Partida Rol por web

No me arrebatareis a otro camarada  demonios .Digo golpeando a uno de los demonios que rodea a Alese. En cuanto caiga uno de estos engendros  que la rodean ocupad su lugar  compañeros  para que no puedan llegar a ella .

Don Urik parecía exausto y confundido. Sus compañeros estaban cayendo y sus golpes parecían no tener la suficiente fuerza como para no atravesar la dura piel de aquellos demonios. Aun así, el caballero del cuervo no cejó en su empeño de acabar con aquellas criaturas del averno. Lanzando un grito se avlanzó contra sus oponentes con renovadas energías. - ¡¡Moriiiid, impías criaturaaaas!!

Lanzo un golpe tan potente como puedo contra la criatura que tengo delante. La pérdida de Ashlyn no es sino un mazazo contra todos nosotros, pero intento sobreponerme y estar a la altura para poder ser de utilidad a los demás.

Lamentablemente, mis emociones me juegan una mala pasada y mi espada sale disparada de mi mano.

Alese sabía que el brillo de su pañuelo estaba resultando su mejor arma, tenía que seguir viva para poder seguir ayudando, así que trató de protegerse a sí misma del ataque de los dos demonios.

El anciano comenzaba a sudar por el esfuerzo, bajo aquella antigua armadura. Aún así buscó al enemigo más cercano y trató de golpearle con su arma. 

Wolkot intentaba golpear a uno de aquellos demonios sin mucho acierto. Mientras tanto Irina miraba a sus compañeros sin saber qué hacer. Por un lado podría correr hasta los demonios que huían, pero por otro lado no quería acercarse a ella estando sola porque por poco ya habia muerto una vez. Así que se acercó a sus compañeros y esperó a ver qué hacían ellos.

Leo trata de golpear la piel ácida de su rival, con tan mala suerte que termina siendo corroída por ésta antes de causarle algún tipo de daño. El paladín había perdido su arma sagrada que tanto le había costado obtener. Ahora tendría que buscar otro modo para seguir golpeando a su rival.

El brillo que desprendía Alese seguía dañando a los enemigos más cercanos a ella, mientras que ella hacía todo lo posible para protegerse de los múltiples ataques que podría recibir. Por fortuna para la niña, logró protegerse bajo un mágico santuario evitando que la siguieran dañando sus oponentes.

Fisteus poco a poco iba logrando golpear a uno de sus rivales, aunque seguía sufriendo el dolor por culpa de las quemaduras que le provocaba el ácido de su piel.

Al ver Don Urik seguir a aquellas bestias, Irina hizo lo mismo y fue tras él. Prefirió moverse a través de una de las aberturas de las rocas de la cueva, para aparecer por el otro lado y así flanquearle.

La última en intervenir fue Quenya que obtuvo el mismo éxito que la mayoría, es decir, ninguno.

Y entonces los demonios a los que Don Urik e Irina estaban persiguiendo, se teletransportaron algunos metros más hacia el fonde de la cueva. Mientras tanto, dos del otro grupo trataron de atacar a Alese, uno no fue capaz de atravesar el santuario que la protegía, mientras que el segundo sí que logró pegarle un buen mordisco en su mejilla, arrancándole parte de su aniñada cara. El tercer demonio atacó a Quenya logrando arrancarle parte de un pecho y también un trozo de su mejilla.

¡Aaah! grité con dolor, al ver cómo mi cuerpo se iba desfigurando ante los golpes de la criatura. Mi mirada se encendió, y mis ojos se inyectaron en sangre. Esto lo vas a pagar susurré, alzando el espadón y descargándolo en la cabeza de la criatura.

Veo por el rabillo del ojo como alguno de mis compañeros parece tener algun plan en mente  y dejando los flancos de Alese desprotegidos sealejan de nosotros .Aguanta niña tu luz les esta dañando.Chillo para animarla  mientras sigo golpeando 

Viendo mi espada destruida, no pienso sino en golpear al demonio de la única forma que se me ocurre, con los puños. Sin embargo, cuando estoy a punto de hacerlo, se me ocurre una idea mejor.

-Vive y lucha.-Digo poniendo mi mano sobre Alese.-Que el don de Heironeous te de la fuerza para prevalecer.

En ese instante, descargo todo el poder que Heironeous me ha dado sobre Alese tratando de que se cierren sus heridas lo más posible.

Don Urik viendo que los demonios trataban de separarles del resto, se refrenó. Luego miró a Irina y le dijo seriamente:

- ¡Irina, detente! debemos mantenernos unidos. Lo que pretenden es separarnos. Ellos son capaces de teleportarse. Así que les sería fácil volver a juntarse y atacarnbos uno a uno si estamos desperdigados. ¡Volvamos!- ordenó el caballero del cuervo sabedor del peligro que corrían tanto ellos como todos si se dejaban engañar por los demonios.

La luz de Alese continuaba dañando a los demonios que aún la estaban rodeando. Mientras tanto, el monje continuaba debilitando a uno de los demonios que estaba tratando de someter a la joven. Don Urik se percató del plan de los demonios que huían y retrocedió sobre sí mismo para evitar que los separaran. Irina hizo lo mismo e hizo caso de las recomendaciones del caballero.

Quenya descargó un buen golpe con su espada sagrada, pero solo el resplandor divino parecía hacer daño a la criatura, mientras tanto, su arma rápidamente se iba deteriorando. No aguantaría muchos envites como aquel.

Por suerte, la semidragona hizo huir a otro de los demonios que se teletransportó junto a sus otros dos compañeros huídos. Dejando un hueco que el otro se preocupó de ocupar a gran velocidad. Una vez más, ambas criaturas hicieron todo lo posible por golpear a la clériga, a pesar de estar protegida por Pelor dentro de un santuario mágico, ambos demonios intentaron traspasar sus defensas.

El veterano se estaba agotando, sus golpes estaban siendo débiles y poco certeros. Por si fuera poco, su arma se iba deteriorando por momentos debido a la sangre corrosiva de aquellas viles criaturas. 

Pues si tenía que ser así, así sería. El primer golpe erró pero después giró el arma con destreza y dirigió su filo contra el demonio.

Las cosas iban despacio pero a mejor sin duda , cada vez los demonios estaban mas heridos y alguno empezaban a rehuir el combate .Bien , la luz empieza a hacer retroceder a estos engendros hacia las tinieblas .Animo compañeros  seguid golpeando.Animo entre golpe y golpe 

Una vez he usado todo mi poder curativo sobre Alese, uso la única arma que me queda, mi puño, para intentar acabar con el demonio más cercano. Para acrecentar el daño, invoco el poder de Heironeous y lo concentro en mi puño a modo de castigo.

Urik no podía avanzar, pues sus compañeros estaban en plena refriega y en un paso estrecho, con lo que esperó a que se liberara un poco de espacio mientras vigilaba por si acudía algún demonio más de los que habían perseguido hacía un momento.

- ¡Dejad sitio, rodeémosles mejor! ¡Dad un paso a la derecha! - les gritó a sus compañeros el caballero del cuervo sin dejar de permanecer atento.

Al ver que no podía pasar, puso la mano sobre fisteus e invocó su poder curativo.

- Pelor, ayuda a este siervo tuyo y otórgale su bendición para curar a un defensor del bien y así poder vencer al mal.

Alese no podía moverse, estaba totalmente rodeada por amigos queriendo protegerla o enemigos queriendo mutilara. 

Con un gesto se curó parte de las heridas, mientras mantenía su brillante pañuelo en alto. Con otro gesto tomó su ballesta y virotes y los puso en alto por si alguno de sus compañeros podía usar aquel arma. Era una sencilla ballesta ligera, pero no tenía ya mucho más que ofrecer.

Era desesperante ver cómo esas criaturas no morían, cómo mi arma poco a poco se iba reduciendo a la nada, y cómo nos seguían hiriendo mientras esos bichos parecían casi inmunes a nuestros ataques. El regreso de los que habían perseguido a los demonios parecía dar nuevos ánimos, así que me desplacé para que todos pudiesen unirse al ataque. Poco a poco podríamos con ellos... Aunque quizá la mejor opción era huir.

¡Malditos demonios! grité con algo de desesperación en el tono de mi voz. Sabía que mi arma podía ser la última vez que golpeara con eficacia, pero era necesario. Tenía más preparados, además de mis conjuros... Había que intentarlo.

El veterano continuó luchando contra aquellos demonios, aunque eso significase perder su arma en el intento. Y así lo hizo, el primer golpe fue esquivado, pero el segundo no, y la explosión sagrado que emitió su arma logró herirlo. Leo trató de golpear al demonio con las manos desnudas, y no solo logró esquivarle con facilidad, sino que en cuanto vio que bajaba la guardia, aprovechó para hacerle un buen tajo en el abdomen.

Alese tendió su ballesta para quien quisiera cogerla, mientras la luz del pañuelo continuaba hiriendo a los demonios que la estaban asaltando. Finalmente el puñetazo del monje que brilló aún más que la luz de Alese, logró acabar con uno de los demonios, que no fue capaz ni tan siquiera de salir huyendo como el resto. Mejor así, puesto que sería un enemigo menos asegurado.

El caballero del cuervo recurrió a sus manos para curar al monje que tan buen combate estaba haciendo, su poder milagroso cerró ligeramente sus heridas, mientras le pedía al resto que le hicieran hueco para poder combatir en la lucha.

La semidragona escuchó las palabras sabias de Don Urik, a lo que Wolkot también la siguió, pero al haber un enemigo menos contra el que luchar, seguían estorbándose los unos a los otros. Pero eso no evitó que la mujer escamosa lograra encajar un duro golpe contra el último demonio que quedaba allí, a pesar de que su arma parecía estar a punto de deshacerse entre sus manos.

El último de los demonios se desvaneció para aparecer junto al resto de sus compañeros. Otro más que había huido de la brillante luz de Alese. Al parecer no había muerto viviente, ni ajeno maligno que se resistiese a semejante poder.