Partida Rol por web

La noche era tensa, el pub estaba a rebosar y los parroquianos ven como los equipos de hurley de los condados de Limmerick y Clare luchan por ir a la final.

La cerveza corre, la gente grita animando a su equipo y las apuestas sobre los finalistas se empiezan a mover.

En la mesa de snooker, juegas con unos colegas, mientras observas con una sonrisa que las posibilidades se tornan a tu favor…

Claramente el equipo del condado de Limmerick aplastara a Clare, los emparejamientos de los encuentros quedaron demasiado desnivelados, a favor de Clare... pero lo que nadie sabe es que los chicos de ese condado han tenido un sobreentrenamiento, están agotados y al límite de la lesión deportiva.

Ya puedes oler esos jugosos billetes en tu cartera.

En tu ensoñación tu amigo Gary de espabila con un toque con el taco sobre tu hombro

Eh tío… te toca…

Aiden se coloca en posición, echando un vistazo a la mesa de snooker. Y sonríe. No porque tenga una jugada genial, solo ve rápidamente una buena, sino porque es el momento de sacar dinero de los generosos bolsillos de sus compatriotas.

Bueno, creo que Clare aun tiene posibilidades, si.

Dijo al tiempo que golpeaba las bolas, de forma que fueran tres de ellas, al sitio adecuado para hacerle ganar puntos, y acercándolo a los 50 euros que había en un lateral de la mesa.

Esa era la partida que jugaban, y estaba decantada a su favor, pero, solo era un medio para un fin. Sabía que Gary no se resistiría a picar, viéndose por detrás en la mesa de juego, y apostaría en aquel partido de hurley.

Una vez más, tras horas de ensayo. Realizo su magia.

Yo veo que están siendo fulminados, pero es un equipo pequeño, tendrán coraje para al menos jugar fuerte hasta el final.

Es más, los estoy viendo, y apuesto cien euros a que ganan el encuentro.

Justo cuando Gary miraba la pantalla, salía el pobre marcador de Clare. Lo llevaban complicado, muy complicado. Pero ese era el cebo.

Ya hacia dos jugadas, que el jugador estrella de Limmerick estaba poniendo cara de sobreesfuerzo. Habían echo una temporada muy buena, sobresaliente, pero estaban machacados, y Clare sí que iba a darlo todo, porque querían pasar a la siguiente ronda, seguramente sus hipotecas dependieran de ello.

Su plan, como siempre, era sencillo. Dejar a Gary ganar la partida de snooker, y ganar la apuesta deportiva. Con el dinero de Gary quedaría cubierto la partida de billar, y el sacaría 50 euros. Si le sisaba 150 su colega podía no querer jugar nunca más con él.

Así eran su vida. Conseguir pasta, pero nunca mucha, porque eso retiraba a los contrincantes fáciles de la mesa de juego.

Viendo la oportunidad Gary responde apresuradamente poniendo el dinero sobre la mesa de snooker.

Lo veo, no ganaras esta vez Aiden. Limmerick aplastara a Clare, los del condado de Clare juegan como mariquitas, todo el mundo lo sabe.

Gary hace su turno y consigue apuntarse algunos puntos metiendo algunas de las bolas del snooker en sus respectivas troneras.

Te toca… Como veo que te voy a sacar 150 euros y no me gusta abusar de los amigos, te invito a la siguiente cerveza.

Comenta tu viejo amigo con aires de suficiencia.

Con la sonrisa pintada en su cara, se acerca a la barra del pub para pedir la dosis de alcohol prometida.

Mary, dame dos pintas de Guinness. Aquí, Aiden, se siente generoso…

Dice señalando a tu persona.

La delgada encargada de la barra, poseía un rostro redondo con grandes ojos verdes y rasgos inocentes. Poseía el pelo corto a la altura de las orejas, y su carácter de feroz mujer celta era de sobras conocido en el pueblo.

El encuentro de hurley se retransmitía en directo, el encantador clima irlandés se dejo ver en el campo. La lluvia comenzó ligeramente y continúo aumentando su intensidad hasta que las cámaras solo podían captar con cierta definición los contornos de los jugadores.

Algunos parroquianos protestaron por la faena del tiempo. Justo en los últimos 10 minutos del juego…

En ese momento Mary volvía con la bebida.

No estarás apostando de nuevo Gary, sabes que la suerte nunca ha estado contigo…

Déjame mujer…

Responde Gary con un ademán de indiferencia realizado con la mano.

Inmediatamente vuelve a la mesa de juego y pone las jarras de cerveza negra helada en uno de sus bordes.

Aiden bebe tranquilo, no lo preocupa la sonrisa de suficiencia de su amigo. Había visto muchas de esas sonrisas.
Era la sonrisa de las moscas. Las que caían en la telaraña de una apuesta supuestamente infalible.

Pocos eran capaces de aguantar ese impulso y pensar en que cada apuesta conlleva un riesgo. Pocos, o ninguno, al menos entre sus amigos y compatriotas.

Bueno, si hoy mi dinero es tuyo, tendré que apurarme en ganarte esta partida de snooker.

Sin embargo, conocía muy bien aquel lugar, y sus parroquianos, incluso a sus amigos.

En cuanto el partido estaba llegando a su fin, y sabiendo, que su apuesta no era la única que había en juego aquella noche, las voces bajaron de tono, la gente dejo lo que estaban haciendo lentamente, para poder ver ellos mismos el final del partido que retrasmitían en directo.

Así que tras echar varios vistazos a la mesa, y beber tranquilamente se hizo a un lado.

Se posiciono detrás de su amigo y observo en silencio en final del partido. Estaba convencido, mas ahora, que el tiempo favorecía las lesiones, de que Limmerick caería sin lugar a dudas.

Pero aun así, no pudo dejar de mirar el televisor ahora solo ya no le quedaba nada mas por hacer, sino esperar a que los demás hicieran lo que tenían que hacer.

A medida llega el final del encuentro la partida de snooker se decanta convenientemente a favor de Gary. Pasan los últimos minutos los jugadores de Limmerick van cayendo, el resultado se torna a favor de Clare al mismo tiempo que los ánimos del pub se encienden con la emoción.

Clare gana por 3 goles y la cara de Gary que en su momento estaba sonriendo, se queda blanca. Te mira… y articula difícilmente unas palabras

Ehh… tío… yo… yo, no te puedo pagar…

Deja el dinero que te gano al snooker sobre la mesa. Sus ojos se humedecen ligeramente. Gary recoge su abrigo y, sin mirar a tu cara, intenta salir del pub.

Ey ey ey, a donde vas.

Se acerca a él, pero sin tocarlo.

Aun es temprano. Cogemos esta pasta.- al tiempo que enseña los cincuenta pavos-. y nos las fundimos en cerveza.

Si no tienes para pagar hoy ya lo harás, total, se dónde vives.

El último comentario podría sonar amenazante, si no fuera porque todo el mundo sabe que jamás había cobrado una deuda con violencia.

No sabía que su amigo estuviera justo de pasta. Y no le pesaba dejarlo pasar. Aunque prefería el dinero en su bolsillo.

El cualquier caso, era una inversión. Siempre podía ganarle dinero, pero para ello, tenían que seguir viéndose.

Venga, vamos a la barra. Te invito a una negra, y me dices que te pasa. Porque esa cara tuya, es cosa mala.

Aiden se queda esperando a que su amigo diga algo. Porque no quiere que se marche así. Y aunque no pueda pagarle ahora, lo importante es que pague en algún momento.

Muchos no entendían que era mejor cobrar poco muchas veces, que cobrar mucho solo una. Era una norma de mercado, el dinero estaba en los céntimos, no en los euros, y en el caso de las apuestas, estaba en las apuestas pequeñas, y no en las grandes.

Jode Aiden… la he cagado... mucho. Andaba corto de pasta al ver los emparejamientos se me encendió una maldita bombilla.

Pensé que si apostaba fuerte tendría ganaría un buen pellizco… así que…

Gary traga la cerveza como si se tratara de una bola de harina mientras se le palidece la cara.

Pedí pasta a un tipo, un croata llamado Slaven, no es buena gente, tengo que devolverle el dinero… conseguir pasta…

Ensimismado consigo mismo se repite entre susurros.

Me va a matar… Me va a matar… Me va a matar…

Aiden antes de que su amigo haya dicho dos palabras ya sabe lo que pasa. Peristas, mafiosos de medio pelo.

Los que hacen que le negocio siga siendo una mierda, y que la gente acabe con deudas que jamás van a pagar. Hay un límite en lo que se puede exprimir a alguien. Y si lo rebasas, lo quiebras para siempre en la mayoría de los casos.

Bob Mulligan, había acabo viviendo bajo un puente o en auspicios, por un jodido usurero. No iba a dejar que Gary se jodiera así la vida.

Muy bien, vamos a hablar con él. Veremos que se puede hacer. No se cuanta pasta le debes pero a partir de ahora, vas a currar muy duro para devolverla. Hasta que estés en limpio con ese tío, se acabo apostar.

Aiden se había puesto muy serio al decir aquello. No podía dejar que su amigo se hundiera, y aunque siempre había sido una buena fuente de ingresos para él, era su amigo.

Se levanto y pago, despidiéndose rápido de algunos de los presentes, una vez en la calle, se cerró la chaqueta, porque corría algo de aire.

¿Cuanta pasta es?

No quería ni escucharlo, porque fijo que no iba a ser poco. No quería tener que soltar su propia pasta. Pero a la malas, podría pagar la deuda, y que Gary la contrajera con él. Pero antes de eso quería ver a ese Croata.

Primero porque no lo conocía de nada, segundo porque se estaba metiendo donde no le llamaban. Y porque de alguna manera tenía que resolver aquello.

Y lo haría esa misma noche.

Gary, entre lagrimas y con cara de vergüenza le confiesa la cantidad.

Cuatro… cuatro de los grandes tío…

Traga saliva y tras la pausa añade.

No tío, déjalo… me iré, no me encontrara… ese tío es un puto psicópata. Te joderá a ti también…

La mesa permanece silenciosa, ajena a los griteríos y el jolgorio del pub.

En la ventana, en medio de la noche lluviosa, se posa un cuervo.

El animal revolotea detenidamente observándoos como si ya os hubierais convertido en la carroña de que se va a alimentar el día de mañana.

No huyas. Esa es la respuesta fácil me oyes.

Tienes que ser un hombre, y puede que sea muy duro, pero cuando acabe esta mierda serás un hombre mejor.

Se quedo mirando el cuervo. Que cojones hacia un animal de esa clase en medio de la ciudad. Era como si no fuera de aquel tiempo, como si viniera del pasado.

Pensó en espantarlo, pero volvió a centrarse.

Cuatro mil Euros era muchas pasta. Incluso para él. Pero podían hacer algo. Empeñar algo.

Además, te digo una cosa por experiencia. Puede que ese tipo sea duro, y puede que intente joderte, pero no es ningún psicópata, esos no duran mucho en ese negocio.

Y lo que quiere es pasta. Solo hay que darle pasta, en la forma que sea, y podrás seguir respirando.

Dime donde esta, o voy a buscarlo yo solo. Pero no voy a dejarte solo en esto me oyes. Puedes contar conmigo, somos amigos. Y si digo que voy a hacer lo posible por ayudarte así será.

Le cabreaba mucho que alguien explotara a la buena gente de su pueblo. A sus amigos, a sus compatriotas. Y eso le ponía furioso. Pero en la misma medida le molestaba la estupidez, y sobre todo la cobardía de su amigo.

Aun parecía un niño, huyendo porque había roto una ventana. Los problemas había que encararlos de frente, aunque siempre había alternativas a algunas cosas, huir de un tipo al que debes mucha pasta nunca es una opción.

Entre otras cosas, porque el idiota de Gary recurriría a un tipo similar mas tarde o más temprano, y el otro sabría de él. O conocería a alguien peor para devolver la pasta.

Sin duda, tenía el deber de ayudarlo. Y ya tenía ganas de verle la cara a ese usurero. Aunque procuraría tomar las riendas de la negociación y salir lo mejor parados. Porque por cuatro de los grandes, podían pretender esclavizar a Gary, lo cual, era algo mucho peor que perder un ojo o quedarte lisiado…

Gary se pasa las manos por los ojos y se aguanta la cabeza durante unos segundos. Seguidamente se decide a hablar.

Aiden, eres un gran amigo… si salimos de esta te estaré eternamente en deuda…

Se levanta de la mesa, se mete en las manos en el bolsillo y saca unas llaves.

Vamos al coche… es un largo camino…

Aiden se retorció al salir, sería una noche muy larga.

Y las palabra de su amigo quedaron dando vueltas en su mente.
Eternamente había dicho.

Y lo único que podía pensar, era que prefiera que nada se le debiera eternamente. Porque sería un lastre eterno, y eso, era mucho tiempo.

Se metió en el coche y dejo que su colega condujera. No dijo nada más, no hacía falta. Los dos sabían que se enfrentaban a un peligro. Y seguramente el tema no acabaría muy bien. Pero debían de enfrentarse a ello.

Así que sería mejor ir mentalizándose.

Aunque no dice nada, la posición del mafioso delata sus intenciones...

Sin embargo al contrario de lo que suponía Aiden, la violencia sería inminente...

Con un sutil movimiento de cabeza, Slaven indica al portero que ejerza algo de "presión" a la situación.

Acabas de cometer tu peor error.

Dijo Aiden con calma. La calma que precede a la tormenta.