Partida Rol por web

En el punto más bajo del valle, el río Ivlis se hace más ancho y parece cubrir toda la tierra. Cañaverales y pequeños grupos de árboles chaparros y cubiertos de musgo reemplazan al denso bosque, mientras que nubes de insectos se ven atraídas por los estanques de agua sucia.

Aproximadamente a un cuarto de milla hacia el interior de esta marisma, podéis percibir las tenues siluetas de unos muros de piedra derrumbados.

Ningún camino conduce hacia las marismas, por lo que tenéis que abriros paso con cuidado tanteando bien la solidez del suelo frente a vosotors y atentos a cualquier peligro. A ese ritmo, se necesitan 15 minutos para llegar a unas ruinas de las que os habían hablado en Barovia.

Hay que tener cuidado... susurraba mientras caminaba entre los restos del muro. No sabemos dónde puede estar el guardián ni si nos está esperando... Mantened los ojos abiertos.

El señor mayor iba con el arma desenfundada, nunca le gustaron las marismas y nunca le gustaron las ruinas. Por regla general no estaban habitadas por gente amable.

Iremos con sumo cuidado, voy a ver si diviso algo en las proximidades - les dije a todos.

Traté de avistar alguna zona donde el suelo fuera más firme y no hubiera peligro.

- Recordad, no vamos a combatir de inicio. Llegaremos, y si nadie nos ataca y encontramos interlocutor, le explicaremos nuestra necesidad. Igual con este guardián tenemos algo más de suerte. Al fin y al cabo Madame Eva no parecía intrínsecamente malvada y quizás este guardián tampoco lo sea...

- Adoro su forma de pensar, Dama Alese- dijo Urik sinceramente-. Pero aunque yo mismo comparto sus pensamientos y forma de actuar, el espíritu de Madame Eva nos dijo que debíamos acabar con los tres guardianes. Espero que esta vez sea todo más encillo, aunque viendo el lugar no espero tal cosa.

Urik miraba a todos los lados y siguiendo a wolkol, el paladín también desenvainó su arma y aprestó su escudo en v¡previsión de lo que pudiera ocultarse en las ciénagas.

- Quizás debamos acabar con los tres guardianes, o quizás debamos realmente conseguir los tres objetos que guardan. Ya tenemos el hueso de la santa, no se nos olvide. Quizás este guardián acceda a "prestarnos" lo que guarde si es para un fin tan importante como acabar con el señor del castillo.

- Que los Dioses la escuchen- dijo haciendo una leve reverencia-. De todas formas el hueso ¿no pertenecía o estaba dentro del cuerpo de Madame Eva?- preguntó intenatndo hacer memoria-. Sea como fuere, espero que tengáis razón, mi señora.

- Estaba enterrado en el lugar donde le cavamos la tumba.

- Cierto- reconoce el caballero-. Se ve que he recuperado mi estado físico, pero he perdido algo de mimemoria- comentó rascándose la cabeza mientras intentaba sonreir.

Mientras os abrís paso hacia las ruinas, aún a unas buenas 50 yardas por delante de vosotros, una gran extensión de agua os bloquea el camino. Parece bastanta profunda, aunque una zona de agua menos profunda ofrece una senda bastante aceptable para alcanzar tierra seca.

Una gran nube de insectos zumbones se interpone en vuestro camino, ronroneando amenazadoramente en un tono inusualmente grave. El acre olor de la sangre asalta vuestras narices.

Qué bien, bichos dije con asco. Dejé caer el espadón y cogí el arco que llevaba a la espalda. Sin moverme, cogí una flecha y apunté al grupo de insectos que estaba frente a nosotros, dejando que la flecha rozara mis dedos para pasar antes de salir disparada.

A lo lejos descubrieron un grupo de insectos. Estaban lo suficientemente lejos como para que el guerrero sacara su arco y probara suerte

Urik miró la zumbante nube de insectos con curiosidad. Él, al contrario que sus compañeros, no tenía un arco con el que enfrentarse a semejante enjambre.Sin poder hacer otra cosa, el caballero raudo tomó la determinación de hacer un fuego.

- El humo auyentará a los insectos y despejará el camino mientras pasamos- comentó sacando la yesca y el pedernal y apilando unas ramas y hojas secas para hacer un fuego-. Luego echaremos ramas verdes para que haga más humo y así librarnos del enjambre.

- No creo que el arco les haga nada, no tengo ni idea de como pasar por ahí... Y hay algunas nubes de insectos realmente peligrosas... 

Me mantuve en mi posición, a la espera de ver si mis compañeros podían acabar con aquellos insectos...

Mientras Quenya trataba de clavar una flecha sobre la plaga, ésta se movía a lo largo de la ciénaga, acercándose así a vosotros. Después, el veterano logró disparar una de sus flechas, siendo la única de ellas que alcanzó a varios de los insectos eliminando parte de ellos.

Don Urik, mientras los demás atacaban se limitó a encender un rápido fuego, teniendo así la esperanza de que les protegería de sus enemigos.

Cuando el fuego estuvo hecho, Urik tendió su escudo metálico en el suelo cerca del fuego. En él puso algo de hierva seca y ramitas y después, con cuidado y ayuda de su espada y otro palo, puso el fuego encima del escudo para que siguiera ardiendo encima de este. Después de hacer esto, como había pensado en un proncipio, puso unas hiervas verdes y algo de musgo para que saliera más humo de ese fuego y así alejar al enjambre.

Me acerqué al fuego y soplé para ayudar a que no dejase de prender.