Partida Rol por web

Después de decirle a Dagio tus impresiones este te agradece de forma reiterada tu buena fe y te asegura que sea quien sea, aquel que ha perturbado la paz del Rey será castigado, aunque parece sinceramente comprometido a lograrlo, lo ves que tenga tanta confianza al decirlo.

El camino de vuelta se te hace largo y corto. Por un lado disfrutas de la soledad, del frescor de la noche, del aroma a galán (flor) y la humedad del aire que te reconfortan al recordarte un poco a tus tierras. Disfrutas de poder pensar sin que el ajetreo o la tensión te obliguen a prestar atención a todo cuanto ocurre a tu alrededor.

Pero por otro lado estás agotada y la media hora que te toma llegar a donde te alojas acaba siendo pesada. Al llegar el primer impulso de los delegados que ya estaban en la habitación fue abalanzarse sobre ti con inquisitoria intención, pero al ver que no estás de humor entienden que vuestra amistad de dos semanas no es lo bastante íntima como para inmiscuirse.

A la mañana siguiente te despiertan, pues el cansancio te hace quedarte en las sábanas.

-Ilustre dama, se acaba el tiempo, y más sabiendo lo que os cuesta acicalaros. -es un tono jocoso, casi de chanza entre hermanos.

Ellos ya vestidos te aseguran que el baño está listo, con agua limpia caliente. Evidentemente no te la han preparado ellos, sino los sirvientes.

Abandonan la habitación.

Tras seguir vuestro camino seguís caminando juntos un par de calles y luego os separáis, pues Senca decide tomar un camino más largo.

Después de que Senca se marche continuas solo el viaje, las calles están inusualmente vacías para la época, pero es normal debido a los acontecimientos recientes.

Cuando llegas buscas con la mirada a la mujer de la mañana, y no tardas en encontrarla, y es ella quien se acerca a ti.

-Te ofrecería otro baño, pero te veo demasiado cansado como para ello. Aún así quizás te siente bien dormir menos horas, pero mejor descansadas.

Te cuesta demasiado resistirte a sus peticiones, así que vas a los baños donde te limpia el sudor y la sangre. Te va haciendo preguntas de lo ocurrido, su interés parece genuino y casi sin darte cuenta empiezas a largar todo, cuando eres consciente te enfadas un poco contigo mismo aunque te consuela pensar que es una agente del clan. En determinado momento que te resistes un poco recurre a sus armas de mujer, entonces te das cuenta de que no había recurrido a ello en esta ocasión.

El sueño te alcanza como la sombra de la montaña sobre los pastos al atardecer, inexorable, imperceptible.

A la mañana siguiente te despierta la mujer.

-Has dormido de más, pero ya no puedes perder el tiempo. -te ayuda a vestirte y te peina.

Ammatam hizo el esfuerzo de contestar sus preguntas hasta donde su deber le exigía silencio con diligencia y animo(les aclaro que habría un comunicado pronto y publico y que el misterio sería desvelado con premura, pero que eso implicaba que su ofrecimiento a Kelda probablemente la llevara lejos de forma inmediata), pero fueron amables y la dejaron rápidamente en paz. Conformandose con aquellas palabras. Luego les dijo "podríais haber venido a enteraros de primera mano" con un guiño y un reproche por haberla dejado sola. Pero estaba bromeando con ellos con cariño, antes de irse a dormir.

Cayó rendida en las garras del sueño muy rápido y al despertar los miró aturdida desde su lecho, y sonrió cuando desperezandose todavía comprendió las bromas.

- Muchas gracias generosos caballeros - Les dijo - Ustedes deben haber pasado la noche en vela, pues a veces les lelva mas que a mi. - Replicó a sus bromas con otras. - Pero consiguen disimular bien las ojeras, deben darme sus secretos de belleza. 

Se levanto despacio al principio mientras cogió ritmo al adoptar su rutina habitual para prepararse. Senca iba a. llegar de un momento a otro.... no le apetecía darle la impresión de ser una petulante que le hacía esperar por que sí.

Vas a la residencia donde guardas tus bienes, al pasar por la calle donde todo ocurrió la encuentras a oscuras y desierta, hoy no se han molestado en encender las farolas, pues todos permanecen en sus casas. Un hombre de avanzada edad está sentado en un banco, al pasar te saluda.

-Tu eres el muchacho que acompañaba al de la cabeza, si, te vi esta tarde. ¿Se puede saber que pasa? corren todo tipo de rumores.

-Hokelsa, eres un zorro astuto, desde luego que sí. No han tardado nada en apresar a los farsantes, y no te voy a mentir, ahora tengo una clientela que apenas si puedo atender. -Dagime está muy agradecida.

-Cualquiera se atrevería a decir que tus servicios son caros, pero hay que ser muy falso para no reconocer que por su rentabilidad son en realidad casi un regalo. -Keljoal te mira con admiración, siempre que pasas coqueteáis un poco, pero esta noche no es el juego de siempre.

Te ofrecen la cena pero te dicen que no hay posibilidad de que te quedes a dormir, pues tienen muchos ingresados por los dolores producto del síndrome de abstinencia.

-Lo que me extraña es que tanta gente viniera justo aquí, ¿has tenido algo que ver?

Tras llevar al prisionero a calabozo vas a tu hogar. Al llegar tan tarde, te esfuerzas por no molestar, no es difícil, pues no se preocupan por ti, confían en tu destreza, y no es la primera vez que llegas tan tarde.

-Gaaru, ya ha amanecido -tu madre te despierta, no por que sepa que tienes prisa por la mañana, simplemente es consciente de que a veces te cuesta madrugar. -Tienes el baño preparado, a ver cuando consigues casarte, ya estoy mayor para prepararte el baño. -la misma broma de los últimos meses, ahora que eres un honorable protector tu estatus social se ha disparado.

Al estar lista bajas al salón comedor donde están esperando los delegados con el desayuno en la mesa.

-Ahora sí, cuenta nos eso de que ahora tienes un guardaespaldas, en tanto en cuando aparece.

Hizo una reverencia ceremoniasa a sus dos amigos

- Pueden dejar caer sus cumplidos - Bromeó mientras se acomodaba para romper el ayuno a la mesa de sus compañeros de viaje.

-... El guardaespaldas. Si... Es un hombre que se metió en los asuntos de los protectores, en su favor. Todo un héroe.- Dijo Ammatam - Sus habilidades son apreciables, y lo oportuno de su aparición hace que merezca la pena tenerle cerca. La gente con suerte siempre trae suerte a los demás, y sino es suerte también le quiero cerca. - Jugó con las palabras a propósito con una sonrisa en la cara.

- ¿Me perdí algo el resto de la velada? - Quiso saber Ammatam.

Anciano, dije en tono respetuoso, las calles no son seguras, supongo que eso es lo que pasa. Dije con cierto tono de cansancio y un suspiró.

Que hace usted aquí, ¿necesita compañía?, dicen que esta ciudad es pacífica pero no es lo que he visto hoy. 

-Esta ciudad es un remanso de paz y gozo, pero nunca falta los intentos de aprovechar la negligencia de quienes se lo pasan bien lejos de sus familias para cometer ciertos golpes de efecto político. Pero gente de a pie como yo no tiene nada que temer. Te preguntaba por puro interés, no por preocupación.

Tras esa innecesaria aclaración el hombre sigue su camino como si nada, lleva muchos veranos, habrá visto muchos casos.

Al darte cuenta de que todo esto no era más que el inevitable final de los actos de alguien que ostenta poder, te vas a dormir, sabiendo que por la mañana deberás presentarte a la magistrado para cumplir con tu promesa de guardarla.

El viaje hasta la habitación donde duermes se te hace rápido, y el sueño más. Te levantas a prisa pero con tiempo.

-Madre no es que tenga mucho tiempo para cortejos ahora mismo.

Suspiro mas por frustración que por impertinecia.

Soy muy afortunado por tener una madre tan atenta como usted.

Estaré fuera unos dias, cumpliendo con mi obligaciones, ¿tiene usted todo en orden? O necesita de algo.

Compras una tienda de dos aguas muy básica, al fin y al cabo es verano, de lona encerada y bastones de caña nacarada, todo en un precioso tono terracota. También consigues una capa de viaje marrón verdoso. Todo esto lo haces a toda prisa y con ayuda de tu madre, pues debes llegar cuanto antes a palacio.

-Buenos días honorable -uno de los sirvientes te indica que pases, pues son conscientes de que eres un invitado de honor. -Sígame.

La habitación está ocupada por poca gente, la dama y Keldea están charlando, pero dejan de hacerlo en cuanto entras.

Una vez estoy aseado y vestido, me despido de la dama y me dispongo a salir del edificio. Me apresuro a la reunión con un paso firme mientras observo el ajetreo en las calles, un forestal siempre está atento a lo que ocurre a su alrededor. Al llegar al destino, me dedico a intentar reconocer algunas de las caras que me de más confianza, si debo aproximarme a alguien prefiero que sea relativamente cercano a mi. Mi primera opción es Senca, aunque Gaaru también me inspira cierta confianza, se le ve serio.

Es lógico que sean pocos, ya que lo eventos de ayer son poco usuales.

-Siento interrumpir. Buenos dias.

Saludo de manera extremadamente cortes.

-Pero si es el honorable Gaaru Nagata, el hombre que va a liderar la pacificación del oeste. Espero que su ánimo no haya decaído. -escuchas la voz de Morome, pero ves que el rostro de keldea no es el de comodidad.

Antes incluso de que puedas responder las puertas que aún no permanecen abiertas se abren de nuevo y entra Thegren.

Al llegar a palacio te encuentras con que poca gente ha venido, no estás seguro de si es por la hora, no te termina de parecer que sea demasiado pronto, pero es posible. Al abrir las puertas que ayer estaban siempre abiertas ves que en el salón hay poca gente, apenas una docena, y en medio ves a Morome, Keldea y Gaaru.

¿Que pasa? ¿Por qué falta tanta gente? ¿Acaso me equivoqué de hora?-Digo esto sabiendo perfectamente que no me he equivocado, simplemente espero una respuesta al por qué hay tan poca gente. -Gaaru, tu pareces tener idea. ¿Donde están todos los demás?

Sonrio incente ante tanto alago, no sin sentir orgullo por las palabras de reconocimiento que me dirigen. -Esta claro que su fama les precede... sobretodo con tales cuidados y manos tan expertas- Digo esto ulimo teniendo las manos de Keljoal entre las mias; me acerco a ella y le susurro al oido -Es una pena que no tenga ninguna cama donde pasar la noche, dicen que esta noche serà la mas fria del agno si se pasa en soledad- termino de decirle retirandome, para ver como sus mejillas se sonrojan, devolviendole una sonrisa complice (le dejo ver mi lado mas atractivo y seductor), antes de dejar sus manos con una caricia lenta y sensual con mi indice.

Tomo la cena con ellos; mientras les cuento los ultimos rumores de los ultimos dias. Evito todo lo que pueda referirse a violencia o muerte, pues sé que Dagime detesta.

Por supuesto que no Dama Morome, si acaso mi espiritu arde con mas intensidad.

No podemos dejar que piense nadie de esta sala que los protectores del reino son débiles de corazon.

-Honorable Thegren. Aun es temprano, confio en que esten haciendo preparativos necesarios y dejando atados sus asuntos antes de partir.

Me sorprende ser de los primeros. He de hacerle un regalo a mi juiciosa madre por su ayuda.