Partida Rol por web

Envy no se habia percatado del tiempo que pasaba de nuevo, solo por ella habia revivido mil veces las muertes espeluznantes de sus compañeros, en especial Don Urik quien tantas veces le habia ayudado. El caballero que siempre le cubria su desnudez con su capa. Y ahora estaba muerto.

Muerto por la mujer horrible que ahora tenia enfrente, sobra la cual no dudo de lanzar un corte furioso y con intencion letal con su cimitarra, con la cual esperaba descargar su conjuro electrico que residia en el arma listo para provocar dolor sobre ella.

Por su parte, el Gloton, ahora olvidado, e ignorado, iba a por el demonio que tenia mas cerca, con su natural furia.

Con la muerte tan cercana, noté una tranquilidad que ni los conjuros sanadores de Alese me hacían sentir. Noté la presencia de una mujer vestida de negro, pero de facciones muy amables. Era Ella. Venía a por mí. Pero aguardaba paciente, pues aún tenía asuntos pendientes. O, al menos, intentaría acabar con uno de esos demonios.

Al ver cómo el glotón que había convocado Envy se acercaba y se colocaba tras uno de los demonios, mi elección era clara. Quizá, con algo de suerte, antes de que me comieran como a los otros, podría acabar con él...

El veterano se movió para colocarse entre aquel vil y apergaminado cuerpo de la bruja para colocarse al lado de la chica lobo y evitar que llegara hasta Alese.

El veterano hizo un ataque en X. Este ataque era muy fácil de defender para un guerrero pero contaba con que aquella anciana no contara con instrucción militar y sobretodo con que estaba entretenida con Envy 

Desde detrás de todo aquello, veo con horror cómo aquella bruja acaba con mis compañeros uno a uno. Sin mi espada me siento inútil, desamparado, y sin posibilidad de vencer, por lo que, sin apenas voluntad, pongo una flecha en el arco y avanzo hacia el grupo.

Wolkot se colocó en la posición que dejó Alese para así poder cubrirla y descargó un duro golpe contra la anciana que empezó a sangrar de una forma más que considerable. La anciana empezaba a estar gravemente herida, y si continuaban así pronto terminaría muriendo.

Alese, bajo la protección del veterano se lanzó un conjuro así misma para protegerse de los futuros ataques que pudieran ir dirigidos hacia ella. El brillo mágico que continuaba emitiendo, iluminó el resto de la estancia, haciendo que los demonios sufrieran a causa de él.

Entonces Irina se posicionó contra el demonio, dando un paso lateral, pero cuando fue a golpearle, su arma quedó hecha pedazos. El ácido de su piel la había dejado inservible, como si hubiera sido carcomida por el óxido y ya no tenía con qué ayudar a sus compañeros.

La anciana herida esquivó por los pelos el ataque de Envy que de haber impactado hubiera sido mortal. Y el glotón que había invocado terminó por desvanecerse, debido a que golpeó tantas veces a uno de los demonios, que al no poder traspasar su piel, el ácido terminó por quemarle la piel, hasta tal punto que no pudo soportarlo y decidió regresar al plano del que había venido.

Quenya pudo ver como la muerte venía hacia ella pues había errado seguramente lo que podría ser la única oportunidad de salir con vida de allí.

Y entonces la anciana comenzó a emitir una luz oscura que parecía brotar de cada herida causada, de cada poro de su arrugada piel, dio un paso hacia atrás y esa oscuridad se extendió por casi toda la cueva. Alese pudo ver como la luz que emitía era contrarrestada, y también sintió como su conjuro recién lanzado se desvanecía como si no hubiera servido de nada. El glotón que aún se estaba debatiendo entre continuar o volver a su plano, se terminó de disipar por completo.

Sea lo que fuera, los demonios aprovecharon ese manto de oscuridad para atacar a la semidragona, que haciendo acopio de una gran fortaleza, resistió ante los mordiscos y desgarramientos que le hicieron por todo su cuerpo. Quenya se resistía a morir, aún tenía un último intento para hacer algo que le terminase de salvar la vida y así poder enviar a dar una vuelta a esa mujer de negro que parecía estar esperándole al otro lado de la cueva.

Envy gruño por su fallo en su ataque, pero no iba a desistir, la vio moverse y lanzar ese conjuro de oscuridad. No veia nada, pero sabia donde habia estado ella.

Por lo tanto ella confio en su instinto, y se movio en diagonal, girando sobre si misma, para terminar con un ataque en diagonal, de arriba a abajo, para cortar a esa vieja bruja, siguiendo con su intencion de electrocutarla en el corte. Moriras hoy, eso te lo juro por mi vida Decia en su cabeza, con ira primitiva.

Nunca había visto algo así, estaba segura. Ella era una sacerdotisa de la luz, estaba usando su conjuro de luz más poderoso, y de repente no solo lo habían anulado sino que también habían anulado el conjuro de Santuario. Era como si a la vez hubiese lanzado un conjuro de oscuridad y un campo antimagia, pero la oscuridad mágica no podía funcionar en un campo antimagia.

No estaba segura de a qué se enfrentaba, pero tenía claro que con sus amigos sin armas, y ella sin su magia, su futuro era tan negro como la negrura que ahora los rodeaba.

Por probar algo, lanzó una de sus ondas de energía curativa, aunque casi más por probar si era realmente un campo antimagia que por otra cosa, se sentía inerme.

La oscuridad se cernió sobre él y sobre todos los demás. El veterano guerrero no se amilanó, ya se había visto en algunas como esa en su larga vida de combatiente. Cerró los ojos y se dejó guiar por el resto de instintos.

Aquel campo de antimagia que lanzó ya no sirvió de nada, porque el bravo veterano logró poner fin a ese encuentro. La cabeza de la anciana rodaba por la rampa de la cueva, llenándolo todo de una sangre oscura y corrupta. El guerrero había decapitado a la bruja y los demonios que había junto a ella no tardaron en desvanecerse de allí.

Habían logrado por fin acabar con aquella amenaza. Por fin eran libres y no tendrían que soportar ninguna pérdida más. Pero aquel encuentro se había cobrado la vida de tres grandes aventureros, Ashlyn, Urik y Fisteus ya no volverían a existir. Quenya no volvería a tener un encuentro romántico con Urik, Envy ya no volvería a discutir con Ashlyn y Wolkot ya no se volvería a quejar del santurrón de Fisteus. Habían perdido a tres combatientes, pero al menos ellos habían salido con vida.

Esa misión había terminado. Ya solo quedaba regresar junto al resto de sus compañeros que les esperaban arriba y acabar con la terrible amenaza que asolaba el pueblo de Barovia.

La semidragona dejó caer su arma casi inútil al tiempo que ella misma se derrumbaba en el suelo. Se arrastró contra una de las paredes más cercanas y allí apoyó la espalda. Miró sus heridas, intentando taponar las más sangrantes. Miró a su alrededor, y vio el cuerpo de los tres compañeros caídos en combate. Pero su mirada sólo podía detenerse en Uril. Si alguien creía que la semidragona no tenía corazón, se demostró lo contrario cuando una lágrima brotó de sus ojos. Primero Yoru había desaparecido sin dejar rastro, y ahora Don Urik ya no volvería a sonrojarse.

Haciendo acopio de voluntad, apartó los ojos. Ya no se podía hacer nada por ellos, y había que mirar hacia delante.

Evitad la sangre de la bruja, no sabemos si puede ser dañina aún estando muerta.

Tras esas palabras, la mujer de negro se presentó ante ella, pero no para llevársela. Una sonrisa bastó para anunciar a la semidragona que no moriría. Al menos, en esos momentos. Tras ella, el caballero se despidió. En su mente, quedó grabada esa imágen.

Wolkot se miró la armadura y después la espada. Estaba cubierto de sangre de la bruja, sangre oscura y densa que lentamente se deslizaba por el frío metal.

Esperaba que la verdosa estuviera equivoca.

Volvió a la realidad que tenían delante.

Subiremos con los cuerpos de los caídos y les daremos sepultura como se merecen. ¿Era eso envidia o resignación lo que dejaba entrever la cansada voz del guerrero.

Algunos que busquen lo que hemos venido a buscar y salgamos de este infesto lugar.

- Gracias Wolkot, estaba convencida de que no salíamos de esta.

Alese no dijo nada más, ni miró a la bruja siquiera, lentamente se dedicó a su ritual de curación de heridas, hasta que todos quedaron totalmente curados. Todos, menos los caídos. Cuando hubo terminado de curar se apartó un poco, se arrodilló y comenzó a elevar una muda plegaria por ellos, llorando su muerte en silencio.

Ella no llego a dar el tajo con su cimitarra, cuando noto que Wolkot ya habia pasado velozmente junto a ella, cortando la cabeza de la bruja. Ya estaba muerta, y con ella todos sus horrores se evaporaron, pero los muertos siguieron muertos.

Todos estaban alterados, algunos lo llevaban mejor que otros, pero ninguno estaba bien, y era comprensible, ella la verdad estaba vacia por dentro, solo dolor, y tristeza. 

Simplemente se dejo caer de rodillas, mientras su cuerpo volvia al de su piel humana, con su cimitarra ahora salpicada por pequeñas marcas como gotas, derretidas por el acido, en sus piernas. Podia sentir la magia dentro de su arma aun sin descansar, y asi desnuda, hizo lo que el resto no hacia, resisitiendolo, guardandolo, soltandolo a cuenta gotas, simplemente lloro.

Mas dolor y perdida se hacian con el grupo, y ahora tres personas que en pocos dias habian sido grandes personajes en su vida se habian ido, y una ya no le cubriria ahora con su capa, por incomodarle su desnudes.

Tras unas horas largas e intensas, vuestros compañeros lograron salir de aquel estrecho agujero. Por desgracia para todos, cargaban con tres cadáveres, Don Urik, Ashlyn y Fisteus. Aquellos tres habían perecido allí abajo.

Durante las horas que hemos estado esperando me he dedicado a vigilar los alrededores. Cada cierto tiempo Dino se alejaba a explorar un poco y al rato regresaba con alguna alimaña muerta entre sus fauces que más tarde se disponía a devorar.
Al ver aparecer al resto del grupo al que parece que he decidido unirme, agarro la cuerda con fuerza para intentar ayudar a que suban, y finalmente cuando están ya al borde de la superficie les voy tendiendo la mano para, a pulso, ayudarlos a terminar de subir.
—Parece que ahí dentro ha habido un duro combate, siento que hayáis tenido que luchar solos.

Dando las gracias a Alese con una sonrisa y una caricia, la semidragona se incorporó, con sus heridas rehabilitadas. Sabía lo que tocaba ahora, y Wolkot tenía razón. Ese no era un lugar para que sus tres compañeros descansasen para siempre, y les tocaba llevarlos a la superficie.

Me encargo de Urik dijo, intentando que su voz sonase tranquila, pero rompiéndose al final. Pero antes... había que hacer una cosa que, quizá, los demás no querían hacer. Se acercó hasta la bruja sin cabeza y se puso a buscar algo que escondiera. Necesitaba encontrar algo, algo a lo que agarrarse para sentir que la muerte de Urik había sido triste, pero necesaria. Y no sólo se quedó en ella, si no que empezó a rebuscar por el terreno también.

Cuando terminó la inspección, llegó al cuerpo de Urik y le cerró los ojos. Lo levantó, como si simplemente estuviera dormido, y empezó a caminar.

El camino es estrecho para llevarlos de otra forma. Vamos, salgamos y así, la semidragona encabezó la marcha.

Quenya fue una de las primeras en salir de aquel maldito agujero. Se había colocado a Urik a la espalda, asegurándose que le cogía con fuerza con una mano mientras usaba la otra y sus piernas para salir de allí. Se agarró a la mano de Ravyn para el último empujón.

Intentó respirar el aire, pero tenía la sensación de que no era puro, y de que jamás lo sería. Se descolgó a Urik de los hombros y lo depositó lentamente en el suelo, incluso temiendo que allí le pudiera pasar algo. Notó las miradas de los tres compañeros que no habían podido estar en la lucha.

Ya no podrá defendernos... Ni Fisteus ni Ashlyn señaló el agujero por el que el resto de sus compañeros luchaba por salir. Para ellos tres, todo ese viaje había acabado.

Wolkot puso su guantelete sobre el hombro de la chica lobo. A estas alturas su desnudez era algo que al veterano guerrero no le causaba ninguna desazón.

Ni se te ocurra llorar, niña. Esto que hacemos es así, hoy han sido ellos y mañana seremos nosotros, y estoy seguro que ninguno querría que derramáramos una lágrima por ellos. Recojamos sus cuerpos, les daremos entierro e iremos a la taberna a beber y a brindar por su recuerdo.

Después rebuscó en aquella guarida. Seguro que aquella bruja guardaba algún tipo de tesoro escondido, quizás algo que pudieran usar en su eterna batalla contra el mal.

Siguió a la verdosa camino del exterior cargando con el cuerpo del valiente Fisteus.

El veterano salió al exterior y llenó sus pulmones con aire fresco. Llevaba la armadura cubierta de sangre negra y espesa.

Dejó el cuerpo medio destrozado de Fisteus en el suelo. Se quitó el casco y los demás pudieron ver como parecía que había envejecido varios años. Los pelos canosos pegados por culpa del sudor y su cara demacrada por el esfuerzo y la tristeza daban esa impresión.

Fue un valiente. Sin él ninguno de los que hemos bajado hubiéramos salido de ahí con vida.