Partida Rol por web

El descenso es largo y peligroso. En algunos puntos las rocas están sueltas y facilitan el camino de un descenso rápìdo y doloroso, pero por suerte os tomais vuestro tiempo y lograis descender de forma lenta pero segura. Curiosamente es Aldar, el que mejor domina los terrenos montañosos quien sufre la caída más aparatosa, cayendose de culo entre dos troncos y haciendose daño en una cadera. Cuando llegais a la parte inferior descubrís que la muralla tiene habilitado un túnel para dejar corre rel agua de lluvia y que éste resulta un paso seguro para vosotros. El trampero y Erikand encabezan la marcha y los demás vais detrás con la niña. En pocos minutos habeis alcanzado el otro extremo de la muralla y comenzais un lento ascenso hasta que podeis ver las montañas de Brolia ante vosotros. desgraciadamente, descubrís que no estais solos en el lugar; Sobre vosotros, la figura de un enorme oso pardo ensombrece el Sol y la bestia muestra sus dientes afilados. Parece dispuesto a saltar sobre vosotros.

¡Uuuurgh!

Voy en cabeza del grupo asi que soy el primero en atacar al oso, lo mejor sera mantenerlo alejado del grupo ya que podria causar daños asi que decido distraerlo y me lanzo sobre el cubriendome con el escudo e intentando propinarle un golpe con la porra 

veo al osazo, y pienso:

He de tallar uno asi.

Me mantengo a distancia, y le lanzo disprupción:

Todavía magullado, me hago a un lado renqueante dejándoles el grueso de la acción a mis compañeros. Con un gesto de dolor, preparo mi honda y murmuro mi conjuro favorito. Mientras hago girar mi arma pienso en lo enorme que es el puñetero bicho y lo pequeño que soy yo.

El dolor hace que mi concentración falle y soy incapaz de lanzar el conjuro. Sin la ayuda de la magia, la piedra se pierde irremisiblemente en el vacío tras el animal.

La vision del oso es aterradora, por un momento me quedo inmovil sin saber que hacer. Aldar ha resultado herido y no sera de mucha ayuda. El unico que hace frente a la bestia es Erikand y parece que no lo tiene facil. Opto por conjurar igual que ha hecho Kilder, desgraciadamente no dispongo de armadura que me proteja y un zarpazo o un mordisco podria ser fatal. Si el conjuro de confusion surte efecto mis compañeros podran atacar al oso con menos riesgo para sus vidas. 

Ataco de nuevo al oso.

Mientra spreparais vuestras armas y magia, el oso se levanta sobre sus patas traseras y ruge con fuerza. Erikand es el único que se planta ante él porra en mano y la verdad, parece un combate bastante desigual.

El conjuro de Kilder es el primero en alcanzar al oso; la herida causada por la disrupción e stan leve que solo logra enfurecer aún más al oso. Ante tal muestra de ferocidad, Erikand retrocede un paso, tropezando y cayendo de espaldas al suelo con la bestia sobre él. La piedra de Aldar falla el blanco y Crixus permanece estático, azada en mano, sin saber cómo actuar. El oso levanta sus zarpas dispuesto a destrozar a Erikand cuando el conjuro de Loranda le alcanza. De pronto el oso baja sus zarpas, mira a lado y lado y parece no entender qué está haciendo allí.

Aún sin saber muy bien qué ha pasado, el trampero, con la niña en brazos grita: -¡Larguemonos de aquí, rápido!

-Corred insensatos!!!*

-El oso no es nuestro enemigo, aun mas, somos nosotros los que hemos invadido su territorio.

No me lo pienso dos veces y apretando los dientes a causa del dolor salgo corriendo sujetándome las posaderas, como si acabara de salir de un campamento de la estación del Sol de Danfive Xaron. 

- ¡Bravo, Loranda! ¡Vámonos de aquí! ¡Con esta honda cazo conejos! ¡No osos! -chillo histérico.

Sin ni siquiera responder comienzo a caminar de espaldas despacio, cuando estoy a una distancia razonable del oso empiezo a correr sin mirar atras. 

-Corred! No se cuanto tiempo durara el efecto del conjuro en esa bestia- Con la falda arremangada sigo corriendo esperando que los demas me sigan de cerca. 

Me levanto protegiendome con el escudo y emprendo una carrera desesperada por mi vida mientras no dejo de lanzar miradas a la bestia que ha estado a punto de devorarme..

Sin perder ni un segundo os alejais del lugar, dejando al oso en su estado de estupor. Sin deteneros a recuperar el aliento correis y correis hasta alcanzar un punto alto entre las colinas que comienzan a formarse y de pronto os encontrais frente a un paisaje magnífico. El Sol del atardecer llena de luces y sombras las laderas de enormes montañas de picos nevados; Por doquier, profundos barrancos y empinados riscos cortan los montes como si un gigante hubiera estado haciendo trizas el lugar con un hacha descomunal. La niña suspira de felicidad al reconocer el lugar donde creció y al que llegó a pensar que jamás regresaría. A vuestras espaldas se alza ahora la muralla que os separa del resto de Carmania y aunque tocdavía queda camino por recorrer, os da la sensación de que habeis sorteado un obstáculo casi imposible.

Pero de repente podeis oír claramente pasos a vuestro alredeor y sin apenas tener tiempo de preparar vuestras armas y herramientas varias, aparecen tres figuras de entre la espesura. Se trata de una mujer vestida con el atuendo de una sacerdotisa lunar que lleva como escolta a un guerrero lunar con espada y armadura metálica, posiblemente un oficial y otro guerrero de aspecto salvaje, con lanza y vestido con las pieles de un león de monte. Se trata sin ninguna duda de una vexilla, una fuerza de élite del imperio lunar; aunque nunca habeis visto una, se dice que sus habilidades en combate, combinadas, pueden acabar con todo un batallón de caballeros carmanianos.

La mujer, que parece ser la líder del grupo os mira de arriba a abajo mientras sus guardias toman posiciones ventajosas armas en ristre. Podeis notar un escalofrío que recorre todo vuestro cuerpo y la niña, claramente asustada se aprieta contra Kilder en busca de protección. El trampero, al verlos, corre hasta el lado del oficial y le dice: -Aquí están, señor, tal como usted los describió: Una niña posiblemente disfrazada con un grupo de campesinos. Ahora... ¿Que hay de lo mío?

El oficial saca de uno de sus bolsillos un puñado de ruedas de oro y s ela entrega a Illwraith que las agarra con las dos manos.

-Ahora pierdete. -Le dice secamente el soldado sin mirarle a la cara.

-Lo siento amigos... -Dice el trampero mientras se aleja cautelosamente. -Los negocios son los negocios. Pero tranquilos, cuidaré de vuestro carro y vuestras cosas, jeje. -Y desaparece dando largas zancadas.

La mujer es la primera en hablar.

La mujer os mira serenamente a vosotros y a la niña pero se mantiene a la misma distancia. habla con voz serena y confiada.

-Entregadme a la niña. Hacedlo voluntariamente y no se os considerará traidores al imperio.

Sus palabra sson claras y concisas.