Partida Rol por web

Bishop cuelga el teléfono y se dirige a ti otra vez —Con quienes pasarás la noche hoy. Son buena gente, no te preocupes.

Se oyen ruidos de motocicletas desde la calle y el viejo mira por la ventana. —Y qué rápido llegan! Andarían ya por aquí cerca?

Momentos después llaman a la puerta, y al ver que está abierta y oyen las voces de ustedes entran así sin más.

—Buenas noches.

Quienes entran son dos personas, el primero en pasar es un moreno con barba de varios días, corpulento, con un peinado afro enorme y gafas de sol, a pesar de que no haya a estas horas. La segunda en pasar es una chica que lleva un uniforme de Fuuten muy descuidado y todavía trae el casco de motocicleta puesto, que cuando se voltea a cerrar la puerta ves en su nuca el dibujo de la caricatura de un oso muy adorable.
Esta persona cuando te ve da un pequeño respingo y se lleva la mano al codo.

—Quizás ya se conozcan, estos amigos son los jefes de los Einherjar, Shimpri Reddo —presenta al afro

—Reddo está bien. Es un gusto. —Tiene voz profunda y rasposa, como si en cualquier momento pudiera ponerse a cantar blues.

Y cuando Bishop va a presentar a la muchacha, esta se había ya quitado el casco.

—Y Momo... qué pasa? ya se conocen?

—La he visto, pero no sé su nombre. —Responde la joven con quien compartiste el incidente en la cafetería. Su voz es tranquila y suave, permanece calma e impasible.

—Bueno, ella es la señorita Sullivan, a quien ya han atacado el día de hoy y necesita ayuda para esconderse.

—Muy bien, puede dejarnos el resto a nosotros, abuelo, pero primero necesitamos saber la opinión de la joven.
—La escoltaremos hasta la casa de Lord Rondinelli, y allí vivirá con él hasta que se solucione el asunto. Está usted de acuerdo con nuestra propuesta? Se encargará el abuelo del transporte de sus pertenencias.

Su nombre es Robert O. C. Rondinelli.
Es alguien poco conocido. Habrás oído su nombre alguna vez por medio de Kansas, ya que es un antiguo maestro de artes marciales retirado. Vive en su villa, solo, y se dedica ahora a enseñarle lo que sabe a los pocos alumnos que tiene.

Desde luego no podía negar que fueran rápidos, casi como si estuvieran esperando al otro lado de la puerta porque ya los habían llamado al oír el grito...

No pude evitar sonreír al reconocer al Momo, pues uno de los de mi escolta tenía fama de solo poder ser herida por el atropello de un camión, y la saludé amigablemente.

- Llamadme Keira, y no tengo inconveniente. Con un poco de suerte igual hasta aprendo algo.

Tras esas palabras, fui a recoger el caso de la moto, preparada para irme en cualquier momento. Todo lo importante estaba en la moto, así que no tenía excesivo problema en que se encargaran de las cosas del piso.

Los ojos de remiel se iluminaron al ver como el primer mechero explotaba y las llamas aparecían de él.- Ah esto es otra cosa.-Murmuro para ella misma mientras movía su pequeña mano haciendo que las llamas voladoras tomaran la dirección que deseaba. Como si fuera un truco de magia las llamas se desplazaban en el aire.- Espero que no le tengáis miedo al fuego.- Dijo sonriendo mientras lanzaba otro mechero el cual era atrapado por las llamas voladoras haciendo que estas no perdieran potencia.

Sin ningún reparo la llama movida por los deseos de la pequeña se dirigió directa hacia los matones que usaban sus mazas para golpearme. Aprovechando esa oportunidad corro hacia Remiel la cual sigue con una mirada enfada y ciertamente chulesca mientras prepara ya otro mechero para lanzar.

—Aaah!

El fuego quema, obviamente, a los guardaespaldas, que retroceden cubriéndose la cara con los brazos para protegerse. Remiel los continúa acosando con sus llamas, que les empiezan a producir quemaduras de primer grado en sus caras y manos.

Concentrada en apoyar a Remiel has perdido el hilo de la conversación entre Cross y este tal Gustavo, pero ahora ya parece que han dejado de hablar y se están batiendo en un duelo de capa y espada. Literalmente, ya que el enemigo utiliza sus vestiduras para combatir.
Lo malo es que por ahora el duelo se inclina a favor de Gustavo, que pone a tu tío en desventaja con su buen equilibrio de ataque y defensa.

En medio del desastre, un expendedor de gomas de mascar estalla, haciendo que su contenido se esparza y ruede por el suelo. Esto hace patinar cómicamente a los tres guardaespaldas restantes, que caen al suelo soltando sus armas.

Me sentí algo desorientada cuando vi como los tipos empezaban a resbalarse y caían al suelo, pero no dude mucho, en cuanto vi que Cross estaba bastante igualado en el combate y los tipos a los que me enflataban estaban en el suelo, pensé una estrategia rápida.

Si conseguía mantenerlos en el suelo quizá Remiel podría ayudar a Cross. L a pregunta es como los podría mantener allí, quizá hacerles resbalar… No, aquello no funcionaria una segunda vez y era mas probable que acabara cayendo yo. ¿Si era rápida podria atarles? No, no seria capaz de hacerlo y… Entonces lo recordé, en un libro de aventuras habia una situación en la que se enfrentaban a varios y los atrapaban tirándoles una gran red encima. ¿Podría hacer yo algo así? ¿Tenia un hechizo para crear cosas, funcionaria?

Remiel, ayuda a Cross, yo me encargo de estos.- Dije mientras empezaba a mover las manos y a recitar. Una red, tenía que tirarles una red encima. Quizá si les atrapaba y el otro se veía en inferioridad acabaran huyendo y podríamos olvidarnos de aquello.

Remiel respondió concisa una afirmación y empezó a dirigir las llamas volantes hacia el otro tipo mientras de la nada aparecía una red que caía sobre los tipos que había caídos en el suelo. Aquello como mínimo los entretendría un rato… o eso esperaba.

La situación mientras caminamos por la zona no es para nada favorable. Motoristas por todos lados descansando en la barra pero claramente atentos en caso de que pueda suceder algo, pero cuando empiezo a ver las habitaciones privadas a que hay en los laterales del pasillo mi corazón comienza a calmarse. Parece que podría crear un verdadero estropicio y las salas estarían preparadas para que no se escuchara fuera. Eso me da una leve idea de lo que puede ocurrir en estos lugares, pero al menos puede seguir con mis ideas

Al llegar a la sala destinada me quedo mirando al tío que está sentado en el trono, solo acompañado por una sirvienta, pero es un tío realmente enorme, y aquí los jefes no suelen ser precisamente de los que son débiles sino que pueden plantarle cara a sus súbditos. Si no, tampoco tendría el valor de meterse con una escuela de kendo, aunque esta fuese bastante buena... ¿Cómo debo actuar? Puedo hacer que la chica se vaya antes de pagar enseñando alguno de los paquetes que tengo como ejemplos de mis trabajos y diciendo que no se lo daré hasta que ellos estén a salvo, atacar por sorpresas cuando vea a la chica y esperar que tanto Octavio como la hermana se encarguen de que la sirvienta no pida ayuda...

- No vendríamos aquí si no tuviésemos lo necesario para irnos con la chica. Qué te esperas?- Le contesto con total seriedad ante su pregunta, aunque nos había dejado completamente solo.- De todas formas no creerás que, con la cantidad de gente que hay de los tuyos fuera y el camino que tenemos que seguir, te entregue el dinero antes de que ellos estén a salvo, no?- Por favor, que funcione. De ser así al menos podría hacer algo de barullo sin poner más en peligro a Octavio o Eileen, que parece que así se llama la chica.- Necesito ciertas seguridades antes de hacer ningún trato ni nada.

—Muy bien Keira, acompáñenos por favor.
Se despiden de Bishop y salen por la puerta, bajan las escaleras y cada uno se dirige a su vehículo, las motos están aparcadas prolijamente junto a la entrada.
No notas que lleven armas de ninguna clase, o las tienen bien escondidas, o deben conocer otras maneras de defenderse. Por lo que sabes de Rondonelli, puede que sepan artes marciales.

—La villa Rondonelli queda de camino hacia la academia, no tendrá problemas en asistir a clases desde allá, de hecho, es más cerca.
Momohime permanece en silencio mientras baja con ustedes y se coloca el casco, se acomoda los lentes antes de bajarse el visor y ya dejas de poder verle la cara.
—Momo irá detrás de usted y yo delante. Con mi matriz Fair Ground podremos detectar si alguien nos sigue.

Entonces Reddo explica que su matriz permite determinar la existencia de personas en cincuenta metros a la redonda, pero que solo puede usarla cada cierto período de tiempo debido a que extenúa demasiado su mente. —Conmigo cerca no deberá temer a las emboscadas de sus enemigos, señorita Keira.

...

El viaje comienza y continúa sin contratiempos. Abandonan el pueblo y los edificios van desapareciendo hasta solo verse campo y ruta. Es una noche fresca y sin nubes, pueden verse las estrellas y la luna en cuarto menguante claramente. A un costado de la carretera abundan los árboles y arbustos, y al otro es completamente llano y cubierto de hierba alta.

—Alto! —Pasados unos veinte minutos de viaje Reddo se detiene —Esto no es bueno.
Reddo se baja de la moto y apoya una mano en el suelo. —Fair Ground! —Y se concentra al máximo.
—Detecto personas. Puede que solo sean viajeros como nosotros, pero están a menos de media cuadra y no veo ningún vehículo. No deberían tener razón para esconderse.

—Oh, y eso? Tienes una nueva amiguita? O es una alumna más a quien llenarle la cabecita de mentiras? —Gustavo rompe en una carcajada, mientras utiliza su capa para reflejar muy hábilmente las estocadas de Cross.

—Calla, la cabeza de esta chica ya está demasiado mareada como para tener encima que lidiar con tus disparates.

Pero el contínuo ataque de Cross parece inútil, la defensa de este tipo es demasiado perfecta. Remiel se acerca a la acción entonces y busca alguna abertura en la guardia, pero no la encuentra.

—Y esta cosita? Ahora tienes una mascota también? o es la niña tu mascota? Aaay, me haces reír.

Sin embargo el combate vuelve a estar igualado, los ataques de Cross están a la altura de la defensa del tipo y poco más puede hacer aparte de aprovechar el ínfimo espacio de tiempo entre tajo y tajo para contraatacar, causándole un rasguño en el brazo y rasgando su uniforme. Con la capa. Que es de tela.
Cross retrocede un poco y se agarra la herida con el brazo izquierdo, la otra mano todavía sujeta firmemente el arma.

¡Ah!.- No pude reprimir un pequeño gritillo cuando vi como  la capa del hombre ascendía propinando un tajo sobre el brazo de Cross. No sabía de que estaban hablando, pero obviando las palabras de los chicos me daba igual, aunque no fuera Cross intentaría defender a alguien que conozco... Aunque no tenía muy claro que podía hacer.

Le estaba golpeando con una capa... de tela, eso no era normal. Bueno, lanzar bolas de fuego tampoco era común, pero al menos lo nuestro tenia lógica, el fuego quema de toda la vida la tela... como mucho abriga.

Mi cabeza empezó apresuradamente a pensar, no quería que Remiel se trasformara, estábamos en mitad de la ciudad, llamaría mucho la atención y la inquisición ya estaba investigando por las cercanías, no podía arriesgarme. El solo pensar en el muchacho que había aparecido esa mañana en clase y como habían acabado con él hacía que no quisiera pensar que podrían hacerme. No, tenía que pensar en algo. Si la capa era su arma lo mas lógico era hacer que Remiel la quemara, pero viendo como se movía y con la cantidad de fuego que estaba manejando Remiel no sería algo rápido.

Tenía que facilitar que ardiera y... ¿Podría hacer que se convirtiera en un montón de finas hebras de tela que quemaran rápidamente? Además si lo conseguía y el fuego no ardía, el tipo no podría pelear con eso. Solo tenía que darle a aquella capa, había aprendido el hechizo hacia poco, esperaba que saliera bien. Primero tenia que concentrarme, no era un hechizo tan facil como el de la red.

El jefote sonríe y chasquea los dedos. Inmediatamente un par de malandras trae encadenada a la chica.

Se empiezan a oír los gritos de una voz femenina que viene desde una habitación, y posteriormente aparecen delante de ustedes.
—Suéltenme idiotas! Ni de coña le mostraré las piernas al raro ese! Déjenme ir!
Chilla y patalea, incluso le muerde el dedo a uno que trataba de sujetarla por los hombros

—Quiero ver esos oros, y que estén todos, o volverá a la habitación.

Octavio traga y oprime los puños, te afirma en voz baja que sí es su hermana la que está ahí, y que muere de ganas de actuar, pero sigue con miedo.

Gustavo se cubre el cuerpo con la capa, que actúa como un escudo frente al fuego que le lanza Remiel. —Como me arruines la ropa te las vas a ver conmigo, pequeña, y créeme que no lo vas a disfrutar.
Parece un poquitín molesto ahora, pero sigue sonriendo como si no le importara. De todas formas esa distracción le pasó cuenta cuando apenas puede evadir otra estocada de Cross.

Cross se oprime el brazo donde tiene la herida y se mira la mano, manchada un tanto con su propia sangre. Chasquea la lengua y busca algún trozo de algo que pueda haber cerca para poder detener el sangrado. Como no encuentra, maldice profiriendo una palabrota que no voy a escribir y usa su propia bufanda, que al instante queda sucia.

- Un buen nivel de seguridad por lo que veo - dije sonriendo con confianza a Reddo.

No pude evitar pensar que en la Casa del Sol Naciente les gustaría alguien como él. El carril de pensamientos a lo que llevaba ello no me gustó nada, y me centré en la búsqueda de armas. No veía a ninguno de los dos armado, aunque de Momohime casi lo esperaba al haber visto ya de que era capaz con sus manos desnudas. Sin embargo, si Reddo también iba desarmado significaría que el también era un artista marcial, teniendo en cuenta la fama de lord Rondonelli. Eso podía ser preocupante, ya que entonces la única forma de rango era la pistola que Bishop me había dado. Por suerte, la movilidad de las motos podía suplir en parte esa necesidad.

Iba dándole vueltas a todo el asunto de la seguridad cuando de repente Reddo se detuvo. No podía tratarse de una emboscada tan pronto. No al menos sin que uno de los dos o Bishop colaborara con la Casa del Sol Naciente, algo que tampoco podía descartar. Sin embargo, intenté asegurarme primero.

No me gustaba lo que iba a hacer porque tan solo reforzaba el estereotipo de los Tuan como meros animales, pero cualquier herramienta o habilidad que me permitiera sobrevivir merecía la pena. Me quité el casco y empecé a olisquear el aire, en la dirección que Reddo había comunicado. Olores conocidos podían ser una señal de peligro, y por tanto motivo para darse prisa.

El olor a humedad en el ambiente te distrae de los demás aromas que te rodean, y puedes advertir que es posible que llueva pronto.
Reddo huele a cuero y tabaco, y sientes un dejo de inscienso que te hace picar la nariz y casi estornudar. Su cabello desprende el olor de la traspiración. Por otra parte, el cabello de Momo emana una fragancia a melocotón de una reconocida marca cara de shampoo, que opaca todos los demás olores que puedas percibir de ella, tan solo notas un leve dejo de alcohol etílico en sus manos.

Más en la distancia hay un aroma fuerte a barbacoa, a tierra mojada y una extraña mezcla entre pino y naranjas. No eres capaz de distinguir exactamente la procedencia de esos olores particulares, pero no deben encontrarse muy lejos.

—Es probable que se estén escondiendo en el bosque de este lado de la carretera, así que podríamos tomar un desvío por la pradera, esto es, si su motocicleta está preparada para este tipo de terreno adverso, señorita Keira —comenta Shimpri Reddo acomodándose sus gafas de sol y volviendo a arrancar su moto. Momo permanece en silencio.

La situación no está exactamente a mi gusto, pero tampoco es la peor en la que podría encontrarme. Una habitación cerrada e insonorizada con una posible salida por el techo y dos enemigos. Uno un simple matón que está sujetando a la chica y después está el jefe, que no me da buenas vibraciones... probablemente sea más fuerte de lo que piense, pero la situación apremia y no podemos salir de aquí sin armar un buen barullo, ya que lógicamente no llevo suficiente oro encima para pagarle.

- Ven aquí y deja que Octavio compruebe que estás en buenas condiciones y no te han hecho nada raro...- Comento amablemente a Eileen con una sonrisa para que se aparte de ese hombre. No debería haber ningún problema al respecto ya que esto es algo básico en este tipo de negociaciones. Una vez Eileen se reune con su hermano saco la espada de mi espalda en su forma de madera, haciendo el gesto como si fuese a coger el teórico dinero que le tenemos que entregar, activo mi técnica principal y arranco como un rayo hacia el matón que la tenía agarrada hace un momento, posicionándome enfrente a la puerta para que nadie pueda pasar a través de ella y pedir ayuda.- Octavio, cuida de tu hermana.- Le sonrío.- Y tu... Cómo te atreves a negociar un precio por el bienestar de una joven?- Mi tono de voz se torna serio cuando me dirijo al jefe de estos mafiosos.- Haz cualquier movimiento mínimamente sospechoso y haré que te arrepientas el resto de tu miserable vida

Trague un poquito de saliva al escuchar las palabras de aquel hombre, si supiera lo que estaba pensando en hacer seguramente fuera directamente a por mi. No, no debía pensar en ello. acababa de dañar a Cross, tenía que desarmarlo y después debíamos salir de allí. En primer lugar ni si quiera sabia porque estábamos peleando.

Mis manos se movieron haciendo un gesto antes de terminar de recitar el hechizo. Ojala aquello funcionara.- ¡Remiel, ahora!.- Grite en cuanto acababa de lanzar el hechizo, si este surtía era probable que se convirtiera en un ovillo de hebras o algo parecido, esperaba que ardiera fácilmente.

- Huele a barbacoa, pero no siento el olor de nadie por culpa de la humedad. Aún así, desviarnos puede ponernos en su radar, y si están aquí sin vehículos es que no los necesitarían para irse, y por tanto para acorralarnos. Mejor seguir por carretera para poder conseguir la máxima velocidad de fuga en caso de ser necesario. Solo mantenernos en el lado opuesto de la carretera al suyo. Además, les costará reconocerme con el casco.

Tras esas últimas palabras me volví a poner dicho casco y esperé a que los otros dos se pusieran en marcha. El olor a incienso de Reddo me hacía sospechar de que la casa de Lord Rondinelli estaría llena de este.

- Por cierto, lloverá pronto.

—Bien, ahora dambgbrhgrl... —el guardia que tenía a la chica, nada más la suelta recibe un golpazo en la garganta con la espada que lo deja seco en el piso, y probablemente con el cuello roto.

Octavio da un gritillo, ya que es la primera vez que ve morir a alguien tan delante suyo, y pese a ya volverse a reunir con su hermana, no deja de estar tembloroso y cargado de susto.

—Sabía que era una trampa desde el principio, —ríe el jefe —pero lo dejé pasar porque hacía tiempo que no tenía una pelea bonita. Tengo que moverme de vez en cuando, saben?
Entonces se levanta de su silla y ahí pueden ver al completo su descomunal altura de tres metros. La sirvienta que le acompaña sale corriendo acobardada hasta una esquina de la habitación.

Puf! Con un destello la capa de este sujeto se deshilacha y convierte en un enredo de hilos delgados de lana que cubren su cuerpo. No solo le has dejado sin arma, sino que ahora su movimiento se dificulta.
—Pero qué clase de magia es esta?!

—Je, ahora tiene un poco más de sentido que lo preguntes —comenta Cross con una sonrisa, y cruza los brazos, deshaciendo su estoque en el aire —felicidades, Hanako, le contaré esto a Lyla para que te suba algo la nota. Pero por otro lado, has hecho magia fuera de la mansión, cosa que está prohibida por motivos obvios. Qué director idiota este, que olvida decirle algo tan importante a sus alumnos y en lugar de eso mete discursos sin sentido...

—Esto no se quedará así! —Chilla Gustavo enfadado, ahora realmente lo está y no parece estar fingiendo.

—Oh, claro que no. —La sonrisa maliciosa de Remiel, que no se ha borrado desde que agarró los encendedores-granada, ahora está más notoria que antes.

—NO!

Gustavo grita desesperado al recibir las llamaradas de la pequeña, y a duras penas consigue amainar el fuego con las manos. Trastabilla un rato mientras corre hacia la salida de la tienda.

—Que no escape! —Cross ahora corre tras él, pero el enemigo es demasiado rápido y ya ha salido a la calle.