Partida Rol por web

La letra con sangre entra... esto era lo que iba pasar... Thomas se había dado ya cuenta: bajar la guardia un instante era cagarla, y cagarla era castigo... así les iban a forjar; les iban a tener en contínua tensión hasta que ese fuese su estado natural, atentos a todo.

Lo de verificar el arma... tal vez fué de chiripa... una buena costumbre; en el caso de los que no lo hicieron, tal vez fuese obra del cansancio, o del azar, pues... de haber recogido el fusil tras ellos en vez de antes, al verles comprobar la recámara, posiblemente habrían hecho lo mismo. Todos esperaban ya órdenes en silencio, quizá pensando lo mismo "¿donde coño nos hemos metido?"... pero había que seguir, aguantar, y no pensar sino en estar atento a todo... absolutamente a todo...

La siguiente orden.... ¡Aleluyah!, calar bayonetas, dejar los fusiles en pabellón e ir a comer... Visto como iba siendo el día, tras el alegrón inicial, fué calar las bayonetas inglesas ... básicamente, "un pincho"... y empezar a temerse una nueva sorpresa; y lo malo, que no la vendrían llegar. Con esa idea rondando la cabeza, se dirigieron, siguiendo en parte a su nariz, a donde se supone que estaba la comida...

La comida se servía en una bandejas de chapa, con espacios para los alimentos. Había sitios en el que ponían un cuenco donde el espacio redondo, … y diferente menaje. Era una forma de ensuciar menaje, y bandeja. Vosotros comeríais directamente de la bandeja. Una sopa, presumiblemente de poyo, con fideos se os "echó" como el que le da de comer a los perros. Lo mejor era que había un chuletón, de más de medio quilo, bien asada. Tal vez mucho. Los que no les gustase ver sangre en la comida, estaban de suerte. Amenizada con un poco de sal y algunas hierbas traídas de no se sabía donde, le daban un regustillo interesante, a pesar de que hubiera que cortarla … "hasta con ayuda". Flannagan no gastó tiempo. La agarró con ambas manos, untándose los dedos con la grasa que goteaba (y que no desperdiciaba, a base de chupeteárselos). Como postre, un bizcocho, un tanto duro (por chuscarradito) hecho por el propio pastelero.

Parecía que el chef tenía tendencia a "tostar" las cosas un poco … de más.

Ya terminando de comer, y entre el desagradable ruido de chuparse Flanny los dedos, aparecieron los porteadores de munición. Intentaron entrar por los escombros, pero el segundo de ellos, rozó con vuestro pabellón, destartalándolo, y para más inri cayendo sobre él. Se "apuñaló" la pierna solo. Sin necesidad de ayuda, pero el capitán lo insultó por lo bajo: - Maldito inútil.

Todos se tiraron a intentar ayudar, incluso los otros porteadores, cayendo las cajas de munición, que por suerte estaban cerradas, por los escombros.

El capitán hizo señales y un motor, fuera del recinto empezó a sonar con su típico ronroneo. El último de ellos, el que había recibido el interceptor puñetazo, fue el primero en llegar al herido.

Después de un día de andar de aquí para allá, pasar frío, pegar panzazos en el suelo... comer se agradecía, y mucho; una sopa caliente y carne... ¿que más podía pedirse?... si, aún se podía pedir más, y llegó en forma de postre; nada del otro mundo, pero no pensaban quejarse... llevaban sin comer algo... bueno, y casi sin cenar, recordó.

Divertido viendo como Flann se deleitaba con lo que comía -era asombroso con qué poco conseguía ser feliz ese muchacho-, sintiéndose satisfecho con el estómago lleno, no se dió cuenta de lo que sucedió hasta que oyó el estrépito... A ver... siempre, en un ejercicio militar, es inevitable que exista el riesgo de algún tipo de accidente... pero... ya en el primer día, siendo tan pocos, trincharse con una bayoneta...

Acudieron rápidamente hacia donde estaba el herido, la munición que portaba, y los rifles que antes estuviesen adecuadamente colocados. Uno de sus compañeros estaba ya junto a él; para cuando los demás llegaron, pudieron ver como la sangre le manchaba cantosamente el pantalón; se había hecho un buen tajo, sin duda, aunque no parecía que el lado de la pierna fuese el peor para una herida de ese tipo... Se había ganado unos cuantos puntos, unos días de baja... y ... quien sabe si la vuelta a su unidad de origen.

Poco podían hacer los demás, sino comprobar que no hubiese una hemorragia a  borbotones que requiriese torniquete, taponar la herida en todo caso con algún pañuelo... y llevárselo a donde pudiese ser transladado a un puesto médico,

Flann y Tom se miraron... Tom quiso pensar que ambos tenían lo mismo en mente... al amanecer eran cosa de 26... ahora,5 ... si seguían esa progresión, a la hora de irse a dormir, el capitán se habría quedado ya solo... Pero a saber lo que estaría pensando realmente Flannagan: era más probable que estuviese pensando en no desaprovechar el filete reservado al compañero que causaría baja...

No se había hecho gran cosa, o eso parecía, pero el capitán no dudó en que lo evacuaran a botiquín y allí dieran las directrices oportunas. Sería el médico quién dictaminase su futuro.

Cuando el vehículo se alejaba el capitán refunfuñó: - A este paso no os dejo dar un tiro. Viendo como el coche se perdía entre las curvas que descendía de aquel monte. Se giró y os ordenó a todos: - Tráiganme todas las bayonetas, incluida la del herido …. y sin hacerse daño nadie. Había sonado a recochineo, sobre todo la última parte. Señaló a Flannagan: - Usted traiga el fusil del herido y su bayoneta. Flanny se sorprendió. Se señaló a si mismo, y miró a los lados, como si hubiera alguien cerca y pudiera ser una confusión. Sin dudarlo más, y viendo que el capitán cambiaba el rostro por momentos se encaminó a ello.

Finalmente, el herido fué enviado de camino al botiquín... por fortuna, había sido en la pierna... si hubiese sido en el vientre... Thomas se estremeció sólo de pensarlo... "por tonterías como esas, te mueres", pensó... y lo peor... esto condujo a que... vaya... "volvemos al parvulario"... si no podían confiar en que no se cortasen... ¿como confiarían en ellos en prácticas de tiro? Lo siguiente, a este ritmo, era que alguien, al afeitarse, se degollase solo...

Con más aprehensión de lo que cabría esperar, las bayonetas desaparecieron de las bocas de los fusiles; y en el caso de Flann... joder... que poca sangre tenía este muchacho,... pero Tom sabía que eso tenía otra ventaja evidente: era un tipo que no se ponía nervioso, no le salía, y tal vez aquí encontrasen la forma de aprovechar esa extraña capacidad...

... pero eso sería si antes no conseguía acabar con la paciencia del Capitán, que viendo el tiempo que tardaba en reaccionar a la orden de traer los dos fusiles, el suyo y el del herido... sería mala cosa cabrearle (tan pronto, que estábamos en el primer día todavía)

Entregadas las bayonetas, no quedaba sino esperar...

Flanny no lo dudó. Se colgó un fusil al hombro, fue al otro pabellón y se puso la otra arma al hombro que tenía libre. Tenía una pinta bastante ridícula, pero, un "pincho", sobresaliendo por encima de su cabeza, con su ya impresionante altura … daba cosa.

Vais dejando los pinchos en el camión. Por la cara que tiene el capitán, tiene bastante claro que no sabe que hacer con eso y refunfuña: - Joder, con lo bueno que era su padre.

Tras depositar las bayonetas le dio Flannagan el fusil al capitán. - Vamos. Ordenó con amabilidad. Salisteis por la puerta, sin formar ni nada y tras unos 200 metros de paseo llegasteis a un campo de tiro. Una zanja enorme en la montaña de una buena profundidad y al menos 20 metros de ancho. En la parte donde se detuvo había un bordillo, unos 15 metros de ancho, de casi lado a lado de la "zanja" y de unos tres de profundidad. Los lados más largo se extendían, dando el frente tanto al exterior, como al fono de la "galería". Allí al fondo había 10 dianas. Se giró hacia vosotros y preguntó: - ¿Alguien se ha acordado de las municiones? Pues ala, corriendo, con el rifle a la espalda, y traigan dos cajas cada uno. Sabíais perfectamente done estaban. Allí tiradas, donde el pobre incauto se había autopinchado como una oliva. Dio varias palmadas y añadió, mirando con crueldad el reloj de pulsera: - Tienen... dos minutos.

Salisteis disparados, y se le escuchó decir: - Será que no recuerdan que o corren o se arrastran.

Dicho y hecho.... ya debían haberlo sospechado al alcanzar el foso de tiro... que sin balas, nada de nada, de modo que no le pilló por sorpresa la orden de volver a por las cajas... Eso sí... dos por cabeza... ¡eso era un montón de munición!, iban a estar disparando horas!

Sin esperar a hacer el cálculo de cuanto tiempo necesitarían para agotar cada uno de ellos las dos cajas que le corresponderían, salieron a la carrera a por ellas, azuzados por la frase del Capitán: O corriendo o reptando... mejor correr, ¡donde va a parar!, que aún le dolía el cuerpo de tanto pegarse al suelo... Con el rifle cruzado a la espalda, no tardaron apenas nada en llegar hasta donde estaban las cajas: las del herido y las de sus compañeros. Aprovechando que estaban a una distancia suficiente del Capitán, y de otros oídos inquietos, pudieron hablar todos con una cierta libertad.

Sí, se oían quejas... y no le extrañó lo más mínimo... era razonable cuanto decían los demás, y más bien era una forma de desahogarse, que de lograr algo; por su parte, prefería estar atento a su camarada Flannagan, que a perder el tiempo en otros asuntos sobre los que poco control podría tener...

-Joder, ya hemos visto como va esto; o estamos atentos a todo, pero a todo, y bien espabilados, o nos empaquetan para casa... y allí no les va a hacer gracia vernos de vuelta tan pronto...

Tras comprobar como podía llevar las dos cajas a la carrera del mejor modo posible, optó por llevar una sobre cada hombro; correría más lento, pero tendría visión libre al suelo, y evitaría que accidentalmente se le abriese y los cartuchos empezasen a alfombrar el suelo...

De todos modos, pese a no poder correr tan rápido, pero sí con la carga más segura, lso dos minutos que les fueron dados era tiempo más que de sobra para ir y volver

Todos llegasteis, si no unos pasos antes, unos después.

Píllar dos cajas, era básico. Una en cada mano unos, pero Flannagan siguió tu ejemplo, y el único que te hizo algo de caso fue el propio Flanny. Además, te contestó con una obviedad: - Pues habrá que abrir bien los ojos. Sin lugar a dudas, el único que se resbaló, y terminó por el suelo fue tu propio paisano, y eso fue incluso antes de empezar a correr. Exactamente donde el otro se ensartó la pata. Por suerte, la munición, a pesar del ruido que hizo, no llegó a abrir la tapa y el paisanico, recuperó las cajas enseguida, con algo más de barro de lo que ya tenía su uniforme, y te siguió a todo correr.

El capitán estaba mirando el reloj, con el brazo a la altura de su rostros, como si fuera un cronometrador de las olimpiadas.

Parecía, por su rostro, que llegabais en tiempo. O por lo menos, si era tarde, no había muecas en su rostro. LLegabas el 4 y Fannagan el último.

Os señaló a la acera: - Uno si, uno no. Despliéguense.

Si se plantease un concurso de respuestas obvias en el pelotón... apostaría mi paga por Flannagan, sin dudarlo ni por un instante; me dejó pasmado un segundo, como suele ser habitual ya, la respuesta que me dió... este chico... y luego, va y precisamente es el que resbala y cae de culo... y menos mal que fué así. Tal como estaba el percal, si se llegase a caer de morros cuan largo era, era indudable que las cajas de munición se habrían estropiciado, y podría verse en el primer barco camino al lejano hogar incluso. Pero el tema no fué a más, por fortuna. No me gustaría que este viejo cabrón -lo de viejo es un decir, lo de cabrón... sin quererlo, pero lo es, que aún me acuerdo de lo de la sopa en el bar- nos dejase antes de terminar lo que hemos venido a hacer aquí -sin comerlo ni beberlo-.

A la carrera, terminamos el encargo; es importante que, en estos menesteres, se note esfuerzo, porque si no, los que mandan suelen pensar que te queda todavía energía en la recámara, y suelen inventarse algo para que la gastes... otro de los vicios raros de oficiales y suboficiales. Pero por fortuna, parece que el plan está trazado, y el Capitán no quiere perder tiempo en tonterías. Y a ser sincero, con el SMLE en las manos me siento mejor, aunque hace mucho que no uso un modelo tan antigüo como este.

Dejando distancia suficiente, me sitúo junto al tres, y Flann a mi lado, dejando la misma distancia, en la posición del cinco. Poco más podemos hacer sino esperar la orden que sea, pero... munición, campo de tiro, fusil en mano... nunca me han dicho que sea especialmente espabilado, pero... juraría que nos van a hacer probar puntería... Personalmente, no me vendría mal; hace ya demasiado tiempo que no practicamos, porque nosotros nos hemos tragado un viaje por medio mundo para llegar.

El capitán paseaba por detrás de vosotros.

Os observaba.

El tiempo pasaba y al final, y tras unas largas zancadas, preguntó: - ¿Quiénes de ustedes ha disparado? Que levanten la mano.

Esperó un momento. Se hizo eterno.

- Vale, bajen la mano.

Tras eso, lanzó otra pregunta más, pero demorándose unos instantes, eternos, como anteriormente.

- ¿Quiénes de ustedes ha recibido instrucción de tiro de precisión, disparo a largas distancias o algún tipo de adiestramiento de tiro avanzado?

Esperó otra vez a que levantaran la mano. Flannagan empezó a levantar la mano, pero, al ver que tú no lo hacías, la bajó de inmediato, sin llegar a levantarla. Solo fue un amago.

Demonios... ¡Por supuesto que habían disparado!! ¡Eran fusileros! ¿Pensaría acaso que solo sabían despellejar canguros y trasquilar ovejas?... A la primera pregunta que hiciese el Capitán, Thomas levantó con presteza la mano, igual que el resto, aunque no podría decir si los demás quedaron sorprendidos y ofendidos, como él, por el mero planteamiento de la cuestión. Ciertamente, le tocó el amor propio.

Pero cuando soltó la segunda pregunta... eso ya era distinto... en esta había que pensar... los fusileros recibían un entrenamiento muy especial: el tiro en masa, más que el tiro de precisión. Todo era debido a la doctrina en uso, y a las características de la familia de rifles Lee-Enfield en general. Éstos tienen un mecanismo de cerrojo tan ágil, que en sus versiones más modernas, un pelotón podía generar un volumen de fuego continuado que hacía pensar que tuviesen ametralladoras. Ideal para parar asaltos a trincheras.

Pero el Capitán preguntaba por otra cosa, y hacerse el listo... era mala idea; de ahí que no se moviese..  Comparando con el resto de su pelotón de origen, ellos tiraban bastante bien, pero no estaba seguro de si eso solo valía.... De hecho, ya disparaban bien antes incluso de enrolarse, pues habían cazado canguros durante años, usando los viejos SMLE pattern 14, que se vendían muy bien a los granjeros, para contener las plagas que diezmaban las cosechas.

Miró de reojo a Flann. Había captado el principio de movimiento... pero... Diantre... había preguntado por si habían recibido formación, y no... lo que tenían era conocimiento práctico en el acecho y el tiro a distancia, pero meramente práctico: siempre prueba y error, sin método.

Siguió caminando, y tras pasar por el lado, se posicionó en la parte de delante.

La tierra era con mucha grava fina. Tenía un color marrón claro y algunos charcos pequeños y muchos rodales de que habían sido charco y es una poza de barro y limo. Pero en general era una zona plana, a pesar de las zanjas laterales, que hacían las veces de drenajes.

- Vamos a dar un paseo. Acérquense. Sacó una cajita de metal, para cada uno. En ella había parches, pegamento, rodales de una pulgada de color blanco y negro, y un lapicero. - Esta es su caja de "Parches". Cada 20 disparos, se acercarán a revisar su marcas, repararán la diana y regresarán. Os miró, uno a uno, con cara de enojado. - Nadie superará la línea de fuego de forma imprevista, y habiendo tiradores..., y cuando se acerquen a las dianas, serán todos a la vez, regresando todos a la vez. Remarcó el "TODOS" de una manera importante. Entonces levantó la mano derecha, a la altura de su rostro, y extendió un dedo; el índice. - Tras cada tanda de fuego, recuperarán todos los casquillos. Os miró con aire condesciente. - Espero que sepan que es un casquillo. Entonces continuó. Él, a la suya (También tenía otra) le dio la vuelta, a la tapa. Detrás, por dentro de la tapa había una ficha con 9 líneas, pero parecía haber más papelitos debajo. - Aquí apuntarán las concentraciones y puntuaciones de fuego, y cuando tengan la ficha llena, me la entregarán a mi, sin que la vea nadie más.

Dio un paso atrás y preguntó con buena voz: - ¿QUEDA CLARO?

-¡SI, SEÑOR!

... gritaron todos al unísono. Las órdenes eran claras, y las directrices de control y seguridad, también... 20 tiros por ronda, control de la munición gastada por el número de casquillos; reparar el blanco y anotar los resultados... Les esperaba una plácida tarde de tiro... No pintaba mal. Les llevaría un buen rato despachar los doscientos cartuchos por cabeza, pues... se trataba de tiro de precisión, no de velocidad.

Sinceramente, eso tranquilizó a Thomas; le gustaba eso... estimar la distancia, ajustar el alza, ver si el viento era un problema, enfocar bien la mirada al objetivo, luego al punto de mira, el alza, el objetivo otra vez... tener dos, no, tres, objetos a distancias focales distintos, y tener que alinerarlos con el cuarto, el propio ojo, no era algo fácil, o por lo menos, natural, o eso le explicó un "entendido" hacía tiempo. Muchos sencillamente alinean más o menos la mirilla con el alza, y más o menos lo orientan hacia donde está el objetivo, sin enfocar bien en la distancia... Todo sea dicho, hace falta muy buena vista para tirar a distancia, o tener un visor telescópico.

Thomas había aprendido con Flann a cazar sin elementos ópticos adicionales, y ambos tenían vista aguda a distancia; por eso les gustaba practicar el tiro a larga... era algo que se les daba bien, aunque las condiciones allá al otro lado del mundo, lo mismo hacían que aquí fuese ligeramente distinto...

... Pero para eso se inventó el poder corregir...

Contento, se preparó para ir a la línea de fuego, alimentar el arma, y empezar "a trabajar"

12 de marzo de 1938. Martes. 19:01. Nubes y pocos claros. Vientecillo flojo y frio. 3ºC. Galería de Tiro Abierta de 150. Shopshire hills. Condado de Shopshire (Frontera ente Wales e Inglaterra).

- Señores, terminando. Tengo hambre. Te quedaban tres balas por lanzar. Tres cartuchos por gastar y tu tiros habían sido ...

Los compañeros había tenido de todo, incluso uno bastante bueno, pero ambos de tus lados estaban siendo bastante catastróficos. La verdad te conformabas conque le tiraran a su diana y no a la tuya.

Cuando no se tiene el día, no se tiene

Sinceramente, no estaba demasiado contento con sus disparos; al menos, parecían agrupados, pero... demonios... era para sentirse frustrado. Mirando de reojo a las otras dianas, podía ver claramente como... la madre... sí... estaba resultando el peor, destacado respecto a los demás... En su cuartel, cuando esto pasaba, te tocaba limpiar fusiles unas cuantas horas, para pillarles cariño, y no usarlos mal la vez siguiente, pero aquí... quien sabe...

Resopló, frustrado, y verificó que el arma estaba realmente vacía antes de dar por terminada su sesión de tiro. Recogió los cartuchos y peines utilizados, y esperó a que toda la línea de tiro hiciese lo propio, antes de ir a reparar los blancos y recontar el fracaso del día...

Le entregasteis las fichas, y os guardasteis en el bolsillo derecho de la guerrera el cajita. Imitasteis el ejemplo del propio capitán. Os miró. Sonrió y empezó a correr como loco hacia vuestro "cuartel".

Cuando ya habían pasado unos segundos, el único que corría tras él era el mismísimo Flannagan.

Un voz en la distancia, mientras vosotros cuatro, pasmados y estupefactos: - El que llegue el último no empezará a cenar hasta que terminen los demás.

Todos corrieron.