Partida Rol por web

Después de daros unos segundos para admirar de cerca el castillo, Hagrid os conduce al interior y cierra las puertas de la entrada tras de sí. 

- Bien, esperad aquí. Ahora vendrá la subdirectora a por vosotros. -dice el semigigante antes de desparecer por una puerta lateral.

Los pasillos están bastante vivos, pues es la hora en la que la mayoría abandona el gran comedor y empieza a ir a sus respectivas clases. Sea como sea, todo el mundo parece ensimismado en sus propios asuntos y no presta atención  a las conversaciones ajenas. Según el horario, el despacho de Slughorn debería estar en algún lugar camino a las mazmorras, camino que por suerte ya conocéis ya que es la dirección que tomáis para ir a la sala común.

Haciendo memoria de las galerías caminaba junto a Deborah y Zane con la seguridad con la que lo haría en mi propia casa. La verdad era que empezaba a acostumbrarme a la sordida y desolada humedad de las mazmorras, cosa que al mismo tiempo me resultaba inquietante. El ser humano tenía una capacidad asombrosa para adaptarse a ... determinadas situaciónes. Como la historia de la rana que muere hervida...

Pronto nos vimos frente a una puerta de madera noble, gruesa, firme y pulida. El despacho de Slughorn. 

Inconscientemente me coloqué la trenza a un lado y agarré firmemente la cinta del maletín que me colgaba del hombro. Tras ello, llamé a la puerta educadamente.

Me sorprendía ver con qué facilidad Charlotte ya se movía por los pasillos, y aunque yo había memorizado el camino a las mazmorras donde se encontraba nuestra sala común, me daba la impresión de que cualquier despiste que tuviera me llevaría a perderme en aquel laberinto de escaleras cambiantes y pasillos.

Así que, fijándome en todos los detalles en los que, ni la noche anterior por el cansancio ni esta mañana por lo sumida que estaba en mis pensamientos, todavía no había visto, seguí en silencio a Charlotte y a Zane sin tener todavía muy claro qué hacía yo allí, al fin y al cabo la idea del club de lectura era de Charli y el joven Knight iba más que nada a preguntar por su querida serpiente.

Suspiré resignada sintiéndome, como siempre que estaba rodeada de gente, muy poquita cosa mientras esperaba a que Slughorn nos diera permiso para entrar.

La puerta de roble no se abrió al instante, pero podíais escuchar como unos pasos cortos se acercaban lentamente. Cuándo el profesor finalmente abre la puerta, podéis ver que se trata de un hombre más bien gordo con ropas a la moda...a la moda de los cincuentones, claro.

- ¿Sí? - Slughorn se fija en que sois Slytherin y, aunque a primera vista no parece saber quién sois, vuestra ropa y vuestro aires le dan la vaga idea de que venís de familias importantes, lo que hace que añada una sonrisa y un tono algo más acaramelado - ¿En qué os puedo ayudar? Pasad, pasad, tengo 30 minutos antes de que empiece mi clase.

El profesor se aparta y os deja pasar a la sala. Es una sala decorada con mullidos sofás y pociones, ingredientes y otros utensilios en las estanterías. También hay varios libros seguramente de la asignatura que enseñaba. La sala contaba con dos puertas aparte de la que habíais usado para entrar. Una estaba abierta y daba a la clase de pociones, de esos estabais seguros, pues podíais ver la típica situación de pupitres aunque con espacio para los calderos. La otra estaba en el lado opuesto y estaba cerrada con llave. Sobre la repisa de la chimenea y otras estanterías había artefactos extraños y fotografías con magos más o menos famosos en diferentes ámbitos.

- Sentaos sentaos. ¿Qué necesitais? Uy, pero qué maleducado, si ni nos hemos presentado... Yo soy el profesor Slughorn - dijo aún a sabiendas de que conocíais su nombre y su estatus aquí en el colegio - ¿Vosotros?

Salis del comedor y una vez en la entrada, teniendo las escaleras a un lado y la salida a los jardines en el otro, Dharma se gira y os mira a las dos.

- Entonces...¿exploramos dentro o fuera? Tal vez es más útil conocerse los pasillos, pero también es cierto que dentro de poco hará mucho frío para ir a los jardines y el lago...

-Gracias profesor. -Sonreí con dulzura ante la invitación, siguiendo sus pasos hasta el interior de su despacho mientras discretamente, me dedicaba a examinar su contenido.

Al contrario que los fríos y húmedos pasillos de las mazmorras, y como ocurría también en la sala común, el despacho de Slughorn se trataba de una habitación cálida, bien provista de todo tipo de comodidades y decorada con cierto gusto. Evidentemente los libros de pociones así como innumerables frasquitos y contenedores, poblaban de alguna manera, ordenada, cada estantería, vitrina o repisa del lugar. Y como si se tratase de un autentico muro de la fama, la repisa de la chimenea, la pared y las estanterías que la enmarcaban estaban decoradas con retratos de diferentes magos fácilmente reconocibles. Todos ellos, algunos más que otros y por una u otra razón, gozaban de una posición privilegiada dentro de la sociedad mágica y todos ellos, sin excepción, habían sido antiguos alumnos del profesor. Al menos, eso es lo que se decía por ahí...

-Charlotte. -Respondí tomando asiento de forma educada, aun a sabiendas de que lo más probable era que él ya lo supiera. -Prince. -Añadí con tranquilidad, alisándome pulcra y distraídamente la falda del uniforme.

Tras dirigir una leve mirada a mis silenciosos compañeros, me animé a empezar. Después de todo, la idea era mía. - Verá profesor, tenemos una propuesta que hacerle. -Empecé.

- En vista de los innumerables recursos que nos ofrece el castillo, y con la intención de poder aprovecharlos al máximo, hemos pensado crear un pequeño "club de lectura" para aquellos alumnos interesados en ampliar sus horizontes en materia de conocimientos. -Hice una pequeña pausa para darle mayor énfasis a la explicación. Porque aunque todos los alumnos eramos iguales, lo cierto era que algunos lo eramos más que otros...

-Me he tomado la libertad de escribir los detalles en una petición formal. -Añadí inclinándome un poco para sacar el sobre correspondiente de mi maletín y extenderlo con la ayuda de dos dedos sobre la mesita que teníamos delante. -Quizá incluso pueda recomendarnos algún libro interesante con el que inaugurar la primera sesión... -Aventuré tentadora, desviando la mirada hacia los innumerables volúmenes que poblaban las estanterías del despacho.

Pongo los ojos en blanco al escuchar a Charlotte y más saca el sobre de su maletín. Miro a Deborah con una mirada cómplice durante unos segundos, como diciendo "¿De verdad puede ser alguien tan pedante?" Algo me dice que esa niña no ha tenido infancia... lo cual es bastante triste...

Por el mismísimo Merlín... que me libre de aguantar esto siempre...

Pienso negando con la cabeza -Yo soy Zane Knight profesor- Saludo algo frío, como es costumbre -Seguramente mi padre se haya puesto en contacto con usted- Digo, sé que Slughorn tiene en muy alta consideración a mi familia y que seguramente se hubieran asegurado de que consiguiera lo que quiero.

-Verá, enviamos una carta a la escuela a propósito de mi mascota, una serpiente de cascabel albina llamada Susan. Lamentablemente decidieron que, aunque no suponía ningún peligro podía atacar a las mascotas de otros alumnos y que debía hablar con el jefe de mi casa respecto a ella.

-No desarroya ningún veneno por un conjuro que le lanzó mi abuelo cuando me la regaló, y la verdad es que me parece injusto que se puedan traer lechuzas cuando se alimentan de ratas también y no mi serpiente... le tengo mucho aprecio... ya sabe...- Digo explicándome -Así que he venido a pedirle permiso para traerla y a pedirle que si pasa por Hogsmade la recoja, si no le importa por supuesto. Pero ya le aseguro que no es peligrosa y es realmente tranquila.

Me quedo expectante a la espera de que Slughorn responda y me de una respuesta afirmativa, por supuesto. No hay ninguna razón por la que quiera negarse.

Crucé la puerta observando con bastante curiosidad tanto al profesor como el cuarto en el que nos encontrábamos. Sin saber muy bien por qué me sentía decepcionada, quizá me había imaginado a alguien con aspecto más arrogante y con mejor apariencia y no una bola de sebo con más pinta de abuelo bonachón que de profesor.

Como era mi costumbre me quedé en un segundo plano, callada, esperando que fueran el resto los que tomaran la inciativa como así fue. Cuando Charlotte empezó a hablar vi que Zane cruzaba su mirada conmigo pero yo, sin molestarme siquiera en sonreír, levanté los hombros con indiferencia.

- Deborah Gray. -Fue lo único que dije casi en un susurro y estaba convencida de que el profesor ni siquiera me había escuchado, es más... sabía que ni siquiera se había fijado en mí.

Oí como cada uno de mis compañeros explicaban los motivos de nuestra presencia en su despacho y me sentí bastante fuera de lugar, me revolví nerviosa en la silla cruzando y descruzando las manos y con la vista perdida en la puerta abierta que parecía ser el aula de pociones.

Sorprendida por la acogida de mi plan de "exploración", salí tranquilamente del gran comedor acompañada por Dharma y Aelia. Pensaba que acabaría perdida, sola en algún rincón oscuro del castillo, pero con ellas dos mis miedos se desvanecen. Tres cabezas recuerdan mejor que una, y seis ojos ven más caminos de dos.

Nos detuvimos en la entrada, escaleras a un lado, jardines en el otro...

Permanecí pensativa unos instantes, mirando hacia uno y otro lado. Finalmente, me encogí de hombros y dí la razón a Dharma.

-Vamos a los jardines, como dices, dentro de poco hará demasiado frío y deberíamos aprovechar. Además, después de clase podríamos recorrer los pasillos, o mañana.

Solté un dulce suspiro, sopesando las oportunidades que tendríamos de ver una cosa y la otra. Al fin y al cabo, era el primer día de clases, pero la verdad es que no tenía ningunas ganas de ir afuera con mis amigas. Tenía mucho más interés en el castillo en sí que en sus alrededores. Miré a ambas compañeras y asentí con la cabeza, pensativa. Bueno, la verdad es que tendría más ocasiones de ver el castillo más adelante, y tampoco iba a estar mal un paseo por los alrededores. Quién sabe, probablemente aquél lugar también estaría repleto de cosas maravillosas que seguro que me iban a sorprender más que a mis amigas. Me acordé de Shiva, y me entró un súbito arrebato de lástima. Se iba a tener que quedar en la sala común de Ravenclaw todo el curso, pero bueno, comida y descanso no le iba a faltar. Me froté la frente con los dedos de mi mano izquierda y me encogí de hombros, algo divertida. En realidad, también me sentía curiosa por pasear por los alrededores, pero suponía que mucha gente haría lo mismo que nosotros y que nos encontraríamos con mucha más gente que deambulando por el castillo, puesto que la gente que se quedaba dentro generalmente iba a ir a clase. Miré la hora de la clase de pociones de nuevo y vi que las clases de dicha materia se impartían en una de las mazmorras por el profesor Slughorn. Bueno, para llegar a las mazmorras, había que bajar. Suponía que no nos íbamos a perder al llegar, así que guardé de nuevo el horario en la túnica y me puse bien el cuello de la misma. -¿Vamos?- Dije, simplemente, aproximándome a la puerta de entrada. La verdad es que el exterior del castillo daba una imagen muy viva, y eso me animó un poco, puesto que la noche anterior no pude ver nada parecido.

- ¡Frenen muchachos, frenen! - dice el profesor con las manos en alto y una carcajada corta pero profunda. Después se dirige a Charlotte.

- Las damas primero. Vemos, señorita Prince, su petición. - el profesor extiende la mano y coge la petición de Charlotte, repasandola unos minutos en silencio. Finalmente, habla de nuevo. - Me parece una idea muy interesante y los clubs son libres en Hogwarts una vez aprobados. Deberé pasar la petición al director para que lo haga oficial. Seguramente muchos estudiantes brillantes estarán interesados en participar, pues no contamos con un club de lectura. - la palabra "brillantes" hacia que sus ojos, redundantemente, brillasen en esperanzas - Le pasaré la petición lo antes posible. No creo que haya problemas y puede que esta semana podáis inaugurar el club. Además, su padre ha contribuido notablemente a la librería del colegio, sería un gesto poco cortés negarle a su hija un club de lectura. - dice con una sonrisa - Supongo que la habéis tramitado conmigo porque me queréis como profesor supervisor, ¿verdad? - añade con emoción velada. El profesor Slughorn era conocido entre muchas castas nobles por sus preferencias a alumnos brillantes o con influencia familiar. De este modo el profesor conseguía favores especiales, pero sus alumnos también tenían ventajas, por supuesto. El hecho de poder contar con un segundo club como este parecía atraerle, tal vez como filtro para sus nuevas incorporaciones al "Club Slug". 

- Ahora la segunda petición, señor Knight. Sus padres han contactado conmigo ya por el asunto. ¿Sabía que su madre era una alumna ejemplar en mi clase? Sí, ¡ya lo creo! Incluso formó parte de mi club privado sus dos últimos años. Ahí es dónde conectó con tu padre, ¿lo sabías muchacho? - dice el profesor con orgullo. - El caso no me parece tan grave cómo las normas de las normas de la escuela presentan. Si bien es cierto que en principio pone lechuzas, gatos y sapos permitidos, hay muchas excepciones, pues no es algo tan extricto. Es normal que muchachos de vuestra edad necesiten una mascota, lejos de vuestras casas. Si bien es cierto que, en todos mis años de enseñanza, no había tenido la petición de una serpiente. Por mi parte tienes el visto bueno siempre que no salga de la habitación, pero claro, eso supone la aprobación de tus compañeros.

El profesor saca una hoja de su escritorio y moja la pluma en el tintero. Después empieza a escribir y firma al final de la carta. 

- Pide a tus compañeros que te firmen aquí, con nombre y apellidos, si les parece bien. Es bueno tener el consentimiento escrito, ¿sabes muchacho? Si no te lo dan no puedo hacer mucho más, pero si les explicas lo que tu madre me ha escrito, no creo que tengan inconvenientes. Al fin y al cabo, Slytherin tiene como símbolo la Serpiente, tal vez les parece incluso un honor, ¿no crees? - añade con una carcajada.

Por último se gira hacia Debbie.

- ¡Ah, señorita Gray! Recuerdo a su hermano Aristeo, no hará muchos años. Era un alumno muy bueno, quería ser profesor y le aconsejé en varias ocasiones. Ahora está impartiendo en Dumstrang, ¿verdad? Me envía cartas un par de veces al año. ¿Tú no tienes ninguna petición particular, señorita?

Definitivamente, aunque vuestras caras no le hubiesen sonado a la primera, vuestros apellidos resonaban en sus oídos con encanto. Sin duda eso era algo positivo con este profesor en particular.

Efectivamente, todos los alumnos en Hogwarts eran iguales, pero a juzgar por el brillo en los ojos del profesor y como bien había predicho anteriormente, algunos lo eramos más que otros...

La verdad era que este tipo de situaciones me recordaban siempre a una especie de baile en el que, como si de un acuerdo mudo se tratase, cada cual sabía exactamente el paso que le tocaba dar y sin embargo, todos se esforzaban por que pareciera casual.

- Siempre que no le suponga inconveniente claro. -Aclaré con suavidad esbozando una sonrisa dulce, ignorando deliberadamente tanto la expresión de Zane como su molesta e inapropiada interrupción. ¿Es que a estas alturas aún no había pillado las reglas del juego?.

Me permití sonreir abiertamente cuando el profesor nombró uno de mis puntos débiles, mi hermano Aristeo.

- Sí señor, sigue dando clases en Durmstrang, le gusta mucho aquello dice que es muy distinto a Hogwarts. Creo que definitivamente se instalará allí, ahora tiene novia y seguramente se casará dentro de poco. -Me sonrojé hasta la raíz del pelo al darme cuenta que estaba hablando más de la cuenta y por unos instantes me sentí perdida.- No señor, yo no tengo ninguna petición que hacer... por ahora.

Me quedé con la vista centrada en mis manos, las cuales reposaban en mi regazo, y no pude evitar un gesto de desagrado al oír las palabras de Charlotte.

Pero ¿cómo se puede ser tan repelente? Menuda pelota está hecha. Espero que algún día se lleve tal susto que le haga abrir los ojos y darse cuenta que no es el centro del mundo. Por favor... es insoportable. Repipi... y encima la tengo que aguantar de compañera de habitación. Ains... Debbie ya puedes ir tomándotelo con calma.

-Muchas gracias profesor- Digo cogiendo la hoja -Mi madre ya me dijo que era un profesor excelente y me hablaron muy bien de usted- Comento friamente y distraido mirando la hoja de pergamino, más que hacer la pelota digo la verdad por parte de mi madre, yo confío en lo que me dijo ya comprobaré si es verdad pero debo llevarme bien con él... algo distraido miro la firma del profesor y después guardando la hoja en mi túnica.

Muy bien Charlotte... eres una genio...

Pienso irónico, la chica me daba casi lástima por su comportamiento, Narcissa por ejemplo era estirada pero no llegaba a ser tan repelente como ella, al menos lo que he visto de Narcissa... Charlotte sin embargo parece más preocupada por su vestido que por otra cosa.

- ¡Muy bien, perfecto! Será un honor ser el supervisor de vuestro club. En cuánto el director lo apruebe os avisaré y os puedo recomendar algún libro. Ahora debo dejaros si no tenéis más peticiones, que mi clase está apunto de comenzar.  - contesta el profesor visiblemente halagado. 

 - Genial, estoy segura de que muy pronto podremos ponernos en marcha. -Me despedí del profesor de forma cordial y tas una sonrisa encantadora, salí de su despacho esperando que tanto Zane como Deborah hicieran lo mismo. 

Una vez de vuelta a las mazmorras, volví a colgarme el maletín del hombro. - Ha ido bastante bien. -Comenté de forma distraída, mucho más animada. Sabía que conseguir un pase para la sección prohibida no era fácil pero no se me ocurría un profesor más..."accesible", por decirlo de alguna manera, que Slughorn, con el que tratar este tipo de proyectos. Cuanto más lo pensaba, más convencida estaba de que todo esto del club, cuanto menos, sería un viaje interesante y sí, estaba deseando echarle el guante a más de un ejemplar que de otro modo me habría estado absolutamente vetado. 

Sonreí de medio lado, casi podía escuchar la censura del señor Le Morte, a las órdenes de mi padre, Oh no, no iba a ser nada "adecuado" para una "señorita"...

Aun así, no tenía tiempo para perder en recreaciones, ya lo tendría una vez todas las piezas estuvieran bien dispuestas sobre el tablero, pues el club de lectura no era el único proyecto que tenía en mente. Aquello había sido tan solo una brillante inspiración durante un viaje en tren muy, muy aburrido. Sin embargo, llevaba todo el verano dándole vueltas a aquel otro asunto y, si quería poder negociarlo con la encargada de la enfermería tenía que aprovechar la ausencia de Alexander durante sus clases.

- En fin, yo me marcho ya. -Añadí echando un ligero vistazo al reloj. -Tengo cosas que hacer antes de que empiecen las clases pero si quereis podemos quedar para comer. -Ofrecí más relajada, tanto que hasta casi había olvidado la interrupción de Zane. Por fín las cosas empezaban a salirme bien y, despues de todo, había cosas a las que tendría que acostumbrarme a no esperar, no todo el mundo había recibido la misma educación.-Oh, por cierto, suerte con eso de tu serpiente. -Concluí a modo de despedida.

- Muchas gracias profesor. -Me levanté y, con una ligera inclinación de cabeza, me alejé hacia la puerta.

Una vez en el exterior respiré hondo pensando en lo que iba a hacer a continuación. Mi prioridad ahora mismo era escribir a mi padre así que, me despedí de Charlotte, la cual parecía tener planes y pensé que lo mejor que podía hacer era regresar a nuestra Sala Común.

- Hasta luego Charlotte. Yo voy de nuevo hasta nuestra Sala, quiero recoger los libros para las clases y de paso escribir a mi padre. Después me acercaré a la lechucería y quería conocer la biblioteca... eso si no me pierdo. Nos vemos en el comedor si queréis.

Di media vuelta sin esperar a saber lo que Zane iba a hacer.

-Sí, gracias señor, intentaré recoger las firmas lo antes posible- Digo despidiéndome y saliendo, como Deborah voy a la sala común, ya que sería el sitio ideal para encontrar a mis compañeros de habitaión, además tenía que recoger el material allí.

Me meto las manos en los bolsillos y sigo a Deborah con la cabeza gacha y expresión pensativa, no creía que nadie se atreviera a darme problemas pero... ¿y si me los dan?

Mientras me dirigía hacia la sala común pensando en todo lo que quería hacer aquella mañana, sentí que alguien caminaba detrás de mí. Me giré y pude comprobar que era Zane, el cual parecía que llevaba mi mismo camino. Me detuve para darle tiempo a alcanzarme.

- Pensando en tu serpiente ¿verdad? Espero que consigas esas firmas. -Me quedé unos instantes pensativa mientras le miraba.- De verdad que quisiera que tuvieras a tu serpiente contigo, quizás así te viera sonreír alguna vez... -Esperaba que aquel comentario no le molestara, aunque la verdad es que tampoco me importaba mucho.- Pero claro, yo no voy a ser quien comparta habitación con vosotros y tu serpiente y poco puedo opinar sobre ese punto.