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Juegos internos

Capítulo dos: Aislamiento

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06/10/2014, 10:12
Eli Farrow

Por fin.

Había llegado el momento de marcharse para siempre de aquel lugar. Eli no lo pensó más y, después de asegurarse de que todos los demás estaban sanos y salvos, salió corriendo junto a ellos.

¡Esperadme! —gritó, viendo que todos se le adelantaban. Afortunadamente, la chica era pequeña y ligera y podía correr rápido si se lo proponía. Solo deseaba volver a estar dentro de aquel coche cuanto antes e irse de allí.

- Tiradas (1)

Motivo: Huida

Tirada: 1d6

Resultado: 2(+3)=5

Notas de juego

PNJotizada.

Tiro por ti, Fer.

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06/10/2014, 10:22
Director

Desesperadamente, vais corriendo a toda velocidad por el bosque, vuestros corazones a punto de saliros por la boca. Cuando miráis atrás podéis ver un reflejo rojizo detrás de las ventanas de la mansión, y bocanadas de humo negro emergiendo de la puerta. Al momento, riadas de lunáticos empiezan a salir a borbotones de la casa, como la sangre escupida por una arteria abierta, ¡y corren en vuestra dirección! Tenéis que daros prisa...

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Atletismo

Tirada: 1d6

Resultado: 2

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06/10/2014, 10:36
Director

Os abrís paso entre la vegetación, que alarga sus negras ramas hacia vosotros a medida que pasáis corriendo, fustigando y lacerando vuestros cuerpos. Ni siquiera oís los gritos de los dementes que os van pisando los talones. Ni siquiera os preocupáis por vuestros compañeros. Hay que salir de aquí, y esta es la única oportunidad que vais a tener para hacerlo.

Dado que no hay ninguna iluminación, casi no os dais cuenta cuando salís de la zona vegetada y vuestros pies pisan la grava del aparcamiento. ¡Lo habéis conseguido! Y allí está vuestro coche. Casi os parece increíble. Sin esperar ni un segundo, abrís las puertas sin delicadeza y os lanzáis de cabeza al interior del vehículo. Pierce arranca el motor y enciende los faros del coche. Mirando por los retrovisores, advertís que el bosque parece estar en silencio, sumido en la quietud. Pierce pisa el acelerador. El coche empieza a ganar velocidad mientras cruza el aparcamiento. ¡Habéis escapado!

Pero vuestra euforia solo dura un segundo.

La barrera de la salida del aparcamiento está bajada, y no podéis salir por ningún otro sitio porque todo el recinto está circundado por vallas de madera. Al lado de la barrera hay una caseta, en la que debería estar el encargado de controlar el acceso, pero a través de la ventana solo veis oscuridad. Un relámpago ilumina la zona durante un segundo, permitiéndoos ver el interior de la caseta con algo más de detalle; no parece haber nadie, aunque no podéis estar del todo seguros. Sin embargo, dadas las circunstancias, es mejor que no haya nadie.

¡Sea lo que sea que decidáis hacer, tenéis que hacerlo rápido!

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07/10/2014, 18:48
Bill Törnqvist

Joder, ¿por qué pondría nadie esa valla ahí en medio? Después de salir por los pelos de esa casa y casi palmarla, ¿nos va a detener una puta valla?

Y una mierda.

Me abalanzo hacia el asiento delantero y grito a Pierce al oído.

—¡Písale, písale, písale!

No quiero morir. Hoy no.

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08/10/2014, 10:57
Kimberly Richmond

Una valla. ¿En serio? Pensaba que para que no nos escapáramos ya nos hacían dejar todas nuestras pertenencias personales. Aunque tampoco es que eso nos frene demasiado dadas las circunstancias.

Bill expresa delicadamente lo que pienso ahora mismo:

-Ni se te ocurra pisar el freno, ¡dale lo suyo a esa puta valla!

Digo mientras no dejo de mirar hacia atrás para ver qué tal se les da a esos pirados las carreras de los cien metros lisos. Quizás la mayoría se dé por vencido. O no.

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13/10/2014, 21:45
Pierce Logan

Escucho a Kim y a Bill como voces lejanas, opacas, inconexas. Dicen algo, pero me resulta absolutamente ininteligible. Sólo sé que tengo un obstáculo ante mí, algo que se interpone entre nuestra libertad, entre nuestra seguridad, y nosotros.

Y no estoy dispuesto a ser carroña para desquiciados.

Se lo debo a mi grupo.

Piso el acelerador a fondo. El motor ruge y emite un quejido agudo ascendente en una nota ilimitada que parece no tener límite de cota de altura.

En mi mente, me sigue torturando la misma pregunta que hace un rato:

¿Por qué he fallado, si yo no fallo nunca?

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15/10/2014, 14:39
Director

A la mierda todo. Podrías bajar del coche, entrar en la caseta de seguridad y tratar de subir la barrera, pero el tiempo que tardarías en hacerlo podría condenar a tus compañeros de viaje. No confías en que la engañosa quietud del bosque dure mucho, así que optas por la vía rápida. Pisando el acelerador hasta que casi te provocas una contractura en los gemelos, recorres a toda velocidad la distancia que te separa de la barrera. Con un sonoro ruido metálico, el voluminoso vehículo se estampa contra la recia barra, que sin embargo no puede aguantar la fuerza de la embestida, y salta por los aires, arrancada de su soporte. Todos los que viajáis en el interior del coche sentís una violenta sacudida, pero es la sensación más placentera que habéis experimentado últimamente. Recorréis a toda velocidad el tramo de camino rodeado de frondosa vegetación que tan fantasmal os pareciera ayer cuando llegasteis, esperando que en cualquier momento algún fanático homicida os salte al paso, o quizás incluso algo peor...

Algo que no os atrevéis a nombrar.

Pero nada sucede. Como la tensa calma que precede a una tempestad, el coche llega sin mayores contratiempos a la vieja y destartalada verja de entrada a la propiedad. Sin perder ni un segundo, Pierce gira el volante y se incorpora al carril de la carretera que os llevará de vuelta a vuestras vidas. A la cotidianidad.

Viajáis por la interminable carretera en el más absoluto silencio. Ni siquiera osáis miraros los unos a los otros, y vuestras miradas se pierden en las lejanas sombras que amenazan más allá del alcance de los faros del coche. Una parte de vosotros desearía que lo que habéis vivido en la mansión y sus alrededores hubiera sido un acontecimiento terrorífico, violento y trágico, pero natural. Mientras veis los árboles pasar, vuestra mente racional lucha por tomar el control y dar una explicación a todo. El silbido podría ser el sonido de un animal... El color rojo del río podría deberse a la disolución de una veta de tierra con una alta concentración de hierro... Tal vez el ataque asesino de los pacientes haya tenido lugar por alguna clase de brote psicótico en masa, si es que tal cosa existe...

Pero no os lo creéis. En el fondo, sabéis que lo que habéis experimentado no tiene nada de natural. Un mal indescriptible ha convivido con vosotros, algo ignoto y terrible cuyo propósito no parecía ser otro que vuestro sufrimiento, físico y emocional. Ni siquiera estáis seguros de haber llegado a comprender completamente a qué habéis sobrevivido. Pero ya no importa. El caso es que seguís aquí, estáis vivos, y habéis descubierto que hay cosas mucho peores y oscuras que el pozo en el que habíais existido hasta ahora. Mientras el coche atraviesa la oscuridad, los faros disipando la negrura, os aferráis a la esperanza de ser capaces de tomar el control y mejorar vuestras vidas.

¿Ha merecido la pena?

Fin del capítulo dos

Notas de juego

Manteneos al loro, que falta el epílogo. Será puramente narrativo, y solo tendréis que interactuar si queréis. ¡Esto se acaba!