Partida Rol por web

Historias de Horror I.

Diálogos.

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05/06/2017, 11:40
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Negué con la cabeza despacio ante la primera pregunta, mientras acariciaba al semiorco.

- De sangre... no. Es hermano de clan. Nos hemos criado juntos. Es hijo de una de las mujeres de mi tribu. Antes éramos un buen grupo pero... ya sólo quedamos nosotros. Y uno más.

Añadí la última frase con tono bastante triste. Escuché el resto de la historia de Konrad con atención, pues así evité seguir pensando en la casi extinción de la tribu, manteniéndome en silencio hasta que volvió a preguntar.

- ¿Ganarme la vida? Bueno... cazo y recolecto mi propia comida. A veces encontramos algo de valor que podemos vender. - Mi gesto reveló que de repente había recordado algo. - Rhakan, es la única posesión que tengo que merece la pena conservar. Tengo que... tenemos que volver al bosque. Debo terminar lo que estaba haciendo esta noche, y volver a por Rhakan, y después... Después los Dioses dirán. No tenemos nada más allá de la cabaña en la que vivimos.

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05/06/2017, 17:13
(CC) Velkan Matacambiantes.

INVIERNO DEL AÑO 4702

11 del MES DE CALISTRIL

Por la noche, en el refugio habitual

De un tiempo a esa parte los encuentros furtivos por la noche entre él y Sascha se habían convertido en una rutina muy placentera que repetían sin cesar siempre que podían. Los encuentros se había ido haciendo más frecuentes y pasionales a medida que pasaba el tiempo. Para Velkan aquella noche era otra noche más y por eso a la hora habitual buscó a Sascha. Nunca hablaban demasiado del tema, simplemente se encontraba y se juntaban, pero en aquella noche la reacción de Sascha le sorprendió, ella nunca se había negado ni se había mostrado reacia o al menos él nunca lo había percibido así.

¿Ocurre algo? ¿Estás bien? ¿Tienes algún dolor?

La cara del salvaje mostró preocupación mientras con su mano agarraba con suavidad, toda la que era capaz de mostrar, la mano de Sascha con la que ella le había parado.

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05/06/2017, 17:31
(CC) Gruñido.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

A pesar de que hubiera preferido no separase de Sascha, ella lo instó a subir al carromato, y el pequeño Gañancito creía que no iba recibir daño del hombre que les había salvado. Una vez allí se dedicó a observar en silencio al hombre del nombre raro. AL poco empezó a mirarle algo raro, y decidió hacerse un poco el dormido. Así fingido, pudo ver como empezaba a aspirar y a echar humo. ¡Se estaba quemando por dentro! Pero parecía que no acababa de arder, y por fin el carruaje se detuvo.

Algo mareado por el efecto del opio, el pequeño semiorco se deja conducir sin decir esta boca es mía. Una sonrisa bobalicona aparece en su rostro cunado ese hombre anciano delgado como un palo le ofrece algo que llevarse a la boca, y es que de repente Gañancito tenía mucha hambre. ¿Sería ese humo que le había dejado tan tranquilo? ¡Qué bueno estaba!

- Carameeeeeloooossssss... Gañancito recordar... -

Cuando Sascha lo colocó en su regazo, se acurrucó al calor de su cuerpo mientras iba chupando muy lentamente los preciados dulces, sin hacer caso al queso. Su mamá hacía queso de una vieja cabra que tenían, pero no estaba muy bueno, y hacía meses que no lo probaba tampoco. Los caramelos bastarían por el momento. Veía todo agrandarse y hacerse más pequeño lentamente, como si estuviera debajo del agua con lo ojos abiertos. El hombre viejo-palo se fue con una sonrisa que Gañancito de devolvió agradecido, y le parecía que Sascha y el hombre del carro hablaban de él, pero fuera lo que dijeran no podía prestar demasiada atención a lo que decían. Lo oía sí, pero su cerebro lo dejaba irse, como si fuera agua en la red de un pescador. Se concentró en los caramelos. Tenía el cuerpo algo insensible, y sólo sabía que le quedaba alguno porque no podía cerrar el puño, esperó que no se le cayeran.

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05/06/2017, 18:11
(CC) Konrad Mykephoros.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

- Entiendo.- Así que no eran hermanos de sangre, sino miembros de un mismo clan. Un sustituto de la familia para una sociedad desestructurada y con pocos recursos como la suya.- Cazas y recolectas...ya veo...mmm...-No parecía nada convencido.- Ajam...algo de valor, a veces...- No sonaba que ese "a veces" fuera algo muy frecuente. Para un noble como Konrad aquello le parecía algo propio de salvajes, que es lo que eran, por otro lado. Pero como hombre instruido y educado con la mejor formación que su padre pudiera darle, ¿acaso no era emocionante la posibilidad de transformar la vida de unos salvajes y hacerles probar las mieles de un mundo civilizado? Sólo había que mirar como el pequeño Gruñón disfrutaba del sabor de los caramelos y se aferraba a ellos como si no hubiera un mañana.

Adorable.- La mención de ese tal Rhakan dejó a Konrad algo desconcertado. Por una parte Sascha había mencionado a un tercer superviviente del su clan, otro hermano, pero, por el otro, hablaba de él como si fuera una posesión suya. Con un dedo se aflojó el cuello de la camisa como si, de repente, le costase tragar. La mujer no ocultaba que fuera una bruja y, desde luego, tenía carácter. Mucho decía de ella que no quisiera ni ocultar su escasez de ropa cuando lo normal era, al menos en los círculos en los que se movía Konrad, que el pudor la hubiera arrebolado al menos. ¿Sería también una salvaje de esas que imponían el matriarcado, sometiendo a los hombres a sus antojos y caprichos, para después devorarlos, cual mantis religiosa, una vez satisfechos sus apetitos sexuales? Quizá ese Rhakan no fuera más que su amante-objeto y lo tuviera esperando en su cabaña a que ella volviera, hambrienta. Se quitó esas estúpidas ideas y prejuicios de la cabeza como si espantase moscas.

- ¿Volver al bosque? Puedes hacer lo que quieras, por supuesto, pero...no me parece una buena idea.- Durante una temporada iba a ser mejor dejar que los ánimos de los de Ravengro se calmasen un poco.- Siento ser yo quien te lo diga y de esta forma tan directa, pero el fin de tu clan ha llegado y creo que eres consciente de ello.- No hacía falta ser un genio para verlo. Con sólo tres miembros no había manera de remontar aquello. La fuerza de un clan estaba en su número, en aunar fuerzas para protegerse unos a otros, prosperar y procrear para ir nutriendo al clan de nuevas fuerzas. Siendo sólo tres no había futuro, sólo les quedaba sobrevivir de manera individual.- Y lo que estabas haciendo esta noche...- Volvió a picarle la curiosidad. Después de todo casi quemaban a los dos en una hoguera por ello.- ¿Qué demonios era? Por lo que dices parece de vital importancia para ti.

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05/06/2017, 19:48
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

INVIERNO DEL AÑO 4702

11 del MES DE CALISTRIL

Por la noche, en el refugio habitual

Dejé que Velkan agarrase mi mano. Entendía su confusión. Hasta ahora, no le había dicho que no ni siquiera los días de sangrado. Por un momento pensé en engañarle y ponerle alguna escusa. Cansancio, o dolor, como él decía, pero era absurdo. Tarde o temprano tendría que decírselo.

- Velkan... no debemos seguir. He tenido pesadillas, y visiones. Yo... no debo tener hijos.

Aparté la mirada con cierta vergüenza y rabia, a la vez que apretaba un poco más su mano.

- He visto que... serán engendros. Monstruos. Los Dioses no quieren que sea madre. Debemos dejarlo.

Porque sí, conocía métodos, hierbas, brujería que impediría tener hijos, pero lo hacíamos por la reproducción y, si no debía ser madre, debía dejar de acostarme con Velkan. Sabía que el hombre disfrutaba de nuestros encuentros tanto como yo, pero temía que si expresaba mi deseo de continuar a pesar de eso, pensara que le consideraba mi pareja o algo por el estilo, y esa idea no le gustara.

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05/06/2017, 20:03
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

A medida que Konrad iba hablando y haciendo preguntas, yo sentía como si en lugar de palabras estuviera clavando puñales en mi pecho. Pequeños y afilados, casi como agujas, y allí donde en otras mujeres habrían aparecido lágrimas, en mí empezaba a reflejarse cierta ira, que casi podría llamarse locura. Pero no estaba dirigida a Konrad. Se notaba que era un recuerdo lo que provocaba que mis ojos se entrecerrasen y movieran de un lado a otro con velocidad, una mirada parecida a la que tenía al bajar de la pira.

Al final, respiré profundamente, y la ira se convirtió en cierta vergüenza y arrepentimiento.

- Bueno, no es necesario que vuelva ahora mismo al bosque, pero sí antes de la próxima luna nueva. Sí, soy consciente de ello, y precisamente por eso tengo que volver y terminar lo empezado. ¿Y, no decías que querías ver brujería? Si quieres, puedes acompañarme, aunque ya te he advertido de que no es agradable. Aunque no parece alguien que se escandalice fácilmente, pero... - Esta noche llamaba a Ithaqua para que viniera a burlarse de Gozreh, y de la Fiesta de la Fertilidad. El ritual tiene como fin que mi vientre no pueda dar hijos, - expliqué, y rápidamente añadí - pero aún no es efectivo.

Al mismo tiempo que pronunciaba la última frase, cerré mis piernas en un movimiento reflejo, por miedo a que el noble pensara que podría así aprovechar la situación sin tener consecuencias.

Claro, por eso quería deshacerse del niño tan pronto.

Pero aquello no duró mucho. Apenas un instante después volvía a relajar el cuerpo, y hasta separaba las rodillas más de lo necesario, mientras mis ojos violetas miraban con intensidad a Konrad.

Está tocado por los dioses, y le debo mi vida, y la de Gruñido. Usar mi cuerpo es lo menos que tendría derecho a pedir. Y en realidad da igual que el ritual aún no sea efectivo, no puede dejarme embarazada, porque ya...

Aparté la vista de Konrad un momento para mirar al niño, que parecía dormir plácidamente, y pocos segundos después se la devolvía al noble.

- Puedo ir a acostar al niño, si quieres, y quedarnos a solas.

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06/06/2017, 16:40
(CC) Velkan Matacambiantes.

INVIERNO DEL AÑO 4702

11 del MES DE CALISTRIL

Por la noche, en el refugio habitual

—¿Pesadillas? ¿Visiones? Esas cosas no tienen que llegar a cumplirse, son ficción nada más. El clan necesita que nos reproduzcamos,  tenemos que asegurar una continuidad o desapareceresos.  No debes temer a esas visiones mientras permanezcamos juntos. Yo jamás dejaría que te pasara nada a ti o a nuestros hijos. Mi semilla es fuerte y tenemos que preservarla para asegurarnos de que el clan pervive, no podemos dejar que unos sueños nos aparten de nuestro deber.

Nunca había hablado tanto y tan seguido en su vida, estaba seguro de sus argumentos. Él los veía y creía convincentes, por ese mismo motivo levantó su mano para acariciar a Sacha y darla consuelo, entendía que estuviera asustada por eso quería tranquilizarla. Ella era una hembra joven, fuerte y sana una perfecta madre para sus hijos, era su deber y también su placer copular con ella aunque no diría lo último en alto.

No debes preocuparte Sacha,  saldremos adelante de los problemas que nos surjan, lo haremos por el clan y por los que ya no están.

Tras decir aquellas palabras bajó su brazo por el cuerpo de la salviaje y la atrajo hacia él.

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06/06/2017, 17:58
(CC) Konrad Mykephoros.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Aquella mujer le tenía desconcertado y eso era algo excitante. En sus ojos se reflejaba una ira, una especie de insano instinto, que le resultaba terriblemente familiar. Konrad se recostó en uno de los asientos y cruzó las piernas con un movimiento suave y pausado. Rebuscó entre sus cosas hasta sacar de nuevo la pipa y cargarla de algo más de opio.- ¿Quieres un poco? Creo que te vendrá bien. -Cuando Konrad necesitaba apaciguar la ira que le consumía por dentro el opio era lo mejor.  Alargó la mano con la pipa hasta prenderla en una de las brasas de la chimenea, se llevó la boquilla a los labios y suspiró hondo, en lo que parecía un quedo lamento. El humo salió por la nariz como el de un dragón que acabara de expulsar su ardiente aliento e inmediatamente una sonrisa se dibujó en su rostro.- Maravilloso. Claro que me gustaría verlo. Verte...en acción.- Las peleas entre ese tal Gozreh e Ithaqua le interesaban un poco menos, aunque la palabra "fertilidad" le puso automáticamente en guardia. Era un hombre y no podía evitarlo, mucho menos cuando llevaba...¿cuánto tiempo llevaba desde la última vez que copulaba con alguien? La propia Sascha debía de haberse dado cuenta de su deseo pues enseguida se tensaba, a la defensiva, típico en una mujer. El efecto del opio hacía que Konrad dejara atrás sus inhibiciones por lo que le dio igual haber asustado a la mujer. ¿Lo había hecho? Ahora no lo parecía, sino todo lo contrario. ¿Se le estaba ofreciendo? Eso sí que no lo esperaba.- Creo que será lo mejor.- Comenzó a susurrar, divertido.- Pero, ¡chissst! No hagas ruido. No queremos que se levante el profesor o su hija, ¿verdad?

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06/06/2017, 19:09
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

INVIERNO DEL AÑO 4702

11 del MES DE CALISTRIL

Por la noche, en el refugio habitual

- No, no...

Aparté a Velkan con resolución aunque sin rudeza, y me puse en pie, dando unos pasos hacia atrás. En mi rostro había verdadero terror y algo de desesperación.

- ¡No son ficción, Velkan! Los Dioses me hablan hace tiempo, y nunca me mienten, aunque las visiones no siempre son literales. Pero de ésto estoy segura. Los Dioses han permitido que el clan desaparezca, porque así lo quieren. ¿No te das cuenta? Tras todo el invierno yo sigo sangrando...

Me dí la vuelta para que no pudiera seguir mirándome a la cara, pues tenía miedo de que Velkan notara la duda y la mentira en mis ojos en la última frase, y de no poder reprimir el llanto, cosa que no iba a permitir que Velkan viera.

- Quizás tú... puedes buscar otras mujeres y formar otro clan, o... lo que quieras. Yo debo deshacerme de estas pesadillas.

Y sin dejar que el salvaje conteste, me alejo en dirección a la cabaña, donde Gruñido parece que ya duerme.

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06/06/2017, 19:24
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Observé cómo Konrad encendía la pipa y cómo la habitación se llenaba de un olor que no era del todo extraño, no sólo por ya haberlo notado en el carro, si no porque el opio era un ingrediente muy normal en la brujería. Pero yo siempre lo había consumido masticándolo directamente, y la idea de fumar no me atraía en absoluto, así que negué con la cabeza despacio.

Poco después, asentía a su afirmación de acompañarme la próxima vez al ritual. Quizás incluso me vendría bien pues a veces aquellas noches me dejaban dolorida y exhausta, y me temía que la última fase del que estaba llevando a cabo no sería agradable, e incluso puede que estar sola fuese peligroso, por quedar demasiado débil, y dudaba de si Gruñido sería capaz de ayudarme él solo.

Unos segundos después, volvía a asentir, y con cuidado levantaba al semiorco para que no despertara del todo. Con algo de esfuerzo, pues a pesar de su corta edad el niño ya era corpulento, le cogí en brazos, y me dispuse a subir las escaleras.

No tenía muy claro a qué habitaciones se refería el Profesor. Había varias puertas, algunas de ellas abiertas y otras no. Miré en el interior de las abiertas hasta que dí con una que me parecía adecuada, con dos camas, y dejé al niño en una de ellas. Al menos dormiría cómodo y caliente por una noche.

Salí del cuarto, y cerré la puerta.

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06/06/2017, 19:39
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Poco después bajaba la escalera, tan silenciosa como la había subido. Ir descalza por aquel suelo liso y limpio ayudaba a amortiguar cualquier ruido.

Entré en la sala donde Konrad estaba esperando, busqué la forma de cerrar las puertas de aquel lugar, y sin apartar la mirada de él ni un momento me acerqué despacio.

Cuando estaba colocada justo delante, desabroche la desafortunada capa y la tiré en el asiento que había ocupado antes, aflojé las correas que hacían que los jirones siguieran en su sitio a pesar del mal trato que la sencilla tela había recibido aquella noche, y la única prenda que me quedaba cayó a mis pies. La daga, que milagrosamente seguía enganchada a la tela a pesar de todo, hizo un sonido seco al golpear el suelo.

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06/06/2017, 20:23
(CC) Konrad Mykephoros.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Konrad se quedó sentado, deformada su mejilla por su puño, cuyo codo reposaba en el posabrazos, disfrutando de la vista de la mujer de espaldas a él, que salía con el niño en brazos.

Tiene fuerza...- Quizá demasiada. Por un instante se echó para atrás y a punto estuvo de salir de allí, ponerse un pijama y meterse en la cama. ¿Qué estaba haciendo? Las mujeres que había conocido en su vida no eran así. Solían representar el papel de damiselas, de doncellas puras y recatadas, aunque bien había pagado para conocer a otras, digamos, más complacientes y picaronas. Pero esta era una completa desconocida y algo le decía que no estaba en venta, que lo hacía por propia voluntad, o agradecimiento. Una bruja salvaje. Cuanto más pensaba en ello más excitado se encontraba y el opio nublaba su sentido común.

- No puedo...- Estaba solo por lo que su voz resonó en la habitación vacía, alterando su timbre, haciéndole aún más extraño escucharla. El corazón le estaba latiendo a gran velocidad a pesar del opio.- Calma, Konrad...- No debía alterarse, pasase lo que pasase. Mucho menos en casa de su amigo, el Profesor Lorrimor, con su hija allí durmiendo. Le dio otra calada a la pipa pero, por extraño que pareciera, no sintió el efecto calmante tras expulsar el espeso y lechoso humo.- ¿Brujería?- Dejó la pipa en una mesilla junto al sillón y rebuscó nervioso en su bolsillo en busca de su espejo. Un pequeño trozo de metal pulido, suficientemente grande como para observar su mirada. Vio reflejado en él sus ojos castaños. Parecían normales, sólo enrojecidos por efecto del opio. Un ruido seco le hizo apartar la mirada de su reflejo. Y allí estaba ella, como una diosa, completamente desnuda. ¿No la había oído llegar o era tan volátil y silenciosa como las volutas de humo que salían de su pipa y de su boca? La puerta estaba cerrada. 

Sentado como estaba en el sillón del profesor, y ella de pie frente a él, la perspectiva era demencial. Podía ver su voluptuoso cuerpo, repleto de valles fértiles, de tentadores frutos, de nívea piel que desprendía un olor fuerte, animal, casi grotesco. Notó la presión de su miembro en sus pantalones y se aferró con fuerza a los posabrazos presionando la espalda contra el respaldo. Era como si quisiese mantenerse lo más lejos de ella posible. No tenía escapatoria. Tampoco quería salir huyendo.

Empezaba a notar los latidos de su corazón como una llamada de tambores que incitaban a los guerreros a cargar contra el enemigo. Su respiración entrecortada rompía el tenso silencio formado entre los dos desconocidos. Konrad se obligó a mantener el aire en sus pulmones tomado en una larga inspiración. Lo expulsó lentamente, tratando de mantener la calma lo más posible. Sus manos se relajaron y, como las de un niño de teta buscando el alimento de su madre, se alargaron hasta situarse en las caderas de Sascha. ¡Oh, su tacto! ¡Pérfida y vil mentirosa! Simulaba, con aquella argéntea piel, ser fría como el hielo pero, sin embargo, su tacto se le antojó fuego. Fue demasiado para Konrad quien, cuya voluntad anulada por el opio y el deseo, se dejó arrastrar por la corriente a donde quiera que le llevase. Sus manos atrajeron hacia sí a la mujer para posar sus labios en su vientre.

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06/06/2017, 23:05
(CC) Gruñido.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Un olor que Gañancito olía por segunda vez en poco tiempo le golpeó, coincidiendo con el movimiento que Sascha hacía para asirle y levantarle. A pesar de su corta edad el semiorco estaba bastante desarrollado y pese a que su hermana no era débil, le costó un gruñido de esfuerzo el cargarle.

Máxime cuando el feo joven se revolvió alargando los brazos, para asir con sus manazas un gran chusco de pan y algo de queso, que procedió a guardar en su sucia camisa de arpillera. Tras eso se dejó hacer por su hermana, y quedó en el lecho oyendo como la puerta se cerraba mientras emitía un gruñido de placer.

- Grwwwwwlll... -

Pudo escuchar con sus sensibles oídos cómo la mujer se alejaba. El sueño, el hambre y la curiosidad estaban igualadas en ese momento. Estaba por ver quién ganaría.

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07/06/2017, 09:59
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Me dejé atraer por el noble, sin oponer ningún tipo de resistencia, dando un paso hacia él dejando la tela atrás, pero aquel beso me resultó tan extraño que durante un rato no fui capaz de hacer nada más.
No sólo era la representación de una delicadeza a la que yo no estaba acostumbrada, y además no esperaba. Ningún salvaje, excepto Velkan, se había entretenido nunca con besos y caricias una vez había quedado claro que yo estaba dispuesta. Y ni Velkan lo había hecho la primera vez. Pero Konrad, a pesar de que a veces llegaba a parecer peligroso, no era un salvaje. Pero no era lo único desconcertante de la situación para mí.

De todos los lugares que el noble podría haber elegido para besar, eligió el vientre.

¿Acaso sabía lo que sucedía en el interior? ¿Podría ser aquello una señal de que Ithaqua me había escuchado esa noche?

Sin poder evitarlo, aquellos pensamientos unidos al contacto de las manos y los labios de Konrad me arrancaron un agradable escalofrío, y por instinto apoyé las manos sobre sus hombros, cerré los ojos, y dejé que hiciera lo que quisiera. Al menos durante un tiempo prudencial.

Sabía que mantenerme quieta demasiado tiempo podía ser interpretado por él como una señal de que yo no sentía deseo o voluntad ninguna, y podría enfadar al noble tras haberle provocado. Así que, cuando creí que había llegado el momento, me dí la vuelta despacio, evitando que el hombre apartara las manos en el proceso, si no quería, e igual de lento avancé un paso hacia adelante para tener espacio, haciendo que mis pies volvieran a pisar la tela que había quedado tirada en el suelo. La aparté con una suave patada, e hice que mis rodillas ocupasen su lugar, apoyando después el trasero sobre mis talones.

Con una mano agarré la larga y densa melena pelirroja y la eché hacia adelante para que no le molestara.

Mostrar aquella postura siempre era lo ideal para la primera vez, al menos en la sociedad en la que me había criado. Dejaba clara la iniciativa en forma de sumisión, y con sólo colocarse a mi espalda, Konrad podía seguir dando buena cuenta de piel y curvas. Podía jugar y tirar del pelo, si eso le gustaba, podía morder, y besar. Y con una sola señal o leve empujón, podía hacer que me inclinara hacía adelante, que apoyara las manos en el suelo, y así quedar preparada y expuesta.

O bien, podía hacerme rodar hacia un lado y hacerme quedar tumbada boca arriba.

Esperaba que para él todo eso estuviera tan claro como para un hombre salvaje.

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07/06/2017, 10:26
(CC) Velkan Matacambiantes.

INVIERNO DEL AÑO 4702

11 del MES DE CALISTRIL

Por la noche, en el refugio habitual

No entendía que estaba pasando, no entendía el motivo de aquello que para él era tan repentino y quizás por eso tardó en reaccionar más de lo debido, pero lo hizo. Sus músculos se tensaron y sus puños se apretaron hasta que los nudillos se quedaron blancos. Su mandíbula cerrada se marcaba por el esfuerzo y la contención, no terminaba de creer aquello o no quería terminar de creerlo.

No voy a dejar que los dioses decidan cuando se va a acabar mi clan, no pienso permitirlo, no voy a quedarme de brazos cruzados. ¡No pienso hacerlo!

Su cavernoso y áspero tono de voz había ido en aumento a cada palabra que había dicho, especialmente la última frase que había sido a gritos. No era únicamente la indignación o el rechazo de la mujer, era ver peligrar la supervivencia de los suyos o el futuro de clan de la Gorra Roja. Intentó respirar despacio para tranquilizarse, pero no fue capaz. Muchos pensamientos corrían por su cabeza en aquel momento, muchas posibles acciones y todas ellas negativas a un largo plazo. Gruñó, como un animal herido y se dio media vuelta internándose en la oscuridad.

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07/06/2017, 19:11
(CC) Konrad Mykephoros.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

El beso no había sido más que un beso. Una especie de prueba para ver la reacción de la mujer. Konrad era ajeno a su estado y, la verdad, le importaba poco. Entre el opio y la furia que comenzaba a desatarse en su interior apenas era el Konrad al que todos conocían. Un instinto animal, parejo al que le parecía percibir en la mujer, se apoderó de él. Tras el beso, como la mujer se dejaba hacer, agarró con fuerza una de sus nalgas con la mano, empujando todo su cuerpo contra él, mientras con la otra tanteó su sexo, para ver si estaba húmedo. De nuevo el calor que desprendía le hizo tensar todos los músculos de su cuerpo, agarrotado, en un espasmo que curvó su postura.

¡PUM-PUM!¡PUM-PUM!

Su corazón latía desbocando, haciendo un ruido atronador que le aturullaba la mente.

- Arrrgh.- Apretaba tanto los dientes que sólo un gruñido salió de su boca. Sus ojos se clavaron en la entrepierna de la mujer, provocadora, tentadora. Se lanzó hacia el sexo de Sascha, como si de una fuente se tratase, y bebió y sorbió hasta saciar la sed que lo atormentaba.

Cuando la bruja se separó de él y adoptó aquella postura sumisa, más propia de bestias salvajes que de seres civilizados, provocó en Konrad una reacción inmediata, visceral, que le surgía de lo más profundo de sus entrañas.

Está loca, no sabe...- Fogonazos de su raciocinio le asaltaban por momentos pero no lograba controlar su cuerpo. Era como si se viera empequeñecido, apartado en un rincón por una fuerza incontrolable, y fuera incapaz de detenerse.

¡PUM-PUM!¡PUM-PUM!

De un manotazo obligó a Sascha a inclinarse hacia delante mientras se bajaba apresuradamente los pantalones, erecto todo él, dispuesto a penetrarla desde atrás. Y así lo hizo, de golpe, sabiendo humedecido el sexo por los jugos vaginales y su propia saliva. A partir de ese momento poco pudo recordar Konrad después, pues todo era una nebulosa. Recordaba vagamente el suave tacto del pelo de Sascha entrelazado con sus dedos al sujetarle la cabeza. Lo que retozaba salvajemente con la bruja no era ya Konrad, sino una Bestia. Si no lo era ya del todo, sí una parte muy importante de él, dejando limitado a un pequeño reducto la mente consciente del noble.

- ¡Aaaaaaaaaaaarrrrrrrrghhhhhhh!- Esta vez apenas pudo ahogar el grito que llenó la habitación por completo. Sascha se vio sorprendida entonces por el ruido de la ropa al rasgarse. Pero no era la suya, pues ya estaba desnuda, sino la del noble. La mujer pudo sentir que la masa corporal de Konrad aumentaba, presionándola contra el suelo hasta el punto de empezar a aplastarla de manera preocupante. La mano que Konrad había puesto en su cabeza se escurrió por el lateral de su cara y pudo ver unos enormes dedos más parecidos a los de un gigante. Los empujones pélvicos eran cada vez más frenéticos y bruscos, haciendo que el cuerpo de la mujer pareciera el de una muñeca de trapo. E iban en aumento. 

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07/06/2017, 20:24
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

El comportamiento de Konrad me pareció extremadamente extraño mientras yo permanecía en pie. Tanto, que el beso en el vientre dejó de ser lo que principalmente me había desconcertado. Agarraba y lamía como un animal, pero yo me dejaba hacer. De nuevo tuve la sensación de que todo aquello tenía que ver con mi llamada. El cuerpo se tensó cuando acercó su boca a la entrepierna. Tuve miedo. Por un momento se me ocurrió la idea de que la forma en la que Ithaqua iba a reclamar su pago era devorándome el útero a través de mi sexo, y al mismo tiempo algo me decía que no era así.

No sentí dientes, ni una succión dolorosa, si no que fue agradable. Las manos, aún apoyadas en los hombros de Konrad se crisparon con el gesto de placer, haciendo que clavara los dedos levemente en su espalda.

Después de agacharme, todo me pareció más normal. Los gestos bruscos y desconsiderados formaban parte de mi naturaleza y no me molestaron, no me resultaron extraños, o al menos no del todo. Sólo el contraste entre su comportamiento antes y después lo era.

Entendía que se dejase llevar por el deseo y fuese demasiado violento. Al principio no llegaba a hacerme daño, no de forma que no me lo hubieran hecho antes, pero sentía algo raro. Quizás había menospreciado su fuerza o su energía, pues en ese momento parecía tener mucho más de ambas. Al final su peso y rudeza hicieron que apoyase todo el cuerpo en el suelo, y me aplastaba. Fue entonces cuando saltaron todas las alarmas dentro de mi mente. Una cosa es que los hombres fueran egoístas y no tuvieran consideración ninguna, cosa que estaba dispuesta a aguantar estoicamente, y otra era temer por mi integridad.

Estaba a punto de intentar cambiar la postura por la fuerza para que se diera cuenta de lo que estaba haciendo y tuviera más cuidado, cuando vi aquella mano. Konrad no pudo ver cúanto se abrieron mis ojos, pero sí pudo escuchar el grito que dí antes de comenzar a escurrirme hacia adelante, reptando y pataleando para quitármelo de encima. No fue fácil pues con aquellas grandes manos intentaba sujetarme y volver a atraerme hacia él. Por suerte, no podía agarrarme e intentar colocar de nuevo el cuerpo de la forma correcta para volver a introducir su miembro dentro de mí, así que conseguí ponerme de rodillas y luego en pie. Entonces vi que a aquella mano le seguía el resto del cuerpo de Konrad, pero transformado, hinchado, de forma que su ropa se había rasgado y ahora estaba inservible en el suelo, haciendo juego con la mía.

Corrí hasta la chimenea y cogí el atizador. No, no podía golpearle, pero sí intentar intimidarle.

- Konrad... Cálmate. Sé lo que te pasa. Contrólalo... 

Y no mentía. Historias de cambiantes y semidioses habían entretenido siempre a los niños de la tribu, pero no eran simples leyendas. Los adultos no las contaban como cuentos para dar miedo, si no como conocimientos que debían tenerse.

Puedes controlarlo. Yo sé que puedes. Acéptalo. No tengas miedo. Yo voy a...

No me dejó terminar la frase, pues se había puesto en pie y se lanzaba contra mí. En un movimiento desesperado y casi involuntario metí el pie entre las brasas de la chimenea ya casi apagada y recogí parte de la ceniza, que con una patada lancé a los ojos del noble. Fue suficiente para que frenara en seco antes de llegar hasta mí, echándose aquellas grandes manos a los ojos y frontándoselos. Entonces corrí hasta mis ropas y cogí una de las correas. Aproveché que aquella bestia no podía verme para ponerme a su espalda y le golpeé las piernas con el atizador, sólo lo suficientemente fuerte para que cayera de rodillas. Tiré el atizador, le empujé con el pie para que apoyase el torso en el suelo en un irónico cambio de papeles y cogí sus manos para atárselas a la espalda con la correa. No fue fácil, pero por suerte el tamaño de aquel cuerpo, como cualquier cosa grande y pesada, ponía poca resistencia a la Ley de la Gravedad.

Pensé entonces qué podía hacer. Sólo conocía dos formas de calmar una rabia como esa: dejar que destrozara y matase a alguien a golpes, o usar un relajante fuerte. Fue cuando recordé el opio que el noble llevaba. Busqué entre lo que antes habían sido sus vestiduras hasta que lo encontré. En aquellas el hombre ya se había vuelto a poner de rodillas y me dí prisa para evitar que se levantara, aún ciego.

Agarré su boca haciendo que abriera la mandíbula para obligarle a masticarlo, pero era difícil. Se resistía, intentaba morderme, lo escupía.

- Vamos, tienes que confiar en mí. Déjame ayudarte.

Pero no había manera. Desesperada tuve otra idea, que por alguna razón se me ocurrió al recordar el primer miedo que tuve a que me mordiera la entrepierna. Mastiqué yo misma el opio, me agaché frente a él, dándome cuenta de que ya comenzaba a ser capaz de ver a través de la ceniza, pues parecía prestarme atención, y hasta habría dicho que el noble luchaba en su interior y me pedía ayuda. Hice una bola con la droga, y agarrando su rostro con cariño, le obligué a besarme.

Funcionó, quizás porque ya estaba cansado, o quizás porque me había escuchado y confiaba.

Empujé con la lengua la bola y la arrastré para que se deshiciera contra sus dientes y el paladar. Segundos después separé mi boca de la suya, pero seguí acariciándole.

- Ya está, ya está...

Como a un niño que había tenido una pesadilla, o como al propio Gruñido poco antes tras lo de la pira, le abracé, en parte para seguir tranquilizándole con el contacto, y también para mantenerle quieto.

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08/06/2017, 21:38
(CC) Konrad Mykephoros.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

¿Konrad?...¡YO... SER...BESTIA!- Le hubiera gustado gritar a los cuatro vientos su verdadero yo pero el pequeño control que Konrad ejercía aún sobre él le mantuvo la boca cerrada, obligándole a emitir tan solo un gutural gruñido. Bestia no gustaba de conversar demasiado por lo que, cuando la mujer le instó a calmarse, sus consejos le entraron por un oído y salieron por el otro, sin efecto alguno. Estaba excitado y quería aliviarse. Eso era lo único que tenía en mente. Su vista estaba fija en el agujero entre las piernas de la mujer. Espumarajos salían de su boca y, de la punta de su miembro, el abundante líquido preseminal goteaba en el suelo, poniendo perdidas las alfombras del profesor. 

Se lanzó a por su presa, con el miembro en ristre, dispuesto a poseerla allí mismo, quisiera o no, cuando, de pronto, todo se volvió negro. Le escocían los ojos. Con un brazo se frotaba los ojos y con el otro manoteaba en el aire tratando de golpear a la mujer para dejarla inconsciente y luego darse el placer con su cuerpo aún caliente. Pero sólo lograba golpear el aire o romper objetos varios que seguro el profesor adoraba. La furia que nublaba su mente era la misma que no le dejaba comprender qué pasaba cuando cayó al suelo y sintió que le inmovilizaban las manos.

¡NOOOOOOOOOOOOOOOO!- Nadie podía pararlo. Era cuestión de tiempo que rompiera cualquier atadura que lo aprisionara. Cuando de nuevo comenzó a ver, reconoció en frente suya a la mujer de nívea piel. Su boca de labios carnosos abierta, sensual. Y la besó. Y en vez de de sentir el dulzor de sus labios, el néctar de su saliva, y la carnosa textura de su lengua, saboreó la amarga derrota. El opio deglutido de aquella manera, como el de una madre ave a sus polluelos, le pasó casi directamente por la garganta. El efecto, así masticado, era aún más fuerte que fumado y de efecto casi inmediato. Poco a poco la mirada de Bestia, iracunda y reflejo de la locura, fue apaciguándose, hasta convertirse en la del noble Konrad. Su cuerpo, rígido, pesado y enorme, fue relajándose, hasta acabar acunado, como el de un niño, en los brazos de Sascha. El hombre abrió los ojos, desorientado, y al verse desnudo, sudado, agotado y en brazos de la desconocida, sonrió.

- ¿He estado bien?- Intentó levantarse pero el dolor en la pierna se lo impidió. Ver sus ropas rasgadas en el suelo, junto a las de Sascha, se lo confirmó. Había vuelto a pasarle. Una inmensa tristeza le inundó, haciendo que sus ojos se derramaran en lágrimas, ocultando su rostro entre los pechos de la mujer.

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09/06/2017, 08:11
(CC) Sascha Danzante de las Nieves.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

Parecía que había funcionado. El hombre empezó a calmarse y disminuyó su tamaño ante mis ojos. Dejé que adoptara una postura algo más cómoda que la de estar de rodillas, y entonces me acerqué y me puse a horcajadas sobre él, y le abracé.

  Me daba igual que aquella cercanía provocara que su miembro volviera a estar o siguiera estando erecto. Confiaba en que el efecto del opio fuese suficiente para controlarle en caso de que el deseo volviera a hacer presa. El contacto parecía venirle bien, y yo quería evitar que, cuando terminara de relajarse, se quedara frío. Además, en aquella postura, podía controlarle mejor.

  Observé que la correa, al volver a ser sus muñecas de un tamaño más normal, había quedado floja. Me pareció buena idea terminar de soltarla como gesto de confianza. Ya no le tenía miedo.

  Seguía acariciándole mientras él recuperaba un ritmo de respiración normal, y a la vez yo agudizaba el oído. Miré a mi alrededor y vi los objetos caídos, algunos rotos, y tenía la sensación de que en cualquier momento escucharía pasos bajando raudos las escaleras, y vería la puerta de la sala abrirse. Pasaron los segundos, quizás un par de minutos, y nada ocurrió.

Estaba a punto de preguntarle si se encontraba mejor, cuando fue su voz la que me sorprendió, con una pregunta que me dejó totalmente perpleja. Tal era mi desconcierto que me quedé totalmente quieta, pensando. Sólo cambió mi gesto en el rostro, ya que fruncí el ceño.

¿Estar bien? ¿A qué se refiere?

No tenía ningún sentido, no lo entendía. Entonces hizo amago de moverse y mis pensamientos volvieron a él y a la postura, para retenerle si hacía falta. Pero se rindió pronto.

- Calma.

Separé un poco mi cuerpo del suyo para poder mirarle a los ojos y comprobar el efecto del opio, el cual yo también empezaba a notar. Comenzaba a olvidar lo que había pasado y sólo sentía que estaba desnuda y abrazada a un hombre que se me antojaba fuerte. Luché para apartar aquellos pensamientos, y lo que ocurrió después me ayudo en gran parte.

Sus ojos volvían a ser normales, excepto por tener las pupilas algo dilatadas por efecto de la droga, pero veía algo diferente en ellos. Hasta el momento me había parecido que Konrad tenía una mirada directa y algo orgullosa, lo normal en un hombre de su posición social, pero ahora parecía desvalido. Y sin embargo, a pesar de eso, que rompiera a llorar me cogió totalmente desprevenida.

Al igual que cuando escuché la pregunta, me quedé quieta y algo rígida por la sorpresa, pero apreté un poco más el abrazo por puro instinto. De nuevo no entendía lo que pasaba. ¿Era el opio? ¿O era normal en los hombres como él romper a llorar así? ¿Estaba enfermo? La empatía me hizo volver a acunarle, y seguía acariciándole. Me pareció un niño asustado, y no pude evitar preguntarle entre susurros:

- Señor, ¿por qué lloras?

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09/06/2017, 21:23
(CC) Konrad Mykephoros.

EQUINOCCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 4702.

DÍA 12 DEL MES DE FARASTO, DÍA DE GOZREH (Primer Florecimiento).

Por la noche, en la casa del Profesor Petros Lorrimor.

La transformación siempre dejaba a Konrad agotado. Así que no tuvo fuerzas para retirarse, ni para tapar su desnudez, ni para nada más que no fuera dejar correr las lágrimas y dejarse acunar. No podía pensar en qué pasaría si Petros entrara en la habitación, ni estaba en condiciones de evitarlo. La pregunta de la mujer le hizo reaccionar un poco. Sorbió con fuerza los mocos que empezaban a caerle por la nariz. Echaba en falta sus pañuelos de seda.

- Lloro por esta maldición que me atormenta.- Le asombraba la calma mostrada por la salvaje. Era como si le pareciera normal. Era un monstruo y como tal debían tratarle. Darle caza para acabar con su mísera existencia antes de que pusiera en peligro la vida de inocentes. Si tuviera el suficiente coraje se mataría él mismo, pero nunca lo había logrado. Tan sólo había logrado adormecer a la Bestia ahogándola en alcohol y sumiéndola en las brumas del opio.