Partida Rol por web

James escuchó las palabras del Mayor de manera rutinaria. Felicitaciones, bla, bla, bla... hasta que llegó al tema del deceso de Hammer. Dio un respingo en su silla de ruedas. Hostia, pensó, si que han caído oficiales. Miró con disimulo a Focker, esperando a ver qué decía.

La fiesta paso rápida al igual que se acabo la bebida, así que entre unos cuantos fuimos a deshacernos de las evidencias. No tardamos mucho en volver, y tampoco sabia si habíamos cubierto bien el escondite, pero vernos estaba casi seguro de que no nos había visto nadie. Otra cosa seria si lo encontraban, de todas maneras, a quien iban a culpar?, si no les habían visto dudaba mucho que se pusieran a investigar, o que usaran a los valiosos Psíquicos para identificarles, todo por un poco de alcohol?, Va!.
Así que llegaron otra vez al barracón, y a altas horas de la noche apareció el ya Mayor Okaka Tsumina y nos dio otra tanda de halagos que siempre viene bien, nos informo que tendríamos 3 días de descanso, cosa que hizo sonreír a mas de uno y sacar de las gargantas mas de un "Viva!!!", pero también informo que el teniente había muerto, y ahora Focker subía de escalafón, Y se tendría que nombrar a otro Cabo mayor, Si escogían a Miller eso me ponía en la posibilidad de Subir a Cabo, Joder!, Si era alguno de las otras unidades no habia problemas.

Sin pausa bockman siguió bebiendo sentado y jugando a las cartas. Aquella iba a ser una noche larga y no pensaba que nadie se la cargara por haberles dado cerveza. Rio ya fuera forzadamente o de verdad. No podía permitirse transmitir tristeza a ningún infante, por los caídos y por los que tenían que seguir luchando. Se emborrachó, aquella cerveza había hecho su trabajo, ya poco se podía acordar de aquellos bichos y aquel miedo de esa perra.

Cuando ya no podían más tuvieron que subir los barriles a los hombros y sacarlos al exterior. No podía pedirle que pensara con claridad, pero al menos de mula de carga aún servía. Taparon con la lona los barriles casi vacíos y la taparon con nieve. Nadie se pondría a escavar por suerte. Volvió dando tumbos hasta la cantina con el resto de borrachos que aún estaban en pie.

Cuando el mayor apareció para darles las buenas nuevas se quedó sorprendido, el sargento volvía a subir de nivel. Allí parecía que se subía demasiado si eras capaz de sobrevivir el tiempo necesario. Ese hombre se lo merecía, pero le daba miedo que alguien menos competente se pusiera al mando de las unidades. - Enhorabuena teniente, como siga así va a acabar tras un escritorio haciendo informes de inteligencia - dice con una sonrisa al nuevo ascendido. Menuda le había caído, ahora tenía que ascender a un recién ascendido sargento a sargento mayor, empezaban a tener mandos demasiado novatos para su gusto. Haber estado siempre bajo el mando de Focker le ponía nervioso si le cambiaban.

Tras el brindis generalizado y bien merecido, Sonia intentó no pensar por un rato y tratar, si no de divertirse, de estar relajada y tranquila, tomándose una cerveza sin prisas. Aún quería hablar con Focker a solas, pero ahora mismo podía esperar por un rato.

Pero pronto todos vieron que todo aquello aún no había terminado. Tras una cena en el comedor dónde comieron algo tranquilo pero algo copiosa, muchos de los miembros prefirieron ponerse a descansar tras el largo día. Ramírez estuvo pensando durante un rato si seguir su ejemplo, cuando el grito de "¡Atención!" la hizo ponerse firme enseguida. Pero, además, fue totalmente imprevisto ver que el que bajaba era el mismísimo Mayor Okaka. "Joder, ¿va con una armadura? Ha debido estar pateando culos en el frente." Pensó ella, mientras que se relajaba a su señal, pero manteniendo las manos a su espalda, atendiendo a sus palabras. El que él también les felicitara resultaba realmente satisfactorio. Después de lo que habían pasado en el planeta, el haber podido por fin quitárselo a los putos arácnidos o, al menos, estar a punto de conseguirlo.

Y de nuevo, otra sorpresa. Justo antes de que se marchara, informó al Sargento Mayor Focker de que pasaba a ser Teniente... y líder de todo el pelotón. Eso resultaba un tanto preocupante pues... ¿Quién iba a ser capaz de sustituirle? Nadie estaría a la altura... Aún así, se imponía primero hacer algo.

- Enhorabuena, señor.- la dijo la sargento con un saludo un punto inseguro. El futuro del pelotón y de la Fox la preocupaba un poco.

Después de examinar con detención las heridas de Mía, me vuelvo a lavar las manos mientras le indico que vuelva a vestirse. Después me acerco y le doy mis conclusiones:

 - "Por lo que soy capaz de ver, tienes quemaduras de una gravedad moderada que sanarán solas y dejarán una cicatriz que tardará años en eliminarse a menos que las trates de forma especial. Si consiguen entrar en una cuba de recuperación, las cicatrices desaparecerán en horas. También hay una seria de sustancias de uso tópico que puedes aplicarte para eliminarla. Conozco uno de uso muy común que se llama Pantenol, también el Bepanten o el Argosulfan. Todos te ayudarán aunque de forma mucho más lenta que la cuba. De todas formas, tiene solución."

Le pongo la mano sobre el hombro mientras le sonrío. Sé que está feliz de saber que no quedará marcada de por vida como temía pero yo también estoy muy feliz. Como médico en la IM no son muchas las buenas noticias que puedo dar.

Una vez que nos acabamos las cervezas y todo, debíamos hacer desaparecer la evidencia, por lo que fui con Stukov, Rodríguez y Bockman para ir a enterrar los barriles con la buena idea que tuvo el Sargento Miller.

La verdad es que el alcohol ya me ha afectado más de lo que pensé, probablemente bebí demasiado para descansar mi mente de los fantasmas que acechan en ella para lanzarse sobre mis pensamientos. He conseguido disiparlos y dejar de pensar en aquello aunque mis habilidades han sido mermadas por ello. Cuando salgo, no soy capaz de ver bien nada, apoyándome más en el resto del grupo mientras yo me esfuerzo por no meter ruidos innecesarios.

Una vez hemos terminado, me devuelvo a comer y beber algo para pasar la borrachera para luego ir a dormir. Llevo poco tiempo acostado cuando el grito me hace bajarme de golpe. Veo al Mayor entrar ataviado con su armadura y le saludo formalmente antes de oírlo hablar.

Me sorprende mucho la idea de ser ascendido a un cargo de oficial pero supongo que como siempre he sabido, veterano es el que no muere. Me vuelvo a cuadrar frente al Mayor y le contesto de inmediato:

 - "Señor, acepto honrado el ascenso, Señor. A pesar de que todos los actuales Sargentos son excelentes candidatos, designo al Sargento Jhonny Frost como Sargento Mayor, Señor."

Miro al hombre del escuadrón Gatling y estoy seguro de que hará un gran papel como Sargento Mayor. Es su trabajo ahora ascender a su cabo como Sargento, mientras que él deberá ascender a su Soldado de Primera como Cabo y así sucesivamente.

Miller no se pudo quedar atrás a la hora de deshacerse de los barriles, al fin y al cabo era su idea y si resultaba un desastre debería haber participado también. No dejaba de tener su gracia que la ultima misión de los Guardianes de Sirius fuese esconder basura en la nieve medio borrachos, y encima con el comandante del pelotón.

 Los ascensos siempre eran agridulces pues significaba que alguien había muerto  y era necesario cubrir su hueco. Pero no dejaba de ser cierto que era un reconocimiento para el que ascendía, y tanto Focker como Frost se lo ganaban a pulso cada día. 

Enhorabuena Sarg... digo Teniente, si le dan un Command Carrier de esos acuerde se de llevarnos a dar una vuelta, jajaja.- le dijo a Focker cuando estaban en la nieve.

Cuando volvieron, no muy seguros de que nadie les hubiese pillado escondiendo la basura, Miller se acercó a Frost y sabedor de lo riguroso que era Jhonny con el reglamento le saludó de forma marcial llevándose la mano a la frente.

¡​Sargento Mayor Frost, a sus ordenes!-  aunque trató de ponerse serio, la confianza con aquel hombre y las cervezas que había ingerido no pudieron ocultar una sonrisa, pues se alegraba realmente por su antiguo compañero de escuadra. - Enhorabuena Frost, sé que lo harás de puta madre, estamos en las mejores manos posibles.

Al principio sintió vergüenza al quedar desnuda y exponer sus quemaduras al escrutinio de Tarcus, pero él era un buen profesional que supo hacerle sentir cómoda enseguida. Mia estuvo en silencio, dejándose hacer, hasta que tras volver a vestirse el médico anunció su diagnóstico.

- ¡Gracias! - Visiblemente emocionada, Mia se abrazó a su compañero y luchó por evitar llorar de alegría. - Muchísimas gracias Tarcus, de verdad... me quedo muchísimo más tranquila. Me informaré sobre la cremas y las cubas que me dices... ¿te parece que volvamos al salón y brindemos por ello?

Sonrío al recibir el abrazo del Mía y lo respondo con alegría. Luego de eso asiento y le respondo:

 - "Por supuesto, tenemos mucho por lo que celebrar. No perdamos más tiempo que la velada se acaba."

Le acompaño al salón con el resto de los soldados para que podamos divertirnos y disfrutar que aún estamos vivos.

James sonrió con alivio cuando Focker anunció que la cadena de ascensos iba por otro lado. Enhorabuena, mi teniente, enhorabuena, mi sargento mayor, dijo desde su silla de ruedas. En el ínterin, algunos pilotos de los monitores que anunciaban sus constantes vitales se habían puesto amarillos y las lucecillas parpadeaban un poco más rápido, pero pronto se relajó y todos los indicadores volvieron a OK. Había sido una noche de emociones. Estaba cansado. Muy cansado. Uno que se retira, anunció al personal que todavía vagaba por ahí.

Mia volvió junto a Tarcus al salón, coincidiendo con la llegada de Tsumina. Escuchó a su superior en silencio y con un profundo respeto: aquel hombre les había cubierto las espaldas desde la retaguardia, apostando por ellos cuando todo estaba perdido. Es más, ahora parecía que gracias a él iban a poder regresar a casa y evitar el quedar como destacamento defensivo en Galdonia. Si al menos ha habido supervivientes en esta pírrica victoria, se lo debemos a él en gran parte. 

Pero estos pensamientos se vieron interrumpidos por el nombramiento de Focker como teniente. Y el consecuente ascenso de Frost. Mia aplaudió como varios de sus compañeros y le buscó con la mirada, sonriente, pero le vió entablando conversación con Miller y otros y decidió esperarse al final para acercarse. Se lo merece, de verdad que se lo merece.

La Consejero optó por hacer tiempo presentándose a Tsumina y agradeciéndole en persona su labor, pero cuando quiso reaccionar éste ya abandonaba el cuarto. Y el aura marcial que despedía el Capitán le impidió romper el protocolo militar y salir tras él. Así que decidió esperar a Frost celebrando como todos las nuevas buenas noticias.

Incapaz de retomar el sueño por los aplausos, acabó por ponerse en pie con aquel terrible dolor de cabeza. Se puso una camiseta, pues había estado durmiendo solo con los pantalones y no pudo evitar quejarse cuando la tla tocó las heridas del hombro. Caminó hacia el grupo de gente, mientras se masajeaba la parte superior del puente de la nariz.

- ¿Han ascendido a Frost? - Preguntó a Mia cuando se puso a su lado, aun intentando despejarse y que aquel dolor de cabeza le permitiera pensar con algo más de claridad. - Cojonudo, se lo merece. - Acabó por soltar cuando escuchó que lo habían ascendido. Si alguien se lo merecía, era él. Después de todo, había conseguido sacarlos de allí. Cualquier recompensa que los mandos decidieran darle sería poca.

Y a pesar de alegrarse, lo cierto es que la resaca le pedía a gritos que no aplaudiera.

Cuando Frost volviera con su unidad ya le felicitaría como era debido, y lo celebrarían como era debido.

El día anterior ha sido como un sueño. La celebración un poco amarga, pero se tenía que hace para recordar a todos los que se han ido y a todos los que se han quedado. Tras estar más en otro mundo que en el real y no estar demasiado conversadora con los demás, a su pesar, toca dormir. Decide que no será ella la que irá de infiltración para intentar esconder los barriles y las cajas en algún lugar lejos de la base. Suficiente infiltración ha tenido que hacer en la misión.

Parece que no ha tocado ni la almohada cuando un grito los saca de la cama. Lo primero que piensa es que tiene que volver ahí abajo a exterminar otro nido, pero es obvio que no es así cuando avisan que un oficial va a hacer entrada en la sala. Se levanta del camastro en el se ha tirado para descansar, y hace el saludo militar hasta que el Mayor Tsumina da permiso para descansar. Les vuelve a felicitar, les vuelve a decir que están orgullosos de ellos y que son un símbolo de valor y todas esas cosas.

Por último, también asciende al Sargento Mayor a Teniente de tercera. La verdad, es que no hay mejor soldado entre todos ellos para merecerse esos ascensos. Si no fuese por él, aun seguirían en esos malditos túneles, rodeados de insectos asesinos y muriendo poco a poco. Uno tras otro.

-Enhorabuena, Teniente. No hay mejor hombre para merecer ese puesto.

Ríe ante la idea de Bockman.

-¿Pero que dices? ¿Estar tras un escritorio rellenando papeles? No, no... no creo que eso sea lo que busca nuestro nuevo Teniente.

White salió con el resto dispuesto a realizar una "incursión sigilosa" rodeados de peligrosos enemigos.....infantes vigilantes que se podrían chivar del botín conseguido. Si le hubieran preguntado a White un rato después, él hubiera contestado...."Creo que la bebida no terminó de afectar mi capacidad auditiva y visual, pues estaba en el estado de euforia adecuado, ése en el que eres consciente de casi todo lo que te rodea y eres capaz de moverte como un gato....pero tengo ciertas lagunas de memoria...yo juraría haber dejado la manguera en su sitio otra vez, después de regar los barriles, tal cual el Sargento Miller había sugerido......¡¡lo juraría por todo lo más sagrado...hpor feth!!" Quién sabe dónde acabó en realidad aquella manguera...

La llegada al comedor hizo que al poco rato el Cabo se encontrara mejor, pues era de los que la bebida les da hambre. Tras comer su ración y parte de la de algún otro que había abandonado por no poder más, tenía una sensación de satisfacción y modorra increíbles. Necesitaba acostarse y dormir. Su cuerpo se encargó de recordarle todos los excesos del día, heridas incluídas....al día siguiente tendría un dolor de cabeza de aúpa, y el humo del habano no lo iba a mejorar, pero aquello era gloria. Se lo acabó en el cuarto comunal, mientras miraba pasar a unos y a otros.

La llegada del Mayor le pilló por sorpresa, poniéndose firmes como el resto, como también le pilló por sorpresa el ascenso del Sargento Mayor Focker...ahora Teniente de 3era. Luego el ya Teniente nombró su primer ascenso "¡Frost! Muy bien...es un buen hombre, se lo merece.". White no había coincidido demasiado con él, pero lo poco que había interactuado con él, todo habían sido buenas impresiones. "¡¡Felicidades Señor!!" dijo con entusiasmo, tanto a Focker como a Frost, para luego estrecharles la mano. "Menos mal....por un momento me he visto ascendido a Sargento....y todo en un día..." suspiró aliviado. No es que no se viera capacitado...pero esperaba tener un ascenso un poco menos "sangriento" y sí con tiempo para adquirir más conocimientos...aunque en la I.M. eso de pedir tiempo extra.... era casi imposible. Si luego le preguntaran por lo que había dicho el Mayor, diría..."Creo que algo de honor y héroes...creo que es lo que más han repetido los mandos al venir a vernos. Yo hubiera preferido que nos hubieran dado más cargadores de morita al empezar la misión." No había prestado demasiada atención.

Tras el jolgorio general, tocaba retreta......así que con paso cansino y despidiéndose con una señal de cabeza del resto conforme pasaba por su lado, se encaminó hacia su catre, esperando darle una dura batalla....recordando que tendría que levantarse pronto para redactar un puñetero informe....."Dioses....ésto tendría que estar prohibido después de una celebración como ésta..."

Me acerco a FockerY le digo:- Enhorabuena Teniente, se que hará un gran trabajo.
Mas tarde me acerco a Frost y le digo:- Sargento Mayor Frost, enhorabuena, se que harás un buen trabajo, como siempre, digo con una sonrisa. mientras le doy unas palmaditas en la espalda.

Todo cambió con el descenso, desde ahí ya nada fue como estaba planeado aun cuando inteligencia auguruba victorias arrasadoras. Nada fue así y con ello la vida de miles de infantes pagaron el precio, todo por la humanidad y con las palabras de Focker hacía que todo lo vivido valiera la pena.

Pero con las bajas aparecen las nuevas responsabilidades, antes del desembarco era un simple soldado de primera y al parecer acabo de ser nombrado Sargento, sí así lo dispone Frost, y debo nombrar a un Cabo. Y entre todos mis compañeros que quizás sean mejores que yo e incluso elegir uno entre todos ellos será difícil en extremo. No llevo cinco minutos con el nuevo cargo y ya no se que hacer.

Mis compañeros aprovechan la noche y salen a esconder las evidencias y no puedo ser menos, el alcohol me hace hacer locuras como querer pasar desapercibido con un barril en la espalda intentando esconderme de las patrullas nocturnas para ir a taparlos evitando ser vistos e incluso oídos. Una locura que sólo se puede hacer cuando el alcohol gana sobre la razón.

Frost había dejado a Billy y a Ethan esperando... demasiado tiempo, lo suficiente como para que se fumasen los cigarros ofrecidos por Focker mientras él deambulaba por los dormitorios. Evidentemente la cerveza ya le había afectado, pues no podía localizar a Mía entre la multitud, lo cual lo había llevado a tomar otro vaso... finalmente se venció y se sentó en un rincón a fumar y beber hasta que Miller comenzó a organizar una "misión" de ocultar los barriles. Éste era realmente el punto álgido de la noche, saber si el entrenamiento había servido realmente utilizando una mezcla de escuadrones borrachos y sin su armadura reglamentaria.

Jhonny se colgó de Stukov y los siguió, cuando Miller ordenaba algo, incluso bajo los efectos del alcohol, solía ser lo indicado y lo más práctico. Ayudó a cargar algunas palas y se bamboleó hasta el desnivel en la nieve dónde enterrarían la evidencia del crimen. Aparentemente, el aire gélido del exterior había puesto sus embotados sentidos en alerta, lo cual le permitió con su relajado cuerpo (a causa del alcochol) moverse como un fantasma.

Cuando regresaron, algunos riéndose por lo bajo y otros conteniéndose de empezar a cantar como auténticos borrachines que eran, los otros infantes ya estaban sacando la cena que les habían enviado y repartíendola por las mesas.

- Un buen rancho - pensó mientras masticaba con ganas aquella mezcla insulsa - Lo suficientemente malo como para mantener a los infantes alerta - aquella vieja frase le causaba risa, aún mientras tragaba ruidosamente y carente de modales.

Sus ojos siguieron buscando una vez terminado ese suculento rancho, pero Mía seguía ausente, ni siquiera para la cena había vuelto. No podía pensar demasiado en el estado en que se encontraba, pero tampoco iba a dormir. En ese momento se encontraba tan pasado de vuelta que el mismo cansancio le pesaba en el rostro y no le permitía relajarse.
Simplemente se sentó en un rincón oscuro del pabellón a encender una y otra vez su viejo zippo. Observaba la chispa, luego la llama, se imaginaba como la escupida caústica de un tanker venía hacia él; sin embargo el sentimiento no le provocaba miedo, ni tristeza, simplemente era algo a lo que su mente se había habituado de alguna forma. Cuando la llama cedía, solamente quedaban sus dedos sucios y lastimados.

Se quedó allí, solo, emitiendo solamente el chasquido del chispero mientras la mayoría descansaba, cuando la llegada del Mayor Tsumina puso a los cuatro escuadrones en alerta. El murmullo que irrumpió desde el exterior denotaba que gran cantidad de fuerzas y vehículos se estaban moviendo.
Ese hecho le disipó el cansancio momentáneamente, guardó el encendedor rápidamente y se dispusoa recibir a su superior como era debido: perfectamente firme, con respeto por sobre todo. Las palabras que oyó traian consigo oleadas de esperanza. Aún con las dudas que lo acosaron en los momentos más oscuros de la misión, sabía que lo conseguirían.

 - "Señor, acepto honrado el ascenso, Señor. A pesar de que todos los actuales Sargentos son excelentes candidatos, designo al Sargento Jhonny Frost como Sargento Mayor, Señor."

Jhonny daba por hecho que Focker ascendería a Miller, no solamente era más veterano que él mismo, sino que había cumplido una excelente misión en aquella colina como le había encomendado Hammer. Tardó unos momentos en reaccionar, pues no terminaba de asimilar el nombramiento. Miró a los ojos a Gary Focker, ese hombre hablaba en serio y era incapaz de bromear en esas situaciones.
No iba a protestar, ya había asumido que esa noche lo había cambiado, había crecido, era otro, y ahora era el sargento mayor.

- Es un honor Teniente - respondió, manteniéndose firme - Mayor, nombro como sargento del escuadrón Gatling al cabo Llorens - afirmó con la seriedad que merecía el asunto, y se giró buscando a Sergi entre los infantes. Pronto él debería nombrar al nuevo cabo.

Luego se vió envuelto en un mar de felicitaciones, definitivamente, dentro de su vida, ascender, sobrevivir y merecerlo eran grandes logros.

¡​Sargento Mayor Frost, a sus ordenes!-  aunque trató de ponerse serio, la confianza con aquel hombre y las cervezas que había ingerido no pudieron ocultar una sonrisa, pues se alegraba realmente por su antiguo compañero de escuadra. - Enhorabuena Frost, sé que lo harás de puta madre, estamos en las mejores manos posibles.

Frost no pudo mantener mucho tiempo la seriedad con el viejo cascarrabias de Miller, tras aquél saludo que ya se veia venir, le estrechó la mano con firmeza y le palmeó el hombro - No dudes de que voy a necesitar tus consejos en el campo de batalla, Miller - Le dedicó una de sus típicas sonrisas caballunas.

"¡Frost! Muy bien...es un buen hombre, se lo merece.". White no había coincidido demasiado con él, pero lo poco que había interactuado con él, todo habían sido buenas impresiones. "¡¡Felicidades Señor!!" dijo con entusiasmo, tanto a Focker como a Frost

- Gracias White - respondió mientras el Mayor se retiraba aún en su armadura de combate y el resto de los infantes seguían dando vitores y algunos volvían a los catres. Sin embargo las palmadas de Rodríguez lo hicieron girarse.

Sargento Mayor Frost, enhorabuena, se que harás un buen trabajo, como siempre, digo con una sonrisa. mientras le doy unas palmaditas en la espalda.

- Willem, el único tirador del escuadrón Eco que podía competir mano a mano con la difunta Odonnell en el polígono de disparo - respondió mientras le devolvía las palmadas mientras con la otra mano hacía muecas de disparar - y ese pulso sigue firme aún luego de tomar - lanzó una risa cómplice con viejo camarada de armas y se movió unos pasos hacia el grupito que se había formado del escuadrón Gatling y se mantenían a una cierta distancia, cuando vio a Rivas que se acercaba con su muñón en alto.

Sargento Frost, lamento molestarle- la cara de preocupación diría a cualquiera que estaba apunto de morir- no deje que me saquen de la infantería, ni de la Gatling señor.- dijo esto levantando el muñón de la mano.

Le alegró ver a Rivas moverse así, se lo notaba mucho más despierto, señal de que los medicamentos le estaban haciendo efecto y que pronto sería el de siempre. Excepto por el detalle de la mano.
- Rivas, no te preocupes, te pondrán una mano cibernética y estarás entrenando con todos cuanto antes - le dijo con una sonrisa grande, sin embargo no pudo evitar mirar hacia el resto del grupo y por fin se encontró con ella a los ojos. Como por acto de magia había vuelto, y ahora tenía una sonrisa, que no estaba antes allí. Y él también.

Se encontraron, eso era bueno, y tenían al menos tres días.

La noche había avanzado, tras unas cuantas cervezas y la medicación a la que había sido sometido a cada segundo sentía que los parpados no hacían mas que cerrarse. Empezaba a sentir la tentación de dejar la fiesta para refugiarme en el interior de una cama, cuando apareció el Mayor Tsumina. Tras relatarnos las buenas nuevas del transcurso de nuestras misiones, nos dio la noticia de los ascensos del ahora teniente Focker y un ascenso más que este mismo debería de realizar. El agraciado sería Frost que pasaría a sargento mayor. Estaba claro que los dos habían ganado un ascenso bien merecido en la batalla pasada. Tras acercarme a los nuevos mandos para darles la enhorabuena, decido abandonar el jolgorio para poder descansar mi maltratado cuerpo. 

Todavía las palabras me sonaban en la cabeza cuando Frost me nombró lo que ya era una certeza, mil pensamientos zumbaban por mi cabeza dando vueltas por todos lados y yo sin saber para donde ir. El mareo del alcohol y el verme en la obligación de tomar un Cabo que podría ser García o Stukov, ambos de excelente desempeño en el campo de batalla y siempre atento en todos los detalles. Es más ellos deberían estar en mi puesto y en mi caso volver a ser raso sabiendo que seguro serían de mayor valía que yo.

Por primera vez dudo de todo lo que soy como infante porque pensé que con el tiempo sería Sargento y uno muy bueno. Que pedazo de egocéntrico que fui ahora que veo la realidad de la guerra contra el imperio. Que me falta experiencia al mando dado que sólo tengo una batalla encima y ya tengo que dirigir a todo el resto de mis compañeros que pelearon hombro con hombro hasta sangrar y morir incluso. ¿Qué me hace mejor que ellos? Sonrío ante el resto pero por dentro soy un mar de dudas.

Mia esperó a que Frost terminase de ser felicitado para acercarse ella. No sabía si él se había dado cuenta de su ausencia o no, pero la sonrisa que le dedicó no dejaba lugar a dudas.

- Enhorabuena Frost, nadie mejor que tú para guiarnos a todos en la batalla. Ya lo has demostrado. - García se encontraba frente a él, a una distancia prudente para no atraer miradas curiosas y no dar pie a murmullos y bromas. Pero frente a él al fin y al cabo, mirándole directamente a los ojos sin poder dejar de sonreir. Aún así, había un brillo en su mirada que reflejaba una pena pese a la alegría que intentaba transmitir.

Pasaron unos segundos y Mia no sabía que más decir o hacer. Sintió un impulso, pero se contuvo. Esto... ¿qué es esto exactamente?

- Sargento... ¿le quedan cigarrillos? Podemos... - Mia se dió la vuelta, buscando un sitio al que retirarse a charlar, pero no lo encontró. Así que señaló vagamente hacia la zona de salida. - ... podemos fumarnos un par para celebrar el ascenso, ya que alcohol no queda para brindar. - Añadió, sin perder la sonrisa.