Partida Rol por web

Cierras los ojos y aprietas los puños y entonces sientes como algo entorpece tu mano izquierda, mientras el recuerdo de la muerte de tu madre vuelve a tu madre otra vez, martilleándote sin querer.

Entre aquellas paredes parece que todo vuelve a suceder, en tu mente se describe el último momento con tu madre, y el último adiós de tu padre antes de marchar.

Un sentimiento encontrado, donde esgrimes una sonrisa al recordar sus rostro pero tus ojos se llenan de lágrimas y furia por no poder ser capaz de defenderte, ni de librarlos de aquel mal, aquel que tus propias manos lograron crear.

Si todo hubiese sido hoy sería todo diferente, pues con tu mente cuenta con más experiencia para lidiar la situación y volverías a disfrutar de los brazos de tu padre, y de los cuentos de tu madre antes de ir a dormir.

Era mágico como aquella catedral encerraba tan poco en su interior y despertaba tanto en tu corazón.

Ahora serías capaz de matar, con tal de volverlos a ver… aunque para eso ya es tarde.

Miras tus manos y encuentras un pequeño frasco que ha aparecido de la nada…. Capaz de arrebatarla la vida si se vierte en sobre un cuerpo o enjugando una garganta hasta el final.

Aprietas el puño, guardando ese frasco mirando hacia la sala final… Esa será tu carta a jugar, una carta bañada de recuerdos, que guardaran lo que un día fuiste, y te esperaran hasta el final,

Algunas de las últimas palabras de Zyllah se quedaban grabadas en la mente de Eko. Y que esté donde esté pensaré en vosotros. Sé que saldréis adelante si eso sucede. Un enorme nudo se le había hecho en el pecho al escucharlas, impidiéndole hablar.

Quizá ella tuviera razón. Quizá algunas cosas hubieran cambiado para él desde que llegó a Oldland. Ese par de frases continuaban reverberando dentro de él, y de una manera casi enfermiza se imaginaba si su madre le habría dicho algo así de haber podido hablar en sus últimos momentos. Habían pasado años ya, pero todos los sentimientos seguían ahí. La culpa, la vergüenza por lo que había hecho. Y, sobre todo, su ausencia. A día de hoy habría dado la vida porque ella recuperara la suya, pero no era algo que estuviera en su mano.

Poco a poco en su interior se iba creando un poso de incertidumbre, y en su pecho una amalgama de sensaciones que deberían seguir enterradas martilleaba sus pulmones. Llevaba demasiado tiempo solo.

Desde ya antes de dormir Eko creía que despertaría solo. Los asesinos probablemente irían a por Zyllah, pensaba.

Sus últimas palabras aún resonaban en su mente. Esté donde esté pensaré en vosotros. Sé que saldréis adelante si eso sucede. Eran apenas unas cuantas sílabas, pero desde entonces no podía evitar volver una y otra vez a preguntas que había dejado atrás hace años. ¿Qué pensaría su madre del hombre en el que se había convertido? ¿Repudiaría de él, como él habría repudiado de sí mismo? Las imágenes de aquella noche se le venían a la mente una y otra vez. Las oscuras sombras del pasillo de su casa, lo mal que se encontraba, cómo se tambaleaba al ir a su habitación... Y su gran error. El sentir su vida deshaciéndose en sus manos.

Había estado tan equivocado creyendo que podía hacerlo solo. Si hubiera pedido ayuda a su padre, o a Nybras, quizá hubieran terminado accediendo. Pero había sido un miserable. Había traicionado la confianza de todos, de ella también, condenándose a una eternidad de aislamiento. Cerrando los ojos aún podía sentir sus últimas exhalaciones contra su mano, mientras la obligaba a mantenerse en silencio. El amargo sabor de su sangre, y la estúpida idea de que la ponzoña haría bien su trabajo.

Durante mucho tiempo había pensado en quitarse la vida, pero incluso para eso había terminado siendo un cobarde. Era fácil conseguir una fachada de cara al mundo, pero a la hora de la verdad, cuando sólo eran su bala y él, le faltaban los huevos para apretar el gatillo.

La vida no había vuelto a ser la misma desde aquella noche. Ni siquiera había vuelto a ser realmente algo que mereciera la pena. Esté donde esté pensaré en vosotros. Sé que saldréis adelante si eso sucede. En una mano, una poción tomada de un muerto. En la otra, la bala que tanto tiempo le había acompañado. Había llegado el momento de escoger una o la otra y ser consecuente. Matar para seguir viviendo, para seguir adelante. Para comenzar a salir de ese rincón de oscuridad en que él mismo se había sumido, teñido sólo por el color carmesí de las sábanas que él había manchado. Era lo correcto. Era lo que ella habría querido. Que luchara por su vida.

Eko repasó a los presentes con la mirada. De entre ellos, algunos sospechosos. Annie. Ira. Liam. Alexia.  La primera probablemente sería a la que muchos votasen. Era una pena quitarles el gusto. Pero esto era algo que tenía que hacer él mismo. Por el mensaje de su espalda. Por su seguridad. Por seguir adelante.

Con la tristeza de quien carga en sus espaldas la más dolorosa de las culpas, Eko se decidió a acabar con la vida de Annie. Quizá eso sirviese para enmendar un poco su error.

Hecho... u.u

El recuerdo de hiriente de tu madre se guardaba en un lugar, cercano e importante en tu corazón... pero ya dejas de sentir aquel dolor... para volver a sentir aquel vacío que aún no has logrado llenar.

Durante la conversación con Marceline Eko al fin se decidió. No eran pocas sus opciones.

Andrew. Probablemente alimentado por la venganza, su poder le serviría para devolverle a Annie lo que le hizo. Si Yormund se encargaba de Ira, quizá todo podría terminar esa noche.

Gabriel. Tomándole a él podría ver lo que Ira escondía. Sólo por eso podía merecer la pena.

Y Alice. Si de verdad era capaz de proteger a la gente por las noches, podía ser la mejor opción. Provocar a las traidoras y utilizar a Alexia para que fueran a por él y protegerse. O bien proteger a Zyllah. En cualquier caso parecía la opción más segura. Y ahora que no estaba Tetsuo entre ellos no podían jugársela. Además, serviría para callar la boca de Marceline.

Tus ojos de nuevo cerrados traían de nuevo un nuevo aroma a tu recuerdo... el aroma de una promesa, fundada por tu padre, y ahora aferrada a tu alma. La promesa de proteger aquella tierra, aquel sello, aquelllo que un día os día vida y os dio un por qué.

El murmullo de aquellas paredes te recuerda todo lo que hace tiempo pasó, aquella historia que de pequeño te contaba tu padre como fantasía para aterciopelar tus sueños, dejando inscrito en tu alma, aquel deseo de volver

Puede que tu cuerpo haya cambiado, y que no te reconozcan como lo que fuiste, al entrar, o que nadie te equipare a tu padre, pero en ti, ahora crece el recuerdo de proteger ese Sello, y dar justa balanza al destino, de una vez.

Quizás que la Guardiana halla caído, si es que en verdad Alice, es quien dice ser, pero aún tus manos son fuertes para soportar el ataque de alguien y proteger el sello de la traición.

Puede que los muros esten derruidos, pero tu alma aún no...

Mientras la noche se acercaba un plan tomaba forma en la mente de Eko. Esta noche sería increíblemente productiva. Y a ellas les daría más sorpresas que ninguna. Y sólo caerían enemigos del Sello.

Las provocaría. Vaya si las provocaría. Pero sólo lo justo para que no desconfiaran. Y luego...

Cuando fueran a por él, estaría protegido.

A través de Yormund, Zyllah se encargaría del resto. Dejar el mensaje tan esperado.

Como un truco de magia. ¿Adónde no están mirando las traidoras?

Recibido... ^^