Partida Rol por web

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

AVANZADA LA TARDE.

RAVENGRO.

Gruñido explicó a Velkan, a su manera, lo que habían ido a hacer allí. Konrad añadió que también habían acudido a la cita por expresa petición del Doctor Querio Vandel, quien sospechaba que en un acontecimiento tan singular, sobre todo para un pueblucho como aquel, se pudiera averiguar algo o atisbar a alguien sospechoso.

- Es bueno tenerte de vuelta, Velkan.- Aunque el enorme barbudo no era parte de su servicio sabía el afecto que le unía a Sascha y Gruñido y, por tanto, el vínculo le afectaba también a él. Tenerlo desaparecido tenía a los dos miembros del Clan de la Gorra Roja inquietos, como ahora lo estaba él por la suerte que pudiera encontrar su hermanastro Gheorghe. Sin embargo, su regreso también había supuesto volver a perder a su otro hermano, rebautizado como Réquiem. 

Al menos recuperé el anillo.- Y como si le diera miedo volver a perderlo soltó el agarre de Kendra para acariciarlo con la yema de sus dedos. El anillo era una prueba fehaciente de que lo que habían vivido era real y, más aún, que era algo tangible. Podían pasar objetos materiales de un lado a otro.

La mirada de Konrad se elevó al cielo, pidiendo paciencia a  Iomedae, cuando Janos mostró su intención de volver a la casa de Kendra a dejar las cosas de las alforjas de la montura. Empezaba a entender qué llevaba a una persona a dedicar su vida a la aburrida tarea de servir a la diosa solar y ser escudero de su hermano Gheorghe: una falta completa de sentido común. Pero quién era él para criticar nada. Mucho menos cuando intentaba restablecer los maltrechos lazos entre su destartalada familia. Janos era un importante punto de apoyo pues estaba seguro de que, por Gheorghe, sería capaz de ir al fin del mundo. Un incómodo sentimiento le atenazó la boca del estómago. Antes solía aplacarlo con opio o alcohol, o las dos cosas, pero ahora tenía que joderse y aguantarse.

- Vamos ya o nos perderemos la actuación. - Su intención era ser un mero observador. Pasearse por ahí cual pavo real con las plumas desplegadas de forma que llamase lo más posible la atención y así dejar que Gruñido hiciese lo que se le antojase en sus ratos libres fuera de su servicio como su cochero.- ¿Me acompañas, querida?- Volvió a coger de la mano a Kendra para atender a la actuación.- Quizá el baile le sirva a mi mente de distracción, ahora que no hace más que pensar en mi pobre hermano.- Se quedó observándolo todo, atento a todas las miradas, a las reacciones de la gente. A veces su mente se distraía pensando en cómo demonios iban a hacer para encontrar a ese grupo de desmemoriados a los que estaban vinculados de alguna manera.

¡¿Es que estas niñas no tienen casa?! La tarde está muy avanzada, en cualquier momento se va a hacer de noche y aún están jugando en la calle. ¡Los padres se van a llevar un disgusto!

Vamos... Velkan, Gruñido-apremió-. Si os perdéis el principio del concierto, yo no quiero oír luego lamentos.

Quizás fuese lo mejor que podrían hacer esos dos: quedarse atrás. Con todo el mundo en el concierto, Velkan y Gruñido podrían tratar de hablar discretamente con el prisionero desde la calle, por alguna ventana con barrotes.

Permanecía en silencio casi todo el tiempo, no le gustaba hablar demasiado y no era la clase de persona que se desenvolviera bien en sociedad. Velkan estaba acostumbrado a la soledad y a la naturaleza, el caminar por centros urbanos le tensaba. No era consciente de ello. pero su mandíbula permanecía apretada y los músculos de su cuello tensos como cables.

Su cabeza no estaba muy pendiente del lugar en el que se encontraba, pues no dejaba de pensar en el viaje que había realizado y el lugar en el que se había encontrado. Aquel manicomio era un sitio horrible de caos y perdición, un sitio peligroso y loco donde por loco que pareciera se había sentido muy útil. En su cabeza no dejaba de bailar el pensamiento de que debería haberse quedado en aquel lugar donde podría haber sido más útil. 

Levantó la vista al escuchar su nombre y miró a Konrad en silencio para luego asentir despacio a las palabras del noble y responderle con un escueto.

—Es bueno haber vuelto.

Tras eso escuchó las palabras del Doctor Querio, al que miró con desgana, y se limitó a asentir a lo dicho por éste. Iban a escuchar música y la música se suponía que le gustaba aunque suponía que ese concierto no iba a tener ningún tipo de paralelismo en ningún momento a lo que él hacía tocando el banjo.

MITAD DEL INVIERNO DE 4711 RA.

DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

AL FILO DEL OCASO.

RAVENGRO, PLAZA Y TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

El Demonio Reidor, regentado por Zokar Elkarid, es fiel desde su mismo nombre a la filosofía de su dueño: "La mejor manera de enfrentar los horrores del mundo es con una broma, porque si uno puede reírse de lo peor que la vida tiene para ofrecer, no queda mucho que temer."

El interior de su taberna resulta cálido y agradable, generando un ambiente amistoso a cualquiera que entra, una buena forma de transmitir su filosofía.

Al verlos entrar Zokar los recibió con una sonrisa y dejó su puesto tras la barra para acercarse a ellos.

- ¡Señorita Kendra! ¡Me alegro de verla por aquí! ¡Y veo que viene usted muy bien acompañada por sus amigos! ¡Encantado, amigos, bienvenidos al Demonio Reidor! Pero por favor, pasen y pónganse cómodos, hoy habrá un concierto y está a punto de empezar. Vengan, les prepararé una mesa.

Los guió entre las sillas y mesas desperdigadas por el local y preparó una en posición privilegiada para escuchar el concierto dejando a Kendra elegir el sitio preferencial, no sin antes obtener el consentimiento de Konrad, al que sentó a su lado.

- ¿Qué van a pedir la Señorita y los Señores? Si me permiten les recomiendo los "Filetes de Vampiro", "Pelotas de lobo" o "Sopa de cadáver". - Esperó un momento con un rostro afable y sonriente antes de soltar una gran carcajada. - Jajajaja. No se asusten, no se asusten, mis amigos, tan sólo son unos nombres acordes con el espíritu de mi local. Creo que la mejor manera de enfrentar los horrores del mundo es con una broma, porque si uno puede reírse de lo peor que vida tiene para ofrecer, no queda mucho que temer. ¿No piensan igual? En cualquier caso los "Filetes de vampiro" son en realidad de carne de res espetadas en estacas de madera con las que las asamos, como si fueran un vampiro al que le han clavado una estaca. ¿Comprenden? Las "Pelotas de lobo" son albóndigas de cordero y las servimos en platos blancos como si fueran una luna llena. O quizás prefieran algo más ligero, "La sopa de cadáver" es un excelente guiso de caldo rojizo y deliciosos trozos de carne. Claro que si prefieren otra cosa pueden pedir lo que deseen. Y supongo que querrán acompañar esta excelente comida con algo de bebida. ¿Que les parece unos "Fantasmas líquidos"? Lamento no poder desvelarles el secreto de nuestra receta, pero les aseguro que no se arrepentirán.

Buenas tardes, Zokar. Me muero por meterme en la boca unas pelotas de lobo-sonrió; de verdad que le apetecía mucho tomar unas albóndigas-. Y de beber... Soy mal bebedor, solo puedo tomarme alcohol suave. El equivalente a la cerveza o a la hidromiel que tengáis. "Bilis de Estirge", "Meo de Licántropo", o como lo llaméis aquí.

Echó un vistazo alrededor, buscando caras conocidas. Eso, básicamente, se reducía al Sheriff, a la concejala Mirta y a los asistentes al entierro del Profesor, tanto los que fueron a molestar como los que estuvieron a lo que había que estar.

Vaya... Tienes el local lleno. Se nota que hoy hay una actuación musical. Uno no sabe cuánta gente vive en un pueblo hasta que los congrega a todos. Hasta imagino que habrá venido gente de fuera del pueblo. ¿Quizás alguno de los cazadores que capturaron al semiorco el otro día?-dejó caer al tabernero, como quien no quiere la cosa.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

AL FILO DEL OCASO.

RAVENGRO, PLAZA Y TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

El tabernero del Demonio Reidor había sido una de las personas más amables con el grupo de extranjeros desde que llegaran a Ravengro y volvía a hacer gala de ello. Konrad limpió con uno de sus pañuelos de seda un taburete para que la hija del Profesor Lorrimor tomara asiento en un lugar privilegiado para presenciar el concierto. Una vez se deshizo de la mujer pudo concentrarse en los alrededores y en saciar sus necesidades más acuciantes: el hambre y la sed.

- Pelotas de lobo para mí también y Fantasmas Líquidos, por supuesto.- Como no sabía qué alcohol era no podía sentirse culpable sobre si beberlo o no. A pesar de las incógnitas sin resolver que aún les atormentaban, así como la desaparición de su hermano, se encontraba con apetito.

El Doctor Querio preguntaba hábilmente por extraños entre aquella gente. Dejó que el tabernero respondiera antes de preguntarle por su hijo.

- ¿Y dónde ha metido a ese pequeñajo suyo? Soy fatal para los nombres. No me diga que va a perderse el concierto... ¿Qué tipo de música vamos a escuchar? Por saber si debo desentumecer las piernas.- Konrad tomó asiento junto a Kendra y la miró con una sonrisa.- ¿Se te da bien bailar? - Preguntó curioso, aunque intuía la respuesta.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

AL FILO DEL OCASO.

RAVENGRO, PLAZA Y TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

- "Sopa de cadáver y sidra para mi, maese Elkarid." - Le pide Kendra al tabernero, quien inmediatamente se acerca a Gruñido y a Velkan para tomarles la comanda.

Después se vuelve hacia Konrad.

- "No mi señor Mykephoros. No se me dan bien los bailes. Además, recordad que estoy de luto y ni siquiera debería estar aquí esta noche. Es costumbre en Ravengro guardar luto riguroso durante un año." -

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

AL FILO DEL OCASO.

RAVENGRO, PLAZA Y TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

 Los sentidos de Velkan por lo general estaban muy desarrollados, cosas de sobrevivir en la salvaje naturaleza, sin embargo el sentido del humor estaba casi atrofiado. Ese fue el principal motivo de que los nombres y el ambiente general que reinaba en la taberna del Demonio Reidor no le entusiasmaran lo más mínimo. Olfateó el ambiente que estaba notablemente cargado y denso debido a la cantidad de gente agolpada y el poco gusto por el agua que demostraban.

—Pelotas de lobo y cerveza.

Pronunció aquellas palabras con desgana y sintiéndose algo ridículo, por eso trató de solventar ese problema cuanto antes. Después de ordenar su pedido se concentró en la música que sonaba. No era un experto ni mucho menos pero conocía la música pues desde bastante años atrás llevaba un banjo a su espalda para tocar. Gracias a ese instrumento proporcionado por el profesor Lorrimor su interés por la música había crecido y era capaz de apreciar muchos elementos en ésta que anteriormente había ignorado.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

DESPUÉS DEL OCASO.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

​Janos Dimitriev Mykerinos regresa un rato después y entra a la taberna visiblemente abarrotada. Pronto localiza la mesa algo apartada donde el dueño les está terminando de tomar la comanda de la cena a sus compañeros.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

AL FILO DEL OCASO.

RAVENGRO, PLAZA Y TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

Konrad suspiró para sus adentros varias veces. La primera por la respuesta de Kendra, la cual ya se esperaba. Cuanto más conocía a la soporífera mujer más ganas le daban de volver a darse al opio. Si la hija del profesor estaba allí a disgusto no entendía para qué había accedido a acompañarles.

Luto riguroso durante un año...- Se preguntaba si él debería hacer lo mismo en caso de que Gheorghe no volviera. Negó ligeramente con la cabeza. Eso no iba a pasar, no ahora que habían recuperado su antigua relación de hermanos.

- Por supuesto, querida. Sólo era un tema de conversación como otro cualquiera.- Buscaré otra pareja de baile.- Si hubiera estado Sascha la hubiera obligado a bailar con él. Eso sí que hubiera sido gracioso. Buscó con la mirada algún objetivo y, no sin cierta molestia, vio que Velkan y Gruñido estaban allí con ellos. ¿No se suponía que su cochero iba a entablar una amigable conversación con su semejante?

- Ummmpf.- Quizá Mirta anduviera por allí. Seguro que la conversación con la cotilla mayor de Ravengro podría ser más interesante y, a buen seguro, sabría bailar. El noble hizo un gesto con la mano cuando vio entrar al joven Janos en la taberna indicándole que allí había sitio suficiente para él también.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

DESPUÉS DEL OCASO.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

Mi camino hacia la taberna transcurrió sin ningún problema y a los pocos minutos cruzo su entrada para buscar a mis compañeros. Veo la mano de Konrad indicándonos donde están e invitándome a que tome asiento, por lo que me acerco y muevo la silla antes de sentarme. Dejo mi mochila entre mis piernas, bajo la mesa para evitar ladrones y pregunto al resto:

 - "¿Me perdí de algo importante?"

Miro alrededor, intentando otear el ambiente general y a la vez notar si hay algo de interés. Se supone que los músicos tocarán acá pero no es algo que realmente me interese pues las expresiones artísticas nunca han sido una de mis devociones, lo mío es más práctico y de acción.

¿Que si te perdiste algo importante? Pues... las pelotas de lobo. Son albóndigas de cordero. Todos las pedimos. Salvo Kendra, que prefirió sopa de cadáver. Si prefieres filete, pide filetes de vampiro. Y el señor Zokar Elkarid estaba a punto de hablarnos sobre su clientela menos habitual, ¿verdad? Todo gracias a la aportación de esos músicos...

Querio se puso en pie y agitó el puño en alto. La otra mano se quedó haciendo pantalla en la comisura de la boca para alzar la voz con menos esfuerzo.

¡Wiiiiiii! ¡Ánimo, Tom!-ovacionó al único de los músicos de los que había aprendido el nombre en la conversación del callejón.

Se volvió a sentar. Ese era el único exabrupto que se iba a permitir. No eran propios de él, pero se la debía al joven bardo por haberle dedicado unos segundos de su tiempo.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

DESPUÉS DEL OCASO.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

—Has vuelto rápido chico, eso es que estás en buena forma. No, no te has perdido nada interesante más que lo que ves... si esto te parece interesante, entonces... sí.

La desgana en la segunda parte de sus palabras fue evidente. Pese a que llevaba un rato por allí y Gruñido le había explicado la idea con mucha diligencia y amabilidad seguía sin saber muy bien que hacía allí Sus ojos seguían fijos en los músicos y había sentido en varias ocasiones la tentación de echar mano del banjo para acompañarles, no obstante prefería no volver a hacer el ridículo en público.

—¿Cuándo vamos a intentar lo del... prisionero?

Bajó su tono para hablar de eso y no llamar demasiado la atención de la gente que les rodeaba y que confiaba en que se entretuvieran en la música que sonaba. La pregunta estaba dirigida en general para todo el grupo, pero específicamente para Gruñido que era el interlocutor principal con el prisionero por razones más que evidentes.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

DESPUÉS DEL OCASO.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

Los músicos interpretan primero un teatrillo de marionetas, acompañado de acordes musicales y toda una amplia variedad de voces propias de un ventrilocuo de cierto talento. Es un talento algo tosco, apropiado para un pueblo y que seguramente tendría mucho menos éxito en una ciudad, incluso una no muy cosmopolita. Sin embargo, es talento a fin de cuentas.

Las marionetas narran la historia de una bestia creada como instrumento de venganza por un amante despechado, un anatomista de de Lepidstadt, que roba cadáveres para componer un monstruo hecho a trozos. Aunque la historia está llena de interludios cómicos, confusiones y malentendidos, lo cierto es que a lo largo de la trama, la criatura acaba matando a todos cuanto conocen o le ofrecen su ayuda y amistad, hasta que al final de la obra, se queda sola en un pantano, amargada y reflexionando sobre sus crímenes. Los otros malvados de la obra acaban en la hoguera o en la horca, pero la bestia simplemente acaba sola, y se da a entender que quizá no pueda morir y que ese sea su castigo.

Con el local tan abarrotado, Zokar tarda en servir la cena. Al ver a Janos se disculpa diciendo que no tiene gran cosa, pues ha venido más gente de la esperada, pero que puede ofrecerle otro cuenco de sopa de carne, pan de centeno y una jarra de vino tinto.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

DESPUÉS DEL OCASO.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

El teatrillo de marionetas era algo infantil para un noble como Konrad, quien había visto mucho mundo y gastado otro tanto dinero en espectáculos de todo tipo. Así que trató de aprovechar tiempo, hablando con unos y con otros, y se le daba francamente bien. Al final no bailó al son de la música pero se deslizaba entre el gentío con tanta gracia que casi parecía que estuviera ejecutando una danza. El truco estaba en no beber mucho y dejar que los demás aflojaran la lengua a base de aguardiente. Parecía fácil pero resistirse a los encantos del alcohol no era sencillo para Konrad. 

Los concejales, sobre todo El Concejal Hearthmount, eran una fuente inagotable de información sobre Piedra Alzada. No veía el momento de compartir con el Doctor Querio sus averiguaciones. El incendio que causó la tragedia fue en realidad una bendición oculta, pues los prisioneros en realidad se habían amotinado y habían ganado el control de las mazmorras de la prisión justo antes de la conflagración. Fue sólo gracias al autosacrificio del Alcaide Hawkran y veintitrés de sus guardias que se evitó que los prisioneros pudieran escapar. De ese modo los guardias dieron sus vidas para salvar al pueblo de Ravengro. Por supuesto, los paletos que habitaban ahora en el pueblo, apenas conocían su historia.

Instado por la insistencia de Querio por saber del Camino Susurrante, Konrad pensó que la herbolaria, antigua amiga del Profesor Lorrimor, podría saber algo. Y, efectivamente, así era. Al parecer, los Agentes del Camino Susurrante a menudo buscaban alianzas con criaturas no muertas, o que ellos mismos son no muertos. El miembro más notorio e infame del Camino Susurrante fue Tar-Baphon, el Tirano Susurrante, aunque la sociedad en sí misma había existido desde mucho tiempo antes que incluso ese poderoso necromante.

Konrad hizo una pausa en sus averiguaciones cuando la historia contada por los titireteros llegaba a su fin. A pesar de su sencillez, la moraleja que ocultaba le había llegado al corazón. ¿Le pasaría lo mismo a él? ¿Acabaría sólo como el monstruo de Lepidstadt? Aquel sentimiento angustioso le hizo reforzar su intención de recuperar la relación perdida con sus hermanos, pero para ello debía encontrarlos. De nuevo centrándose en su misión de recabar información aprovechando el distendido ambiente, Konrad posó sus ojos en los pueblerinos jactanciosos que que capturaron al semiorco. Negó con la cabeza pues no hacían más que recordarle a los que trataron de quemar en una hoguera a Sascha y Gruñido.

En esos pensamientos estaba cuando unos gritos, procedentes del exterior de la taberna, llegaron a sus oídos. A falta de Sascha, Konrad tomó del brazo disimuladamente a Gruñido para que se quedara junto a él, protegiéndolo, y lanzó una mirada intensa a Velkan y Janos.

- Sería una pena que nos amargaran esta velada. Vayamos a ver qué sucede.- Quizá fuera la oportunidad para que Gruñido fuera a ver al otro mestizo.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

ANTES DE LA MEDIA NOCHE.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

La velada se da bastante bien. Kendra, Gruñido, Janos y Velkan hablan entre sí y disfrutan de la cena, de exóticos, pero sabrosos platos, de las bebidas espirituosas y del espectáculo de marionetas y de música.

Mientras, el Doctor Vandel y el noble Konrad hacen extenso uso de sus habilidades sociales, dejando un poco más de lado los placeres de la cena y la bebida para sonsacar cuanta información pueden a varias personas, incluyendo a los Concejales, al tabernero Elkarid, al Sheriff y a varios lugareños que, con la atmósfera distendida de la posada gracias a la buena cena, al aguardiente y el vino, y al espectáculo de marionetas y de música, ven como se les suelta la lengua de manera natural.

Repentinamente se escuchan gritos fuera, la gente sale a ver qué ocurre y qué son esos gritos, y más gritos de terror y pánico se añaden a la confusión. También se escucha un sonido extraño como una mezcla de zumbido y de aleteo de alas de cuero.

¿En serio? Justo cuando ya había terminado de hablar con todo el mundo y estaba a punto de comerme mis pelotas de lobo...-se quejó amargamente.

Al Doctor Vandel no le gustaban las aglomeraciones, y la puerta se había vuelto un punto de paso muy transitado cuando todo el mundo se levantó de sus asientos. Para dar tiempo a que los lugareños despejaran la entrada, Querio contemporizó, acercándose a una ventana para ver lo que ocurría en el exterior.

Llevó consigo su bastón, bajo la axila del brazo que sostenía su plato. Blandió en su otra mano el tenedor con los que llevarse las pelotas de lobo a la boca. Se enorgullecía de sí mismo por haber mantenido suficiente calma en el alboroto para seguir comiendo, pero lo cierto es que las albóndigas ya estaban frías.

¡Tom!-llamó al músico-¡Ven a la ventana! ¡Ahí fuera hay algo que te puede interesar para tus historias!

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

ANTES DE LA MEDIA NOCHE.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

No hacía más que repetirse que aquel no era su sitio, que su presencia allí era inútil. No se encontraba cómodo socializando pese a que la música le hubiera resultado agradable. Quería permanecer en aquel lado para estar cerca de Sascha y Gruñido, para investigar lo que había sucedido con el Profesor Lorrimor y ponerle fin a la promesa hecha, no obstante era inevitable para él el pensar en su utilidad con los miembros del grupo que se encontraba en el manicomio perdido. Estaban mal armados, con poca alimentación, eran débiles y estaban en una zona mucho más peligrosa, quizás ese fuera su lugar y no una taberna con comida y música.

Sus pensamientos quedaron interrumpidos por unos gritos que provenían del exterior, estos estaban acompañados de un ruido que tardó en identificar con claridad pese a sus desarrollados sentidos de cazador. Velkan no dudó, se puso en pie y apoyó su mano en el mango de su hacha, sin llegar a sacarla. Ayudado de su poderoso físico y alzando la voz con potencia se fue abriendo camino hasta el exterior para tratar de ser de los primeros en salir y poder observar de primera mano que era lo que estaba sucediendo fuera.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

ANTES DE LA MEDIA NOCHE.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

A pesar de su inicial reticencia a acercarse a las gentes que pueblan Ravengro, pronto el exceso de información que satura sus sentidos hacen retroceder de la mente del semiorco esos negativos pensamientos. – ¡Era un festival! –. Gruñido no recordaba haber visto uno más que de lejos, como mucho había rebuscado (para su deliciosa satisfacción) en los desperdicios que quedaban al día siguiente.

Gruñido había desestimado los acercamientos de Velkan para con la charla del mestizo prisionero. Gruñido había pensado que si les sorprendían haciendo algo así, no habría mucho que pudieran decir unos extranjeros, por no hablar de la herencia mestiza del cochero para justificarse. El recuerdo de las llamas venía una y otra vez a Gruñido y eso sumado a la promesa de música y viandas, hicieron que desestimara con algunos gestos las sugerencias de Velkan. Explicarlo hubiera sido largo y tedioso, así que el semiorco se contentó con pedir algo de comer en la taberna por medio de unos gestos que sumaban uno al un plato ya ordenado.

El alboroto del exterior le sacó de la deliciosa tarea de engullir los restos de su plato, haciéndole enarcar su ceño. Siguió los pasos de Velkan con sigilo, sin llegar a salir al exterior, observando desde una ventana cercana a la puerta de salida.

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DÍA DEL BIENESTAR, 5 DE ABADIO.

ANTES DE LA MEDIA NOCHE.

RAVENGRO, TABERNA DEL DEMONIO REIDOR.

La jornada prosigue de manera muy agradable, lo que parece que nos hacía falta, considerando todo lo que nos ha sucedido en los últimos tiempos y la preocupación constante en que nos hemos visto envueltos. Un poco de bebida, comida y algo de buen ambiente es capaz de recuperar las energías del espíritu cansado y subir el ánimo. Sonrío mientras pasan los minutos, por primera vez en muchos días, recordando de forma inconsciente de que la vida es para disfrutarla y no solo para luchar.

Pero tenemos un objetivo y no olvido el asunto del prisionero que queremos ir a ver. Pero entonces, escuchamos un grito en el exterior y unos extraños ruidos que nos evocan la imagen mental de alas.

Sin pensarlo dos veces, me pongo de pie y avanzo hacia el exterior, preocupado de que alguien esté siendo atacado y algún mal esté a nuestras puertas, con funestas intenciones y poderosos medios.