Partida Rol por web

Ammatam miró al guerrero, lo hizo con detenimiento, su melena, sus músculos, su seguridad, acabó su escrutinio mirando en sus ojos con una sonrisa provocadora. No pudo evitar llevarse el pulgar a la boca y sujetar con sus dientes la uña del dedo sin llegar a morder.

- Se me ocurren otros destinos mas agradables, ciertamente. - Dijo de forma sugerente. Pero luego se alejo medio paso - Es una pena que nuestro tiempo sea del imperio y no nuestro para disfrutar de él como queramos. Quizá más tarde. Con tiempo suficiente como para hacer las cosas bien. - Le dijo manteniendo viva la esperanza a modo de promesa.

Volviendo a un tono más formal añadió:

- ¿Necesitan algo los protectores? ¿Debemos preocuparnos de algo mas que nuestras obligaciones inmediatas?

-Para nada, ayer mismo pensaba que las marcas hacían referencia a asesinatos o a contrabando, estaba convencido, no es así. Las marcas son gente que sabe algo, algunos han muerto, no sé si por acción de Askuro o no. Lo que sí sé es que no podemos seguir adelante dando palos de ciego, los potenciales enemigos serían incontables además de poderosos, esto podría afectar al poder de familias como los Kelda. -el magistrado no tiene temor en sus ojos, la duda no viene motivada por el miedo, viene motivada por que desconoce que es lo correcto, o al menos eso te parece entender a ti. -Creo que debemos hacer copia y devolver los documentos a Askuro, creo que debemos hacer llegar esta información por una vía segura y sensata al Consejo. Dar una lista de sospechosos a los que investigar en caso de que nos pase algo. La alternativa es soltar la bomba, hacerlo público y que no haya ya razones para silenciar a nadie, pero desconozco los daños que se pueden causar así, y más con la información incompleta. 

Te mira durante unos momentos, evaluando tu reacción. 

-No me corresponde solo a mi decidirlo, ¿Qué opinas?

Encuentras a Kedal, no te cuesta, pues es un hombre que enseguida atrae a sí a las personas hambrientas de poder.

Cuando te ve te hace un gesto con el rostro, es muy sutil, tanto que temes habertelo imaginado.

Aún así te aproximas con discreción a la espera de ser útil.

Tras unos breves momentos que apenas dan para recordar lo que ha pasado en el día se te acerca solo. -Honorable Gaaru, me alegra veros, es agradable el verano, con el sol tan alto que aunque tarde la noche se demora en llegar. Espero que sus tareas no le estén arrebatando la capacidad de disfrutar de este espléndido despliegue de vida.

- Creo que no es momento de grandes aspavientos en público. Me gusta pensar que todos somos personas sensatas y obedecemos a una ética que vela por el bienestar del prójimo, pero también sé que a nada que se cree una excusa para que el lobo asome el hocico, el hombre es un lobo para el hombre, como oí que se decía en tierras lejanas. Creo que realizar la copia y continuar investigando para elaborar esa lista de posibles personas a investigar es lo más cauto y correcto. Dejemos las explosiones para los fuegos artificiales.- Le comenté con seriedad. - Estoy dispuesto a colaborar en cualquier misión que me propongáis dentro de este esquema, justo Dagio.- Recalco este último apelativo para tratar de reforzar nuestra decisión en este proceder.

-Entonces sea así. Acompáñame hasta Askuro, pero antes espera que copie los documentos. 

Se pone a transcribir con una velocidad pasmosa, observas que tiene cuidado de imitar en todo lo posible tanto la caligrafía como las posiciones y hace anotaciones de marcas en los documentos, describiendo donde hay una mancha, donde un sello, como es el sello. A pesar de la velocidad le toma casi una hora acabar los primeros. Ya escribiendo a un ritmo mucho menor para y levanta la cabeza dolorido, suelta el pincel y se masajea la muñeca mientras emite un quejido mudo.

-No debemos retrasarnos más, o perderemos la oportunidad de deshacernos de esto. Voy a indicar solo de que van los otros y nos marchamos. Vas a custodiar tu las copias y luego me las devuelves para que haga más.

Escribe rápido y ya sin cuidado unos documentos más y luego los engloba todos en un paquete que ensobra. Cuando te lo da sientes el peso, no solo del papel, sino también de las muertes.

Os marcháis de vuelta al palacio, aunque es tarde el sol sigue alto, bendito sea el verano. A tres calles de llegar empiezas a dudar de las sospechas del magistrado cuando...

De repente vi algo por el rabillo del ojo, algo que trazó un movimiento de sobrenatural velocidad en dirección al magistrado, y ese algo se tiñó de rojo en su camino de vuelta.
- ¿Qué diab...?- Había sido lento, torpe y Dagio había sufrido las consecuencias, y yo que casi comenzaba a pensar que estaba siendo paranoico. Traté de abalanzarme hacia él, cubriéndolo con mi cuerpo, peor el daño ya estaba hecho, ahora tocaba tratar de que aquello no fuese a más y evaluar el daño tras poner al magistrado a salvo.

Mis tareas progresan de manera muy agradable , Excelentisimo.

Miro alrededor de la sala, respirando tranquilo y añado:

Me gusta pensar que contribuyen a éste despliegue de vida

Sonrio calmado.

-Perfecto, estoy convencido de que así es. Ahora si me lo permitís honorable, voy a que me agasajen. -te dice con mucha calma. 

El hombre se retira justo a tiempo de que Morome empiece a hablar. El ruido se extingue y un silencio que late histérico lucha por no morir...

-Estimados delegados, protectores, magistrados y otros invitados. Ahora se plantearán y expondrán a apoyo las propuestas para el próximo semestre, recuerdo la importancia de ser honestos en las intenciones, pues son solo tres días los que se tienen para alcanzar las medidas definitivas.

Te encuentras rodeado de gente, a varios ya los conoces de los días previos, otros de esta misma mañana, pero a muchos no les pones nombre.

Su respuesta no es del todo válida para mi, pero de momento con eso bastará supongo. Antes o después caerá presa de mis encantos. Su última pregunta me obliga a desviar mi atención a temas más políticamente correctos. Con un pequeño suspiro le respondo negativamente.

-De momento todo está bien. Nada anormal, mucha gente hablando de cosas que no me interesan demasiado. Aun no he escuchado nada lo suficientemente interesante como para que despierte mi curiosidad.

Me quedo entre la multitud atento pero relajado, sólo tengo que estar pendiente de las conversaciones. Quizás aprenda algo.

Con el rostro desencajado de ira buscas al atacante pero no ves nada, tras unos instantes que sientes eternos al oìr tus latidos, aunque sabes que no llegarían a un latido de una persona en calma, ves el rastro que han dejado las gotas de sangre en la huida, ahora debes decidir si salvar una vida o condenar dos.

Tras una evaluación desesperada crees que las heridas aunque muy graves no son críticas, pero no eres ignorante, sabes que mover a alguien con daños así puede agravar la situación, pero quedarte quieto asegurará la muerte por perdida de sangre, sin hablar de una posible réplica.

Tu mente viaja acelerada, tanto que caes en cuanta de que hay gente en la calle, algunos han chillado sorprendidos e impactados, pero no los oyes, solo ves sus rostros parcialmente tapados por manos, en una mueca de horror.

Cuando empiezas a oír el sonido de fuera por encima de tu pulso lo primero que distingues es ...yuda, Ayuda, que alguién haga algo.

Varios se acercan, pero ninguno se pone al alcance de tu espada, que la percibes en tu mano y desenvainada.

Ammatam miró a Nakida durante un segundo y dijo no exenta de cierta malicia.

- Y claro, su curiosidad no es algo que se retenga con facilidad. Nos esforzaremos en ese caso. - Dijo. Se quedó un momento incomoda sin saber como continuar tras decir aquello. - Debo volver... nos vemos, espero. - Dijo dando dos pasos hacia atrás y volviendo al salón.

A medio camino miró por encima de su hombro para ver marchar al protector.

- Ayuda, este magistrado acaba de ser atacado. ¿Alguno de ustedes tiene conocimiento de primeros auxilios?.- Con esta frase intento hacer comprender que no soy el atacante, no sé si lo conseguiré pero no puedo ni envainar ni bajar mi sable, procuro quedarme cerca de él alerta con un pie a cada lado de los flancos de Dagio, tratando de defender su cuerpo caído de otro posible ataque, miro en todas direcciones mientras continuo suplicando a gritos. - ¿Hay algún protector en esta calle?- Aprieto las copias contra mi cuerpo, consciente de que estas pueden ser tan importantes o más que la vida del propio magistrado.

-Den... -tose varias veces escupiendo sangre -...no vete, no te quedes aquí...

-Déjame ayudar -una niña se acerca pasando de tu arma, se arrodilla y empeiza a examinar las heridas. -Necesito que te apartes y te quedes cerca para ayudarme a la compresión... ¿Me estás oyendo?

Se quita la ropa, un precioso manto de color hueso con adornos de hilo celeste. El manto se tiñe de rojo intenso cuando toca el torso del magistrado ¿Cuando lo desvistió? no estás seguro, con manos hábiles envuelve apretando el tronco con el arruinado manto. -Sujeta esto, tiene que mantener la rigidez, dame la vaina de la espada, lo puedo salvar pero dame la vaina. Y manten la presión aquí -te pasa un trozo del manto mientras te hecha mano a la vaina vacía.

-Gracias niña, ¿tu padre es médico? 

-Yo soy alumna de la escuela de sanación, estoy aquí de paseo, has tenido suerte. 

La gente empieza a escandalizarse más por el hecho de que una muchacha joven esté desnuda que por el hombre apuñalado.

Aturdido pero agradecido ayudo a la joven estudiante, dando gracias ala excelente formación que se da en la casa de sanadores de nuestra amada ciudad, si no fuese así y no hubiera estado cerca, puede que el magistrado ya estuviese muerto. La tela ensangrentada cumple con su cometido y me pasma la resolución con la que logra emplear la vaina a modo de remedo, a falta de equipo real.

- ¿Está estabilizado como para moverlo? ¿Sabes dónde está la casa de reposo más cercana?- Le pregunto. Pero vuelvo a ser consciente del peso que cargo y trato de ver si Dagio está consciente.- ¿Hay algún colaborador con el que pueda revisar las notas, magistrado?

-Llevadme a palacio, no a una casa de sanación -ignora por completo tu pregunta, le ves febril por el daño, le cuesta hasta su última fuerza poder articular palabra.

-Cálla y deja de moverte o las heridas no sellarán bajo la presión y no habrá valido de nada, por cierto, ¿sería el honorable tan amable de darme su ropa para taparme?

-...a ...alacio.

-Supongo que en palacio tendrán médicos -te dice la muchacha.

Giré la cabeza un par de veces tratando de aclararme las ideas. Si quería ir a palacio, y la joven tenía razón en su comentario, necesitaría ayuda para llevarlo de la forma más cómoda posible, tratando de inmovilizarlo. Asentí al comentario de la joven quitándome la camisola que formaba parte de mi uniforme festivo, tan rápido como pude, era humillante oír los comentarios de la gente cunado veían tan bien como yo que todo había sido en aras de socorrer a un herido.

- Por favor, debemos ir con este hombre a palacio, ¿Podrían ayudarme dos o tres personas? Necesitamos algo con lo que improvisar una hamaca, y poner en ella algo de tierra para tratar de inmovilizar al magistrado lo máximo posible.- Era consciente de que seguíamos siendo un blanco fácil pero confiaba en que nuestros atacantes no interviniesen con tal cantidad de testigos.

Un chaval de no más de doce años se acerca corriendo seguido de su hermano de cerca de diez, ambos con sus espadas de juguete. Las entregan y se quitan ellos también se quitan las prendas superiores.

-Eres un hombre bueno honorable, los niños solo auxilian a la gente de destino limpio.

-Déjenos ayudar honorable

-Si, quiero ir a palacio -dice el más joven.

-No digas eso Korei, no se lo tenga en cuenta honorable, tiene buenas intenciones.

Con los palos metidos por las mangas de las prendas de lino fresco hacéis una camilla ligera.

-Sujete usted por la cabeza que es más fuerte, los niños de los pies, yo levantaré la zona afectada.

Ante la visión de ver los niños auxiliando, algunos viandantes sucumben a la vergüenza y se acercan.

-Yo lo llevo honorable -dice un hombre gordo.