Partida Rol por web

Al principio creías que ibas por el buen camino hasta que una de las escaleras decidió cambiar su curso. Pensaste que no importaba mucho, así que en lugar de volver sobre tus pasos seguiste caminando... Hasta que después de un rato te diste cuenta que no tenías ni idea de dónde estabas. 

Lo peor es que era demasiado pronto para que hubiese gente en los pasillos, con lo que te ves en un pasillo sola y desorientada. No reconoces el pasillo. Hay algunos cuadros, un par de tapices y alguna armadura metálica. Hay varias puertas, pero cómo ya pudiste comprobar ayer, no es algo común en Hogwarts escribir qué hay tras cada puerta.

Después de andar mucho, reconocí que estaba completamente perdida. 

Corrí por el pasillo que estaba hasta llegar a una puerta que esperaba que llevara a la escalera principal...

Severus sale a tu lado. Lleva el libro de hoy en las manos pero también un par más. Durante unos minutos, mientras avanzáis por el pasillo, el silencio se llega a hacer incómodo hasta que Severus abre la boca.

- Zane ha estado practicando los hechizos de hoy. No se le da mal, aunque ha hecho que una pluma se encoja hasta el tamaño de una aguja, puede que más, tanto que ha sido imposible encontrarla para volverla a su tamaño original.

Empezáis a bajar las escaleras de la torre y veis que ya hay algunos alumnos en el mismo camino. No debe de quedar mucho para el desayuno. Gracias a que hay alumnos por los pasillos no necesitáis fijaros por dónde vais para llegar al comedor. Tan solo tenéis que seguir al resto y podéis charlar sin problemas.

-Oye, Dharma, ¿tú cómo crees que serán las clases? Porque por lo que tengo entendido, la clase de Historia de la magia va a ser un tostón, pero puede que la clase de transformaciones sea una pasada. Eso era lo que estaba practicando. Me gusta levantarme pronto porque así puedo practicar con la sala vacía, aunque sea un poco extraño. Perdón por irme pronto a dormir sin esperar a nadie, por cierto.- Dije, encogiéndome de hombros un poco. Estaba hablando demasiado, y no quería angustiarla y/o molestarla, por lo que cerré la boca un rato, bajando, y bajando. Un ratito, nada más, porque al instante volví a hablar. -¿Has visitado la biblioteca? Tengo ganas de visitarla, y ayer quería hacerlo, para ver si mis padres eran magos o no, pero no pude.- Dije, eliminando de la ecuación el hecho de que no había podido conocer a mis padres, y nunca había recibido ningún dato de ellos. Era obvio que dejaba claro que no sabía nada de mis padres, pero eso no me importaba. Ya sabía que habían sido magos, pero no me sentía con la confianza suficiente como para decirle a Dharma lo que Slughorn nos había contado el día antes, debido al incidente con la varita. "Seguro que se cree que estoy mal de la cabeza. Después de lo que hice... Igual está intentando tratarme bien para que no le haga daño, pero a mí no me pasa nada." Caminé escaleras abajo un poco más, con la intención de preguntarle a Dharma si le apetecería practicar conmigo entre las 11 y las 11:30 o entre la hora de comida y la hora de clase de transformaciones. -Esto, ¿te apetecería probar a practicar conmigo las magias que he estado haciendo y que casi nos matan? Creo que es materia de nuestra primera clase, y me gustaría que me salieran las cosas bien. No es que se me de bien enseñar, pero a mí me lo han explicado y supongo que podría explicártelo también.-

Llevábamos unos minutos caminando juntos sin dirigirnos la palabra, desde luego en ese sentido los dos nos parecíamos bastante... poco comunicativos, solitarios y bastante reservados. Por fin uno de los dos decidió romper aquel incómodo silencio.

- Yo también los he estado practicando...

Pero en ningún momento le dije qué tal me había ido en el intento. Por lo que había visto el día anterior a Zane se le daba bastante bien el manejo de la varita y eso, en cierta forma, me hacía sentir algo de envidia.

- Llevas muchos libros, ¿son todos de transformaciones o estás estudiando otras cosas

Tenía que reconocer que sentía bastante curiosidad no sólo por lo que pudiera estar leyendo sino también por él mismo.

Severus baja la mirada a los libros y los agarra con cuidado con un brazo para poder utilizar el otro para señalar.

- Este es el de transformaciones, este es de pociones y este de defensa contra las artes oscuras. Creo que es bueno saber de  todo antes de empezar las clases. Además, a veces cosas de un libro te sirven para otro, así que procuro leer varios a la vez.

Al llegar al fondo del pasillo y encaminaros a la entrada del castillo, una vocecita llama a Severus. Cuándo levanta la cabeza ves algo en su cara por primera vez: una sonrisa.

- ¡Lily! Buenos días...

-¡Buenos días!  - la niña repara en ti y te extiende la mano. - Me llamo Lily. Severus y yo somos del mismo pueblo. 

Al contrario que el día anterior Aelia parecía más contenta, y estaba parlanchina, cosa que no me molestaba para nada.

-Sinceramente a mí me gusta la historia de la magia. Es divertido, es como un cuento y más tras haber recibido clases de historia muggle, porque son como los libros de fantasía que me gusta leer. En cuanto a la clase de transformaciones, no te sé decir. Eso no me lo han llegado a explicar, de echo nunca había tenido una varita antes de venir aquí.- dije con una sonrisa. - Te entiendo perfectamente, a mí también me gusta estar sola.. De echo, hasta ahora... no he estado demasiado con la gente. Es decir... Ellos me consideran rara.- Puse una mueca, al no saber muy bien como explicarme. Era extraño estar hablando con una chica de mi edad y que ella no estuviese intentando burlarse de mí, es más, que lo que intentase es buscar mi compañía. De echo tenía que hacer grandes esfuerzos por superar mi timidez.

No terminé bien de contestarle que ya volvía a preguntarme cosas. Sonreí. - Ayer fui a la biblioteca con Lion.-empezaba a atisbarse un tono de emoción en mi voz.- Es impresionante. Enorme. Mucho más que cualquier otro sitio que hayas visto. Y hay muchísimos libros que parecen muy viejos. Lo que no sé es cómo hay que buscar los libros.- le dije sin querer tocar el tema de sus padres, pues parecía que no se sentía demasiado cómoda con él. Ella no conocía a ninguno de los dos... En parte teníamos algo en común, porque yo sólo conocí a mi madre, pero crecí con mi familia y antes de que mi madre muriese estuvo siempre conmigo. Pero tampoco se me había ocurrido buscar a mi padre aunque seguro que si fue mago aparecería en algún libro de los que estaban por la biblioteca, o le conocería alguno de los profesores... Podría preguntar. 

Y de repente me propuso que practicase con ella en el descanso. Me lo pensé por un momento. El tema de los hechizos no lo había tocado con Lorén, pero me parecía lógico el querer ir a la primera clase de transformaciones preparadas. - Está bien. - dije con tono decidido.- Seguro que si me lo explicas bien, todo saldrá bien. Y por lo visto tú has comprendido cómo se hace.- Mientras hablábamos seguía andando por el pasillo siguiendo a los demás niños hacia el comedor. De tanto en tanto prestaba atención a mi alrededor y los pasillos se me hacían familiares. ¿Estaría aprendiéndome el camino de la torre hacia el comedor? 

Suspiré un poquito aliviada. No sabría como iba a encajar las palabras mi compañera (quizá aún no tuviera el valor de llamarla amiga, pero había hecho un avance bastante importante respecto a eso) pero parecía que había escapado de la zona de peligro en la que cualquier palabra podía hacer que una relación se truncara. Sonreí un poquito y escuché la explicación de Dharma. A mí no había materia que me disgustara, teniendo en cuenta que no había dado ninguna de ellas y para mí era un nuevo mundo, tan fascinante como maravilloso. El haber hecho magia por la mañana, gracias al misterioso compañero, me había abierto los ojos a la realidad. ¡Me encantaba la magia! Y tenía ganas de gritarlo en alto para que todo el mundo lo supiera, pero no veía la necesidad de hacerlo. Era curioso la cantidad de cosa que obviábamos toda la vida, sin darnos cuenta que las teníamos enfrente. La amistad había sido una cosa a la que siempre había tenido las puertas abiertas, pero jamás me había atrevido a entrar en ella. La magia, desconocida (sin contar aquellos millones de libros en los que se hablaba de ella como una cosa que no existía y que yo me creía hasta que me dijeron que era maga) para mi había estado, segurísimo, ante mí todo este tiempo, y de haber crecido con mis padres "originales" por así decirlo habría podido percibirla, y vivirla como merecía. ¡Era maravillosa, y seguro que con la magia se podía hacer de todo! Y escuchando a Dharma me dio la impresión de que de hecho ella tenía razón, de que la historia de la magia sería como descubrir la historia de Inglaterra pero de una manera diferente. Sería ir a las raíces del mundo mágico y descubrir cada recoveco donde la magia había hecho acto de presencia y entrevistar, por así decirlo, a aquellos grandes magos que hicieron época. Claro está, si el profesor Binns no se empeñaba en hacernos la clase lo más monótona posible, que es lo que parecía que iba a ser.

Fue muy curioso ver que a Dharma también la consideraban extraña entre ellos. A mí también me había pasado, el hecho de que no conociera a mis verdaderos padres me convirtió sin yo saberlo en una persona arisca de primeras, muy difícil de tratar y más enrevesada que un maldito laberinto. Con pensamientos duales e impredecible para tener once años. Me encogí un poco de hombros, al ver que ella se quedaba un momento callada después de decir que la gente la consideraba rara. -La verdad es que creo que te entiendo. A mí me pasa mucho, también. Tengo un carácter muy versátil y soy bastante impredecible en muchos aspectos, por lo que de pequeña no tuve demasiados amigos, de hecho no llegan ni a los dedos de una mano entera.- Mentira. Era una mentira de aquellas que no pretendían hacer daño, sino esconder una verdad algo más vergonzosa. No había conocido lo suficiente a ninguna persona como para realmente llamarla amigo, pero no importaba. La expresión era lo importante y no la cantidad de amigos que había ido haciendo a lo largo de la vida a escondidas de la magia que hasta hace poco había tenido. Después, tuve tiempo para maravillarme con la descripción de la biblioteca que Dharma me ofreció. Me pareció apreciar un tono de voz más intenso cuando hablaba de la biblioteca, explicándome la cantidad de libros que había. Me encantaba leer, pero ella parecía sumamente atraída por la cantidad de libros que había en la biblioteca. No encontré solución a la cuestión que me planteó Dharma, pero supuse que si había una bibliotecaria podría orientarnos de alguna manera. Respecto al asunto de la magia, ella parecía incluso más decidida que yo a practicar hechizos, por lo que no vi ningún tipo de problema en practicar, saliera bien o saliera mal supuse que alguien nos ayudaría a arreglar los posibles destrozos. Al fin y al cabo, ¿qué hay de malo en que dos personas practiquen magia? En aquél momento tan solo pensaba en poder ayudar y ser útil, para no ser vilipendiada entre los míos, ahora que parecía que había encontrado un nuevo lugar al que pertenecía completamente y en el que me sentía, por ahora, parcialmente integrada.

- Oh sí, estoy completamente de acuerdo contigo.

El comentario de Severus había conseguido que le mirara con otros ojos, desde luego parecía que teníamos más cosas en común aparte de nuestro retraimiento aunque, para mi sorpresa, puede comprobar que por lo menos había alguien que le arrancaba una sonrisa, algo muy extraño de ver en su cara. Me di cuenta que era la misma niña que me había pedido la noche anterior que le diera un recado.

- Hola... yo soy Debbie. Tú fuiste quien me pidió que le diera un mensaje a Severus.

Por un segundo me quedé mirando la mano que me tendía antes de decidirme a aceptarla.

Me sentía cómoda, a la vez que extraña, con la compañía de Aelia. Y el sentirme extraña no era con una connotación negativa, sino más bien por la poca costumbre que tenía de encontrarme en la presencia de niños de mi misma edad.

Pero pensaba que esa relación estaba yendo por el buen camino. Quizás, dentro de poco, podría contar con una amiga en ese extraño y maravilloso sitio. Al igual que podía decir de Lion, que parecía que tenía un interés especial en trabar amistad conmigo. ¿Lograría tener dos amigos inseparables como en mis libros? Ojalá...

-Creo haber escuchado en el tren que te gustaba estudiar. - le dije a la niña, mirándola directamente a los ojos con una sonrisa, intentando conocerla un poco mejor. - Recuerdo que hablaste sobre filosofía. O... ¿O fue Anne?

-Sí, fui yo- Dije. Me encogí un poco de hombros y continué. -Solo hacía igual que mi padre. Recitaba lo que mi padre hacía siempre que le mencionaba a uno de sus filósofos. De pequeña, me divertía escuchándolo ponerse serio, arrugar la nariz, y expulsar las palabras tal como lo hice yo en el tren. Yo no tengo ni idea de filosofía, en realidad. Nunca me han dado clases de ello en mi escuela, pero sí que me sacaban a parte para estudiar por mi cuenta. De hecho, iba con niños que me sacaban dos años, me habían reubicado ahí porque en las clases de mi curso me aburría. Supongo que ahora que lo pienso no hicieron bien al ponerme ahí, porque viéndolo desde aquí y ahora quizá hubiera sido más conveniente para hacer amigos ir con gente de mi edad y no con gente mayor que yo.- Cogí aire. Estaba claro que cuando me ponía a hablar no había quien me callara. -Ahora, más que me gusta estudiar, diría que quiero estudiar para saber más de lo que me rodea. Más que gustarme estudiar diría que tengo ansia de conocimiento, jajaja- Reí un poco, totalmente sincera, sabiendo que podía sonar como loca pero con la profunda idea de que no era que me gustara, sino que lo veía necesario para vivir como el comer. -¿Y a ti, te gusta estudiar? ¿A parte de la hurona que vi en el tren, tienes más animales?- Comenté. Sé que la segunda pregunta no tenía nada que ver con la primera, pero me encantaban los animales, y no pude evitar preguntarle acerca de ello.

No pude evitar reír al imaginar a un señor entrado en años, arrugando la nariz hablando de filósofos. Era una escena bastante cómica. Escuché con interés a Aelia, que parecía que se iba a ahogar mientras hablaba. Sonreí al pensar que quizás se soltase tanto al hablar porque normalmente no la escuchasen. ¿Podría ser? Estando donde estaban, todo podría ser. Y a ella no le desagradaba que la niña hablase, y mucho menos que le diese conversación y le hiciese participar. 

-Al igual que a ti, me gusta estudiar para saber. Siento una necesidad dentro de mí de comprender el mundo que me rodea que no sé cómo controlar, y cuando pillo un libro... Lo devoro.- reí contenta de poder compartir gustos con la muchacha. Tenía la sensación de que ella pensaba que yo creería que está loca al contarme sus gustos, pero en realidad teníamos más en común de lo que cabía esperar.

-¡Claro! A Auri me la regalaron antes de venir aquí. - no me sorprendí por la pregunta y el cambio de conversación. Yo también tenía curiosidad por conocerla más, y parecía que el interés era mutuo.- Tengo un perrito que se llama Flint. No me lo han dejado traer porque es muy grande. Tú tenías un gato, ¿no? Lion tiene otro. Se llama Mik y parece que es muy obediente. ¿Tienes alguno más en casa o aquí? Ayer vi un cachorro de Labrador donde el gigante que nos trajo al castillo que parecía ser de Brad.- No se lo podía creer. De verdad estaba ocurriendo, se estaba soltando con la chica y tampoco ella dejaba de hablar. Una extraña sensación de ilusión la llenaba por dentro. 

- ¡Es verdad! Qué cabeza la mía... - dice "golpeándose" la frente con la palma de la mano. - Hoy me toca herbología por la mañana, pero después estoy libre. ¿Quieres que quedemos un rato, Sev? Si no tienes planes, Debbie, puedes venir con nosotros.  - te ofrece con una sonrisa sincera.

Sois un grupo bastante grande, a decir verdad. O'Reily y sus dos perritos, Charlotte y las tres niñas que le seguían como a un líder... Y tú. A decir verdad, con el porte de Charlotte, el carisma de O'Reily y tu aspecto frío casi pareceis algun tipo de "banda". Quién hubiese dicho que tras un primer día solitario te encontrarías rodeado de tanta gente al siguiente.

- Nos toca transformaciones a las 9.30, ¿verdad? Teniendo tanto tiempo libre deberíamos hacer algo. ¿Qué os parece hacerle alguna broma a Severus? El chico es tan rarito que parece que lo pida a gritos...

-¿Por qué a él?- Pregunto levantando una ceja, Severus es muy listo y se la sabrá devolver con creces -Es un rarito, pero ¿por qué dañar a nuestra propia casa cuando... tienes a muchos más a los que gastar "bromas"? Tienes varios sangre sucia y traidores a la sangre, de hecho... espero que hoy vea como se encuentra Aldryn...- Sonrío sin desvelar nada más y añado -Aunque si le quieres gastar alguna broma, adelante, solamente digo que tienes mejores víctimas.

-Yo es que después de clase tengo que... ocuparme de un asunto muy importante...- Desvío una sonrisa a Sonja y continúo mi camino, como si ese acto no hubiera sucedido.

¿Qué pasaría Charlotte... si tienes un topo en tu grupo?

- ¿Aldryn? ¿El escocés? Hmm... podría ser una idea... Lástima que estés ocupado, Knight. Te tendremos que contar como gritó cómo una niña. 

Los tres se ponen a reír...como tontos.

Sonreí un poquito, negando con la cabeza. -No, la verdad es que no, tan solo tengo a la gata. Sabes, me gustaría tener un halcón. Y poder salir a un bosque con él solo, y volver cuando quisiéramos, aunque eso no sea posible. Me acabarían buscando y encontrando. Mis padres son bastante insistentes, aunque no me pueda quejar porque realmente son bastante permisivos conmigo. Saben que soy algo extraña y difícil de tratar, por lo que no se meten mucho en mis asuntos. Pero supongo que un halcón traspasa esos límites imaginarios que me han impuesto, por lo que no creo que me dejaran tener uno. Pero es una de las cosas que más me gustaría en el mundo entero. Excepto tocar el violín, quizá. Me encanta tocar el violín.- Cogí aire. No sé qué me pasaba que no podía callarme. -La gente dice que lo hago muy bien, aunque yo no pienso que sea para tanto. Supongo que el hecho de que mis padres me metieran en el mundo de la música de bien pequeñita me ha ayudado mucho. Cuando no podía quedar con amigas o amigos, me dedicaba a tocar el violín y me olvidaba de la gente. ¡Me lo he traído! Papá no quería que perdiera la costumbre de tocarlo mientras estaba fuera. Supongo que espera que me haga una violinista de provecho, aunque ahora que he descubierto la magia estoy bastante segura de que si completo los cursos aquí no voy a seguir con el violín. Bueno, quizá sí. Quizá continuaré por gusto.- Dije, encogiéndome de hombros. ¡Era una niña! ¡No tenía ni idea de qué quería hacer cuando creciera!

-O puede que no haga falta que me aviséis...- Digo con una sonrisa, ¿cuando saldría el perro? Ese idiota gigante debe ir l desayuno por lo que se ve... así que me enteraré pronto de la cara que se le pone a ese traidor a la sangre al ver a su perro al borde de la muerte...

Aunque espero que nadie lo consiga curar... nadie mira mal a un Knight y nadie tiene mayores favores que un Knight...

Penso con respecto a que no me dejasen traer a Susan y a ese traidor sí le dejasen llevar al perro.