Partida Rol por web

En cuando me abrochó, se hizo evidente que hablaba en serio. Suspiré, ya echando de menos su contacto y antes de echar a andar sonreí mirando hacia abajo y me agaché para ofrecerle mi mano al pajarito. Lo subí hasta acercarlo a mi hombro, por si quería  posarse en el durante el trayecto y con la otra mano busqué la de Eko, enredando mis dedos entre los suyos antes de echar a caminar hacia el lugar donde se encontraba el bajo y habíamos dormido las últimas noches. 

Una vez allí esperé a que se sentase antes de hacerlo yo también, apoyando mi cabeza contra su pecho. - ¿Me cantas algo antes de que nos duerman? - Pedí, mientras colocaba mi jersey haciendo sitio para Àine en mi regazo.

Con agrado Àine se subió a la mano de Zyllah primero y a su hombro después. Desde allí comenzó el trayecto acercándose a su pelo, hasta que con un gesto de la mano Eko lo apartó con naturalidad, Entonces el pájaro se acercó un poco más, quedando al lado de su cuello y poniendo su pequeña cabeza en contacto con la mejilla de Zyllah. Con cada vaivén tanto Eko como el animal sentían una pequeña caricia, y de vez en cuando la pequeña ave emitía sonidos agudos, visiblemente contento.

Cuando llegaron al lugar Eko se sentó primero, apoyando como era costumbre la espalda contra la pared. Luego esperó a que ella se colocara y puso una mano en su nuca con naturalidad. Àine, en la rodilla de ella desde el mismo momento en que se sentó, esperó a que terminara de colocar el jersey para buscar su sitio.

- Claro. - Le respondió tranquilo. Lo cierto era que tenía ganas de tocar. Durante todo el día sus manos habían estado ocupadas, y ahora sus dedos querían dividirse entre las atenciones a su cuerpo y a su instrumento. - Pero tendrás que pegarte bien a mí. - Susurró, mientras se estiraba para coger el bajo.

Luego le dedicó una sonrisa, y antes de empezar a tocar llevó una de las manos a su cuello, para darle un beso largo y húmedo. Finalmente la apretó un poco contra sí, dejando el instrumento por delante de ambos, y comenzó a tocar.

No se esforzó porque fuera una canción bien ensayada o preparada. En lugar de eso de dejó llevar por lo que le pedían los dedos, cantando con un hilo de voz contra su oído.

Para cuando hubo terminado tenía una ligera mezcla de sensaciones. Una vez más la música traía cosas en las que él no quería ahondar, pero esta vez era un poco distinto. Ella estaba entre sus brazos. Soltando una mano del bajo la rodeó por los hombros.

- ¿Qué tal? - Preguntó con tono suave.

El dulce cosquilleo de la cabeza del pajarito en mi mejilla me sacó una sonrisa durante todo el camino. Cuando estuve sentada entre sus brazos me pegué a él todo lo que pude mientras soltaba una pequeña risita. Como si me lo tuviera que decir para que me acercase. 

Era dulce sentir su voz junto a mi oído, dejando claro que en esta ocasión no tocaba para sí mismo, sino para mí. La sonrisa que se había instalado en mis labios por las caricias del Àine se mantuvo mientras desgranaba cada nota

Escuché la canción mientras trataba de relajarme para pasar la noche. Coloqué la mano alrededor del pajarito y lo acaricié suavemente. No me detuve ni siquiera cuando terminó de tocar. - Genial. - Respondí simplemente en un susurro cuando me preguntó, con la esperanza de que siguiese tocando un rato más.

Un largo suspiro se escapó de los labios de Eko cuando ella respondió, y la apretó levemente contra sí. La noche se hacía cada vez más cercana, y a pesar de que era optimista una inquieta incertidumbre le hacía sentirse intranquilo. Se había expuesto más que nunca, apostando porque con el poder de Alice fuese suficiente, pero tampoco tenían la certeza de hasta qué punto alcanzaban las capacidades de los traidores. Sin embargo, arriesgarse era lo mejor para el Sello. Y eso era suficiente.

Volvió a llevar entonces la mano al bajo, y dejó un beso en el cuello de ella, cerca de su oreja. Volvió a tocar, canalizando su temor a través de las cuerdas y la voz, y fue enlazando una canción tras otra. Las caricias en Àine le reconfortaban de una manera que no admitiría ni pondría en palabras, y eso era bueno.

Durante algo más de media hora fue desnudándose en canciones para ella. Llevaba desde el día anterior queriendo volver a hablar sobre su pasado. Sobre cómo se sentía, y cómo se había sentido. Sobre el crimen cometido y el gran error en el que había caído al hacer algo así. Sobre lo maldito que se sentía.

No fue algo intencionado. Simplemente comenzó tocando lo que su pecho le pedía, y una cosa llevó a la otra. Y así, entre versos, lírica y música fue compartiendo cosas que no podría haberle dicho de otra manera. Le habló del miedo, de la soledad y de lo perdido que se encontraba. Hacerlo entre metáforas, con versos almacenados en la memoria, era sencillo. Y lentamente su pecho iba perdiendo algo del frío que había acumulado durante años. Quizá ella hubiera tenido razón el día anterior, y hablar de todo aquello no fuese malo. Al menos con ella.

Cuando terminó lo hizo paulatinamente, arrastrando los últimos versos y notas. Y finalmente se quedó callado, haciéndose consciente aún del paso que acababa de dar.

- ¿Y ahora? - Susurró luego, cerrando un poco sus piernas para notarla entre ellas, continuando las últimas palabras liberadas anteriormente.

Escuché en silencio todas sus canciones, empezando a entender las letras que contenían y todo lo que había detrás de ellas. Apreté inconscientemente a Àine contra mí y cuando terminó de cantar me giré, levantando un poco la barbilla para buscar sus labios con los míos. 

Lo besé con calidez y firmeza varios segundos, antes de soltarlo y volver a apoyar la cabeza en su pecho. - Gracias. - Le dije sencillamente, sin saber muy bien cómo explicarle que me parecía muy bonito que compartiese esas cosas conmigo. 

- ¿Cómo estás tú? - Pregunté finalmente tras emitir un pequeño suspiro. - ¿Tienes miedo de esta noche?

Eko recibió con naturalidad el beso de Zyllah, sin estar seguro sobre si estaba siendo o no un acierto darle a conocer tanto de sí mismo. Ante su agradecimiento no dijo nada, simplemente emitió un extenso suspiro.

- No. - Respondió luego, cuando ella preguntó. - Lo peor que podría pasar es que me mataran, y si eso sucede puedes levantarme tras las votaciones. Pero estoy un poco nervioso. Tengo ganas de que suceda ya. - Admitió luego, antes de unir de nuevo sus labios con los de ella durante varios segundos. - ¿Y tú?

- Tampoco. - Dije con seguridad, a pesar de no ser cierto del todo. - Ahora que tengo a Alexia y sabemos lo que se estaba cociendo, creo que todo está encajando de nuevo en su lugar. No me siento tan insegura como ayer. - Reconocí, buscando su mano con la mía para acariciar sus dedos encima del bajo. 

- Aún me parece alucinante que la gente no se pregunte por qué no miró a Ivhone. - Respondió Eko con tono tranquilo.

- La verdad, empiezo a pensar que hemos tenido suerte con que fueran tan idiotas. Entre ella, Tetsuo, y la cantidad de traidores iniciales lo habríamos tenido complicado si no los hubiéramos cazado tan fácilmente. - Le dijo, mientras más abajo Àine cambiaba un poco su postura, acurrucándose más.

Luego comenzó a tocar muy despacio, intentando que ella pudiera seguir con su mano los movimientos de la que estaba ocupada en el instrumento. Sin embargo, tras algunos segundos, en lugar de comenzar a cantar llevó la boca al cuello de ella. Una vez allí comenzó a jugar con pequeños mordiscos, besos y succiones al ritmo de las notas. Su sabor seguía pareciéndole igual de intenso que durante todo el día, y la petición del día anterior se hacía cada vez más presente. "Bésame hasta que nos duerman, por favor. Y no te detengas pase lo que pase allí."

Y así, aún al ritmo de unas notas que se quedaban cada vez más tiempo suspendidas en el aire, Eko pasó de su cuello a su hombro, y de ahí finalmente a sus labios.

Incliné mi cuello para dejarlo disponible para sus labios mientras respondía con una risita suave. - Es la misma gente que sigue pensando que lo de Yormund y Megan fueron muertes falsas, que la pobre Vanna está muy arrepentida, o que lo del bebé de Annie fue cosa de Andrew. ¿Qué se puede esperar? - Me encogí de hombros recibiendo pequeños escalofríos por el hombro y el cuello.

Cuando empezó a mover la mano aparté la mía, para que pudiera seguir tocando y en cuanto me rozó los labios la llevé hacia su mejilla, para sostenerla con ternura mientras lo besaba, dispuesta a no soltarlo si no fuese necesario. Seguramente tenía más miedo de lo que decía.

Al sentir su mano en la cara el beso de Eko no se detuvo. Sin embargo sí lo hizo la música, permitiéndole liberar una mano para rodear su espalda por dentro de la ropa. Un pequeño suspiro escapó de los labios de Eko cuando se separó de ella lo justo para guardar el bajo en su funda.

Antes de volver hablar tomó aire, quedándose durante varios segundos únicamente mirando sus ojos grises. En los de él, aún el deseo ligeramente aletargado, la ternura y la certeza de que esta noche sería decisiva. De que la suerte estaba echada.

- Buenas noches, niña. - Susurró antes de comenzar a besarla de nuevo, acariciando su mejilla y su espalda. Esta noche todo debía salir bien. No había otro modo en que las cosas pudieran discurrir.

Sonreí ante sus palabras y me aparté lo suficiente como para poder pasar mi mano hasta su barbilla, acariciando su labio inferior levemente con el pulgar mientras lo miraba a los ojos y una sonrisa traviesa se esbozaba en mis labios.

- Espero que no te importe que no te envuelvan los regalos. - Susurré, antes de soltar una risita y tirar suavemente de él para volver a besarlo con dulzura.

Con la incertidumbre aún repiqueteando por dentro, Eko fue dejándose mecer por los labios de ella, marcando el ritmo a través de la respiración.

No se detuvo cuando los dos engendros comenzaron a hablar al otro lado. Ni les daría tiempo a analizar sus palabras, ni quería hacerlo.

Cuando se despertó, a este lado lo hizo entre toses. Se sentía bien. Contento, triunfal. Había funcionado. Sin embargo, se dejó caer hacia un lado, buscando el contacto del suelo. Su pecho perforado una y mil veces le ardía de dolor, y aunque la sonrisa no se borraba de sus labios, cada golpe de tos hacía que el propio Àine emitiera pequeños quejidos.

Buscó los ojos de Zyllah entonces, con los suyos brillantes, y buscó su mano.

- Lo hemos hecho. - Susurró, con una expresión de complicidad y satisfacción a partes iguales.

Cuando abrí los ojos en este lugar contemplé a Eko con el ceño arrugado por la preocupación. Cuando buscó mi mano, acaricié la suya suavemente. - Sí. Lo hemos hecho. - Respondí, dedicándole una sonrisa, acariciando su cabeza con la otra mano y colocándome a su lado. - Todo ha salido perfecto.

Me mordí el labio inferior examinando sus heridas con cuidado mientras en el otro lugar recogía al pajarito. - ¿Estás bien? ¿Te duele?

- He tenido heridas peores. - Respondió Eko desde el suelo con voz grave, con la adrenalina de la noche aún recorriendo sus venas y la mirada centrada en los ojos de ella.

- Pero ha merecido la pena. - Concluyó, tirando un poco de ella para que se acercase más. Luego alzó la vista hacia el cielo, antes de alzar la voz. - ¿Has visto, Zagam? ¡Les hemos dado duro a esos cabrones! - Le dijo al ilusionista, antes de llevar una mano al pelo de Zyllah, colocando un mechón detrás de su oreja. - Yo creo que ya nos hemos ganado ese edredón... - Bromeó con una sonrisa, volviendo a anclarse en los ojos grises de ella.

Mi rostro se suavizó al verlo exultante y bromeando como si nada. Levanté su cabeza con cuidado y la apoyé en mi regazo, para seguir acariciándola suavemente. - Sí. - Respondí antes de soltar una risa. - Creo que nos lo hemos ganado. Pero sea como sea ya estamos cerca del final, y entonces ya no lo necesitaremos. 

Me incliné para dejar un beso en sus labios y empecé a acariciar el dorso de su mano con la punta de los dedos. - He estado pensando, ¿sabes? Lo mejor será votar a Liam de nuevo. No creo que su poder sea tan fuerte como para poder protegerse a sí mismo dos veces seguidas. Y por la noche deberíamos acabar con Ira. Pero si lo hacemos con Yormund y lo que dijo Gabriel de su poder es cierto podría ser peligroso. He pensado... Que quizá podría levantar a Megan y obligarla a matar ella a Ira con su magia. No creo que pueda defenderse de eso. Y además así si te pasara algo a ti... Tendríamos su tatuaje para traerte de vuelta. No perderíamos el as que te tengo reservado. - Hice una pausa, sin dejar de acariciarlo con suavidad. - Y por otro lado, si volviese Ivhone antes del amanecer... Podría encargarme de ella con Yormund. - Me encogí de hombros y me incliné de nuevo para besarlo otra vez. - ¿A ti qué te parece? La otra opción es esperar a las siguientes votaciones y seguir el plan de Gabriel, pero eso les daría un día más a Ivhone y Vanna para volver.

Con la cabeza apoyada sobre el regazo de Zyllah Eko escuchó sus primeras palabras. Y cuando ella se acercó a besarle llevó la mano libre a su nuca, reteniéndola durante algunos segundos más. Estaba claro que ella quería hablar, hacer planes...  Pero en esos momentos él sólo podía pensar en el presente. Sin embargo, no protestó, ni dijo nada. La observó mientras ella hablaba de las opciones que barajaba, con tranquilidad.

- No sólo por una cuestión de poder. - Respondió entonces a lo que había dicho sobre Liam. - Ahora que Gabriel ha descubierto a Ira, seguramente crea que pensamos que es la última de los asesinos, y que iremos a por ella. En cualquier caso, sí, hoy será su turno.

- Lo de Megan no es mala idea. Aunque entonces dependamos también de que no la maten a ella, tenemos a Alexia para desviar los asesinatos hacia Nil, Marceline o Lennish. De todas formas, no lo hagas en cuanto puedas. Esperemos a ver si mi tatuaje reacciona y se nos abren más opciones. Ya no puede tardar mucho.

- Creo que tanto Ivhone como Vanna se están reservando hasta que caigan Annie e Ira. Al menos Ivhone sabe lo de Alexia, y seguro que pretende esperar a que sólo quede ella, y utlizar el detalle de que los asesinatos continúen sin ellas cuatro en nuestra contra. - Analizó, frunciendo levemente el ceño. - Pero no llegará a darse el caso.

- De aquí a las votaciones también tendríamos que pensar en qué poder tomar yo. - Dijo luego. Esperaba estar más recuperado para entonces, o poco podría hacer. - El de Alice sigue siendo una opción. No sé qué pasaría si tomase a Megan, habiéndolo utilizado ayer por la mañana, pero tampoco es algo a descartar. - Continuó, antes de buscarla con los ojos y acercar la mano libre a su pelo. - Pero para eso faltan muchas horas, y Àine quiere que nos tumbemos un rato los tres. - Terminó al final, con una media sonrisa.

- ¿Ah, sí? ¿Eso es lo que Àine quiere? - Pregunté, divertida con su forma de culpar al pajarito cada vez que él quería algo que le debía parecer demasiado tierno para el tipo duro que aparentaba ser. - Bueno, si es lo que Àine quiere, no puedo decirle que no...

Mientras pensaba en todo lo que había dicho, con cuidado levanté al pajarito y lo dejé sobre el pecho de Eko, para poder quitarme el jersey, que hice una bola. Levanté su cabeza y lo coloqué debajo, a modo de almohada, para salir de debajo de él después. Analicé una vez más las heridas que había junto a su pecho. Me habría gustado poder curarlas de alguna forma, pero no tenía nada para ello. 

Me tumbé junto a él, acercándome todo lo que me atrevía para no hacerle daño y apoyé el codo en el suelo y la cabeza en la mano, mirándolo. Entonces cogí al pajarito y lo puse en el hueco entre mi brazo y mi pecho, esperando que fuese lo suficientemente cómodo. 

- Haz lo que tú creas con tu poder. - Dije entonces, mirándolo a los ojos y acariciando su mejilla con el dorso de los dedos de la otra mano. - Confío en ti. No sé si es eso lo que están esperando Ivhone y Vanna, si es que la última realmente puede volver... Pero si podemos hacer que todo termine antes de que les dé tiempo a hacer lo que planean, mejor. Hoy le pediré a Alexia que mire a Vanna, así averiguaremos si miente o no. Y de acuerdo, decidámoslo todo después de las votaciones de hoy. También había pensado levantar a Andrew. Eso nos daría una muerte más a nuestro favor por la noche y teniendo a Alexia entre las traidoras para manipularlas... - Hice una pausa, sabiendo que probablemente esta idea no le gustaría demasiado teniendo en cuenta su obsesión porque reservase las últimas cadenas para él. Lo dejé en el aire y cambié de tema sin tardar mucho. - Alexia tampoco ha recibido nada de su tatuaje, si no reacciona el tuyo, quizá lo haga el suyo. Eso también nos serviría.

Eko no dijo nada ante los cuidados de Zyllah. No le gustaba la idea de que ella tuviese que mimarle, o algo parecido, pero tampoco tenía ganas de comenzar a protestar y discutir. Sentir el dolor de Àine era parecido a sentirlo en su propio cuerpo, pero también diferente. Más personal.

Luego escuchó todo lo que ella tenía que decir, acercando una mano para colar el dedo índice por la cintura de su pantalón. Quizá estuviese herido, pero no iba a dejar escapar un territorio ya conquistado.

Una vez ella hubo terminado emitió un suspiro, echando un nuevo vistazo a sus heridas. Luego posó sus ojos en los de ella, formando de nuevo la sonrisa de satisfacción por todo lo sucedido.

- Bueno, ya lo veremos tras las votaciones. - Dijo entonces, sin querer entrar en el tema de Andrew. El chico había mordido la mano que le había protegido hasta el momento. Si por Eko fuera se quedaría donde estaba para siempre. - No descarto que Liam guarde algún as más. Si cuando Gabriel lo examinó no tenía un poder relacionado con el sello puede haberlo obtenido desde entonces.

- El peor momento para que Ivhone o Vanna vuelvan - Añadió entonces, tras analizarlo unos segundos. - sería después de que yo tomara un poder, pero antes de caer dormidos.

Un cosquilleo recorrió mi cintura cuando su mano me rozó, dejándome la piel de gallina, y busqué sus ojos de nuevo. - Ojalá tengas razón y no piensen volver mientras esté Ira en pie. ¿Crees que ese poder que dice Gabriel que tiene funcionará también si la atacamos por la noche o si lo hacemos con la magia de Megan? 

Deslicé mis dedos desde su mejilla, por su cuello y su pecho, hasta dejar la mano en su costado. - Espero que el bocazas de Gabriel no se ponga a decir esta noche en voz alta lo que puedo hacer. Un tres por uno podría ser muy apetitoso para las asesinas, y si Ivhone o Vanna volviesen, Alexia no podría oponerse a todas. - Me quedé pensativa un instante, acariciándolo con los dedos suavemente. - Por ahora ni Ira ni las niñas han reaccionado al golpe. Alexia cree que están en shock. Está preocupada por esta noche, Ira vigilará y ella tendrá que ir a por alguien para disimular. Cree que lo más lógico sería Nil, para que Ira no sospeche de ella. Pero teme que Nil tenga algo guardado que pueda usar contra ella. Espero que no sea así, va a tener que jugársela. Falta poco para que todo termine, pero no debemos confiarnos. 

Mis ojos brillaban llenos de optimismo mientras buscaban los de Eko y una sonrisa de medio lado se esbozaba en mis labios. - ¿Y Àine tiene ganas de que todo termine para que por fin nos podamos quedar a solas? - Pregunté, usando su mismo truco con voz divertida.

Mientras Zyllah hablaba Eko iba respirando más pausadamente, frenando el dolor. El momento del combate estaba cada vez más cerca y no se lo iba a perder por nada del mundo. Unas pequeñas perforaciones no iban a pararle, eso seguro.

- La verdad es que estaría bien que Gabriel se explicara un poco mejor. - Respondió respecto a lo primero. - Estoy seguro de que él lo sabe. De lo otro... Bueno, aún tenemos mucho que valorar, - Dijo, entrecerrando durante un instante los ojos. - pero si realmente tú vas a perder algo importante de pasarle algo a Alexia, podría tomar de nuevo a Alice y proteger a Nil. - Propuso serio, llevando los ojos al cielo de nuevo. - ¿Cuál sería la consecuencia de que Alexia muriera ahora mismo? - Preguntó con voz grave.

Luego permaneció unos segundos dándole vueltas a su última pregunta. El futuro se presentaba incierto, aún cuando todo terminase bien. Antes de volver a hablar giró la cabeza, buscando sus ojos, y sus dedos juguetearon un poco por dentro de su pantalón.

- La verdad es que Àine no para de pensar en qué haremos cuando todo termine. - Susurró despacio, mirándola a los ojos, antes de llevar un instante la vista al pájaro. - Hay algunas decisiones importantes que hasta ahora no se había planteado. - Comentó con un tono que trataba de hacerlo menos importante. - Y cagarla no es una opción. - Concluyó con un suspiro. - Él cree que tienes suerte de tenerlo todo tan claro.