Partida Rol por web

Otto escuchó con atención, alzó las cejas sorprendido. No era normal que Caster se acercara a hablar con los demás, eso ya lo sabía. Menos que pidiera un favor a alguien. Pero para hacerlo de esta manera, ante todos, y en general, hacía falta que los cerdos volaran, o que le salieran plumas en la espalda. En ese grado de sucesos encuadra Otto semejantes eventos sobrenaturales.

Esperó a que la intervención de Caster terminara. Y se alzó él, sonriendo.

- Pues no se hable más. Tengo un caballo engordando en las cuadras y le vendría bien un viaje o dos. Prefiero que muera haciendo algo a que lo haga en la placidez del establo. ¡Además, que el nuevo mozo no parece tener mucha mano con las bestias; me da que estará más seguro contigo! - echó una carcajada.

- Y no te preocupes, Caracortada. ¿Deuda? Aquí todos estamos en el mismo bando. Si quieres endeudarte, habla con un prestamista; pero en lo que a mi cabe, si con tu cabezonería ayudas a Ser Hadder en este aprieto, la veo más que saldada. Aunque echaremos en falta tu presencia... De los pocos que aún saben sostener un arma por aquí, eres de lo mejor que tenemos.

Russ se mantiene en silencio mientras el Maestre de Armas ofrece su caballo a Caster. Con gusto prestaría el suyo a su amigo, pero el hijo del Bridas ha tenido tanta mala mano con su viejo Peñasco como la ha tenido con los caballos del Caracortada.

Aprovechando que la conversación entre Otto y el Gigante de Aguasclaras ha terminado, Russ carraspea sonoramente para llamar la atención de su cuerpo de guardia.

- Bueno, chicos, me gustaría decir una cosa.

Russ espera a que todos dejen de hablar para cuadrarse en toda su envergadura, cruzando los poderosos brazos frente a su pecho. Los nuevos soldados no están muy acostumbrados a enfrentarse a la severa mirada del Matatoros. Y su ceño fruncido no parece augurar nada bueno...

- Este es un mensaje para todos los guardias de Aguasclaras, tanto los veteranos como los más bisoños. -Mientras habla, la mirada de Russ se pasea entre todos los presentes-. Hace unos meses, la negligencia de uno de nuestros hombres llevó a poner en peligro a los habitantes del castillo. Esto no puede volver a repetirse.

El jefe de la guardia da unos pasos indecisos, como si buscara la manera de expresar las ideas que le corren por su dura mollera, sin lograr atrapar las palabras que desea; no es un hombre habituado a dar discursos. Se detiene frente a una ventana, contemplando el patio de armas por unos instantes. Algo de lo que ve fuera, parece inspirar al veterano soldado.

- Conocí a Bresa hará casi veinte años. Cómo pasa el tiempo... -La calidez en la voz de Russ, el Matatoros, coge por sorpresa a sus compañeros de armas-. Volvía a casa cruzando el bosque, cerca de Aguasturbias. Me había detenido para recoger unas setas con las que aderezar la cena, cuando escuché el grito de una chica. No creo que llegara a pensar en nada, solo recuerdo cruzar la maleza con paso rápido y encontrar a un sucio hijo de perra intentando violar a una muchacha. Le rajé la garganta hasta el hueso...

No hay odio en sus palabras, ni siquiera emoción. Solo una fría determinación.

- Cuando la miré a los ojos, supe que sería la madre de mis hijos. Supe que envejecería a su lado...

Russ vuelve la mirada hacia los atónitos y algo abochornados guardias. La ternura que emanaba de sus labios ha desaparecido. Su mirada, con los ojos entrecerrados y los dientes al descubierto en una mueca desafiante, deja bien claro a sus compañeros que no es un buen momento para interrumpir al Matatoros.

- Mi mujer y mis hijas estaban en el castillo durante el ataque y yo no estaba ahí para defenderlas. Afortunadamente, salieron ilesas del asalto, pero podrían haber sufrido daño. Podrían haber sido violadas y asesinadas...

Russ da unos pasos hacia sus compañeros, con una de sus manazas apoyada sobre el pomo de la espada. Se detiene deliveradamente frente a Bethan.

- Como ya he dicho, esto va para todos. Si alguien vuelve a cagarla... si alguien pone en peligro otra vez la vida de mi Bresa y de mis niñas... más le valdrá a Ser Hadder colgarme de la Torre del Homenaje, porque sea quien sea el responsable, tenga sangre roja o azul, le rebanaré el cuello y me comeré su sucio corazón.

El jefe de la guardia inspira con fuerza y luego deja escapar el aire con lentitud.

- Espero que haya quedado claro. 

Aunque a Darien le gustaba su nuevo cargo y estar los bosques en vez de la barbacana exterior, debes en cuando la nostalgia le torcía el brazo y por eso se alegro cuando Caster lo llamo junto con el resto. Se sentía bien estar reunido otra vez con el resto de los jinetes libres pero las palabras de Caster sobre el motivo de la reunión, lo sorprendieron tanto como el ofrecimiento de Puenteamargo; seguramente debido a que no lo conocía bien y tenía ciertos prejuicios sobre el. 

Cuando el Forestal estaba por ofrecer uno de sus caballos para que el jinete pudiera ir al torneo, se entero que Dhur ya le había dado el caballo de su difunto padre, aumentando aún mas el concepto que se había formado sobre el joven. 

Sin embargo la alegría por Caster fue cortada de raíz por las duras palabras de Russ

-Yo haría lo mismo si algo le pasara a Vesania- pensaba mientras asentía con gesto adusto cuando Matatoros terminaba de hablar. Y antes de que nadie hiciera nada, se adelanto y dijo: 

-Con la partida de Caster y conmigo de Forestal- sin contar los otros hombres con los que no puedes contar- vas a estar corto de guardias. Si necesitas una mano puedes contar conmigo o alguno de los que están bajo mi mando. Sin embargo tengo que pedirles un favor, necesito que mis aprendices hagan práctica diaria de tiro y yo no puedo estar cuidando de que no se saquen un ojo porque estoy metido en el bosque de sol a sol; ¿puedo dejarlos a cargo de alguno de ustedes cuando estén entrenando a los nuevos hombres de armas?-

No puedo creer que Russ hable en tercera persona del hombre que puso en peligro al castillo. ¡Qué pueril! Y exagerado. Al final no pasó nada. Tienen que aprender a relajarse. ¡Ya sé! ¡Contaré un chiste!

Pero el discurso de Russ no dió pie a réplica. Siguió y siguió, siempre manteniendo esa linea aburrida que clamaba por un chiste.

Oh, no... la historia de cómo conoció a Bresa otra vez. ¿Forma esto parte de mi castigo? ¡Ñoño! ¡Pasteloso! Salvando a su amorcito de una agresión con conato de violación... Así cualquiera encuentra esposa.

He-he-he...eaahmm. Entendido, señor-respondió a Russ.

En cuanto a las dos peticiones sobre la mesa... ¿Caballos para Caster? ¿En serio? Aunque fuese un palo al que le era imposible sonreír, y con una personalidad casi incompatible con el risueño Bethan, a Caratorcida tampoco le molestaría prestar sus caballos, después de todo. ¿Pero estaban vivos? Desde la última visita a los burdeles de Solaz había pasado un año, tanto como el tiempo que Bethan había pasado sin visitar los establos. Esos dos alcornoques podían haber muerto, y estar a estas horas cubiertos por una densa capa de moho. Habría que echarles un vistazo, pero basta que se los ofreciese a Caster para que coincida con que están muertos.

El favor a Darién tampoco era factible. Ese doble turno de guardias que llegó como prolongación de la semana de castigo en las mazmorras... Bethan no hacía más que ir de la cama a la muralla, de la muralla a la barbacana, de la barbacana a la muralla, de la muralla a la cama y otra vez a empezar.

- No es necesario Caster. Todo fue desafortunado. Más bien habría que evitar que algo así volviera a ocurrir. Un levantamiento de ese tipo no surge de la nada- musita entre dientes Jack al escuchar las palabras de Caster y luego niega con la cabeza- ¿Yo liderar? Bastante será que aprenda donde tengo mi mano derecha y mi mano izquierda- afirma con cierta guasa para luego mirar sorprendido como Caster se pone en pie y hace su petición. Jack no dispone de caballos, ni monturas, ni nada por el estilo. No puede ayudar y en un momento, cuando sus ojos se cruzan con los de Caster, le enseña las manos vacías y se encoge de hombros. Quien nada tiene, poco puede dar. Luego escucha con curiosidad las palabras de "El Matatoros" y luego las reflexiones de Darién y de Bethan. Acaba de llegar y poco puede opinar sobre unas y otras cuestiones, así que guarda silencio, observando a unos y a otros. Y pensando. 

Tras el brusco discurso de Russ, los hombres empiezan a salir de los barracones, algunos a entrenar y otros a cumplir con sus turnos de guardia. El Matatoros toma del brazo a Jack antes de que desaparezca por la puerta.

- Quédate un instante, Pequeño Cuervo -le dice señalando la mesa con un cabeceo.

Los dos se sientan, uno frente al otro. El joven rapaz, frente al musculoso jefe de la guardia. La daga, frente al espadón.

- Eres un chico listo, Jack, Caster me lo ha hecho saber. Sé que tú y el Caracortada os lleváis bien. Y sé también que el puesto de guardia no es quizás el trabajo que esperabas para ti.

Russ se toma un momento para observar en silencio la reacción del hijo de la Gata, pero el chaval parece haber aprendido a poner la misma cara de ladrillo que Caster, pues no mueve ni una ceja.

- Bien -dice Russ con una sonrisa-, haremos una cosa. Tus turnos de guardia siempre serán con Caster en la barbacana exterior y tu función será la de servir de enlace con la barbacana principal y el resto del castillo. Necesito que mantengas esas escuálidas piernas tan veloces como hasta ahora, de manera que si Caster necesita hacer llegar un mensaje hasta mí, hasta el Castellano o hasta el mismísimo Ser Hadder, tú estés siempre a punto para cruzar el puente a la carrera y llevarlo. Como sé que sabes moverte por las aldeas del feudo y que conoces sus recovecos, también cumplirás funciones de apoyo para Darién, en caso de que el nuevo Forestal necesite ayuda. ¿Te parecen bien tus nuevas atribuciones? Yo no soy ningún lord ni ningún noble, así que estoy abierto ha escuchar cualquier objeción.

Al escuchar hablara aquellos hombres me estremezco.

- Están locos. - pienso.

cuando consigo calmar los nervios tomo la palabra.

- Russ, no es necesario amenazar. Todos los aquí presentes sabemos lo que tenemos entre manos. - le digo. Estoy seguro de que no volverá a pasar. Y si vuelve a ocurrir algo siquiera remotamente parecido ten por seguro de que Ser Hadder hará rodar la cabeza del responsable para evitar nuevas negligencias. - añado con un guiño de ojo.

Cuando Roy llegó, acompañando a su padre, observó al resto en silencio y buscó un asiento libre cerca de éste. Escuchaba con atención y estudiaba al resto, pues poco más se atrevía a hacer en una conversación entre mayores. Aunque no tanto como su padre, "Caracortada" era desde luego imponente. Roy seguía escuchando con atención conforme varios de los presentes contestaban a Caster, e intentaba recordar sus caras. Le parecía que pronto las acabaría viendo bastante a menudo. Entonces su padre se levantó. Cuando Russ habló, una sombra de tristeza cruzó su rostro. A pesar de que nadie había salido herido después de todo, poco había podido hacer frente a los bandidos que atacaron el castillo. Se sentía herido en su orgullo, pues era su deber proteger a su madre y hermanas con su padre fuera de casa.

Tras terminar de hablar su padre, se acercó y le dijo:

- Lo siento, padre. Me volveré más fuerte. Y la próxima vez protegeré a madre y a mis hermanas. Lo juro.

Ser guardia no es algo que le apasionara demasiado, pero así al menos podría entrenar con armas y volverse competente en combate. Quizás, algún día fuera tan fuerte como su padre. Después de todo, era el hijo de El Matatoros.

    Se alegró de encontrarse de nuevo rodeado por sus compañeros. La enfermedad le había hecho pasarse delirando los últimos meses y encontrarse allí de nuevo, vivo, respirando, le causó un alivio enorme. Había vencido a la muerte.

   Escuchó a Caster  y cuando iba a ofrecer a éste su ayuda, se adelanto Otto cediendo su caballo, por lo que pensó: - Casi mejor, yo no se que coño le habría podido dejar, yo he tenido suerte pero mi pobre caballo…. En fin, luego le preguntaré si le vienen bien unas monedas, algo le podré dejar.

     Russ comenzó su pequeño discurso y Edder sintió cierta envidia de lo que aquel hombre tenía. – Adora a su familia, el “Matatoros” tiene su corazoncito.

      - A quedado claro Russ, claro y cristalino. Dice mirando a su jefe, para acto seguido dirigir su mirada al resto a la vez que prosigue. - Tratemos entre todos de evitar tener que colgar a nadie de la Torre del Homenaje. ¿De acuerdo? 

Russ guardó silencio mientras sus hombres daban su opiniones, pero sus ojos seguían prendidos del joven Brandon. Solo su hijo Roy, con sus nobles palabras, llegó a arrancarle por un instante la expresión taciturna que se había asentado en su rostro. Después de que Edder aportara su punto de vista, Russ volvió a centrarse en el jove hijo de Ser Baltrigar.

- Escucha una cosa, chico. -Su tono dejaba bien claro que no esperaba interrupciones-. Acabas de unirte a un cuerpo de guardia que lleva muchos años trabajando para la seguridad de Aguasclaras. Esto es más que un grupo de soldados haciendo turnos de vigilancia; somos una hermandad. He sudado, sangrado y llorado con todos y cada uno de los veteranos que hoy están aquí para contarlo. Eso nos da el derecho, a mí y a todos ellos, a hablarnos con sinceridad, con confianza, a decir las cosas como son. Y a partirnos la cara si es necesario.

Mientras hablaba, se paseaba por la estancia palmeando una espalda aquí y estrujando con sus poderosas manos un hombro allá.

- Somos hermanos -dijo justo en el momento de detenerse frente a Bethan, asintiendo con la cabeza en su dirección-. Y como buenos hermanos, tenemos nuestras discusiones, por el bien de la familia. Tú y el resto de los novatos -añadió señalando con un gesto vago en dirección a Brandon y el resto de recién llegados- todavía tenéis que ganaros el derecho a ser nuestros hermanos. No vamos a pediros nada más que hagáis vuestro trabajo, que os esforcéis en mejorar, que nos demostréis que podemos confiaros nuestras vidas, puesto que si lo hacéis, nosotros daremos con gusto las nuestras por salvaros el cuello. Hasta ese momento, yo seré Russ, el jefe de la guardia, y vosotros aprendices de guardia sin derecho a replicar mis palabras o las de cualquiera de los veteranos. Disciplina y obediencia. Cumplid vuestra parte y yo cumpliré la mía. Si alguno de los recién llegados no está dispuesto a pasar por esto, que me lo haga saber y Ser Hadder será informado para que le encuentre un destino más... más acorde con sus deseos. ¿Alguien quiere rajarse?   

Jack guardó silencio unos instantes, y luego sencillamente asintió.

- Seré claro. Ser Hadder nos acogió, a mi y a mi madre. Y no tenía motivo alguno para hacerlo. Se portó bien con nosotros. Y es de bien nacido ser agradecido, o eso dicen. Que yo sea un hijo de puta, y un bastardo, no quita eso- tras la declaración se queda un momento pensativo y luego asiente- Quiero aprender a combatir. Se más o menos usar el arco que le quité al chaval que intentó matarme, y al que tuve que matar. Quiero ser útil. Por tanto, sí. Sí apoyaré a Darien, sí haré guardia con Caster, o con quien queráis mandarme. Y sí estaré a punto para llevar mensajes a unos y a otros- parece quedarse pensativo un instante y luego sonríe- Eso sí, aunque prometo hacerlo todo lo mejor posible, me gustaría de tanto en tanto poder descansar y visitar tabernas, y esas cosas. Que ahora que lo pienso, si se da el caso que Caster me está entrenando, y el mismo día, tengo que apoyar a Darien, y además llevar unos mensajes, creo que me va a dar un ataque de pánico- dice bromeando.

Estaba tranquilo y en silencio, cruzado de brazos mientras escuchaba la perorata de mis antiguos compañeros; finalmente me encojo de hombros y digo -Tenía la esperanza de que alguien pudiera darme una mano con las prácticas de tiro de mis aprendices, pero supongo que ya veré como hago para ingeniarme y estar presente.-

- Yo puedo echarles un ojo Darién - Contesté al nuevo Forestal, cuya pregunta parecía haber sido ignorada por mis compañeros. "Todo sea por escaquearme un poco de ir caminando de arriba a bajo todo el rato" pensé para mis adentros. - Trataré de que no se claven nada en ninguna parte que luego vayan a utilizar. Quien sabe, quizá luego esas flechas bien lanzadas puedan salvarnos el pellejo algún día ¿verdad? - Comenté con una trémula sonrisa en la boca. 

Después me giré hacia Russ, que actuaba como todo un líder y caballero. Realmente, tras estos años de servicio, podríamos llegar a sentirnos bastante cercanos los unos a los troso. - Totalmente claro, Russ. Ningún habitante de Aguasclaras será herido mientras aún podamos empuñar una espada. - Comenté solemnemente dando un ligero toque en mi pecho con el puño cerrado como muestra de camaradería y respeto.

Mis palabras no surgieron el efecto deseado en Russ sino más bien todo lo contrario.

- No era mi intención ofenderte Russ. - le digo. Tan sólo pretendía corroborar que aquí me teneis para lo que necesiteis y que me esforzaré al máximo para ser un buen soldado y mejor luchador y compañero de armas.

Total, no tenía otro sitio al que ir ya que me había sido denegado el ser aprendiz del Maestre Amonn y Ser Hadder había designado que me uniera a la Guardia. Si me oponía a ello o si fallaba sería una deshonra para mi familia y una cosa son gamberradas y otra cosa era eso.

- En esta ocasión me ha tocado cruz. - pienso con resignación. Ya saldrá cara en algún momento.

- La seriedad de Caster esta vez no es sólo por su adusta personalidad.

- Hay orden del Señor Feudal de prender a Brosten el Leñador y llevarlo a las Mazmorras tan pronto la ceremonia de Bienvenida del Año culmine.

- Parece que va a ser acusado de traición y es probable que acabe sin cabeza...

Russ esperó a que todos los convocados aparecieran, sentado en un taburete que parecía minúsculo bajo su tremenda figura. Cuando sus dos lugartenientes y el forestal tomaron asiento alrededor de la mesa, el jefe de la guardia empezó a hablar:

- Las cosas van a ponerse feas por aquí, chicos, y debemos estar preparados -les dijo después de escupir al suelo cubierto de paja seca-. Debemos estar preparados para cualquier intento de rebelión y responder con mano dura. Todos los permisos para salir del castillo quedan revocados hasta nueva orden y en el caso en que sea necesario dejar la seguridad de las murallas, nunca se hará en solitario: dos hombres mínimo para cualquier expedición fuera del castillo.

Los soldados le escuchaban en silencio, conscientes de que el tranquilo feudo con los familiares caminos que habían recorrido una y cien veces, podía convertirse de la noche a la mañana en una trampa mortal para los hombres del castillo.

- Armase -continuó Russ, volviendo la mirada hacia el fibroso soldado-, sé que tienes cierta confianza con Royne Ríos. Todavía entrenáis juntos el combate montado, ¿no? Quiero que le eches un ojo y que seas su sombra. A partir de ahora, compartirás turno con ese jodido beato. Que no haga ninguna estupidez y que no amanezca con una daga entre las costillas.

Russ se rascó la barba de dos días que cubría sus mejillas, barruntando cuál debía ser su siguiente paso. Encerrarse a cal y canto en el castillo les ofrecería seguridad ante posibles ataques, pero también podría ser tomado como una muestra de debilidad y miedo.

- Caster, eres respetado y temido por todas las tierras de ser Hadder. Quizás si acompañaras a Darién y sus hombres en sus rondas por el feudo, los posibles agitadores se lo pensarían dos veces antes de cometer alguna acción precipitada. Deberías llevarte al Pequeño Cuervo; ese chico sabe cómo moverse y podría servirnos de enlace si os surge algún problema. Deberíamos patrullar las zonas cercanas a Villamanzano y a Solaz del Soldado, atentos a cualquier indicio de rebelión. Si las cosas se ponen feas, mandad a un mensajero a caballo y partiré con refuerzos allá donde se nos necesite.

El Matatoros se tomó unos segundos para intentar cavilar sobre la posibilidad de que se le estuviera pasando alguna cosa por alto. Era un soldado, no un maestre, y su intelecto no llegaba mucho más lejos que la punta de su espadón. Podía defender las murallas, dar la vida por su Señor o por sus hermanos de armas, pero conjeturar cuáles serían todas las posibles consecuencias de la ejecución de Brosten estaba más allá de su capacidad.

- Compañeros, soy un soldado, al igual que todos vosotros. Que un día me nombraran jefe de la guardia, no me hace más inteligente que vosotros. Si tenéis alguna idea o alguna sugerencia de lo que podemos esperar o de cómo actuar, soltadla ahora. 

Cuando Russ dio las órdenes a Armase él respondió con un sencillo: Asé se hará.

Tras la reunión, el "matatoros" pidió que se hablase con sinceridad de cualquier cosa que pudiera ayudar a normalizar la situación en la que hoy vivían, así que el jinete dorniense levantó la cabeza y habló:

Pasamos por tiempos oscuros y la cosa va a empeorar mucho más... lo presiento... esto que vemos es el mástil del barco hundido. Ser Hadder se queda sin consejeros y los que tiene no son los mejores que se pueden prestar en los tiempos que corren. Ser Trycian es bueno con la espada pero su cerebro es tan peligroso como una ballesta en las manos de un chiquillo imberbe.

Decir esto ante el jefe de la guardia le hubiera llevado a Armase a ocupar un lugar al lado de Brosten pero ya llevaban años juntos y confiaban los unos en los otros como una familia. Sabían que Armase hablaba siempre de corazón y lo que hacía era siempre para mejor.

Debemos aprovechar cada oportunidad que tengamos con Ser Hadder para expresarle las inquietudes del pueblo, las nuestras y las de los trabajadores del castillo. Si no consigue respetar la vida de todos los que le rodean el palacio se verá pronto rodeado de picotas... y al menos yo, no lo puedo consentir. El pueblo da poder al Señor y todo lo debemos al pueblo, no al revés.

Tras lo dicho hubo un gran silencio en la sala.

-Así se hará -murmura Caster con su extrañamente suave voz-. Acompañaré a Darien hasta para ir a cagar. Si hay que romper algún hueso para que recuerden quién es el Señor de Aguasclaras, sea.

Después se acerca a una de las ventanas, asomándose.

-Puede que esto se ponga feo y puede que no -dice-. Y puede que Ser Hadder esté bien o mal aconsejado, aunque yo no me preocuparía por Ser Trycian: ese hombre se limita a obedecer, no es tan diferente a los que nos encontramos aquí ahora. Otros, y otras, me parecen más peligrosos. Pero en eso de acercarnos al Señor para trasladarle la voz del pueblo... -el gigante se vuelve-, Armase, no cuentes conmigo. A ti se te da bien menear la sin hueso, y Russ es uno de sus hombres de confianza... pero lo mío es matar y morir por él, no hablar.

Las vistas desde la Torre del Homenaje son magníficas. El feudo se extiende allá donde alcanza la mirada, teñido de blanco por las nieves del Invierno. Aquí y allá pueden distinguirse columnas de humo que marcan la ubicación de los distintos asentamientos de las tierras de ser Hadder: Villamanzano, Solaz del Soldado, Sept de la Bahía, Orilla Azul...

El joven Brandon, segundo hijo de ser Baltrigar, cumple con seriedad y dedicación con sus nuevas atribuciones como parte de la guardia del castillo de Aguasclaras. Envuelto en un manto de piel, soporta el frío viento que sopla en las alturas de la torre, sin apartar la mirada siquiera por un instante de las tierras que rodean el castillo. Unos pasos ascendiendo por la escalera de piedra delatan la presencia de un visitante. Es demasiado pronto para el cambio de turno... La trampilla se abre, apareciendo primero un musculoso brazo que empuja la portezuela de madera, seguido de la cabeza y los robustos hombros del jefe de la guardia.

Russ sonríe al joven soldado, cierra otra vez la trampilla y se acerca hasta él, hombro con hombro, contemplando el lejano horizonte.

- ¿Sin novedad, Brandon? -le dice.

El joven guardia asiente en silencio. Después del desgraciado espectáculo de esta mañana, con la ejecución pública de Brosten, solo un ejército apareciendo tras las lejanas y ancestrales rocas de Piedras Viejas podría sacar a Brandon de su estupefacción.

- Te has convertido en uno de mis hombres, chico -continúa el Matatoros sin dejar de mirar en lontananza-. Eres un soldado capaz y disciplinado, digno de confianza. Pero tras los sucesos de esta mañana... -Russ se detiene, como si no osara pronunciar las palabras que pretendía decir. El jefe de la guardia vuelve la cabeza y traba su mirada con la del joven soldado-. Temo que la ejecución de Brosten haya creado una grieta en nuestras filas. Bethan, ese cabeza de chorlito, osó defender la inocencia del traidor. No pidió clemencia por él, si no que escupió al rostro de nuestro Señor asegurando que el traidor confeso era inocente. Ya sabes que hace unos años fue su negligencia la que permitió que asaltaran el castillo... Ya no me fío de ese hombre...

El joven Brandon escuchaba sorprendido las concesiones del Matatoros. El jefe de la guardia siempre se mostraba taciturno y parco en palabras, pero ahí estaba: hablando con el joven hijo de ser Baltrigar de tú a tú, mostrándole una confianza que hasta ahora solo había reservado para compañeros de armas como Armase y el Caracortada.

- Eres un buen soldado, chico, y las órdenes que estoy a punto de darte no son fáciles de entregar ni de cumplir. Quiero vigiles a Bethan, a uno de tus propios compañeros, de tus propios hermanos de armas. Mantén un ojo en él y avísame si hace algo raro. Espero que todo sean imaginaciones mías, pero no puedo mirar a otra parte cuando uno de mis hombres clama por la inocencia de un traidor, que ha atentado contra la vida de nuestro señor y de todos los habitantes de Aguasclaras. Nadie debe saber cuál es tu verdadero cometido. Solo tú y yo. ¿Serás capaz de cumplir este mandato? 

Estando de guardia en la Torre del Homenaje oigo pasos que suben por las escaleras.

- ¿Quién será? - me pregunto mientras mi mano se posa en la empuñadura de la espada.

Oigo como se abre la trampilla y veo aparecer el musculoso brazo de Russ, sólo entonces me relajo.

- ¿Para que habrá venido con el frío que hace?

Mis dudas rápidamente son resueltas sin siquiera formular las pertinentes preguntas.

- ¿Que vigile a Bethan? ¿Yo? Curioso. Parece que confía en mi como en uno de sus hermanos de armas, como lo hace con sus lugartenientes Caster y Armase.

Medito bien mis palabras antes de pronunciarlas.

- De acuerdo. - digo.

Estas palabras son casi las que más me ha costado pronunciar desde alcanza mi memoria pues se trata de vigilar a un compañero y delatarle en caso de que haga algo que no me cuadra. ¿Sería un espía o un chivato? Para aliviar mi conciencia decido que la mejor definición de la tarea encomendada es que seré un espía al servicio de nuestro señor.

- Puedes contar contar conmigo. - añado. Le mantendré vigilado e informaré si hace algo que no me cuadre.

A estas alturas ya estaba al tanto de lo que se supone normal dentro de la guardia de la ciudad así que no sería demasiado complicado mantener a Bethan vigilado.