Partida Rol por web

Gerard sale de la estancia

Gerard entra en la estancia, todo igual que antes.

Gérard sabía que el efecto del veneno que cubría la entrada del gran salón estaría próximo a terminar si habían aireado la estancia, por lo que se apremió en realizar un último acto. Dejó en el suelo del taller de madera la alargadera y el bote vacío del veneno usado, aligerando momentáneamente su carga, y se dirigió al gran comedor para tomar la barra de plomo que había sostenido Umbert durante su enfrentamiento con Eon. Después regresó con presteza al taller de madera cerrando la puerta que comunicaba los calabozos con el pasillo.

Ya en el taller de madera se percató de que volvía a amanecer, dando comienzo a un nuevo día. Eso implicaba poder jugar una nueva partida de ajedrez, para obtener algún artículo de la lista, y una visita al almacén de trastos para encontrar información u objetos útiles. Sabía que en cualquier momento se podían poner en marcha para buscarle, por lo que trazó un plan para al menos, retenerles, dificultarles las cosas y ponerse sobre aviso, si venían a buscarle.

Observó a su alrededor, allí habían botes de pintura empezados que le serían de utilidad. Con calma fue hasta la puerta del calabozo y dejándola ligeramente entreabierta, colocó un cubo de pintura, el de color azul, sobre la parte superior de esta de forma que si la abrían de golpe, les caería el contenido encima dejàndolos totalmente cubiertos por pintura plástica si venían desde los calabozos. Una vez colocado aquello, tomó el segundo de los cubos, el de pintura magenta, y lo esparció por el suelo del pasillo hasta prácticamente la entrada del taller de madera. Si avanzaban se pringarían los zapatos, tendrían posibilidad de resbalarse si iban muy rápidos o quedar pegados sus zapatos si iban lentos, y  así, quizá obligarles a ir descalzos. Todo por joder.

Gérard se reservó el tercer y último de los cubos de pintura, de colorc amarillo,  junto a él por si acaso. Cerró la puerta del taller de madera y colocó el cubo pegado a la puerta por si abrian, y se dispuso a jugar la tan ansiada partida de ajedrez, no sin antes asegurarse que la puerta del taller oculto seguía cerrada, tal y como la dejó antes de irse. Había llegado el momento de ganar una partida.

Empecemos monigote, a ver qué me ofreces hoy... Nunca digo no a una partida de ajedrez...

Peón E2 a E4

Peón E7 a E5

Alfil F1 a C4

Caballo G8 a F6

Peón D2 a D3

Caballo G1 a F3

Mientras jugaba, Gérard agudizó su oído pornsi lograba escuchar algún sonido en las inmediaciones (taller oculto, sala de calderas)

La partida le llevaría mucho tiempo y tenía mucho por hacer, creyó oportuno volver a moverse en busca de asesinatos por lo que salió del taller de madera y se acercó con sumo sigilo hasta la sala de calderas. Vería si había allí alguien antes de entrar y una vez cerciorado del hecho, entraría a la sala para pillarle o pillarlos por sorpresa.

Al final Gérard optó por otra solución... Seguía contando con la alargadera pero decidió darle un nuevo uso. Un extremo era el que tenía la clavija que conectaba con los enchufes y el otro disponía de un sitio donde conectar la herramienta a usar. Con tranquilidad estiró toda la alargadera en su máxima extensión y cortó con el cuchillo la zona donde se conectaría la herramienta, quedando simplemente la clavija y el largo cable.

Peló el cable dejando los hilos de cobre al aire y los enroscó al pomo de la puerta metálica de la sala de calderas sin que hiciesen contacto, de forma que cerrara el circuito. Finalmente extendió el cable y conectó la clavija al enchufe más cercano al taller de madera. Había preparado una trampa letal...quién sujetase el pomo haría de tierra y se quedaría pegado hasta morir carbonizado, o en su defecto, inconsciente y saltarían los plomos de la casa si esta tenía una instalación eléctrica reciente, cosa que dudaba. Fuese como fuese, aquello era beneficioso. O una muerte segura, o todos a oscuras y un inconsciente...

Para llamar la atención de la gente, activó la sierra mecánica del taller de madera para que hiciese mucho ruido y aguardó paciente a ver quién se acercaba. Por un lado la trampa letal eléctrica, por el otro un cubo de pintura en la cabeza, y el probable resbalón por la superficie regada de pintura. Quería ver cómo empezaba la diversión.

Gérard se relamió los labios, sacó su pistola y la barra metálica y aguardó agazapado cerca de la puerta de entrada, teniendo control de la puerta al taller oculto, el pasillo y la puerta de la sala de calderas.