Partida Rol por web

No puedo dejar de llorar mientras escucho la historia del padre de Nakida... hasta el punto de tener que apoyarme en el hombro de Gaaru -Cree que algun dia estare casado con una mujer de verdad y seré tremendamente Rico- Le digo a Gaaru entre lagrimas, dandome cuenta de que le estaba tocando y retirandome de golpe.

Una vez secadas las lagrimas con una tela de algodon de color Rojo, mira a Ganikasu -Muchas gracias Honorable, es lo mas bonito que nadie me ha discho nunca-.

Dicho esto y aun con la tela en la mano, me dirijo hacia mi caballo.

Cita:

-Grácil Hokelsa, te he visto en acción. De seguro que ya has tenido mas de una oportunidad de casarte, sin embargo in tuyo que ese espiritu libre tuyo lo mismo te lleva la contraria.

Ganikusi, de hecho, tenia algo especial para la moral y el ánimo, sin duda un regalo en estos tiempos.

Honorable, seria espléndido si tuviera mas de esos relatos para nuestras vuelta. En verdad los disfruto.

Después de la pausa volvéis al camino, la temperatura ya ha caído y con el sol en la cara y un manto a la espalda atravesáis el valle. La oscuridad os besa cuando el cielo aún es de un intenso rojo teñido de motas púrpuras debido a que os encuentra en el pie del valle. Cuando superáis ese valle las estrellas iluminan las piedras del camino.

-Que tierra más hermosa, las montañas del oso son mucho más abruptas y sus valles más angostos. La niebla y las nubes rara vez nos dejan ver así la noche.

Un altiplano tan basto que se pierde en vuestro horizonte visual se abre ante vosotros. El camino ya es casi inexistente en esta zona, las flores y el pasto lo invaden todo. A lo lejos vislumbráis la luz de una aldea ganadera, os obliga a desviaros un poco de vuestra dirección pero es mejor buscar donde dormir, las noches aún son frías. Es el décimo tercer día del verano pero el sol aúno no ha calentado el suelo lo suficiente.

El camino hasta la aldea es un viaje casi onírico, el aroma de las flores es intenso, a veces casi asfixiante, la luz de las estrellas le dan a todo un aspecto etéreo y la naturaleza regala a vuestros ojos la visión de zorros de cola plateada cazando roedores.

-Es una lástima. El cielo estrellado es siempre una visión hermosa. Casi tan hermosa como dormir bajo techo-digo señalándo con la cabeza la aldea.

Al llegar a la aldea ganadera no oís ruidos ni veis a nadie en la calle. Compuesta por unas tres o cuatro docenas de casas, la aldea a penas cuenta con una plaza y tres calles, todas en silencio y lúgubremente iluminadas por el resplandor que escapa de alguna casa.

No hay rastro de una casa de sueño o una posta. Pero mientras la buscabais el ruido de los caballos llama la atención de un habitante que da la cara.

-¿Quién va a estas horas? 

Cita:

- Disculpe perturbar la noche buen hombre. Funcionarios del reino en busca de refugio donde pasar la noche.

Proclamo de la manera mas suave posible para minimizar el comprensible temor del ciudadano.

Olvidando mi dolorido trasero, me alzo en mi silla, silencioso, serio, pero atento a todos los ruidos y murmullos que puedan llegar a mis oidos, dejando de lado el ruido de los caballos y las respiraciones de nuestro grupo.

El paisaje dejó algo distraida a Ammatam, siempre iba de un lado a otro con prisas y en carros, en los mismos a veces tenía reuniones para preparar otras reuniones al llegar a su destino, pocas veces tenía la tranquilidad para disfrutar del paisaje.

- Que paz.... - Dijo aunque sabía que era una descripción equivocada.

Cuando les dieron el alto dejó que el jefe hablara y miraría que tal se desenvolvía

Escuchas lo siguiente:

Son siete, parecen protectores... habrán venido por lo de la chica del carnicero... ya te dije yo que eso nos iba a traer problemas... estarán de paso, he oído que al oeste hay lío... a mi que no me molesten, que duerman y se vayan cuanto antes...

Con respecto a Senca, es un idealista que realmente quiere servir al Reino, y cree que algunos de vosotros sois lo bastante íntegros para que os pueda acompañar. Debajo de su humildad y cortesía hay un sujeto lleno de orgullo y determinación.

-Ofrecería mi casa excelentísimos, pero no caben todos, incluso si mi mujer y yo dormimos en el piso.

-Yo también ofrezco mi casa -dice otro al otro lado de la plaza.

-Supongo que entre tres casas podremos cobijarlos a todos. -dice una mujer que apenas llega a los teinta.

-Sea así, podéis dejar los caballos atados al lado del abrevadero de allí -señala el primer hombre a una esquina de la plaza. -No hay lobos en esta época, así que estarán bien. Me presento, soy Fuldo y mi oficio es el de pastor.

Me acerco a Senca y le hablo en voz baja, pero discretamente -Por lo visto ha habido algun tipo de problemas con la "hija del carnicero". No se que paso, pero esta gente tiene reticencias a que se sepa. En estos lugares un poco alejados de la capital, la justicia no viene a menudo- Todo esto lo sigo en un tono bajo, pero eso si, lo suficientemente alto para que la magistrada lo escuche.

Una vez Fuldo presentado, digo en voz alta aun sabiendo que el protocolo no me dispone a tomar la vez -Me muero de ganas de un buen solomillo, no tendran un buen carnicero en esta localidad tan hospitalaria?- Termino diciendo pasando la mano por encima del vientre.... No sin antes decir -Y lo mejor es que no deben preocuparse por lo que cueste- Termino de decir sonriendo.

-Bueno, si, si lo hay, pero no son horas...

Escuché a Hokelsa, quizá sean temas de jovenes, Dije haciendo referencia al rumor, Aunque si quieres y Ammatam está deacuerdo lo investigaremos por la mañana.

Al final, de enterarnos ella debía impartir la justicia.

Miré la conversación, Me parece bien. Dije sin más a la idea de cobijarnos en distintas casas, aunque no pretendía estar demasiado en ella.

Sin embargo, la idea de estar dentro de la casa me causaba un problema. No obstante, solo necesitaré una manta, si son tan amables. Dije dirigiendome al hombre que nos cobijaría a nosotros.

Debeis descansar, pero yo no puedo permitirmelo. Dije al grupo. Simplemente haré guardia en la calle principal, hemos viajado de día, los bandidos podrían haber conocido a cualquiera de vosotros, podría ser un problema en la noche.

-Estaré encantado de gozar de vuestra hospitalidad. Pero no toleraré que nadie duerma en el piso por cederme un lecho.

-Una pena por el carnicero- Digo mientras bajo de mi montura.
Despues de cenar, miro donde se me va a acoger y veo que Senca se dispone para la guardia. Me dirijo hacia el. -Honorable Teemo (si,a Hokelsa nunca se le han dado bien los apellidos), si me permite yo me ocupo de la guardia. No necesito dormir demasiado, prefiero hacer mis cuentas y pensar en poemas mientras la noche se desliza a mi alrededor. Todo es posible, eso si, mientras este confortablemente instalado-Digo, mientras me acerco con lo que alguien podría llamar "cama" y me instalo a su lado. -Pero, he de admitir, que prefiero tener a alguien de hierros a mi lado. No me malinterprete, pero el único metal que es de mi agrado, es el de las bolsas. Así que venga, a dormir, que si pasa algo, le aseguro que le despertaré a usted y hasta a los vecinos de la localidad mas cercana y dicho esto, me dispongo a pasar una vigía con las orejas bien abiertas.

Escuchó lo que Hikesla dijo pero no supo que decir ¿Estaban aquí para atender a este tipo de problemas? ¿No había urgencia en el encargo de Kelda? Esas preguntas le hicieron preguntarse hasta qué punto era conveniente desviarse de su camino y al mismo tiempo le sorprendió que se lo dijeran a ella cuando Nagata era el líder de la expedición.

Amagan estaba fuera de lugar, pero los demás parecían no ubicarla tampoco en la expedición, ahora mismo se sentía una carga. Realmente le daba igual donde dormir, quería dormir y punto, estaba agotada. Dejo a los hombres hacer y deshacer a su gusto.

Se acercaría mientras y no a las mujeres y sin pudor ninguno, ni altanería les preguntaría por si había habido algún altercado o problema recientemente. Hijas de carniceros o no, los rumores siempre eran una pista.