Partida Rol por web

In Hoc Signo Vinces

Putunchán

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28/02/2008, 14:43
Director

Primer combate contra los mayas

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28/02/2008, 14:46
Director

Turno I: Las barcazas

La Santa María de Cuba navega a la bolina, con gran afano para los marineros de abordo. Los hombres embarcados están inquietos, pues la costa está delante, y hasta ellos llega un olor semiputrefacto de ciénaga, y la visión de los meandros de un riachuelo y las marismas.

La actividad a bordo comienza a ser febril, y los hombres se preparan y pertrechan de todas sus armas, precavidos. Siete de los once buques de la escuadra iban clavando el ancla frente a la costa de San Juan de Ulúa, mientras los otros cuatro habían sido mandados para intentar hallar un camino y rodear la marisma por detrás.

Un hombre voceó una órden desde una barcaza hasta el castillo de popa del galeón.

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28/02/2008, 14:53
Gonzalo de Sandoval

Para todos

El capitán se encaramó por la escala, pidiendo a viva voz que repitiera aquello. El hombre habló, usando las manos a modo de bocina. Eran muchos los curiosos que asomaron a escucharle.

Las órdenes eran claras: desembarcar a los hombres y seguir a la chalupa almiranta. Así que, asomándose a la barandilla del castillo de popa, el joven capitán miró a los hombres que estaba sobre la cubierta, reclamando su atención.

-Caballeros, ya han oído las órdenes. Colóquense en fila y esperen a que boten las barcazas para situarse en ellas. Que en cada una haya un sargento o cabo de escuadra para mandar a los hombres.

Notas de juego

Podéis aprovechar para presentaros y plantear la acción entre vosotros.

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28/02/2008, 15:00
Juan Miguel de Quart

Recojo el equipo que cre necesario (Ballesta, cranequín, aljaba, coleto de cuero, ropera, rodela,guantes, botas, morrión y papahigo)
-A sus órdenes mi capitán. El ballestero Juan Miguel de Quart se presenta voluntario para ir en la primera barcaza y, junto con mis compañeros, asegurar la zona de desembarco.

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28/02/2008, 15:11
Gonzalo de Sandoval

El capitán está distraído abrochándose el peto, mientras otro soldado le sostiene la sobria borgoñota sin penacho (entre españoles es mal visto llevar plumas en el sombrero si no se es noble). Mira de reojo al soldado que le habla, disimulando una media sonrisa. Sin duda, los hombres están motivados.

-Muy bien, señor de Quart, preséntese vuesa merced al sargento Cabal y embarque con él.

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28/02/2008, 16:05
Juan Miguel de Quart

-Como ordeneis mi capitán.
Pregunto a un soldado dónde puedo encontrar al sargento Cabal.
Me voy a briendo paso entre el caos y el tumulto que reinan en la cubierta y me acerco al hombre que coincide con la descrpción dada por el soldado.

Notas de juego

Toca describirse.\^^/

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28/02/2008, 16:43
Carlos Cabal

Tras haber escuchado con sobriedad las órdenes dadas por el capitán Sandoval, el sargento Cabal comienza a afianzar su gastada bogoñota mientras ve como uno de los hombres se ofrece voluntario para partir entre los primeros. Tras escuchar la respuesta del oficial superior y viendo como el soldado en cuestión ya está completamente pertrechado, el sargento con sonrisa suavona le dice: - Acompáñeme señor.- Tras lo que ambos se encaminan con paso firme hacia las recias escaleras que descienden desde el castillo de popa.

Una vez en cubierta y tras echar mano a su cinto, donde asegura los guantes de cuero que penden de su cinturón, alza la cabeza y vocea con tono severo: - ¡¡¡Señores, hoy hay que cumplir!!!.- Tras esta primera voz todo se acelera, comienza a marchar sobre los tablones mirando a un lado y a otro para acabar enseguida posando su mirada sobre un hombre en concreto. -Cabo Díaz, a mi vera.- Este sin rechista, responde rápidamente colocándose a su lado. -Quiero que se asegure de que todos los hombres cuentan con el acero necesario. No quiero que se dejen nada atrás y me importan un pito los calores. Diga a los veteranos que ayuden a los chapetones en lo que pueda. No tenemos todo el día.- A lo cual el cabo asiente repetidas veces.

Por un momento la atención del oficial se torna distraída, parece que en grupo de hombres anda jugando aún en calzas al extremo del barco: -¡¡¡Villalba!!! ¡Por Dios y por todos los Santos del Cielo! ¿Qué cojones hacen esos hombres así? ¡¡¡Haga que se preparen cojones!!!- Parece que todo marcha, con leves contratiempos, pero marcha a fin de cuentas. Retomando su paso prosigue la conversación. -Díaz, también quiero que se asegure de que las banderas vayan en sus fundas embarcadas el último bote. Queremos que lleguen a tierra perfectas, así que no las saquen bajo ningún concepto antes de estar sobre suelo firme. Le haré responsable si les ocurre lo más mínimo, a ellas y que decir al Alférez. ¿Está claro?- A esto que su transito le lleva a pasar junto a otro joven cabo que ha tenido a bien arengando a sus hombres. -Agustín, ¿Están listos todos?- El cabo girándose mantiene la mirada firme casi indignado por la pregunta a la que responde abrochándose el tocado. -No esperaba menos. Sígannos en el segundo bote.- Y dicho esto continúa su caminar.

La marcha de los tres hombres prosigue navío arriba y navío abajo hasta se detiene al primer bote que se disponen a fletar. El soldado a cargo del mismo, un tipo grande y corpulento, no deja de gritar a todos sus hombres y cuida de calibrar las maniobras para que el descenso sea equilibrado. Pero ni por esas el sargento Cabal se calla nada. -Chato, manda huevos. Esos botes ya tenían que estar en el agua. ¿Acaso quieres que seamos los últimos en llegar a la orilla?- Lo cual encabrona aún más si cabe al grandullón que exhorta a los señores trabajadores a sudar más la camisola. Tras el propio gesto de aprobación el sargento se torna para encarar a los dos hombres que le acompañaba. Primero se centra en el cabo. -Díaz, vaya pues y ultime todo. Confío en usted para que coordine a los hombres. Nos veremos abajo pronto.- Y tras una palmada en el hombro se torna hacia el señor ballestero. -Quiero que se asegure de que todos los hombres que vengan en estén listos. Quédese aquí y dígales que no dejen acero alguno atrás pues todo será necesario. Yo me reuniré con ustedes en un rato.- Tras la armada figura del sargento se pierde entre la muchedumbre de hombres que hacen hueco a su paso.

Notas de juego

Chapetones: Soldados novatos.

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28/02/2008, 18:40
Fernando Díaz de la Vega

El alférez estaba inquieto por la inminencia del combate. Su rango no era fruto de una amplia experiencia militar, pues poco más había guerreado que combatiendo en las maniguas de Cuba a los esquivos indios caribes, dejando la responsabilidad de la campaña en manos de los experimentados capitanes.

Sin embargo, su cuna e inteligencia le habían dado un puesto como alcalde, y posteriormente una hacienda ganadera muy extensa con la cual pudo vivir bien, tanto él como su familia. De sus otras dos hermanas, en verdad poco sabía desde hacía mucho. Rechazaban la opulencia de su hacienda, y se habían visto sumergidas en el mundo de la prostitución, lo cual era una afrenta para el buen nombre de la casa "de la Vega".

El galeón se movía demasiado para su gusto, y el espacio interior del entrepuente era oscuro, pues solo algunas de las portas estaban abiertas, y asomando a ellas un par de cañones de bronce. Tenía la armadura sobre el arcón, y se abotonaba el jubón mientras miraba a su silenciosa hermana, presta para ayudarle.

-No he tenido que meterte en esto, Pancha, no me lo puedo perdonar.

Esperaba que la campaña no resultara peligrosa. En principio, y según Velázquez, tan solo iban a comerciar con los nativos. Aunque, el haber embarcado a tanto soldado era algo que le preocupaba. De momento, se consoló pensando, ella estará bien junto al resto de las mujeres. Aunque son pocas, están bien vigiladas.

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28/02/2008, 19:01
Francisca Díaz de la Vega

La difunta señora de Díaz tuvo un total de 7 hijos, de éstos sólo 4 sobrevivían. Fernando, el mayor, Inés, María y Francisca.

Francisca, se decía, producto de la cojera era la menos agraciada de las hermanas, pero era la más cercana a Fernando y desempeñaba, en la vida de él, salvo honrosas excepciones, el papel de esposa.

Estaba asustada, eso no podía negarlo, pero no lo demostraba. Tantos años de burlas y humillaciones debido a su defecto físico, incluso de sus propias hermanas, le habían dado una entereza y carácter a prueba de casi todo.

Fernando, que terminaba de abotonarse el jubón, le pidió disculpas por arrastrarla a algo cuyo resultado, aunque auspicioso, era bastante incierto. Las espectativas eran muchas, Fernando ya había conseguido hacerse de un nombre y cierto respeto en esas tierras y ella, como siempre, permanecía junto a él.

Se equilibró en el bastón y le sonrió.

-Tú no me metiste en nada, fui yo la que quise venir. Nos tenemos el uno al otro, no podría dejarte solo y además ¿quién mejor que yo para cuidar de tus cosas?

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28/02/2008, 21:57
Carlos Cabal

Mientras tanto en cubierta los trabajos previos al desembarco continuaban. A bordo todo parece exageradamente caótico. La tripulación corre de un lado a otro, las barcazas se elevan para después descender posándose en las aguas, se gritan órdenes y se esquivan aparejos, vigas y pertrechos. Todo el sistema jerárquico que tan eficiente ha servido a su majestad imperial en tierra, aquí parece desbaratado. Hombres curtidos se aprestan para el desembarco no sin antes aferrar con fuerza sus aceros y sus almas.

Inclusive entre tanto desorden, el ojo adiestrado aún es capaz de reconocer las rutinas de los oficiales. La experiencia dicta lo que hay que hacer, cuándo, cómo y por quién, desde el capitán hasta el último grumete. Hoy por fin acabaron los “quítate de en medio”, hoy los señores soldados por fin harán lo que han sido llamados a hacer. Por fin la infantería española pisará tierra y se hará sentir. Y para que esto sea posible aún faltan unas cuantas voces por dar.

Y así resuena la voz del sargento: -Señores, les advierto que no toleraré ni una sola baja. Al primero que se le ocurra hincar rodilla en tierra tendrá que responder ante mí. Más vale que se les vaya metiendo esto en la mollera, ¡por que si tengo que ir hasta el maldito infierno a patearles los cojones Dios bien sabe que así lo haré!- Las animosas arengas tonifican el animo de esos hombres de barba cerradas y piel cetrina. El sargento Cabal no deja de animar a su paso pues sabe lo necesarias que pueden llegar a ser unas palabras amigas: -¿Está tonto o qué? ¿Estas son maneras de colocarse la armadura? ¡Me cago en mi madre!- Con cada paso y cada mirada, siente que sus hombres están preparados y que nada hay que pueda frenar sus ansias de conquista.

Poco a poco va confirmando que la labor de los cabos está siendo llevada a cabo con impecable certeza. Los hombres aguardan pertrechados y se apelotonan en la cubierta a la espera de que se les ordene subir a los botes. Ya falta menos para dejar de oír esos puñeteros “quítate de en medio” tan típicos de los marineros. Pronto, todos estaremos pisando tierra como Dios nos tiene mandado, suelo firme en el que aún no ha nacido valiente capaz de toser a los españoles. Carlos Cabal lo sabe y por ello sonríe.

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28/02/2008, 22:26
Juan Miguel de Quart

Olía a bríos, a valentía y a disciplina: olía a infantería española.
Para esto estamos y para esto nos han traído. Nadie recordará quienes fuímos, pero sus árboles habrán crecido gracias a nuestra sangre

El sargento Cabal no se manejaba mal. Tenía planta de un superior competente. Un poco gritón, pero si ese era su peor defecto vive Dios que me iba a caer muy bien.

Los hombres de la primera barca estábamos atentos pero tranquilos: los problemas ya vendrían en forma de salvajes con desagradables intenciones.
Tras unos momentos ya estábamos dispuestos para partir, solo faltaba el sargento. Me ajusté el cinto y comprobé que la aljaba estaba segura.

-No queda sino desembarcar.

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28/02/2008, 23:19
Manuel Rodriguez

Ajustadome bien la armadura y atusando mi robusto bigote coloque la borgoñota y terminé de ajustarme la armadura de 3/4 espada en vaina y la lanza ajustada a mi mano cual guante que tambien iba puesto me queda decir que cogía el escudo apoyado en uno de los bordes y me apresure a ver si lograba entrar e la primera barca. Quería ir de los primeros, quería ser de los primeros que tocaran la preciada tierra donde me sentia bravo y listo para la batalla

-!Mi sargento listo para embarcar! !dejeme al primer vote si no le importa a vuesa merced!

Mirando al sargento ansiaba bajar aquella escalera y tomar rumbo a tierra

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28/02/2008, 23:45
Antón de Alaminos

En la nave almiranta de la escuadra, el experimentado y reputado piloto Antón de Alaminos coordinaba todo lo necesario para el desembarco. Cortés se impacientaba, ya que no quería perder el factor sorpresa con las tropas de Escalante. Había que ascender por el río lo antes posible.

El piloto se acercó a su contramaestre, y le dió una órden. Poco después, el hombre recorrió todo el barco en busca de marineros que bogaran río arriba, llevando a los soldados a la marisma. Poco después, se encontró al fraile y su acólito, y miró al segundo.

-Te necesitan al remo -dijo.

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28/02/2008, 23:49
Padre Olmedo

El franciscano miró al muchacho, preocupado, e intercambió unas palabras con el contramaestre, dejando que se fuera. Al cabo, se cruzó de brazos.

-No eres todavía un hombre de Dios, así que matar no es para ti pecado. Ten cuidado, y procura no derramar más sangre de la que sea necesaria para no terminar muerto... Porque no me gustaría que tu alma fuera tan joven junto al Señor.

Revolvió su pelo, fingiendo despreocupación. Dejó que se marchara, mirándole muy pensativo.

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29/02/2008, 00:02
Garcilaso Martín

A Garcilaso se le iluminó el rostro al ver que le requerían... Ya era hora de ejercer el oficion de su padre, y de su abuelo, como buen Hidalgo que era, aunque aun fuese joven para manejar decentemente la herreruza.

- No se preocupe, Padre, tendré cuidado.

Garcilaso dejó atrás al Padre Olmedo y paró a uno de los soldados del navío:

"-Disculpa, compañero... Me envian a ayudaros a desembarcar, ¿Donde puedo conseguir algo de acero o de polvora?

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29/02/2008, 00:12
Bernal Díaz del Castillo

El soldado se gira a mirar al jóven, sonriéndole de medio lado. A pesar de su corta edad, que haría que cualquier otra persona no le tomara en serio, él pensaba que aquel muchacho despierto le recordaba a él mismo no hacía demasiados años. Además, era uno de esos pocos que sabía leer y escribir, sin formar parte del estamento de los "capitanes".

-Por supuesto, vamos al pañol a ver que te pueden dar.

- Tiradas (1)
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29/02/2008, 00:17
Director

El soldado acompaña al jóven hasta el oscuro pañol de municiones en la bodega. El encargado, un distraído marinero, abre un par de fardos, pero se niega a abrir el resto. Lo que encuentras de utilidad es:

-Coleto de cuero
-Guantes de cuero
-Celada
-Adarga
-Espada de punta y corte

Mayoritariamente, se trata de protecciones de cuero o cosas muy básicas.

- Tiradas (1)
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29/02/2008, 00:47
Garcilaso Martín

Martín coje el equipamiento que le ofrecen, echa un vistazo a la espada...

- No esta mal el acero... - Dice, pensando que preferiria una buena espada toledana de las que estaba acostumbrado a ver en su tierra.

Se coloca el equipo que le ofrecen sin rechistar y acude donde le han indicado...

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29/02/2008, 12:19
Juan Miguel de Quart

Cuando vayamos a desembarcar mi personaje querría ir escudriñando la orilla por si encuentra posibles problemas en la espesura. Recuerda que tengo la habilidad de "sentidos desarrollados".

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29/02/2008, 14:08
Fernando Díaz de la Vega

Con rapidez, terminó de colocarse la armadura, tomando de manos de su hermana el pesado almete con visor. En ese momento, intercambiaron una fugaz mirada, y él le dedicó una pequeña sonrisa. Al girar el rostro, reparó en una presencia.

-Ah, sargento -dijo, sin mirarle- ¿Todo preparado?