Partida Rol por web

Os despertáis poco a poco, junto a los pájaros que viven en este gran bosque, que empiezan a piar. Hace ya tres días que os separasteis del comerciante que debíais proteger, y cuya protección costó la vida de la mayoría de la compañía. Aun recordáis los gritos de Tömörbaatar mientras intentaba organizar el muro de escudos para hacer frente a los bandidos. Cómo vuestro compañero Robf, que hace un tiempo salvasteis del ataque de un ser monstruoso, yacía en el suelo con un flechazo en el cuello. Finalmente, los bandidos contaron con mucha más suerte de su lado y acabaron con la mayoría de la compañía. Primero atacaron con flechas y cuando se les acabaron, cuerpo a cuerpo. Hallasteis el cadáver de Tömörbaatar con una lanza en el estómago. Y tardasteis varias horas en cavar las tumbas para vuestros compañeros.

Sin embargo, hoy es un nuevo día. Con 1000 monedas de oro en el bolsillo decidisteis descansar en un lugar antes de decidir qué rumbo debía tomar la compañía o si preferíais iros con vuestra parte a otro lado. El comerciante os recomendó una aldea cercana, Villa Arroyo, y queda menos de una jornada. Creéis que para mediodía ya podríais estar a las puertas de la aldea. De momento, el bosque parece tranquilo, las ruinas de la antigua torre están rodeadas de vegetación, así como el pequeño puentecillo bajo el cual os habéis cobijado durante la noche. Se ven las brasas de la fogata que hicisteis la noche anterior, y un olor a queso y carne seca os llega desde vuestras mochilas. Lleváis comiendo lo mismo tres días, pero las raciones que os dio el comerciante eran de muy buena calidad. Aun hay tiempo para comer con calma antes de emprender la marcha.

Khasar estaba sentado mirando hacia las brasas y a veces al bosque mientras masticaba con saña el queso y la carne que desayunaba con cierto aire melancólico por la reciente perdida de sus compañeros y líder.

- No debemos de andar muy lejos de Villa Arroyo, tenemos bastante oro y quizá podamos conseguir tomarnos unos días allí para comprar repuestos y demás.

Se tomaba con bastante calma el viaje hacia Villa Arroyo, prefería mucho más el entorno natural por el que caminaba que la idea de llegar a la civilización, cosas de él, criado entre árboles.

Desde la terrible misión que acabó con casi toda la compañía, los días resultaban muy duros, y todavía más las noches. Zorpex veía en sueños la imagen de su amigo Robf atravesado por las flechas. El tiempo todo lo cura, y en ello confiaba el pequeño gnomo intentando pensar en positivo. Cinco de ellos seguían con vida, por lo que si los dioses les habían premiado con ese regalo es que quizá les quedaba un largo camino por delante. Un camino lleno de aventuras y descubrimientos.

-Estoy de acuerdo-dijo secundando a Khasar-. Cuanto antes lleguemos, mejor. Creo que pasar un tiempo en esa villa puede ayudarnos a descansar, despejar las mente y ver el futuro con mejor perspectiva.

Se habían ganado un merecido descanso, y con los bolsillos llenos de oro, podían permitírselo. Lo único que Zeki se había podido llevar a la boca en los últimos días eran unos míseros trozos de carne seca, de modo que la promesa de una apacible villa y una acogedora taberna donde disfrutar de una comida y bebida decentes hacían que una sonrisa se dibujara en su rostro. Y verla sonreír no era algo habitual. Además, el dinero no les duraría eternamente, y tarde o temprano, tendrían que encontrar otro trabajo.

- No veo el momento de llegar a la villa. Por fin podremos comer y beber sin tener que vigilar nuestras espaldas, y dormir sin tener que mantener un ojo abierto- intervino.- Además, puede que encontremos algo de trabajo. Deberíamos contarle al bardo de la villa lo acontecido- propuso- y que él se encargue de componer algún poema  que nos dé publicidad. Seremos los mercenarios que cumplen su misión, aún a costa de sus vidas. Nos lloverán los trabajos- dijo todo esto sin dejar de mirar a los restos de la hoguera con aire distraído.

Para Zeki, su vida se había convertido en un bucle "trabajar/gastarse el oro como si no hubiera un mañana". 

Althaea se despertó y antes de erguirse se frotó con pesadumbre la frente, justo en el lugar de la cicatriz que tenía de antaño.
Se había repetido la misma situación que entonces, pero con peores resultados. Habían perdido a varios compañeros. Y es que al final siempre acababas topándote con un grupo que era mayor que el tuyo y... o tenías buena suerte como ella había tenido hace años u ocurría lo que acababan de vivir días atrás.

Al escuchar a sus compañeros se sentó y cogió de su mochila algo de queso y carne seca que empezó a comer de manera casi obligada, aunque tenía que reconocer que el queso, era más que bienvenido por sus papilas gustativas.

- Es mejor que marchemos pronto, sí. -Le dio la razón al resto de sus compañeros.- No podemos dejarnos engañar por un paraje bonito y de aparente calma... -Miró desconfiada al bosque mientras masticaba, para momentos después levantarse y comenzar a recoger sus cosas.

Con cierta prisa os encamináis por el sendero que lleva hacia Villa Arroyo, es un camino muy distinguible entre la naturaleza. La huella de carros y animales de tiro denota que el tránsito es común hacia el pueblo. Tras unas pocas horas empezáis a subir un camino empinado para coronar una colina. Según el mercader, al otro lado de esta se encontraría el valle donde Villa Arroyo se asienta. Sin embargo, antes de que lleguéis a la cumbre un hombre se interpone en vuestro camino. Lleva un trozo de tela roja tapándole la parte inferior de la cara y unas cuantas trenzas en su cabello grasiento. Destaca su ropa harapienta y su hedor agrio, parece una mezcla de sudor y diversos alcoholes que se han derramado por su ropa. Y desde luego llega a vuestras narices casi antes de que aparezca ante vosotros.

Parece que el hombre no hace nada por esconderse, de hecho cuando os ve subiendo por el camino empieza a reir con una carcajada bastante sonora.

Vaya, vaya, pero qué tenemos aquí... - dice el hombre mientras pone una mano en la empuñadura de la cimitarra - veo que siguen viniendo viajeros a Villa Arroyo. Aunque algunos con mejor pinta que otros.

Pasa la mirada entre vosotros, veis que se detiene varios segundos a mirar al gnomo y después prosigue. En todo este momento, si bien sus facciones no las veis por la tela que le tapa la cara, parece que está encarnando una sonrisa. 

Haremos esto... Sí, sí. Dejáis vuestras cosas en el suelo y luego; ¡Os vais a tomar por culo ladera abajo!. 

Observáis que tiene los nudillos blancos de tanto apretar con fuerza la empuñadura de su arma, ríe de manera nerviosa mientras os sigue mirando como si la agresividad que había al terminar su última frase se hubiera desvanecido.

Khasar caminaba algo despreocupado, con su petate al hombro con el hacha en la otra mano, mirando de vez en cuando entre los árboles del bosque escuchando a las aves o los animales salvajes, el crujir de las ramas.

Cuando subía y vio a ese tipo solo se le ocurrió mirar al resto del grupo y luego a él de nuevo.

- No sé si estás loco o solo quieres morir por alguna razón.. pero a menos que haya alguien contigo a parte de tu gallardía no te vamos a soltar nada.

Khasar sujetaba el mango de su hacha como si quisiera usarla, pero no era tan temerario, así que esperó a ver la reacción de sus compañeros que claramente sabían que lo primero en lo que estaría pensando el semi-orco es en cortarle la cabeza al asaltante.

Lo que les faltaba, un asaltante de caminos justo cuando estaban a punto de alcanzar un merecido descanso tras días tan aciagos.

-Señor, si hace esto por necesidad, hay otras maneras más honradas de ganarse el pan. Si es usted un simple bellaco, entonces sólo le diré que no podría haber escogido a peores víctimas. Le aconsejo que nos deje en paz y cada uno sigamos por nuestro camino. Será lo mejor para todos.

El gnomo quería evitar un desenlace violento de aquella situación, aunque un tipo tan maleducado como ese no merecía otra cosa que una buena tunda.

No está solo- pensó Zeki, mirando a los alrededores disimuladamente, por el rabillo del ojo, atenta a cualquier movimiento o crujido- no puede estar tan loco de enfrentarse él solo a cuatro mercenarios armados.

- ¿ De verdad crees que puedes tú solo con nosotros cuatro?- dijo Zeki, lanzando una mirada cargada de significado con las palabras "tú solo", esperando alguna reacción por su parte. Quizá una mirada refleja hacia donde estuvieran los demás... si es que los había.

O quizá sólo era un loco...

Cuando cerca de llegar a la cumbre, apareció aquel ladrón, Althaea soltó un resoplido. Ella solo quería llegar al pueblo y relajarse en la taberna, nada más. ¿Por qué tenía que haber aparecer gente para tocarles la moral?

- ¿Qué tal si...? NO. -Clavó su mirada en la del ladrón. Por cómo parecía dudar al final, le recordó a sus primeras veces robando fuera del orfanato. Lo hacías porque no te quedaba otra, y lo hacías autoconvenciéndote de que eras lo más y de que no tenías miedo porque sabías que era lo que había que transmitir a quien tenías delante, pero en realidad estabas cagado.

O quizás había dicho las palabras mágicas y sus compañeros no entraron cundo debían y lo habían dejado vendido. Esa también podía ser otra opción.

Apartó la mirada de él durante un momento para observar su alrededor, atenta también a sonidos extraños.

Veis huellas debajo de los pies del bandido. Percibís que por el tamaño y por la composición no pueden ser de más de cinco personas. 

Creo que no sabéis dónde os habéis metido. - dice el hombre mientras desenvaina la cimitarra. Sin embargo, una risita tras él hace que interrumpa el gesto. Con la espada a medio desenvainar se gira hacia una mata de bosque de la que sale una mujer. 

Esta no lleva un paño rojo tapándole la cara, su sonrisa también destaca, mostrando sus dientes afilados. Su ropa es igual de andrajosa que la de su compañero y un pelo grasiento y oscuro se pega a su frente. Maneja una ballesta, que mantiene apuntada hacia vosotros. Sus ojos inyectados en sangre y sus profundas ojeras indican que no ha debido dormir en mucho tiempo.

Nosotros somos quince, os tenemos rodeados y a no ser que nos deis todo lo de valor que tengais vais a estar cagando flechas toda la eternidad.- Parece que cuando termina la frase empieza a reirse de una manera tan incontrolable como la que le ha delatado estando escondida. 

El semi-orco le echó un ojo a los pies del bandido y luego al ver al temeridad con la que señalaba una mata del bosque miró hacia ella, vislumbrando a la mujer que parecía tan alterada como él. Con un gesto ya bastante enfadado en el rostro dejó caer su petate al suelo pero no por entregarlo, si no por agarrar mejor su hacha.

- Escuchadme vosotros dos, panda de energúmenos, si hay algo que odie más que unos estúpidos es a unos mentirosos y que me parta un rayo si sois de verdad QUINCE almas buscando dinero porque quiero verlas a todas aquí.

Khasar ya tenía agarrada su hacha con ambas manos con gesto más enfadado, mostrando sus dientes. Por como hablaba parecía enfadado de verdad por eso de haber sido mentira así que quizá no fueran tantas personas como prometía la nueva incursora.

- Pero lo que más odiamos es a unos estúpidos Y mentirosos- dijo Zeki al hilo de las palabras del bárbaro- Sabemos que no sois 15. Diría que no sois más de... ¿5?- dijo la hechicera con una seguridad que no dejaba lugar a dudas de que estaba convencida de sus palabras- Y además vuestro estado es lamentable...¿ en serio creéis que tenéis alguna oportunidad? Sois cuatro o cinco pringados a lo sumo, cansados y desesperados, contra un grupo de mercenarios experimentados. Desistid, aún estáis a tiempo de salir de aquí con todas las partes de vuestros cuerpos intactas.

Zorpex permaneció en silencio. Poco tenía que añadir a lo expresado por sus compañeros, de manera que el gnomo comenzó a planear qué hechizo utilizar ante lo que parecía un inmimente combate.

Mientras tanto, le llamaba la atención esas risas desquiciadas en sus asaltantes, y otros signos de locura como las ojeras de la recién aparecida. ¿Estarían siendo víctimas de algún maleficio o condición?

La mirada de la semielfa se endureció cuando apareció la compañera del bandido que parecía mucho más seria que este. No había logrado percatarse de si eran tantos como aseguraba la nueva aparecida, pero las palabras de Zeki le dieron cierta seguridad y decidió seguirle el juego a su compañera.

- Hemos podido con grupos mayores que el vuestro... os diría que les preguntáseis pero creo que va a estar un poco difícil que habléis con ellos. A menos que sigáis tocándonos la moral, entonces sí que podréis hablar. De muerto a muerto.

Mientras hablaba puso ambas manos sobre las dagas, que las llevaba en el cinturón, preparándose.

Parece que los bandidos se miran, las sonrisas nunca llegan a desaparecer de sus rostros a pesar de las advertencias y amenazas que habéis proferido hacia ellos. De repente, veis como el primer enmascarado desenvaina su hoja a lo que detrás desde distintos puntos del bosque podéis oír el mismo sonido de una hoja saliendo del cuero que la envuelve. 

Mapa (Las casillas se ven un poco mal, pero las importantes son las marcadas en blanco, si os movéis indicadme a dónde):