Partida Rol por web

Bucht cae ante el último puñetazo de Sarah Lyons, que ahora parece estar un poco más cambiada...

DIA 2

Tras la muerte de Bucht, Sarah se retiró a descansar, no sin antes buscar en el cuerpo del difunto para sacarle todo lo que tenía. Había pocas cosas, tenía unas tijeras de peluquería, un muñeco con la cabeza grande y un contrato del Enclave que le pedía que mate a cuanta gente se le cruzara por el camino.

Al final, la decisión de Sarah había sido acertada.

Recursos B:

Tijera de Peluquería. ATA +1 DAÑO +1

Muñeco Cabezón: +1 DES Permanente.

Carta del Enclave.

Balas x2.

Rifle Automático de la Hermandad del Acero. ATA +0 DAÑO +2

Sarah se acurrucó en un rincón. Acababa de matar a un hombre... Aquel tipo le daba mala espina pero ¿realmente lo merecía? Y entonces la vio, aquella carta ¿El enclave? Aquel tipo era un miserable asesino, ella había hecho lo correcto. Eso le quitaba un gran peso de encima pero, aún así, era algo difícil de asumir...

Una vez calmada, fue a ver a su padre, con total seriedad en su rostro.

Padre - dijo con voz seria - Me temo... me temo que Butch trabajaba para el Enclave... - y le enseñó la carta - Afortunadamente, le calé a tiempo pero nos enfrentamos y ahora... está muerto. Era un asesino, es lo que debía hacerse... Aún así, nunca es fácil...

Según esta carta, todo parece indicar que el enclave ha contratado a varias personas externas a ellos para que se infiltren entre la gente de a pie y acaben con ellos. ¡Eso es intolerable! Saldré ahí afuera y acabaré con todos ellos - su voz sonaba decidida - Gracias por todo, padre, nos veremos pronto.

El padre de Sarah le entrega un paquete diciendole que es para ella.

Sarah lo abre y es un bonito Pip Boy.

Despues, se retira a Rivet City.

La Ciudadela es el bastión de la Hermandad del Acero en el Yermo Capital. Allí la Hermandad traza sus planes de expansión por todo el Yermo. De más está decir que toda la tecnología armamentística del grupo se encuentra centrada allí, donde experimentan con armas nuevas y recomponen las antiguas para utilizarlas en cualquier momento.

La Cúpula de la Hermandad se encuentra aquí, planeando y ordenando a sus subordinados, los cuales cumplen las órdenes sin rechistar. Es una Jerarquía muy marcada, mezcla de militares y religiosos, que veneran la tecnología por sobre todo. Sus servoarmaduras son letales y los protegen de muchos peligros. También, sólo ellos pueden utilizarlas, por lo que sólo con el entrenamiento adecuado una persona que no pertenezca a la Hermandad puede llevar servoarmaduras.

- ¡Alto ahí! - Dicen desde un megáfono. - Identífiquese o abriremos fuego. -

Las defensas de la Ciudadela, unas enormes torretas de artillería, te apuntan.

Una explosión resuena en todo el valle.

La dirección es en Megatón.

El sonido llega desde allí.

Al parecer la bomba ha estallado.

Cuando las armas me apuntan y la voz me grita por el megáfono, levanto la vista hacia la muralla con gesto cansado, me echo hacía atrás el sombrero y dar un pequeño suspiro. Levanto las manos con desgana y sin prisa.

Soy el viejo Pete, minero y aventurero, en busca de un sitio en el que descansar. Vengo sólo y tengo pocas cosas para negociar, pero algo tengo para intercambiar. Doy una vuelta completa sobre mis pies para que puedan ver que no soy precisamente una armería andante y continúo. No quiero problemas, sólo un sitio donde descansar y echar una siesta tranquilamente.

Cuando se produce la explosión me giro hacia el otro lado antes de decir:

Eso no es bueno. Tenía que pasar antes o después, pero no es bueno

- Bueno, bueno... así que eso es lo que dicen todos. - Dijo Ion. - Veréis, hemos tenido un asesinato en este sector y estamos revisando a todos los que entran a la ciudadela. Declare si lleva armas encima y además, sus intenciones. ¿Qué está buscando aquí? -

Las armas de los soldados descendieron, pero las torretas aún seguían apuntándote.

Continúo donde estoy, sin moverme y con los brazos en alto, dejo escapar un pequeño suspiro al comprobar que la juventud no presta atención a los detalles, y me están haciendo perder un tiempo precioso, un tiempo que podría estar dedicando a dormir la siesta.

Como ya dije, sólo busco un sitio seguro donde descansar y recuperarme. Hago un gesto vago con la cabeza en dirección a Rivet City antes de decir. Vengo de Rivet City, donde se ha producido un ataque de Necrófagos. Me giro para mostrar el petate del que sobresale el pico. Como armas tengo mi viejo pico de la mina y una pistola láser, con un disparo, que encontré en Little Lamplight cuando ayudé a los niños a solucionar un pequeño problema de bichos. Me encojo de hombros antes de continuar. Pero como ya dije, no quiero causar molestias, sólo soy un viejo aventurero en busca de tranquilidad.

- Adelante. Puede pasar. - Dijo Ion después de pensar unos minutos. - El Elder lo recibirá. -

Acto seguido, una puerta pequeña se abrió al mismo tiempo que las defensas se desactivaban.

Entraste a La Ciudadela y allí delante, había un anciano entrado en años, con una túnica. Debajo se podía ver la armadura que llevaba.

- Bienvenido a La Ciudadela, soy el Elder Lyons. ¿Qué tal el viaje? Disculpe las medidas de seguridad, pero hemos cazado a un hombre del Enclave aquí dentro y mi hija ha tenido que matarle. No queremos esos problemas aquí, en la Ciudadela. -

DIA 3

El tiempo pasó rápidamente, y el sol comenzó a despuntar por el horizonte. No había sucedido nada más por la noche y tu estabas allí, charlando y hablando sobre el ataque de la noche anterior. Por suerte, el sol salió pronto, no tardó mucho en ponerse a una altura suficiente para que la luz ilumine todo el lugar.

Hola, soy Pete. Digo con voz cansada. No se preocupe, las medidas de seguridad no me molestan, al contrario, me dan tranquilidad. Por cierto, creo que he conocido a su hija en Rivet City, ¿se llama Sarah? Una chica valiente, se enfrentó con gran maestría a un Behemont y lo venció casi en solitario.

Después de informarme sobre el ataque dejo mi petate en alguna esquina, donde no moleste mucho y saco la pistola del bolsillo de mi vieja chaqueta para dejarla en el petate, junto al pico.

No creo que la necesite aquí, ¿verdad?. Me echo el sombrero hacia atrás mientras pongo algo de tabaco en la pipa y la enciendo con parsimonia. La verdad es que esos chicos de El Enclave parece muy ocupado últimamente, también atacaron Little Camplight hace poco. Tras dar unas caladas a la pipa y mientras el sol comienza a iluminar todo a nuestro alrededor, pregunto. ¿Tienen algún inconveniente a que de una vuelta por la zona? Me gustaría explorar un poco los alrededores y la propia Ciudadela

- No, claro, no tengo ningún inconveniente mientras no entre a los lugares que están prohibidos para... - Dijo el Elder mientras miró a la puerta que se abría.

Por ella, entraron Red, Sarah Lyons y Madison Li.

Al parecer nadie le puso problemas alguno a su entrada, ya que venían acompañados por una integrante de la Hermandad del Acero.

El Elder se giró hacia ellos.

- Bienvenidos a La Ciudadela. - Dijo y después, le sonrió a Sarah. - No sabía que ibas a volver tan pronto, hija. -

Saludó a todo aquel con el que se iba encontrando hasta que el Elder se presentó ante ellos. Alzó una ceja sorprendido al descubrir que era el padre de Sarah. - Wow. Gracias por la bienvenida. - advirtió que estaba también el anciano con el que habían coincidido en Rivet City, saludándole con la cabeza. No había llegado a intercambiar palabras con él ya que tras el ataque del behemoth se había ido de allí junto a Sonrisas. Sin embargo no había rastro de la mujer.

- Traemos malas noticias, señor. Rivet City se está hundiendo de forma inevitable. - dijo Red torciendo el gesto

Sarah parecía realmente cansada cuando llegó, pero aún así se mantenía entera, como siempre.

Padre, me temo que no somos portadores de buenas noticias. Es tal cual dice Red, y no solo eso. Han intentado matarme, ha sido el enclave y no de la forma habitual. Ni siquiera estaban allí, han debido usar un dispositivo extraño o algo así. Afortunadamente, mi pip boy interfirió en su frecuencia y pude salvarme. Pero ha quedado inservible. ¿Crees que habría alguna forma de arreglarlo?

Y estos son Red y la doctora Lo. Un manitas y una médico. Creo que podrían ayudar mucho aquí.

Después miro a Pete.

Hola de nuevo ¿que te trae por aquí? Pensaba que te habías ido con la tal Sonrisas.

Cansada tras el viaje examino la ciudadela con ojo crítico "en fin, no parece tan malo"

-gracias por la bienvenida señor Lyons, como ha dicho su hija soy doctora y me gustaría ofrecer mis servicios. También realizaba en Rivet city una investigación para purificar agua, pero de momento no ha dado muchos frutos-

Al darme cuenta de que Pete esta por aquí le saludo con la mano, yo no esperaba que siguiera viajando con Sonrisas