Partida Rol por web

"Corre, por tu padre correeeeeeeeee"
Nunca había estado tan a tope, el cerebro la tenía hiper dopada, o lo hacía o la cagaba. Corría, corría y corría, sorteaba los obstáculos sin parar ni un instante y al llegar a la azotea... coordinación perfecta, respiró hondo y como una atleta digna de las olimpiadas saltó propulsandose hacia el vacío.
Fue un momento poético, se hizo el silencio en su mente.

Se lanzó al vacío, dejando unos metros de caída libre antes de tirar del paracaídas. Como parte del plan, se había aprendido el nombre de las cuatro calles que flanqueaban el hotel, así que habló por la radio mientras caía.

-Paquete en rumbo. Avenida Milla de Oro. Repito, avenida milla de oro hacia el sur.

El coche de huída, la pickup estilo cateto con buen compartimento de carga trasero enfiló la avenida. Ese era su blanco. Con un poco de suerte, aterrizaría en el propio maletero.

Los del tejano se habían convencido de que disparar al aire inútilmente era contraproducente. Además, si moría algún viandante o conductor por accidente, el jefe tendría que dar molestas explicaciones a la policía. Policía a la que iba a llamar de un momento al otro. Fuera del casino, la ley era de los hombres con placa.

No contó con las corrientes de aire generadas por el tráfico y eso la desestabilizó ligeramente obligandola a zigzagear de un modo un poco torpe, además debía sortear semáforos y alumbrado público "maldito mobiliario urbano", casi estuvo a punto de engancharse pero penduleó un poco y logró asir las piernas al borde de la pickup, desde donde pegó un tirón del paracaidas haciendolo caer sobre ella.
-Tira, tira, tira!- gritó golpeando la parte de atrás de la cabina indicando que estaba dentro.
Estaba dentro... lo habían logrado... por los pelos...

El paracaídas quedó atrás. No importaba. Excepto la mochila, que si había manipulado, el paracaídas venía directamente de fábrica y carecía de huellas dactilares o cualquier otra cosa que ayudara a la poli. Además, soltarlo entorpeció el tráfico y eso les convenía.

-Ponte cómoda ahí atrás, y agárrate.

En la zona de carga hacia una lona impermeable doblada, para taparse entera. Al lado, una bolsa de deporte con ropa para que se cambiara. Las sirenas comenzaron a sonar.

-Creando distracción...

Sacó un lanzador de granadas M79 y disparó a los coches que venían por el cruce, y que iban a atropellarles. Una granada voló y explotó en el suelo. No era de fragmentación, si no de concusión. O sea, solo hacía un ruido de cojones y provocaba una honda de choque. Eso hizo que los conductores perdieran totalmente la dirección del vehículo y comenzaran a tener accidentes, incluso chocando entre ellos, mientras seguían retirándose a toda pastilla.

Se meaba de la risa, con lágrimas en los ojos y todo bajo la lona. No veía lo que pasaba fuera pero aquello pegaba unos buenos bamboleos. Después de la risa de descarga, normal después de tanta tensión, empezó a cambiarse como pudo entre meneo y meneo. Ahora que estaba quieta el dolor del disparo empezaba a escocer, no le iba a salir un cardenal si no un cónclave entero entre la clavícula y el pecho, por fortuna la ropa de cambio era cómoda, tipo deportivo (leggins, sudadera corta, camiseta...) y no le rozaba por la zona como lo hacía el correaje del paracaídas.
Se sintió ligera como una pluma. Entonces Michel paró y ella asomó los ojillos por una rendija de la lona ¡BOOOOM! Toma distración, si señor, como ya había visto en Paleto Bay esta gente sabía hacer las cosas a lo grande. Sonreía mientras se alejaban dejando tras de sí un enorme atasco.

Todo estaba bien pensado. La policía comenzó a hacerse la picha un lío. Buscaban a ese coche, pero el caos circulatorio hizo que los coches patrulla no pudieran localizarles. Entonces, sacaron el helicóptero.

Pero él lo tenía previsto, como zorro astuto que era. Había aparcado un coche de recambio en una zona en obras, sin cámaras que pudieran verles. Así, cuando detuvo el vehículo junto al otro, solo tuvieron que bajar, recoger sus bártulos y dejar allí el coche.

Pero había un problema. O al menos eso creía ella. ¿Como dejar allí a la vista al coche que estaban buscando, con sus huellas, su ADN y toda la pesca? Michael dijo que no se dejara nada que no quisiera perder. Montaron en el otro coche, un Odi A4 negro, con el cristal parcialmente tintado en los laterales. Perfecto para que no les reconocieran a simple vista.

Y cuando se hubieron alejado lo suficiente, llamó por el móvil, activando un explosivo en la camioneta, que la hizo saltar por los aires. El vehículo ardió como una tea, creando otro considerable caos, mientras él conducía tranquilamente hacia el aeródromo, fuera de la ciudad, tomando la autopista de salida con normalidad.

El madurito canturreaba mientras conducía. Le gustaba la música vieja, pero buena. Rock de los 70 y 80, con el que él había pasado la juventud. La radio no tenía mucha voz. Habían actuado rápido, la policía ni siquiera había establecido controles a la salida de la ciudad. Además, cuando lo hicieran aquello sería un caos de retenciones.

-Bueno, bueno. Ardo de curiosidad. ¿Lo hemos conseguido?

Leeción tras lección de profesionalidad, Queen estaba encantada con el trabajo de Lester y Michel, aplaudió al ver el fuego por el retrovisor. Tenía una cara de diversión que no era ni normal.
Se arranó en el asiento, comenzaba a notar hormigueo en las extremidades, la adrenalina bajaba, se frotaba el morado. En cuanto llegara a casa se iba a bañar en bálsamo de tigre.
Ante la pregunta echó mano del mochilón que llevaba entre las piernas, abrió una cremallerita y sacó un par de huevos Fabergé con los que hizo malavares -Tu que crees?... jejeje- después de voltearlos un par de veces se los mostró y abrió otro bolsillo desde el que refulgían los diamantes -Había mucho más de lo que teníamos previsto, no ha quedado en la cámara ni el polvo- sacó la lengua como si hablara de una simple travesura -Ahora mismo estará cagandose en todo!- elevó el tono hasta acabar riendose "yuju acabamos de pisarle el cayo al jefe de una banda criminal, que chupi..." decían sus ojos, era inquietante lo cucky que hacía parecer las cosas...
-UUUUUUUH TEMAZO!
Subió el volumen de la radio, sonaba "Maniac"

Mi respuesta a la propuesta de mi padre era obvia y él lo sabía. Por la mañana me dirigí hacia el trabajo como cada día, pero con una motivación diferente. Mi tío Jon-Hoo se merecía una despedida y un agradecimiento en condiciones. La oportunidad que me brindó, unida a su infinita paciencia, eran dignas del mayor de mis respetos.

Cuando llegué, allí estaba él. Fregando el suelo, como acostumbrábamos cada mañana antes de la apertura. Antes de que tuviera tiempo de mediar palabra, me abordó con ironía y me pasó la fregona. (Supongo que puedo echar una última mano)

- Tengo que hablar contigo. Es importante, pero puedo esperar a que hagas esas llamadas. - digo mientras empiezo a darle al mocho - Avisa cuando estés disponible.

En el rato que fregaba, muchos recuerdos relacionados con el Gozushi me vinieron a la cabeza. Muchos de ellos despertaban nostalgia por unos tiempos más sencillos. Sin embargo, afloró también el recuerdo de una chica, Satonaka Momoko. Esta chica entró a trabajar una semana después que yo. Era una jovencita japonesa recién salida de la escuela de cocina con buenas manos para preparar el sushi. Era simpática y extrovertida pero, al principio, me cayó un poco mal porque era mandona, así que empecé a llamarla Mimiko, porque tenía las orejas algo grandes para su pequeña cara. Ella estaba algo acomplejada con el tema pero acabó dándole lo mismo, tal vez, incluso, terminó aceptándolo como un mote cariñoso. Con ella tuve una relación a la que no estaba acostumbrado, una relación de hermana mayor. Pese a ser algo más joven que yo, era bastante más madura e innumerables veces me ahorró meterme en problemas por culpa de mi actitud. Sin embargo, el recuerdo era amargo; pues una noche, tras una conversación algo críptica sobre sus obligaciones con su familia, desapareció sin dejar rastro. No volvió a coger el teléfono ni a contartarme de forma alguna. Hoy en día creo que puedo comprenderla algo mejor, tal vez se encontró en una situación parecida a la que yo me encuentro ahora... (Qué buena actriz...)

Con esos pensamientos, terminó de fregar el pasillo, sin saber muy bien por qué. Quizá por costumbre, o por que no quería molestarle antes de comunicarle su decisión por privado. Había sido un empleado modélico y de fiar. Y él siempre le había dicho que la mejor decisión que había podido tomar en su vida era la de haberse apartado de los negocios turbios de su padre. Tenía razón. Pero el destino no atendía a razones.

Su tío estaba terminando con las llamadas y el ordenador. Entonces, un hombre blanco, calvo y con barba de pocos días preguntó en la barra por él. Asuntos de negocios, dijo. Una empleada le acompañó hasta su despacho. Y allí, el tipo sacó simplemente una pistola de la chaqueta, apuntando a su tío Jon-Hoo...

-Saludos de los Mountain Cloud Boys -dijo.

Y le disparó dos veces, la primera en la cabeza y la segunda al corazón.

En el solitario aeropuerto se separaron. La mercancía quedaría custodiada en una caja fuerte en un lugar que solo Lester conocía, antes de que se dispusiera de ella en un tiempo prudencial, vendiéndola en diferentes subastas en el mundo, preferiblemente en paraísos fiscales. Subastas "interesantes", donde se pagaba mucho dinero por cosas ilegales y tan exclusivas que sothebys era para newbies en comparación.

Las chicas tomaron el coche de alquiler, pero no condujeron mucho. De hecho, llevaron el coche hasta la empresa para devolverlo y tomaron el helicóptero de Mary de vuelta a San Fierro. Viajar por los cielos acortaba el viaje considerablemente. Pusieron la radio a toda pastilla y comentaron la jugada mientras comían golosinas y cantaban a coro.

La noche prometía ser de órdago.

Llegaron a la ciudad de la bahía a las once de la noche, y de ahí en adelante, hasta que saliera el sol. Pero primero, obviamente, había que arreglarse. Ponerse guapas. Mary tenía ropa en el taller, y pasaron a recogerla. Luego, tomaron un tranvía para pasar por el piso de Choi.

La prima abrió la nevera mientras ella se metía en la habitación y abría el armario. Llevaba la ropa en una mochila, así que se despelotó tan rápidamente que parecía un tío, mientras daba buches a una cerveza. Y en pelotas se mantuvo cuando llegó a la habitación de su prima y le ofreció otra.

-Bueno. ¿Donde vamos a salir? Conozco un par de sitios donde tengo ya cierta fama...

Antes de entregar el botín se hizo unos cuantos selfies con uno de los Courtier (uno muy parecido al que sacaban en la peli "Lupin"), hubiera preferido un repor hecho por Hwan pero que se le iba a hacer... no podía dejar pasar la ocasión de guardarse un recuerdo para cuando fuera vieja y contara batallitas a los nietos.
Quedaron en que ya se llamarían cuando todo estuviera colocado y se separaron. Las primas no paraban de reir, Queen le contaba todo como si fuera una peli, imitando efectos de sonido, tarareando trozos de banda sonora... y Mary se meaba, sobre todo con la parte en que el asiento rebotó contra la cristalera.
El disparo escocía, así que no esperó a llegar a casa para untarse el famoso bálsamo de tigre. Fue el único momento en que hubo silencio durante el viaje, al extender la pomada el pensamiento voló, sonrió recordando eso que Fehr contaba de que se pasó el servicio militar haciendo masajes a fornidos y peludos tiarrones.

Conforme se sucedían los transportes y las paradas los ánimos fueron templandose, llegaron al apartamento mas bien tranquilas con Queen quejandose de agujetas y olor a perro, con el mono había sudado como un pollo.
-Ponte cómoda, sírvete lo que quieras- dijo subiendo las escaleras -ya sabes donde está todo-. Le tomó la palabra más literalmente de lo que esperaba, así fue como coincidieron las dos en bragas en la puerta del vestidor.
Se la quedó mirando indisimuladamente, era imposible no hacerlo con ese cuerpazo que pedía a gritos que le hicieran un traje de saliva. Se rió
-Cualquiera que crea que somos primas tiene que flipar, madre mía que pena...- dijo apretando los pechos con un cruce de brazos -como dos gotas de agua... jajaja- le aceptó esa cerveza. -Ahhh me duele todo- dejó la lata casi lista de papeles con un solo trago -Ven aquí- tiró de su prima he hizo una foto de las dos tiradas en la cama, guiñando un ojo a cámara y brindando -directa al life invader...- "presumiendo de primita" tecleó acompañando la imagen. Inmediatamente después escribió un guassup a Golan "Pensando en ti". Decidido, iría a darle los buenos días.

-Llevo tiempo fuera, así que vamos donde tu quieras, eso sí, dime donde para saber que ponerme- terminó la cerveza -Por cierto...!- saltó de regreso al vestidor de donde sacó una camiseta y una gorra del restaurante, con unos leggins y un conjunto de pantaloncitos cortos y torera retro de adidas quedaba muy sexi. Lo echó todo en la mochilita -Bueno que ¿A donde vamos? Que me esperan 3 horas de camino a Vinewood!- le chinchó tirando del elastico de las braguitas

Ella sonrió, terminando de fumarse un pitillo.

-No te preocupes, yo te llevo.

Tomaron un taxi para ir al local. ¿Por qué? Era mejor no conducir cuando ibas a sitios así. Quien sabe como coño vas a terminar. El local era una franquicia de un famoso club de Liberty City, el Maisonette 9, que había ampliado el negocio gracias a las ganancias de un asociado y magnate de la construcción, el famoso arquitecto Yusuf Amir.

El Maisonette 10 llevaba solo dos meses abierto, pero se había convertido en toda una referencia de los clubes hetero de la ciudad. En un imprescindible. Decían que allí es donde iba la gente VIP, los famosos, los guapos y las chicas que buscaban fiesta loca, drogas de diseño y una combinación entre tíos buenos y maromos con pasta a los que llevarse al catre.

La música era buena, en su mayoría hits de moda y música de discoteca. No obstante, tenían buen gusto para la selección musical, y a esa hora de la noche eran todo piezas que inducían a mover el esqueleto. La estética del ambiente, que cobraba una entrada bastante cara, estaba cuidada: desde la selección de cócteles hasta el aspecto de los camareros, bailarinas y dj.

El local tenía zona VIP con barra privada, una pequeña pista y sofás con mesa central para los más potentados. Ahí se celebraban concursos de beber champán, baile por parejas y otras pijadas. Se rumoreaba que el club tenía además unos cuartos oscuros estilo picadero, por cuya entrada debías pagar un poco más, y unos espaciosos urinarios donde la fiesta continuaba en más de una ocasión, follando con algún desconocido o desconocida.

Decían que si ibas al Maisonette y no pillabas, o eras gay o más feo que picio. Sin duda la gente exagera mucho, por que aquello no era una orgía estilo Eyes Wide Shut, si no un local de fiesta. Pero para los americanos, cualquier cosa que esté por encima de un local tipo, soso y desmañado, donde puedes beber mucho y tocar poco, era Sodoma y Gomorra. Calvinistas reprimidos...

Pero el caso es que el sitio molaba bastante, y había un ambiente relajado. La seguridad era buena, y los que estaban dentro se concentraban solo en pasárselo de puta madre y desfasar. Al que se le iba la pinza demasiado, andaba traficando con mierdas o pretendía convertir aquello en alguna tapadera de la mafia era acompañado amablemente por los seguratas al callejón trasero, donde le daban una pequeña paliza antes de mandarlo a su puta casa a patadas en el culo.

Entraron en el club y se fueron derechas a la barra para pedir la primera consumición. Ojearon el género que había por allí, con algunas piezas buenas, y su prima le hizo una confidencia.

-Tu primo Hwo chinga bastante bien. Y no tiene mala verga -rió.

La prima se bebió un cubata en dos tragos, dejándolo en una pequeña barra antes de aproximarse a la pista de baile. Y allí se puso a bailar como si no hubiera un mañana. De esa forma sensual y rítmica que, en conjunción con aquel cuerpazo, se la ponía a los tíos dura como el peñón de Alcatraz.

La ducha la devolvió a la vida, nada como el agua hirviendo para aliviar las agujetas.
Tocaba noche de clubs y Queen se vistió para la ocasión*, en tonos oro y botas altas, que para eso era la puñetera reina de la ciudad, estaba de subidón tras en robo ¿Quien necesitaba drogas cuando te sentías inmortal?
El local estaba hasta la bandera, molaba la verdad, lo más cool de la cultura de club estaba allí reunido presumiendo de pasta, desparramando sin pudor y la gerencia tiraba la casa por la ventana, una orgía de "imagen".

-Un destornillador bien cargado- pidió, aunque más que beberlo lo escupió como un aspersor cuando Mary soltó aquello -¡PERO TÍA!- Los genitales familiares no era algo en lo que le gustara pensar (menos aún desde lo de su madre) -Sí no te ha dado tiempo! Un momento... Te lo tiraste la noche de Raúl!!!???- limpió la barra con una servilleta -te lo tiraste... o lo violaste? JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA- hicieron un "gimme five". Queen meneó la cabeza aún sorprendida pero divertida -pobre primo, con razón no me responde, lo habrás dejado para el arrastre so perra JAJAJAJAJAJAJAJAJAJA- la copa le duró un trago, dejó el vaso con fuerza sobre la barra y tiró de la mano de Mary -¡Vamos! Enseñame como te mueves-
La verdad es que, como Raul, su prima debía exudar algún tipo de hormona sexual mejicana que te arrastra incluso siendo hetero. Queen lo tenía claro, le iban los tíos, mucho, muchísimo, muy machunos además, pero tontear con Mary era inevitable y, aunque estubiera feo, calentar al personal era divertido. Así que se dieron al show.
La noche era joven, estaban buenas y acababan de robar un puto casino ¿Que más quieres Federico?

Después de calentar la pista como si fuera un lanzallamas, Choi tuvo que recargar. Es decir, pedirse otra copa. Es entonces cuando tuvo el encontronazo con un pijo gilipollas, que iba caliente por que hacía menos de una semana que su papá le había echado la bronca por que había perdido el coche y terminado en el hospital cuando los ladrones le noquearon con un golpe en la cabeza.

El caso es que se tropezó con ella, y como llevaba un cubata en la mano, una mariconada atontaniñas de bacardí con piña, se le cayó encima de la camisa. Y además de pijo y tonto, tenía mal talante. Así que la retuvo con una mano, empujándola un poco hacia atrás.

-¿Pero que te ash creído, chinilla? Eshto es una camisa de doscientos dólares.

"¿Chinilla? Nadie habla así a la reina", lo miró con su cara de desprecio de tía chunga y le propinó un puñetazo en su bonita cara
-Y esto es mi puño en tu cara imbécil!-
El muy idiota no sabía con quien se estaba batiendo el cobre

El puñetazo no fue muy fuerte. De hecho, cualquier tipo con dos cojones lo hubiera encajado sin pestañear. Pero estaba claro que aquel no los tenía realmente. Mucha boca, y poca cosa detrás.

El puño le hizo sangrar en la nariz. Ni siquiera le partió el tabique. Pero para aquel tipo, la herida era como cuando a los futbolistas les soplan en la oreja, motivo para grandes muestras de dolor. Por eso dió un traspiés hacia atrás, tropezándose con más personas y creando accidentes. La gente se apartó un poco, formándose un semicírculo en torno a ella.

-Me has destrozado la nariz, perraca.

Se puso gallito, acercándose como si fuera a pegar. Pero evidentemente no iba a pegar a nadie. Pero si que alzó el puño como amenazando.

-Tienes suerte de ser una chica. Por que si no...

Una figura muy masculina, aún en su traje negro, se definió detrás de ese personajillo. La música seguía sonando, por que allí no iba a pasar nada. Y la voz lo sentenció.

-¿Y que pasa si el que quiere pegarte una patada en el culo es un tío como Dios manda?