Partida Rol por web

Parthalan golpea con su maza, larga como un bastón y coronada por el símbolo del Dios Sol. Aunque el clérigo no sea un combatiente, cada impacto certero explota en chispas ígneas que consumen a los gnols.

Con apenas una palabra, conjura un manto de fuego que parece inmolarle pero que no le daña en absoluto. Por el contrario, los enemigos que se atreven a acercarse a él son abrasados.

El gnomo comienza a tomar confianza y busca su sitio en el combate. Avanza a lomos del caballo de Orphen. Sus piernas, aunque pequeñas, se agarran a la grupa del équido como si fuera una garrapata. Mientras, sus puños golpean rápidos y fieros a los enemigos que se encuentran más cerca.

Hagen ve con buenos ojos el bravo combatir de Kandalian, pero no se distrae y, en su lugar, acaba con enemigos a pares, con fuertes golpes de su espada. El filo plateado de su arma despeja la zona y el comandante no deja de avanzar poco a poco, para romper el cerco que rodea a los heróicos caballeros.

¡Terminad con ellos! ¡En la puerta Oeste nos necesitan!

Folcard también abate a un enemigo tras otro con sus dos espadas. La velocidad a la que golpea es cegadora, y pronto no quedan gnols cerca del guerrero. Las huestes en el lado Noreste están a punto de caer.

La magia un día será tu perdición, guerrero.

Sin duda la espada se sentía en un segundo plano, pero nunca había sido el tipo de arma que se contenta con estar en la vaina. Desde que había logrado convencer al semielfo Kurgan de que sería mejor que la devolviera a Orphen, apenas había sido usada, y la hoja mágica decidió empezar a divertirse sola.

Su filo vibró, y una energía invisible avanzó hacia el grupo de gnols más cercano...

Vanth acaba con tantos gnols con sus amplios espadazos como Kandalian con sus puños que golpean a la velocidad del rayo. Aquí y allá mueren más enemigos, Folcard detroza a gnols defendiendo a los caballeros a su lado, y Hagen ha vuelto a avanzar en su caballo, barriendo el campo de batalla con su espada como un agricultor que siega la cosecha. Una bola de fuego sale de la mano de Orphen y estalla en medio de los hombres-hiena, y una decena son abrasados.

En ese momento se escuchan gritos de terror absoluto, y un grupo de gnols huye como si escaparan del mismo infierno. Kandalian ha sentido la oleada de una energía oscura que le erizó el cabello, y al mirar hacia atrás no le cabe ninguna duda de que ese poder provino de la espada de Orphen. El valor del gnomo es a toda prueba, pero está seguro de que el súbito pavor de los enemigos tiene una fuente sobrenatural.

Eso es lo último que son capaces de soportar los aplastados y vencidos contrincantes. La escasa veintena de supervivientes trata de escapar y muchos sucumben en la huida merced a los guerreros de Berfôska, o por los arqueros de la muralla, que ya no tienen que contener el fuego por no herir a amigos y se ceban en los huidizos salvajes. De los dos centenares de enemigos que atacaron este lado de muralla ha quedado poco más allá de una alfombra de cadáveres destrozados por espadas o alfileteados por flechas. Claro, que también han muerto algunos heróicos caballeros, y el tiempo invertido en barrer esta zona ha podido ser demasiado como para que los refuerzos a la zona Oeste lleguen a tiempo.

Los caballeros de Berfôska han salido triunfantes, al menos de este encuentro, pero las noticias que vuelan por medio de mensajeros dicen que en la puerta Oeste las cosas están mucho más difíciles. Todas las tardanzas hasta prestar ayuda a los compañeros que combaten en el frente principal pueden ser fatales, y en cualquier momento las defensas pueden irremediablemente caer, o cualquiera de sus amigos resultar muerto.

Hagen alza su espada como símbolo de victoria, pero no tarda en dar nuevas órdenes. No hay tiempo que perder.

Esto solo ha sido una distracción. En la puerta Oeste nos necesitan. ¡Cabalgad!

Y, dando ejemplo, el comandante galopa hacia el borde Norte de la muralla, para rodear la ciudad y llegar a la puerta Oeste por el exterior. En seguida, las filas de las cuales Hagen es la vanguardia se forman.

Vamos a dar un poco mas de sangre al suelo...Que aun los caballos no resbalan.

Orhpen aprieta al caballo para ponerse al lado del líder de su orden, manteniendo el estandarte en su lugar.

El gnomo se sujeta a la grupa del corcel de Orphen.

Ha sido más fácil de lo que parecía, ¿no? Dice siempre positivo y animado.Vayamos al rescate del resto!

WAR!

Los malditos trolls parece que no quieren morirse, pero su opinión no me importa.
Me muevo rápidamente por la muralla y comienzo a conjurar, al terminar estiro la mano y señalo hacia los dos trolls que parecen estar mas heridos; 5 pequeños proyectiles mágicos salen de la punta de mi dedo impactando en tres en un troll y dos en el otro.

Un troll más cae abatido por las esferas de fuerza que conjura el nigromante. Los gigantes, en respuesta, lanzan varias grandes rocas que llevaban en sus enormes brazos. Como catapultas vivientes, arrojan los proyectiles de piedra a gran velocidad, y con una puntería letal. Ya están demasiado cerca, y esta vez sus blancos no son las murallas. Varios arqueros mueren en el norte por las piedras, y un caballero de la formación que guarda las puertas también resulta aplastado. Los enemigos no dejan de avanzar.

Y, sin embargo, casi todos los ojos están fijos en el lado Sur de la batalla. Los dos regimientos de servidores de Erythnull están a distancia de carga, y todos esperan el ataque, pero los humanos malvados no solo no aumentan el ritmo de su marcha, sino que se detienen. A treinta pies de los caballeros de Berfôska y justo bajo las murallas de la ciudad, los adeptos del Dios de la Matanza parecen desafiar a las flechas, los conjuros y las espadas enemigas, como demostrando que no tienen miedo. Los Saqueadores disfrutan, más bien, inspirando el terror que ya pueden oler entre los habitantes de Berfôska más inseguros. Hay un resplandor mágico y cae otra lluvia de proyectiles mágicos sobre los defensores. Por toda la muralla caen milicianos muertos, que son los que reciben la peor parte, pero también resulta muerto un caballero. Estalla una bola de fuego, y otro caballero más muere abrasado.

Un resplandor rojizo rodea a las tropas de adeptos de Erythnull de repente. Una protección mágica que parece el simétrico reflejo a la defensa que conjuró hace un minuto Bohemond para sus hombres. Los rezos oscuros y las palabras arcanas salidas de las gargantas de los viles conjuradores resultan inquietantes. El suelo entre los regimientos enemigos y los defensores comienza a arder en varios puntos; una especie de muro de llamas conjurado por la magia malvada, que separa a ambos bandos.

El umbral abierto por Bohemond se cierra, y la abominaciones salidas de él acaban siendo aplastadas por una nueva marea de gnols. La abrumadora superioridad numérica resulta difícil de vencer, y la horda vuelve a avanzar, solo dificultada por el enorme diablo insectoide de la lanza gélida. Incluso el poderoso infernal resulta insuficiente para acabar con los inacabables enemigos, y los gnols rodean al monstruo, dividiéndose en dos columnas: una de ellas se une al grupo de trolls que va hacia los arqueros de la muralla y el lado norte de la formación de caballeros; la otra columna de gnols va hacia el frente sur, que encara a los humanos malvados.

El elfo vión con mucho pesar como caían los primeros hombres, pero no podían mermar ahora, pues sino todo acabaría mu pronto, y no como desearían, intentando infundir valor volvió a disparar sus flechas, sabía que los milicianos muy probabalmente estuvieran exaustos, pero no podían tener ningún minuto de descanso, no aún...

Vanth, sin perder el tiempo, se apresuró a espolear su montura rumbo al frente de la batalla. Si realmente las cosas estaban feas allí, tal vez una carga por el flanco enemigo ayudase a compensar la balanza.

Mientras cabalgaba, buscó con la mirada a Diana, quien no parecía haber salido muy bien parada del reciente combate y trató de mantenerse cerca de ella para ayudarla si fuera necesario.

El comandante ve morir a sus hombres sin poder hacer mucho al respecto. Ha combatido a los Saqueadores antes, y sabe que son enemigos temibles. Aunque Kurgan o el propio Bohemond pudieran matar a uno, doce o veinte de esos guerreros en el cuerpo a cuerpo, lo cierto es que el resto de caballeros serían destrozados por sus armas malditas y sus conjuros, y aún sobrarían enemigos para arrasar cualquier otra resistencia y entrar en la ciudad. Con sus proyectiles mágicos y sus hechizos los malvados humanos solo buscan provocar un movimiento en falso.

Mientras no lleguen refuerzos, las mejores posibilidades que tienen los defensores es responder al fuego con más fuego, y no dejarse llevar anticipadamente a un cuerpo a cuerpo que no pueden ganar.

Kurgan, mantén tu posición. ¡Abrid la formación!

A sus órdenes, los caballeros, e incluso los diablos convocados, se dispersan un poco, manteniendo un frente compacto pero mitigando el efecto de posibles conjuros enemigos.

Hace un último gesto al semielfo que ocupa su flanco izquierdo, queriendo decir "paciencia".

Responded a sus ataques, pero no carguéis.

El propio Bohemond se prepara para conjurar algo que haga a los servidores de Erythnull reconsiderar su supuesta ventaja a esta distancia.

Kurgan se mantuvo en el lugar que estaba como le había ordenado Bohemond, aunque no sin demostrar cierto descontento. Su paréntesis en la acción le provocaba cierta ansiedad, sobretodo al ver como caballeros y arqueros de su bando caían. Tanto le frustraba su inoperancia, que se atrevió a cuestionar a su general.

Con el debido respeto señor, tal vez debería ir a apoyar a los arqueros y al mago contra los trolls, si despejamos el flanco derecho rápido podremos concentrarnos en los acólitos de Erythnul....y si la cosa se complica, podría regresar a este punto antes de que su señoría terminase de decir mi nombre.

Bohemond interrumpe sus propias cabilaciones para contestar al semielfo.

Los trolls no son lo que me preocupa, Kurgan. Los del flanco derecho deberán arreglárselas, porque te necesito aquí. Nuestros refuerzos deberían llegar pronto, y lo harán por el Norte.

La de Bohemond no es una decisión fácil, y se apoya en una confianza en que Hagen y sus hombres llegarán - y lo harán a tiempo - que otros no compartirían. En todo caso, enfrentándose a los servidores de Erythnull, y con un regimiento entero de esos asesinos oculto por el conjuro de invisibilidad, una carga puede ser suficiente para aplastar la defensa. Cada hombre es importante aquí, y Kurgan lo es más que muchos.

Sin embargo, compartiendo el deseo del mercenario semielfo de desencadenar la acción, Bohemond se decide a devolver algún golpe hacia los adeptos del dios de la matanza, esperando terminar de decidirlos. Con su puño cerrado, reforzado con el guantelete negro, señala hacia las tropas contrarias, al otro lado del muro de fuegos.

Una oleada de energía negativa sacude las filas de Saqueadores, y el dolor traspasa filas y filas hasta llegar al corazón del regimiento enemigo. Se escuchan algunos aullidos y alaridos, pero parecen más los rugidos de bestias enfurecidos que gritos de dolor.

No es el poderoso conjuro del comandante lo que desata la acción, en todo caso. De repente los fuegos que dividían el campo de batalla del Sur en dos se extinguen. El aura protectora que rodeaba a la formación más cercana se disipa, y la unidad que había desaparecido, oculto tras conjuros, vuelve a aparecer. Todos los conjuros del enemigo se han desvanecido en un solo segundo, y Naldar, con su ventajosa posición y su aguda vista, es el único capaz de distinguir en las oscuridad las túnicas rojas que explican el prodigio. Los Magos Rojos están detrás de los regimientos de servidores de Erythnull, fuera de la vista y protegidos por ellos. En combinación con los Saqueadores, su poderosa magia debía ser el golpe definitivo que aplastara toda resistencia, pero en cambio ahora la traición equilibra la balanza.

Espoleados por este revés, los adeptos del Múltiple rompen su inactividad y se lanzan a la carga contra los caballeros de Berfôska. Las filas se preparan para recibir el impacto de los guerreros enloquecidos.

Los trolls avanzan hacia las murallas por el norte, y por el sur los adeptos se preparan para la carga, y por todos los lados gnolls; la traición de los magos rojos ha equilibrado las cosas, pero aun asi, estamos muy jodidos.

Bueno, tendremos que hacer algo ya, sino se pondrá difícil.

Miro a mi alrededor y al final encuentro a mi mano espectral, tras una orden mental esta se acerca.

Vamos pequeña, es hora de hacer algo divertido, por algo me han nombrado caballero de la redención

Comienzo a recitar unas palabras arcanas y poso la mano sobre la mano espectral.

Venga pequeña, es hora de divertirnos.

Tras lanzar el conjuro la mano se dirige en dirección a los trolls, sonrió y comienzo a preparar mi ballesta, por si acaso.

Vamos chicos, ahora es cuando realmente comienza la fiesta!!!