Partida Rol por web

El amanecer era hermoso cuando el cielo estaba despejado en Ciudad Gris.

Nuestros compañeros habían pasado la última noche intranquilos, la ciudad gris estaba viva y sus ciudadanos  atormentados por los atacas de los Uruk habían estado prácticamente en vela, además la hermandad les dejaba para una nueva misión y eso les pesaba en los corazones.

El caso es que por la mañana ya estaba la carreta cargada con lo pedido y lista para partir.

También había un proyecto enano para tapar los túneles de acceso  a la ciudad, este consistía llenar de rocas los agujeros y derrumbar los túneles, luego se rellenaría cu un trasvase desde el puerto con agua de mar y se haría un bonito parque. 

Pero eso suponía un 12% de los impuestos de la ciudad y el organizar a los soldados el 70%, poco quedaba para otros proyectos más comerciales, estos tendrían que esperar para el año siguiente con la nueva recaudación y con la cabeza de Beth en una pica, o eso se esperaba.

El caso es que nuestro aventureros ya tenían todo previsto, Tagged se os acerca y choca los codos con su tío en su forma tradicional. Tiene todo preparado para vuestra partida.

Aquí teneis lo solicitado, al pasar Forsek a las horas vereís un pequeño puerto pesquero, esta en el linde de nuestro territorio os esperan unos hombres con una barca, suerte pues de vosotros depende el terminar con la amenaza de Beth.

April vuestro " Protegido " os despide con cara pálida y enfermiza, aún se encuentra débil para viajar con vosotros, sería más una carga.

Tagged os mira como si algo se le hubiese olvidado y antes de que os `pongaís en camino os dice.

Me olvidaba, los oficiales sin Ruz no quieren ponerse a mis ordenes, dicen que no me conocen de nada y que no se fian de mis cualidades, así que he llegado aún acuerdo con ellos, de esta manera pondremos en marcha a los hombres sin la ayuda de Ruz.

En el fuerte Forsek aún  vive el anciano padre de Ruz, o mejor dicho su padrastro, si el marcha en cabeza  con migo y me supervisa entonces y solo entonces el ejercito de Ciudad Gris se pondrá en marcha.

Así que como teneis que dejar el carro allí, "pues no cabe en la barca"  hacerme el favor de persuadirle para que venga a la Ciudad, sería un gran alivio y una preocupación menos.

Suerte en el viaje si estoy mejor viajaré con el ejercito de la Ciudad y nos veremos antes de lo previsto.

digo tosiendo, y notando como el pecho me quema al toser, este clima tan frío es muy distinto al que estoy acostumbrado.

Aquella noche no fue la más plancentera de todas, en mi cabeza no paraba de darle vueltas a lo que había sucedido en la plaza, la imagen de Lycyn aniquilado por mi hacha no se me iba de la cabeza.

Por la mañana ya con todo preparado, mi sobrina nos comento que tenía algún problemilla con los guardias oficiales de la ciudad, No te preocupes sobrina, los oficiales saben por quien deben responder. El padre Forsek volverá.

Tenía el hacha afilada, la armadura ajustada y la ropa de abrigo para no pasar penurias como en viajes anteriores, estaba listo y dispuesto para marchar, no veía la hora de terminar con aquel hechicero de una vez por todas, solo esperaba que esta vez no hubiera poseído el cuerpo del gran Malleus.

Llorense tenia una cara sombria. Por primera vez desde que encontró a su hermano, tenía que partir sin él, pero el maldito hechicero se lo llevó... así la luz de los Valar, le quemaran vivo!!!

Apareció cubierto con un abrigo de piel de oso blanco, ideal para moverse por zonas nevadas y blancas. Llevaba su mochila de medio lado y un par de raquetas atadas a ella. Se le notaba incomodo, posiblemente la herida, que aun estando cerrada, daba  cierto dolor, y el roce del arco y el carcaj le molestaban en su espalda recien curada.

Mejorate April, no te aceleres, tendrás tiempo. Suerte Tagged. Si estos hombres no te siguen, pereceran aqui y nadie vendrá a ayudarles. Ellos han perdido a su comandante y yo a mi hermano!!!. 

La rabia brotaba de la boca del joven explorador. Su mascota encima de la mochila, acurrucado y descansando...

Se aseguró que las palomas estuvieran bien en el carro... No dedico ni un saludo a los hombres de la ciudad... no entendía sus remilgos para seguir a Tagged a falta de Ruz... Ciegos, pensaba. Mientras otros se juegan el pellejo por ellos...

El mediano resultó ser un mal paciente o mejor dicho; un impaciente mal, pues no dejaba de curiosear los instrumentos de los curanderos y revolvía sus frasquitos mientras estos trataban de vendar su costado herido.

Aún así entre los cuidados aplicados y el descanso reparador Sam consiguió restablecerse por completo. Bueno, quizás un par de comidas más y ya. 

El carro se puso en marcha, Por el peso de lo que portaba las huellas marcaban profundamente la blanca nieve, el frío era húmedo y se calaba en el cabello y en los telares. No parecía que fuera a nevar, no era tampoco época de grandes nevadas ni de fuertes tormentas.

Poco a poco la ciudad se iba haciendo más pequeña, hasta el punto de desaparecer tras unas colinas de la vista. Ya solo quedaba mirar hacía adelante, hacía el futuro;  los días venideros serán decisivos para toa esta región y más allá de  las montañas.

De ir todo bien se llegaría a Forsek pasado el mediodía.

Allí marchaba el grupo, hacía su destino. . . 

Llorense, siempre iba pendiente de los alrededores, alerta como cabe esperar de un Explorador. Su mascota dentro de la mochila en un pequeño bolsillo cosido exproceso para el. La mirada del joven barrían de lado a lado, las lindes, los repechos, los recovecos que presentaba el camino. Un poco avanzado al carro, para poder avisar de cualquier peligro. Incluso miraba al cielo de vez en cuando, para otear si habían Crebains espiando. Pero realmente su función era la de guiar al grupo. Buscar el mejor camino.

Conocía un poco la zona, pues habia trabajado anteriormente para el brujo, pero con la nieve el paisaje habia cambiado algo, y le costaba, no obstante buscó puntos de referencia para clarificar la ruta a seguir.

Compañeros, por aquí... 

No obstante, esa función le restaba atención en los peligros que pudieran acecharles.

La elfa no se despidió de nadie, pues con nadie había confraternizado por mucho que colaborara a salvar la ciudad. Subida en el carro se dedicó a guardar silencio y otear con sus llamativos ojos el paisaje, sumida en sus pensamientos.

Se percató en que Llorense hacia también lo mismo y la idea de no ser la única exploradora del grupo logró que esbozara un sonrisa, un instante al menos.

El viaje iba a ser largo, bastante, Ethaniel es parca de palabras pero no por eso prefiere el silencio.

-Habladme del elfo que matamos, por sus rasgos hubiese jurado que era del bosque negro como yo.

Nürlane salió de aquella ciudad devastada por el paso de las fuerzas de Beth, a su espalda no dejaba nada en falta, echaba la vista hacia delante y allí tenía a sus llamativos compañeros, que aunque, con un poco de desconfianza dejaban un rastro agradable para mi, de lucha y esperanza... cogí mis pertenencias (incluyendo el gancho, que creo que no lo había dicho) y me monté en aquel carro y partimos.

el viaje iba de momento, calmado...aunque todos teníamos en la cabeza las desapariciones y el próximo habitante de Beth, todos se limitaban al silencio del camino, a los detalles visuales que entre sombras y luces dejaba entrever el amanecer, para romper un poco ese silencio, sin que nadie me mirara, saqué la Ocarina e intenté que los pensamientos negativos remitieran, con una suave armonía..

aunque, me evadía a ratos y dejaba de soplarle.. 

Nürlane intento romper el silencio del viaje con una melodía, Mientras Elathiel preguntaba por el antiguo miembro de la hermandad poseido por Beth el elfo Silvano Lycyn, Llorense  guiaba por buen camino el carro, las horas pasaban y a ese ritmo llegarían a Forsek en un par de horas al entrar la tarde como estaba previsto, tal vez allí podrían comer y descansar algo, antes de ver al padrastro de Ruz y dejar el carro.

No los vieron llegar hasta que la multitud estaba demasiado cerca como para hacer algo, eran media docena de hombres, caminando en fila, con picos y carros llenos de herramientas. al veros llegar por la dirección contraría os paran para preguntar.

Buenas, os dice un hombre de unos 30 años, de pelo y barba muy oscura y la tez palida de tomar poco el sol, Somos mineros de Forsek y vamos a Ciudad Gris, si venís de allí nos podrían informar que tan grande es el tunel a tapar, hemos recibido una misiva que como mineros nuestro trabajo es esencial para tapar la destroza.

En seguida el centener de ciudadanos se detienen y los primeros en cabeza se escuchan a escuchar la información requerida.

Los más jóvenes se quedan mirando vuestro variado grupo, un enano, un Hobbit, humanos y una hermosa elfa, pocos han tenido la oportunidad de ver a una elfa de cerca y no se esconden al buscar sus puntiagudas orejas.

Otros al ver el enano se sienten cómodos pues los enanos tienen fama de ser buenos mineros y mejores cavadores en las duras rocas de las montañas nubladas y de hierro.

Como tenía previsto el hermano de Malleus se adelanto al carruaje para explorar el camino a seguir,aunque no era muy ducho para esa tarea me vi obligado ha tirar del carro (realmente fue más fácil de lo que pensaba, nada comparado con cabalgar), la chica elfo pregunto por Lycyn, pero no me apetecía en aquel momento hablar de él, tenía un profundo pesar había acabado con su vida (si es que quedaba algo de él en el cuerpo poseído por Beth).

No había pasado mucho tiempo cuando nos cruzamos con unos mineros que se dirigían a Ciudad Gris para arreglar los desperfectos que había ocasionado el gusano gigante. Siempre había tenido un afecto especial por aquella gente, aun sin ser de mi raza trabajaban duro en los túneles y aprendían eficazmente un oficio agotador.

Desde mi asiento salude a los mineros ya que ellos fueron respetuosos y educados con nosotros. 

Buenos días, efectivamente venimos de Ciudad Gris y van a tener trabajo, el agujero por el que pregunta será más o menos de 15 por 15 metros, el monstruo que lo hizo era realmente grande, aunque ya no tienen nada que temer la ciudad es segura. 

Un Hombre de unos diez años mayor se os acerca para veros mejor con interes al escuchar a Triton.

Pero no los reconoceis, este grupo son nuestros paladines, estamos ante la misma Hermandad...

Ante esas palabras se comenzó a hacer un coro al rededor del carromato de medio centenar de mineros, que algunos aprovecharon para manosear a sus miembros e intentar romper algunas vestiduras para tenerlas de recuerdo o como amuleto.

Oh!!, estamos ante  la Hermandad en persona, somos afortunados; pues si ellos dicen que es segura la ciudad les creo, ¿es vedad las historias que cuentan como que os habéis  enfrentado a un dragón ? y que teneis tales  poderes como la  de trasformaros en un demonio de fuego. Otros dicen que habeís estado en la torre del mago blanco. . .

Y así las preguntas se disparaban una tras otras, cerrando el coro.

Rapidamente el carro se vio en vuelto y comenzarón a aparecer manos indeseadas desde todos los angulos, las primeras veces solo se apartó, todo lo que se podia en el carro pero a la elfa se le acabó la paciencia. Ella por suerte no era de la hermandad, aún, quizá nunca, estaba por ver.

Se puso en pie, retiró la capucha para que se quedase buena constancia de que era una elfa y el caracterísitico sonido de metal contra metal de una espada se apreció entre todos. Amenazó con la punta de esta a nadie en concreto.

¡Al que me vuelva a tocar...! Miró a tritón, que a su parecer era el lider, para que pusiese orden a su gusto o lo haría ella y los elfos no eran de hacer amenazas, eran de hacer promesas solemnes.

Los mineros reconocieron nuestro grupo, algo que no era de extrañar ya que un grupo tan variopinto no era fácil de encontrar por aquellos parajes, la gente comenzó a encimarnos...quería tocarnos y en lo posible conseguir algo nuestro como recuerdo, la situación era bastante agobiante, y eso se reflejo en la elfa que enseguida se levanto y amenazó al gentío.

SERA MEJOR QUE SE APARTEN TENEMOS MUCHA PRISA Y NO PODEMOS PERDER EL TIEMPO, dije con voz sonora para que nos dejaran en paz y pudiéramos seguir el camino, avivé a los caballos para que el carromato de pusiera en marcha de nuevo, no podíamos perder más tiempo entre aquella gente.

Buena Gente, llegaros a Ciudad Gris, dad noticias de que seguimos bien. Ayudad a reconstruir los destrozos, y dejadnos seguir nuestro camino. Hay poco tiempo para festejos y vítores. Quizás a nuestra vuelta, podamos brindar con una jarra bien fria de cerveza, todos juntos y que algun juglar recite las hazañas de la Hermandad y sus amigos.

Y en ese momento, miro a la Elfa, debe entender que esta gente está asustada y nos adoran como heroes, y piensan que un trozo de algo nuestro les protegerá.

Baja el Arma bella Elathiel, estos no son nuestro enemigo.

Llorense, arrea a los caballos para que el carro reanude su camino.

Sam iba sentado en el pescante al lado de Llorense y de vez en cuando echaba una ojeada a los alrededores por si pudieran ser objeto de un asalto.

Cuando la cosa estaba más relajada rellenó su pipa con tabaco y la encendió con un gesto mecánico aspirando intermitentemente.

-¿Gustas?, ofreció a Llorense pasándole la pipa mientras exhalaba el humo en círculos concéntricos de blanco humo.

Meditó sobre los compañeros caídos, los perdidos y sobre los que se habían incorporado recientemente. Examinó con aire divertido a sus acompañantes. Sin duda eran una comitiva digna de ver.

Le pareció curioso que la elfa preguntara sobre Lycin justo cuando el mediano había estado pensando en él, pero concluyó que era natural dados los acontecimientos y que ella misma pareciera proceder de la misma tierra que su malogrado camarada.

Esperaba que alguien le relatara a la elfa la historia de su compatriota y viendo que nadie se decidía iba a hacer lo él mismo cuando un grupo de fornidos mineros les salieron al paso.