Partida Rol por web

La mente del lobo se agitaba en un sinfín de emociones y era transportada por una profunda reminiscencia hacia la búsqueda de refugio en un pasado que para el Theurge era prácticamente desconocido, pero que, pese a ello, desde su Despertar, no había dejado de inquirirlo con creciente intensidad.

Vigía-del-Alma disfrutaba de las oníricas caricias de su madre en los confines del parque zoológico en el que se crió cuando, de repente, aquel entorno conocido, y por lo tanto seguro, cambió radicalmente por otro que, pese a no haberlo visto jamás, al lobo le era familiar. Vegetación abundante, aguas cristalinas, trinos, rugidos… La vida golpeaba fuerte en cada palmo de aquel nuevo lugar. Salvaje y peligroso, pero también próspero y, extrañamente, acogedor.

“Bienvenido, "Vigía-del-alma". Soy Yaroyai, guerrero de los Uktena y antepasado tuyo. Dime ¿por qué traes contigo el olor de la desesperación y los gemidos de tristeza?...”

El lobo gris mejicano levantó la mirada y se encontró con los penetrantes ojos de un lupino de su misma especie con unas marcas doradas en el rostro. No lo había visto en la vida, pero sin saber el motivo lo reconoció al instante como de su misma sangre.

“¿Antepasado mío? Salvo a mi madre y hermanas, jamás conocí a nadie de mi familia. ¿Tú sabes de dónde procedo? ¿Tú sabes quién soy?”

Al hacer referencia a su  familia, Vigía-del-Alma cayó en la cuenta de que su madre y sus hermanas ya no estaban a su lado. Como el zoológico, ellas también se habían esfumado y habían dejado paso al vergel salvaje en el que en aquellos momentos se encontraba. El lobo, nostálgico, dejó escapar un velado gemido.

Yaroyai ladea la cabeza, un gesto lupus para mostrar confusión - Sé que estamos vinculados por nuestra sangre. Por eso podemos comunicarnos. Tus otras preguntas no tienen sentido. Eres un Feroz (1), no un mono (2) ¿De dónde procedes? De Gaia, y tanto tu cuerpo como tu espíritu volverán a Ella cuando se separen ¿Quién eres? Eres Vigía-del-alma, chamán de sangre Uktena adoptado por Rata - gruñe con rabia - ¿Qué más necesitas saber para hacer lo que debes?...

El rostro de Vigía-del-Alma se contrajo en duda cuando escuchó la palabra "Uktena". Desde su Despertar había podido descubrir con el devenir de su turbulenta historia el significado del resto de calificativos que el lobo de las marcas en la cara le había dedicado. Sabía que era un lobo, sentía a Gaia en cuerpo y alma y, en el fondo, reconocía a los Roehuesos, pese a amar a Madre Larissa, como una familia "de paso". No obstante, el término "Uktena" se le escapaba y además le provocaba una honda curiosidad.

"¿Uktena? ¿Eso es lo que somos? -el lobo gris mexicano titubeó- ¿Y cuál es nuestra historia? ¿Qué significa ser Uktena?"

Había Tres Hermanos en las Tierras Puras: Wendigo es el Hermano Menor pero también el más fuerte, siempre buscando a los enemigos de la Madre Tierra para destruirlos. Tortuga era el Hermano Mediano, de carácter tranquilo y aguda sabiduría. Hacía de mediador entre el pequeño Wendigo y su hermano Mayor, Uktena. Él es el Sabio, el sanador, el chamán y el buscador de secretos. Combate a los monstruos espirituales con la misma fuerza y determinación con la que Wendigo combate a los monstruos de la tierra y descubre los secretos de la creación para aprovecharlos en su lucha contra la Gran Madre. Ése es Uktena y eso eres tú. Tendrás que conformarte con eso por ahora. Unas pocas palabras no pueden explicar lo que es Uktena.

El lobo agacha la cabeza y bebe de las aguas cristalinas del río - Contesta tú ahora a mi pregunta ¿Por qué parece que vas a rendirte? ¿Qué es toda esa desesperación que traes contigo?...

La curiosidad que hasta el momento inundaba los ojos de Vigía-del-Alma se entornaron con la pregunta de Yaroyai. La tristeza no tardó en llegar a ellos.

“El fin del mundo ha empezado. El Wyrm campa a sus anchas por nuestro sagrado hogar que ahora está anegado y sumido en la ruina. Los nuestros mueren por centenares mientras intentan en vano evitar el desastre total. En cambio, el enemigo se multiplica y ataca cada vez con más fuerza. Estamos invirtiendo mucho y todavía no hemos conseguido ni una triste victoria. Y… y no creo que la consigamos.”

El lobo mexicano perdió la mirada en el inmenso vergel que le rodeaba.

“Todo está perdido. Gaia ya no es verde. Gaia ahora es negra.”

Lo sé - dice Yaroyai - A nosotros también nos atacan los Devoradores, y muchos linajes ancestrales de Uktena ya se están extinguiendo. Es difícil ¿Verdad? Ser un lobo guerrero sin Ixchel (1) en el cielo para avivar nuestra Rabia y con el reflejo oscuro de Ahau Kin (2) azuzando la del enemigo. Pero Ella sigue ahí, Vigía. Por eso tú y yo podemos hablar ahora. Ella es la fuente de la que mana toda la vida, incluidas las nuestras. Si Ella es devorada por la oscuridad no sólo perderemos la vida, sino también el alma ¿Vas a permitirlo? ¿Que te hagan desaparecer así, como si nunca hubieras existido? ¿Todas tus alegrías, tus sufrimientos, manada, compañeros... todo olvidado? - las palabras del Ancestro hacen rechinar los dientes del lupus. Cuando vivía en el zoológico Vigía oyó decir a los humanos que los animales acorralados son los más peligrosos. Nunca tuvo esa frase tanto sentido como ahora (3)...

La urgencia seguía palpitando en el corazón de Vigía-del-Alma, pero ahora, tras las palabras de su ancestro, en vez de experimentarla desde el desaliento y el miedo, la sentía viva desde la rabia. Era cierto que la Luna no había muerto, y, aunque la situación fuera cada vez peor, todavía había un atisbo de esperanza para salvar su mundo y el que moraba Yaroyai.

El telón de desconsuelo de los ojos del Uktena se disipó y su refulgir ámbar se acentuó cuando el theurge se alzó y se dirigió al guerrero.

“Tienes razón. Todavía hay por lo que luchar. Mucho.”

Tras estas palabras, los lobos arrojaron al cielo un profundo aullido de furia y ambos se entregaron a la euforia del momento. Clamaron por la justa venganza de los suyos largo rato y desde la lejanía escucharon como otros se unían a su desgarrador canto. El corazón del theurge palpitaba salvaje bajo su pecho cuando, sin saber de qué manera, este se vio nuevamente en la orilla de la laguna de Selene.

Con renovada energía, Vigía-del-Alma se  aproximó a una lánguida Tayen que mantenía los ojos fijados en el infinito.

“¡Vamos! ¡Debemos cantarle a Selene! Todavía no está todo perdido.”

Cuando los ojos de Vigía se abren el lupus se encuentra de vuelta en el Reino de Selene, con el siniestro augurio de la Gaia Negra flotando en el cielo. Aunque la visión es desgarradora, Vigía puede verla con esperanza. Herida, sí. Pero aún viva. Cerca de él, el Gurahl se encuentra en forma Crinos y mirando hacia la Madre. Tayen está mirando el lago plateado por encima de los restos de una columna. De alguna manera, ambos cambiaformas parecen haber encontrado un motivo para seguir adelante, aunque sólo sea el que ya no hay marcha atrás.

Está ahí - dice Teyen señalando el agua - Nos está esperando.

La Nuwisha salta al agua, pero el lugar de sumergirse la atraviesa provocando una mínima ondulación en el agua. Vigía y Misha lo captan al vuelo: el lago es también una puerta al escondite de Selene. El lupus ya tiene experiencia en este truco, así que al lanzarse al agua sintoniza su Gnosis con la del agua y cruza solamente su parte espiritual seguido del Gurahl (1)

Al otro lado Vigía y Misha se encuentran con Tayen en una cueva de brillantes paredes de plata. Misha cambia rápidamente a su forma humana para evitar que la plata le abrase los pies. Aunque Vigía no tiene ese problema al encontrarse en su forma de raza, aún puede sentir el miedo de toda esa plata rodeándole. Los Nuwisha, por lo visto, no tienen ese problema, pues Tayen ha cambiado a su forma Sendeh (2) cuando sus ojos se acostumbran al fulgor plateado y le permiten distinguir más detalles.

Las paredes, el suelo y el techo están salpicados de sangre. El suelo está sembrado de cadáveres de Danzantes, Fomori y Perdiciones limpiamente cortados en pedazos.

¡ALTO! - dice una voz. Del techo se libera una esfera hecha de plata líquida, con el glifo de Soktha (3) destacando en la superficie - No podéis pasar de aquí

Vigía mira a sus compañeros. Ninguno de los dos parece saber qué decir. Tal vez no puedan comprender lo que el espíritu está diciendo... o que no tienen la voluntad suficiente para hablar con él...(4)

El Theurge aguardó unos segundos a que alguno de sus dos compañeros, que presuponía más preparados para aquella misión, dijera algo. Ante el silencio, empujado por una renovada fuerza de voluntad, Vigía-del-Alma anunció su llegada ante la esfera.

“Somos Tayen, Misha y Vigía-del-Alma, defensores de Gaia. Traemos el Don de Estharra para curar las heridas de Selene.”

Las palabras del lobo denotaban firmeza y urgencia a partes iguales. Cuanto le rodeaba seguía impresionándole, pero ahora, siendo tan consciente de la trascendencia de su destino, no tenía pensado dejarse amilanar por nada.

 En otro momento hubiese disfrutado escuchar las historias de los coyotes, pero no en ese. Aunque la desolación y destrucción que nos rodeaban eran suficientes para helar el corazón de cualquier ser, fue la visión de las heridas de Gaia lo que terminó de apagar el poco calor que aún había logrado conservar en mi corazón. Tanta destrucción, tanto dolor..

 ¿Cómo había imaginado yo, un simple osezno, ser capaz de sanar semejante herida? ¿Había tan siquiera imaginado la magnitud de esa tarea? ¿Podía seguir creyendo que un cántico y un baile curarían al mayor de los espíritus? ¿Realmente serviría de algo levantar mis zarpas para luchar? No..

 Las lágrimas corrían por mis mejillas como un río salado. Nunca más comeré pescado en la orilla.. Mi llanto ahogaba todos los demás sonidos. No volveré a dormir arrullado por la música del bosque.. El sollozo tomó el control de mi cuerpo. Jamás correré nuevamente en libertad.. El mundo ya no estaba, y todo a mi alrededor se volvía negro. No podré regresar a casa con mis padres.. Incluso mi propio ser comenzaba a desvanecerse. Nunca más montaré en mi bici..

 “Bici”.

 La palabra resonó en mi cabeza haciendo eco en el vacio causado por la desesperanza, despertando de alguna forma un fragmento de mi conciencia. Había tenido una infancia alegre, llena de pescado, juegos y carreras, pero siempre había preferido correr, no montar bicicleta, entonces, ¿por qué pensaba en una mientras estaba sumido en un abismo de tristeza? “No era tuya, Teddy, era mía. Y yo era la niña más rápida del vecindario.” La suave voz infantil se sobrepuso al estruendo de mis pensamientos. ¡Oly! “Prometiste que regresaríamos por ella, Teddy, que veríamos si soy más rápida que tú.” Las convulsiones se detuvieron en cuanto mis ojos dejaron de llorar. -Lo recuerdo, Oly. Susurré, esperando que de alguna forma mis palabras cruzasen la distancia que me separaba de mi hermanita. -Pero temo que no podré cumplir esa promesa. Aunque no era capaz de pronunciar la idea que se formaba en mi corazón, mi espíritu la aceptaba. -Le prometía a la Madre Verde mi vida y alma, por lo que ya no me pertenecen... Más te haré una nueva promesa: me aseguraré de que tengas un lugar al cual regresar, uno al que puedas llamar hogar.

 Reconfortado por el juramento y fortalecido por la promesa, me levanté y mire a Vigía. Él mostraba síntomas de una lucha interna similar por lo que preferí guardar silencio, al menos hasta que la coyote atravesó el oculto portal. -A nosotros no nos resulta fácil cruzar de lado, y yo lo he hecho muy pocas veces. No me avergonzaba admitir mi inexperiencia. -Necesitaré de tu guía. Aunque mi voz sonaba gutural en la forma crinos, me negué a cambiar por la seguridad que su fuerza me daba.

 Para muchas razas cambiantes los pasos laterales son sencillos, pero para los osos se trata de una prueba tan física como espiritual; generalmente debemos usar nuestras garras para rasgar la Celosía. Por eso, aunque estábamos ya en el reino espiritual, atravesar el velo resultó para mí toda una proeza. -Grrrr. Al posar mis pies al otro lado sentí en mis patas el inconfundible dolor causado por la plata, por lo que instintivamente regresé a mi forma humana. Gracias al tiempo que llevaba portando el Don comenzaba a habituarme a la presencia del argénteo metal, pero jamás había visto tanto ni había estado rodeado por él, lo que me ocasionaba una notoria incomodidad.

 Sólo pudimos dar un par de pasos antes de ser detenidos por un espíritu. La autoridad en su voz era incuestionable, incluso sin considerar los incontables cuerpos mutilados que nos rodeaban, vestigios de ataques frustrados y victorias conseguidas. La firme presentación de Vigía-del Alma me impulsó a elevar el rostro y dar un paso al frente, interponiéndome entre mis compañeros y el espíritu. -Poderoso guardián, soy el portador del Don de Estharra. Ella me ordenó encontrar a Sokhta y entregárselo. Mis palabras eran un eco casi perfecto de las pronunciadas por la Hacedora de Canciones. - No puedo dejar que nada ni nadie lo impida. Contemplé la esfera a pesar del ardor que causaba su brillo en mis ojos. -En su nombre, te pido nos ayudes a cumplir su voluntad.

¿El Don de Eshtarra? - pregunta el espíritu - ¿Qué es eso?

Siendo la única manera de que el espíritu no los despedace allí mismo, Misha le muestra la esfera de plata con sus extraños glifos grabados.

Comprendo. Yo... jamás he visto nada como esto, pero me da esperanza saber que Gaia aún no se ha rendido. Seguidme, deprisa.

Forsaken

El espíritu guía a los tres cambiaformas a través del enrevesado laberinto de plata, cada vez a más y más profundidad. A medida que descienden los cadáveres destrozados son más grandes y menos abundantes. Son los pocos que han conseguido adentrarse en el laberinto y morir tras presentar una gran batalla.

El viaje termina en una cueva circular. Recostada sobre la pared se encuentra una mujer sobre un charco de su propia sangre. Sus brazos y piernas están rotos, su armadura destrozada y el rostro arrasado por lágrimas de dolor, rabia e impotencia. El círculo de su frente que representa la Luna Llena es apenas un débil rescoldo que aún se niega a desvanecerse.

MADRE GAIA - se la oye rezar - TE LO SUPLICO, NO ME ABANDONES. DAME LA FUERZA... QUE NECESITO... PARA VOLVER A... LEVANTARME - al intentar levantarse se oyen chasquidos de sus piernas rotas. La mujer vuelve a caer al suelo con un grito desgarrador - ¡DÉJAME LUCHAR! - Misha y Vigía intentan acercarse, pero el aura de la mujer es tan poderosa que ambos sienten como si los estuvieran quemando vivos.

Madre Sokhta - dice el espíritu poniéndose a su lado - Calma tu furia, te lo ruego. Mira: una embaucadora, un sanador y un guerrero han venido a traerte esperanza.

Sokhta tarda un momento en enfocar la vista sobre el espíritu - LU... LUNAS GEMELAS ¿QUIÉNES SON?

Tan sólo míralos, madre.

Soktha dirige su mirada hacia los tres cambiaformas. Su mano se alza y el espíritu se transforma en una extraña arma de asta con dos hojas en forma de media luna a cada extremo.

¿QUIÉNES SOIS?

Ni siquiera parece ser consciente de que sólo con su Rabia ya está poniendo en peligro la vida de sus visitantes. Hasta Tayen, cuya raza no tiene una debilidad especial por la plata, no parece encontrarse muy bien...

Vigía-del-Alma sintió como sus patas se tambaleaban y soportaban a duras penas su cuerpo cada vez más pesado. Tal era el fulgor irradiado por Soktha que incluso el muchacho tenía dificultades para respirar con normalidad. A su lado, Tayen y Misha parecían acusar la misma complicación para mantenerse en pie.

“So… somos Tayen, Misha y… Vigía-del-Alma, de… defensores de Gaia. Traemos el... el Don de Estharra para curar las heridas de Selene.”

Entre jadeos, el Theurge repitió las mismas palabras que momentos antes había utilizado para presentarse al espíritu que les había guiado hasta allí. No obstante, Soktha parecía no inmutarse. Sacando fuerzas de flaqueza, la urgencia surgió de las fauces del lobo Vigía.

“Por favor… escucha lo que tenemos que decirte. La situación es a… alarmante. La cruenta guerra que se está desatando tanto… tanto aquí como en Gaia está a punto de perderse. Las heridas son graves y ya ha… hace tiempo que, en vez de luchar para ganar, lo único que hacemos es procurar resistir. Ya es hora de que esto cambie.”

Vigía-del-Alma intentaba por todos los medios mantener la mirada de la mujer, pero le era imposible. Pese a ello, su voz, aunque entrecortada, sonaba firme.

“Gaia necesita a Selene. Y Selene necesita a Gaia. Que el Don de Eshtarra sirva para decantar de una vez la balanza y nos dé la victoria definitiva sobre el Wyrm.” 

Misha le muestra a la Incarna la esfera plateada creada por Eshtarra. El aura del poderoso fetiche protege a los tres cambiaformas de su ira, permitiendo que el Gurahl se acerque y lo deposite en sus manos.

ESHTARRA - solloza Sokhta - HERMANA - el fetiche brilla mientras se deshace en un fino polvo de plata que penetra por las heridas de la Incarna. El dolor cede dejando paso a la ira y a la determinación - VUESTRO SACRIFICIO NO SERÁ EN VANO.

Dark Angel

Conforme el Don se va deshaciendo la sangre derramada por Sokhta vuelve a su cuerpo, sus heridas se cierran y sus ojos se tornan en dos brillantes esferas de plata. La Luna Llena de su frente se convierte en un faro de cegadora luz plateada que obliga a los tres cambiaformas a apartar la vista. 

Y entonces Sokhta grita con toda su fuerza, liberando toda su Rabia y emitiendo enormes cantidades de energía espiritual hacia los espíritus de su estirpe que aún luchan entre los restos destrozados de su Reino. Parte de toda esa Rabia y esa Gnosis penetran en Vigía, Misha y Tayen, a quienes ahora se les permite cambiar a sus formas de batalla y aullar frenéticamente junto a la diosa lunar (1). El techo sobre sus cabezas se agrieta y explota hacia fuera hasta mostrar el cielo de la Umbra. Empuñando las Lunas Gemelas la Incarna vuela dejando tras de sí una estela plateada...

Con el corazón henchido de orgullo, Vigía-del-Alma se apresuró a salir de la gruta de plata. Tenía la certeza de que el renacer de Sokhta marcaría un punto de inflexión en aquella guerra. Uno que al fin les beneficiaría. Por ello, quería salir al exterior y colaborar con la restauración total del reino de Selene. Pero ante todo, deseaba con todas sus fuerzas volver a mirar a Gaia, enferma y negra, y contemplar su expresión al ver que la Luna seguía viva y con ganas de luchar.

 Resulta increíble que luego de tanto esfuerzo para encontrar a la Dama Errante, cuando finalmente estuve frente a ella no pude emitir palabras; sin importar cuantas veces había imaginado el encuentro, pensado las frases que le diría o como me presentaría, al momento de verla su majestuosidad me nubló.

 Incluso herida y agotada poseía un poder abrumador, y la sabiduría que revelaban sus ojos escapaba al alcance de mi capacidad. Cada gesto y sonido emitido por ella se grababa en mí como el fuego en la madera. Por fortuna no estaba solo, y Vigía, haciendo honor a su nombre me guió en los últimos pasos; luego de escucharle extraje mi preciosa carga y la expuse ante la Incarna. Sentía la esfera pulsar en mi mano y como mis propios latidos se acompasaban a su ritmo; respiré profundamente, convencido de que sería la última vez que lo haría, mientras esperaba que la luna tomase el obsequio de la tierra.

 Grande fue mi sorpresa al descubrir que la plateada esfera no se encendía o me consumía sino que suavemente se filtraba entre sus dedos y, como el agua de un río, seguía corrientes invisibles hasta llegar a sus heridas y sanarlas. Era testigo de un increíble milagro, un don sanador más allá de los que los Gurahl podíamos soñar usar; y hubiese querido seguir observando pero tuve que apartar la mirada para no ser cegado por el esplendor de la gloria restaurada.

 Por segunda vez recibí la embestida de las energías de un Incarna, y aunque esa vez no Oso no estaba presente igualmente sentí su fuerza en mí, eso me permitió resistir las emanaciones sin caer. Con cada pulsación de energía espiritual los propios límites de mi poder se expandían, y así como las paredes de la cueva se derrumbaban a nuestro alrededor, las paredes de mis miedos también se hacían añicos. Voy a vivir.. Voy a luchar.. Vamos a triunfar.. ¡Regresaremos a casa y montaremos bicicleta!

 Cuando esa idea se formó en mi mente la emoción llenó mi pecho y brotó de mi garganta, al principio como un grito pero conforme mi cuerpo cambiaba adquirió tonos graves y se volvió un rugido. -¡GRRRRR! A diferencia de los aullidos lobunos que se elevan hasta el cielo, el rugido del oso permanece atado a la tierra, pero así consigue expandirse hasta envolverla.

 A pesar de tener la limitada vista de los osos, el argénteo rastro dejado por la Sokhta era distinguible para mi, al observarlo recordé el río en cuya superficie vi la luna reflejada por primera vez y deseé poder seguirla volando. Resoplando, giré para mirar a mis compañeros; sabía que compartiríamos por siempre un vínculo, no por las historias que hubiésemos podido intercambiar durante nuestra travesía, sino por la trascendencia de la misma. Cuando todo esto acabe, nuestras razas no tendrán excusas para continuar las viejas enemistades.. -¿Qué esperamos para seguirla? Confiaba en que pudiesen distinguir mi sonrisa incluso teniendo hocico.