Partida Rol por web

Que así sea, responde Xiaoyan. Vuelve a tu ama con la respuesta, y dile que acepto de buen grado tus servicios. Te espero al atardecer, me ayudarás a prepararme.

Una tirada de suerte. 1d20, cuanto más, mejor

Está empezando a atardecer cuando uno de los sirvientes del monasterio te avisa que Tiasel Al-Undrali, el sumo maestro de la orden, desea que vayas a su celda

Xiaoyan se presenta en la celda del sumo maestro con la actitud de respeto debida.

Tiasel residía en una amplia zona del monasterio que destinaba a su uso personal. La misma, aunque amplia y con su propia biblioteca, gimansio, jardines interiores, y hasta con esclavos propios, era mucho menos lujosa de lo que cabía esperar de un hombre de la posición y prestigio de Tiasel. No era conveniente olvidad que la orden del templo del crepúsculo dorado era considerada, con total acierto, la policia secreta de la Ciudad de las Cadenas, y poco había que se escapase a la astucia e inteligencia del gran sumo maestro.

Habías tenido pocas veces la ocasión de hablar con él. Era un hombre enjuto, atlético, y que hablaba poco. No le habías visto gritar nunca, alterarse nunca. Pero sí le habías visto matar. Fue una noche, al poco de tu llegada al monasterio, cuando eras poco más que una niña.

No sabes la razón pero estaba hablando con otro monje, uno joven. Estabais en el comedor común, justo antes del reparto de trabajo matutino. Y de pronto viste como el sumo maestro lanzaba un golpe a la cara del monje más joven, y otro a su garganta. Crees que oiste el chaquido del cuello al romperse, aunque tal vez sea solo tu imaginación de niña.

Eso fue ya hace mas de una década, pero Tiasel parecía tener la misma edad. Salvo en actos oficiales nunca has cruzado una palabra con él y jamás te ha citado a solas.

El despacho a donde te conducen no es tal, es mas bien un jardín interior, amplio y rodeado por una galería de columnas. El jardín es un remanso de paz y de una belleza sobrecogedora. Los esclavos que te han traido se retiran, y no más se cierra la puerta notas como alguien se acerca a ti. Es Tiasel, y no lo habías oido llegar.

El sumo maestro te mira, esperando algo

Xiaoyan hace la reverencia debida, y queda a la espera de las palabras del maestro.

- Xiaoyan. - notas el tono de voz del sumo maestro, casi abstraido. - Nacida el día cinco del mes de la fertilidad, hace 24 años. LLeva los últimos diecinueve en este monasterio desde la muerte de sus padres - ¿hay un leve cambio en la monocorde modulación del sumo sacerdote al decir esta última frase?- Buena estudiante, de un cuerpo extraordinariamente ágil y dotada de una belleza natural sobresaliente. Más fuerte que casi todas las mujeres, y que una buena parte de hombres. Más bien de trato seco, lo que le ha granjeado pocas amistades entre el resto de los monjes. Pocas penalizaciones por mala conducta. Sus instructores la consideran hábil y dedicada, aunque poco dotada para el trabajo en equipo continuado. No ha mostrado interés en la política hasta el momento, y guarda importantes riquezas en el monasterio. - el sumo sacerdote da la sensación de estar leyendo un pergamino en su mente- Durante su periodo militar conoció un grupo de descastados bastante peculiar con los que le une cierta ¿amistad?. Este mes inció relaciones con una conocida madame dedicada a la prostitución y ofreció vender su virginidad al mejor postor. ¿He olvidado alguna cosa importante?

Pregunta mientras empieza a pasear por el corredor

No, venerable, respondió Xiaoyan sin inmutarse. Era publico y notorio que los monjes lo sabían todo acerca de todo el mundo, por lo que no le sorprendió que el abad tuviera conocimiento de toda su vida.

Continuad, por favor.

Sigues al sumo maestro andando un par de pasos detrás de él. Este no hace gesto alguno de aprecio o desprecio por tu comportamiento. Simplemente continua hablando.

- Las palabras se las lleva el viento, Xiaoyan. Sólo quedan nuestros actos. Los necios y los que se creen líderes hablan mucho, pero es innecesario. De nada me serviría preguntarte por quien tiene tus lealtades, o cuales son tus propósitos. Nada te impediría mentirte. E incluso hay algunos supuestos asombrosos en que alquien consigue engañarme. Así que te pregunto otra cosa, ¿si yo decidiera que tú me dieras tu virginidad a cambio de nada, simplemente por ser el sumo sacerdote de tu templo, qué harías? - escucha tu respuesta sin inmutarse y luego continua con el mismo tono monocorde- ¿Y si te pidiera que retirases tu propuesta por el bien del monasterio sin ofrecerte nada a cambio, y aun a sabiendas que retirar tal propuesta te traería deshonor y descrédito?

Xioyan piensa rápidamente, y luego contesta con decisión.

Venerable: la Orden ha sido mi padre y mi madre desde que nací. Los deseos o necesidades de la Orden, y de quien la representa, que sois vos, son órdenes para mí. Nada soy sin la Orden, y a ella me debo. No contemplo ningún otro escenario.

Luego, con aire más dubitativo: ignoraba que mis planes acerca de mi virginidad pudieran ser de interés para la Orden, pero si lo son me someteré sin dudar a dicho interés.

Si tu vacilación es notada por el sumo maestro, nada parece indicarlo, sigue andando con paso sereno, elegante y equilibrado. Como si fuera parte del perfecto jardín que os rodea.

- Decís que somos vuestro padre y vuestra madre. Es cierto. Imaginad que un día vuestros padres fueran resucitados. Y yo os ordenase matarlos. ¿Lo haríais? ¿nuestra orden tiraría más que la sangre que llevais en las venas?

Cita:

¿Honestamente? No lo sé, responde Xiayoan, ahora sin la menor duda. Sé lo que debería decir, pero ¿quién soy para adivinar el futuro? Y espero no verme nunca en el trance de tener que escoger entre dos cosas semejantes.

- Comprendo - dice al cabo de unos instantes el sumo maestro- Muy bien. Tienes mi consentimiento y mi permiso para seguir adelante con tus planes. Sin embargo ten los ojos abiertos. Quiero que cuando regreseis me hableis del noble con quien os vayais a reunir. A tu vuelta quiero un informe completo sobre él, su forma de ser y todo lo que pueda ser de interés para la orden. Que espero sea mucho. También a tu vuelta hablaremos sobre tu futuro en la orden. Ha llegado el momento de que te encontremos un lugar adecuado a tus habilidades. La esclava enviada por Madame Limaia está esperándote en el vestíbulo. He dado órdenes que no se le moleste

Sí, venerable, responde Xiaoyan.

Con una reverencia, se retira y se dirige al vestíbulo en busca de la esclava. Entre las dos, preparan la ropa, los aceites y demás utensilios (incluido el pergamino con el conjuro contra embarazos no deseados), y se disponen a salir.

Veintitres te espera arrodillada, y cumple con rapidez tus órdenes. Al poco estais preparadas para marchar.

La esclava lleva tus posesiones y camina unos pasos detrás de ti hasta el burdel de madame Limaia. Allí os conducen hasta una habitación lujosametne adornada, en donde la misma Madame Limai te sonríe. Veintitres se queda arrodillada y con la cabeza agachada cerca de la entrada de la habitación, que se cierra cuando tu entras.