Partida Rol por web

—Te ayudaremos —le dijo al tipo, que ya se estaba empezando a repetir—. O, más bien, tú nos ayudarás. Eso ya está más que claro. Si quieres te llevo a la biblioteca esa y te pones a buscar las perdiciones y las prohibiciones mientras intentamos localizar a los otros espíritus.

Ya había advertido a su orden, pero, por si acaso, sacó el teléfono y escribió un mensaje detallando un poco más.

Hemos localizado el origen. Un ente de Vicio se ha dividido en espíritus de los pecados capitales. Cinco de ellos nos han atacado a nosotros. Hay otros dos sueltos por ahí. Tío, corre la voz en el Concilio Libre, que todos lo sepan. Seguramente hayan atacado a dos magos que sean afines con sus pecados: la ira y la pereza. Tenemos que encontrarlos antes de que hagan más daño.

Ben respiró un poco fuerte por la nariz y miró a sus compañeros de Cábala, y luego a Adam. En fin, probablemente tenían razón.

Se llevó dos dedos al puente de la nariz y se lo masajeó un poco para tratar de relajarse, y luego se apartó unos pasos mientras hacía algo parecido a Jack y buscaba su teléfono. Una llamada sería más rápida. En tan poco tiempo dudaba que tuvieran noticias de algún ataque a un mago, pero sí podía preguntar por si alguien no había acudido a alguna cita importante, o si les había llamado la atención el mal humor de algún otro de los magos.

Pereza e ira no eran vicios fáciles de ocultar, y aunque quizá pasaran desapercibidos, quizá a alguien le había llamado algo la atención. De todos modos Ben no contaba con poder obtener mucha información por su cuenta, y a menos que tuvieran suerte tampoco creía que con sus contactos sus compañeros fueran a descubrir algo.

- Voy a hacer una llamada, aunque no creo que haya novedades. - Confirmó.

Él pensaba que quizá con magia podrían dar con el paradero de esos espíritus, pero Niamh que era la experta en esos temas no lo había mencionado así que, ¿quién era él para pensar lo contrario? A lo mejor es que el sobresfuerzo anterior le estaba pasando factura y Niamh se lo había callado... Hummm, tendría que tener un ojo puesto en la Thyrsus no fuera a ser que estuviera herida y lo ocultara por cabezonería.

—Yo iré con Adam —dijo Niamh—. Tengo que ayudarle con sus heridas, y soy la más versada en el Arcano de Espíritu. Además, tengo curiosidad por ver qué biblioteca has reunido... 

Y era cierto. Todos sabían que Niamh soñaba con algún día encontrar un artefacto mágico, uno que pusiera su nombre bien alto dentro de las filas del Mysterium. 

—Pero antes... veamos si puedo ayudarte con tus heridas. 

Cuando volví con los demás parecía más tranquilo. Satisfecho, incluso. Escuché lo que comentaban, y también la explicación de Adam. Asentí, comprendiendo lo que quería decir.

—¿Tú tampoco conoces a nadie, aunque ya no tengáis contacto? —le pregunté.

La idea de Morrigan me pareció buena. Asentí en su dirección al tiempo que sacaba el teléfono.

—Llamaré a la gente del Concilium —enuncié, buscando ya el primer número—. Mientras no tengamos más información, una de dos: o tratamos de rastrearlos igual que cuando llegamos aquí, o buscamos en la biblioteca sobre las Perdiciones de los siete.

Miré a Adam un instante.

—¿Es posible que hayan conseguido esencia sin ser de nosotros, o nos necesitan?

Mientras Tyrr lanzaba nuevas preguntas a Adam, Niamh se valió de su visión mágica para ver el estado de sus heridas. Aunque estaba estable, su estado era mucho peor del que había pensado inicialmente… y no le costó darse cuenta de que no iba a poder ayudarle. Sintió una punzada de rabia, y volvió a sentirse una estúpida. De verdad que quería ayudarle, pero en lo que iba de noche no solo se había arriesgado en varias ocasiones, sino que incluso había pagado el precio no una, sino dos veces.

—Adam… lo siento, pero creo que no voy a poder serte de mucha ayuda. Tú estado no es muy grave, pero sí lo bastante como para ponerme al límite de mis habilidades, y… Cualquier otra noche me arriesgaría, pero esta no es la mía. Lo siento mucho, de verdad. Puedo mantener el dique temporal hasta que estés listo para descansar —le ofreció, más para consolarse a sí misma que a él.

—No conozco a nadie personalmente del Concilium de Boston y dudo que me conozcan directamente— nego suavemente con la cabeza. —Y he cortado lazos con viejos contactos en otros lugares. Me temo que si estáis vosotros establecidos aquí, tendréis más suerte por vuestra cuenta—

A la siguiente pregunta se queda pensando. —Estos Espíritus son difíciles de predecir. En condiciones normales los Espíritus pueden alimentarse de ciertos lugares y sentimientos, pero estos parecen sentir cierto apetito especial. Quizás puedan alimentarse de otros magos o incluso de Santuarios*, pero es una conjetura. No sé de qué son capaces realmente— comenta subiendo las escaleras.

La excusa de Niamh hizo que le pusiera una mano en el hombro. —Ya estáis haciendo mucho por mí. Necesito descanso y estaré mejor, No te preocupes...— y luego abre los ojos. —No os he preguntado vuestros nombres. Disculpad que sea tan grosero. — dice con humilidad.

Adam guía a Jack hasta la biblioteca, un cuarto amplio en el segundo piso, con varias libreras, y cuyo orden dejaba mucho que desear. Había toda suerte de volúmenes arcanos en extraños idiomas, manuales para rituales e incluso una copia del Infierno de Dante y un libro sobre Goetia escrita a mano que estáis seguro es una copia única. Hay un escritorio sepultado bajo varios volúmenes gruesos y carpetas con notas y apuntes, y una silla que también guarda varios de los materiales.

—Lamento el desorden, no esperaba visita... de este lado del Manto— dice, arrepintiéndose de la broma tras una punzada de dolor al intentar reir un poco.

Tu llamada fue recibida de mala gana. —No sé que estás tratando de hacer Morrigan, pero ese tipo de información requiere una muy buena razón— te comenta tu contacto con la orden, nada alegre de recibir una llamada en medio de la madrugada.

—Si quieres medir el temperamento de otros compañeros, tendrás que venir a algunos de los ejercicios y comprobarlo por ti misma. Acá no hay atajos ¿Entiendes?— y no parecía muy abierto a escucharte de más. Después de todo, dicha información era sensible y difícil de obtener salvo circunstancias apremiantes.

Recibido. He corrido la voz, pero quienes han recibido el mensaje, no han visto nada similar, y quienes no... ya nos enteraremos. Informa al concilium de Boston, ¿no conoces a nadie allí? quizás os tiendan una mano.

Si alguien denuncia un ataque de una entidad con las características que mencionas, te lo haré saber. 

—¿Ogma, son las 3 de la mañana y me estás preguntando si algún mago ha faltado a una cita? ¿con quien? ¿Una estación de gasolina?— tu contacto responde de mala gana. —¿Qué ha pasado realmente? Porque si estás buscando a un mago irascible, como no me cuentes todo y me sigas despertando, lo encontrarás pronto. ¿Hay algún incidente importante? ¿Hay durmientes involucrados? ¿Tiene que ver con tu cábala? Habla pronto antes de que termine de despertarme—

Tras preguntar e indagar, pronto tu llamada llega a Anacaona de Xaragua, centinela del Concilium. Anacaona, a quien sólo habías visto de lejos en un par de ocasiones, tiene una reputación difícil en Boston. Su sobrenombre entre otros despertados "Anaconda", era un testimonio de lo difícil que era tratar con quien tenía la responsabilidad de proteger al Concilium y el mismo carisma que un bloque de hielo. Eso sí, puede que fuese desagradable de tratar, pero nadie podía cuestionar la manera como cumplia con sus responsabilidades.

—¿Tyrrhenus, verdad?— dice con voz desinteresada. —Te he escuchado. Lo que solicitas no es un moco de pavo, ¿eh?. Se lo haré saber al Jerarca*, pero estas cosas toman tiempo. Además de Gloria Mundi, no sabemos de más cábalas en Quincy, pero Boston es otra historia. Y  lo que cuentas no sólo suena grave, sino que seguramente te pediremos a ti y a tu cábala soluciones en el corto plazo mientras tanto. Si tenéis maneras de rastrear estos espíritus fugitivos, adelante. Si sabemos de ataques similares, te llamará alguien. Probablemente nos enteremos todos en la mañana— promete mientras relata con la frialdad de una bibliotecaria exponiendo las normas de la biblioteca.

—Por ahora, no os quedeis sentado. En cuanto tengamos algo, te redirigiré la información. Y Tyrrhenus: espero cada hora un mensaje con actualizaciones de la situación. Es vuestro territorio, espero que podáis manejarlo tan bien como hasta ahora— ordena.

- Es tarde, pero si te llamo a estas horas es porque es importante. Han atacado a mi cábala. A todos. Un espíritu fragmentado en siete... Relacionados con los pecados capitales. Hemos ahuyentado a los cinco que vinieron a por nosotros pero volverán. Aun así, quedan dos buscando posiblemente otros magos de los que alimentarse. Ira y Pereza. ¿Lo entiendes ahora? -  Respondió Ogma con toda la calma de que fue capaz. Era prudente y sabía mantener la sangre fría en muchas situaciones, y ésta lo requería.

- De momento no hay durmientes involucrados pero cualquier mago podría estar en peligro. Estad atentos y si os enteráis de algo avisadme, por favor. - Con calma esperó a ver cómo reaccionaba su interlocutor antes de decidir su siguiente paso.

Morrigan suspiró contrariada.

—No trato de "hacer nada" —dijo con fastidio — Hoy nos han atacado en nuestro Sanctum: un miembro de mi cábala está poniéndolo en conocimiento del Concilium. Un mago independiente ha... liberado algo por error; y creemos que, después de atacarnos a nosotros, es posible que vaya a por un mago con las características que te he dicho. No pretendo tomar ningún atajo: estoy intentando proteger a alguien, y es urgente, no puede esperar a que yo acuda a los ejercicios.

Le había sentado lo bastante mal como para decir "vuestros ejercicios de mierda"; por suerte, Morrigan no decía tacos. Jamás.

—Si me puedes ayudar, te lo agradezco: y si no puedes, te lo agradezco igualmente — añadió como forma de zanjar la conversación: si no iba a obtener nada, cuanto menos hablaran mejor sería. No tenía tiempo para perder con sermones.

—Yo soy Niamh —se presentó Lira. Después, acompañó a Jack cuando les guió hacia la biblioteca, dejando que un hombre cargara con el otro. 

En absoluto se esperaba algo como aquello. No creía que la colección de aquel extraño pudiera hacer honor a la palabra "biblioteca" pero vaya si lo hacía. Si no trataba con otros magos, ¿de donde habían salido todos esos volúmenes? 

—Es alucinante —murmuró, mientras se paseaba, acariciando con un dedo los lomos de una hilera de tomos—. ¿Cómo has conseguido todos estos libros?

Gracias, tío. Un compañero está en el Concilium, va a avisarles. Si te enteras de algo, me dices. Ten cuidado.

—Jack —dijo, después de Niamh. 

Tecleó un mensaje rápido en su móvil y lo guardó en el bolsillo para ayudar al tipo a subir las escaleras, sujetándolo bien por la cintura.

—Los de mi Orden no saben nada —dijo, mirando hacia el resto por encima del hombro—, nadie ha sufrido un ataque así, que sepamos. Pero estarán al loro, han corrido la voz. Hay que advertir al Concilium, eso sí. 

Al llegar a la biblioteca, silbó entre dientes por lo bajo. Había muchas cosas ahí, estaba mejor provisto que ellos y eso que eran cinco. Soltó a Adam para vaciar la silla y luego le ayudó a sentarse ahí.

—Vale, ¿ahora qué? ¿Necesitas que te acerquemos algunos libros? ¿Dónde podemos buscar nosotros?

Tras escuchar la explicación de Adam asentí, y luego volví a centrarme en el teléfono. Busqué el contacto, pulsé marcar, y esperé los tonos hasta que alguien cogió al otro lado. Mientras tanto fui siguiendo a los otros hacia la bibloteca, manteniéndome a suficiente distancia para que no escuchasen la conversación.

Una vez allí aún tardé unos minutos en colgar el teléfono.

—En el Concilium dicen que probablemente se sepa de los ataques por la mañana, por ahora saben nada —les expliqué—. Y nos piden que rastreemos ya a los espíritus fugitivos.

Torcí la mirada un instante, aunque luego mi actitud cambió y levanté la barbilla para hablar con seguridad.

—También dicen, en otras palabras, que lo arreglemos. Que si ha sido en nuestra área es nuestra responsabilidad.

—Vale— dice finalmente con pocas ganas. —Si nos enteramos de alguna cosa te lo haremos saber. Pero Ogma...— se detiene tu contacto del otro lado. —... eres un Guardián también. Espero recuerdes tu prioridad es evitar que esto termine afectando a Durmientes. Los Espíritus son seres volátiles y en muchas ocasiones, peligroso. Resolvedlo y resolvedlo pronto— te dice.

—Es lo que hacemos los guardianes— termina la llamada, sin mucha ayuda más que ofrecer.

—¿Un mago independiente?— resonó del otro lado. —¿Ha sido un ataque premeditado, Morrigan? ¿Cómo estás segura que es un accidente?... mira... lo que sea que haya pasado, será tu deber asegurarte de que nadie esté en peligro. Este mago, sea quien sea, llevadle al Concilium local. Si ya os habéis visto afectados y sospecháis que habrá más afectados, es lo menos que deberías hacer. — replica desde el otro lado.

—Si me entero de algo, te lo haré saber. Pero seguramente solo podrás ir a tomar el testimonio. Cuando algo así llega tocando a tu puerta, le declaras la guerra. Así que afila tus conocimientos y bienvenida a la Flecha. Estas mierdas pasan una vez por semana.— responde y cuelga sin más.