Partida Rol por web

Me llevo un dedo a los labios asegurandome de que me ven. Aunque dudo que haga falta recordarles nada. Y alzo mi varita para trazar un círculo a nuestro alrededor.

-Cave inimicum.- susurro lo más bajo que puedo.

Escucho las palabras de Severus y afirmo. Tenía razón. 

Cuando London pide pluma y pergamino busco con la mirada algo con lo que pueda escribir, pero Severus se adelanta. Luego London dijo algo sobre su hermano mediano, James suponía. Me reí, pues me parecía que era la verdad pero me pareció gracioso. 

La miro mientras escribe la carta y cuando la termina me acerco para leerla. No entendía muy bien la carta, no tenía demasiado sentido. Debía haber "algo secreto" como decían. Y en efecto. Luego London nos explicó lo de las palabras con mayúscula. Afirmé con la cabeza sonriendo. - Ahh, claro. Muy astuta. Supongo que lo pillará, y espero que funcione. - Digo cruzando mis dedos. 

La carta de London se marcha foltando a baja altura. Con suerte, ningun muggle se percatará. El tabernero se fija entonces en que lleváis un rato sentados y decide que no estáis de paso, si no que sois clientes. Se acerca a tomaros nota, a lo que Severus se tensa. Con la cabeza baja, cómo si quisiera evitar que nadie le reconociese a pesar de que seguramente nadie le conozca, intenta despacharle.

- Tres vasos de agua, estamos esperando a alguien, pero hemos llegado demasiado pronto. Cuándo llegue nuestro acompaãnte le llamaremos.

Al tabernero no le hace demasiada gracia que tres jóvenes ocupen una de sus mesas... Pero aún no es hora punta, así que de moemnto no dice nada. Asiente y unos minutos después trae tres vasos de agua.

Severus está claramente nervioso. Tiene el ceño fruncido, os contesta con gruñidos o monosílabos si habláis, su pierna derecha se mueve arriba y abajo con velocidad y no deja de rascar la madera de la mesa con una uña.

Parece que ha pasado una eternidad cuándo el hermano de London aparece, cuando en realidad apenas ha pasado media hora.

Charles no tarda en ver a su hermana, y auqneu se acerca con tranquilidad London puede leer en su mirada el estrés y la seriedad. Para no llamar más atención de la necesaria y evitar interrupciones, se detiene en la barra para pedir algo para picar. Cuando se acerca con 4 jarras de cerveza de mantequilla y algunos snacks, se os hace la boca agua: no os habíais dado hasta ahroa cuenta del hambre que teníais, pues son casi las 5 de la tarde y cuándo os metisteis en aquel lago eran las 11. Parecía imposible que sólo hiciese unas horas de ello.

- Bueno, perdonadme el retraso. - dice en tono jovial, pero mira a London con severidad. Una mirada que dice "ya estás explicándome qué pasa".

Uno de los hombres mayores interviene, y esta vez si le entiendes, pues habla inglés.

 -  ¿Me lo traduces o que, Dmitrij?

- Dice la chica que no ha sido ella. - le contesta con claro acento. - Y tampoco parece que el barco haya chocado con algo. 

El hombre asiente.

- Tal vez son los críos que tenemos que llevarle al Señor Tenebroso. Vosotros - dice señalando a tres chicos y chicas que deben tener 17 o 18 años. - Bajad a ver que están haciendo. No queda mucho para llegar y no queremos problemas. Y vosotros cuatro echad un vistazo en los pasillos y el baño. Tú también. - le dice al otro adulto, quien asiente sin rechistar. Después, se vuelve a meter en la sala de dónde había salido.

Los tres primeros se dirigen a la escalera que baja a bodeguilla dónde estábais unos minutos antes. tres de los restantes se separan cada uno por uno de los pasillos que quedan, y el último se dirije al baño con el adulto.

Mierda, mierda, mierda... Vamos, Mia, tranquilízate, tienes todo esto bajo control, ellos no te ven, aprovecha tu oportunidad para conseguir varitas...

Respiré hondo un par de veces, tapándome la boca con la mano incluso como si pudiesen escucharme desde allí. Espero a que se metan en el baño y apunto a los tres que se dirigen a la bodega con la varita. Abro el montacargas y salgo sigilosamente de este, doy un par de pasos para acercarme a ellos y pronunciar en un susurro:

- Muffliato.

Una vez silenciada la zona podía seguir con el plan:

- Desmaius...-susurro tan bajito que incluso a mí me cuesta oírme.

- Desmaius...-una vez más... no la cagues ahora...-... Desmaius

Espero un momento a ver los resultados de mis hechizos, si los 3 han caído al suelo, corro a por sus varitas, vigilando siempre antes de salir al pasillo de nuevo, debo ser rápida pero cautelosa... por esta vez por lo menos.

Le lanzo una mirada de complicidad a Remus. 

- Inuix... Prefiero llevarte a cabeza de puerco. Tu eres pequeña.- Le digo y pongo las manos en alto antes de que reproche. - Si por algún casual te pasara algo a mi también me pasaría y no tendría fuerzas para continuar luchando. Si estás tu en la lucha junto a mi voy a estar más por ti que por mi seguridad y eso me entorpecería. Espero que lo entiendas... 

No sabía si mi discurso de Tía le iba a convencer mucho pero por los menos las palabras salieron de mi sinceras. 

- Es peligroso ir a cabeza de puerco de todas maneras. Te acompañaré y luego volveré. Remus, ¿me acompañas a llevarla? Mientras podemos planear una buena estrategia.- Le propongo. 

-Metamonos en el lavabo -susurro pese a estar bajo el hechizo de Brad, por si acaso. -Venga, vamos.

Tenía bastante miedo, el suficiente para actuar sin esperar a que ellos decidieran nada, y me metí en el lavabo más alejado. Tendría sentido que si por casualidad vinieran aquí, fuera el último al que llegaran... Por favor...

Mejor separados ¿O juntos? Ninguna opción es buena. Pero quizá el orinal "más alejado" sea el primero en el que miren. Lo cierto es que es un poco azar.

Me escondo en otro, el segundo nada más entrar.

Esperaba que diera resultado. Temía que no pudiéramos dar más pasos, y nos quedáramos en el Caldero Chorreante hasta que nos muriéramos de hambre. O, fuéramos a otro sitio con el mismo resultado. Era bastante pesimista, y comencé a culparme por el hecho de que hubiéramos cogido aquel camino. No sabía cómo era el de los demás, pero temía que fuera más fácil. Lo que significaría que habíamos errado en nuestra elección.

Sacudí la cabeza, y trate de sonreír ante lo que dijo Zoe. Me encogí de hombros, y me rasqué la nuca con modestia.

—La verdad es que es lo primero que se me ha ocurrido. Creía que era bastante tonto, ciertamente. Si hay faltas, y todo— noté sonrojarme un poco, y bajé la cabeza. Eran personas amables, simpáticas y trabajadoras, y me daba miedo que los estuviera conduciendo a un abismo negro del que no pudiéramos salir.

Tragué saliva con dificultad al ver que aquel tipo se nos acercaba, y compartí una mirada asustada con Severus y Zoe. No se me ocurrió nada que decirle, sobre todo porque habría que pedir algo, y, después, pagarlo, cosa que no podíamos en ese momento hacer.

Escuché lo que dijo Severus, y suspiré aliviada al ver que la respuesta que le daba le parecía válida, y alcé el pulgar en señal de aprobación.

Cuando nos trajo el agua, apuré el vaso, y lo vacié en un segundo. Estaba sedienta. Y asustada. Y por más que intentara relajarme, no podía. Compartí un par de frases con Zoe acerca de una nueva túnica de moda que había oído en la Sala Común cuando un par de chicas hablaban, y obvié a Severus cuando le pregunté su opinión, y se limitó a hacer un extraño ruido gutural.

Comencé a mirar a la gente que iba y venía, y me pregunté qué era lo de la noche sería. Había pasado mucho tiempo, y estaba segura de que ya debía de haber una noche cerrada. Sin embargo, me equivocaba, y fue cuando vi a mi hermano cuando me di cuenta de que tampoco había pasado tanto tiempo.

—¡Ah!— grité de manera ahogada al verlo, y alcé la mano para llamar su atención. No recordaba cuándo había sido la última vez que lo había visto, pero me parecía mucho más delgado—. ¡Aquí!

Al ver que traía comida y bebida, le agradecí con la mirada el gesto, y comencé a abrir un paquete de galletas para llenarme el estómago, mientras hacía las presentaciones.

—Zoe, Severus, este es mi hermano mayor Charles— dije—. Charles, ellos son mis compañeros de equipo, y mis amigos— añadí, con cierto orgullo.

Y, aunque no era el momento de perder el tiempo con las presentaciones, no pude evitar hacerlo.

—Bueno, pues eso, que…— miré a nuestro alrededor, y bajé la cabeza—. Que Hogwarts está en peligro. Hemos huido de una especie de guerra mágica entre dos bandos. Uno de ellos es ése de los mortífagos, o como se llamen— resumí—. Todo fue una verdadera sorpresa, porque estábamos en mitad de una prueba de esas de los juegos— expliqué—. Fue todo un caos, y conseguimos huir del castillo, evitando la lucha. ¿Cómo estás? ¿Has oído algo? ¿Y el Ministerio? ¿Todo bien?— comencé a preguntar. 

Mientras hablaba con London sobre las nuevas túnicas de las que hablaban esas chicas en las cosas de Hogwarts le sonreía. Me imaginé mucha gente muriendo ahí en Hogwarts y nosotras estábamos tan tranquilamente hablando de cualquier cosa. 

Al ver llegar a el hermano de London le saludé desde lejos con la mano, hasta que se acercó más. Me parecía que llevábamos un montón de rato esperando, pero realmente no había sido tanto. 

-Encantado Charles, yo soy Zoe como dice London. - Sonriente le di la mano tímidamente. 

Noté las palabras de London un poco liantes, aún que yo lo entendía porque ya sabía lo que había pasado, pero quizás Charles no. Aún que bueno, entre hermanos suponía que era fácil...

Brad y Donnie se meten en dos retretes distintos y Brad realiza un conjuro protector... Pero no se dan cuenta de que Aelia se ha quedado parada, tal vez por el miedo, junto a la puerta.

La puerta se abre y entran un hombre de unos 30 años junto a un chico de unos quince. En cuanto ven a la chica le aputnan con sus varitas y la acorralan contra la pared. Aelia levanta las manos para que no le ataquen.*

- ¿Cómo has salido? - dice el hombre adulto cogiéndola del brazo y tirando de ella. Si la chica estaba ahí, tal vez había más...

- ¿No es la chica que el chico Knight se llevó aparte? - pregunta el adolescente. El hombre examina a Aelia y asiente, empezando a tirar de ella para llevársela. 

- Comprueba el resto del baño, chico. - le susurra el hombre llevándose a Aelia.

Sales del montacargas y conjuras un muffliato, pero mientras lo haces, te das cuenta de que uno de los chicos se gira y te ve. No le da tiempo a defenderse de tu primer Desmaius, pero si de gritar un "eh" que pone en alerta a sus compañeros. El chico cae al suelo, pero la chica y el otro chaval que iban con el están alerta.

Ambos levantan sus varitas, pero el desmaius a la chica es increíblemente potente. Su protego es inutil y sale disparada escaleras abajo, golpeando con fuerza la puerta.

Tu segundo desmaius supera su protección por los pelos, y el chico cae también.

Gracias a Merlín por el muffliato.

Esperáis en silencio y no tardáis en escuchar un golpe el piso de arriba. Los tres os miráis pensando que ya han atrapado a vuestros compañeros y aun no ha pasado ni un minuto, pero el silencio que le sigue os dice que no es así. Sin embargo, escucháis muchos pasos y poco después varios golpes en las escaleras. Algo choca contra la puerta con una fuerza inusual y los tres dais un respingo. Después... silencio.

Anne traga saliva y mira a ambos chicos.

- ¿Qué creeis que ha sido eso? ¿Abrimos la puerta?

Soy imbécil...

Con mi conjuro hecho, no deberían verme aunque tenga la puerta del baño abierta. Por lo que la abro lentamente, para que no haga ruido. Para poder ver cuando se va el hombre y así poder librarme del chico ahora y después del hombre. De uno en uno.

Vamos...aún no es tarde...

¡Si, sí, sí!

No pude evitar cerrar el puño con fuerza y flexionar el codo en señal de "¡TOMA YA!" cuando vi que los tres rodaban escaleras abajo. Pero no pude recrearme demasiado, el tiempo se agotaba. Corrí hacia los cuerpos inconscientes y les quité las varitas, Donnie y Aelia seguro que lo agradecían. Y Joni también cuando lo encontrásemos. 

Me dirigí lentamente hacia la puerta del baño y escuché atentamente, por si necesitaban ayuda dentro. 

Habían entrado y pillado a Aelia y un "yo" interior se alegraba de estar en un lavabo. Porque estaba cagado. Mientras mi cabeza repasaba todo lo repasable para poder ayudar a Aelia y esperaba que Brad se quedara quieto por ahora, escuché al que tenía una voz más adulta decir a alguien que revisara los lavabos.
La habíamos cagado. No sabía cuántos eran exactamente, ni cómo eran, pero como por instinto clavé firmemente mis pies en el suelo y preparé mis manos en gesto de avalanzarme en el primero que abriera esa puerta. Si no le dejaba mover la varita no iba a haber ningún hechizo...

"Oh, no. Ahora no. ¡Escóndete, Aelia!". El tiempo se ralentizó muchísimo. Mi cabeza iba a toda velocidad, pero mi cuerpo no quería responder. Me quedé tiesa, unos segundos, mientras notaba los ríos de sangre bombear desde el corazón hacia todos lados. No podía ser que tuviera tan mala suerte. Como si de una parálisis del sueño se trataba, mi cabeza le pedía a gritos a mi cuerpo que se encerrara en algún lugar, pero mi cuerpo no parecía poseer la potestad del control sobre sí mismo. Y resté inmóvil, inmóvil e inválida, mirando hacia la puerta, en una posición completamente pasiva.

Como era obvio, no opuse resistencia. Como era obvio, alcé las manos y como era todavía más obvio, había hecho el gilipollas. Pero aquello me daba problemas, a mí y a ellos, y cuando vi que Brad y Donnie estaban entre la espada y la pared sonreí afablemente, mirando al hombre mayor y al chico a las caras, y me encogí de hombros. -Bueno, no sabéis de lo que una mujer es capaz cuando necesita un poco de intimidad, ¿verdad? Tenía que ir al baño, y vuestros mecanismos de cierre son bastante mediocres. Busqué por el barco, me perdí, me di de bruces con algo, y me metí aquí. Por cierto, decidle a Zane que quiero hablar con él, por favor- recordando el hechizo que había realizado Brad unos segundos antes, supuse que de alguna manera estaban protegidos. O, si bien no protegidos, estaban preparados-. Si sirve de algo no hay nadie aquí a parte de mí, pero lo vais a registrar igual, ¿no? Y no me ha dado tiempo a usar el baño. En fin... ¡Eh, niño!- llamé la atención del joven, y a modo de despedida le dije-. Cabeza erguida, siempre.

El discurso de Aelia no le hace demasiada gracia al hombre, que tira igualmente de ella y empuja al otro chico hacia los lavabos.

Brad no ha tenido la mejor idea del siglo, pues aunque no os ven, una puerta del baño que se abre sin más es sospechosa incluso en el mundo mágico. El chico tiene la varita preparada y realiza un conjuro que todos conocéis. No estáis seguros si lo haría hecho en caso de no abrirse la puerta, pero el caso es que ahora sabe que hay dos personas más en el baño aparte de Aelia y el hombre.

- ¡Oh vamos, dejad de esconderos como ratas! - dice el chaval con marcado acento mientras el hombre no se entretiene y sigue su camino, saliendo del baño con Aelia mientras le susurra "pequeña mentirosa".

Llegas a la puerta en el instante que el picaporte empieza a moverse...