Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

Juegos bizantinos

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26/03/2008, 16:20
Martín Mínguez de Villadiego

Quedé un momento observando esa descarnada sonrisa... Sin duda era un hallazgo amenazante para la expedición. Volví a tensar mi cuerpo hasta que me aseguré de que no había indios en las inmediaciones. Memoricé el lugar y tomé el camino más corto hacia el resto de la expedición a paso ligero. Con cierta agitación llegué a la vista del resto de los hombres... Respiré hondo, recompuse mi aspecto y me dirigí al sargento Cabal, que departía con el señor Manzanero y la guía indígena. Hice un gesto pidiendo la venia y me acerqué a ellos hablando en tono quedo, por no arriesgarme a alarmar a los demás:

-"Señor... Martín Mínguez reportándose. He localizado por dónde sigue el camino, y... No hay indígenas hostiles en las inmediaciones, pero he hecho un descubrimiento poco tranquilizador".

Miré fijamente a doña Amaya:

-"Puede significar cualquier cosa, pero se me hace algo amenazante. Posiblemente nuestra guía, aquí presente, pueda indicarnos su significado... No está de más cualquier información para que podamos estar alerta ante cualquier amenaza"

Volví de nuevo la vista hacia mi sargento:

-"El camino está semioculto pero es aún practicable. Con gusto os conduciré hasta el extraño objeto".

Me cuadré, esperando órdenes.

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26/03/2008, 16:40
Ameyal Tonatzin

¿Lo estaba imaginando o de verdad él se estaba interesando en mí?

-No, señor, no pertenezco a estas tierras o mejor debo decir: no peternecía pero ya hace mucho que me encuentro entre esta gente y prácticamente, sí, hace años que les pertenezco-me miré las manos, aquel secuestro era algo que casi nadie sabía, Malinalli tal vez, pero nadie más.

Se hizo un nudo en mi garganta al recordar a mi padre pero por alguna razón quería que Cabal lo supiera.

-Soy hija de un pochteca mexica, uno muy poderoso...-me costaba hablar, tenías las lágrimas y la indignación a flor de piel y ni siquiera reparé en que quizás él ni sabía lo que era un pochteca.-Mi tahtli y yo nos teníamos el uno al otro pero un día fuimos secuestrados por mayas ambiciosos, a tahtli lo asesinaron y de mí... De mí hicieron una esclava, por años tuve que bajar la cara y aguantar, ahora soy la sirvienta de alguien, eso sólo. Yo que fui educada en un calmecac... ¿Sabéis lo es?

Esperé por su respuesta pero cierto es que tenía los pensamientos más puestos en aquel día en el que violentamente me habían arrancado de la vida de hija de pochteca que llevaba y me habían humillado hasta hacer casi que olvidara mis raíces. ¿Qué clase de historia era esa para contar? ¿Le haría gracia al señor español? ¿Una pobre india maldiciendo su suerte? Aún esperaba que los dioses hicieran algo por mí, les daría otra oportunidad. Levanté la cara, un poco más repuesta pero sin atreverme a tocarme los ojos pues las lágrimas que no habían caído, caerían si lo hacía.

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26/03/2008, 17:40
Carlos Cabal

Algunas horas antes frente al cuerpo de guardia…

El hombre que acababa de presentarse había sido encomendado por el mismísimo sargento Loa, esto dejaba entrever la calidad como soldado que debía ostentar. El buen sargento de caballería tenía muy medidos a los suyos debido a que de ellos, en gran medida, dependía nuestro éxito. Pocos eran los jinetes con los que contábamos y todos ellos debían tratados con la consideración que un oficial merece.

Debe serlo mi buen señor, pues Don Hernando Cortés responde por ella. –contestó el sargento Cabal tras devolver el saludo- Con tales referencias yo me doi por satisfecho, espero que a vuesa merced también le valgan.

Y pocas más palabras fueron entrecruzadas por el momento entre ambos hombres. El uno fue mandado al frente por su conocimiento de los aledaños y el otro permaneció en el intermedio poniendo orden. La comitiva partió y hasta el primero de los descansos no hubo ocasión de volver a mediar palabras.

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26/03/2008, 17:53
Carlos Cabal

Aguardad, doña Ameyal. –dice Cabal sin llegar a contestar a su pregunta-

El jinete Martín Mínguez parece retornar a paso presto con nuevas. Su rostro severo y maneras correctas decían mucho de aquel hombre. Nos dio a entender con tono cauto que había encontrado algún símbolo local, mas por el momento no tenía certeza de lo que indicaba aquello.

Buen trabajo señor Minguez. Llevadnos hasta allí ahora. Veremos si Doña Amenyal puede decirnos algo más de lo que sea que hayáis encontrado.

Dicho esto, el soldado se tornó y comenzó a caminar en cabeza, el oficial por su parte tendió su mano para ayudar a levantar a la traductora que aguardaba sentada. Sentía el haber interrumpido aquella conversación, mas su deber como oficial era mirar por los hombres. Pronto ambos siguieron al primero.

¿Mi señora, si sois tan amable? -mirando el rostro de la dama-

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26/03/2008, 17:54
Carlos Cabal

Tras el reporte del señor Mínguez, tanto el sargento como la traductora marcharon siguiéndole hasta un punto cercano. Al pasar junto a los hombres que aguardaban impacientes Cabal tuvo a bien dar nuevas órdenes. No era bueno detenerse en exceso o los ánimos podrían tensarse.

¡Señores, prepárense para partir en breve! La hora del descanso llega a su fin. –dicho lo cual prosiguió camino tras el soldado-

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26/03/2008, 19:55
Carlos Cabal
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Notas de juego

¿Qué leches significa lo que hemos encontrado?

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26/03/2008, 19:55
Ameyal Tonatzin

Sujeté la mano que se me extendía para levantarme, la solté apenas ponerme en pie. Nos acercamos a los demás y Cabal dio una orden, por suerte el descanso había acabado. Seguí a Mínguez y a Cabal por el camino que se me indicó y cuando estuve frente al hallazgo, observé con detención a ver si podía reconocer las señas y entender de qué se trataba.

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26/03/2008, 19:58
Ameyal Tonatzin
Sólo para el director

Quisiera saber qué significa lo que Mínguez descubrió.

- Tiradas (1)
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26/03/2008, 20:51
Fernán-Nuñez "El Cartagenero"

Tras oir la orden de Cabal inicié mi marcha. Iba contento, aunque al parecer creo que porque había dado buena cuenta de mi bota de vino e incluso canturreé una vieja canción que le escuché a un compañero en las guerras de italia, algunos compañeros me siguieron y esto levantó un tanto el ánimo de mis compañeros:

" Todos los bienes del mundo
pasan presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.
El tiempo lleva los unos,
a otros fortuna y suerte.
y al cabo viene la muerte,
que no nos dexa ningunos.
Todos los bienes del mundo
pasan presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.

La mejor y más ventura
pasa presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.
La fama bive segura,
aunque se muera el dueño;
los otros bienes son sueño
y una çierta sepoltura.
La mejor y más ventura
pasa presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria."

Notas de juego

Os dejo aquí un link para que podáis escuchar esa canción y os metáis un poco más en el espíritu de la época, es de Juan Del Encina, http://www.youtube.com/watch?v=oNVta5pmbe8 se llama "Todos los bienes del mundo"

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26/03/2008, 22:01
Juan Miguel de Quart

Me acerqué al sargento y le comenté que había encontrado el camino hacia el río.
-No parece que haya nadie más por aquí.El camino sigue por allí y parece seguro...incluso con lo que d. Martín ha encontrado. Cuando gusteis seguimos.

Hace demasiado bochorno, me agacho,me quito el caso y me paso un paño por la frente. Me pongo el caso, me levanto y me acerco al sargento.
-Señor, pido permiso para ir con el soldado Martín para adelantarnos hasta el río a asegurar la zona.

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26/03/2008, 22:16
Director

Según lo que Carlos Cabal entiende de esa señal en el camino, se trata de alguna especie de advertencia. Para Ameyal es algo mucho más claro. Se trata de una maldición que los sacerdotes mexicas hicieron o han hecho hace poco. Suelen ser consagradas por los papatl o sacerdotes. Las cuatro plumas simbolizan los cuatro puntos cardinales, y la calavera es de aquellos seres a los cuales se desea impedir el avance dentro de su territorio mediante ese sortilegio.

No le extrañaría que la calavera fuera de algún español.

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26/03/2008, 22:23
Ameyal Tonatzin

Aquello no era bueno, no, pero debíamos avanzar aprisa si no queríamos que la noche nos cogiera por allí. Me giré sobre los talones para decir a los dos hombres lo que aquello significaba.

-Señores, estamos ante una maldición mexica, bendecida por los sacerdotes mayores. Las cuatro plumas representan los cuatro puntos que hace un momento vos dibujasteis con tasta presteza en el suelo y la calavera...-sentí una especie de desasosiego, pues al fin y al cabo, aquel había sido uno de ellos.-No me extrañaría que fuera de uno de los vuestros, sin duda quieren impedir su paso por estos lugares-miré a Cabal, por alguna razón me preocupaba más que los otros.-Quien hizo esto considera este lugar parte de su territorio y mejor será que nos apresuremos a abandonarlo pues de lo contrario no sé qué podría pasar.

Y quizás lo sabía pero no tenía sentido alguno remoler más la mente de aquellos hombres. Me paré de nuevo frente al sortilegio y bajé la cabeza en señal de respeto, esperaba que para los dioses aún contara aquel gesto.

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27/03/2008, 01:05
Carlos Cabal

Alabarda al hombro, el sargento Cabal se tornó hacia la columna de marcha y comenzó a dar unos pasos de espaldas mientras la observaba. El sol comenzaba a brillar cada vez con más fuerza en el cielo. De no apresurarse, pronto los hombres comenzarían a resentirse. No faltaba demasiado y el ritmo era el adecuado, mas esos malditos símbolos macabros no ponían a uno de buen humor. Conforme los hombres iban pasando por su lado Carlos los iba mirando a la cara uno por uno. De Quart había llegado a su posición y le proponía marchar al frente para asegurar la zona.

Proceda soldado. –dijo el sargento con tono cambiado, ahora su voz se tornó seca y firme, ni siquiera llegó a mirarlo- Marchen prestos y mantenga los ojos bien abiertos.

Una vez el ballenero se hubo cuadrado y saludado, marchó trotando hacia el frontal de la expedición donde se unió al señor Mínguez. Ambos hombres, precoces en el arte de la exploración, fueron sacando ventaja a la columna hasta alcanzar una distancia más que considerable. Por detrás la guía y el artillero marchaban al frente de los porteadores junto con el soldado Díaz del Castillo que arropaba al joven Garcilaso, sus pasos seguían el camino marcado por la avanzadilla. Más o menos a medio camino entre la trasera y la frontal se encontraba “el Cartagenero” canturreando sones italianos junto con Rodríguez, el sargento tuvo a bien marchar un trecho a su lado.

Continúen cantando. –dijo en primera instancia con sequedad, después se aproximo un poco más a los dos hombres y con rostro severo les increpó- Sabe Dios que aquí no se nos quiere. No vamos a esperar una mierda de bienvenida, así que mantengan los ojos abiertos y los aceros a mano. Me estoy oliendo que los cojones peligran.

Tras la recomendación hecha a nadie en concreto, el sargento continuó retrocediendo entre porteadores para llegar hasta los últimos de sus hombres. Atrás seguían acompañando la canción Pérez del Reverte y el arcabucero del que poco se sabía. Estos no tardaron un momento en comprender lo amargo de su rostro, tanto es así que nada más verlo dejaron de cantar en seco. El humor del sargento se había tornado por completo.

Pueden vuesas mercedes seguir cantando. –sugirió el sargento en tono poco amistoso, parecía jodido y bien jodido el que allí hablaba- Abran bien los ojos. Aquí ya no tenemos amigos.

Vaya ironía, como si los españoles tuvieran amigos en alguna parte. La cuestión es que algo captó la atención del sargento. Arturo, el perro, marchaba marcial al lado de su dueño. El animal aún conservaba el hocico manchado y la estampa podía ser llamada graciosa, mas no estaba el horno para bollos a estas alturas.

Espero que los sentidos del animal anden afinados, puede que los necesitemos.

Tras esto, salió de la columna y comenzó a acelerar el paso para dar alcance a la cabeza. Mientras iba caminando con el arma al hombre se le podía oír refunfuñar para sus adentros, sus palabras aunque medio mordidas podían ser con no demasiada dificultad interpretadas, y dirían algo así como: “Estoy hasta los santos cojones de tanta mierda de herejes.” Nadie pudo jamás decir que al sargento Cabal le sentará bien que alguien jugara con sus muertos o con sus hombres.

Notas de juego

Yo creo que podemos continuar...

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27/03/2008, 02:11
Francisca Díaz de la Vega

Estaba en la cocina, terminando de explicar a las dos muchachas, Yaretzi y Zeltzin, cuáles serían sus deberes y obligaciones en la casa. Mas tarde habría de enseñar a la que se haría cargo de la cocina a preparar los platos favoritos de Fernando.

Llamaron a la puerta, Zeltzin hizo ademán de ir a atender pero Francisca ya se dirigía a la puerta. Al abrirla se sorprendió y extrañó a la vez, definitivamente no se esperaba esa visita.

-Capitán, buenas tardes -saludó- ¿Qué se le ofrece?

-Tenemos que hablar -dijo él, mirándola a los ojos- Sobre vuestro hermano.

-Pase entonces -respondió calma, sosteniéndole la mirada.

Esperó que él pasara y cerró la puerta. Lo invitó a seguirla, conduciéndolo hasta la sala. Le señaló uno de los dos sitiales que allí había invitándolo a sentar mientras ella ocupaba el otro.

-Usted dirá -le dijo- ¿Qué sucede con mi hermano?

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27/03/2008, 04:18
Ameyal Tonatzin

Lo sabía, todo el tiempo cuando pude entender aquel mensaje, lo supe: aquello no les haría gracia alguna. Noté como el ánimo no era el mejor, todo parecía empezar a torcerse, tuve un deseo loco de pedirles que volvieramos pero no me habrían hecho caso, me habrían creído loca. Noto enseguida que don Carlos no tiene el mismo semblante pero guardo silencio porque al fin, yo soy parte de esos que los quieren echar y que han tenido a bien dejarles una maldición en el camino. Me pregunto que tan distintos son ellos de mí, sus miedos, sus deseos y pronto me encuentro con mis propios miedos y mis deseos y mis sueños. La espesura de la selva y el sol que provoca un horrible calor que apenas se soporta me recuerda a aquella vez que junto a mi padre volvíamos a casa, pero nunca llegamos.Y entonces comienzo a sentir cierta desanimo, desagrado, furia por haber contado algo a alguien que no pareció importarle. Muevo la cabeza negativamente, ese hombre me está quitando demasiadas fuerzas, terminará por meterse tan dentro de mi ser como nadie lo hizo, prefiero morir antes que eso, debo morir antes que traicionar.

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27/03/2008, 12:19
Armando Manzanero

Una vez hubo descansado, Armando se situó junto a Doña Ameyal, tenía intención de caminar junto a ella cuando la marcha se reanudase, tal vez así pudiera preguntarle y aprender de la orografía del terreno tan diferente a las dehesas extremeñas, de esa manera esperaba ser de más utilidad la próxima vez que se requiriera su opinión y ser así algo mas docto en la materia.

Antes de irse, llegó el Señor Mínguez relatando algo que había encontrado y que le preocupaba, si bien Armando estaba un poco desencantado consigo mismo, observó como se acercaron al lugar y conversaban en tono serio. No sabía su significado, pero esa era otra de las razones por las que quería permanecer junto con Doña Ameyal, esperaba que no le importase que me instruyera en lo que creo conveniente.

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27/03/2008, 12:28
Armando Manzanero

- Señorita Ameyal- dije apretando el paso y poniéndome a su altura- mi intención no es la de incomodarla, pero si no es mucha molestia por su parte, estaría muy agradecido si me cuenta cuales son sus impresiones sobre el descubrimiento del Señor Mínguez- Miré en dirección al Señor Quart que junto con Martín pasaron por nuestro lado adelantándose- No es solamente que ese asunto compita en la seguridad de todo el grupo, entiendo que no hay que alarmar al personal inutilmente, para eso ya está el Señor Cabal- dije mirando como el sargento recorría de vuelta toda la fila mentando a la madre de todos los indios. Volví a fijar mi mirada al frente mientras seguía hablándo con Doña Ameyal.

- Mas bien es porque me gustaría aprender algo más de su cultura, y su sabiduría sobre esta tierra;-

Me daba la sensación de que no quería involucrarse mucho con los Españoles ni con su causa, solamente hacer su trabajo y pasar desapercibida, por lo cual frente a una posible negativa que me dejara contrariado, tenía que hacer mas atractiva mi sugerencia;

- No tengo mucho que mostrarle, lo poco de ciencia que yo sé no creo que le interesase, pero puedo tambien hablarle de como somos los Españoles en general, o francamente resolver sus pequeñas desabenencias que tenga sobre algun tema.

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27/03/2008, 15:26
Director

Tras una larga mañana de marcha, y sin enemigo ninguno al que combatir, los expedicionarios llegaron a una zona cultivada y llana, surcada por pequeños pueblecillos o aldeas en torno a un gran camino. A lo lejos, se distinguían los muros y los altos templos de una verdadera ciudad.

No se trataba de un espectro, ya que era lo más increible que habían visto los españoles en las Indias. Hasta entonces, los únicos poblados mayas con templos que se habían topado eran poco más que aldeas en los restos de una vieja civilización. Pero ahora, un nuevo mundo se extendía ante ellos. Era como si, siglos antes, hubieran entrado en una vibrante capital de un estado antiguo, la Babilonia de los textos bíblicos, y pudieran haber contemplado a sus abigarrados habitantes enfaenados en su deambular y sus propios quehaceres.

En efecto. Escoltados ahora ellos por un contingente de guardias totonacas, penetraron en la ciudad de Cempoala, donde sus gentes, que vestían ropas de más calidad con capas a modo de herreruelo, intrincados peinados recogidos, afeites, gruesas piernas cobrizas en las que se anudaban muy ricas alpargatas. Las mujeres, por su parte, vestían de algodón con largas faldas, enjoyadas muchas de ellas. También vieron una colección de adornos, en forma de colgantes, pendientes, brazaletes, bezotes y otras decoraciones engarzadas el propio cuerpo, muchas de ellas de jade, y otras de oro o plata.

Las gentes de aquella ciudad parecían estar divididas en civilizado orden, distinguiéndose policías, barrenderos, honestos tenderos, mercaderes, guerreros con armadura de algodón y vistosos tocados, mujeres ociosas que charlaban con sus vecinas...

Pero ahí no acabó todo. La escolta les condujo hacia la plaza principal, una gran explanada pavimentada en la que se alzaban varios templos. El principal, sería tan alto como una catedral, con empinadas escaleras de acceso. En lo alto, unos sacerdotes portaban unos bastones terminados en un penacho de plumas, y otros, más austeramente ataviados, parecían realizar ofrendas a sus dioses. Otra de las pirámides estaba jalonada por varios escalones, con nichos a modo de cenefa continua. En el centro, un gran altar de forma redondeada, y más allá, en el extremo del gran cuadrado, algo parecido a unos palacios con grandes terrazas. Todo aquello destilaba una esencia extraña, como propia de otro mundo.

Un hombre les salió al encuentro con una comitiva, era alto, fuerte y delgado, vistiendo un gran tocado lleno de plumas.

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27/03/2008, 15:53
Mixtzin ce Ciplactli

El consejero se acercó a los teules, comprobando que su aspecto era tal y como le habían contado. Estuvo enfermo durante la primera entrevista de su señor con aquellos dioses barbados y forrados de metal, por lo que no los conocía salvo de oídas.

Una mujer iba delante, con cierto descaro y mirándole a los ojos. Intercambió una rápida mirada con el que parecía el jefe de los teules, y su mirada le convenció de que ella no era sino su intérprete.

Encorvó la espalda, saludándoles con el ritual al uso: llevó dos dedos al suelo, y luego los apoyó en sus labios.

-Mixtpanzinco -dijo.

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27/03/2008, 15:57
Director

Ya sabes que es un saludo tipico del náhuatl, que significa "en su augusta presencia". Se responde imitando el mismo gesto y contestando ximopanolti "a su conveniencia".