Partida Rol por web

El viaje había sido normal. Al principio había habido un poco de tensión entre nosotros y Attem, ya que se empeñaba en ir sólo por la vida con un objeto en el cual pesaba el destino de la humanidad, pero poco a poco se había ido acostumbrando a tenernos cerca, y bueno, en un carro no había mucho espacio para intimidad, le gustase o no.

Finalmente llegamos de nuevo a Vault, aunque algo me decía que no sería para mucho tiempo, ya que la otra mitad del medallón aún estaba desaparecida. Con una sola a salvo estaba claro que no iban a hacer nada malo con ella, pero quizás Kraden quisiera las dos para estar más seguro. O para poder investigar su poder. Estaría muy bien tener ese poder para nosotros.

- Yo debería pasar por casa aunque sea para saludar. Seguro que están todos muy preocupados. ¿Qué decís, quedamos en un rato para ir todos juntos donde Kraden o vamos directamente y según nos diga nos organizamos?

No tuvieron mayor problema en conseguir un modo de viaje y provisiones para la vuelta a casa. Durante todo el camino habló poco con sus compañeros, ensimismada en sus pensamientos. Aunque si aprovechó algún momento para hacerle alguna leve bromita al reservado de Attem y jugar con Acre.

Cuando llegaron a Vault, la expresión de la cara de Libis cambió. Una sonrisa de oreja a oreja se dibujaba en su rostro. Tenía unas enormes ganas de ir a correr a abrazar a sus seres queridos y contarles todas la aventuras que había corrido en aquellos cuatro meses. Habían pasado como un suspiro.

Pero había que pensar primero en la misión. Lo más inteligente era ir a ver al maestro y entregarle el medallón. Luego ya tendría tiempo de descansar con sus gentes.

Yo opino que deberíamos ir a ver al maestro. Tal vez tenga noticias del otro grupo y hayan encontrado el otro medallón. Además debemos ser responsable, la misión es lo principal

Durante la vuelta parezco algo enfurruñado, al final no habia conseguido mi objetivo, escabullirme un poco mientras buscaba un medio de trasporte para ir a la libreria a buscar un libro sobre la región para su colección, pero en fin que le vamos ha hacer....

---Podeis ir  vosotros a saludar a vuestras familias- digo mirando a Hao- luego os podeis reunir con Kraden,yo voy ahora mismo a entregarle el amuleto y os esperamos alli ¿vale?. Y tranquilos, que no me voy a perder.... lo que pasó en aquella fiesta en la que me perdí   por la ciudad no cuenta, es que Acre me mareó y me hizo confundir de camino, podria haber encontrado la academia aunque no hubieseis venido a por mi...

Se ve que nada había cambiado con la llegada al pueblo. De nuevo la cosa era que alguien preguntaba algo, otra persona daba su opinión, y Attem decía de ir sólo. Arriba el trabajo en equipo.

- Dos contra uno me temo. Ya gané la anterior votación, me tocaba perder. Vayamos donde Kraden pues. Ya habrá tiempo para saludos después. Tenéis razón, ya habrá tiempo para saludos luego. Lo primero es lo primero.

Tras vuestra pequeña aclaración tomasteis rumbo a la academia, sin embargo una sensación extraña os acogió, toda la zona del edificio estaba completamente desértica y silenciosa aunque aún os quedaba por investigar sus interiores, en cambio, en el pueblo la actividad parecía normal, de hecho había tanta afluencia que no se habían percatado de vuestro regreso...

Algo pasa. Esto es muy raro. - Libis se mostró claramente intranquila al notar el silencio de la academia.

Sin poder contenerse hecho a correr hasta el edificio y entró dentro como alma que lleva el diablo.

¡Maestro Kraden! ¿Estas ahí? - gritó a pleno pulmón.

---Esto no me gusto....- le comento a Hao mientras veo que Libis sale corriendo y gritando- Si hay algo dentro es posible que ya sepa  de nuestra presencia....y pude saber que es lo que llevamos...

Me arrodillo  junto a Acre y  le digo unas palabras, Acre  asiente varias veces,  con aire solemne ante la seriedad de su dueño. Asiento satisfecho y me levanto.

---Sigamos- digo mientras comienzo a correr tras Libis  con Acre pisandome los talones.

Le he dado la siguiente instrucción a Acre.

" Si llega un momento en el que tenemos que luchar  contra un enemigo y  esta buscando el amuleto quiero que te desvanezcas ( o lo que sea que hagan los Djinnes cuando no estan en este plano xdd) con el amuleto para que asi no puedan cogerte ni a ti ni al amuleto"

y a continuación he colocado disimuladamente el amuleto en su boca.

Todo estaba demasiado calmado...

Frunzo el ceño y asiento a mis compañeros.

- A mí también me parece raro, pero tampoco creo que haga falta asumir ya que ha pasado algo malo... - digo sin mucho convencimiento. - Por si acaso habrá que ir con precaución.

Pero no sirve para nada, ya que antes de que termine de decirlo ya han salido los dos corriendo. Si aquello era una trampa caeríamos de cabeza. 

En un santiamén llegasteis a la habitación principal de la academia, donde estaba todo el grueso de libros y otro tipo de material del sabio Kraden, el cual estaba sentado en su silla favorita "devorando" libros a una gran velocidad, estaba como nervioso, ni si quiera se había enterado de vuestra presencia, seguía pasando páginas y más páginas y ni el grito que dio anteriormente Libis sirvió para romper su magnífica concentración.

Libis se alegró de ver a su maestro sano y salvo, y como de costumbre enterrado en sus libros, haciendo caso omiso de lo que ocurría a su alrededor. Le recordaba a alguien cercano, miró de reojo a Attem.

Se acercó lentamente, hasta apoyar la mano en el hombro de Kraden. - Maestro, hemos vuelto, y lo traemos con nosotros. - le dijo suavemente cerca del oído.

Suspiro aliviado cuando veo al Maestro Kraden Me acerco junto a Libis y miro por encima del hombro del anciano para ver que está leyendo con tanta atención. Acre, contento de estar de nuevo en casa sube de un salto sobre la mesa  y se coloca frente al libro que esta leyendo mirando al anciano, quizas le ofrezca alguna galleta....

Voy el último, corriendo tras mis compañeros hasta que llego a la habitación, donde paro en seco al verles quietos mirando hacia un punto. Entonces veo a Kraden totalmente enfrascado ante un libro, sentado en su silla habitual. Seguro que dentro de esos libros había cosas muy importantes, pero también podría responder si se le llamaba, que el libro podría esperar los dos minutos que tardaría en recibirnos.