Partida Rol por web

Roderick, dentro de su estado de nervios y acojonamiento en general fue capaz de coordinarse mentalmente cuando el piloto intervino.

- ¿Donde estamos exactamente?- indagó tratando de atar cabos... el que todos hubieran soñado lo mismo no era una coincidencia y seguramente el que estuvieran sobrevolando un territorio en concreto, tampoco.

Colt miró por una de las ventanillas del avión y observó el desierto que se cernía bajo la sombra del avión. Algo dentro de él necesitaba salir y gritar. Quería aterrizar y encontrar a Richard y pegarle un par de tiros o darle una paliza...pero lo que realmente quería era encontrar a su hijo...encontrar a todos los niños que había raptado.

-Él está ahí abajo. En el desierto...con nuestros hijos. Estoy seguro -dijo el cabo sin dejar de mirar el desierto que ocultaba tanto a su enemigo como a su mayor tesoro: los niños.

Sus compañeros parecían insinuar que acababan de sobrevolar el punto donde tenía Richard a los niños. Ahora mismo no se pensaría dos veces partir la cara a su antiguo compañero y amigo. No después de aquel sueño. Aún podía escuchar su repugnante risa. Miró pro la ventanilla del avión también y luego alrededor. Era una idea muy tonta, tan sólo un impulso estúpido, pero sus ojos buscaron un paracaídas.

- ¡Cuatro horas!- Se llevó las manos a la cabeza tirándose de los pelos. Era demasiado tiempo. ¿Qué no podrían hacerles a los pequeños? Ya hacía demasiado que se los habían llevado.

¿En qué desierto? ¿En rub al-Jali?- Pregunta el capitán al escuchar a Colt y recordar la petición y las órdenes que recibió del estado mayor.

Mira a Matt, esperando que este entienda y explique lo que puede y no puede hacer el hidroavión en el que voláis.- Lo siento, pero este pájaro no puede descender en rub al-Jali. Mis instrucciones son amerizar en Adén, en el puerto del protectorado.

Daphne movió la cabeza afirmativamente ante las palabras de Colt. Era lo que ella misma estaba pensando, pero el shock le había dejado demasiado aturdida como para hablar. Sin decir nada, miró a su marido, esperando que este convenciese al piloto de que, pese a todo, aterrizase.

Matt apretó la mandíbula al oír a sus compañeros, y esquivó la mirada de su esposa. No era tan solo una cuestión de órdenes. Aterrizar con aquel cacharro era prácticamente imposible. Si hubiese alguna posibilidad, ya estaría intentando convencer al capitán, aunque fuese a puñetazo limpio. Matt era un hombre leal, pero su familia estaba por delante del protocolo.
–Es imposible, Daph– este modelo no está preparado para aterrizar en zonas arenosas–. Matt suspiró– Capitán. Necesitamos aterrizar en esa zona, o al menos en una cercana... Alguien ha...Se..

–Se trata de Seguridad Nacional– se adelantó Daphne. Sabía que había más posibilidades de conseguir ayuda así que hablando del secuestro...además no parecían ir muy desencaminados.–¿Por qué cree si no que el ejercito mandarían a alguien como yo, una no combatiente, a una zona como esta? Es de vital importancia que lleguemos a esa zona cuanto antes.

No sé porqué el ejército estadounidense ha conseguido que me acompañéis. Alto secreto según me dijeron.- Responde el capitán negando con la cabeza.- Lo más cerca de Rub al-Jali donde podemos amerizar es el puerto de Aden.- Mira a Matt.- Cualquier otra cosa que no sea un puerto o lago de aguas tranquilas es un completo suicidio. ¿Lo sabes, verdad?- Añade temiendo que haya una rebelión a bordo.- Desde allí algún guía puede llevaros al desierto. Pero este avión no puede hacerlo.

Sonny esperó la contestación de Matt. Una incontrolable sensación de angustia le asolaba, pero también imaginaba que no sólo aterrizar sería complicado, sino también vagar pro el desierto sin saber muy bien qué buscar y sin provisiones adecuadas.

–No se preocupe, capitán. No vamos a tomar el avión por la fuerza. Ambos sabemos que no me reconocería como su dueño, ¿eh?– el tono de Matt intentaba ser animadoy bromista, pero estaba sumido en un gran nerviosismo.– Sé que lo que dice es cierto, y si no hay ningún lago por aquí cerca, no nos quedará otra que seguir. Siento la reacción, pero estamos todos un poco nerviosos. 

La idea de que los niños estuviesen ahí abajo y que ellos tuviesen que dejarlos atrás porque el avión no pudiese aterrizar me reconcomía por adentro. Algo habría que se pudiera hacer. De repente se le ocurrió una idea. Armándome de un valor que no sabía que tenía alcé la voz y pregunté. – Este aparato, ¿tiene paracaídas?¿Habría para todos?

Casi nada más decirlo ya me estaba arrepintiendo.

Colt estaba hecho un manojo de nervios y miraba a sus compañeros y al piloto según hablaban...y lo que escuchaba no le gustaba un pelo. Estaban sobrevolando la zona donde seguramente estaban los niños...su hijo, y se iba a alejar de allí para luego tener que volver...

No puede ser que tengamos que volver a venir a este lugar con lo cerca que estamos. No puede ser que un piloto experimentado no pueda aterrizar un avión en un mar desertico. No puede ser que perdamos tiempo en la búsqueda de nuestros hijos. No puede ser que no hagamos nada para convencer al piloto que aterrice inmediatamente...

La cabeza de Ab era todo un hervidero, mostrando su actividad con cada perla de sudor que poblaba su frente.

-Tiene que aterrizar como pueda -comentó timidamente al piloto, perdidio aun en sus pensamientos.

-No hay alternativa posible, ni negociación que valga -siguió diciendo y la voz ya no era tímida sino firme y segura.

-La vida de nuestros hijos...incluso de la humanidad entera, está en juego y no puedo permitirme el lujo de perder varios días porque no haya un lago, un rio o un mar para amerizar, ¡NO!

Ab desabrochó el corchete de su pistolera y aferró su arma con fuerza sin llegar a sacarla.

-Capitán Douglas, no estoy secuestrando el avión pero no dudaré en hacerlo si es necesario. Se ha portado muy bien con nostros y espero que siga haciéndolo. Necesitamos encontrar un sitio donde puedan estar nuestros hijos y no sabemos dónde en este desierto...unas ruinas, unas cuevas...algún recoveco. Pero no tenemos ni idea, pues no hemos viajado por este contienente en nuestra vida.

-Usted sí que ha recorrido este desierto, aunque sea con su avión. Así que le pido que, por favor, nos lleve a ese lugar y aterrice como pueda en el desierto. No se preocupe por el posible problemacon los mandos. Diga lo que tenga que decir, no pondré problemas en acompañarle donde sea y dar la cara por usted...pero ahora debe ayudarnos..¡sí o sí!

-Abe- la voz de Matt sonó irritada, se veía que le fastidiaba lo que iba a decir- Si este avión aterriza ahí, explota. No es cuestión de órdenes. Pero lo que pides es ... es atravesar un lago de lava en un bote de madera. De madera y papel. Lo que haríamos no sería aterrizar, sería estrellarnos. Y eso no viene bien a nadie.

Capitán empieza a respirar más tranquilo cuando escucha a Matt sabía que era un error la presencia de civiles en el avión y lo que está ocurriendo en esos momentos no hace sino confirmárselo..- No hay para todos, pero aunque los hubiera saltar desde un avión sin ningún entrenamiento previo es firmar su propia sentencia de muerte.- Intenta explicar a Nick antes de que Colt comience a hablar.

Si no me cree a mí, crea al señor Greywood.- Ruega a Abe.- Este hidroavión - Remarca con firmeza la palabra hidro mientras habla.- carece de tren de aterrizaje y no puede aterrizar en tierra firme, en el momento que toquemos tierra los flotadores se despedazarán y nos estrellaremos. Tendremos las mismas posibilidades de sobrevivir que si decidimos parar los motores ahora mismo y dejarnos caer en picado.

No sé que les ha pasado a sus hijos, pero no podrán ayudarlos si no llegan a su destino de una pieza.

–Aun me acuerdo del pobre Corey– murmuró estremeciéndose cuando oyó lo del paracaídas– Era su quinto salto, cogió mal una corriente y... bueno, tuvieron que recoger sus restos con una pala.

Al oír lo de la pala, Daphne se retiró para sentarse en la parte de atrás, junto con Craven. De pronto se encontraba muy mal, peor que con los vaivenes del avión. En el fondo sabía que los pilotos tenían razón, pero solo quería zarandear a ambos hombres para que intentase bajar.

–Será mejor que hagamos caso al capitán... Imaginen que... que no es lo que pensamos. Que no ha sido por el lugar, sino por el momento. Aunque saliese todo bien, que lo dudo, estaríamos perdidos en un lugar que no conocemos buscando otro lugar perdido.

Craven escuchó a unos y a otros sobre la conveniencia de bajar a tierra... O más bien arena... Para comprobar insitu porque habían tenido aquellas pesadillas al sobrevolar aquel lugar en concreto. Sin embargo tras las objeciones del piloto, el capellán no necesitó más para convencerse de lo imprudente de realizar aquel aterrizaje... Y eso contando con lo mucho que le incomodaba el avión.

- Caballeros... Siempre podemos acceder al lugar desde tierra, nos bastará contratar a algún guía para llegar, muertos vamos a conseguir muy poco... Señora Greywood, no pierda la fe -Le dió un suave golpecito en la mano para tratar de consolarla, a pesar de los pésimos comienzos entre ambos, las penalidades sufridas, incluida la terrorífica travesía en aquel espantoso avión... Habían conseguido que capellán y señora se aceptarán como compañeros de fatigas.-Hemos llegado muy lejos

Mi idea de saltar en paracaídas había sido rápidamente descartada por el capitán Bader con una buena explicación de lo que podría suceder en caso de llevarla a cabo. Ya me había dado cuenta al decirlo que no era una gran idea pero siempre es más conveniente que alguien más conocedor de la materia sea quien exponga los posible problemas que puedan suceder.

Después de escuchar al reverendo Craven convine con él en que era mejor idea aterriza vivos y después buscar alguien que nos guiase hasta aquel punto que acabábamos de sobrevolar. – Esa es una gran idea, reverendo. – Respondí asintiendo con la cabeza.

Ab apartó su mano de la pistola ya que sus compañeros le habían convencido que era un suicidio aterrizar con aquel avión en el desierto. Luego se miró las manos temblorosas y solo pudo articular un leve susurro.

-Yo...yo solo quiero que esto acabe ya....

Sonny se dejó caer abatido ante la firmeza de los argumentos de los que decían que debían esperar. La cabeza le iba a estallar. Cuando pillase al responsable que había raptado a sus hijos iba a reventarle la cabeza como si fuera una sandía.