Partida Rol por web

- Vaaayaaa. Esto es interesante - asiente con la cabeza mientras inspecciona el pergamino -. Puede venirnos muy bien - dice mientras lo guarda en la bandolera. Tras ello, se posiciona tras Sheela y poniéndose de puntillas asoma su cabecita por encima de la pícara, asintiendo al observar el corredor, con cara de circunstancias -. Un pasillo. Sin duda habrá que avanzar por él - deja caer como invitando que algún otro debería ir por delante, recorriéndolo.

Anacteia, eso parece un pergamino de rayo? Sin duda podras ser una mujer electrizante, xd. Dejo ir una ligera sonrisa tras ese chiste barato. Me llamo la atencion el econtrar esa puerta secreta. Aparentemente no había trampa alguna, pero las sorpresas, y mas con ese mago por la zona podrían ser de muchas maneras.

Me asomo primero, y noto como la maga se apoya en mi espalda para asomarse por encima. Estaba acostumbrada a adentrarme en lugares desconocidos con trampas, almenos no las mágicas, mas dificiles de tratar.

Seguidme todos, Sheela os iniciará el primer viaje turístico por el pasillo del terror. Preparen sus piernas para posibles trampas, y ojos para ver tesoros. Para hacerlo mas ameno, me invento un chismorreo y doy los primeros pasos hacia el interior. Mientras avanzo tomo las precacuiones para detectar posibles trampas.

Hechizo concreto: http://www.d20pfsrd.com/magic/rare-cantrips#TOC-Jo...

No es gran cosa pero menos da una piedra xD

Visto que Sheela avanza primero, Grundar cuenta hasta tres y la sigue por el pasillo, - Miremos primero la puerta de la derecha, dice el semiorco mientras avanza cauto por el pasillo

Grundar abre la puerta de la derecha para acceder a la siguiente habitación. Dentro, el grupo puede contemplar una gran cantidad de barriles, probablemente de cerveza o de algún otro licor, además de algo de comida en mal estado, por la cantidad de moscas. Encima de una de las mesas hay utensilios de cocina. Esta parece ser la despensa del lugar o la propia cocina. No veis ninguna otra salida o puerta.

Anacteia arrugó la nariz ante ciertos hedores provenientes de varios alimentos en lamentable estado. Aun así, echó una ojeada a los armarios y a las cajas. En el proceso volvió a susurrar unas palabras mágicas para mejorar la búsqueda.

No todo tiene por qué estar malo, se dijo la joven, animándose a echar un vistazo. Tal vez algo embotado o embotellado podría ser aprovechado.

LLegamos hasta lo que era una despensa y la cocina. No parecía ver nada interesante quitando comida y utensilios de cocina. 

Por aqui no parece haber nada interesante. Quizas sea recomendable llegar recoger algo de comestibles por si nos hacen falta. Sin saber los días que podemos pasar aqui, la panza necesitará energías.

Me pongo a buscar alimentos en buen estado y recoger algunos.

Mientras el resto busca en la cocina, Grundar se acerca lentamente y con cuidado a la siguiente puerta. Se coloca preparado para asestar un golpe, mientras espera pacientemente a que sus compañeros acaben de saquear la despensa.

"¿Una despensa, en la que la comida está podrida?"
"Tiene tanto sentido como TODOS los planes de Anreip el cruel"

No se descubre ninguna presencia mágica en la estancia, aún cuando la arcana del grupo estaba concentrando sus sentidos para tratar de dar con algo. Grundar, desconfiado, como de costumbre, o precavido, según se viera, estaba ojo avizor en busca de cualquier amenaza. Shaun, blasfemaba sobre su archienemigo, Anreip, sin saber si quiera el tiempo que podrían llevar en los calabozos, o sin cocinero en el lugar. En esta ocasión, la pícara tuvo más suerte, pues se acercó a una mesa, mientras buscaba por los alrededores. En ella encontró dos pequeños frascos con algún líquido extraño. Junto a los frascos, en la misma mesa, dos cuchillos de cocina de una factura exquisita. En su empuñadura podía leerse el maestro que había realizado el trabajo artesanal: Jatori Ganso. También un par de recetas, aún escritas en pergamino. Una sobre unas croquetas especiadas con leche de kobold, firmada por el gran chef ChiK Hote, y otra de la que solo queda un ingrediente marcado, el perejil. Esta última la firma un tal Harjiñanum.

Anacteia observó los pergaminos, sin duda recetas de maestros cocineros. Se lamentó por la pérdida de la de Harjiñanum, perejilero consumado y guardó la receta de las croquetas con el permiso de de Sheela. Tal vez en el futuro cocinara algunas. Posteriormente observó los dos frasquitos de pociones.

- Dadme unos instantes - pidió la arcana mientras examinó los brebajes con su conjuro activo de Detectar magia.

Me acerco hacia Anacteia con los dos frascos en la mano. No he podido encontrar comida interesante, pero si estos dos frascos. Tu reconoces lo que contienen?

Sin duda ella se puso a realizar un conjuro de reconocimiento para saber lo que fueran. Espero que nos ayuden a recuperar salud. La ultima vez casi lo contamos. Añado mientras espero resultados.

Tras unos leves toques con el dedo, llevándose a la boca para probar unas gotas del concentrado, y un poco de olisquear los envases con su nariz, la hechicera llega a la conclusión de que aquellas pócimas no eran tan mágicas. Se trataban de pociones para curar heridas, que podrían ayudarles en su huída, visto lo visto.
 

- Creo que son pociones mágicas de sanación. No de gran poder, pero ayudarán - afirmó satisfecha en voz baja -. Si alguien las requiere o necesita reponer alguna perdida, adelante - ofreció mientras se acercó a Grundar, apostado en la siguiente puerta. Y allí pegó la orejilla, intentando percibir algo.

"Okay, pues avancemos"

Sino hay peligro alguno, podemos avanzar. Digo esperando que Grundar fuera el primero en avanzar. Me quedo cerca de la puerta.

Grundar asiente y abre la puerta, preparado con su garrote

Avanzáis a la siguiente puerta, que Grundar abre sin miramientos. Al acceder a la misma, la puerta se abre de par en par. Podéis ver un grupo de tres guardias armados que os mirán con cara de pocos amigos.

- ¡Son presos! ¡Se han escapado! ¡Seguro que las voces de antes eran por ellos! - Gritó uno de los guardias a sus compañeros, que empuñaban sus armas mientras miraban a los recién llegados.