Partida Rol por web

Tuvo que contener una carcajada...

Había dormido un par de horas, y le entró gana de mear; cosa normal, por la ingesta de cerveza de unas horas antes. Hizo uso del lugar "discreto e íntimo para hacer tus cosas sin que ofenda a los demás", que hacía las funciones de aliviadero, en una esquina. "En peores sitios lo he hecho", pensó al soltar el chorro y aliviar la vejiga allí.

De vuelta a su sitio, le costaba quedarse dormido, y pudo oir lo que salía del cuarto de guardia; le importaba un pito, la verdad, que el pringao ese quisiese dejar Ingenieros y pasarse a Carros... es más, le diría que estaba loco, que Ingenieros era mejor destino... aunque solo fuese por llevar la contraria, pues no tenía conocimiento directo del estilo de vida en una u otra unidad; al final, pensó, eso depende más de la gente que te toque, y de los jefes a los que tengas que lamer el culo, que del destino en sí. En parte se lo aplicaba a su actual situación, pues no tenía ni pajolera idea de que le depararía este destino...

Aguzó el oído cuando uno de los de la guardia, que probablemente no eran PM, sino un retén de tropa normal, como él, pedía atención a lo que decía el de la BBC... Y por eso se sonreía, porque mentalmente estaba viendo la escena que narraba el locutor... un combate a pedradas, a lo que probablemente seguiría un concurso de bofetadas a mano abierta, y finalmente, un partido de... a lo que quiera que jueguen los Krauts... le parecía una soberana tontería sin sentido lo que llegaba a sus oidos: por una parte, parecía una invasión, por otra, un cachondeo...

... Pero en fín, pensó, Austria... eso, aunque suena parecido a Australia, pillaba lejos, bastante. Vamos, que no era problema suyo... Si acaso, que se preocupasen los franceses, que eran los vecinos de los Boches

Pero algo le decía que... lo mismo que ellos habían empezado a hostias con los escoceses, y habían terminado como buenos amigos, descubriendo incluso lazos familiares entre algunos, los austríacos y alemanes lo mismo acababan igual, con una cogorza a base de cerveza y el aguardiente ese que les gustaba... schnapps o algo así se llamaba.

... O sea, que ahora empezaba a imaginarse a una legión de PMs alemanes y austríacos recogiendo a miles de borrachos y encerrándolos en calabozos saturados como este, con un cierto olor a meado en el ambiente...

12 de marzo de 1938. Martes. 02:02. Nueves y claros. Sin viento. 12ºC. Fort Rock. Base del Royal Ingeniers Corps En la localidad de Credenhill (Condado de Herefordshire) Inglaterra (Reino Unido).

Tras aliviar el esfínter, y luego, acomodarte como el resto, consigues dormir más incómodo que feliz, pero al final de cuentas bastante … bien.

Te levanta, de un sobresalto, el ruido que hace el golpeteo del casco típico de PM al tropezar con los barrotes. No había sido intencionado, pero al principio lo pensaste. El tio lo portaba enganchado del cinturón, y al pasar pegado a las rejas, tañó en unas cuantas ocasiones. El tipo se apartó un poco y recolocó el casco en su asidero del ceñidor. Le acompañaba un capitán de infantería. Este, con el uniforme de la Gran Gerra te llamó la atención. Era joven. Te hacía recordar a los ANZAC de hacía 20 años.

"- ¿Papá?" Hubieras pensado en un momento dado, si no fuera porque cuando habló, su voz era sustancialmente distinta. no tendría ni 25 años. Lo que si te hizo sentir extraño fue el calzado. Con esa ropa portaría unos zapatos, pero bajo esos largos pantalones estaban camufladas unas botas de colorachos. Algo que seguro los ingleses se tomarían muy mal, pero nadie parecía darse cuenta. Y menos los cabrones de los PM.

- Por favor, sáquelos de la celda y que formen con el resto. Se dio la vuelta. Ese giro si fue muy protocolario e inglés. Mietras sonaban las llaves, también resonó el taconazo que dio en el giro y sus pasos alejándose.

Si hay que caracteriza a los ejércitos en general, y al que pertenezcas en concreto en particular, es la falta de delicadeza a la hora de despertar a la gente; sinceramente, lo piensas friamente, y parece de un sadismo fuera de lugar. ¿Qué más les daría hacer tañir una campana en la lejanía, o un toque de corneta, -pero siempre a cierta distancia-, o una voz de ¡A comeeeer!!!! ?... pues no... parece que algún psicópata debía pensar que era mejor hacerlo a lo bruto, sin cariño; y menos mal que no fue un cañonazo, sino los golpes de casco de un guripa torpe contra los barrotes... Había pocos ruidos que le despierten de mala leche: y acababa de descubrir uno más, justo este; más o menos al nivel de un mosquito zumbando junto a la oreja.

El caso es que todos los durmientes, contra su voluntad, se despertaron bruscamente por el sonido metálico rítmico; y es que el muy... no solo dió contra uno o dos barrotes, ¡¡es que dió a más de 10!!... Por un momento, a Tom se le pasó por la cabeza que algún mendrugo podría haber ido contando los golpes y deducir, cándidamente, que estaban dando las horas... Alertado por los ruidos, y teniendo claro que venía alguien, rápidamente echó un vistazo a Flannagan; como cabía esperar... ¿como demonios...?... parecía que seguía dormido; quizá fuese cosa de los golpes de la víspera, que le dejaron ablandada la mollera, pensó, o... bueno... también era muy propio de Flannagan, ahora que lo pensaba con más lucidez.

Sacudió el hombro a su amigo; no tanto porque pensase que les fuesen a sacar, sino porque lo mismo traían el desayuno, y para eso tendrían que estar listos los dos. Obviamente, sus amigos los escoceses, rápidos de reflejos, también parecían bien despiertos, al igual que el resto de habitantes el calabozo, que escrutaban con curiosidad hacia la reja, a ver quien se les aparecía...

... Y quien aparecío...; se le hizo extraño; no porque fuese un capitán, que ya había visto a muchos, sino su indumentaria. Si algo sabía es que en el Ejército Británico y del resto del Imperio, la uniformidad y la observación del reglamento en cuanto a equipamiento personal, eran un tema de auténtica obsesión a todos los niveles. Por fortuna, allá, en Australia, el tema era un poco más relajado, pero durante el viaje a Inglaterra ya les habían repetido hasta la saciedad que tenían que comportarse como Dios manda, no escupirse a la punta de las botas (y dejarlo ahí, sin limpiarlo), e intentar que no les castigasen contínuamente por ir como unos zarrapastrosos... Pues bien, el Capitán que ordenó la apertura de la puerta llevaba un uniforme, cuanto menos, "irregular".

A la orden dada de que les permitiesen salir y formar, no hubo que hacerse de rogar, y asiendo por el brazo a Flann -no fuese que se empanase y se quedase dentro a seguir durmiendo... que ya se conocían-, salieron ambos australianos sin mirar atrás, ni confirmar si venían todos, o si la orden sólo valía para unos cuantos de ellos. El caso era salir de allí, que si no, a saber hasta cuando les dejaban encerrados. De hecho, no parecía que, de momento, hubiesen dicho nada a nadie sobre la transcendencia o consecuencias de los hechos de la víspera, así que lo mismo se libraban de algún castigo, pero era preciso ser diligente y poner tierra de por medio respecto al calabozo.

... Y así, salieron; aún era temprano, y no tenía clara la hora que era, pero buscaron donde ponerse en fila, y formar, como mandan el Reglamento y las buenas costumbres militares... Ya se enterarían de por qué el oficial vestía de esa guisa... Incluso se le pasó por la imaginación que podría ser un sonámbulo, ese su pijama, y no le querían despertar por si le daba un patatús... Cosas más raras le habían contado...

12 de marzo de 1938. Martes. 06:53. Nueves y claros. Sin viento. 7ºC. Fort Rock. Base del Royal Ingeniers Corps En la localidad de Credenhill (Condado de Herefordshire) Inglaterra (Reino Unido). Patio de Armas.

No había nadie para organizar la formación.

Había más cabos, pero todos cuchicheaban entre ellos. No había nadie de más rango. Erais 26, contándote a ti. En la distancia la PM miraba desde la puerta del puesto donde habíais pasado una agradable noche con un magnífico despertar y un desayuno de ensueño. Todo maravilloso. Por daba la lata el vientecillo que solía azotar estas islas. Escuchaste alguna vez, que de voz de un inglés se decía:

"Si no te gusta el tiempo inglés, no padezcas, y espera 15 minutos".

Que cachondo el tipo. Pero por mucha memoria que hagas, no consigues recordar quién soltó tremenda lindez. Lo que si te venía a la mente es el rostro de la chica de anoche.

"Como un corral... esto era como un jodido corral", pensó, con las gallinas cloqueando en grupos, buscando algo de grano para zampárselo... Eso es lo que parecía el grupillo que estaba en el patio de armas; serían como una sección o algo parecido. Se fijó en que no había suboficiales a la vista, y que... tampoco nadie había dado la orden de "a formar"; el caso es que, mientras nadie la diese, ninguno parecía tener la menor intención de hacerlo...

... Y es que se seguía una máxima militar tan vieja como el mear para adelante: "no destaques". Y es que sería inevitable: si alguno osase lanzar la orden e intentaba que el rebañ... el grupo, formase a tres filas, primero, sería muy dudoso que alguien le hiciese el menor caso; segundo, y casi lo que es peor, el resto le miraría de mala manera, y la gente pensaría que sería alguien con "aires de grandeza", "complejo de suboficial" o lo que fuese; y eso, entre desconocidos que lo mismo terminan en el mismo pelotón o sección, no era buena idea, no señor.

Así que hizo lo más inteligente: controlar lo mejor posible a Flannagan, no sea que él fuese el lumbreras que llamase a formar... porque eso tendría dos efectos negativos: sería el foco de atención, burlas e iras del resto, y segundo,... a alguien se le podría ocurrir ascenderle a Cabo Primero... se estremecía sólo de pensarlo... sería horrible, espantoso... no, no debía suceder; era muy buena gente, pero no el tipo adecuado para mandar sobre un grupo de soldados... y eso que estaban en tiempos de paz; en tiempos de guerra, tenerle al mando era una condena segura de muerte para todos...

Oyó una referencia al clima inglés,... y no pilló el sentido de la frase, pero proveniendo de un nativo, podría esperarse casi cualquier cosa... como que apareciese un poco de la celebérrima llovizna típica del país, y que tuviesen que terminar formando empapados...

Era un fastidio, estar allí esperando, pero en el Ejército, casi siempre era así... había que estar siempre esperando algo....
Por lo menos, intentaba entretenerse pensando cosas más amenas; tuvo la tentación de fantasear con la chica de la noche anterior, pero ... sería mala cosa distraerse en este momento: llevaban pocas horas en lo que sería su nuevo destino, y si se empanaba ahora, estar en el sitio incorrecto y no enterarse de algo importante, podrían tener alguna mala consecuencia....

-Flann, atento, en cuanto menos lo esperemos, alguien llamará a formar, tenemos que estar atentos y no ser ni los listillos que lo hagan primero, ni los lentorros que se queden rezagados; atento a los grupos.

Evitar destacar implicaba no ser ni los primeros, ni los últimos... y a eso estaban, y con los ojos bien abiertos...

De la segunda planta apareció el capitán con una orden y una voz muy cabrada.

- ¡A FORMARRRRR¡.

Había ira en su voz, tanta que no dudó nadie en empezar a moverse. Lo típico era por altura. El más alto el primero de la izquierda, el siguiente más alto, a su derecha. La cantidad de gente era la ideal para formar de "a tres" así que por la fuerza de la costumbre os salió.

La ventana dio un golpetazo al cerrarse que os dejó con los pelos del culo de punta. Incluso resonó en el patio de armas. El PM que cotilleaba se "escondió" en su "guarida".

Ya cubiertos, todos quedasteis en firmes.

12 de marzo de 1938. Martes. 07:31. Nueves y pocos claros. Se está levantando un leve viento que huele a humedad. 6ºC. Fort Rock. Base del Royal Ingeniers Corps En la localidad de Credenhill (Condado de Herefordshire) Inglaterra (Reino Unido). Patio de Armas.

Y seguíais en firmes.

Visto y no visto

Cuando lo tienes mecanizado, tardas escasos segundos en conseguir una formación en condiciones, y dado que todos proveníamos de ejércitos con reglamentos con casi todo en común, no hubo apenas más que el ruido de los pasos, y miradas de uno a otro para comprobar quien era más bajo que el otro.

En cuestón de segundos, los 26 estabábamos impecablemente alineados, en posición de firmes, a la espera de órdenes y como si el tema de un posible cabreo del capitán al vernos antes a nuestro aire, simplemente no fuese con nosotros. Tres filas, dos de 9 y una de 8. Mientras esperaban, se le pasó por la mente, que no habría ni suboficial ni cabo primero que diese la novedad y el recuento de los presentes cuando el Capitán apareciese ante ellos...

... pero eso no era su problema: él era uno más en la formación, simplemente.

... Y lo que sí parecía es que, finalmente, lo mismo terminaban empapados por obra y gracia del benigno tiempo inglés... Pero tampoco era que le preocupase demasiado... A fin de cuentas "solo era agua"

Por el rabillo del ojo intentaba buscar caras conocidas, en especial a Flann, aunque estando en formación cerrada, le preocupaba menos; por fortuna, su antigüa dislexia ya era cosa del pasado, y conocía los truquitos para no liarla a la hora de obedecer a una orden de variación....

El mayor de los McStunt apareció en escena. La inflamación del ojo izquierdo no se lo permitía abrir. Además, el ojo tenía un color violáceos con tintes granates y morados. Llegó cojeando. Uno de los pies … lo arrastraba. Pero eso fue una hora después de formar. Lo sabías porque el reloj principal del patio estaba ante vosotros.

Se puso en firmes, ante el rectángulo imperfecto que formábais y parecía que estaba a punto de dar una orden. Tomó aire y notaste que todos los presentes estaban atentos a la orden que el gigantón escoces fuera a dar.

12 de marzo de 1938. Martes. 09:13. Nueves. LLovizna leve (orvallo). 6ºC. Fort Rock. Base del Royal Ingeniers Corps En la localidad de Credenhill (Condado de Herefordshire) Inglaterra (Reino Unido). Patio de Armas.

Y allí permanecíais. En firmes. Esperando. Alguno ya hacía movimientos, al estilo de cambio el peso de un pie al otro, para acomodarse. Otros sacudían la cabeza, para espantar las gotas que caían o se filtraba por su prenda de cabeza.

Uno de los canadienses pidió permiso. Se ve que quería ir a mear: - Permiso para salir de formación. Lo intuiste por el movimiento que hacía con las piernas. La voz fue firme. El soldado escocés se lo concedió: - Salga de formación Cabo. El canadiente se dirigió al escoces y en voz baja le explicó algo que no entendiste. Luego lo siguió otro … y a los pocos segundos otro más. También cuchichearon con el "armario empotrado de madera Highlander". El hombretón que viste por última vez a través de los barrotes de un camioncillo de la PM asentía sin decirles nada. Estos se marchan todos en la misma dirección. Pero algo te llama la atención. Bueno, mejor dicho dos cosas. Flannagan se empieza a mover. Está inquieto. como es más o menos de tu altura, está a tu derecha. Tú estás en la columna central. Otra es que tú también te estás meando.

El tiempo trancurrió lento..., muy lento.... La sección mantuvo la formación; se notaba que no había bisoños, y que todos llevaban ya su tiempo en el oficio. A la noche sucedió el día, y al frío húmedo, una llovizna zarrapastrosa, triste, que hacía el día más gris de lo que era; los estómagos protestaban, pues el desayuno parecía que había pasado de largo, y nadie lo había catado. El aburrimiento hacía presa de todos ellos, y solo la incomodidad del agua resbalando por el pescuezo de algunos, conseguía aliviarlo... vaya mierda de alivio, pensarían. Los australianos, con sus prendas de cabeza, por contra, estaban parcialmente a salvo de esa sensación, y esta lluvia chuchurría... tendrían que ver los de aquí como es una verdadera tormenta australiana... de esas que, en medio del más caluroso de los veranos, convertía el terreno seco en un pantano, en cuestión de horas, como si todo lo que tuviese que llover en un año, lo hiciese en apenas media mañana...

El caso es... que aparecío Kyle McStunt, mas, en lugar de tomar posesión en un lugar de la formación, y en los lugares de delante, como correspondería a su talla, se quedó ante ellos, enfrentado... Extraño; Thomas fijó su atención en él, en busca de un gesto, algo que le distinguiera, aparte de las abolladuras que lucía, claro... pero nada; estaba... impertérrito, como si le hubiesen metido un palo por el culo, y tuviese miedo de moverse, no fuese que se le metiese más dentro.

El silencio se rompía por los sonidos propios de 26 tíos que intentaban no hacer ruido; sonidos imperceptibles, pero que el silencio reinante maximizaba: roces de ropa, deslizamiento de suela sobre la tierra ya mojada, respiraciones irregulares a veces, algún bostezo que no terminaba de romper, algo que recordaba a alguna ventosidad -Afortunadamente, no soplaba aire, así que no le llegó señal de flatulencia por ese sentido, pero se concentró en vigliar al de delante suyo, no fuese que se le fuese alguno silencioso-

Pasaba el tiempo... depacito. Se iban calando... despacito... Y como suele pasar, empieza el desfile de meones; "es normal, pensó"... lo que no era normal... todos los que pedían permiso y salían de formación..., no volvían, y eso que hacía ya rato que empezaron a desfilar... así que una de dos, o estaban aprovechando para descomer, y tenían problemas para ello,... o simplemente, irse significaba no volver. Pero irse... ¿a donde?. Sentía que Flann empezaba a estar inquieto; por su parte... demonios... pese a la meada mañanera, en que desbebió la mayor parte de la cerveza de la noche... la lluvia, el chorrillo de agua que caía de los aleros del tejado, y que impactaban contra el suelo, provocando salpicaduras en el charco en que caían, cual pequeña catarata... "¿Pero por qué coño tengo que fijarme en esas cosas????"  Se dió cuenta de que le estaban entrando unas ganas malas de mear... o por el frío, o por el agua que veía por doquier, o porque ya era hora; el caso, es que no podía dejar de pensarlo...

-"Si abandonas, no vuelves... Y depués...¿que?... Aguanta, Tom, ¡aguanta!"

12 de marzo de 1938. Martes. 09:55. Nubes y pocos claros. LLuvia intensa y vientecillo que azota tanto las ropas secas como las mojadas. 5ºC. Fort Rock. Base del Royal Ingeniers Corps En la localidad de Credenhill (Condado de Herefordshire) Inglaterra (Reino Unido). Patio de Armas.

Tu cuerpo no podía más, así que descargaste, intentando que no fuera especialmente ruidosa la meada. Por lo menos la tela y la incesante lluvia lo atenuaban. 6 más habían marchado. Ya no había ni una docena allí. 11 hombres, dispuestos de una formación que había ido perdiendo miembros. El capitán se plantó ante vosotros, en lo más fuerte de la lluvia. Os miraba fijamente. Su mirada era tan intensa que parecía que estaba escudriñando tus pensamientos más profundos, que entre otros, pensaban por las piernas de la chica que se escapó anoche por culpa de la pelea.

- Una oportunidad perdida.

Aún así estabas satisfecho. No habías tenido que soportar bajo piel propia … o mejor dicho, sobre esta, la textura y delicado tratamiento que propinaba, de forma quirúrgica y cariñosa la policía militar a sus pacientes. Uno de los escoceses se movió. Sus hermanos no tardaron en abalanzarse sobre el hombre que se desmayaba. Empezabas a sentir que tu cuerpo desfallecía. Se nublaba la vista. Tus fuerzas desaparecían poco a poco, y el calor que te dedicaba la "meada" se había perdido hacía rato, sitiendo más frio incluso que antes. El viento era lo peor.

El Hermano Mayor les señaló. Los escoceses "pequeños" desaparecieron de tu vista.

- ¿De verdad merecía la pena esto? Y al final de cuentas: - ¿Para qué? Empezaste a notar que eran unos pensamientos, tan reales como derrotistas. ¿Qué querías hacer? ¿Soportar aquello o dejarte de gilipolleces y almorzar de una puñetera vez? El frio atería tu cuerpo, el hambre no era mucho, pero sabías que un resfriado no te lo quitaba ya nadie. Ni aunque te metieran en una bañera de leche de burra, calentita, con todas las "burras" del pueblo en pelotas.

Uno de los canadienses movió el peso del cuerpo, de un pie a otro, para estar más cómodo. El capitán lo señaló y también desapareció de tu vista.

Quedan 7. Los 7 últimos.

... Solo 7... 7 de ¿cuantos? ...26, creo recordar; llevaban cosa de tres horas o algo más... en circunstancias normales... no sería la primera vez que les hacían formar un rato largo... pero la maldita lluvia; adivinaba los temblores de la gente, empapada. Algo no le cuadraba, no sabía lo que era, pero el instinto le mantenía alerta... tal vez... quizá fuese una prueba, una prueba tonta para ver quien se libraba del castigo,... porque la mayoría habían salido del calabozo, así que podría ser eso.

A su lado Flannagan aguantaba, y bien... parecía que estaba pensando en sus cosas; era un tipo que no dejaba de sorprenderle, por más que le conociese casi de toda la vida -y sin casi-. Podía ser torpe a veces, o casi siempre, pero de repente, cuando menos te lo esperabas, hacía algo a la perfección.. y parece que eso de estar sin hacer nada, se le daba de vicio.... Así que... se reducía a eso... aguantar... al menos mientras lo hiciese su amigo: si iban a salir de esta ducha al aire libre, camino del desayuno, sería juntos; no pensaba dejarle aquí, como un panoli, mojándose, porque le conocía, y sabía que no querría moverse, por cabezonería, hasta caer redondo o que les ordenasen romper filas...

Tres horas... empapados y sin moverse... y encima, en ayunas... y ya de lo de mear, mejor olvidarse...

12 de marzo de 1938. Martes. 10:12. Nubes y pocos claros. LLuvia intensa y vientecillo que azota tanto las ropas secas como las mojadas. 5ºC. Fort Rock. Base del Royal Ingeniers Corps En la localidad de Credenhill (Condado de Herefordshire) Inglaterra (Reino Unido). Patio de Armas.

Flannagan empezaba a desfallecer...pero tu también. Ya lo veía moverse muy levemente, como si fuera el badajo de una campana. Entonces un grito del capitán te hizo quedarte tieso como una vela. Incluso tu engarrotada espalda se quedó como si fuera de cristal. Tenías miedo que la fragilidad de este hiciese que se rompiese, con las miles de estrellitas que circularían ante tus ojos por esa sensación.

-¡ATENCIÓN!

Flannagan dio tal respingo del susto que casi botó: - ¿Se habrá dormido el muy hijodeputa?

- Tras romper filas corran hacia el camión que está en la entrada de este cuartel, suban y esperen instrucciones allí.

Inspiró profundo, tanto que varios botones de su vieja guerrera pidieron clemencia.

¡¡¡ROMPAN FILAS!!!

Resonó la voz por todo el patio de armas, de tal manera que incluso durante un instante el agua cambió de sentido y te parecí que ascendía, escapando de allí.

La voz del capitán hizo que todos, y no solo Thomas, diesen un respingo, y desde su posición de firmes, se notase que aún se ponían más tiesos si cabe... efectos de la disciplina, de los años de entrenamiento, y de las costumbres adquiridas. Mojados como estaban, en una formación que era más huecos que formación propiamente dicha, los apenas siete que quedaban, no pudieron dejar de sentir alivio ante la orden de moverse... sus espaldas lo agradecerían, aunque no cabía duda de que les costaría "arrancar a moverse", por el frío de la mañana, que podía afectarles a los músculos. Thomas lo sabía... movimientos rápidos en frío, no son buena idea, que luego te duele hasta el alma.

No obstante, la orden fué seguida con presteza, y aprovechó para pegarse a Flannagan, corriendo al mismo ritmo, mientras iban en busca del camión, y aprovechó para intentar resolver la duda que le estaba carcomiendo...

-¡No me digas que has conseguido quedarte dormido de pie!!!

... Sabía de gente que lo había conseguido, pero cayéndose de bruces... un estado de sueño ligero, sin que se notase... sería raro... o lo mismo, simplemente se había relajado pensando en sus cosas... Flann siempre era un misterio. Según corrían, echó un vistazo alrededor... solo siete... siete de 26... una cuarta parte.

Sin pensar mucho más, junto al resto, alcanzó la caja del camión, y los primeros, para hacerlo todo más rápido, tendieron sus manos para que los demás subiesen... era como si hubiese prisa por entrar todos, y que pudiesen cerrar la lona trasera y entrar en calor cuanto antes, pues en cuanto se sentasen, empapados como estaban, era bastante obvio que se quedarían fríos, y empezarían a tiritar como cachorros en la nieve.

Ahora que tenían tiempo, podían pensar... pensar en qué sería de ellos, y por qué los habían dividido en estos dos grupos... qué sería de los que no mantuvieron la formación, y cual era el objetivo de todo esto...

... Pero, en lo más inmediato, por fín podían soplarse las manos, para que el vaho caliente pudiese templarlas, y resguardarlas bajo las axilas, pues ahora se daban cuenta de que casi todos habían perdido algo de sensibilidad en ellas por el frío húmedo de la agradable mañana de la campiña inglesa...

Y Thomas sentía que el estómago protestaba sutilmente... un desayuno... un té caliente... estarían bien...

El único soldado escocés que quedaba en el grupo ayudó al resto a subir. Los últimos fuisteis tú y él, que además, aupasteis sobre la caja del camión, que salía un extraño resplandor y un olor que activaba las papilas gustativas. Su rostro, mojado hasta decir basta y pálido por el frio, no era capaz de disimular los morados de los golpes de la noche anterior. Incluso resaltaban más aún. Entre los dos le disteis a Flannagan un buen impulso, que por los gritos de dentro, maldiciones y protestas, estaba claro que no había caído bien. Más bien, había caído encima.

Había sonado como tazas de lata, de la de campaña que cubre la cantiplora desparramarse por el suelo. Además algunas de las maldiciones incluían un: "- … quema, quema, quema …", bastante afectado.

Sonreísteis ambos y te ayudó a subir.

... ya dentro de la caja del camión, cuando se quiso dar cuenta, alguien le había puesto en la mano una taza caliente por el líquido que contenía.... Qué deliciosa sensación, calentarse las manos con ella... Vió que Flann estaba bien, sentado y bebiendo con calma, y que el resto de la gente, con aspecto cansado, empapado, guardaba un silencio, casi religioso, con las tazas en las respectivas manos...

Volviéndose al escocés, Kyle, no puede evitar quedarse mirándole los moratones... incluso alguno se diría que está hinchado..., pero no parece nada especialmente grave; al menos, no en la cara, pero no duda que tendrá otras "sutiles caricias" repartidas por otros lugares....

-Caray... te dieron de lo lindo... Oye, tus hermanos, ¿donde estarán ahora?

... pues pese a no conocerle, supongo que estará en parte preocupado por no tenerles el ojo encima... Y tras sorber un poco del líquido caliente, continúa con otra pregunta...

-Y... ¿esto?... ¿a que ha venido?, porque si era un castigo por lo de anoche... no tiene sentido que nos hayan separado del resto...

Te giras, y miras fuera del camino, para darle la mano al kyltero, pero este te hace un gesto como que no hace falta. Se cuadra, mientras le comentas eso, y te saluda militarmente. - Seguro que están en la cantina comiéndose hasta las sillas. Reis juntos y da dos palmetazos en la chapa del camión. Este se pone en marcha. El zarandeo casi te tira, y quedas sentado en la rodillas de un irlandés, pero el que protesta es el galés de su lado, que le has tirado la sopa caliente encima y les has cocido las …

- MIERDA, otra vez. Grita dolorido. - Os queréis sentar de una puta vez. Como alguien me queme otra vez lo tiro del camión. Sonaba tan amenazante … que lo creíste perfectamente. Incluso tu "silla" se quedó todo tieso, pensando que sería él quién sería apeado de malas maneras … y en marcha. El más feliz era Flannagan. Tirado en el suelo, retozando como un cochino en la sopa caliente que estaban repartiendo. Además tenía una taza toda llena y la sorbía con sonoros y desagradables tragos.

Con todo el barulo y la bronca, no eras capaz de adaptarte al momento. Tu alma había quedado allí, en el suelo, con el escocés. Con el último escocés.

Aun sin tener muy claro de que iba la situación, por lo menos, estaba tranquilo; era un grupo heterogéneo, cada cual de un rincón distinto, pero no se veían -todavía- tiranteces.

Poco más podía hacer, sino acomodarse lo mejor posible, y esperar... siempre esperar... la vida del soldado siempre es igual... esperar, esperar y seguir esperando...

No lo tienes demasiado claro, pero crees que en su boina has visto algo metálico. Un distintivo o algo. No sabrías decir lo que era, el dibujo que tenía ni nada pero era de color dorado … o bronce.

Te susurran: - Olle, te importaría sentarte en otra parte, mientras te ofrecen una taza de latón con sopa caliente.

Parece que Flannagan retoza como un cochino y disfruta como una piara.

En el camión no se está tan mal, pensó; al menos, el ambiente se estaba caldeando, y la lluvia plomiza no nos calaba más... Era imposible secarse en esas circunstancias, pero por lo menos, no entraba viento; era cuestión de apelotonarse un poco y evitar perder calor, mientras la sopa te iba calentando por dentro...

Intentando no pisar a nadie, buscó un nuevo lugar; obviamente, quienes ya habían conseguido sitio, tenían los mejores, los del fondo... excepto Flannagan, que... bueno, va por libre; pero era curioso... a todo el mundo parecía darle igual, así que prefirió dejarlo estar, que no era plan de andar cuidándole todo el santo día.

Ya encajado entre otros compañeros, aunque, quizá, demasiado cerca de la apertura trasera del camión, volvió a fijarse en la boina del escocés... no exactamente en ella, sino en el emblema; este... no le sonaba especialmente; tampoco es que llevase tanto tiempo entre los británicos como para conocer su amplia gama de símbolos regimientales, pero ... a fín de cuentas, no sabía de qué tipo de tropa provenía el resto. ¡Lo mismo eran todos artilleros y ellos eran los únicos infantes!... o peor ¡zapadores, y les ponían a cavar zanjas y minas como unos posesos!!...

El caso... por hacer algo, porque con ese tiempo... ganas de hablar de cricket lo mismo no tenían, y sólo se ocurrían un par o tres de temas... lo que podría estar pasando entre austríacos y alemanes, o lo terriblemente jodido que estaba pasando en España, que eso sí era un jaleo gordo, y no lo que pasaba entre Krautts, o,... de donde era cada uno en el camión.

-Bueno, como parece que tenemos para rato... ¿de qué unidades provenís? Mi amigo Flannagan y yo, que me llamo Thomas, o Tom, si lo preferís, somos de la Real Infantería Australiana... Los demás, ¿también de infantería?