante tuyo.

–Puedes. El requisito para mantener la beca es obtener resultados mayores a los noventa puntos durante todos los períodos de examen, y un excelente desempeño en los desafíos. De no lograr eso aunque sea durante un semestre, se te retirará el privilegio.–Te responde desde la puerta con los brazos cruzados. –Le harás todas las preguntas mañana a tu tutor. Todavía no hemos hecho el papeleo, pero por ahora viene siendo seguro que te asignaremos a la clase 1-C, ya que es donde hay un puesto vacante actualmente.

Y sin decir más nada, da media vuelta y se aleja en dirección a la mansión.

Ya termina de caer la noche mientras vienes llegando de regreso a Dresden, los faroles de la placita se encienden de manera automática al irse el sol para iluminar el lugar, y también vienen luces desde algunas de las ventanas de los edificios, y de la tienda de la esquina, donde puedes ver a través de la vidriera al dependiente sentado detrás de la caja leyendo una revista. El letrero del bar junto al edificio también está iluminado, diciendo "Licores Nocturnos Mélima", y allí dentro al otro lado de la gran ventana que abarca la pared ves a algunas personas disfrutando de una charla, una anciana que sirve las bebidas, un hombre que está sentado en la barra empinándose un trago y dos personas más, un muchacho con un peculiar cabello plateado y una joven que ya no distingues claramente por ser la que está más lejos, ambos de más o menos tu edad. El televisor está encendido y distingues que están pasando el noticiero de los domingos por la noche.

La entradita del apartamento es una sala muy pequeña, con un espacio en la pared de la izquierda con varios cajones numerados que vendrían a ser los buzones, una maceta con una planta aburrida y ya delante tuyo tienes la escalera. Bishop te pidió que te pasaras por el 101, que es donde él vive, para que pudiera darte tu nueva llave y pedirle cualquier cosa que necesitaras.

–Buenas bueeenas. –Nada más golpeas a la puerta, porque no tiene timbre, y te abre un señor mayor que viste unas bermudas y una camisa a rayas. Trae en la mano un elemento extraño, que parece un recipiente hecho con una pequeña calabaza ahuecada que en su interior tiene una mezcla verde de hierbas molidas, humedecidas, y un pitillo hecho de metal para sorber. Habías leído sobre esta costumbre proveniente de una pequeña región de Manterra en el nuevo continente, pero nunca visto uno tan de cerca. Se bebe con agua muy caliente.
–Cómo ha ido el viaje? Hay menos humedad que el Alberia, no? A que sí. –Te reconoce enseguida y te permite pasar. Enseguida empiezas a sentir olor a desodorante de ambiente que te hace picar un poco la nariz.
Sin abandonar su objeto misterioso para beber se pone a buscar entre los cajones de un escritorio y saca un llavero con el número 201 y una llave unida a él. –Toda tuya.
–La primera cuota te la estaría cobrando al final de mayo, te parece bien? –Este apartamento donde vive tiene una salita de estar que está unida a una cocina. Más adelante ves una puerta cerrada que debe dar a su dormitorio y otra al cuarto de baño. Hay un montón de fotografías en los muebles que deben de ser de familiares o amigos suyos, en algunas está él bastante más joven y están ya muy desgastadas con el tiempo.

Me encojo de hombros ante los comentarios de Melima y Yuri.- Siempre han sido asi, simplemente ahora salen mas en las noticias.- Si habia estado tanto tiempo ocultando a Remiel era por algo.- Lo extraño es la existencia de la mansion. Cuando llegamos no podia creermelo... Incluso ahora me resulta extraño.- Dije medio pensativa. ¿Como podia existir ese sitio sin que se hubieran dado cuenta?

Entonces Yuri se puso a ofertar algunas cosas que habia echo en el taller que habia montado. No me interesaba realmente salvo por el punto de que si conseguia venderlos posiblemente fuera yo quien los usara. Aun no tenia claro si la propuesta de Melima iba enserio.

Miré con curiosidad la extraña bebida en manos del señor Bishop, sin llegar a saber que era más allá de ser algo típico de Manterra. Probablemente fuera originario de allí.

- Ha ido bien, es agradable poder ver el sol durante más de una semana.

Tenía gracia porque, aunque formara parte de la farsa, no era más que la pura realidad, pues Nueva Orleans tenía el cielo cubierto.

- Sin problemas. Espero disfrutar de una larga estancia por aquí. Ya nos veremos.

Tras darle el número de mi cuenta de gastos mensuales para que pueda cobrarme cada mes recogí la maleta de mi moto y me fui a mi habitación. Me extrañó que no me pidiera una fianza, pero mejor no decir nada, pues cuanto más dinero inmovilizado peor.

Dejé la maleta en la habitación, pero no quise liarme a deshacerlas porque me daba pereza después del viaje, así que simplemente salí y cerré la puerta. El bar de Licores Nocturnos Melima tenía buena pinta, y probablemente ahí conocería a otros inquilinos.

- Siempre han existido este tipo de lugar.- Contesto amablemente a mi prima, con mi particular sonrisa.- Parece ser que mi padre nos había enviado aquí precisamente para aprender en un lugar en el que no me persiguiesen... al menos mientras no destaquemos demasiado.- Pauso un poco mi conversación y nuevamente continúo.- Lo que me preocupa es precisamente que salga tanto en las noticias... No se te hace raro que últimamente la gente disimule menos? Parece que hacen las cosas en público en lugar de seguir sus legados desde las sombras, como siempre hemos hecho

–Bueno... Bishop se dedicaba a vender chucherías cuando le iba mal en el negocio. Pudes probar suerte con estatuillas o joyería hechas a pedido.

Pi Meng sigue hablando con Hanako sobre el otro tema que surge. –A mí me pasó igual.  cuando me contrataron como guardaespaldas y resultó que mi protegido sería un aliena no me lo podía creer. Quiero decir, esto, sabía que existían esta clase de criaturas, pero que vivieran entre nosotros así a escondidas... –Cuando se pone a hablar de su antiguo empleo se pone un poco nervioso y se le traban las palabras, casi como si estuviera a punto de llorar. Soluciona ese problema dándole otro trago a su vaso.

–Que los hay, los hay, pero de ahí a estar persiguiéndolos a todos para colgarlos y quemarlos... me parece un poco exagerado. Miren por ejemplo al padre de este muchacho. –Señala con la cabeza a Yuri. –Es un subnormal, pero se cuidaba siempre de no abusar de sus habilidades. Y qué clase de barril sin fondo es esta cosa?! Su estómago es un agujero negro o qué leches?!  –Apaga el cigarro en un cenicero mientras le grita a Remiel, perdiendo su semblante calmado. La sheele estaba dentro de una arrocera que hacía unos momentos estaba llena y se había encargado de vaciar su contenido, con su barriga bastante inflada.
–Pagarás tú ese kilo de arroz, Yuri. Le diré a Bishop que te lo sume al alquiler.

Mientras charlan sobre fabricar cosas y poderes sobrenaturales, se oye la campanilla de la puerta del local y allí entra una muchacha pelirroja de ojos azules que trae una chaqueta de cuero encima de un mono de color gris, lleva su cabello recogido en una coleta. Se dan cuenta de que no es un cliente recurrente porque Mélima levanta las cejas. De hecho por su expresión deducen que no ha pisado jamás el establecimiento. –Buenas noches. Nunca te he visto por aquí, estás de viaje? Como que hay muchos mejores sitios donde parar. –Además lo dice.

Allí ella puede observar a la clientela, un tipo de al menos treinta años con facetas características de un ryuan, a otro chico bastante más joven, que también lo parece, salvo por su cabello, que es de un extraño color blanco plateado, y una muchachita que nada más entra intenta ocultar con su flequillo una cicatriz que le abarca un tercio de su cara. Remiel se hace invisible al instante y se posa en el hombro de su dueña.
El establecimiento es un lugar anticuado, pero muy limpio y prolijo. Está todo en penumbra, ya que la única iluminación viene de una hilera de lamparitas que cuelgan del techo, alineadas con la barra. Opuesta a ésta hay una serie de mesas con sofás dispuestas contra la pared, y también hay un conjunto de taburetes para sentarse frente a la barra.
Las paredes están tapizadas con el mismo diseño que los asientos, y por todos lados hay cuadros colgados pintados a mano y decoraciones típicas de los locales de este estilo.

"En estos momentos estamos con un alto inquisidor, el señor Rococo Galefico, que nos hablará de este último incidente."
El noticiero continúa ahora con un informe en vivo que está ocurriendo en Hausser. La cámara enfoca a un señor de algo más de cuarenta años, alto y de complexión atlética, con el cabello canoso bien peinado hacia atrás, nariz aguileña y una mirada que recuerda a la de Yuri cuando tiene sueño. Lleva puesto un uniforme compuesto por una gabardina blanca con bordes en oro, pantalones y camisa haciendo juego y una corbata ascot también de color blanco.
"Díganos, señor Galefico, han descubierto cuál sería el objetivo de los perpetradores?"

"Estamos investigando." Es lo que responde, sin variar por un segundo la expresión de su rostro, y mirando hacia la cámara en lugar de a la reportera.

"Tenemos entendido que eran unos alienas que pertenecían a la raza de los jayán, se sabe si ya habían actuado en ocasiones anteriores o si es la primera vez?"

"Estamos investigando."

En la pantalla del televisor muestran unos cadáveres en el suelo, que son de unas personas enormes y muy fibradas, con cuernos en la cabeza y un ojo en la frente además de los otros dos que debería tener un ser humano normal. Todos ellos con una herida en la cabeza, todavía sangrando, en forma de una diminuta cruz.

–Ey, no estamos todavía en horario de protección al menor?

"Em... y, esto, cree que los atentados podrían continuar? A la gente le gustaría sentirse más tranquila..."

"Estamos investigando." Aunque su expresión continúa invariable, se puede notar en su voz que está empezando a cansarse.

"E-eso ha sido entonces el informe de la situación. Volvemos con nuestro compañero Obdulio para la sección deportiva." La pobre reportera empieza a ponerse nerviosa, así que deja de hacer preguntas. La programación se ve interrumpida ahora por comerciales tontos.

- Esa no es forma de promocionar el negocio, señora - le contesté a la que parecía la dueña del local -. Soy una inquilina del edificio de al lado, y agradecería una cerveza fría.

Eché una ojeada sobre el resto de clientes, ninguno de los cuales parecía un lugareño. Sin embargo, no pude evitar fijarme en la más tímida de ellos, con una gran cicatriz que cubre un buen trozo de su cara. Era definitivamente interesante, pero sería mejor no entrar al trapo directamente sino ganarme primero su confianza, así que me senté junto al grupo con todo el descaro.

- Buenas a todos, soy Keira. Un placer.

Parecían estar prestándole atención a las noticias, así que miré también al televisor. El entrevistado parecía completamente desganado, sin molestarse a contestar ninguna pregunta como buen Inquisidor, dejando a la entrevistadora completamente nerviosa, igual que lo estaría cualquiera frente a un Inquisidor. Las imágenes no me generaron ningún impacto, a diferencia de la dueña, y aproveché el cambio a los deportes para sacar un tema más relajado.

- ¿Visteis el ultimo partido de los Alas Doradas de Arkángel? El árbitro parecía estar ciego.

Con casi la misma presteza con la que Remiel se ha hecho invisible, intento hacer lo mismo tapándome con el flequillo mi rostro con bastante menos eficacia. A veces envidiaba a Remiel por poder desaparecer. Salude con la mano a la nueva parroquiana del lugar sin decir mucho e intente desviar mi atención prestando atención a las noticias nuevamente.

Al ver al reportero preguntando al inquisidor me pongo pálida y mis ojos se abren levemente por la impresión. ¿In..Inquisidor?. Posiblemente cualquiera que me viera pensaría que las imágenes impactantes de los muertos habían hecho mella en mi, pero realmente mi nerviosismo era por otra razón.

Quizá...- Mi voz se queda muda durante un momento, casi olvido que hay una extraña y no quiero hacer destacar nada. Iba a mencionar que quizá si conociesen la academia, pero acabo dando la información a mis compañeros de otra forma.- Ese inquisidor... le he visto esta semana en la escuela...- Dije mientras miraba a Yuri aun pálida.

¿Como era posible? Mi cabeza empezó a maquinar posibilidades, saturada levante mi mano que fue directamente hacia mi rostro y se deslizo de arriba a bajo como intentando quitarme una idea que me daba escalofríos. Aun estaba en estado de shock cuando una pregunta de la nueva muchacha que había entrado me saco de mis ideas.

¿Alas doradas? tarde un breve momento hasta que me di cuenta que estaba hablando de un equipo de algún deporte. Negó levemente con la cabeza.-No, no lo vi.- Comento con un hilo de voz. en ese momento me doy cuenta de que ha dicho que es inquilina del edificio de al lado... ¿Iba a ser nuestra vecina?.

Las imágenes sacadas en las noticias, aunque fuera algo de mal gusto que no deberían poner en estas horas, no es algo que me perturbe en lo más mínimo. Después de todo... yo mismo he estado en peores condiciones y no hace tanto tiempo, no? De todas formas seguía mosqueándome bastante el que últimamente los inquisidores estén saliendo tanto por la televisión. Antes era un trabajo del que todos teníamos conocimiento pero que realmente se hacía en las sombras para así despreocupar a la gente común... incluso intentaban que algunos llegasen a pensar que ese tipo de sucesos eran cosas de cuentos o leyendas. No es la primera persona que así lo pensaba, pero últimamente tal y como están las cosas no sería de extrañar que algunos estuviesen atemorizados de los poderes que podrían tener incluso sus propios vecinos... el pánico podría apoderarse de la gente y eso si sería un grave problema.

También escucho a la señora Mélima hablar, primero sobre mi padre, a lo cual suelto una gran risotada.- Di que si!! Mi padre está mal de la cabeza. De ahí salieron los genes de mi hermano, te lo digo yo!!- Pero después sale la parte de la conversación en la que por culpa de Remiel voy a tener que achantar con los gastos de que se haya comido un saco entero de arroz. ¿Cómo demonios se consiguió zampar todo ese en tan poco tiempo sin que no nos diéramos cuenta? Ahora parece una pelota con el estomago hinchado.- Pero por qué me chantas a mí la factura?.- Exclamo hacia Mélima con tono bobalicón.- Hanako, ahora tienes que trabajar con la publicidad para mí. Y que Remiel no coma más de lo debido, al menos no sin avisar por favor.-

En ese momento, mientras parecía estar disfrutando haciendo el tono aparece una joven pelirroja que parece ser nuestra nueva vecina, pero mi prima sigue hablando de otros temas.- Has visto al inquisidor en la academia? Pero quién demonios la ha liado tanto?.- Acto seguido una larga pausa mientras me quedo completamente quieto, todavía con la mano en alto mientras estaba exclamando y pensando quién podría haber hecho algo y vuelvo mi mano a mi cabeza, comenzando a reírme como un tonto.- Me había olvidado que nos cargamos a esa cosa rara el otro día jajajajajajajajaja. Perdón, fallo mío.- sigo riéndome un buen rato y lo mejor sería ir cambiando de tema. Estoy seguro que Hanako estaba al tanto, pero era probable que Mélima no lo supiese y Keira no tendrá la más mínima idea de lo que estamos hablando. Por ello me giro hacia Keira, sonriente, y le tiendo la mano.- El placer es mutuo Keira. Mi nombre es Yuri Ishikawa.- me giro hacia Mélima unos instantes.- Es así verdad? El nombre antes del apellido?.- Pero no espero a que esta me conteste, sino que sigo hablando con la nueva.- Eres la nueva inquilina de la 201? El señor Bishop ya nos había comentado que íbamos a tener vecinos. Llevémonos bien!!

Al escuchar a Yuri decir su nombre me doy cuenta que mis modales no han sido los mas acertados, con todas las cosas que tenia en la cabeza y la pregunta sobre el deporte se me había olvidado completamente.- Yo soy Hanako, encantada... Espero que nos llevemos bien.- Digo finalizando la frase y tapándome con el flequillo una vez mas.

A continuación lo que sale en la tele es un moreno hablando sobre las tácticas de edén usadas en el clásico de los Alas Doradas con los Leones, los dos equipos más populares en arkángel, durante el partido de hoy por la mañana.

–Tampoco es que tenga mucha competencia. –Le dice la veterana a Keira mientras le llena una jarra de cerveza y se la deja sobre la barra. –Así que tenemos otra vecina más entonces? Bishop me lo comentó ayer, sí, el cuchitril de viejos se está convirtiendo en residencia estudiantil. Seguramente ya te has enterado, pero soy Mélima.

–Pi Meng aquí, un gusto. –Saluda el hombre de la chiva y el bigote, que intenta iniciar una conversación con la recién llegada. –Vi la mitad del partido durante la hora del almuerzo. Soy hincha de los Leones, por cierto.

–Que la han liado con qué...? –Mélima ahora se dirige a Yuri tras su comentario. –Oye, te lo tomas con demasiada calma. Qué barbaridad hicieron?

La joven que se encontraba barriendo en un rincón del establecimiento y que Keira no había notado al entrar se acerca a Mélima, mirándola fijamente. –Pétalos Susurrantes comenzará en el canal 12 en dos minutos. –Es una muchachita de cuerpo pequeño, más o menos metro cincuenta, que ahora está vestida con uniforme de mucama y porta un escobillón de madera. Tiene unos ojos grandes y brillantes color ámbar, con una mirada profunda pero tierna. Adopta una postura rígida al hablarle a la dueña, y se la queda mirando fijamente incluso luego de terminar, como si esperara una respuesta.

–Aaah, cámbiale, cámbiale, que empieza la novela. –Y acto seguido la pequeña va hasta el televisor y pulsa el botón para cambiar canales hasta llegar al indicado.

Mientras tanto sientes que te vibra el teléfono en el bolsillo, tienes un mensaje.

Mientras tanto sientes que te vibra el teléfono en el bolsillo, tienes un mensaje.

- Hey, que tampoco fui yo quien la lió tanto!!- Protesto a Melina cuando preguntan con qué la liamos.-  Un nephipi... nephi... nephipipappa... Un alien muy raro llamado Brezer apareció en la academia picado porque alguien había batido su record en el tetris.- Le comento para especificarle un poco lo que había pasado, con completa despreocupación.- Así que suma... un agente de Rauko con un bazooka y ganas de destruir cosas... mi hermano picándolo porque era muy feo y Remiel en modo psicópata. Yo era el más normal de todos!- Pauso la conversación, pensando bien lo que acababa de decir, y continúo.- Y admitámoslo. Eso no dice mucho de la situación.- Comienzo a reírme como un tonto otra vez, todavía faltándome el aire de lo dicho antes. Pero en ese momento me suena el teléfono y veo que tengo un mensaje de la academia.- Hey viejo.- Dirigiéndome esta vez a Pi Meng.- Sabes algo de un tal....- Vuelvo a mirar el móvil.- Victor Grosse de la 3-A? Parece que el sábado 6 lo tengo como oponente de desafío. Y quién demonio hace desafíos los sábados? Tengo trabajo, saben?.- Gritándole al móvil, como si quienes me hubiesen mandado el mensaje me esuchasen.