Partida Rol por web

[HLdCn] Asesinato en el Orient Express

Bloqueados por la Nieve

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09/11/2014, 16:57
Andrew Lowell

La cara del señor Lowell muestra horror al ver el cuerpo de la pobre niña, sin duda hasta ahora ha sido la peor noche con tres víctimas mortales: la joven Elenor, la pequeña Ada y la anciana Elga. Hay una pregunta que le ronda por la cabeza, y sabe que debe exponerla, así que una vez pasada la conmoción del momento y esperando a que la situación se tranquilice dentro de lo posible se dirige al señor Poirot:

-Señor Poirot nos ha pedido desde el principio que seamos sinceros, que no nos guardemos nada que pudiera parecernos importante y si me lo permite tengo una pregunta para usted, creo que es evidente que a la pequeña Ada la han asesinado, esos salvajes, esos desalmados, esas bestias inmundas....esos....no tengo palabras para seguir, pero tampoco olvido el hecho de que dos personas más han sido halladas sin vida y teniendo en cuenta sus actos la noche anterior le rogaría que fuera sincero con el resto del pasaje ¿Asesino usted en otro acto de "justicia" ciega a la señorita Bow o a la pobre anciana?.

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09/11/2014, 18:53
Phineas Poirot Lansbury

La espalda le dolía. Mucho. Casi tanto como la herida ocasionada por el disparo en el pecho, quizás sencillamente se remitía o posiblemente fuera la incomodidad de pasar las horas, medio aderezado, en el sofá, montando guardia, vigilando la puerta, a la vez que luchaba para no entregarse en aquella duermevela. Ya no tenía veinte años. No se recuperaba igual. La adrenalina no le sostenía igual, aun así, había jurado cumplir su palabra y no haberse dormido, ni un segundo, cuando su esposa salió del dormitorio con la funesta noticia.

-¡¿Cómo?!¡¿Qué Ada no está en su cama? Pero… pero… si ¡ESTABA! Por aquí no ha pasado.-  “Te has dormido, Phineas” una voz le susurró nociva en su cabeza. -¡NO! Esto no puede ser.

Pero, así era.

La locura se apoderó del compartimento diez para ir a extenderse como fuego, incendiando todo el tren. Tras buscarla en el excusado, el matrimonio, junto al revisor, removieron cielo y tierra con el mayor frenesí empujados por la esperanza que otorga la falta de una certeza. Podía notar su corazón desbocado en su interior, mientras puerta a puerta se desgastaba esa esperanza tornándose en desesperación, hasta que la encontraron. Al menos su cuerpo porque su alma no estaba ahí, por mucho que Abbey lo intentó. Estaba muerta.

Brillaba un nuevo día pero no en sus corazones, ahí la oscuridad no solo seguía, sino que crecía y se hacía más densa. Pastosa. Estaba muerta.

-¡¡No os acerquéis!!- Gritó a los primeros que llegaron en un intento de proteger la escena. El detective se movió y actuó con su metódica precisión intentando mantenerse frío, por la niña, para buscar la verdad, para vengarla. Intentó explorar la escena, intentó escrutar cada centímetro de moqueta, intentó rastrear pisadas, manchas de sangre, signos de pelea. Cualquier cosa. Pero en su mente, por mucho que quisiera controlar el entorno había una verdad ineludible que no conseguiría cambiar. Estaba muerta.

Oyó más pasos. –No os acerquéis.- Repitió la petición que sonó imperiosamente a orden. -No os acerquéis. No os acerquéis.- Terminó diciendo de forma lastimera a la vez que caían sus rodillas contra el suelo y, sentándose sobre sus pies, se desmoronaba visiblemente a un lado de la habitación. Phineas se sumió en un largo y profundo silencio, podría haber estado reflexionando, construyendo hechos en su mente, siendo deductivo, pero el dolor lo dominaba, se perdía en una cacofonía de pensamientos y remordimientos. Se lo había prometido. El tiempo pasó, fueran segundos, minutos u horas, sin cambiar ni un ápice, con el rostro ceniciento. Era lo más próximo seguramente aquel hombre frío era capaz de llorar. Curiosos y supervivientes pasajeros se agolparon en la puerta donde podían oír su llanto mudo. Estaba muerta.

-Oh, James… lo siento. Lo siento mucho.

Se obligó a moverse pero no podía. - Te he fallado.- Habló en un murmullo a alguien que obviamente no estaba allí. Alguien que nunca había estado. –Debo… debo, buscar. Tengo que encontrar el asesino de tu…- Miró un lado y otro de la habitación, sin moverse y sin ver, sus ojos se centraban tan poco como sus ideas. Las manos le temblaban, se crisparon, hasta que hundió su cabeza en ellas. Estaba muerta.

No fue a descubrir junto al resto del pasaje los otros dos cadáveres. Se quedó allí velando aquella niña rota, aquella alma cándida y pura ennegrecida como un trapo tras limpiar un motor.  Observando oblicuamente el suelo. –Nuestra… nuestra ahijada.- Justo en aquel segundo entró como un juggernaut Lancaster movido por el desconsuelo, quien se acercó y acunó aquella crisálida vacía. Poirot no lo impidió, ni lo reprimió, le dejó llorar el cuerpo, sostenerlo tan impotente como estaban él y su esposa. –No dejaremos que eso ocurra. Te lo prometí pequeña, siento haberte fallado. Lo siento mucho.-

Así se mantuvo el cuadro sobre los cuatro hasta que Phineas le alcanzó la voz y los planteamientos de su compatriota, Carmichael, y la consecuente excusa de McGregor. Entonces, saliendo de la ciénaga que era su estado anímico el detective volvió en sí y se levantó, como un león cayendo sobre su presa, casi de un salto y fue a descargar su cólera sobre él, lo pilló por la pechera y le rugió en la cara: -¡¡¡Sé que mientes!!! ¡Maldito rastrero cabrón! ¡¡No te atrevas a mentir delante de ella!! – Lo que contaba aquel joven no era cierto, no podía serlo, no encajaba con los hechos que él mismo fue testigo. -Os  vamos a quemar por esto. ¡No! No. Las llamas os sabrán a poco con lo que os haré por ESTO. Era una niña. Nada más que una niña. ¡¡¡La hija de un gran hombre!!! Esta vez os habéis equivocado de persona. Mi ahijada no. Mi ahijada no.- Iba a pegarle, con el puño, aplastar su cara contra la pared en la que le había puesto de espaldas. Entonces como si ella estuviese aun ahí presente, sentada con chocolate caliente entre las manos, en vez de tumbada entre los brazos del aristócrata, censuró y reprimió su ira. –Chocolate caliente.- Dijo con un hilillo apenas audible. Se separó del pasillo donde dejó atrás a Ivan, liberándolo con una mueca de asco, e ignoró al señor Lowell. Habría tiempo para las preguntas. “¡Ooooh, sí!” y para acusaciones que tenía preparadas también. Pero no delante de ella. Estaba muerta, pero aun veía. Seguro que sí.

Aquél hombre de ciencia que veía desmoronarse su fe por sus propios poderes y que había sumado aquella mañana algunos años, fue a la señora Lansbury de Kent, la levantó, la abrazó y la consoló. –Vengaremos su muerte.- Compartió esa idea. La rabia era más productiva que el desconsuelo.

Luego, dio dos pasos  en el estrecho espacio y relevó de la carga al señor Lancaster con delicadeza, con palabras amistosas y retirando sus manos cariñosamente, desprendiéndola de aquel cuerpo que al final se había ganado reposo junto a sus padres.

Caminó con ella entre los brazos. -De ella me cuido yo… me hago cargo yo. Se lo prometí.- Anunció al carbonero, con voz ronca y sin levantar la mirada del cadáver, cuando esté apareció con su habitual carretilla rechinando.

 –Que vayan todos al comedor, aquí no tienen nada para ver. Sellad la habitación, luego la miraré.- Encargó al revisor. Y sin esperar respuesta avanzó solemne y movido por una única voluntad.  Depositarla él mismo en el crematorio. Y no admitiría discusión.

Notas de juego

Editado.

Entiendo el punto, pero no tenía más repercusión, este juego tampoco cambia mucho estos detalles, creo. Pero si molestó no era mi intención, lo siento. Si luego, quieres desquitarte en el comedor y pegarle, no me sentiré por ello. 

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09/11/2014, 19:15
Abbey Lansbury de Kent

Un vacío se asoló en mi interior. Una sombra oscura, sonriente y burlona, se asentó en mi interior, y fue creciendo por todos los lados, llegando hasta la punta de los dedos.

Me sumí en una oscuridad fría, atrayente y atractiva, que me hacía ver todo perdido, corrupto y emponzoñado. La vida ya daba igual porque homo homini lupus est. Daba igual la investigación porque todo se había perdido. Porque se había traspasado una frontera que jamás había creído posible.

Creí en varios momentos que dejaba de respirar, que mis pulmones dejaban de coger aire y de enviar sangre oxigenada a mis órganos. Notaba que la vida me abandonaba. Que, empáticamente, estaba conectada con aquel cuerpo pequeño yaciente con una capucha aterciopelada.

Mi ancla en la vida, Phineas, estaba a mi lado, y, pese a que mantenía en la orilla de la cordura, sin alejarme de la costa de la realidad, notaba cómo la tormenta de la muerte me llevaba hacia el interior del mar de la tristeza, y no volvería. Porque los héroes no vuelven.

No grité, ni gemí, ni dije nada. Ni pestañeé, ni apenas respiré. Tampoco hablé, ni me moví. No estaba en aquella dimensión o lo que fuera. En realidad, me encontraba sola en un sitio paralelo que, a través de un espejo veía lo que se sucedía en un vagón sin importancia en un tren perdido en un mundo que no conocía del todo.

Noté como un “click” en mi cabeza. Como si un interruptor se hubiera movido en mi cabeza. Como si algo me obligara a reaccionar, a decir algo.

Pestañeé una vez de manera lenta, a la misma velocidad que mueve una tortuga su cabeza. Lentamente. Sin prisa. No tenía nada más que hacer. Y aquello me llevaba toda mi atención. Salía de un sueño dentro de una pesadilla, no podía ir más deprisa. Tampoco quería.

Contemplé, como si estuviera visionando una película, a Lancaster. Se arrodillaba, lloraba, se lamentaba, injuriaba, prometía. Mis párpados estaban medio caídos y podía incluso ver aquella imagen con la zona superior en negro. Lo que yo no había sacado de mi interior, el monstruo que aguardaba aún durmiente, aunque se movía de manera peligrosa, como si fuera a salir de su letargo, lo estaba haciendo por mí aquel hombre.

Tragué saliva con mi garganta seca. También de manera lenta. Sin prisa. Me costó. Hice ruido. Lo escuché.

Eleanor Bow— dijo mi boca sola—. Ha sido cosa mía— mi mandíbula se movía—. Esta noche. Mentiría si dijera que no lo disfruté— las comisuras de mis labios se elevaron cobrando vida propia.

Noté cómo mi pecho se inflaba con aire ferroso, impregnándome la nariz.

Asesinos— escupí. 

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09/11/2014, 19:35
Ivan Mc Gregor

Ivan, sintiéndose amenazado por el señor Poirot, le dio un fuerte empujón, quitándoselo de encima cuando lo agarró de la ropa-¡¿Está usted loco?! ¡No vuelva a tocarme! ¡Sólo aceptaré que se me toque si se decide que debo asumir el mismo destino que otros han asumido en la caldera!-dijo, aún con lágrimas, ahora ardientes de pura rabia- Fui el primero que defendió a esa niña cuando algunos desgraciados empezaron a decir que tenía cosas que ocultar y estaba poseida, y sólo un ser con las entrañas podridas mataría a un ser tan limpio de mácula como podía serlo Ada, ¡una niña!-se sentía casi fuera de sí, y su discurso se componía de palabras vertidas a voz en cuello- ¿Es porque soy pobre? ¿Por eso? No encajo en este vagón así que tiene usted que descargar la cólera sobre mí, cuando no he hecho ningún mal a nadie, al contrario que usted, que con buenas o malas intenciones ha acabado llevando a inocentes a su fin. 

Se colocó la ropa, tembloroso- ¿Quiere votar contra mí? ¡Hágalo! ¡Es libre de hacerlo, por supuesto! Pero mañana aparecerá otro cadáver y las puñaladas os dirán que os habéis equivocado de nuevo. Entonces os lamentaréis, y os importará... ¡Una soberana mierda! Porque no me conocíais de nada y porque yo era sólo un chico pobre al que hablábais por caridad- cerró los puños con fuerza, hasta tal punto que sus manos se pusieron pálidas y sus uñas terminaron por clavarse sobre las palmas de sus manos- Maldita sea. Nunca debería haberme comprado ese pasaje- dijo, derrumbándose finalmente, tapándose el rostro con las manos. 

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09/11/2014, 20:38
Edward Carmichael

Sabía que Poirot era testarudo, cabezón hasta el punto de creer que era perfecto y que solo él podía hacer las cosas. Al contrario que Edward, que intentaba que entre todos la cosa se hiciera menos dura. Aún con esas, él le habló al detective, le oyera o no.

-Sabe que puede contar conmigo si quiere que le ayude con la niña. Tiene usted el derecho de ocuparse de ella ya que le se ocupó de ella... pero no tiene que hacerlo usted solo.

No estaba muy seguro de que Poirot le hiciera demasiado caso, Carmichael no había conocido a alguien tan egocéntrico en su vida. No obstante, era un momento duro para él y no le presionó en absoluto.

Decidió pues, si Poirot no requería su ayuda, hablar con su compañero de cuarto. No le convencía demasiado el argumento, hasta ahora, los que ahora se levantaban era para hacer algo, y no simplemente para quedarse como un pasmarote hasta la señora Landsbury había reconocido con una sonrisa atacar a la señorita Bow, orgullosa. No se podía negar que Poirot y ella estaban echos tal para cual, aunque ella al menos no intentaba negarlo ni justificarse.

Todos locos pensó el empresario antes de hablar con Mc Gregor.

-¿No siguió a nadie ni hizo nada? Estuve un tiempo esperando despierto, y usted no llegó hasta mucho tiempo después. Algo debió de ocuparle mucho tiempo, si no dice nada creíble me temo que mis sospechas irán a usted.

Miró a Heath antes de continuar.

-Como ve, mi historia cuadra y él mismo no ha podido negarlo. Los pasos que oyó usted fueron de él. Y yo los oí también.

A Edward le chocaba un poco que Heath no oyera a su compañero cuando salió e incluso lo defendiera, pero sí oyera los pasos de la noche anterior. Decidió de todas formas centrarse en las evidencias contra Mc Gregor antes de hacer nada y confiar, un día más, en ese detective que se le empezaba a atragantar un poco dada su actitud.

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09/11/2014, 22:19
Antoine

Y hablando de pasos, antes de oírse los de Antonie, el carbonero, lo que se escuchó fue el rechinar de su vagoneta. Al verlo aparecer, la mayoría de pasajeros ya sabían lo que tocaba y comenzaron a dirigirse hacia el vagón restaurante, dejando al siniestro personaje su tarea. Los pasajeros más allegados a la pequeña fueron los últimos en ser arrancados del compartimento número cuatro y, en el caso de Poirot, fue misión imposible y finalmente, tras el consentimiento del revisor, fue el famoso detective el que se encargó de llevar a la pequeña Ada en la senda del incinerador.

El carbonero, con su indiferencia habitual, llenó su vagoneta con los cuerpos y posesiones de las dos mujeres. Ambas contrastaban enormemente en peso y figura, pero eran un puzzle macabro y desmadejado de fácil encaje entre sí en el interior receptivo de la vagoneta. Casi molestó más a Antoine el tener que ubicar sobre ella el Chelo que los dos cuerpos.

Poco a poco, se alejaron en procesión Poirot, la vagoneta y el carbonero, hasta perderse en los confines del vagón de Calais. Al cabo de un rato, Poirot regresó, con el alma rota, y se allegó hasta el vagón restaurante, sin preocuparse demasiado por sus ropas, tan echadas a perder como las del señor Lancaster.

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09/11/2014, 22:30
Andrew Lowell

Después de contemplar toda la escena y rezar por el alma de las tres victimas sobre todo de la pequeña Ada quien apenas había comenzado a vivir, el señor Lowell se dirige a la señora Lansbury 

-Pero señora Lansbury... ¿Porque?, ¿Porque un alma cándida como la suya que incluso trajo a su marido de entre los muertos haría algo así.....? -El tono del señor Lowell es de sorpresa aún así procura hablar con suavidad.

 Entonces si lo que dice usted es cierto....Dios santo....entonces quien acabo con la anciana abriéndole la cabeza es seguramente......

 

 

 

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09/11/2014, 22:55
Andrew Lowell
Sólo para el director

Master ¿Puedo revelar que Iván y yo estuvimos juntos?, dado que de todas formas estoy muerto xD, esa puede ser la unica manera de salvarnos.

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09/11/2014, 22:54
Ivan Mc Gregor

Bien, seré sincero con todos vosotros. Y he de aclarar que no he mentido. En efecto escuché ruidos, y vi a tres personas en el pasillo, y una de ellas entró en el compartimento de la señora von Hollard. Pero tenía motivos añadidos para salir del vagón.- dijo, terríblemente nervioso, y visiblemente azorado- Yo... Yo salí a ver a alguien. Tengo... Una relación muy cercana con alguien en este tren. Y puesto que si me quemáis es posible que perjudiquéis a esta persona, me decido a hablar de ello, a pesar del peligro que representa-se aclaró la voz- Salí de nuestro vagón, me dirigí hacia otro, y pasé un tiempo con la persona a la que hago alusión- su tono evidenciaba que se encontraba derrumbado y apenado- Nunca le puse una mano encima a esa niña. Eso lo juro por lo más sagrado. - miró a cada uno de los presentes, implorante- No me pidáis que os diga de quién se trata. Todos sois lo suficiéntemente lógicos y cuerdos como para entender el peligro que eso conlleva, para mí, y para esta persona. 

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09/11/2014, 23:02
Director

Notas de juego

Puedes. A estas alturas ya es la única baza que os queda. De lo contrario esto ya se ve por dónde va a ir. Pero el tema no es cosa sencilla, así que deberás cargarlo de un alto grado de dramatismo. Además, sería más lógico que Ivan se lo calle a pesar de los pesares, pues el que tiene la posición alta eres tú. Así que veo bien que seas tú el que lo haga público.

Ivan me ha pisado el post.

Tú mismo :)

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10/11/2014, 09:19
François du Vermont

El silencio se hace en el vagón tras la revelación del joven McGregor. Los pasajeros se miran entre sí, por si alguien corrobora o desmiente las palabras del joven, a pesar o en pro de su propia honra.

Mientras tanto, para romper el silencio tenso, el maître llama la atención de los presentes.

- El desayuno está pgepagado. Si desean algo en espesial, saben que pueden solisitaglo.

Como cada mañana, las mesas están preparadas con un surtido de productos típicos de un desayuno continental. Los camareros están listos para servir café, té, leche o zumos de frutas a quien así lo solicite.

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10/11/2014, 17:08
Director
Sólo para el director

Andrew ha susurrado más de dos palabras a su amante.

Hay un 30% de posibilidades para cada uno de los presentes que estuviera mirando en su dirección cuando lo hizo. En tal caso, habrá un 50% de posibilidades que realmente se dé cuenta que le ha hecho una confidencia.

A pesar que Abbey y Carmichael miraban en su dirección, no se dieron cuenta del disimulado susurro.

- Tiradas (9)

Motivo: ¿Miraba Abbey?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 6 (Exito)

Motivo: ¿Miraba Edward?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 19 (Exito)

Motivo: ¿Miraba Frank?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 65 (Fracaso)

Motivo: ¿Miraba Jhon?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 56 (Fracaso)

Motivo: ¿Miraba Phineas?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 84 (Fracaso)

Motivo: ¿Miraba Richard?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 63 (Fracaso)

Motivo: ¿Miraba Sir Edward?

Tirada: 1d100

Dificultad: 30-

Resultado: 62 (Fracaso)

Motivo: ¿Se da cuenta Abbey?

Tirada: 1d100

Dificultad: 50-

Resultado: 86 (Fracaso)

Motivo: ¿Se da cuenta Edward Carmichael?

Tirada: 1d100

Dificultad: 50-

Resultado: 53 (Fracaso)

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10/11/2014, 18:49
Abbey Lansbury de Kent

Me concentré en un corazón de piedra, y me fui en cuanto aquel hombre con su vagoneta llegó. Eché una mirada a Phineas, y asentí con la cabeza. Era el único que debería de hacerlo. Y el único que tenía agallas para ver cómo un cuerpo tan pequeño abandonaba este mundo para bailar con las llamas.

Con un nudo en la garganta y unas lágrimas que traté de retrotraer para que no abandonaran mis ojos, me dirigí, junto al resto del pasaje, hacia el vagón restaurante.

Mi estómago estaba cerrado y no pedí nada al camarero. Una presión me atenazaba el pecho, pero no quise darle importancia, aunque podría haberme diagnosticado un profundo estrés que trataba de ocultar y no dejar manifestar. Me pasaría factura. Lo sabía.

 Sin embargo, las palabras de aquel hombre trajeado, tan sutiles, que me parecieron como el sonido de la lengua de una serpiente, me hicieron pegar un respingo. Lo miré con los párpados medio caídos, y sonreí, algo siniestra.

—¿Por qué?— dije, alzando las cejas, algo sorprendida—. Porque, pese a lo que estaba ocurriendo, aquella mujer era capaz de tocar su instrumento sin fallar ni una mísera nota— dije arrastrando las palabras—. Porque se mantenía alejada, porque parecía que lo que veíamos nosotros por las mañanas, ella ya lo había visto horas antes. 

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11/11/2014, 14:39
Andrew Lowell

Todos los hechos los acontecimientos empiezan a dar vueltas en la cabeza de Lowell: Los asesinatos, la pequeña Ada, el detective perdiendo su cordura por momentos, su esposa que de pronto también parece estar afectada por el mismo mal…y hay una cosa un hecho ante el cual sabe que debe de responder y es la declaración de Iván.

Es todo eso lo que ocupa sus pensamientos y lo que por supuesto no le permite probar bocado…pero es hora de decidir, es hora de hacer lo correcto y con esta idea firme en su cabeza empieza a hablar:

-Escuchadme todos….por favor….el señor McGregor está diciendo la verdad y la prueba de ello es…-De pronto rostro del señor Lowell que suele mostrar una actitud relajada empieza a cambia mostrando un semblante entre el enfado y la tristeza- es….que yo soy la persona con la cual esta.

Lo único que queríamos era huir de una sociedad llena de prejuicios, solo queríamos poder vivir sin que nadie nos mirada con los ojos de la incomprensión y el odio, todo iba a ser tan fácil…la huida…el poder estar juntos sin tener qué seguir fingiendo que somos unos desconocidos, pero todo se ha truncado por culpa de este maldito tren, jamás debí montarme y jamás debí hacer que Iván subiera, si no hubiese sido por esa estúpida idea mía, el no estaría en la situación en la que está ahora.

El señor Lowell se acerca a Iván y le pone una mano en el hombro.

-Sí, de lo único que es culpable este muchacho es de lo mismo de que lo soy yo, de haber amado de una forma que la sociedad aún no entiende- El señor Lowell sonríe amargamente al decir esto-

-Así que señor Poirot aquí tiene a su “asesino” ¿Está satisfecho?, ¿Contento de habernos hecho llegar a esta situación? Y es más, creo que no se está dando cuenta pero en su intento de acabar con esos miserables se está convirtiendo usted en uno de ellos y si es mentira dígame que usted no tuvo nada que ver en lo de Elga.

Iván, mi muchacho del cabello del sol, está decidido, mi destino será el tuyo, no me separare de ti nunca más ni en vida ni en la muerte, ya no me importa nada más que no sea permanecer a tu lado, allá el resto del pasaje si quieren añadir más muertos inocentes a la lista.

Acto seguido es como si el mundo se alejase de ellos dos, sin importarle donde está y sin importarle lo que pueda pasar después y pensando que ya se ha escondido demasiado tiempo Andrew se acerca para besar suavemente a Iván.

Notas de juego

De perdidos al río, yo me muero pero antes salgo del armario xDDD!!!

Si alguna persona se siente ofendida por la imagen, no es mi intención.

Tendréis que hacer uno esfuerzo para imaginaros a ese señor como Lowell y con su bigote característico xD, pero es lo mejor que he encontrado >.<.

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11/11/2014, 18:51
Phineas Poirot Lansbury

Observó carente de curiosidad o morbo, como aquél cuerpo diminuto y querido se consumía por las llamas. Su mirada parecía vacía, su brillo no había desaparecido pero había cambiado y su propia persona respiraba inerte, aguardando a un alma en la que no creía, velando para evitar su profanación. Pasó un tiempo antes no dejó al carbonero proseguir con su macabra labor. Miró con desdén aquél otro par de cuerpos antes de salir de aquél averno.

El famoso y cuestionado detective aun tardó un buen rato en dirigirse al vagón restaurante, aprovechó un tiempo que quizás dedicó a inspeccionar el lugar donde fue encontrada sin salvación posible. Los supervivientes llevaban minutos en aquella dantesca asamblea y cuando se apersonó, por una vez, fue sin hacerse notar, sin elevar la voz por encima de otras, y sin marcar aquellas obviedades que pasaban desapercibidas, o marcando aquellas mentiras que valían la pena refutar. Tan solo dio un apretón de consuelo y cariño en la mano de su esposa y tomó asiento, en silencio, con los codos sobre sus respectivos reposabrazos, con las dos palmas juntas, dándose golpecitos con la punta de los índices al labio inferior y con la mirada perdida. Salvo su esposa que lo conocía tan bien, ¿Quién sabía si se hallaba carente de razón o cordura?

Así estuvo y se mantuvo, más de piedra que carne, hasta que lo eludieron en la conversación.

-Solo sé de hechos.- Ordenó sus palabras lentamente. –Y los hechos son simples. Empezamos errando mucho por falta de pruebas, pero ahora el margen de error es muy limitado. Muy limitado. ¿Qué importa otra cosa?- No sentía ni el más menos menosprecio por el amor manifestado, el juicio del señor Poirot solía basarse en inocentes o culpables, en los actos de cada uno, no en las formas de mostrar sus sentimientos ni cuales fuesen sus preferencias. –Hoy día, sabemos que los culpables solo pueden ser tres. McGregor, Lowell y Stinson. Eso es un hecho. Son los únicos que no están libres de sospecha. ¡Qué me importa a mí si uno arrastró al otro a cometer asesinato o solo lo hizo uno! Mi… nuestro empeño está en conseguir que estas muertes terminen YA. De una vez por todas, y de saber si uno de los dos, o ambos, cometieron este acto… inhumano, atroz. Solo les diré una cosa a los tres, especialmente quién sea culpable, la señorita Birdwhistle era SOLO una niña, no solo un pasajero más de este tren, era una niña indefensa que confió conmigo quién era amigo de su padre.

Aspiró el aire y abrió los ojos amenazadoramente, igual que un depredador antes de saltar. -Y tened en cuenta algo, lo haré pagar aunque me vaya la vida en ello, si temían mi cólera no ha hecho ésta más que crecer. Deberían haber ido a por mí, señores, han errado su movimiento. Y se lo haré lamentar. Lo de la señora alemana… pues están, y no, en lo cierto, poco me molesta a estas alturas que me crean. Entré en su compartimento, esperándola encontrarla durmiendo para despertarla y hablar,  disuadiéndola, pero lejos de ello me aguardaba bien despierta, y me atacó. Hay que reconocer que tenía un buen golpe de pierna.- Dijo recordando y casi sintiendo dolor en sus partes sensibles. -¡Quién diría que tenía tanta fuerza en su cuerpo! En mitad de ello, perdió el equilibrio y se desnucó. No hay más misterio. Verán los signos de escaramuza que su compartimento muestran, y donde se golpeó y fue encontrada. No creo que no fuese culpable sino… pues ¿qué miedo podía tener a unas preguntas?

-Fui a investigar creyéndola tal, cuando nuestra pequeña creía culpables a ustedes dos señores. No confiaba en ustedes dos, quizás… quizás… si hubiese ido por alguno de los dos, aun la tendríamos aquí con esos grandes y confiados ojos color miel.

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11/11/2014, 19:03
Frank Heath

Oculto el desagrado que le daba el beso de estos enfermos. Era claro que los quisiera linchar pero esta era una de las ocasiones, la otra seria si fueran clientes que se hospedaran en su hotel, que no podria hacerlo.

Se levanto de su asiento acercándose al detective que hablaba y confesaba crimenes y dejaba mas claro para todos ellos que no se diferenciaba en nada de los asesinos. "En serio seguiras mintiendo bastardo, te crees que alguien de los aqui presentes cree tus palabras de que la pobre anciana te dio pelea o que Stiltoon fuera el agresivo. Nadie lo hace, pero nadie te lo dice porque te tienen miedo. Me escuchaste bien, miedo y no el respeto que alguien que se supone el heroe de esta situacion debe aspirar. Aunque yo no soy como el resto a mi la verdad me importa una verdadera mierda si me terminas matando cuando termine tu supuesta investigación." dijo completamente lleno de ira, dejando a un costado cualquier refinamiento de caballero que hasta el momento usaba. Incluso cuando termino de hablar le pego un puño en el rostro* finalizando la conversación con ese detective.

Aunque ahi no termino lo que trataba de transmitir por lo camino unos pasos acercándose a la señorita Kent, para amenazando con darle un golpe con el dorso de su mano*. "Para vos tambien hay asesina. Hijos de perra ambos y el peor ejemplo que pudo haber tenido aquella criatura inocente. Dios sabe que tal vez fue lo mejor separarla de ustedes dos antes que la terminaran corrompiendo hasta convertirla en la basura humana que son ustedes dos." dijo y suspiro con cansancio queriendo volver a su asiento. Aunque estaba listo por si el detective o ella tomaban represaría por los golpes.

Notas de juego

*Si me dejan golpearlos claro esta XD

La imagen del beso no me importa, aunque mi PJ es bastante conservador en ciertas conductas.

Edición del director: Tacho lo inapropiado y pongo en cursiva lo añadido para arreglar la escena, según he explicado en la escena de Avisos.

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11/11/2014, 19:27
Phineas Poirot Lansbury

Cada paso era igual de denso y pesado que el anterior. Igualmente forzado, mecánico. 

Cuando hubo salido del compartimento cuatro, avanzado por el pasillo y despedido al carbonero, a quién le agradeció el gesto el poder llevar el cadáver él mismo, sin dejarle otra solución, se cruzó con su compatriota. Aquél empresario que, movido por la voluntad concluyentemente bien intencionada, solía dirigir la investigación cuando las ausencias o la petulancia del detective así lo permitían. 

Se detuvo, junto él cuando le habló y al concluir le dedicó una sonrisa tímida, obligada y falta de alegría. -Se lo agradezco.- Respondió sincero y lacónicamente. -Pero no. Debo, debo hacerlo yo. Se lo debo. Le prometí tanto...- Aseguró devolviendo su atención en la pequeña. Estaba fría, blanca como lo estaría un escultura de cera, aún así, a Phineas le parecía imposible verla tan carente de vida, no verla sonreír, charlar animadamente. Y tras mirar de nuevo al fondo del pasillo, reemprendiendo aquella marcha solemne, funebre y triste.

Notas de juego

Otra línea temporal, solo cierro los puntos, se puede pasar sin léerselo.

Todos locos pensó el empresario antes de hablar con Mc Gregor.

jejeje

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11/11/2014, 19:34
Richard Lancaster III

El barón Lancaster III apenas si era una sombra de lo que era hacía unos días. En vez de estar sentado en mitad del vagón, degustando un vaso de buena ginebra, se había dejado caer en una esquina, con el pelo enmarañado y las ropas manchadas de sangre seca. Su mirada, enturbiada, no buscaba a nadie, ni mostró crítica ninguna cuando Lowell confesó que era el amante secreto del joven McGregor. No comentó lo que habría dicho en otro momento, que el  hecho de ser amantes no les quitaba de ser asesinos, pues su mente estaba aún atrapada en aquella mañana, en el compartimento 4, y en el cadáver de la joven Ada.

Sólo deseaba que pasara el tiempo y pudiera salir de aquel sitio, abandonar los fantasmas que empezaban a flotar en cada rincón del tren, para siempre jamás.

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11/11/2014, 19:57
Phineas Poirot Lansbury

Aquél hombre era un necio. Nada más, se repitió. 

El detective aguantó el golpe sin resistirse. No comprendía a ese hombre, hasta lo habían creído enamorado de alguno de los asesinos puesto que realmente parecía y se comportaba como un culpable, sino hubiese sido porque sabía a ciencia cierta que no lo era... otro gallo hubiese cantado. Pero en ese momento, aguantó el veneno de sus palabras y falsas acusaciones y el dolor. Sabía a qué reacciones esperar cuando le vinieron y estaba dispuesto a aceptarlas. Ni siquiera se defendió verbalmente o les invitó por enésima vez a visitar el escenario donde se halló a la mujer para que comprobasen que los hechos tan solo era como los contaba. Nada más.

Retiró la mirada a un lado, no iría a por alguien que sabía de su inocencia, que se atragantase con su tontería.

No obstante, en cuanto percibió que iba a por su esposa, se movió, y saltó de su asiento en un ademán de impedirlo*, pero llegó tarde. Fuera de si, se dirigió hasta a aquél ser despreciable y le dijo casi rugiendo como una fiera: -No vuelva usted a acercarse a mi esposa. Yo aceptaré mi destino, mi castigo, si de llegar ha de hacerlo, pero si vuelve a hacer o intentar algo así, lo lamentará. MUCHO.- Golpeó la pared, justo al lado de su cara, sin preocuparse por la herida de su puño. -Ahora le aconsejo que tome asiento, preste atención, y se centre a los hechos, antes que no se convierta en un cadáver. Aquí hay uno o más asesinos, aun, por si usted no se ha dado cuenta. Y esa niña...- La furia de sus ojos crecía. -No vuelva a repetir que está mejor muerta, o indicar conciliar con el horror que sobre ella se ha cometido. O le arrancaré los ojos. ¡¡Estúpido bastardo!! Suficientes problemas nos ha traído ya, de no ser por usted y su comportamiento sin sentido... 

Se separó y fue a atender a Abbey.

Notas de juego

*no resuelvo la escena por la señora Lansbury. Ya lo hará ella cuando pueda imagino. Así que no puedo decir si lo encaja, o lo rechaza, que lo haga ella. Phineas simplemente no llega a tiempo para intervenir en su resolución. 

Personalmente, se merece otro bofetón que le propine ella. :P

Por otro lado, no devuelvo el golpe para no convertirlo en una batalla.

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11/11/2014, 20:58
Ivan Mc Gregor

Absolútamente sorprendido, Ivan asistió al discurso del señor Lowell, mientras su rostro mutaba de la tristeza a una felicidad difícil de describir. El mundo podía derrumbarse, y la vida podía esfumarse de un momento a otro. Pero las palabras de Andrew habían llenado su corazón de paz, de plenitud, de la satisfacción que da el saberse amado a la vez que se ama a alguien. 

Azorado, recibió aquel beso tierno, correspondiéndolo, por vez primera, sin miedo- Señor Lowell...-dijo, abrazándose a él, embargado por la emoción, saboreando aquella libertad que a pesar de mal vista, era dulce y embriagadora- Estaremos juntos, pase lo que pase- posó sus manos sobre las mejillas del hombre que en aquel momento lo era todo para él, y acercando su rostro hacia si, volvió a besarlo, imprimiendo en el gesto todo el amor que poseía, y todo el miedo que lo embargaba. 

Al separarse de él, esbozó una sonrisa, y tomando su mano, permaneció a su lado. A partir de aquel momento, podía pasar cualquier cosa. Su corazón se hallaba lejos de todo mal, y sus pensamientos se evadían de la triste y cruel realidad del Orient Express.