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[HLdCn] Asesinato en el Orient Express

Bloqueados por la Nieve

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04/11/2014, 20:45
-Revisor-

Ante el requerimiento de uno de los pasajeros, más aun tratándose del señor Poirot, no podía negarse.

- Por supuesto, señor Poirot, le acompañaré al compartimento número nueve, si Sir Collins no tiene nada que objetar al respecto. - Miró a Sir Edward Collins, que parecía aun distraído - Pero he de decirle, señor Poirot, que después de la limpieza realizada por el eficiente carbonero, poco va a poder hallar allí ya.

Permaneció a la espera del asentimiento por parte del Sir a la inspección solicitada.

Notas de juego

Hay que esperar que Sir Edward dé su consentimiento, pues también es su compartimento.

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05/11/2014, 15:26
Eleanor Bow

Pide algo de comer, ya que la noche anterior no había tenido cuerpo para cenar y sentía un hambre acuciante. Escucha a los presentes en silencio, asintiendo varias veces cuando habla el señor Carmichael. La señora Elga también dijo algo con lo que estaba de acuerdo. El señor Poirot tenía gran fama y no dudaba que fuese bien merecida, pero en esta terrible situación, había errado dos veces, y eran errores que costaban vidas.

Equivocarse es humano, pero no le pareció bien que quitara importancia a las muertes de la monja y el señor Stiltoon alegando la poca compatibilidad de carácter que tenía con ellos. Tampoco le satisfacía la explicación en positivo de la muerte del último, que le dejaba la convicción de la inocencia de siete personas. Estaba claro que había ido con la intención de matar al señor Stiltoon, porque cualquier persona con una pistola, dispararía a quien irrumpiera en su compartimento durante la noche, dadas las circunstancias.

Era importante hallar a los asesinos, pero a Eleanor le pareció que en parte el señor Poirot jugaba una partida de ajedrez sin importarle el sacrificio de algunas piezas, y a excepción de su mujer, todos debían estar en una posición delicada del tablero.

Algo le rondaba la cabeza, y no sabía si era mejor decirlo o callarse. Desde luego sería más prudente lo segundo, pero, ¿qué ocurriría si pese a eso, la asesinaban? El silencio no le garantizaba la supervivencia. ¿Qué hacer? Tenía una lucha interna, pero las horas pasaban y si tenía que irse de este mundo, lo haría con la conciencia tranquila de al menos, haber dado su opinión.

Todo parecía indicar que hoy sería ejecutado el señor Otterbourne, y había pensado en sumarse y no enemistarse con nadie, pero había algo que le había generado una gran desconfianza. Dejándose llevar por la pasión, decidió que prefería ser valiente, pese a las consecuencias.

-Hay algo que me ronda la cabeza, y es que ayer noche, el señor Lancaster lanzó una advertencia a los asesinos asegurando que estaba armado y que podía defenderse. Así lo entendí yo, hasta que al amanecer, descubrimos que los asesinos habían atacado al señor Friedman y a Sir Edward Collins. Y esto es lo que me escama. El señor Collins había acusado el día anterior al señor Lancaster y eso me lleva a otra perspectiva. ¿No sería posible que el señor Lancaster dijese que estaba armado, cosa que no pongo en duda, pero no con la intención de espantar a los asesinos sino para provocar que algún otro pasajero se descubriese alegando que también disponía de armas en su compartimento? Así evitarían atacar a una persona que podría defenderse.

Su tono es pausado y sereno. Tras exponer lo que la inquieta, observa al señor Lancaster sin alterarse.

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05/11/2014, 18:30
Richard Lancaster III

Richard parecía bastante sorprendido por las declaraciones de la joven, y luego su expresión de sorpresa se vio transformada por una de absoluta calma. Incluso se percibió una sonrisa traviesa en su rostro.

- Me tomáis por alguien mucho más retorcido de lo que soy, milady - dijo, con un ademán de su mano derecha - ¿Por qué alguien tendría que revelar, a raíz de mis declaraciones, que también iba armado? De hecho, que un hombre solo viajando por estas tierras dejadas de la mano de Dios vaya con una pistola en su bolsillo es lo más normal del mundo, y no me sorprendió lo más mínimo que el señor Stiltoon también hiciera alusión a ello. ¡Es más! Considerando lo que está cayendo en este tren, ir armado es lo más sensato que he hecho en mucho tiempo.

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05/11/2014, 19:35
Phineas Poirot Lansbury

Ante la comprensible objeción del revisor, el detective se detuvo donde estaba, y apoyó parte de su peso contra la pared con tal de aliviar las punzadas de dolor que le producían el esfuerzo de desplazarse. Miró al mencionado para ver si les daba permiso, mientras, aquella pausa hizo que pudiese oír e intervenir en parte de la conversación que siguió cuando él iba a ausentarse.

Ese mismo día, había recibido un tiro de pistola, el escepticismo y el comentario relativamente mordaz de Elga no podía herirle más que aquello, así que fue fácil ignorarlo. Lo importante era, por el momento, centrarse en hacer unas votaciones certeras y averiguar cuanto pudiese sacar de la escena del crimen aunque su improvisado ayudante ya advirtió que el cuerpo no estaba y aquello era una desgracia que no podía por menos que lamentar. -¡Pues la próxima vez que no se dé tanta prisa ese maldito carbonero! ¡¡Ni que nos faltase carbón!!- Soltó molesto antes de calmarse sabiendo que el pobre joven no tenía ninguna culpa. -Perdone, perdone. Estoy algo alterado, espero que podamos ver, lo que quede por ver, antes que también se nos esfume. Señor Collins, no le importa, ¿verdad?- Sostuvo su atención en él apurándolo para que cediera antes de que las horas enfriasen más su rastro. -Aquí todos queremos resolver este problema cuanto antes, sobretodo los que somos corderos, como usted, en vez de lobos.- 

Luego se giró hacia su compatriota: -No se trata de simpatías, señor Carmichael. Se trata de averiguar la verdad. No odiaba ni me molestaba su existencia, en ninguno de los dos casos por los que me señalan ustedes. Es un hecho que varias cosas de las que hizo el difunto no cuadraban en el cuadro, siento mucho no haber podido ser más avispado para entenderlas. Es más, sigo hoy sin poderlo hacer. En cuanto a votar... si fue valiente o no, lo dejo a su juicio.- Dijo mirando a todos, pues parecía que muchos creían tenerlo mejor que él. -Hay un decreto que nos obliga, a todos, hacerlo, bajo pena de ser condenados nosotros mismos de negarnos, no lo elegí como he repetido, y respeto que él decidiera seguir su consciencia pero a mí me pareció un acto como mínimo: extraño. ¿Fue rebeldía o de confraternización con quién nos pareció más culpable?- se encogió de hombros. -Nadie tenía pruebas de nada, y ante el hecho de vernos obligados a avanzar a ciegas tomamos el camino del mal menor, o la teoría más plausible. No ignoré ni cuestioné lo que pudo escuchar usted el día anterior, al contrario, pero eso nos dejaba con las mismas posibilidades de lanzar una moneda al aire y adivinar si saldría cara o cruz, así que, mientras por un lado resolví ese detalle, por el otro fui a preguntar. Los hechos son como los he contado, quién quiera pruebas de ello, que las busque sobre el terreno, el compartimento donde me encontrasteis derramando mi sangre, e investigadlo. Él me saltó encima cogiéndome sorprendido, me intentó estrangular, forcejeamos cuando saqué la pistola, consiguió hacerse con la suya y nos disparamos a un mismo tiempo. Lo lamento muchísimo, pero lamentarlo no nos lleva a ninguna parte. Ayer, ante la ley que nos forzaba a emitir un voto, cada uno actúo como creyó conveniente. Mi obligación es preguntarme las razones, y cuando no las obtengo bien debo buscarlas. Así es. Porqué no disponemos de otra fuente de pistas, siento haber decepcionado aquellos que esperaban de mí alguna clase de magia, pero señores la magia no existe, yo debo atenderme a un procedimiento. - Se sentó cansado, de sus escasas energías se sentía como si hubiese sumado diez o veinte años.

-En cuanto a la señorita Birdwhistle, no es que no pueda apuñalar, lo que dudo, o mejor dicho, estoy convencido, es que sea capaz de causar unas heridas tan profundas que hasta costarían a una mujer adulta movida en un ataque de frenesí o adrenalina. Su parafraseo es una conclusión muy estimulante, mi señor, negarse a lo que es obvio es una idiotez, descartado lo imposible, lo que queda tiene que ser cierto, estoy de acuerdo. Es imposible que ella cometiese tal crimen así que, lo que queda, es que no lo hizo. Aunque tuviera la oportunidad, aunque no haya visto nada y aunque fuese la única en el compartimento. Es una gran frase, aunque me diga que proviene de un escritorzuelo. Le advierto que me la oirán decir varias veces de aquí al futuro. Pero, ahora, a lo que nos centramos es descubrir esos imposibles.- Se levantó, casi sudaba por el esfuerzo y las discusiones.

-Bey, necesito algo más de morfina.- Le recordó aunque ella seguramente lo había ignorado aposta sabiendo de sus adicciones. E omitiendo aquella discusión entre aquellos jóvenes que muy bien resolvían sus discrepancias sin su ayuda, insistió al señor Collins a la espera de su respuesta.

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05/11/2014, 21:43
Frank Heath

Suspiro con pesadez, pero afirmo de acuerdo con sus preguntas. "Si ayuda a la investigacion entonces respodere sus preguntas y repetire algunas cosas que ya dije." Dijo no dirigiendose a nadie en especial, aunque no era dificil ver que iba para el detective y el estadounidense que hace tiempo venia participado en esta investigacion como si fuera un detective tambien.

"En la primera en este tren, no sali en ningun momento ni tenia necesidad alguna de salir a algun lugar. Me fui dormir temprano cansado por los negocios que habia hecho en estambul. En la segunda noche tenia aun menos motivos para salir, con unos asesinos fuera no queria encontrarme con ellos ya que no me encuentro armado y ademas no tenia razon alguna por la cual salir. Asi que me dedique por unos minutos a hablar con el señor Otterbourne. Lamentablemente no pude sacar nada que me hiciera sospechar un poco menos de él." les relato enfocando en los detalles que pensaban les interesarian mas.

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05/11/2014, 22:31
Jhon Stinson

Señor Poirot, a pesar de su actuación esta noche asesinando a un pasajero y casi atentando contra su propia vida, le creo, y si usted dice que tanto el señor heath como la señorita Birthwhistle son inocentes, yo también lo creo. Di un largo trago al whisky que François me había servido sabiendo que lo quería aún sin habérselo pedido. Y no estaría de más que dijera lo que piensa de cada uno de nosotros. Por supuesto, huelga decir que si tiene alguna pregunta para mí, la responderé sin problemas.

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05/11/2014, 23:47
-Revisor-

Miró a todos los presentes - La votación se ha cerrado. - Luego miró directamente a Sir Edward Collins, que permanecía mudo en un rincón. Quizá el golpe en la cabeza le había acabado afectando más de lo que parecía a simple vista. Sea como fuere, el tiempo había concluido.

- Bien, pues el recuento de votos es inapelable. - Dijo tras consultar su portadocumentos, donde ha ido anotando las votaciones que se han ido sucediendo a lo largo del día. - El señor James R. Otterbourne deberá acompañar a Antoine esta vez, pues ha obtenido nueve votos, lo que lo sitúa siete votos por encima del segundo en la lista.

Notas de juego

VOTACIONES - Turno II - :

(9) James R. Otterbourne - Abbey Lansbury de Kent, Richard Lancaster III, Edward Carmichael, Phineas Poirot Lansbury, Ada Birdwhistle, Elga von Hollard, Andrew Lowell, Jhon Stinson, Ivan McGregor
(1) Phineas Poirot Lansbury - James R. Otterbourne
(2) Richard Lancaster III - Frank Heath, Eleanor Bow

No ha votado:  Sir Edward Collins. Por tanto, cuenta como voto en propia puerta y apercibido de inactividad. De no votar tampoco el próximo turno, el carbonero deberá cargar con él también.

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05/11/2014, 23:54
Antoine

Como si alguien lo hubiera llamado, puntual a su cita horaria y diaria, precedido por el tétrico rechinar de los ejes de las ruedas de su vagoneta, aparece el carbonero, sonriendo como siempre y deteniendo su particular medio de carga justo al lado del señor Otterbourne, por indicación del revisor.

James, elegante como siempre, no sólo no se acaba su bebida, si no que pide al maître que le rellene el vaso, cosa que hace con presteza y diligencia. Con el vaso lleno de su wisky tintineando en su mano, y con agilidad, entra en la vagoneta y se sienta en ella, cruzando las piernas, como si se tratara de su sillón favorito en su propia casa, da un buen trago y se despide de los presentes con una sonrisa encantadora.

El carbonero, como viene siendo costumbre, da la vuelta para empujar la vagoneta en sentido inverso hasta que se adentra nuevamente por donde vino. El silencio y la congoja sólo es acompañada por el constante ñic, ñic, ñic... Que se aleja, junto con la existencia del señor Otterbourne.

Notas de juego

Comienza el turno nocturno.

Como siempre, tenéis algo de tiempo (un día) para rolear la vuelta a vuestros compartimentos y demás.

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06/11/2014, 13:03
Abbey Lansbury de Kent

Perdida en mis pensamientos, no atendía a lo que se sucedía a mi alrededor. Mi cabeza volaba a tiempos mejores, y felices, donde la mayor preocupación que tenía era si correos me había perdido mi revista mensual de medicina, o si la comida se me había echado a perder para las pocas veces que me atrevía a tocar la cocina.

Sin embargo, ante algo tan imprevisto, ante un ataque tan fugaz y traicionero, el estado de la mente de las personas se dispersa, y queda algo perdida, volviendo a otro momento de su vida donde las preocupaciones eran mínimas. Sería como un mecanismo de defensa. A mí me estaba pasando, pero, realmente, el caso del señor Collins era muy grave y agudo.

Desperté de mi ensimismamiento, cuando escuché la voz de Phineas pronunciando la palabra “morfina”. Lo miré con gesto serio, y alcé el dedo índice, moviéndolo de un lado a otro, negativa.

Ni lo sueñes— murmuré, frunciendo el ceño—. Si realmente la necesitas, ya me encargaré de suministrártela en el compartimento, pero, de momento, no necesitas más que el delicioso chocolate.

Suspiré, mientras escuchaba las palabras de los presentes, y miré con suspicacia a aquella mujer. Sonreí para mis adentros, pensando que era realmente valiente saliendo de su compartimento, enfrentándose a Phineas, dudando de él, y osar votar a alguien que está libre de duda. Era muy valiente haciéndolo delante de mí. Fruncí el ceño hasta que mis ojos se volvieron unas finas rendijas, y mi sonrisa se volvió algo macabra. Muy valiente. Nada que temer. Interesante.

La voz del revisor hizo que mi corazón diera un vuelco. Lo miré, pestañeando, y entorné la mirada al ver al señor de la chaqueta blanca dirigiéndose hacia su destino. Deseaba que no me hubiera confundido. Deseaba que todo se calmara un poco.

—Vamos, Phineas— dije, mirándolo, y ayudándolo a caminar—. Deberías descansar esta noche. Ada, querida, vamos— le hice un gesto con la mano para que viniera con nosotros—. El señor Poirot necesita descansar. Tengan buenas noches todos. 

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06/11/2014, 13:06
Ada Birdwhistle

El día había pasado volando entre acusación y acusación y Ada apenas se dio cuenta, aunque en esta ocasión sí se preocupó de comer algo cuando llegaron la hora del almuerzo y la de la cena. Sus ojos recorrían el vagón a cada rato, siguiendo las palabras de cada uno de los que intervino, hasta que llegó la hora y el revisor tomó la palabra.

Un escalofrío recorrió la espalda de la niña al escuchar a lo lejos el sonido chirriante y agudo de la vagoneta y el temor se dibujó claramente en la mirada que le dirigió al carbonero. Ada se encogió en su asiento, tratando de hacerse más pequeña, diminuta, invisible tal vez, de forma que aquel hombre con su eterna sonrisa nunca, nunca jamás se fijase en ella. 

Medio escondida entre sus propios brazos atisbó lo suficiente para ver al señor Otterbourne entrar por su propio pie en el vagón, con ese vaso en la mano. Y durante un instante se preguntó si ella sería capaz de afrontar su destino con tanta entereza. Y se respondió negativamente a sí misma. 

Se quedó inmóvil cuando la vagoneta y el carbonero desaparecieron, dejando tras de sí ese mismo sonido terrible una vez más. Un sonido que se grabaría en la mente de la pequeña, junto a la horrible imagen de su institutriz y al olor metálico de la sangre que no dejaba de recibirlos cada mañana.

No reaccionó hasta que oyó la voz de Abbey llamándola. Miró a la mujer y se puso en pie de inmediato, para dirigirse con ella y el detective hacia su nuevo compartimento. Antes de salir por la puerta del vagón restaurante se dio la vuelta y dedicó una última mirada a los que quedaban allí. Visto lo visto, al día siguiente cualquiera de ellos podría no encontrarse en pie. O incluso podría sucederle a ella misma. - B-buenas noches. - Dijo sin dirigirse a nadie en especial. Después se giró hacia el pasillo y siguió los pasos de los señores Poirot, intentando no ser un estorbo para el hombre que había sido herido.

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06/11/2014, 17:47
Richard Lancaster III

Richard se encogió de hombros cuando la señorita Bow le acusó, pese a que le había explicado concienzudamente la situación. Era como si no le importara, como si morir en aquel lugar fuera algo que tenía asumido. O quizás había bebido de más, y su lado más turbio estaba saliendo a la luz.

- Buenas noches a todos... y que Dios se apiade del alma del que muera esta noche - dijo, alzando el dedo.

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06/11/2014, 20:11
Phineas Poirot Lansbury

Aceptó con resignación la regañina de su esposa y su negación a darle la tan ansiada, y casi necesaria, droga. Más tarde, insistiría.

-Gracias por su colaboración, señor Heath.- Celebró Phineas cuando Frank  respondió a una pregunta que podría haber sido retórica si éste no tenía ningún secreto que esconder. -Siento que tenga que repetirlo, pero después de los antecedentes, bien tenemos que confirmarlo mucho. Que después, son ustedes muy prestos a señalarme por cómo conduzco la investigación.- Sonrió sin alegría pero cargado de ironía. Aunque  agradecía que aquél hombre inocente, contra toda posible duda que el detective pudiese albergar gracias a los amigos que al tren tenía, confirmase lo que sabían. No sospechaba de él, solo necesitaba confirmarlo, que luego no resultase que se había levantado para ir a robar bebidas al bar, o algo así. Cualquier cosa vergonzosa, quién sabe si deshonrosa, pero que por otra parte no merecían la pena ocultar para llevar un inocente al horno.

Se giró, murmurando un quejido y respondió: - Muchas gracias también a usted, señor Stinson. Puede que cuando tengamos más datos esta noche, puesto que, como comprenderá, no trabajo solo en este caso, entonces lleguen esas preguntas. Pero, por el momento, creo que por hoy es suficiente. Mis opiniones, como se ha visto pueden herir sensibilidades, así que, ahora por ahora, mejor me las guardo hasta tener detalles más sólidos sobre unos, u otros, antes de señalar a nadie, a no ser, que no nos quede otra salida.

Como el Revisor, el detective también puso su atención al silencioso Collins. Poirot mostró su contrariedad y llegó a la conclusión de que seguramente seguiría en estado de shock, o esa era su esperanza puesto que podía resultar alguna lesión más grave aún. No todo el mundo se recuperaba tan pronto como él de una experiencia violenta de aquél estilo, y ser responsable de la muerte de alguien era un peso terrible que había que aprender a llevar, como hacía cualquier médico, puesto que a veces era inevitable que un paciente muriese en sus manos y camilla, como bien solía recordar al pensar en Abbey, su pasado y servicio en la Gran Guerra.

De todas formas, su vista se nublaba, Phineas estaba forzando demasiado su cuerpo, así que no le quedó otra alternativa que retirarse y dar la escena por perdida. Después de todo, la habían pisoteado entre los testigos, la carreta del carbonero, y los que auxiliaron al desdichado hombre herido.

Observó el grotesco drama y conclusión de aquellas votaciones, leyendo cualquier rasgo de posible culpabilidad en el rostro del señor Otterbourne, hasta que la carreta desapareció y Abbey lo sacó de sus sombrías reflexiones. -Sí, será lo mejor.- Acordó acomodando parte de su peso en ella. Seguidamente, se dejó ayudar, pues a pesar de su orgullo, lo necesitaba.

 -Mi querido Revisor, ¿nos hará llegar algo de cena?- Preguntó a última instancia antes de dedicar una escueta despedida a todos los presentes.

Cuando la pequeña Ada finalmente les alcanzó, fue consciente de todo lo que podría estar sufriendo, de si lo habría visto en aquél baño de sangre, creyéndolo muerto. Finalmente, teniéndola cerca pudo preguntarle. –¿Está usted bien, señorita Birdwhistle?- La respuesta seguramente se perdió en la distancia.

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06/11/2014, 21:59
Frank Heath

Frank observo como el carbonero se llevaba a un muy sonriente James y su rostro se volvio mas severo, no entendia como alguien pudiera sonreir con tanto descaro. Se le venia a la mente que se reia de ellos, pero la razon solo la sabia este. Cuando se fue se levanto de la mesa, escucho al detective y suspiro. "No deseo pelear con usted y debe darse cuenta si es tan inteligente como afirma, pero tampoco voy a dejarle pasar un fallo en la investigacion en especial uno que cueste vidas. Pero basta..." dijo comenzando su viaje a su compartimiento que ahora no compartia con nadie.

"Buenas noches a todos..." dijo despidiendose dejando cualquier animo que tuviera en la silla que se habia sentado hasta ahora.

 

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06/11/2014, 22:23
Eleanor Bow

Miró sorprendida al señor Lancaster cuando esbozó esa sonrisa. Incluso le hizo cierta gracia a pesar de la situación y no pudo evitar sonreír también. Se acerca a él y le responde:

-No es que desee que muera usted señor Lancaster, ni ningún otro. Fue una intriga que me asaltó y no pude pasarla por alto, y desde luego, este voto es reflejo de una sospecha y de una gran imprudencia por mi parte, claramente, pero sin efecto alguno para su persona, ya que estaba sobradamente condenado el señor Otterbourne cuando lo realicé. Sin embargo entiendo que me odie por ello y me lo devuelva si se da el caso.

Se aleja unos pasos. Vio como la señora Lansbury clavaba su mirada en ella con malicia. Suspira y añade:

-Supongo que voy menos errada teniéndole por retorcido que por ingenuo, señor Lancaster -sonríe- pero le agradezco la explicación, y si tengo oportunidad, meditaré sobre ello.

Tomó algo de cenar y luego dió las buenas noches en general.

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07/11/2014, 00:06
François du Vermont

Tras servir las copas, las cenas y ordenar recoger a los camareros, despide a los pasajeros pues es hora de cerrar el vagón restaurante.

- Buennas noches, madames et monsieurs. 

Poco a poco todos los pasajeros que aun no lo había hecho regresan a sus compartimentos para pasar la noche.

Notas de juego

Escena cerrada hasta finalizar el turno nocturno.

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08/11/2014, 23:12
Director

TURNO 3º

El despertar del día siguiente sobrevino con el rumor del pasaje dirigiéndose al vagón restaurante para desayunar o haciendo cola en los excusados. Todo parecía apuntar a que no había ninguna sorpresa desagradable aquella mañana, pues no hubo gritos ni disparos por despertador.

Sin embargo, el pasaje comenzó a preocuparse cuando Abbey Lansbury salió de su compartimento con una simple bata de seda cubriendo su camisón y preguntando a todo el que se cruzaba en su camino si había visto a la niña Ada Birdwhistle por alguna parte. Al parecer, al despertarse e y mirar en la litera superior, donde dormía Ada, no la halló allí y, como es natural en la situación en la que estaban inmersos, la mujer comenzó a preocuparse.

Al no encontrarla por ninguna parte, tanto la señora Lansbury como su marido, fueron en busca del revisor para que los ayudara en la búsqueda, pero no tuvieron éxito hasta que no resolvieron buscar en los compartimentos que habían quedado vacíos recientemente. Cuando abrieron el compartimento número cuatro, el grito de horror de Abbey Lansbury no dejó lugar a dudas y todo el pasaje que se acercaba para ver qué había pasado se temía lo peor.

Allí estaba la niña, sobre el sofá de la sección de día del compartimento, con una bolsa de terciopelo negro cubriendo su cabeza y con tres cuchilladas mortales atravesando su párvulo cuerpo.

 

El horror se apoderó del pasaje, ¿quién podría haber cometido semejante atrocidad? Pero pronto comenzaron a darse cuenta de otras ausencias. Antes del grito y el escándalo que brotó del hallazgo del cuerpo de la pequeña Ada, podía entenderse que aquellos o aquellas que no pululasen aun entre el vagón restaurante y los excusados, podría seguir durmiendo, pero no después de aquel ajetreo. Faltaban dos personas más: Eleanor Bow y Elga von Hollard.

El revisor llamó repetidas veces a la puerta del compartimento número siete, tras no obtener respuesta abrió dicho compartimento y hallaron a la señora Von Hollard con la cabeza abierta contra el marco de la ventana de su compartimento. En la habitación había evidentes signos de lucha, así que la hipótesis del accidente se descartó rápidamente.

En el caso de la señorita Bow fue distinto. La encontraron durmiendo en su compartimento. O eso parecía. Ocupaba su cama, no había signos de lucha, pero no despertó ni ante las llamadas a la puerta ni después que el revisor accediera a su compartimento. Extrañados por ello, con todo el recato exigible en semejante situación, el revisor optó por despertar a la joven intérprete para asegurarse de su buen estado. Pero no fue posible. Eleanor Bow estaba muerta, pero nadie podía decir cuál habría sido la causa. Quizá los desatinos de aquel viaje habían quebrado un corazón que, aunque joven, pudiera ser frágil... ¿qué otra causa, si no?

La estupefacción y el desconcierto recorrió el pasaje del vagón de Calais como un reguero de pólvora. Esta vez, si cabe, con más afección incluso que en las mañanas anteriores.

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09/11/2014, 00:10
Edward Carmichael

Un día nuevo trajo nuevas víctimas. Y como empezaba a convertirse en una fea costumbre, uno de ellos con cuchilladas en el cuerpo. En ese caso, una, la joven niña. El mundo se calló a los pies de Edward... un mundo que debía estar enfermo. Había corrido la misma suerte que su institutriz hacía unas noches. ¿Una broma macabra? Estaba por verse. Miró a la pareja que encontró el cuerpo y que se había encargado de la pequeña cuando quedó sola. La mirada era de tristeza y rabia, se sentía impotente y sabía que esas dos personas le habían cogido cariño.

-Esto es cada vez peor- con dolor señaló las puñaladas. Eran tres, pero no parecía ahora un gran consuelo- todo indica que acertamos con Otterbourne dado el número de puñaladas, pero eso no ha parado a los asesinos. Tendremos que acabar con todos ellos para salir de ésta.

Más tarde su mente se fue a las otras dos víctimas, una asesinada en un forcejeo, la otra posiblemente caída por causa natural, sobredosis o un asesinato que no dejaba huellas. Esperaba que Poirot llegara a una conclusión... aunque el empresario sabía que tendría demasiadas ganas tras morir la criatura a la que le habían cogido tanto afecto.

-Imagino que lo último que le apetecerá ahora será seguir investigando... pero es importante seguir para hacerles pagar lo que han hecho. Y no ha sido el único asesinato- a pesar de que esperaba que el detective pudiera tomárselo a mal con él, lo preguntó de todas formas- ¿sabe quién los ha podido cometer?- en realidad, su voz y la forma con la que le rehuía con la mirada al hacer la pregunta expresaba otra intención, preguntar cortesmente si había sido él el responsable de algunas de las víctimas.

Que alguien se tomara la justicia por su mano era algo que seguía siendo peligroso si se hacía mal. El propio Edward sospechaba algo de Elga, nada de lo que tuviera firmes cimientos, pero sí dudas. Aún así, no se habría atrevido a hacerle eso sin estar más seguro o al menos hacerlo con el consenso que dictaba ese macabro protocolo. Era pronto para saber si las otras dos víctimas eran asesinas o no, pero Edward prefería ponerse en lo peor hasta estar seguros.

Finalmente, mientras esperaba respuestas, que no sabía si serían amigables o no... hizo gesto de como si acabara de recordar algo importante. Miró y apuntó con su dedo a su propio compañero de cuarto.

-Antes de que se me olvide, señor McGregor, ayer sentí como se levantaba de la cama. Debe ser sincero y contarnos a donde fue. Y no se moleste diciendo que fue al servicio, sus pasos se alejaron por el pasillo y el aseo está pegando a nuestro compartimento. Sea cual sea la razón lo mejor es decirlo ahora, por si cuadra con otros hechos o tiene algún testigo de ello. El silencio, me temo, no le ayudará como no lo hizo con Otterbourne... si tiene una buena razón, lo mejor es decirlo ya.

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09/11/2014, 01:13
Frank Heath

Frank observo con suma lastima el cadaver de la pequeña, esa pequeña que habia querido proteger aun cuando sus intenciones no fueron bien entendidas. Cerro los ojos dando una pequeña oracion por la chiquilla, cuando termino suspiro con rabia. "Asesinos descarados, esto no quedara asi." amenazo a nadie en especial pero su mirada se desviaba un poco hacia los habitantes del compartimento número doce.

En silencio quedo escuchando las palabras del señor Carmichael, para agregar al final de estas su pedazo de informacion. "Yo por mi parte escuche la salida de alguien por el compartimiento de ustedes. Ademas este paso por enfrente de mi compartimiento."

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09/11/2014, 12:42
Richard Lancaster III

Somnoliento, el barón Richard Lancaster se había tomado su tiempo para afeitarse aquella mañana, probablemente sorprendido de seguir todavía con vida considerando la gran cantidad de vidas que aquella dantesca situación se estaba cobrando. Se peinó con cuidado y luego se vistió con un cómodo traje que le permitiera estar sentado durante horas sin notar molestias. Ni siquiera se preocupó cuando escuchó alboroto, pues sabía que aquella noche la guadaña de la muerte tambiénse habría llevado consigo a algún indeseable, pero no tenía sentido correr para comprobarlo.

Cuando salió y oteó el pasillo para ver qué compartimento alojaba ahora a un cadáver, se sorprendió al encontrar a tantísima gente en el número 4, considerando que ya estaba vacío. Abriéndose paso con elegancia, se puso de puntillas para observar el interior, e inmediatamente sus ojos se llenaron de puro terror.

- No, no, nonononono – dijo, apartando a la gente a empujones y codazos, sin importar si era doncella o caballero quien estuviera delante – No… Ada, no… pequeña…

Sus movimientos eran rápidos y sus palabras titubeantes, pero cuando se acercó al cuerpo de la pequeña se empezó a mover a cámara lenta, como si temiera romper una muñeca de porcelana. Con mano temblorosa tocó el brazo de la niña, ahora frío por el gélido abrazo de la muerte, y sus ojos se llenaron de lágrimas al contacto, para luego lanzarse a abrazar a la muchacha, acunándola en su regazo como si fuera un recién nacido. No le importaba la sangre manchando aquellas ropas que habían visto cien fiestas de la más alta cuna. No le importaba llorar frente a aquellos desconocidos.

- ¡Ada! ¡No! ¿Por qué? – gritaba, desgañitándose la garganta en aquel ostentoso compartimento de primera categoría. Al abrazarla con más fuerza, su frente se llenó de sangre, dándole un aspecto lamentable – Ada… mi pequeña Ada… ¿por qué tú? ¿Qué mal hacías tú a nadie?

Sin soltar el cuerpo, giró su rostro hacia los curiosos que observaban en la puerta, con los ojos enrojecidos y brillantes, y su rostro tornado en una mueca de furia y dolor, era la viva imagen de la desesperación.

- ¿Quién? ¿QUIÉN HA SIDO? – gritó – Malditos asesinos, ¡era una niña! ¡Una niña inocente!

Sin embargo, la pena era demasiado grande,  las lágrimas volvieron a brotar, esta vez a borbotones, haciendo que el corazón de Richard Lancaster III terminara de romperse en mil pedazos.

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09/11/2014, 13:04
Ivan Mc Gregor

El color de Ivan va pasando del sonrosado al pálido más puro al encontrar el cadáver de la pequeña Ada en su compartimento. La visión de semejante atrocidad suscitó en él nauseas, y por su expresión, a punto estuvo de vomitar, no tanto invadido por el asco, sino más bien por la visión de un acto tan inhumano como era el de matar a una niña. 

Se vio obligado a alejarse, para respirar. Y poco a poco las nauseas dieron paso a las lágrimas- Por Dios Bendito, era una niña...- dijo, para nadie en concreto, con la voz temblorosa. 

Entonces escuchó al señor Carmichael, y asintió- Es cierto, salí de nuestro compartimento anoche.-se limpió las mejillas con el dorso de la mano- Escuché pasos frente a nuestra puerta, y al seguirlos, vi tres figuras que se alejaban. Una de ellas entró en el compartimento de la señora von Hollard. -dijo, visiblemente asustado- No fui capaz de distinguir los rasgos de nadie, y no me atreví a seguirlos durante mucho tiempo. Estaba desarmado, y tenía miedo de lo que pudiera pasarme. Y ahora...- las lágrimas volvieron a acudir a sus ojos- Quizá si hubiera perseguido a esos hombres, ellos no habrían cometido semejante atrocidad. Lo siento... Lo siento mucho.