Partida Rol por web

Jidai no Henka

Prólogo: La Ruta Comercial

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07/12/2018, 23:56

La respiraba aliviada, el cabello lo siento pegado a la piel, lo que me resulta un poco molesto, pero nada más, sacudió la sangre del joto, que aún se escurria con el agua, me acerco a la chica que tiene la cara en el lodo y le ayudo a levantarse, llevando ropas sugestivas y una cara en lágrimas, limpio su rostro que aún tiene un poco de lodo en el.

-¿Te encuentras bien? Todo a terminado... Ve a la casa, ahora estás a salvo-

Enfundo mi arma, mientras me aproximo al bushi del parche, para observar la gravedad de su herida.

No lo había notado antes, ya que obeso era mi prioridad en ese momento, y aun recuerdo el espectacular corte del bushi al bandido, ahora solo puedo escuchar el llanto de esos hombres, suplicando por sus vidas, lo más sensato sería sacarles información y matarlos, en Iga los acabamos así.

Al observarlo, veo las feas heridas de su cuerpo. 

-Kisaragi-Sama, este hombre necesita atención, o podría morir-

-¿¡Por qué diablos no aprendí medicina!? watashi o tasketekudasai hahaoue*, por que no te escuché cuando me quisiste enseñar. 

Lamentaba en mi cabeza el hecho de no haber aprendido a sanar, ella siempre fue muy hábil con las plantas medicinales, a pesar de haber crecido cómo campesina, por qué no la escuche, llorando para mis adentros. 

El sujeto del parche en el ojo es realmente feo, pero no por eso lo voy a dejar aquí.

-Por favor Kisaragi-sama, no lo deje morir-

Notas de juego

*Madre, lo iba a poner como "Hahaoya" pero creo qué así queda mejor. 

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08/12/2018, 14:36
Rukawa Yuudai

Al sentir varias gotas de sangre salpicarme la cara, doy un paso atrás y subo la guardia para poder limpiarme con el dorso de la mano. Sonrío por instinto al ver al bandido partido por la mitad sobre el barro, ha sido un buen corte. Mi primer muerto, aunque es una lástima que no haya sido alguien digno de mi espada. Rápidamente mi atención vuelve al gigantón. Aún estoy procesando lo que ha ocurrido. Una de las sirvientes del cortesano le ha clavado un... algo por la espalda mientras estaba entretenido conmigo, y ahora lo veo, ahí tendido, y no puedo más que sentir entre decepción, repulsa y asco. Le han privado de morir con cierto honor, a manos de un "hijo de Tosa", y en cambio, le ha dado muerte una... cualquiera, y por la espalda. No es una acción que apruebe, pero al tratarse de un simple bandido tampoco es algo que me moleste especialmente.

Observo los residuos de la escaramuza, parece que las hostilidades ya han acabado. Una decena de cadáveres entre ambos bandos quedan esparcidos en las proximidades de la cabaña, y los asaltantes restantes han depuesto las armas. A bulto, siendo que contamos con superioridad numérica, mi atención se dirige entonces al motivo principal por el que me he involucrado en la carnicería: La mujer. Limpiando el filo de la nodachi en las ropas del bandido, la apoyo poco por encima de la tsuba sobre mi hombro, y me dirigo hacia la recién liberada justo cuando la sierva de Mitsuhide la abandona.

- Ey. - Alcanzo a decir para romper el hielo con mis nulas dotes oratorias. - Tranquila, ya no hay nada de qué preocuparse, mujer, ahora estás a salvo. - Afirmo sin titubear, dando por sentenciada con total éxito la pelea; pese a no haber envainado la nodachi. - Ven conmigo al abrigo de la lluvia. - Le medio sugiero, tomándola con cierta delicadeza a la altura del bíceps para ayudarla a levantarse - Tenemos fuego y comida. - Tras una breve reflexión, decido la que puede ser la primera de muchas preguntas. - ¿Puedes caminar? - Dispuesto a cargar con ella, de ser necesario.

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08/12/2018, 19:27
Suneda Shun

Con un rápido movimiento, limpió la sangre del filo del joto y lo enfundó de nuevo, acercándose al presunto líder de los bandidos.

-Prometí a unos hombres del clan Tokida que intentaría a limpiar el monte de esta chusma y llevaría la cabeza de su líder a su señor -dijo en voz alta, más como si se lo dijera al cortesano que por informar al resto- ¿Tenéis problema con ello? -preguntó, girándose hacia él un instante. Esperaba que no hubiera una respuesta negativa a su pregunta, ya que esta era meramente de cortesía.

Caminó después hacia el grupo de bandido y se acercó al cortesano y a la ronin para hablar con ellos en voz baja.

-Son bandidos, ratas -recalcó en voz baja- Nos mentirán si intentamos sacarles información útil. Su destino estaba escrito mucho antes de encontrarnos con ellos hoy aquí -expuso, apoyándose el bastón en la cadera y mirando al cortesano antes de girarse lentamente y volver a mirar a los samurai. De nuevo, miró a Mitsuhide- Vuestros hombres han perdido a amigos y compañeros hoy aquí, tal vez lo mejor fuera que se divirtieran con lo que queda de la banda. Sólo necesito la cabeza de ese perro de Azabu -insistió, antes de acercarse un poco más a la ronin y al cortesano...

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09/12/2018, 03:48
Kisaragi Tensai

La hoja del wakizashi del emisario regresó a su saya casi con la misma rapidez con la que la había abandonado, dejando tan sólo el cuerpo decapitado del bandido como mudo testimonio de que Mitsuhide se había visto obligado a intervenir personalmente en aquel combate. Girándose hacia los demás, el Kisaragi evaluó la situación rápidamente. Una victoria, innegable, pero una victoria amarga, que se había cobrado mucha más sangre de lo que él había esperado. 

Escuchó la petición de la supuesta sirviente, y su mirada se detuvo en ella unos segundos. Una mirada severa, llena de palabras no pronunciadas, que era en sí misma un mensaje. Claro que su petición era razonable, aunque evidentemente él debía actuar en función de sus prioridades.

-¡Salid ya! -Ordenó a los sirvientes y al único ashigaru que seguía ileso, refugiados en la casa hasta ese momento. -Llevad a nuestros heridos adentro y colocadlos al calor del fuego. También a Miyagami-san y a la dama desconocida.

Sus ojos negros se clavaron en los bandidos supervivientes, en especial después del comentario de Shun. Se acercó al guerrero un momento, como si quisiera evaluar el alcance de lo dicho.

-No somos bestias... no obtendremos diversión de estos bandidos. -Declaró con seriedad unos segundos después. -Habrás de esperar aún por tu trofeo, Suneda-san. Por el momento, atadlos y despojadlos de sus... -Torció ligeramente el gesto con desprecio. -...armas.  Hablaré con ellos antes de decidir su suerte. El clan Kisaragi tiene mucho interés en lo que está sucediendo en estas tierras.

Con un último vistazo al exterior, bajo la incesante lluvia, el emisario echó a andar al interior del refugio, con sus órdenes ya entregadas. Pero antes de cruzar el umbral, se detuvo un segundo y añadió hacia el grupo de bushis.

-Si quedaran atacantes heridos... nada será mejor que una muerte rápida. El mismo trato deberá ser dado a los prisioneros, si no colaboraran.

Notas de juego

He dado por hecho que entre el séquito habrá alguien que entienda mínimamente de primeros auxilios. Pero bueno, en cualquier caso... no es mi fuerte.

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09/12/2018, 12:01
Katarite

Primero la peregrina y luego el Rukawa se acercaron a la joven que habían traído los bandidos, según palabras del gordo, para calentarles esta noche.
Chizuru la ayudó a incorporarse, la chica no debería tener más de 14 o 15 años, y su aspecto era bastante lamentable.
Estaba llena de barro por todas partes, tenía alguna que otra contusión y seguía atada de pies y manos.
La joven trataba de calmarse pero seguía sollozando. Le cortaste sus ataduras y no tardó en llegar Yuudai.
Con esfuerzo la chica comenzó a responder.

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09/12/2018, 12:14
Yuriko

Miró con timidez primero a Chizuru y luego a Yuudai.
Os fijasteis en que sus ropas, un kimono de color rosa con flores amarillas, no eran las ropas de una campesina cualquiera, y de hecho el cuello de su kimono estaba manchado de algún tipo de sustancia o maquillaje blanquecino, del cual aún quedaban algunos rastros por su cuello.
Sus cabellos, aunque alborotados y empapados, tenían una textura sedosa y estaban lo suficientemente bien cuidados como para saber que los lavaba y cuidaba con esmero.
Y finalmente sus facciones, aunque claramente distorsionadas por el barro y su estado de ánimo, eran hermosas y delicadas.
Yo... yo... estoy bien... gracias... su voz era un tímido susurro apenas audible entre la tormenta.

Yuudai la ayudó a caminar y la llevasteis a la cabaña donde los sirvientes se habían puesto a trabajar para atender a los heridos.

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09/12/2018, 12:21
Katarite

Yohei, el más veterano de los sirvientes, tenía bastantes conocimientos de herbolario y medicina, y empezó a dar órdenes al resto de Genin (sirvientes) para que hicieran su trabajo con cuidado.

Mientras, desarmados y bajo la intensa lluvia quedaron Azabu y la pareja de bandidos, aguardando un juicio final bajo la vigilancia de Makie, Shun y Mitsuhide, además de Kotaro, el ashigaru que seguía en pie y que no dudaría en acabar con los salvajes que habían destrozado a sus compañeros.
De un momento a otro deberían decidir qué hacer con ellos.

Mientras tanto, Miyagami Genkei despertó de su sueño. Un fuerte olor a algún tipo de raíz o planta llenó sus fosas nasales.
Tenías algún tipo de ungüento verdoso untado por las heridas que te habían hecho aquellos maleantes, el cual producía ese fuerte olor.
Te dolía todo el cuerpo y un sirviente de fina barba canosa te miró mientras tratabas de incorporarte.
Samurai-sama... deberíais descansar, las raíces de Koya ayudarán a cicatrizar vuestras heridas pero no deberíais hacer esfuerzos... dijo en un tono amable, mientras sus compañeros atendían a los ashigaru que yacían a tu lado.

Notas de juego

Quedas a +20 Genkei. Saludos!

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09/12/2018, 13:25
Makie

Makie estaba de mejor humor, a pesar de la forma en la que la había llamado el líder de los bandidos, principalmente porque parecía que la joven, que habían salvado, estaba bien, por más que el gordinflón la hubiese soltado de aquella manera, previamente. Aquello era algo bueno, ya que significaba que había salvado a una pobre persona que lo necesitaba, incluso si había sido con la ayuda del resto, ella también había hecho su parte al derrotar al herir a Azabu, por lo que debería de contar como un pequeño paso hacia su redención, o al menos eso era lo que deseaba creer. Sin embargo, algo así... no sería suficiente para eliminar su dolor y el fracaso en su pasado. Aún tenía un largo camino que recorrer si realmente quería obtener el perdón que anhelaba. De cualquier manera, habían ganado el enfrentamiento con los bandidos, y salvado a una pobre chica, aunque a costa de una buena cantidad de vidas, incluso si eran ashigaru cuyo deber era combatir.

No obstante, en el momento en el que Shun se acercó y comenzó a, prácticamente, hacer demandas respecto a lo que había que hacer con el líder de los bandidos, la ronin no pudo evitar entrecerrar sus ojos en una mirada un tanto afilada, como si no le hubiese gustado nada lo que había dicho. En primer lugar, Azabu era su presa, ella le había herido, y por ende le había derrotado, por lo que la decisión, habría dependido de ella, si no fuera que, por el momento, era la espada de alquiler del emisario, por lo que la decisión final caía en éste y no en el otro. ¿Quién se pensaba que era para hacer demandas a uno de los emisarios del clan a cargo de Edo? Aún así, no era como si la joven le debiera mucha lealtad al cortesano, principalmente porque sólo era una misión paga y, en realidad, ella no era parte del clan al que éste pertenecía, por lo que no debía de enfadarse mucho por él, aunque sí por el hecho de que, al final de cuentas, el líder de los bandidos había sido herido por ella y no por Shun. - Esa decisión recae en el emisario, no en ti. Mi presa, mi empleador. - Afirmó de manera cortante al bushi, dejando en claro que no aceptaría esa clase de demandas, en especial cuando Azabu era su prisionero.

Basta decir que, cuando el sujeto mencionó la posibilidad de que los hombres de Mitsuhide se entretuvieran con los prisioneros para liberar su odio con estos, la expresión de la roushi cambió por completo, mostrando una clara expresión de desdén, como si estuviera viendo la criatura más baja que podría haber conocido en su vida, casi al mismo nivel que los bandidos. ¿Cómo podía tener semejante idea? Incluso si se trataban de bandidos, aquella actitud no era para nada honorable, digna de un ser despreciable en todos los sentidos posibles. - ¿Acaso no tienes honor? Son bandidos, sí, pero esa no es la forma de tratar a un prisionero. - Se expresó de verdadero mal humor ante las palabras que había pronunciado el bushi, mostrándose totalmente en desacuerdo con esa clase de accionar. Al menos, en el caso de Makie, aquello no era algo que se pudiera hacer, no cuando ella tenía en tanta estima el bushido, la forma apropiada de actuar y vivir de un bushi. Era algo que ella siempre había admirado, desde el momento en el que había conocido aquel código ético. Por fortuna, parecía que el cortesano tenía la misma opinión que ella, lo cual era bueno, ya que de lo contrario se habría visto obligada a romper con su palabra de escoltarle hasta su destino.

Al oír a Mitsuhide, la joven no tardó mucho en deshacerse de las armas de los bandidos, para que estos no tuvieran posibilidad de hacer nada al respecto, al mismo tiempo que ayudaba al resto a atar a los bandidos para que no pudieran escapar. Makie no tenía problema con ejecutarles, una vez obtuvieran información de estos. Es más, si fuera por ella, les habría ejecutado sin necesidad de interrogarles, pero aquello dependía más del cortesano, y a ella le daba igual, siempre que pudiera abandonar la lluvia y volver al refugio que la cabaña les ofrecía junto con el calor del fuego. No deseaba continuar mucho tiempo allí bajo la lluvia, por lo que, una vez que se hicieron cargo de todo, la roushi no dudó en regresar al refugio temporal, no sin antes responder a algo que había preguntado Shun. Tras regresar a la cabaña, volvió a su lugar, tan sólo escuchando cómo Mitsuhide daba varias ordenes, tanto para ayudar a Genkei, como para dar orden al caos luego del enfrentamiento. Ahora que los bandidos habían sido atados y desarmados, no deberían de ser mucha amenaza para el resto, por lo que ella podría aprovechar para descansar un poco. Su mirada se desvió, por un instante breve, hacia la muchacha que habían salvado, notando que, en base a sus vestimentas, la muchacha parecía ser alguien de cierto estatus social.

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09/12/2018, 13:30
Rukawa Yuudai

Desconozco si hay más bandidos de esta banda o si formaban parte de un grupo mayor, por lo que dejándole pasar primero y cuidando al entrar, pues no quiero golpear nada con la espada, conduzco a la joven a la zona más alejada de la puerta que esté disponible. De haber una segunda escaramuza, me encargaré personalmente de que la mujer esté a salvo.

Le sugiero con un gesto que se siente próxima al fuego mientras yo hago lo mismo. Después de estar tanto rato bajo la lluvia, probablemente esté calada hasta los huesos. Mis ropas no es que estén en muy buen estado entre la lluvia, el barro y la sangre, por lo que mientras entro en calor, antes de cambiarme, limpio tranquilamente la nodachi con las mangas desde la tsuba hasta el extremo opuesto. Pensativo, discurro unos segundos en silencio cómo trabar conversación con la mujer.

- Soy Rukawa Taisha de Tosa, servidor del Clan Rukawa. - La miro un momento ladeando la cabeza, antes de centrarme de nuevo en la espada. Intento medir mis palabras, aunque no me resulta fácil. - Vengo desde el sur de Shikoku, en respuesta a la llamada de Takashige-dono. - Vuelvo a mirarla una segunda vez, ahora que la hoja empieza a tener cierto lustre, a falta de secarla. Dejándola descansar sobre mi regazo, termino lanzando la siguiente pregunta mientras aproximo las manos al fuego. - Los "dioses" son caprichosos, ¿cómo has acabado envuelta en este lío?

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09/12/2018, 16:57
Suneda Shun

Arqueó una ceja cuando la mujer tomó la palabra, como sorprendiéndole que se dirigiera a él. Simplemente le miró cuando habló de su presa. Estuvo a punto de echarse a reír, pero se contuvo a tiempo. Iba a ir dentro de la cabaña a comprobar el estado del otro bushi cuando la joven habló de nuevo, cuestionándose el honor de Shun. De nuevo se giró y la miró, esta vez más serio, pero sin llegar a decir nada. Su mano derecha seguía sosteniendo la vara, que estaba apoyada en su cadera, pero su mirada, completamente fría, estaba clavada en la joven. Era curioso que una persona que trabajaba como escolta por dinero estuviera preguntándose acerca del honor de otro... que tomara la palabra dos veces era un insulto. Habló de nuevo sobre la otra mujer, de nuevo cuestionando al propio Shun. La ceja izquierda siguió arqueándose, casi amenazando con partir el rostro del Suneda por la tensión que acumulaba. Emitió un sonoro resoplido de desaprobación antes de dejar al magistrado con los bandidos.

-Vos sois el hombre de Kisaragi, tenéis la voz aquí -comentó por último- Pero estáis confundiendo un trofeo con un deber cívico y una promesa al clan Tokida -agregó, al tiempo que caminaba hacia la cabaña. No volvió a mirar a Makie ni hizo ninguna referencia a sus comentarios. Simplemente esperaba que no volviera a hablar en todo el tiempo que estuvieran juntos.

Cuando atravesó el umbral, miró primero al enorme samurai, que estaba hablando con la joven, y después al bravo samurai herido, al que aparentemente ya habían tratado. Sonrió, satisfecho: había sido un buen combate, y habían conseguido asegurar la zona... al menos de momento. No pretendía interrumpir ninguna conversación, así que simplemente se sentó junto al fuego, todavía sin quitarse la domaru.

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09/12/2018, 21:23
Miyagami Genkei

¿Había sido un sueño? no estaba seguro, el dolor lo acompañó durante más rato del que hubiera deseado en la inconsciencia, estaba ahí, permanente, como las chicharras en verano, constantes, perennes con su cantar. El fuerte olor a raíz hervida lo despertó y con dificultad, abrió el único ojo que tenía. 

Se incorporó con dolor, se quejó con un sordo quejido, pero estaba ahí, entero, vivo. No sabía si era una broma de los Kami, si se burlaban de él, ya que Genkei se encontraba en una dura encrucijada, prefiriendo la muerte pero agradeciendo la tercera oportunidad que recibía para poder seguir adelante, expiando su vergüenza.

Asintió al sirviente que lo había sanado y le informaba - muchísimas gracias - le dijo flexionando su cuello en señal de saludo y agradecimiento. Se levantó con lentitud, apoyándose con su naginata y se acercó a los demás descubriendo la situación. Miró a uno y a otro, pero no quiso hablar, o la vergüenza que sintió se lo impidió. Genkei prestó atención, atento.

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10/12/2018, 06:36

Jamás había visto a alguien tan brusco tratando con una... ¿Mujer? De hecho ahora, viéndola mejor, tiene una edad cercana a la de mi otouto, de facciones muy bellas, despeinada un poco, y con rastros de maquillaje en el cuello, cerca del fuego y colocandome junto a ella, comienzo a limpiarla suavemente, cómo hacía hahaoue cuando era pequeña, le serví un poco de té en la taza que era mía, para hacerla entrar en calor.

-Creo que deberías empezar por decirnos quién eres, y contarnos cómo fue que acabaste con esos rufianes-

Sugerí mientras acomodo su cabello, yo estoy acostumbrada a la lluvia, y aun que mi ropa está mojada, no me molesta tanto, pero ella se ve mucho más delicada, quería decirle que se la quitara, pero entre tantos hombres en la pequeña casa, esa no es una opción viable.

La atiendo lo mejor que se puede, mientras los bandidos son desarmados y atados, lo que elijan hacer con ellos me va realmente sin cuidados, pero si fuera por mi, los mataría si ningún escrúpulo, incluso entre ellos son traicioneros, nunca piensan en el beneficio de su gente, de los que tienen al lado.

El hombre del parche finalmente se recuperó, pero a duras penas se podía mantener en pie, dió gracias al sirviente de Kisaragi-Sama, yo solo me limito a sonreír, agradeciendo a los kamis el hecho de que esté bien. 

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10/12/2018, 23:02
Azabu

Los bandidos eran interrogados bajo la intensa lluvia, no muy lejos de donde yacían los cuerpos sin vida de sus compañeros.
Se mostraban nerviosos y con cierto miedo a morir de un momento a otro.
Azabu parecía en cambio relajado, mirando a los ojos del emisario, diciéndole sin palabras que no tenía miedo a nada y que una vez su orgullo había sido aplastado por una mujer ya todo le daba igual.
Fue él quien respondió.
Somos gentes de Shinano y alguno de Musashi... gente que no tuvo tu suerte y nació en la miseria, viendo como los Samurai nos humillaban día tras día.
Si no hubiéramos tomado las armas, hace ya tiempo que habríamos muerto de hambre o como pasatiempo de algún Samurai.
dijo Azabu, desafiante.

¿Quién se dedica a contratar bandidos? ¡Hahahaha! No, actuamos por instinto; los Clanes de Shinano están en disputa y no pueden “perder el tiempo” con un mal menor como nosotros. explicó el líder.

Esa chica es de Yamanaka Mura, un pueblucho que hay a pocas horas al norte. No hay de qué escandalizarse, es una putilla profesional, nosotros sólo esperábamos que trabajara para nosotros por caridad... ¡Hahaha! rió y su vulgar comentario provocó que sus dos hombres rieran nerviosos.

No sabemos nada de lo que dices... pero ya te lo he dicho; los Clanes en Shinano no se llevan bien y si no se están matando entre ellos no tardarán en hacerlo...
Ah, supongo que lo preguntas por la ruta comercial esa... he oído que los trabajadores aparecieron muertos o desaparecieron no se muy bien, según el borracho que lo cuenta varía la versión.
Pero lo que está claro es que ya hace semanas que las obras no avanzan por algún motivo.
relató sin que pareciera que se guardara nada.

Bueno ¿y qué vas a hacer? Acabas de perder muchos hombres y nunca sabes si los Señores de estas tierras van a recibirte amistosamente... aparte de que cruzar las montañas de Shibugatake y Yagatake sin un guía puede ser un suicidio...
Creo que te somos más útiles vivos que muertos...
dijo Azabu, con un tono avispado y mirándote a los ojos con una especie de sonrisa.

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10/12/2018, 23:03
Yuriko

Ayudada por Yuudai y Chizuru, la chica se sentó delante del Irori, calentando su cuerpo mientras temblaba por el frío que todavía sentía.
Miraba de reojo a los heridos, entre impresionada y asustada; seguramente no había visto muchas batallas en su vida.
Muchas gracias... le dijo a Chizuru mientras limpiaba su cuerpo lleno de barro.

Miró a Yuudai con timidez, como si hacerlo fuera a enojar al Bushi, y respondió a sus preguntas.
Yo... me llamo Yuriko. Soy de Matsumoto, aunque hace ya algún tiempo que vivo aquí cerca, en una pequeña aldea llamada Yamanaka Mura... se paró, como si le diera vergüenza seguir.

Esto... soy una de las Maiko* del Haru no Emi (Sonrisa de Primavera)... La Okaasan* ... me... entregó a los bandidos para que no tocaran a las Geisha... relató cabizbaja y no pudo evitar que aquel doloroso recuerdo la hiciera derramar lágrimas de nuevo.

Notas de juego

Maiko es a grandes trazos una aprendiz de Geisha.
Okaasan es la dueña de una casa de Geisha. Saludos!

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10/12/2018, 23:59
Makie

Tras dejar que Shun y Mitsuhide se hicieran cargo de los bandidos, puesto que ella ya había cumplido con su "trabajo", la ronin no se demoró mucho en tomar asiento en su lugar de siempre, luego de haber levantado su arco donde lo había dejado cerca de la entrada de la cabaña, al cual apoyó contra la pared de aquel refugio temporal, junto con su nodachi que no había usado hasta el momento. Estaba ciertamente empapada por la lluvia, por lo que era necesario que se librara un poco de sus ropajes para no resfriarse. Sin pensárselo dos veces, comenzó a desatar los nudos de los cordones de su armadura, para poder desvestirse de su oscuro dougi en mal estado. Dejando su doumaru a un lado, se quitó su uwagi, tan sólo permaneciendo cubierta por su sarashi, unas vendas que cubrían sus pechos de manera ajustada. Estaba claro que no le importaba demasiado mostrar esa imagen frente a otros, ya que ella no pensaba como la típica mujer japonesa, no cuando su mentalidad era sin duda más varonil en esas cuestiones. Por otro lado, decidió que no era necesario desvestirse de su hakama, ya que suponía que no se resfriaría por culpa de éste.

Mientras disfrutaba del calor que el irori le aseguraba, pudo escuchar cómo los prisioneros comenzaba a hablar, al parecer dispuestos a responder a las preguntas del emisario, incluso si la joven no estaba segura de que fueran a decir toda la verdad que se requería de ellos. Los bandidos eran seres despreciables que merecían morir apenas caían en manos de las autoridades locales. Por eso mismo, si hubiera sido por ella, habrían muerto desde el principio, sin permiso a rendirse. Como mucho podían alegrarse de tener una muerte honorable en combate. No obstante, se habían rendido, negándole a ella la posibilidad de cortarles la cabeza como hubiera deseado, ya que era claro que el emisario desearía interrogarles, e incluso era posible que les perdonara la vida, si eran de cierta utilidad. - Ratas despreciables. - Murmuró de mal humor ante la idea de que no tuvieran lo que se merecían. Sus padres habían sufrido demasiado por culpa de esa clase de bastardos, y por ende no le gustaba nada la idea de no cortarles la cabeza como era debido.

De cualquier manera, su atención no tardó mucho en concentrarse en la joven que habían salvado, quien parecía estar siendo atendida por la extraña mujer, así como "interrogada" por el otro bushi de aspecto bruto. Habría sido mejor que las preguntas las hiciera la mujer, ya que de seguro estaría un poco intimidada ante la cercanía de un hombre, luego de lo que casi se había visto forzada a sufrir con aquellos bandidos, ni hablar de que la apariencia ensangrentada del bushi no haría más que fortalecer aquella intimidación. Sin embargo, parecía que, a pesar de los nervios, la chica podía hablar y responder a las preguntas, por lo que Makie se abstuvo de decir algo al respecto, tan sólo observando con cierta pena a la joven llamada Yuriko. Era parecida a Akiko, al menos en cuanto a aquella apariencia frágil que aparentaba en ese momento, lo que no hizo más que alimentar la ira que la ronin le dedicaba a los bandidos. Habían deseado hacerle daño a una pobre chica como ella, sólo para satisfacer sus deseos más bajos. Seres despreciables, todos ellos. Y lo peor era que la Okaasan la había traicionado, entregándola a esos mismos bastardos, con tal de que no tocaran a sus "productos" más valiosos. - Mujer sin honor. Merece lo peor. Entregarla de esa manera... cobarde. - Espetó cabreada respecto a la Okaasan, no pudiendo ocultar su ira ante esa clase de accionar.

- Tranquila. Ahora estás a salvo. Te regresaremos a tu hogar, si así lo deseas, o puedo ofrecerte algo de dinero para que comiences una nueva vida. A mí... los ryo no me sirven de nada. - Le aseguró a la joven, al sentir pena por ella. Al menos la habían salvado antes de que algo horrible le sucediera, si bien eso no eliminaba el odio que la bushi sentía ante lo que le había sucedido. No tardó demasiado en buscar la larga caja de madera que tenía a su lado, acostada en el suelo. Hasta ahora no había mostrado el contenido de la misma, si bien no dudó en desplazar la cara frontal de la misma, revelando un hermoso shamisen. Por un momento, la joven miró su instrumento con cierta expresión de dolor, recordando tanto las hermosas memorias que compartía con el mismo, así como las que no deseaba recordar. Sus dedos acariciaron las cuerdas, tan sólo adorando el tacto de las mismas, antes de posicionar el shamisen con la intención de expresar una bella melodía. Lo necesitaba... demasiado, con todo lo que había sucedido y lo que la chica le había recordado. El hecho de no poder ejecutar a esos bandidos... necesitaba relajarse con algo, principalmente para poder dormir cuando llegara el momento de hacerlo. - Todo estará bien, estás a salvo. - Volvió a asegurar en el momento en el que cogía el bachi y sus dedos comenzaban a crear una melodía tanto para relajar a Yuriko, así como al resto y a ella misma, a medida que cerraba los ojos, tan sólo disfrutando de música que sus manos creaban con cada nota.

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11/12/2018, 16:42
Kisaragi Tensai

Mitsuhide escuchó lo que el líder de los bandidos tenía que decir con una expresión pétrea en su rostro. Resultaba casi imposible descifrar cuáles eran los pensamientos que estaban teniendo lugar bajo su máscara de severa tranquilidad. Escuchó acerca de la mujer que habían rescatado, acerca de los trabajadores perdidos, y acerca de la enemistad de los clanes de Shinano como si esas noticias no tuvieran absolutamente nada que ver con él.

Sólo cuando Azabu terminó de exponer su última treta mediante la oferta de convertirse en sus guías reaccionó. Tras esas palabras Mitsuhide bajo su cabeza, pensativo, mientras aquellos que habían escuchado la conversación se formaban sus propias opiniones al respecto de lo que estaba a punto de suceder. De pie en el alero de la cabaña, con su figura recortada de espaldas a la luz del Irori, el rostro del Kisaragi estaba oculto por la oscuridad.

-Eres atrevido. E inteligente. –Dijo tras el largo silencio, sin llegar a alzar la mirada, pronunciando lentamente cada palabra. –Como un animal acorralado, sabes dónde buscar una salida para tu situación. Sí, mi escolta ha sido diezmada por tu gente. Y en efecto, un guía que pudiera guiarnos a través de las montañas sería de gran utilidad para nosotros.

Hubo una pausa en la que el murmullo de la lluvia eclipsó cualquier otro sonido.

-Eres inteligente, sí… pero no tanto como crees. –Continuó, y el resplandor de un relámpago iluminó de pronto el rostro del emisario, y sólo entonces Azabu logró ver sus ojos. Unos ojos negros, que sólo reflejaban una sentencia que ya había sido dictada. Mirando a su último guerrero ileso, Mitsuhide asintió. -Lo último que necesito es un enemigo inteligente a mi lado que pueda traicionarnos.

Y el ashigaru que guardaba la espalda de los bandidos no dudó ni un segundo al ejecutar la silenciosa orden de su señor. Con un rápido movimiento, la hoja de su yari atravesó el pecho del líder de los bandidos, y el último estertor de muerte del Kabuki-mono quedó ahogado por el rugido de la tormenta. A un nuevo gesto del emisario, y antes de que los dos prisioneros restantes pudieran reaccionar, el ashigaru volvió a blandir su lanza en dos golpes secos y certeros.

-Los Kisaragi no tenemos piedad con los criminales. –Añadió como epitafio para los prisioneros, con una última mirada despectiva hacia los cadáveres que se hundían en el barro ensangrentado.

Haciendo una seña al ashigaru para que lo acompañara, también él cruzó de nuevo el umbral de la cabaña para recibir con agrado la calidez del fuego y el humo de madera que llenaban ala estancia. Con ojo crítico, observó los cuidados que sus sirvientes estaban prodigando a los heridos, y asintió satisfecho. Tal vez no fuera suficiente para salvar a todos los heridos… pero era todo lo que podía hacerse, dadas las circunstancias.

Alzó ligeramente las cejas en un mudo gesto de ligero desagrado al observar a la ronin liberándose de sus vestiduras en mitad de la cabaña, pero se guardó de decir nada en ese momento. Nada ganaba con reprenderla en público. Pero no era la primera vez que la bushi no actuaba de la forma que él esperaba de ella. Algo que, si bien era lo esperable en el resto de samuráis presentes, no lo era de la que se suponía debía ser su protectora. A pesar de eso, no era el momento.

De modo que permitió a Makie continuar tañendo las cuerdas de su instrumento, y en su lugar se dirigió hacia la joven recuperada, que en ese momento estaba recibiendo los cuidados de la peregrina. Había sido capaz de escuchar lo suficiente de la presentación de la Maiko desde el exterior como para imaginar todo lo sucedido.

-Yuriko (doy por hecho que a una Maiko no se le trata de –san en ningún caso, ¿no?) –Dijo a modo de saludo hacia la joven, y se presentó. –Soy Kisaragi Mitsuhide, emisario de Edo. Lo que esa escoria os ha hecho pasar es sin duda terrible, pero dejad que os diga que mientras estéis con nosotros, estaréis a salvo. Esta noche nos acompañaréis en nuestra comida y descanso. Y tal vez, si os sentís con fuerzas, podáis contarnos algo acerca de la situación de estas tierras… y de los rumores que hablan sobre la desaparición de los trabajadores que habían de trabajar los caminos.

Mitsuhide hizo una pausa, en la que su mirada huyó hacia los heridos, como si tratase de adivinar el futuro que correría cada uno de ellos. Cinco seguían vivos… pero quién sabe qué encontraría la luz del amanecer. Pero de un modo u otro, no podían detenerse.

-Mañana, nuestra comitiva continuará su camino hacia las tierras de Shinano. –Continuó finalmente. -Sois libres de acompañarnos tanto como queráis, o de partir cuando os plazca. En ese caso, mi protectora ya se ha ofrecido generosamente a proveeros de los ryos que necesitéis. Resultaría casi un insulto rechazar tamaña muestra de piedad.

Terminada su intervención, se levantó para dirigirse ahora hacia Shun, que continuaba sentado junto al fuego, tal vez reflexionando sobre todo lo sucedido.

-Suneda-san. El hombre cuya vida perseguíais ya ha abandonado este mundo. Tenéis mi consentimiento para hacer con él lo que juzguéis necesario, y llevarles a los Tokida las pruebas que necesitéis. Si deseáis hacerlo ahora, os acompañaré.

Ya que aún no había cambiado sus ropas, prefería dejar zanjados todos los asuntos posibles antes de retirarse al descanso. Tenía el presentimiento de que los días venideros, atravesando las montañas, no serían mucho más tranquilos.

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11/12/2018, 18:17
Rukawa Yuudai

Termino de secar el filo de la hoja antes de envainarla, cuando veo que la joven rompe a llorar. - Vaya, Yuriko-chan, parece que te pone triste que la suerte te sonría. - La miro de reojo, haciendo por quitarle hierro al asunto antes de distraerme de nuevo con las llamas. Reflexiono por un momento, atando cabos, asintiendo cada vez que asocio una idea con otra. - Gracias a "la vieja" ahora eres libre... tus captores van a recibir justicia... y aquí la ronin se ofrece a ayudarte a comenzar de cero. - Comento reafirmando de forma natural que la ronin se desprenda de su dinero como le plazca. -  Además se podría considerar que cuentas con escolta, como poco hasta el próximo poblado. - Le miro detenidamente mientras me inclino hacia delante y abro las mangas para que el calor del fuego llegue a mis brazos. - ¿No crees que deberías dejar de lamentarte y aunque sea por un momento, sonreír?

La pausa es larga, mientras mis atenciones vuelven al fuego y a tratar de entrar en calor, dando margen a que la chica vuelva a sus cabales mientras Chizuru la atiende. En estas estamos cuando la atención de Mitsuhide vuelve al interior de la cabaña, y al poco aparece el ashigaru. - Y... se hizo justicia. - Comento como el que no quiere la cosa al ver que el heimin entra.

Guardo mis inquietudes mientras el cortesano conversa con la maiko. Una vez este posa su atención sobre Shun, retomo mi papel en el asunto. - ¿Qué clan se supone protege Yamanaka mura, Yuriko-chan?¿está muy lejos de Shiro Azumi?

Notas de juego

Shiro, a lo bruto, castillo.
Nótese que utilizo el "-chan" para intentar mostrar cierta cercanía con la mujer.

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11/12/2018, 21:06
Suneda Shun

Desde aquella posición pudo escuchar el relato de la joven, pero a decir verdad no era algo que le importara, ni algo en lo que debiera inmiscuirse: había sido raptada, había sido liberada. Ni él era un samurai de aquella zona para exigir nada a su señor, ni era alguien que necesitara compañía en los caminos. Su rostro estaba, no obstante, feliz por la situación recién acontecida, que a todas luces había sido un éxito rápido: en apenas una jornada en aquella tierras había acabado la única cosa que había prometido hacer, y ahora era libre para viajar por aquellas tierras haciendo lo que había ido a hacer.

Su rostro únicamente se alteró, de nuevo con un arqueamiento de ceja y de nuevo por el mismo origen, cuando aquella samurai comenzó a desvestirse. Bajó la mirada, aún con la ceja arqueada, y negó con la cabeza, no tanto por la evidente falta de respeto, sino por la ostentosidad con la que la había llevado a cabo. 

A unos pasos de allí, entre la voz grave del Rukawa, la lluvia caía, y entre las gotas se escucharon unos cuerpos caer al suelo. Instantes más tarde el emisario se dirigía a todos para hacerles ver la situación. Ante la invitación, hizo una inclinación de cabeza como aceptando la propuesta y se levantó del sitio dejando su joto y su no-dachi junto al fuego, envainadas, saliendo de la cabaña aún pertrechado y con su daisho, la mano izquierda apoyada dócilmente en la empuñadura y con una mirada gentil, como de cariño y apoyo, observando el rostro de la joven que acababan de salvar: pobre diablo, campesino antes, campesino siempre.

-Así sea, Kisaragi-sama -dijo únicamente pasando a su lado y adelantándose a la hora de salir de la cabaña; allí, entre la lluvia, podía distinguir los cuerpos caídos de los últimos bandidos, así como las sombras inconfundibles de la guardia del emisario.

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11/12/2018, 21:16

Tenía a la chica cerca mio, ambas junto al fuego, como la hermana menor que me hubiera gustado tener, lamentablemente no podía descuidar mi objetivo por ella, las opciones dadas son bastante buenas, pero ellos no saben que si la situación es peligrosa en los caminos, y una chica sola con mucho dinero encima es un imán para los ladrones y para cualquiera que tenga malas intenciones.

-Está bien darle la libertad, pero si los bandidos tenían razón, ya no hay lugares seguros en Shinano, por lo qué propongo que ella venga con nosotros, estará más segura  que darle unos cuantos ryo y dejarla a su suerte-

Les digo a los presentes, más que nada me refiero a la bushi que arrancaba una hermosa melodia a su instrumento, aún que prefiero los instrumentos de viento, a pesar de qué estaba casi con el torso al descubierto, no me molestó en absoluto, me siento bien de estar con ella a mi lado, aun que las preguntas y las palabras de los presentes fueron un poco bruscas. 

-Kisaragi-Sama, ¿Los malvivientes dijeron algo de los trabajadores en el río Chikuma? Solo espero que no le pase nada al hombre qué estoy buscando-

Mi cuerpo había entrado en calor, y Yuriko chan ya estaba mejor, a pesar de sus sollozos, quería que se sintiera en un ambiente familiar conmigo, solo espero que ella lo apruebe y venga, y a lo mejor Le pueda enseñar algo para que sobreviva en este cruel mundo 

Notas de juego

1/2

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12/12/2018, 16:57
Miyagami Genkei

Genkei asistió en segundo plano al interrogatorio. La respuesta tan rápida del líder, quien hirió de extrema gravedad a Genkei no se tardó en dar, y este, se sorprendió sobremanera de todo lo que llegó a decir. Sin duda quería mantener su pellejo intacto, a pesar de que debería saber que dificilmente lograría eso. Sopesó las palabras y apoyado en su naginata a modo de muleta, ya que no le quedaba otra, meditó profundamente. 

Llegar a las obviedades de que estaba pasando era fácil, sin duda habían logrado una primera serie de pistas que deberían seguir, quizás podrían discutirlo durante el resto de la noche, pensó. Genkei iba a realizar más preguntas a los reos, pero un calambre de intenso dolor lo hizo doblarse obligandole a llevar su mano al abdomen. Gruñó de manera gutural por el dolor pero poco después de poder recuperarse ya habían decidido el destino de los prisioneros. Genkei le lanzó una mirada cargada de desaprobación a Mitsuhide y sus labios hicieron una mueca - espero que no nos arrepintamos por la premura de su decisión, Kisaragi sama - y sin más, con paso torpe y lastimero, fue al abrigo de la casa a entrar en calor, cambiarse de ropa y descansar. 

Sin duda la música de aquella mujer, una ronin provocó que Genkei sonriera levemente recordando la calidez de su hogar, antes de su caída y deshonra. Buenos tiempos que jamás volverían, pensó con amargura.