Partida Rol por web

Escena 1 - Aguas peligrosas

Desolate

Aguanta por favor - suplica Madre Larissa al Garou que agoniza en el suelo del antaño lujoso salón del Empire State en el que los restos del clan de Central Park se han refugiado. Sus manos intentan frenar la hemorragia que surge de las brutales heridas infligidas por dientes Rokea - Vamos, no te rindas - intenta invocar el don curativo que aprendió en su juventud, pero desde que el Ojo del Wyrm se abrió en el firmamento la energía espiritual pura se ha convertido en un buen escaso, casi extinto.

Manténgalos a salvo por favor, Madre Larissa - jadea el Garou. "Vigía-del-alma" no tuvo tiempo de conocerlo bien, pero sí sabe que no siempre fue tan respetuoso con ella - Los Nuwisha vendrán. Ayude a mi familia, se lo ruego. No deje que mueran. Son todo lo que me queda. Todo lo que dejo...

¡Ayúdalos tú, maldito Fénrir cabezota! - espeta ella, pero el hijo de Fenris ya no la escucha. Ella le cierra los ojos llorando de rabia, dolor e impotencia.

¡MALDITOS TIBURONES! - grita con todas sus fuerzas. Llevada por la Rabia se transforma en una bestia medio humana y medio lupina que revienta un enorme ventanal para gritar su furia - ¡MALDITOS! ¡MISERABLES! ¡NO SOIS HIJOS DE GAIA SINO ENGENDROS DEL WYRM! ¡DEJADNOS EN PAZ MALDITOS SEÁIS!

El agua está tan sólo a unos metros por debajo del enorme ventanal. "Vigía-del-alma" ve una ominosa aleta triangular que se dirige a toda prisa hacia la anciana...

Desde su llegada a Nueva York, para Vigía-del-Alma todo había ido demasiado deprisa. Había pasado de la soledad más absoluta a formar parte sin esperarlo de un grupo de seres semejantes a él. Sin duda, tener compañía le alegraba, pero a la vez le inquietaba, ya que, aunque le reconfortara no estar solo, Vigía-del-Alma, debido a su reclusión en el zoo, no estaba acostumbrado a socializar con extraños. El único miembro del grupo que desde el principio se había ganado la confianza del joven lobo había sido la anciana Larissa, líder de aquella mermada manada y encargada de enseñarle lo básico de ser un Garou. Era por ello que el muchacho jamás la perdía de vista.

“¡Malditos! ¡Miserables! ¡Nos sois hijos de Gaia sino engendros del Wyrm! ¡Dejadnos en paz, malditos seáis!”

Vigía-del-Alma escuchaba las palabras de la mujer sobrecogido por la extrema carga temperamental del discurso. Y es que la afectuosa Larissa, aunque fuera una líder de manada firme, no solía expresarse de aquella manera tan visceral.

Quizás fue ese pronto incontrolado lo que hizo que la anciana se descuidara y no viera justo a pocos metros bajo ella una enorme aleta triangular rasgando el oleaje.

 “¡Cuidado, Larissa!”

"Vigía-del-alma" no consigue aferrar a la Madre antes de que el enorme tiburón salte del agua en busca de su presa. Sin embargo su aviso hace que la Anciana reaccione y se aparte del ventanal poniéndose fuera del alcance de las chasqueantes mandíbulas. Frustrado, el Rokea se aleja nadando furiosamente.

¡Sí, lárgate, pedazo de cabrón! ¡Hoy te toca pasar hambre!

Pero cuando se pasan los efectos de la Rabia y la adrenalina la dura realidad vuelve a imponerse, y ésta no es otra que las reservas de provisiones escasean. Tanto los pocos Garou como los humanos que les acompañaron en su búsqueda de refugio están pasando mucha hambre y algunos hombres lobo están empezando a hablar sobre devorar a los humanos.

A quién quiero engañar. Necesitamos agua y comida, y entre las Perdiciones y esos tiburones hijos de puta no podemos ir a ninguna parte ¿Se te ocurre alguna idea?

Ante la pregunta y con la idea en la cabeza de poner en práctica el don de crear comida del desperdicio, habilidad que había aprendido gracias a Larissa hacía pocas semanas, el joven miró a un lado y otro de la estancia en la que se encontraban parapetados en busca de algo que “echar a la olla”. No obstante, el panorama desalentador que le devolvieron las paredes peladas y el suelo descostrado de la habitación le hizo soltar un suspiro de desengaño. La extrema necesidad había hecho que el grupo hubiera desvalijado por completo aquel lugar y no había absolutamente nada que pudiera utilizar para cocinar.

Entonces le vino a la cabeza cuando, al escapar de Lehig Valley, no tuvo más remedio que obtener comida por sus propios medios, sin utilizar habilidades fantásticas ni valerse de las atenciones de un cuidador del zoo. Vigía-del-Alma se vio en la necesidad de cazar, aunque jamás lo hubiera hecho antes.

“Y si… ¿cazamos un Rokea?”

El joven hispano miraba tímido a Larissa, aguardando su respuesta.

La Anciana mira a Vigía con la boca abierta y los ojos desorbitados - ¿Estás seguro? - empieza a decir hasta que el instinto de supervivencia de los Roehuesos y el rugido de sus tripas vacías le hacen olvidarse de cualquier reparo - Con uno sólo de esos cabrones podríamos comer durante días. Además siempre he querido probar la sopa de aleta de tiburón. Te escucho ¿qué propones?...

El lobo miró a la mujer y, dejándose llevar por su instinto latente de cazador, empezó a explicar.

"Ese ser es fuerte y grande, pero nosotros, aunque seamos más débiles y pequeños, somos más. Tenemos que aprender a movernos como uno, atraerlo a un terreno que nos sea propicio y caer sobre él."

El plan de Vigía-del-Alma, aunque escueto y obvio, estaba cargado de sentido. En sus explicaciones utilizaba conceptos que, por sus orígenes, acababa de descubrir hacía poco. Por ello, en ocasiones, debido a la falta de familiaridad con esas ideas, se hacía dificultoso seguir el discurso.

"Cerca de aquí hay muchas... construcciones altas... parecidas a donde estamos ahora mismo donde... esta superficie azul que nos rodea por todos lados... solo cubre el suelo a muy poca altura. Propongo buscar una... construcción alta... donde el agua, aunque escasa, permita el nado de unas de esas bestias y atraerlo hasta allí. En esas condiciones, sin tenernos que preocupar por mantenernos a flote, podremos luchar con menos dificultades."

El lobo miró al cadáver de su compañero recién caído.

"No creo que nos costara atraer la atención de uno de ellos con... un poco de sangre. Están hambrientos como nosotros y no dudarán en meterse en cualquier sitio si creen que pueden comer."

La Anciana asiente satisfecha - Podemos usar una de las terrazas inferiores. Aunque ellos también viajan en manadas se me está ocurriendo algo para evitar que sea un problema - da una palmada en el lomo de Vigía - Voy a prepararlo todo. Tú ve abajo y pregunta cuántos están dispuestos a echarnos una mano.

La respuesta de los otros Garou es entusiasta. Después de tantas semanas de miedo y privaciones continuas el darles un objetivo contra el que dirigir su Rabia los saca del Harano al que estaban sucumbiendo. Ahora Vigía tiene a otros ocho Garou dispuestos a derramar sangre Rokea con alegría.

Oiga, señor - le habla un humano joven con una descuidada barba de varios días - Yo también quiero participar

Lárgate, canijo - le desprecia "Fuegos-controlados", Ahroun Morador del Cristal - No te preocupes, que os daremos vuestra parte.

Arthur Cooper - se presenta el humano tendiéndole la mano a Vigía - Soy pescador y tengo experiencia con peces grandes. Además creo que podríamos ser mucho más útiles si se nos permitiera ayudar.

Que te largues, tío - insiste el Morador

Que te den, "tío"...

Vigía-del-Alma se había pasado toda la vida bajo el cuidado de humanos y, aunque su última experiencia con ellos, cuando no tuvo más remedio que deambular por las calles de Lehig Valley, hubiera sido traumática, no podía evitar confiar en ellos. Debido a estos sentimientos, no comprendía el motivo por el que, sin razón aparente, el resto de Garous del grupo los trataban con desprecio y altanería.

Sin saber qué hacer y durante varios segundos, el lobo miró con curiosidad la mano extendida del humano. Cuando este hubo cesado en su intento de saludo, tomándolo como un rechazo a su ofrecimiento de ayuda, los profundos ojos anaranjados del lobo se clavaron en los suyos.

“Si creéis que podéis aportar algo a la caza, sois bienvenidos.”

Visiblemente satisfecho por la respuesta recibida, Arthur se retiró hacia un grupo de humanos que, al fondo de la estancia, intercambiaban cabizbajos comentarios acerca de lo funesto de la situación. La desidia en la pequeña reunión no tardó en convertirse en esperanza cuando el pescador hubo dado el mensaje transmito por Vigía-del-Alma y algunos de los presentes, dejándose llevar por la promesa de un futuro mejor, alzaron el brazo en señal de voluntariedad.

El lobo sonrió y se dirigió a las escaleras de emergencia en dirección a la azotea. Allí, en el puesto de vigilancia, solía estar Rheeta, la mejor guerrera del clan de Central Park. Estaba claro que un plan como el de Vigía-del-Alma debía pasar por la autorización de la Garou.

Si “Fuegos-controlados” tiene alguna protesta prefiere guardársela ante la actitud del lupus y al hecho de que aproximadamente una veintena de humanos tan hambrientos, sedientos y cabreados como él mismo deciden unirse al plan de Vigía y la Madre Larissa.

Rheeta se encuentra en su lugar de vigilancia habitual hablando con Larissa. La imponente Furia Negra está muy complacida con la idea de contraatacar a los sanguinarios Rokea y lleva el cuerpo del Fénrir muerto para utilizarlo como cebo. Ambas mujeres se quedan muy sorprendidas cuando ven aparecer a Vigía seguido por los ocho Garou y la turba de humanos. Madre Larissa es la primera en comprender la situación.

¡Muy bien hecho, maldita sea! – le propina a Vigía una animosa palmada en el lomo - Ya me estaba empezando a preocupar por enfrentarme a una manada de esos cabrones, pero con todos vosotros eso no será un problema.

Un momento, Madre – interviene Rheeta - ¿Qué armas tenéis? Apreciamos vuestra ayuda pero si sólo tenéis vuestras manos poco vais a poder hacer.

Algunos de nosotros tenemos armas de fuego – responde Cooper mostrando un revólver. Rheeta empieza a abrir la boca para protestar.

¡No seas aguafiestas, niña! – la reprende Larissa. Señala a cuatro Garou del grupo – Vosotros, sé que conocéis el Don para pedirles a los espíritus que os permitan moldear los objetos que habitan. Coged cualquier cosa metálica y transformadla en arpones, lanzas o simplemente en algo que pinche. Si encontráis objetos de plata mejor ¡Vamos, moveos!

Poco tiempo después los humanos están armados con rudimentarias lanzas de metal que con un poco de suerte conseguirán atravesar la dura piel de los tiburones. Rheeta mira a Larissa no muy convencida.

Menos remilgos y explícales el plan, Luna Llena.

Rheeta suspira y se dirige hacia el grupo de caza – Los Rokea se regeneran tan rápido como nosotros, pero sienten dolor y se les puede incapacitar si se les inflige el suficiente. La madre Larissa, Vigía y yo formaremos una manada temporal. Vosotros ocho formaréis otras dos manadas. Los humanos que se repartan por grupos entre las tres manadas. Los humanos distraen e incapacitan si pueden. Los Garou matarán tan rápido como puedan ¿queda claro? En cuanto lancemos el cuerpo de nuestro hermano muerto esperaremos a que esos tiburones se acerquen. La Madre Larissa ha hecho un pacto con unos espíritus acuáticos para que lancen a uno de los Rokea a esta azotea. Habrá que matarlo rápidamente porque pronto le seguirá el resto de su manada y estarán muy cabreados. Vigía, todo esto fue idea tuya, así que te corresponde lanzar el cuerpo al agua…

Vigía-del-Alma miró a su alrededor complacido. Jamás había participado en una caza de manada y, sin saber cómo, transportado por las sensaciones que desde que experimentó su primer cambio no paraban de aflorar en su interior, había convocado una y había reunido a un grupo de voluntarios. El lobo vio en los ojos de los presentes, humanos y Garous, las ganas de luchar en comunidad por la supervivencia y, al acto, comprendió que su origen, perdido en las explicaciones olvidadas de su madre, venía de ahí.

El joven asintió a las palabras de Rheeta y se encaminó a donde reposaba el cadáver de su compañero caído. Con dificultad, pero no con menos delicadeza, alzó el cuerpo y lo colocó ante la partida de caza. En breve, la cacería iba a empezar y, de forma inesperada, algo palpitó salvaje en su corazón y tuvo la necesidad de dirigirse a sus compañeros. A su manada.

Enardecidos por los aullidos de Vigía-del-alma, los Garou se distribuyen por la azotea a la espera de que la trampa surta efecto. El cuerpo del Garou caído se hunde lentamente, esparciendo su sangre por las turbias aguas saladas. No tardan en aparecer seis aletas triangulares cortando la superficie.

¡Son demasiados! - se lamenta Madre Larissa

¡Muy tarde para echarse atrás! - replica Rheeta

En cuanto el primer tiburón muerde el cadáver se produce una pequeña tromba de agua. El sorprendido tiburón, tan largo como un autobús, es lanzado por los aires con su presa todavía en la boca. Cuando aterriza duramente sobre el suelo el golpe sobre su mandíbula hace que los dientes terminen de partir el cadáver en dos, esparciendo sangre y entrañas por el suelo.

¡Ahora! - grita Rheeta. La Furia Negra empieza a escarbar furiosamente en la áspera piel del Rokea, dejándose gruesos mechones de pelo en la áspera piel (1)

Dejándose llevar por los extraños recuerdos de un pasado cada vez más presente que desde que experimentó su primer cambio se habían estado agolpando en su mente, Vigía-del-Alma sintió la necesidad de dirigirse a su nueva familia. Aunque fuera la primera caza en manada que iba a vivir y no supiera exactamente qué hacer, algo en su interior le decía que estaba preparado para ello. Miró al resto de Garous que aguardaban a que lanzara el cadáver de su compañero caído y, con ello, se iniciara la cacería; y de sus fauces, después de tomar la forma de un gigantesco lobo gris mexicano, el llamado Hispo, un largo y profundo aullido se propagó por toda la azotea. La respuesta no se hizo esperar y, ante el canto a la victoria que Vigía-del-Alma acababa de entonar, el resto de hombres lobo contestaron enardecidos desde lo más profundo de sus gargantas.

Tras ello, los acontecimientos se sucedieron de forma rápida. Apenas el cuerpo ensangrentado y sin vida del compañero caído tocó el agua, media docena de tiburones acudieron ávidos de carnaza. El primero en morder el cadáver fue el que acabó siendo propulsado por los espíritus del agua hacia la azotea y una vez allí, los Garous entraron en acción.

La que primero se lanzó al ataque fue Rheeta que, aunque no infringiera herida alguna, sí preparó el terreno al resto de manada para que, mediante una peculiar técnica de debilitación, pudieran ocasionar el máximo daño al cuerpo del Rokea.

Convertido en un enorme y bestial lobo y siguiendo los pasos de la Furia Negra, Vigía-del-Alma dio un salto sobre la presa dispuesto a hundir los dientes en su tambaleante cuerpo.

La Madre Larissa intenta también atacar al sorprendido Rokea, pero el pez no deja de moverse dejando el suelo resbaladizo por el agua. La Anciana sólo consigue acertar de refilón en la zona desollada por Rheeta, abriendo una pequeña herida...

Vigía-del-Alma se lanzó sobre el indefenso tiburón, pero el terreno estaba resbaladizo por la gran cantidad de agua vertida y el Hispo cayó de bruces contra el suelo de la azotea. El impacto, aunque únicamente le creara una ligera contusión en el costado derecho, fue lo suficiente contundente para aturdirle, cosa que hizo que, pese a que volviera a atacar al pez, fracasara en su intento.

El lobo gris tomó aire y miró a su presa. Poco a poco, el Rokea empezaba a tomar conciencia de la situación. No podía permitirse errar más.
 

Rheeta intenta dar un zarpazo a la zona desprotegida del hombre tiburón, pero éste culebrea y consigue que sólo le roce la áspera piel del lomo