Partida Rol por web

Al llevarmelo a escondidas paré en un punto tranquilo y me volví para ponerme de frente a Fio, pero sin mirarle a la cara. No sabía como responder ahora ni siquiera a mis propias emociones ya que eran un amasijo - Hermanito... Se... Se que Perceval... No es de fiar. Aún recuerdo lo que ocurrió hace años cuando la princesa era una cria, y se que no debemos fiarnos de su palabra ni de sus acciones pero... No puedo quitarme de la cabeza que pueda ser inocente. - Me sentía muy culpable al decir aquellas palabras pues sabía que estaba haciendo todo lo contrario a lo que normalmente Fio haría ya que si el veia a alguien malo, para el era malo, lo mirase por donde lo mirase... Pero si Gaius cambió... ¿Por qué no Perceval? Además...

-Que no se moviera cuando ibamos a rebuscar entre sus ropas y que no reconociera tener el medallón entre sus bolsillos... Es muy raro. De haberlo sabido hubiera huido, habría aprendido de los errores pasados y sobre todo después de su perdón no volvería a hacer nada malo. Yo... Siento que hay algo mal, algo que no encaja y... Necesito investigarlo y aclararlo. Además, si descubrimos si es culpable o inocente y ayudamos así a la realeza igual... No nos miren mal por culpa de lo que ha hecho aquella hada - Igual que tenía mi lado positivo, tenía el que lo veia todo oscuro a pesar de intentar buscar una luz. Puede que no fuera todo oscuro, pero el pasado dolía y no quería que volviese.

-Voy a ir a hablar con la princesa. Si alguien puede arrojar algo de luz sobre esto es ella, y ni el rey quiere escucharla. No tienes que venir si no quieres pero... Quiero que... - Y cada vez bajaba más la cabeza y se me alicaian más las alas. A pesar de que era mi hermano y nos queriamos con locura, siempre tenía miedo de que me rechazara por alguna cosa así. - ... me ayudes, o me apoyes. Me da igual si Perceval es inocente o culpable... Solo quiero desvelar la realidad y demostrar que no hay nadie desde dentro apoyando a aquel hada. - Y de nuevo lo justificaba con el tema del hada. - Te prometo que si es culpable, no peleare para demostrar lo contrario, pero dejame investigarlo. - Y como siempre en un punto tan critico, necesitaba el apoyo y aprobación de mi hermanito.

Con un suspiro dejó que todo fuera como debía ser, sin decir nada hasta que la mano de su hermana le tiró y le sacó del ensimismamiento asintiendo a sus palabras. - C-con... Con permiso... 

Para el, era malo aunque también sabía que podía ser culpa de su oscuridad el que pensara así por lo que escuchó atentamente a su hermana y le asintió con una sonrisa. - Sabes.. Sabes que siempre te apoyaré, está bien... Intentemos demostrar que no es malo. Entonces hhizo un gesto de " stop" y miró serio a su hermana. - P-pero si es culpable... No... No podré dete...detenerme... Se sabía bien por qué, no solo era la magia eran sus emociones que unido a ese caos podía ser terrible. Conocían a Perceval desde que entró y todo lo que había ocurrido, un error más... No lo quería volver a ver salirse con la suya si era culpable. - Si es... necesario deten...detenme tú... Por fin le volvió a sonreír y entonces le hizo una señal con la cabeza hacia la ventana. - ¿Vamos... a ver a la princesa? Las ventanas están abiertas, no tienen por qué saber que vamos... 

Me lancé a sus brazos sin aguantar las lagrimas - Gracias Fio. - Dije con total sinceridad. Y luego le negué - No hace falta que me lo pidas. No te vas a descontrolar y... De todas formas, sabes que soy la luz que detiene tu oscuridad cuando se desborda... Y tu la oscuridad que potencia mi luz. - Le apreté más en aquel abrazo y luego de ello me relajé respirando hondo y limpiandome las lagrimas. - Si, vamos... No se me había ocurrido ir por las ventanas. Jeje. - Le di la mano y esperé a que diera el primer paso para volar juntos hacia el cuarto de la princesa.

Al final todo pareció “calmarse”, al menos ya no estaban a punto de matarse entre ellos ni usando magia…desde luego era raro que aquello pudiera permitirse, pero el no era quien para preguntar sobre estas situaciones, era un novato, ni más ni menos.

Así que tranquilamente hizo una reverencia y se marchó con tranquilidad, había reportado todo lo que había pasado aquel día…pero aún habían muchas cosas que hacer, no podía dormirse en los laureles, era un caballero y tenía que cumplir su cometido.

Baeric esperó un rato antes de ir en busca de la princesa, desde luego no parecía haber tenido un buen día, posiblemente necesitaba a alguien con quien hablar, o al menos a quien poder gritarle, aquello hizo sonreír levemente al caballero, el cual alzó su extraño y mágico brazo, observándolo levemente mientras flexionaba los dedos de su mano.

Tenía un cometido…no podía olvidarlo, pero…no iría mal relajarse un poco. No conocía demasiado a los demás caballeros, por lo que no se veía charlando con ellos o compartiendo una cerveza. Posiblemente le veían como un chico recatado, servicial y serio…en realidad era todo lo contrario, pero tenía que mantener una imagen frente a los demás y la familia real…fuera como fuera, aquello era un caso para más adelante.

Ahora su objetivo era encontrar a la princesa.

-Por favor, no descuiden su seguridad, sus majestades. Con su permiso.

Alanís, tras todo el crispe de nervios alrededor (que también le había estresado bastante), aún así cruzó el brazo formalmente con sus palabras antes de retirarse. Por hoy, excepto que el deber llamara honestamente quería olvidarse un poco de algunos de sus compañeros de deber.

Una vez parecia quedar zanjado todo el tema de Perceval, solte un suspiro de hastio. Quien diria que todo iba a acabar de esta manera en un abrir y cerrar de ojos, al final, caras vemos...
- Bueno... Vamos por algo de beber, Muramasa. Es hora de calmarse. - Dije, intentando salir con el para olvidar este pesado dia por un rato.

Al igual que Cytla acompaño a la princesa hasta su habitación, fue ella la que recibió el portazo de Artanis antes de poder pasar. La princesa del reino no parecía de humor para hablar con nadie ni hablar con nadie.

Justo entonces iba llegando el caballero grifo, Baeric, caracterizado por su brazo derecho hecho con minerales y magia gracias a los enanos, a diferencia de la pelirroja que destacaba por su amor al dinero... Entonces se pudo escuchar otro grito de la princesa:

-¡Si alguien habré esa puerta, decapitaré a todos los que estén del otro lado! -declaró la princesa bastante enserio. Era uno de esos momentos donde era mejor no poner a prueba su temperamento, al menos no tan pronto...

Una vez en los calabozos, Sutera informó de que se encargarían de hacer guardia por turnos para así asegurarse de que nadie hiciese nada.

-Lo entiendo... -respondió en voz baja el jujin tras su celda, sentado en la cama y con la cabeza agachada. -. Yo solamente dedique mi cuerpo y corazón a la protección de la corona... No entiendo porque me tienen que suceder estas cosas...

-¿Perceval? -una voz vino desde más al fondo del calabozo, a diferencia del jujin que estaba casi en la entrada. -. No me lo creo... ¿Ahora están encarcelando a todos los ex-caballeros? ¿Hasta donde hemos caído en mi ausencia?

-¡¿G-Glaius?! -Perceval se levantó de golpe, sujetando los barrotes de su celda en un intento de asomarse, totalmente imposible de llevar a cabo. -. ¡¿Q-Qué rayos hace él aquí?! ¡Pensé que los rumores eran falsos! ¡Alguien como él no debería estar en el castillo!

-¿Aún en los viejos tiempos, Perceval? -quedaba claro que ambos se conocían, seguramente por el trabajo, y no terminaron con una buena relación...

En cuanto llegaron a la habitación de la princesa, se encontraron con una sorpresa: ¡La ventana estaba cerrada!.

-¡Si alguien habré esa puerta, decapitaré a todos los que estén del otro lado! -declaró la princesa bastante enserio desde dentro de la habitación, aunque seguramente no era a ustedes. Era uno de esos momentos donde era mejor no poner a prueba su temperamento, al menos no tan pronto...

Al estar en el exterior podían ver que todo estaba tranquilo. Los caballeros continuaban su rutina, y parecía que todos se estaban tomando un respiro luego del susto por la infiltración del enemigo en el castillo...

-¡Oigan! -alguien las llamaba, o al menos eso pensaron cuando se giraron en dirección del llamado y vieron a un hombre  sobre uno de los muros que rodeaban el castillo haciendo movimientos de brazos para llamar su atención. -. ¡Hadas! -no solo el sujeto llamó vuestra atención, si no que también lo hizo esa insignia roja en su pecho; fijándose mejor, se dieron cuenta de que se trataba de Alessandro Greyheart, un viejo caballero diamante rojo, y padre de el trío cerberus.

-Sigamos hasta ver a donde nos lleva esto. No es seguro que el sepa algo que necesitemos, vayamos al punto, y esperemos que la conversación vaya bien... -opinó Bhlade ante tu preocupación sobre hablar con Yveroth, pero allí estaban, en la sala de comunicaciones con un mago listo para enlazarte.

El mago de túnica y capucha extendió su mano hacia ti, y en el momento en el que la tomases, la conexión empezaría...

Abrirías los ojos en un lugar totalmente oscuro, sin la más remota luz aparte de la que irradiaba tu cuerpo. Una espesa niebla recorría el suelo, y fue de la misma de donde surgió una figura a unos pasos más adelante de ti. Esa figura no tardo en tomar forma y color, con un par de cuernos y una larga cabellera, y entonces, él te mostró una sonrisa.

-Vaya, que inesperada sorpresa -se trataba de Yveroth, aquel dragón que conociste en tu misión en el reino de los titanes. -. ¿A que se debe esta reunión?

Y Bhlade tenía toda la razón. Ni era seguro que tuviese la información o que se la fuese a dar. Lo más lógico era intentar centrarse en lo que había venido a buscar y no sumirse en otra de sus discusiones infructuosas. Se armó de valor a la vez que tomaba aire antes de tomar la mano del mago y sumirse en la oscuridad.

Durante unos segundos lo único que diferenciaba aquella oscuridad del vacío era el sonido de su propio corazón, que latía de anticipación traicionándola. Esperó pacientemente, rodeada de niebla y sintiendo una punzada de angustia por la espera. ¿Rechazaría hablar con ella? No se separaron en los mejores términos, a lo mejor simplemente no quería verla. 

Pero no, allí estaba. Por un segundo dejó de respirar al tenerle de nuevo frente a ella pero consciente de que la ansiedad la estaba empezando a dominar fue tratando de calmarse. No se dio cuenta de lo agobiante que había sido el día hasta que le tuvo allí, frente a ella, con esa sonrisa tan característica. ¿Que pensaría que la ha llevado de nuevo a él?

- Hola Yviertoh, ha pasado tiempo. ¿Cómo estás?

Le dedicó lo más parecido a un saludo cordial que fue capaz de pensar en aquel momento. Por suerte, al igual que ella, fue pronto al grano así que ella aprovechó la situación para exponer su objetivo. El problema es que el pánico volvió de nuevo a ascender por su columna. ¿De verdad había sido buena idea? ¿Accedería a ayudarles? 

- Necesito tu ayuda, no puedo contarte demasiado porque son asuntos del reino. Pero entre todo lo sucedido he dado con un conjuro que ni Bhlade ni yo somos capaces de reconocer. No tienen nada que ver con la magia que conocemos. 

Tomó aire, manteniéndose firme y segura pese a que tenía las piernas como un flan. 

- He pensado que tu podrías conocer el hechizo. Aunque se que no estás obligado a ofrecer consejo al reino de Aztora. Por eso me gustaría saber que opinas de todo esto antes de continuar.

Había dejado la pelota en su tejado. Ahora era cuestión de ver si estaba dispuesto. El reino de Aztora era lo que según él les había separado y sabía que esa era una herida reciente porque aún podía recordar perfectamente como le pidió que se quedase con él. Tragó saliva y se quedó en silencio, esperando su respuesta mientras los segundos se le hacían eternos. 

El espadachín te acompaño a la taberna para disfrutar de unas bebidas frías y quitarse el estrés del trabajo de encima. Ha pesar de la rabia, luego de recuperar su medallon y tomarse unas jarras, Muramasa se mostró más relajado.

-¡Ahhhh! -luego de unos largos tragos de su cerveza, dejo la jarra sobre la mesa donde estaban sentados. -. ¡No hay nada mejor que unas cervezas luego del trabajo!

El pueblo volvía a estar tranquilo luego de los problemas sucedidos, era como si nada hubiese pasado.

-¡Frey! -como ya era costumbre, Gideon se acercó sonriente al verte. -. ¿De nuevo bebiendo? Te terminará cayendo mal tanta bebida... ¿Has hecho algo interesante hoy? -entonces, se fijo que estabas acompañado en la mesa por Muramasa. El chico se vio recorrido por un leve escalofrío. -. U-Un gusto conocerlo...

-¡HA, HA, HA! ¿Amigo tuyo, Frey? ¡Si es que no se parece en nada a ti! ¡Ha, ha, ha! -definitivamente, cambiaba mucho cuando el alcohol se le subía a la cabeza...

Algo intrigada por la situación, ignoro al tal Glaius y me dirijo a Perceval: Ahora no es momento para alterarse por quien esta aquí y quien no. Recuerda que muchos tuvieron esa misma reacción contigo.

En contra de su habitual fachada sencilla y tranquila empiezo a hablar al Jujin preso como a un igual para aclarar las cosas:

Actualmente cuentas con mi protección, gracias a que tienes el favor de la princesa y al respeto que yo tengo hacia ella, pero necesito aclarar un poco en mi cabeza la situación en la que te encuentras y supongo que mis hermanos también.

Como antiguo caballero, espero que hagas honor a tu antiguo título y me cuentes cada detalle de lo sucedido a cambio de este riesgo que mis hermanos y yo estamos tomando por ti.

Tras lo cual me apoyo en los barrotes de para escuchar de cerca sus palabras.

Acompañé a mi princesa hasta la puerta de su habitación... pero en lugar de poder seguir acompañándola me dio un portazo en la cara... ¡sera maleducada! Encima que no he vuelto a mi tienda por acompañarla... ains -Joder, y yo que quería hablar con ella- dije mientras negaba la cabeza frente a la puerta.

Entonces, vi que llegaba Baeric a escena... con su brazo de mineral -Ey, hola Baeric, ¿has venido a verme para venderme al fin tu brazo? Mi oferta sigue en pie- le dije al jinete de grifo con picardía... siempre le hacía la misma broma sobre comprarle esa prótesis. Siempre en broma... pero quien sabe, quizás algún día me lo venda de verdad. Seguro que hay gente muy interesada.

Entonces escuché el grito que pegó la princesa... joder, desde luego no estaba de humor -Hmmm... ¿y si rompemos la puerta contaría como abrirla?- le pregunté a la princesa desde mi lado de la puerta -Ahora en serio princesa, se que no esta de humor y me arriesgo a perder la cabeza... pero quisiera preguntarle por Perceval...- le dije a la princesa, sin importarme demasiado su amenaza, aunque claro, hablando con respeto -Sospecho que quizás le tendieran una trampa... y quisiera confirmarlo o desmentirlo con usted- le terminé diciendo.

Baeric estuvo andando hasta llegar a la puerta de la habitación de la princesa, fijándose en que ahí se encontraba Cytla, quejándose al escuchar los gritos y como al princesa cerró la puerta en las narices de ambos. Al escuchar que la pelirroja se dirigía a el, Baeric no dudó en sonreír.-Ojala pudiera vendértelo…pero me temo que es lo único que me ha hecho triunfar…si no tuviera este brazo, no sería nadie, ni siquiera un caballero...y tendría que dedicarme a otro oficio, lamentablemente no se puede hacer gran cosa con una sola mano. -Exclamó en broma mientras observaba aquella extraña situación con la princesa.

-Pero he venido para hacer guardia y saber como se encuentra la princesa…parece que no tiene muchas ganas de estar con nadie ahora mismo.-Continuó.-Deberíamos darle su espacio y dejar que se relaje o  terminaremos con la cabeza clavada en una pica.-Río levemente de forma muy cortés, como de costumbre.

Estaba a nada de intentar abrir la ventana cuando la princesa empezó a gritarle a alguien que desde detrás de la puerta quería entrar, lo que aclaraba que no quería que se la molestara en ese momento. - No hay nada que hacer por ahora... Echó a volar esperando a que su hermana hiciera lo mismo y justo en ese momento les llamó la atención el padre de sus tres compañeros, volando como flecha hacia el para colgarse en su cuello volviendo a la forma humana con una sonrisa de oreja a oreja. Era una de las poquísimas personas con las que se comportaba así, su hermana, el y otros pocos privilegiados con los que tenía muchísima confianza. El por qué era su hermana, al tipo le encantaban sus bromas y no la reñía si no que la alentaba y a el siempre le había ayudado de vez en cuando con sus nervios o su miedo a la magia, entrenando con el en varias ocasiones. -¡Queremos ver a la princesa... pero... pero está muy enfadada!... ¿Has oído lo que ha pasado?... 
En caso de afirmación continuaría tras separarse de el y posar los pies en el suelo. -¿Qué opinas?... 

Al ver que la ventana estaba cerrada intentaba buscar algún modo de abrirla, incluso después de haber escuchado el grito de la propia princesa el cual amenazaba un poco con lo que pasaría si no la dejaban sola. Solo fue cuando mi hermano dijo que no podiamos hacer nada que paré - Pero... no debemos rendirnos... - Dije un tanto desanimada y siguiendo a Fio un tanto alicaida. No fue sino hasta escuchar a Alessandro que ambos miramos en su dirección y si bien Fio se tiró directo a sus brazos, yo fuí un tanto más lenta pero con el mismo objetivo, siendo que me retiré al poco pues Fio ya estaba hablando sobre aquello

-Por favor Alessandro necesitamos una forma para poder ver a la princesa y hablar con ella. Queremos intentar resolver un asunto y puede que ella tenga las respuestas que necesitamos. - dije un poco suplicante a aquel que fue nuestro gran protector y alentador a bromas y sobretodo mi gran compinche en cuanto se trataba de unir a Feris con Fio, si bien sigo queriendo a Fio solo para mi, es divertido y sabía que algún día Fio tendrá que disfrutar de su amor por otro. Por otro lado, podría ser esta la primera vez que Alessandro me ve tan seria