Partida Rol por web

Felix parece contener una enorme risotada ante la respuesta del que parecía lider del grupillo.

¿Aldea para establecerse? Si todavía no tienes un lugar donde dormir y una tierra que trabajar viajero... mal te va a ir Dice girándose hacia sus compañeros y riendose, los cuales le contestan sonriendo también. En fin... dados los tiempos que corren a saber quienes sois, no pareceís peligrosos del todo Se detiene a miraros, vuestra indumentaria no destaca demasiado, salvo por que llevaís armas y el enorme martillo de vuestro compañero de mismo nombre que el explorador, Felix. Ante el martillo, el explorador se queda un poco sorprendido Iba a jurar que un sacerdote viajaba con vosotros pero desde luego si lo fuera no pasaría por sus mejores momentos dada su indumentaria. Podeís continuar el camino bravos aldeanos dice riéndose nuevamente.

Parecía que ya iba a montar en el caballo y marcharse cuando se detiene y gira sobre sus talones. Solo una cosa mas, ¿que llevaís en ese cofre? Parece bastante lujoso...

Eric sonrió tranquilamente ante la mirada de Alfred, sabía que pronto se iban a meter en problemas y la verdad que no le importaba.

La arrogancia con la que el explorador estaba tratando a su amigo no le agradaba en absoluto y más aún cuando se suponía que eran unos pobres viajeros. A cada momento que pasaba notaba como algo en su cinto le pesaba más y más, parecía como si su pistola lo estuviera llamando. Intentaba no dejarse llevar, ya que el jefe había optado por resolver aquello sin derramar sangre, pero con cada palabra que ese tal Felix soltaba por su boca aumentaban sus ganas por desenfundar.

Mnnnnnn… Que a gusto estaría yo ahora con una jarra de cerveza en mano y con alguna fulana cerca de la otra…Cálmate, vaaamos – Giró el cuello describiendo un circulo y un sonido seco lo acompañó.- Hmmm…Tres caballos… ¿Cuánto tardaríamos en llegar a la taberna en caballo? No, esperaré a ver que dice el jefe…Bueno no, una última oportunidad explorador…

-Verá usted el cofre lo fabricó mi padre, Morr lo tenga en su abrazo. Trabajaba como nadie la madera pero, por desgracia…- Desvió su mirada del explorador, para darle algo más de dramatismo fingido a la situación.- Bueno no quiero molestarle con historias que no vienen al caso. Sólo llevamos material para trabajar la tierra, semillas, herramientas, sacos, cuerda…. Pero si no se fía podemos mostrárselo – Eric le lanzó una mirada fugaz a Alfred, sobraban las palabras.

Vamos cazador, tu decides…Yo sólo se que estoy cansado de tanto caminar…

El explorador escuchó interesado la historia de Eric, cuando este comenzo a hablar de herramientas pareció perder todo el interés y dió la vuelta subiendose al caballo.

No creo que seaís ninguna amenaza para las sacerdotisas en su camino, podeís seguir adelante. Buen viaje. Dice y seguidamente hace un gesto a sus compañeros que emprenden el galope en la misma dirección en la que andaís vosotros.

Mannfred ya casi había echado mano a la empuñadura de su espada cuando los exploradores se dispusieron a partir por las buenas. Súspiró un tanto aliviado, para terminar mirando a todos lados del camino con cierta paranoía, temiendo una trampa.

- A no fiarse. Esos sinverguenzas pueden caernos encima en cualquier momento. Quizá solo hayan ido a por refuerzos. -Luego sujetó de nuevo el cofre maldiciendo entredientes y se dispuso a continuar la marcha.

Alfred observó atentamente como se alejaban los exploradores y respiró aliviado una vez que salieron de su campo de visión - Bien, sigamos con nuestro viaje

Al escuchar las palabras de Mannfred, el jefe de los bandidos miró a su alrededor esperando ver movimiento entre los arbustos - Esperemos que nos hayan creido, aunque es verdad que no podemos bajar la guardia, será mejor que andemos alerta

Julia intenta pasar bastante inadvertida en el grupo, la verdad es que no era lo mas común destacar en grupos de aquel estilo que había descrito Alfred, por lo que se queda al margen dejando hablar a su marido - Sera mejor que continuemos y lleguemos cuanto antes... - Dice con voz baja mirando por donde se alejaban aquellos tipos - En cuanto al cofre. es cierto que no pasa demasiado inadvertido... deberíamos remediarlo cuanto antes.

-Bien dicho mis compañeros, cuanto menos contratiempos tengamos mucho mejor, quiero acabar cuanto antes con este asunto del cofre

Hacía un buen rato que no hablaba, así era mejor ya que quiza se habría metido en problemas

El resto del camino pasa sin más sorpresas, pese a que os habíais puesto lo suficiente nerviosos con la aparición de los exploradores como para no disfrutar del camino hasta la taberna. El sol se escondía ya entre las montañas dando la imagen contraria a la que visteis en el amanecer cuando empezasteis la jornada, ahora el sol se oculta entre las montañas dejando todo en la negrura del bosque.

Afortunadamente habíais calculado bien el viaje y podeís ver como se acercan conforme avanzaís las luces de la taberna del padre de Julia. Al llegar a todos se os dibuja una sonrisa en el rostro, os volveís a sentir como en casa.

De una de las ventanas os llega el olor de la cocina, la cena está lista y de dentro escuchaís el sonido de jarras de cerveza chocando, parece que hay movimiento. Quizás ese movimiento se explique con el carruaje que hay aparcado fuera, y los tres caballos que hay atados en el establo.

Uhf menos mal, no me apetece dar ni un paso más por estos caminos. No, y mucho menos cuando no soy el que acecha a los viajeros desprevenidos. Seguro que no somos los únicos del gremio por esta zona.

El olor de la comida es tan delicioso que Eric no puede evitar salivar abundantemente al paladearlo. Casi puede notar la cerveza fría deslizándose por su garganta.
Justo cuando se disponía a entrar, reparó en el carruaje y los tres caballos que había en el establo.

-Hmmm, ¿No os suenan de algo? – Señaló en dirección al establo.- Serán los exploradores y sacerdotisas de Shallya.

El espadachín hizo una pausa, mientras debatía interiormente si sería más seguro conservar el cofre o pedirle al viejo Reinold que lo mantuviera a buen recaudo.

-¡Bah, que más dará! – Masculló en voz baja, pero que todos pudieron oír.- Bueno será mejor que no bajemos la guardia, aunque al fin y al cabo somos unos pobres campesinos buscando una tierra que poder trabajar, ¿No? Hahahahaha.

Mannfred siguió preocupado todo el viaje hasta llegar a la posada, y su ánimo solo empeoró un poco al ver esos tres caballos afuera de la taberna.

- ¡Maldición! Esos tipos no podrían ser más importunos.- Exclamó quejandose por su suerte, mientras se aprestaba a entrar al edificio.- Habrá que estar atentos y no soltar la lengua, amigos. Y rezar para que ningún conocido nuestro no revele sin querer nuestra verdadera "profesión"...

La expresión de Alfred cambió radicalmente al ver la taberna, dejó de sentirse preocupado por la carga y pensó en la comilona que les esperaba ¡Por fín! No aguantaba más esto de ir andando con precaución de que no nos asalten.

Alfred no se había percatado en el carruaje hasta que Eric y Mannfred hablaron Vaya...tendremos que seguir con el numerito de los viajeros. Mannfred tiene razón, si alguién nos reconoce estaremos en un lío. - Creo que deberías ir tú la primera y hablar con tu padre para que nadie meta la pata Dijo Alfred a su mujer.

Julia asiente a lo que Alfred le dice, la verdad es que seria lo mas sensato - De acuerdo iré a hablar con el - Dice Julia mientras me dirijo a la taberna. Estaba bastante abarrotada, por lo que le costo localizar a su padre, al que al ver saluda efusivamente. Después de un poco de charla le pide hablar en privado para comentarle lo de la "Tapadera" que tenían que mantener, y poder pasar todos a la taberna a descansar del viaje.

Parecía una taberna acogedora, podrían descansar bien y comer bien, ya que hacía mucho tiempo que no probaba un manjar como sigmar manda:

-Yo os esperare aquí fuera para vigilar que no venga nadie extraño y cuando Julia haya hablado con su padre me lo decís

Reinold ni si quiera vio entrar a su hija en la taberna debido a la gran cantidad de gente que tenía que atender. Las jarras de cerveza bailaban en su mano precariamente justo antes de caer sobre las mesas indicadas. Al volver a la barra fue cuando vio a Julia saludándolo. Su corazón se estremeció al verla, llevaban varios meses sin encontrarse en la taberna por un motivo u otro. Se acercó a ella corriendo y le da un fuerte abrazo.

-Cuantísimo tiempo hija mía.

Después de charlar un rato Julia le contó que traían algo importante y peligroso y sospechaban de los exploradores.

Tranquila hija, ellos están aquí para proteger a las sacerdotisas. Le dijo a su hija señalándole una mesa donde había sentadas cuatro chicas jovenes vestidas con los atuendos de Shallya. Los exploradores ya se han ido a dormir y... en ese momento Reinold dejo de hablar y se agachó profiriendo una mueca de dolor. Su mano se dirigió a su cintura. No se que me pasa ultimamente dijo recomponiéndose es como si tuviera un demonio dentro Riendo intenta tranquilizar a su hija. Estoy bien. Ahora haz pasar a tus amigos, guardaremos ese cofre a buen recaudo y voy a avisar a tu madre.

Entonces se aleja hacia la cocina gritando el nombre de su mujer felizmente, con la mano todavía en la cintura.

Eric seguía esperando, sentado en un banco de madera, a que Julia los avisara para poder entrar a la taberna.

En la espera no pudo evitar mirar curiosamente el carruaje que estaba allí aparcado. La tentación de acercarse a husmear en él, era grande pero sólo había algo que le apetecía aún más; entrar dentro de la taberna y poder disfrutar de una buena cena.

-Bffffff  hmmmmmm – Resopló, gimió, mientras golpeaba la mesa con los dedos, y finalmente se levantó dando un saltito.- Buuueeeeno…bfffff… ¿Hace bastante hambre, no? Bffff…yo no aguanto más. Además, seguro que no pasa nada por entrar con el cofre, si los exploradores ya lo han visto. Cuando entremos pues ya lo guardaremos o lo que sea…. Que seguro que Julia está chismeando con el viejo Reinold por eso aún no ha salido a avisarnos.

Dando unos pasos de puntillas se acerca a una de las ventanas y asoma la cabeza tímidamente.

-¡¿Veis?! Están ahí charlando, sin más. Pffff yo no aguanto, las tripas me rugen. ¡Vamos dentro!

Decidido abrió la puerta de la taberna. Con paso tranquilo entró y se dirigió a la posición de Julia y su padre.

Al poco rato Reinold regresó sonriendo, llevaba un pañuelo de tela enrojecido metido en la nariz. Sin darle importancia volvió a acercarse a su hija.

Bueno cariño, dile a tus amigos que... en ese momento entró Eric Muchacho! se alegró el hombre acercándose al bandido y abrazándolo ¿Echabas de menos las rubias con cuerpo? jajaja Decidles a los demás que entren, sentaós en esa mesa Señala una mesa muy cercana a la de las sacerdotisas Tu madre saldrá en seguida, está terminando la cena. 

Sonríe a su padre y invita a entrar a los demás, una vez informado a los demás Julia se queda embobada mirando la taberna, en la que había pasado tanto tiempo, tantos recuerdos tenia en aquel lugar que le hicieron olvidarse de todo lo que le rodeaba. Entonces escucha a su padre que vuelve invitándolos de nuevo a entrar y sale de sus ensoñaciones para acercarse a su marido que también parecía estar bastante ausente, quizás algo preocupado por la carga que llevábamos y le digo - Tranquilo aquí estaremos bien, ahora descansemos - Le dice mientras se acerca con los demás a una mesa para sentarse y descansar del pesado viaje.

Mannfred entra con el resto, ayudando a cargar el cofre y mirando como perseguido a todas direcciones. Una vez depositado el arcón en su sitio se sentó en la mesa dispuesta para la banda, resoplando y secandose el sudor de la frente con las mangas de su ropa.

- Al fin, nuestra primera escala. - Exclamó un tanto más relajado luego de un rato. El lugar estaba abarrotado por una muchedumbre bulliciosa, y eso le agradaba para su causa- Al menos parece que al viejo Reinold le va de maravillas. Mejor para nosotros, entre tanta gente nos será más dificil llamar la atención...

Alfred entró en la taberna mirando a todos los clientes imaginandose que en cualquier momento uno de ellos sacaría un arma y se abalanzaría contra él. Cuando Julia se colocó a su lado se dió cuenta de que su suegro estaba frente a ellos y se olvidó de los clientes para ir a estrecharle la mano

- ¿Que tal estas Reinold? ¿Por qué te sangra la nariz? ¿Alguien a osado golpearte? Dijo el jefe de los bandidos al ver el pañuelo que llevaba Reinold en la nariz

-Muchas gracias señor reinold, no olvidare vuestra hospitalidad

Que nos de cobijo, con el paquete que llevamos, esta muy bien, espéro que no descubra lo que llevamos, porque si no se puede montar un buen pollo, después intento pasar por las mesas con dismulo, ya que no quería llamar mucho la atención hacía su persona