Partida Rol por web

ESTACIÓN DESCONOCIDA, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA.

Una nueva figura se asoma desde detrás de la barricada. Se le ve la parte superior del pecho, cubierta por ropajes rojizos, aunque se percibe claramente el destello metálico de la armadura que le protege por debajo, y que no está tapada por la ropa en algunos puntos.

Unos guantes que parecen de cetrería cubren sus manos mientras empuña una ballesta y apunta en vuestra dirección. El rostro serio bajo el casco y cubierto por una fina barba de pocos días os mira y anuncia en voz alta y clara:

- No deis ni un paso más. - Advierte.

- Es mejor que os marchéis ahora mismo. - Dice en un tono serio y neutral.

el resto de ballestas siguen apuntando en vuestra dirección, y escucháis cómo si otras armas se estuvieran tensando para cargarse tras la barricada.

El hombre que parece llevar la voz cantante cambia su posición y deja de ofrecer un blanco fácil para cualquier proyectil o ataque desde vuestro lado de la barricada. A todas luces parecen estar preparados para repeler un posible ataque.

ESTACIÓN DESCONOCIDA, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, TOLVA DE LA SALA DE CALDERAS, SALA DE SERVICIO, JARDÍN, Y CORREDOR ADYACENTE.

Los primeros en llegar a la barricada son Buscador, Enterrador y Réquiem.

Después llegan Tormento y Nigromante, justo a tiempo para ver y escuchar al Capitán.

Entretanto, Anciano Sabio se ha quedado en el cuarto de servicio, meditando con los ojos cerrados.

ESTACIÓN DESCONOCIDA, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA.

Tormento se acercó al punto en el que se escuchaban las voces que no terminaba de distinguir, pudiendo apreciar las diversas figuras que se alzaban en uno y otro punto, amenazantes.

-No deis ni un paso más. Es mejor que os marchéis ahora mismo.

La cabeza de Tormento se ladeó un tanto, mientras la lluvia, cálida como unos orines, seguía mojándolos.

-Tus palabras son confusas, pues nos dices que no demos un paso y a un tiempo nos pides que marchemos -dijo el monje con una sonrisa torcida-. Hemos despertado hace una hora en las celdas que se hallan en el vientre de este infierno y hemos tenido que enfrentarnos y matar a un monstruo para poder escapar a la superficie. Y ahora, ¿nos condenas a retroceder para seguir luchando hasta que nos maten ene ste lugar donde solo haya cadáveres por doquier? ¿O nos estás franqueando el paso para poder huir y seguir nuestro camino?

Ladeó la cabeza en el sentido contrario y las vértebras de su cuello crujieron. A través de su vendaje, la mirada estaba fija en el hombre de los ropajes rojizos.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA.

Réquiem ha estado difuso, perdido en intentar recordar, mareado, sin ser de mucha ayuda en la exploración. Sin embargo ver la barricada y escuchar las voces de quienes tenían delante eran fácil hasta para alguien en su estado. Observa a sus compañeros, parecen mas enteros que el en general. Quizás se deba en parte a que no les afecta tanto el hedor de la muerte y la podredumbre. O quizás se encuentra peor de lo que creía de su enfermedad.
Escucha hablar al que lleva los ojos vendados, aunque tarda unos segundos en oírle. Como pasa en las ocasiones que escuchar no es la actividad principal de uno. Entonces reacciona por fin compartiendo con los desconocidos algo de información que cree puede ayudarles.

Si añadimos que el monstruo en cuestión pretendía torturarnos hasta la muerte como ha hecho con muchos antes que nosotros por los cadáveres que hemos visto, entonces tendréis toda la información.

ESTACIÓN DESCONOCIDA, AÑO DESCONOCIDO.

DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA.

El hombre enarca una ceja, visiblemente sorprendido ante alguna de vuestras palabras.

- ¿Habéis matado a un monstruo? - Pregunta serio. Se toma unos segundos antes de añadir:

- Todo el lugar ha sido tomado por monstruos y lunáticos que pueden parecerse a cualquiera. No tengo manera de saber que vosotros no sois también unos cambiaformas. - 

Ninguna de las ballestas baja un milímetro y todas parecen seguir apuntando en vuestra dirección.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

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Enterrador, con las manos en alto como gesto de llamar a la calma, iluminando el entorno con su lámpara, también habló.

- Si los habéis combatido no me negaréis que esos bichos, al parecer, se mueven bien en la oscuridad - dijo dirigiéndose a quien parecía su líder -. El que matamos abajo, sin apenas iluminación se las apañaba bien para torturar a la gente y combatirnos - expuso mientras agitaba levemente su farol - ¿Por qué, si fuéramos esos engendros, iríamos con esta luz iluminando y delatando nuestra situación? Evidentemente porque somos humanos y no vemos un pimiento en la oscuridad - explicó deductivo al hombre que parecía comenzar a aceptar que "tal vez" no fueran monstruos.

- Por otro lado, ¿Cree que unos lunáticos mantendrían unas conversaciones como esta? - añadió para apartar del grupo la sospecha de ser dementes.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA.

El hombre frunce el ceño de nuevo y mira a Enterrador, estudiando su porte, sus rasgos y cada mínimo movimiento del mismo.

- Como si no lo supieras... - Dice muy serio. Tras ello recupera su posición de guardia y su ballesta continúa apuntando para defender la barricada.

- Os propongo una cosa. Traedme los cuerpos recientes de varios cambiaformas muertos, y entonces me volveré a pensar en qué bando estáis. - Dice pareciendo haber llegado a una conclusión aceptable para él.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA.

Nigromante había escuchado la conversación con gesto serio, para finalmente asentir ante las palabras del que parecía comandar a los guardias. Entonces miró a los suyos

- Es evidente que el capitán, con razón, teme que seamos esos cambiaformas. Cualquier motivo que le demos puede ser considerado como un método para ganarnos su confianza, y entonces, atacarlos. Sus sospechas son razonables.-  se gira entonces para mirar al capitán- Algunos de nosotros estamos heridos, capitán. Y esos seres, le aseguro, no son fáciles de matar. ¿A cuantos deberíamos traerle para que nos dejara salir de esta trampa mortal?

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR. CORREDOR Y BARRICADA.

- "Uno o dos cuerpos no nos indicaría mucho, pues hemos herido a varios y puede que hayan acabado muertos por sus heridas. Al menos tres serán necesarios para convencernos." -

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, SALA DE SERVICIO.

Anciano Sabio pasó por aquella rampa a toda la velocidad que sus piernas le permitieron. Estaba acostumbrado al hedor de la muerte, pues entre sus muchas funciones, según recordaba, una de ellas era la de asistir a los cadáveres recientes y no tan recientes. Si bien en algunos casos no era nada agradable, sobre todo cuando el estado de descomposición era avanzado, tampoco podía rechazar el atender cuerpos en ese estado. Todo lo que envolvía a la muerte era tarea del culto Pharasmiano.

Cuando salieron de aquel lugar, se encontraron en un corredor amplio, aunque en no muy buen estado, con barricadas al fondo. No supo si fue la repentina luz del sol o el aire libre, pero tuvo un efecto negativo en su mente. Necesitaba tiempo para readaptarse, digerir lo sucedido en aquel oscuro sueño donde murió, la pelea contra la criatura macabra, aquella que adoptó la forma humana para torturar a los presos que allí seguramente se habían hacinado antes que ellos. Hasta el pasadizo de cadáveres, abandonados a su suerte, era algo que le afectaba, esto último no mucho pero si lo suficiente. Una gota para colmar un vaso.

Mientras sus nuevos compañeros exploraban la zona, el Anciano Sabio se escondió y rezó.

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Una vez se infundió del suficiente valor, Anciano Sabio salió de su escondrijo para acercarse a sus compañeros. Habían entablado conversación... ¡Con lo que parecían soldados humanos!. Aquello alegró al anciano, pues temía encontrarse con una nueva banda de criaturas cambiaformas. Pronto la emoción se esfumó, aquellos soldados no estaban dispuestos a dejarlos pasar así como así, era lógico, temían que fuesen parte de aquellos cambiaformas.

El anciano se acercó al que parecía el líder y le enseñó el símbolo pharasmiano.

-Capitán- Comenzó de manera firme

-Entiendo completamente sus reticencias, pero mírenos, una panda de desharrapados, heridos, sucios, hambrientos y encima con un anciano débil como yo, poco más podremos pelear, quizás uno o dos de nuestro grupo, pero el resto, no seríamos más que una carga-

-Hemos sido torturados física, mental y espiritualmente por esas abominaciones malditas, las cuales llevan asesinando sistemáticamente decenas de personas, apilando sus cadáveres ahí dentro- Señaló el lugar del cual procedían  -Salta a la vista que no podríamos pelear ni contra un par de cabras en nuestro estado-

-Además- Extendió el brazo con el medalló para que el jefe de los soldados lo pudiera ver bien -Soy un devoto servidor de Pharasma, y juro por mi fe y mi diosa, que tanto yo como mis compañeros no somos esas malditas criaturas-

Puso el gesto serio.

-Esas criaturas no pueden invocar el poder de la diosa Pharasma, yo si, y puedo demostrarlo, pero por favor, tenga piedad, al igual que Pharasma cuando nosotros, sus fieles servidores, traemos a la vida a los hijos desde los vientres de sus madres-

El no iría a pelear, eso estaba seguro.

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El hombre tras la barricada dedica un vistazo con detenimiento a Anciano Sabio.

Luego niega con la cabeza.

- "Esas criaturas copian a personas a la perfección... No puedo saber si sois una de esas criaturas o no, sólo por el hecho de que invoquéis magia o el poder de un dios." - Replica muy convencido.

- "Traed tres de esos monstruos muertos y creeré que estáis de nuestro bando." -

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Puestos a enfrentarnos a una muerte casi segura dado nuestro estado y equipamiento... y a desconfiar, porque debemos fiarnos de vosotros. Deberíamos asegurarnos también.

Esto se parece a una de mis obras poéticas que hace referencia a lo habitual de la mujer de pedir muestras de amor al hombre para conseguir su corazón, sin ver lógico la situación inversa.

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- Nadie responde a las palabras de Réquiem, pero es obvio que estos hombres están estresados y nerviosos y sus cuatro ballestas podrían disparar en cualquier momento, posiblemente contra el vientre de quien dé un paso en falso o siga renegando.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CORREDOR Y BARRICADA

Enterrador asintió ante las amenazantes ballestas e hizo un gesto a sus compañeros, con la mano del farol, para que dieran unos pasos hacia atrás y así esos temblorosos gatillos no se activaran por "accidente".

Mientras daba pasos lentamente, hacia atrás, se permitió preguntar algo a los parapetados.

- Si dejarnos pasar es algo que no os podéis permitir, supongo que responder a una simple pregunta no debería costaros tanto. ¿Qué lugar es este? ¿Donde nos hallamos? - preguntó mientras retrocedía otro paso más.

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- "Como si no lo supieras..." -

Viendo que no van a obtener una mejor respuesta el grupo retrocede.

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DÍA DESCONOCIDO, MES DESCONOCIDO.

HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CERCA DEL CORREDOR Y BARRICADA.

- No podemos separarnos- dijo Nigromante en tono de voz normal, sin esperar a estar lejos de los guardias. No era, después de todo, nada que quisiera que no escucharan.- Tal como estamos, heridos, debilitados, y sin equipo suficiente, es conveniente que en vez de correr como pollos sin cabeza, optemos por un orden de marcha. Y caminemos todos juntos. De hecho, creo que deberíamos pararnos y hablar del tema.- miró unos instantes a sus compañeros y luego continuó- Propongo que primero vaya, al menos hasta que el herido Tormento de Tinieblas se recupere, Enterrador. Seguido del indicado Tormento de Tinieblas, seguido a su vez de Anciano Sabio, y tras él yo mismo, para a continuación ir Buscador de la Verdad, y tras él, Requiem. ¿Qué os parece?

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Tal y como había sabido desde un principio, tal y como había probado llevándose el índice a los labios y no pronunciando palabra, todo lo que dijeran no iba a servir de nada. La desconfianza era todo lo que les quedaba a unos hombres que se debatían entre el desconcierto y el miedo. Allí donde estaban, en plena oscuridad y en un silencio solo roto por rayos y truenos que no hacía sino crispar aun más los nervios, hasta la propia sombra se convertía enemigo. Frente a ello no era extraño que se buscara seguridad apretando el gatillo antes de tiempo.

- A mí no me parece excesivamente bien- respondió enarcando una ceja.- Y con ello no pretendo en modo alguno poner en entredicho tu criterio, Nigromante, principalmente porque desconozco el criterio que has seguido. No sé las razones por las que me relegas a la retaguardia protegiendo nuestras espaldas de unos hombres que podrían habernos disparado hace un buen rato. Mi lugar no es ese.- Negó.- Es más, si me alejara lo suficiente de los ruidos que vuestros pasos provocan podría llegar a explorar sin ser descubierto y abrir las puertas que nos cortan el paso...

ESTACIÓN DESCONOCIDA, AÑO DESCONOCIDO.

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HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CERCA DEL CORREDOR Y BARRICADA.

Una vez abandonado el parapeto y tras caminar unos pasos detuvo su intención de acercarse a unas puertas, pasillo atrás, y prestó atención a la opinión de Nigromante primero y Buscador después.

Enterrador se encogió de hombros.

- Yo porto la luz, luego es lógico que camine entre los más adelantados - admitió como algo evidente, como algo a lo que estaba acostumbrado a hacer -. No obstante, si alguien ha de caminar junto a mi, que sea alguien capaz de combatir y perceptivo - indicó.

Frunció el ceño ante la propuesta de Buscador y le replicó.

- No dudo de tus capacidades de percepción y ocultación, Buscador. Lo que dudo es que seas capaz de apañarte solo contra cualquier adversidad, quedándote descolgado, hasta que el resto acudamos en tu auxilio. En eso estoy de acuerdo con Nigromante: no separarnos, salvo que sea la mejor decisión obvia - opinó el hombre -. No seré yo quien te diga cómo debes actuar, mas si crees que como explorador, en solitario, es la mejor manera de ayudarnos... procede como creas - concluyó.

Después miró al resto de congregados, animándoles a dar su opinión.

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HORA SIGUIENTE AL DESPERTAR, CERCA DEL CORREDOR Y BARRICADA.

No dijo nada en un primer momento. El nigromante, como amante de las artes oscuras, buscaba su propia protección estableciendo, con un criterio que pretendía ser objetivo, el orden de marcha, un orden en el que él se hallaba resguardado tanto en vanguardia como en retaguradia.

-Ser un grupo no implica ser una manada. La necesidad nos ha conducido a esta situación. Y no eres la cabeza de estos pollos, Nigromante -dijo en lo que era una declaración de principios-. Tenemos un objetivo marcado. No por nosotros mismos sino por los que se hallan tras esas ballestas. Cada uno deberá aportar lo que sus dones le faciliten para o bien dar con tres cadáveres o bien matar tres de esos engendros. Si Buscador afirma poseer las habilidades necesarias de un explorador, no seré quien se las niegue. Y si para ello necesita una luz, cosa que no veo necesaria, pues estamos de día y la claridad penetra por las ventanas, dale tu fanal, Enterrador y acabemos con estos dimes y diretes. Basta que el resto guarde una prudencial distancia, sin perderlo de vista en caso de emergencia. En todo caso, si ya contamos con un cuerpo en el cuarto de calderas, ¿por qué no ir a por él en primer lugar?