Partida Rol por web

Los instantes de oscuridad en los que la linterna parpadeó parecieron eternos, pero al menos no había cambiado nada... salvo. ¿Estaba eso allí antes? Estabas seguro de que no. Pegado en la pared del frente, aún en el espacio de la mesa, había un dibujo en una hoja blanca, completamente diferente a las otras. Un dibujo infantil en medio de las notas ilegibles y montones de polvo y telaraña:

Quizás no lo habías notado la primera vez... pero, ciertamente, te debía haber llamado la atención. ¿Había aparecido de la nada?

Los instantes de oscuridad en los que la linterna parpadeó parecieron eternos, pero al menos no había cambiado nada... salvo. ¿Estaba eso allí antes? Estabas seguro de que no. Pegado en la pared del frente, aún en el espacio de la mesa, había un dibujo en una hoja blanca, completamente diferente a las otras. Un dibujo infantil en medio de las notas ilegibles y montones de polvo y telaraña:

Quizás no lo habías notado la primera vez... pero, ciertamente, te debía haber llamado la atención. ¿Había aparecido de la nada?

Trago saliva. Quiero y busco la forma de encontrar la explicación a todo esto, pero es que no la hay. No hay forma de que Simmons escuche voces y yo no, no cuando estamos a distancia de un brazo el uno del otro. No hay forma de explicar que Júlia vea a una niña en esta pared, y que al tocar una piedra está pared se abra y nos muestre una habitación oculta. Tampoco hay forma de explicar por qué el novato sabe lo que significan los símbolos del marco de una puerta perdida de la mano de dios, pero aquí estamos, rodeados de algo sobrenatural que nos supera, sin lugar a dudas. Mi corazón va a mil por hora, y si no fuera por el cigarro ya hubiera perdido los nervios. Más aún, eso lo tengo claro, pero me tengo que mantener firme y ser un ejemplo. Un ejemplo que casi se caga encima cuando la linterna parpadea hasta apagarse sin remedio. Me quedo callado, mirándola como aquel que ve partir al amor de su vida sabiendo que es un hasta siempre, por eso suspiro aliviado cuando, tras unos segundos de sentir la pérdida absoluta, vuelve a alumbrar cómo sí nada hubiera pasado.

Lo poco que había podido ver desde mi posición, tras encontrar la forma de abrir de abrir la puerta secreta, habían sido una serie de “dibujos” pegados en la pared. Pero al volver en sí la linterna, hay algo diferente, algo que me llama la atención. En la pared, ahora mismo hay un dibujo nuevo, uno que no estaba antes. Lo miro desde mi posición sólo para tratar de convencerme de que no puede ser. Pero finalmente, me obligo a tener la mente abierta. Sí hay una niña que vemos unos sí, y otros no, unos sonidos que no todos los escuchamos, y si una linterna puede rodar contra natura... también puede aparecer un dibujo de mierda en una pared tétrica. Alumbró hacia el dibujo.

-Os juro que ese dibujo no estaba antes ahí. -Digo con un tono entre la sorpresa y el miedo. -En serio... ese dibujo... entre cabeza de dinosaurio y cuerpo de pulpo con falda... que no... que no estaba ahí. -Digo asegurando mis palabras. No tengo ganas de tocar el dibujo ese. Primero echo un vistazo por la sala que acabamos de descubrir.

Observó bien el lugar, si ellos no son capaces de ver el dibuoy, iré luego a cogerlo y enseñárselo, pero no de primeras, que tengo un mal rollo en mi cuerpo que no es ni medio normal. Lo mejor de todo es encontrar unas escaleras que descienden todavía más si cabe. Muchísimas ganas me dan a mi de seguir descendiendo, no te puedes hacer una idea. Alumbro con la linterna hacia abajo, a ver si se ve algo, y luego vuelvo con el resto. Miro a la señorita Cruz.

-Has dicho que has podido levantar un poco la trampilla. ¿Se podría desatornillar las bisagras de la trampilla y empujar desde abajo, para deslizarlo hacia un lado? -La miro encogiéndome de hombros. -¿O romper la madera donde estuvieran las bisagras para liberarlo?

Espero su respuesta, espero que sea alguna que sí, pues las otras formas de seguir adelante no me gusta ninguna...

Alexander había visto el mismo dibujo que él, y por primera vez en bastantes años coincidían en algo. Ese dibujo no estaba allí. Mientras el trepa exponía su teoría sobre el dibujo, tanto Julia como Andrew, no parecían tener cara de entender lo que estaba sucediendo, por lo que John caminó hacia la pared para arrancar el dibujo perfectamente descrito por el trepa. Por unos instantes dudó si al arrancarlo de la pared estaría desatando algún tipo de fuerza mística o del más allá pero a estas alturas el miedo dominaba los actos de los presentes.

-Este es el dibujo, Dupont tiene razón antes no estaba y ahora si. Ya no son solamente las sombras, la voces, o las puerta que se cierran, a mayores tenemos inscripciones extrañas en una puerta, yo no creo que en estas cosas, uno de los factores podrían ser los nervios pero todos hemos visto cosas y todos hemos sentido cosas que no, bueno por lo menos en mi caso, había sentido nunca. - hablaba con el dibujo en la mano, lo sostenía por el medio con delicadeza.

-Me da igual si queréis que intentemos salir por la trampilla o avancemos hasta el final del sótano para tratar de encontrar otra salida alternativa. -la voz le salía temblorosa, sus manos buscaban la petaca pero no era capaz de encontrarla pero su mano tropezó con la brújula. Decidió sacarla con la mano que tenía libre pues aún seguía mostrando el dibujo de monstruo con diseño infantil.

–Sí...Es como decís. Yo también he visto que antes no estaba...ehhh ¿pequeña?¿estás...?– Julia miró a su alrededor, buscando a la niña fantasma. ¿Habría sido ella la que habría aparecido de la nada y colgado eso? Afortunadamente para su cordura, las palabras de Dupont le hicieron alejar por unos segundos aquella loca idea. La mujer asintió primero pero luego arrugó el entrecejo y negó–. No. Imposible. Antes miré a fondo, y la puerta hace tope con la madera. Para abrirla necesitaríamos un hacha. Lo único que podríamos intentar con la trampilla es empujarla todos a una, o dos a la vez quizás. Hay poco sitio para movernos.

Julia miró a sus compañeros, como evaluando su capacidad física para intentar aquella "fuga". No había otra palabra, al fin y al cabo estaban encerrados. Finalmente, pareció comprender que, aparte de ella solo Simmons podría igualarla en potencia física. O como decía su exmarido, en ser más burro que un arao.

–Simmons, si quieres podemos intentarlo– mientras hablaba, Julia se había acercado al agujero en la roca, para ver si tenía alguna marca– Esta habitación...ese dibujo ¿creéis que hicieron algo a esa pobre criatura?

Andrew dio un respingo ante los gritos de Alexander. Estaba claro que había perdido los nervios, cualquiera lo haría en esa situación, a pesar de que el becario estaba más "tranquilo" de lo que él mismo esperaría en un momento. La puerta, aunque escondía un significado terrible, le había dado algo que entender, algo por donde aferrar la situación, una justificación a semejante consecución de fenómenos paranormales. Y sentía que en eso era el más avanzado de todos, el que tal vez podría sacarles algo de sentido. Sin embargo, seguía estando a merced de sus jefes, y por una vez la idea de sacar fotos no le pareció mal. Sacó un par de fotos a la puerta de cerca, suponiendo que si salían de esa, podría encontrar algo de información sobre ella en internet. "¿Y luego qué? ¿Volver con un grupo de fanáticos del ocultismo? Ni de coña." se negó a sí mismo, después de que una estúpida idea rondase por su mente. Oyó la voz de la Urraca preguntando por la puerta y respondió mientras sacaba las fotos.

- Pues no se alejaría mucho de ello... - murmuró - Las inscripciones de la puerta sirven para invocar un... ser de otra dimensión, sobrenatural... No sé si con leerlas bastaría para llamarlo, o incluso para abrir la puerta, pero... No me arriesgaría a leerlo, sea lo que sea. 

En cuanto Alexander comenzó a cargarse la pared, Andrew corrió a su lado, movido demasiado pronto por su curiosidad, e intentó retroceder un par de pasos cuando la puerta se abrió lentamente. En ese momento, el becario no estaba seguro de si sorprenderse por encontrar semejante mecanismo, por que todavía funcionara, o por haber tenido razón por una vez. La sala parecía un laboratorio, o el estudio de un brujo, observando los frascos de dudoso contenido. Por un momento, Andrew habría esperado encontrar allí el cadáver de la niña, por lo que la estancia le resultó levemente más acogedora de lo que tenía en mente... Hasta que la linterna de Alexander empezó a parpadear. "Aparición horripilante en tres... dos... uno..." pensó, dudando si cerrar los ojos para no verlo o seguir pendiente por si tenía que correr en cualquier momento. Por suerte, nada de eso ocurrió, aunque algo sí había cambiado en el estudio. Y no era el único que lo había visto.

- El monstruo reptante... - musitó. Simmons tenía razón y la pregunta de la Urraca le dejó pensativo, encajando las piezas del enigma en su cabeza - Eso es. Lo veis, ¿no? - miró a los demás, dudando de si habían hilado los pensamientos de la misma forma que él. Sin querer esperar, sacudió la cabeza y puso los manos frente a sí, como pidiendo una pausa antes de explicarse - Si ahora lo consideramos desde el punto de vista de que esto es algo... sobrenatural, tiene más sentido. La niña estaba diciendo algo de "el monstruo reptante viene a por mí", ¿verdad? O algo así... - habló poniendo la voz más aguda, como si fuese la niña. Luego señaló a la zona del sótano que ya conocían - La puerta... está relacionada con el monstruo reptante. Tal vez lo guarda, tal vez sea donde hay que guardarlo... Pero en todo caso, lo de las linternas y las voces y el dibujo... Todo es cosa de la niña, nos está guiando hacia "algo". Lilly... no, Lilian se llamaba, ¿verdad? Dijisteis que había arriba una etiqueta... - dijo mirando a Simmons y a Alexander, queriendo asegurarse de la información - Tal vez llegase aquí de excursión y la atacara ese monstruo y, si las típicas teorías fantasmagóricas no se equivocan, su espíritu seguirá aquí porque tiene una cuenta pendiente. Tal vez... No sé, sacar su cuerpo de aquí o acabar con el monstruo. Es una locura, pero... Viéndolo de ese modo, todo toma un poco más de sentido, ¿no?

Andrew acabó su teoría casi resollando, por la emoción de haberlo resuelto, o al menos, parcialmente, y por los nervios de lo que debían enfrentar. Aquel monstruo parecía una especie de babosa con demasiadas bocas con dientes afilados y ojos para su gusto. "Pero si sigue tras la puerta, no habrá ningún problema." Dándose cuenta de que sus compañeros le tacharían de loco, aunque ya no sería extraño a esas alturas, el becario agitó la cabeza y los brazos como quitándole importancia.

- E-es sólo una teoría, todo esto... sigue siendo confuso. Tal vez encuentre algo más normal aquí... - nervioso y avergonzado, se dispuso a revisar los pocos papeles que quedaban legibles en la pared y sobre el escritorio, y a echar un vistazo a ver el contenido de los frascos, si le daba tiempo.

A medida que cada uno se pone a investigar diferentes partes de la habitación. Dupont mueve algunos papeles y objetos, tratando de dar con algo de utilidad. Rogers se une, tratando de leer más en detalle lo que estaban en aquellos viejos documentos y en los frascos. Cruz se acerca al agujero en la pared, y lo examina unos instantes, y Simmons observa la brújula.

Hasta ese momento, éstas habían funcionado con aparente normalidad. y las agujas habían señalado consistemente el norte hacia la pared contraria a donde estaba la puerta del laboratorio secreto. Pero el temblor de la medición del instrumento se detuvo en seco y comenzó a girar haciendo que el norte quedase virtualmente en dirección hacia el agujero al fondo del laboratorio. No había ningún temblor, y sin importar como girase o golpease la brújula, ésta se mantenía tercamente en su nueva indicación.

Al cabo de un momento Dupont encuentra dos cosas que llaman su atención. La primera es una vieja daga oxidada que estaba dentro de una caja de madera arruinada y astillada: su hoja está mellada y sucia, llena de manchas marrones; la empuñadura parece haber tenido algún brillo en algún momento del pasado, pero ahora sólo tiene un color ocre y varias muescas y grietas. Al tacto, se siente escamosa y deja una fina capa oscura de polvo acumulado.

Lo siguiente que encuentra es aún más interesante, detrás de un fragmento de pergamino: una llave metálica larga, gruesa y plateada, casi del tamaño de una mano. Lo curioso es que, a diferencia de todo lo que hay allí, la llave parece recientemente bruñida y extrañamente reluciente. Sin rastros del paso del tiempo o de la suciedad que esperaríais se hubiese acumulado sobre ella. Cuando observáis la cabeza de la misma, esta tiene el motivo de una corona tallada en el metal.

Por su parte, Rogers parece escarbar un poco más, musitando lo que lee y haciendo memoria. Al cabo del mismo tiempo, toma un frasco del estante y lo destapa, revelando un polvo de aspecto plateado y textura granular, como si fuese talco. Al tacto, parece grasoso y se queda adhiere con facilidad a la superficie de sus dedos o de cualquier lugar en el que lo aplique.

Según las anotaciones, que mezclaban latín y otros idiomas esotéricos, se mencionaba "el polvo del hijo de la lucha", como componente esencial. Algo habías escuchado al respecto, un supuesto compuesto alquímico que se empleaba para revelar lo invisible en el mundo terrenal. Todo era claro meramente teórico, pues nadie mencionaba éxito con ello, y sabías de él por historias con carácter de leyenda urbana.

Sin embargo, al buscar en el estante, allí estaba el dichoso polvo, marcado con aquel alfabeto distintivo y apenas legible. Había todavía varios puñados que podrías utilizar, si es que en realidad servía para algo.

Al acercarte al agujero y escuchar atentamente, pronto el siseante sonido del aire a través de la roca comenzó a tomar una forma definida, y lo que en principio te parecía solo el cambio de intensidad de la corriente se transformó en sollozos. Un llanto débil y lejano que no tardaste en asociar con una niña pequeña:

Era difícil saber si el eco afectaba la impresión de que se encontraba lejos o cerca, pero parecía provenir de las profundidades cavernosas y oscuras de aquel agujero. 

Simmons soltó el dibujo mientras miraba fascinado la brújula, el norte había dejado de existir en ese sótano. Por unos instantes recordó la serie "Perdidos", y el famoso polvo negro que andaba por la Isla, la resolución de la serie había sido mala y la habían estirado lo máximo posible, pero el "monstruo negro" estaba ahí.  La teoría de Alexander había terminado por desatar todos sus temores, pensó en las diferentes películas sobre asesinatos que había visto. Si hace unos días le hubieran contado algo de esto, se hubiera reído, pero ahora mismo todo parecía estar ocurriendo de verdad.

-La brújula...no, no marca el norte...marca allí.- dijo señalando el agujero del laboratorio del fondo de la habitación.

La propuesta de Cruz era la más coherente, no quería saber nada de lo que había pasado y estaba pasando en el sótano. Le daba igual si había un monstruo, o un loco había secuestrado y asesinado a la niña o si el espíritu de esta estaba dando vueltas por el mundo hasta que alguien le ayudase a encontrar el descanso que merecía. Él no era esa persona. Quería volver a su casa.

-Cruz, venga intentemos moverla entre los dos. -John se colocó en posición listo para hacer el máximo posible de fuerza cuando la limpiadora diera la indicación. -Cuanto antes nos marchemos de aquí antes podremos llegar a la oficina para partirle la cara al consultor y posteriormente a Hayes.
 

–Bueno, pues que se encarguen los cazafantasmas– respondió a Andrew– Nosotros lo que tenemos que hacer es salir de aquí, ya después podrem...Dios santo... Oigo a la niña ahí abajo

Mientras contestaba al becario, Julia casi había sufrido un infarto de la impresión. Tenían que irse de allí ya mismo y había una salida clara: La trampilla. Si no conseguían abrirla ya bajarían allí abajo o cruzarían la puerta con esa reluciente llave que, la bedel estaba convencida pertenecía a la puerta tétrica. 

–Está bien...Pensemos. Lo lógico es que si la niña está ahí abajo, el coso reptante ese no esté...o estaríamos oyéndola gritar aterrorizada. Vamos a abrir la trampilla e irnos. Podéis ayudarnos o, si lo preferís, ir mirando abajo. Quizás haya algo más.

La cosa marchaba, teníamos un plan y a lo mejor esto funcionaba. Teníamos que hacerlo y preparar un plan B por si el plan A, que era correr como lo hacían los héroes, no podía darse.  La vuelta que me di por la habitación había sido fructífera, o eso pensaba, tenía que serlo, no todos los días te encuentras una daga oxidada, mellada y sucia en una caja de madera. Esto, en algún momento ha tenido que ser importante. Lo segundo que me encuentro, este objeto anacrónico que parece puesto ahí para regalar, una llave que según el dibujo que lo decora, debe de abrir la puerta de fuera, la metálica tétrica del ritual. Sí no fuera por qué no es oro todo lo que brilla, me lanzaba a abrir la puerta como si hubiese encontrado la panacea. Pero no, esto hay que consultarlo con todos. Teamworking y liderazgo. Primero, premiar las buenas ideas con su debido reconocimiento.

-¡Eso es, equipo! -Asiento con la cabeza. -Si veis que necesitáis ayuda, sólo tenéis que decirlo, os envío al chico ahí, rápidamente. -Y entonces miro al chico. Me acerco donde está y le pongo las manos en los hombros.

Le miro, contacto visual, es la clave de la confianza. Establezco contacto visual durante unos segundos. Enarco una ceja para dejar ver qué lo que le voy a decir a continuación es importante. Es muy importante, puede ser la clave del éxito, y tiene que estar preparado. Ahora mismo él puede tener la clave dentro de toda esa marabunta de cosas raras, juegos frikis y... bueno, esas cosas del rol, donde se juntan todos alrededor de una mesa y se creen caballeros con armadura, y que rescatan a princesas o lo que sea, que para saber qué lo que viene escrito en el marco de la puerta... tiene que haber hecho cosas muy raras este tipo. 

-Eh, chico. ¿Estás bien? -Pregunta de control. -Quiero que te centres, por que sí alguien aquí tiene respuestas... -Sonrío y le doy con el dedo índice, de la mano derecha, en la sien. -Eres tú, aquí dentro. -Me incorporo. Busco lo que he encontrado y se lo enseño. -He encontrado esta daga oxidada y, lo que creo, que es la llave para abrir la puerta de ahí fuera. -Le guiño un ojo. -¿Te dice algo todo esto? -Me encojo de hombros. -No se ¿Alguna contrainvocación o algo así? -Me quedo un momento extrañado. -¿Se dice así?

En el caso de que necesiten ayuda, le pediré al chico que les eche una mano. Sí no se puede hacer nada, pues habrá que pensar en bajar, y para saber cómo de profundo es el agujero que marca la brújula, dejaré caer una de las maderas de la caja que he roto.

La daga parece hacer parte de algunas descripciones que están entre los documentos. Quizás sea como protección o quizás una reliquia de gran valor, pero ciertamente su presencia parece no sólo relacionada con el misterio, sino necesaria de alguna manera, aunque no puedas saber de qué. Es posible que para quien fuese el dueño (o los dueños) del laboratorio, tuviese su propia utilidad.

En cuanto a la llave, a juzgar por la apariencia, es la que encaja con la puerta metálica de afuera. Sin embargo el que esté limpia y prístina, como si hubiese estado esperándoos y no hubiese visto pasar el tiempo, te deja con algo de desconcierto. No obstante, estás seguro de que es la que abrirá la entrada marcada con los extraños grabados.

Cada cosa extraña que pasaba le convencía más al becario que su teoría era correcta. "La brújula está bien, señala nuestro nuevo rumbo... La niña quiere que vayamos con ella. Y la voz... Todo indica a que debemos bajar al sótano." Lo único que le extrañaba al becario era que desde que habían llegado allí, no la había oído ni una sola vez más. Casi sonrió al escuchar a la Urraca lo de los cazafantasmas, y una parte de él sintió algo de pena al ver cómo tanto ella como Simmons volvían a abrir la trampilla. "Deberíamos intentar averiguar una forma de ayudar a la pequeña... No, espera, ¿pero qué estoy pensando? Deberíamos salir por patas. Pero dejar todo esto aquí..."

Mientras se debatía internamente entre la curiosidad y la cobardía, Alexander le puso las manos en los hombros, mirándole fijamente. Andrew parpadeó confundido, frunciendo el ceño en un gesto de preocupación. "¿Tan desesperado está que me quiere besar así de pronto?" Con ese pensamiento en mente, el becario tensó los hombros, preparado para hacerle la cobra en cuanto se acercase un milímetro de más. La forma en levantó la ceja le dio a entender al muchacho que tenía pensado algo más aparte de besarle, un pensamiento turbio que se enrareció aún más por la situación en la que estaban. "Alex, por Dios, cálmate, que tampoco es que vayamos a morir aquí para ponerse en ese plan..." 

- Sss... ¿í? - respondió con cautela a la pregunta, más confundido aún que antes. 

Al ver que obviamente iba a pedirle que revisase alguna otra cosa que él, con su "gran" capacidad intelectual, era incapaz de entender, Andrew relajó los hombros y levantó una ceja, interrogante. Soltó un breve suspiro de alivio en cuanto se dio la vuelta, antes de que le enseñara los dos objetos. La daga era curiosa, pero fue la llave lo que le llamó especialmente la atención.

- No estoy seguro... - con cuidado, tomó la llave y le echó un vistazo a la luz de la linterna - Es para esa puerta, está claro. Aunque está como... nueva, como si hubiese estado esperando a que la encontrásemos. Y una "contrainvocación" sería más como un sello... algo que sospecho que podría ser la puerta ahora que está cerrada. - recalcó la última palabra, casi seguro de que en algún arranque de terror podrían dirigirse directamente a abrir la puerta sin pensar en las consecuencias. Después tomó la daga con excesivo cuidado, temiendo cortarse con algo así de oxidado y llevarse el tétanos de recuerdo a casa, y esperando que no se deshiciese en sus manos - Los papeles que se podían leer hablaban de algo así... No tiene pinta de ser ninguna daga maldita o sagrada, ni un "rare item" extremadamente poderoso, no te hagas ilusiones... - habló sin pensar, dándose cuenta después de con quién estaba hablando. Carraspeó y se corrigió rápidamente - Quiero decir, es... importante para algo, necesaria, pero no parece relevante en sí misma. No sé si me he explicado bien... - se la devolvió con cuidado - Lo mejor será que la guardes por si acaso... 

Viendo que ninguno de los otros dos quería saber nada más de aquel lugar ni de lo que fuesen a encontrar, Andrew intentó limpiarse el polvo de los dedos, sin mucho éxito, y guardó el tarro en su mariconera, por si tenía que usarlo en cualquier momento. Dubitativo, echó un vistazo a la trampilla que estaban intentando abrir entre los dos y luego al agujero de roca que había en la estancia. "Nos vamos a ir sin explorar todo el mapa..." nervioso, sacó la cámara de fotos y echó un par de fotos al escritorio y a los frascos, mientras una idea se le abría camino en la mente. Con la cámara en las manos y viendo que Alexander tenía tanta curiosidad por aquel agujero como él, se acercó y sacó una foto del fondo, esperando ver cómo de profundo era y si había algún peligro abajo, aunque fuese en ese corto flash de luz.

- Tal vez... Podríamos bajar mientras intentan abrir la trampilla... - "No será tan malo echar un vistazo, ¿verdad?" No obstante, no queriendo bajar solo, dejó que Alexander bajara primero y le siguió, con el tarro preparado para lo que pudieran descubrir. "Si la niña sigue allí, debería ¿funcionar? ¿Con suerte?" Las dudas y las ganas de volver le asaltaron mientras bajaba, pero su paso no se detuvo.

Ambos escucháis como vuestros compañeros descienden por el agujero, y os dejan lidiando con la trampilla. Os organizáis en lo alto de la escalera y empezáis a empujar con fuerza, tratando de hacer que ceda. Al principio parece que la portezuela pone resistencia, pero tras unos instantes esta cede de la nada, como si se hubiese aflojado y se abre con gran violencia golpeando con el piso de la planta baja y generando un estruendo infernal.

La inercia de la fuerza os hace avanzar unos escalones y la oscuridad en la estancia, provocada por la caída de una abrumadoramente silenciosa noche, se ve interrumpida por la linterna de Simmons. El haz de luz pronto encuentra una figura infantil de espaldas, de largo cabello y vestido verde parada a unos metros del agujero. Nada más escucháis, pero ante esta aparición, la linterna comienza a parpadear con grandes intervalos y el sonido de vidrio y de todo el sótano vibrando de forma amenazadora reemplaza la tensa calma que reinaba hasta el momento.

No tenéis tiempo de reaccionar, pues un ronco sonido metálico os sorprende, seguido de un golpe violento y seco del que la bedel se lleva la peor parte: la trampilla se ha devuelto con desmedida fuerza, cayendo sobre su cabeza, y lanzándoos al fondo del sótano haciendo que caigáis por la escalera. La linterna muere en la oscuridad, dejando sólo vuestras respiraciones y el dolor de vuestros cuerpos.

Cruz es quien más mal está. Está apenas consciente, pero su rostro está lleno de sangre que le brota de una herida en la cabeza. Siente su rostro húmedo y el inconfundible sabor férreo en su boca. Se encuentra desorientada, ahora al fondo del suelo, sólo dándose cuenta que aún está viva, por el momento. Por su parte Simmons se encuentra mejor, pero al intentar levantarse en la oscuridad, siente un punzante dolor en su pierna. Su tobillo le duele como mil demonios y parece que se lo ha esguinzado, si no es que se lo ha roto. No parece seguro de poder ponerse en pie, pero al menos no tiene mayores heridas.

La comprobación de Alexander demuestra que la profundidad no es mayor. El eco resonó con bastante persistencia, negándose a dejar morir el silencio, aunque no podéis escuchar mucho más. El flash de la cámara revela un túnel en la roca vacío y que se ensancha al llegar abajo, sin que haya nada que parezca sospechoso en principio. Finalmente descendéis por la escalera con cuidado, y notáis que el camino se extiende varios metros en la oscuridad. El espacio es grande y el aire se siente frío y húmedo, siendo empujado a veces por una corriente de aire. Hay un extraño olor, como a una mezcla de metales y de roca salina que os resulta entre intrigante y molesto tras unos instantes respirándolo.

Camináis unos metros hasta hallar una bifurcación del camino. La opción de la izquierda es una leve desviación del túnel principal, doblándose hacia la izquierda unos grados y continuando indefinidamente. Desde allí se siente la corriente de aire. La ramificación hacia la derecha es más abrupta, casi como un corredor perpendicular que se extiende y se amplia unos metros más hacia el fondo. De allí proviene el murmullo de goteos y ecos cavernosos que contrastan con la tensa calma que habéis sentido en la casa y alrededores hasta el momento. Vuestra brújula sigue apuntando al frente, sin volver al norte magnético que debería estar directamente a vuestra izquierda.

Estando allí, escucháis un fuerte sonido que viene de la superficie, de atrás de vosotros. Pasan unos segundos antes de que le suceda un segundo golpe, igual de violento pero levemente diferente, seguido de unos sonidos más atenuados e igualmente bruscos, antes de volver a caer en el silencio. Allí en la caverna, el eco se riega, generando la impresión de que había respuesta de ambas opciones del camino. ¿Había sucedido algo arriba? ¿Habrían logrado abrir la trampilla vuestros compañeros? ¿O quizás vuestra mente seguía jugándoos malas pasadas?

Ante vosotros quedaba otra decisión y la incertidumbre de no entender la razón de ser de aquellos túneles o de vuestro propósito allí.

-Ahhhh...fufff. -Simmons sentía como palpitaba su tobillo pero no era él, el que había sufrido la peor parte. La pobre de la limpiadora había sido golpeada brutalmente por la trampilla. -Cruz, Cruz, vamos reacciona. - le dice John mientras trata limpiar la sangre que le corre por el rostro. Por suerte todavía está viva.

Sentado en el suelo, asustado por lo que acababa de suceder. Había visto sin ningún lugar a dudas a una figura infantil. Estaba claro que era la niña de la que había escuchado la voz, de la que había sostenido el dibujo, y de la que habían visto Dupont y él la etiqueta con un nombre.

Su tobillo le recordó mediante un dolor punzante que estaba allí dentro todavía, por lo que se levantó sin apoyarlo, usando la pierna buena y los brazos. Miró a Cruz y comprendió que debido al estado de la misma y la corpulencia iba a necesitar ayuda para moverla. Tenía que ir en busca del becario y el trepa. Antes de avanzar rebuscó la linterna de Julia para no avanzar a oscuras, la encendió y fue en busca del resto.

-Chicos, chicos. -susurró con cautela y pánico. ¿Estáis ahí?. -Cada vez que daba un pequeño salto para no apoyar el cuerpo sobre el dolorido tobillo sentía una descarga eléctrica recorriendo su pierna hasta la cadera.

Necesitaba encontrarlos para que le ayudaran a mover a la semiinconsciente limpiadora. Luego tendrían que salir por la puerta de la que tenían la llave o ver si los túneles tenían salida.

Nunca en la vida había sentido tanto dolor. Ni siquiera cuando se rompió el brazo al resbalar con una mierda de perro en el suelo. Estaba tan dolorida que no podía ni maldecir ni apenas hablar, ni mucho menos volver a intentar empujar aquella puerta. Por un momento, creyó que se iba a desmayar, pero entonces unos golpecitos de Simmons le devolvieron a la realidad

¿Estoy muerta? No... Duele demasiado como para estar muerta...

–Sahhlirr quí– consiguió murmurar antes de que Simmons se fuese con su linterna, dejándola en la oscuridad. La mujer, trató de alcanzar la cantimplora, necesitaba echarse algo de agua en la cara, para aliviar el dolor, pero cada vez que movía el brazo era como si recibiese el mordisco de un perro. Finalmente, entre el delirio y la realidad, comenzó a murmurar en voz baja, intentando comprender– ¿Iña...?¿Por caces esto?¿Que quieres?