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La Compañía Negra 3: Tierra de Sombras.

Campamento Principal de la Compañía Negra.

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08/05/2021, 22:27
Analista.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


-No, no pude -dijo Analista-. Andábamos escasos de tiempo, teníamos prioridades y la compra de mudas se complicó de forma tonta al pedirnos las tallas de los usuarios. No sé, dependiendo de a qué hora partamos, quizá pueda hacer la compra. O llegados a Cántaro Roto, haré compra para los allí presentes y que aquí se encargue Frontera. Con lo que sí me hice fue con capotes para la lluvia destinados a los que hacen guardia. No estaría de más llevarnos la mitad de los mismos.

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08/05/2021, 23:16
Instrucción: Aspirante Sabueso.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

— Bien, mi señor.— respondió Sabueso a Analista. Alzó un poco el rostro y movió la nariz, olisqueando los matices de su voz con cierta extrañeza. — No poseo ni tienda ni saco donde dormir que pueda recoger, mi señor. Tampoco un odre que llenar con agua. Pero bebo poco, y puedo buscar agua.— añadió. No sería la primera vez que lamiera el rocío de las hojas al amanecer.

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09/05/2021, 00:54
Infantería (P): Cabo Barril, Jefe de Infantería.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.



 

A la aproximación de Dolor siguió la de Guepardo, con algunas preguntas y sobre la misión y lo que iban a encontrar. Mientras se ajustaba la armadura, el enorme Oscuro respondió al Hostigador.

— Sí, no contaba contigo para eso, Guepardo. Los únicos jinetes que me constan son Palomita y Grito, además de Analista, claro; pero a éste último no le tendremos de acá para allá, espero.

Con respecto a tus preguntas, Guepardo, necesitas a un Mago antes que a un viejo Cabo. Sólo sé que hubo un ataque a un carro de suministros cerca de Cántaro Roto, y probablemente sea de ese cabo del que debamos tirar. Espero que una vez sobre el terreno seamos capaces de responder a algunas de tus preguntas.

También creo que vamos a tener que preparar un pseudo-campamento en Cántaro Roto, ya que se supone que vamos a estar allí por un periodo de un mes, más o menos. Las habilidades de ambos serán muy necesarias en cualquier tarea de rastreo, vigilancia, sigilo o inteligencia con la que debamos bregar. A ver, os he visto pelear a los dos y sé que sois buenos en ese campo también, pero en Infantería no destacamos en las cosas que antes enumeré, de ahí que vuestra presencia sea necesaria y de agradecer en esta misión.

No sé nada del pueblo en cuestión mas allá de lo que os he contado, confío en poder averiguar algo en el paseo que tengo pendiente en Carnonegro antes de partir, y en que el Inquisidor Fadresh nos diga algo más. Veo que se os ha indicado hablar en K'Hlata, bien está eso. —

Parecía que Analista se estaba encargando del asunto de la intendencia y logística, lo cual dejaba a Barril con algo más de tiempo para hacer su trabajo. El joven Oscuro ignoraba probablemente que las órdenes de recoger y cargar en el carro de Khadesa ya habían sido dadas a través de su Segundo la noche anterior, pero el craso Cabo no intervino al respecto. Estaba bien que los hombres vieran a la figura del oficial tomando las riendas de la situación, algo que era su cometido natural.

— Ahora debo irme, os veo antes del mediodía, hora en la que partiremos. — Barril hizo un gesto de despedida hacia los dos Hostigadores ahora bajo su mando y se dirigió hacia el puente que daba en dirección a Carnonegro. Allí esperaría a sus acompañantes.

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09/05/2021, 01:52
Hostigadores: Soldado Nuevo Guepardo.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Guepardo escuchó a Analista y asintió con la cabeza. Unos capotes para la lluvia estarían bien, aunque la capa negra de los miembros de la Compañía ayudaba.

- No hay prisa, Analista. En Cántaro Roto estará bien - asintió el explorador hacia el tema de obtener ropa de abrigo para los climas inclementes de Nidal y evitar meterle presión. Si es que podían tener un poco de respiro y la posibilidad de establecerse algo de tiempo en un mismo sitio para abastecerse adecuadamente -. Con vuestro permiso - dijo a modo de despedida antes de partir a solventar otros asuntos antes de la marcha.

Se detuvo un instante ante Cielo, sopesando hacerle una pregunta, pero juzgó que tal vez no era el momento ni el lugar indicado. Sin añadir más continuó su camino.

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09/05/2021, 11:08
Analista.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


Se quedó mirando a Sabueso. Aquellos a los que todo se había negado, nada tenían y nada reclamaban. Seldocha iría por ahí propalando miserias varias acerca de la Compañía, pero alguien que trataba a sus subordinados como esclavos sin grado alguno de humanidad, no le parecía muy legitimada como para andar por ahí con la boca abierta.

Correspondió a la despedida de Guepardo y se volvió hacia aquel hombre que parecía haber nacido para sufrir. 

-Acompáñame -le dijo escuetamente para después recorrer la distancia que los separaba hasta la zona de bienes comunes y botín de la Compañía. Trasteó durante un rato, cogiendo algunas cosas y gruñendo en alguna ocasión-. Ten. Esto es para ti -dijo tendiéndole un pellejo de agua, un saco de dormir y una manta-. De momento, parece que no nos queda ninguna tienda de dormir sobrante, algo que remediaré tan pronto lleguemos a nuestro destino. O quizá incluso antes -miró al cielo. Era temprano y hasta el mediodía no partirían. Una escapada rápida al pueblo facilitaría las cosas-. Y ahora una pregunta a la que quiero respondas con sinceridad. Sé que estas acostumbrado a la precariedad pero tu salud física es fundamental y depende de ciertas comodidades básicas. ¿Qué más te hace falta? ¿Tienes jabón? ¿Yesca y pedernal? ¿Necesitas algún arma o armadura?

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09/05/2021, 11:26
Capitán.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Aquel cuerno había alertado a Capitán, al menos hasta que Analista informó de que fue cosa suya, lo que permitió al oscuro seguir con el itinerario previsto. Hubo un breve recordatorio privado por parte de los mandos, ante lo que el líder de la Duodécima asintió y replicó algo en voz baja, para después terminar rápidamente aquello con lo que estaba ocupado. Una vez se encontró listo, y comprobó que los mandos lo estaban, se aclaró la garganta y habló.

-¡Soldados! Reuníos. Ayer a la noche despedimos a un hermano a la luz de las estrellas. Por desgracia, antes de que la Compañía se divida, nos toca castigar a otro, un triste pero necesario recordatorio del precio de desobedecer. ¡PelagatosDerviche, traed a Reyezuelo!-ordenó, esperando a que cumplieran antes de mirar a Ponzoña-cabo, viste mejor que yo lo ocurrido. Díselo a nuestros hermanos, y recuérdaselo al acusado.

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09/05/2021, 11:28
Hostigadores: Cabo Ponzoña.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


Ponzoña asintió a la orden del Capitán. Pero era necesario hacer bien las cosas.

-Hostigadores, ¡formad! -ordenó a su pelotón, al tiempo que dirigía una mirada a Barril para que él hiciera lo propio con sus hombres. Una vez más, la Compañía debía impartir disciplina, y era necesario que todos estuvieran presentes. En la víspera, habían dado tierra a Desastre, en una despedida llena de emotividad. Hoy, tocaba castigar un comportamiento improcedente.

Aguardó paciente a que todos ocuparan sus lugares y a que Derviche y Pelagatos trajeran a Reyezuelo. El tiempo pasado en la Tienda de Mando habría sido sin duda, un tiempo de reflexión, pero cuando este tiempo se dilataba, más que ayudar, perjudicaba. Era hora de retomar la normalidad y dejar atrás, tras las marcas de la vara y el fuego, aquel episodio tan desafortunado.

Cuando finalmente ya todos formaron y Reyezuelo se hallaba junto a él, se volvió hacia los soldados.

-Durante la última batalla habida en el Campamento, el Hostigador Reyezuelo mostró un comportamiento inadecuado. En el apogeo de la lucha, se retiró de la misma e intentó liberar a la prisionera y cuando, al ser sorprendido por mí, le fue prohibido hacer tal cosa, desobedeció de forma flagrante la orden directa dada, liberando de sus ataduras a la prisionera. A continuación, en un intento de alejarse mientras su Hermanos seguían luchando con el enemigo, vertiendo su sangre, asumiendo una iniciativa diplomática que, de por sí, no le correspondía, se puso al servicio del Inquisidor recién llegado. Los oficiales de la Compañía le hemos encontrado culpable de un delito grave de desobediencia, más acusado por haberse producido en un momento en que la coordinación y la obediencia además de la colaboración son fundamentales y de tratar de llevar a cabo labores que no le están adjudicadas, ni de forma expresa ni tácita. Por ello, Reyezuelo recibirá cinco varazos y una marca de fuego en el antebrazo de su mano menos diestra -dijo a los presentes con voz serena y gesto serio-. Desnudad su espalda -ordenó. 

Cuando ya todo estuvo dispuesto, Ponzoña tomó aire y dejó que escapara despacio. Enarboló la vara y comenzó con el castigo.

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09/05/2021, 13:47
Instrucción: Recluta Reyezuelo.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

El obtuso y fuerte sonido de un cuerno despabiló a un desvaído Reyezuelo, era el tercer día en que el aprendiz de Analista pasaba sin comer ni beber, y con sus severas heridas sin tratar.

Por fin. Pensó al comprender que había llegado el momento que estaba esperando cuando Derviche y Pelagatos entraron a la Tienda de Mandos.

Afuera encontró a la tropa formada. Avanzó a paso firme y con la frente en alto, intentando ocultar su precario estado de salud y desdicha emocional.

Junto a Ponzoña, escuchó su relato de lo ocurrido a pedido de Capitán. El relato estaba lleno de imprecisiones.

Miró a Analista fugazmente, recordando la última conversación que mantuvieron. Ahora Reyezuelo sí pensaba que la verdad era solo una como su maestro decía, la verdad era esa que valía, la de la autoridad, la que se imponía por sobre cualquier otra.

Rechinó sus dientes y tragó sus palabras. ¡Quería gritar y aclarar todo! ¿Que abandoné el combate en su apogeo? Si, pero tras perder mi arma y hasta cuánto mi cuerpo podía resistir, rodeados como estábamos en la guardia con Desastre por haber cumplido la orden de dejar entrar al enemigo al campamento, y no hasta después de que llegaran los refuerzos. ¿Que liberé de sus ataduras a la prisionera? ¡Jamás se llegó a eso! Solo hice un tajo que hubiera cedido si la joven tiraba fuerte. ¿Cómo no hacerlo? Capitán acababa de estabilizarla luego de que el golem de carne estuviera empecinado en matarla, Rastrojo estaba usando su yúyu de vida en ella, ¡Los enemigos aparecían de la nada misma, fuera y dentro del campamento! ¿Qué garantizaba que no llegaría otra oleada? ¡Nada! ¿Cómo no desatarla si el enemigo la quería matar y nuestros mandos querían salvarla? Desatada tenía mejores chances. Y el combate ya había terminado para cuando le hablé al Inquisidor... Reyezuelo aflojó sus mandíbulas, llenó sus pulmones y suspiró.

¿Qué más da? Los detalles solo harían que mi comportamiento pase de extremadamente terrible a solo muy terrible. Con fundamentos o no, desobedecí una orden directa de mi cabo, merezco esto y quizás más. El castor, que siempre tuvo un arraigado sentido del orden y del lugar que ocupan todas las cosas en el mundo no podía entender en qué estaba pensando cuando hizo lo que hizo, era como si se tratase de otra persona, por lo que arribó a la conclusión de que sus antiguos dioses castores se estaban vengando de él por servir a la Compañía Negra, la que abrió la puerta a la perdición del Reino Castor a manos de los Caimanes Negros. Abandonó a esos dioses para siempre.

Cinco varazos y una marca de fuego... Recordó el daño que cinco varazos habían hecho en Desastre hasta casi matarlo en la granja abandonada. ¿Sobreviviría Reyezuelo en su condición actual a tal castigo?

Mientras desnudaban su espalda, miró a los hermanos formados frente a él. Reyezuelo no tenía dudas, hubiera preferido la muerte a vivir eternamente bajo la deshonra a ojos de sus hermanos. Tenía que redimirse, empezando desde ese momento.

Aguantaré, no me desplomaré, no gritaré, ni gemiré de dolor, no. Aguantaré, ¡tengo que hacerlo!

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09/05/2021, 14:23
Hostigadores: Soldado Nuevo Pelagatos.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

La vida en la Compañía Negra eran momentos de amplia calma y rutina con sorprendentes estruendos de frenética actividad. En su cabeza seguía almacenando todas las nuevas órdenes y los cambios que habían surgido. De jinete a ordeñar vacas, de posible segundo al mando del pelotón estrella de la compañía a una suerte de campamentero que hacía guardias nocturnas. Sumido en aquellas reflexiones internas se sorprendió al escuchar a Capitán pronunciar su nombre junto al de Derviche. 

No habló, únicamente asintió a la orden y no torció el gesto hasta que miró a la compañera que le habían asignado para traer al k´hlata. Chasqueó la lengua molesto y esperó que la mujer se comportara.

Vamos —dijo a Derviche, mientras comenzaba a andar.

Se esforzó por hacerlo lo mejor posible, con todos mirando no quería que se fijaran en su cojera. Por desgracia para disimular su lesión necesitaba algo más que esfuerzo. Sin hacer esperar a nadie para el castigo se dispuso a traer a Reyezuelo y a cumplir con las órdenes de Ponzoña, pues al parecer sería él el que se encargara de administrar la medida.

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09/05/2021, 15:38
Instrucción: Aspirante Sabueso.
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TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Sabueso siguió a Analista, escuchando cómo rebuscaba entre algunas cosas. Dudó unos segundos cuando Analista le ofreció algunos objetos que estuvo a punto de rechazar. La situación le hizo sentirse incómodo e inseguro. Nunca hubiera pensado en que se le pasaría por la cabeza rechazar algo que un amo le diera. Claro que ningún amo le había ofrecido nada para su bienestar. ¿Por qué iban a hacerlo?

Sin decir nada alargó los brazos para recibir los objetos, sin saber bien cómo debía actuar. ¿Tienda de dormir? No necesitaba nada de eso. Su salud física y espiritual no requería comodidades vacías. Tal vez el pellejo de agua sí le resultaría algo más útil, pero ni mucho menos era imprescindible. No obstante, no rechazaría nada. Estaba claro que el amo Analista quería que aceptara esas cosas, y así Sabueso iba a obedecerle.

— No... — empezó vacilante, cargado con el saco de dormir, la manta, y encima de todo un pellejo vacío. ¿Tendría que cargarlo todo así, todo el tiempo? Negó con la cabeza. Debía decir la verdad a Analista — No tengo jabón. Tampoco yesca y pedernal. No necesito herramientas para matar o protegerme. Mis armas son mis puños, y mi armadura es mi piel. Y también las sombras. — se encogió ligeramente de hombros — Creo no necesitar más de lo que me ofrecéis, pero llevaré lo que consideréis oportuno que lleve.

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09/05/2021, 16:29
Analista.
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TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


Iba a decirle "mírame" como simple expresión para que le prestara atención. Pero una vida dedicada a aprender diplomacia, a afijarse en detalles, a no ofender salvo que se quisiera que una palabra hiriera con más profundidad y gravedad que una daga, hicieron que se reprimiera.

-Préstame atención, Sabueso -dijo en cambio-. No se trata de lo que yo crea oportuno, sino de lo que tú veas necesario. Ignoro tu pasado más allá de lo que me has revelado e incluso narrándomelo con pelos y señales, creo que sería incapaz de asumir lo que has vivido y experimentado. No porque no pueda empatizar con ello, sino por todo lo contrario. Podría y debo protegerme contra ello o me quitaría la vida. Has vivido una vida de privaciones, dolor y sufrimiento. Para ti, que quizá no has conocido otra cosa, puede parecerte normal. Para mí, es una aberración. Y entiende lo que te digo. No te considero a ti como una aberración, pero sí lo que han hecho contigo. Es... terrible. Recuerdo cuando te vi por primera vez, lo que revolvió en mi ser, el trato de Seldocha, la gratuidad con la que te cedió. Ella nunca lo sabrá pero fue un regalo para la Compañía. Ignoro sus intenciones cuando hizo tal cosa. En su empoderamiento, dueña y señora de todo, acostumbrada a que nadie le llevara la contraria, se halló con nosotros. Y te reclamamos. No como precio, sino como persona. Creo que todos vimos en ti el potencial que ella era incapaz de ver, más allá de algo puramente utilitarista y mercantil -la voz pulsaba con pasión, marcada por la sinceridad y las emociones de aquel momento pasado-. Ahora habla pestes de nosotros y hasta para ti podemos ser un grupo extraño, violento, que no asume como propias las reglas de Nidal. Sí, somos salvajes y libres. Como diría Ponzoña, leones que dominan la sabana, que duermen tranquilos con la panza llena hasta que llega el momento de la caza, volviéndose peligrosos y letales. Ahora vives en una manada que no acepta verdades absolutas, con una ética propia, ni mejor ni peor, pero diferente, que no tiene más dueño que la Compañía. Y ahora, eres uno de los nuestros. Nos proteges y te protegemos. No tienes amo ni eres amo de nadie. Tienes responsabilidades y derechos. Eres un hombre libre. Sí, libre, aunque pueda asustarte esa palabra -le dijo al mortificador-. Siento un especial vínculo para contigo -puo una mano en el hombro de Sabueso pese a saber que no le agradaría, pero debía empezar a a prender ese tipo de lenguaje corporal que decía más que las palabras- y quiero facilitarte tu inmersión en este nuevo mundo. Con cosas sencilla, como un saco de dormir o un pellejo de agua. O una pastilla de jabón para quitarte la suciedad y limpiar tus heridas superficiales. Y cuando sea posible, una tienda y que no duermas a la intemperie salvo que así lo desees. Porque eres libre y tienes opciones. ¿Lo entiendes? -Miró sus ojos cosidos, como si supiera que aquel velo formado por un costurón no le impediría verle, quizá de forma más auténtica que si sus pupilas pudieran contemplarlo-. Así que te daré unas ramitas yesqueras para que enciendas fuegos y una pastilla de jabón para que la toques, la huelas, la uses o la tires en un costado del camino porque no la quieres. Porque eres libre. De igual forma que te ofrezco mi amistad, por más que yo sea un oficial y tú un recluta, porque hay cosas que nunca se entienden y que exceden a lo que controlamos y porque más allá de lo puramente militar hay una vida. Y podrás rechazarla, porque Sabueso, quieras o no, eres libre

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09/05/2021, 16:57
Hostigadores: Cabo Ponzoña.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


Cuando la espalda de Reyezuelo quedó al aire, Ponzoña, tras él, sopesó la vara gruesa empleada en la Compañía para los castigos. Era más que consciente del estado de su soldado. Días de privaciones en la Tienda de Mando y heridas del combate, antes de que todo se torciera, eran más que evidentes. Pero el orgullo seguía allí. Y lo respetaba. Pero también había algo más, quizá inapreciable para lo demás o que quizá pudieran confundir con la resignación ante lo que estaba por venir. Pero para el Hiena era evidente. Reyezuelo había experimentado una catarsis, una transformación visible por su actitud, por su lenguaje corporal. Ahora, en el previo a su castigo, se había transformado en un auténtico soldado de la Compañía. Ahora, era un Hostigador real. 

Y voluntad y deseo entraron en conflicto. Ponzoña, el cabo de los Hostigadores. El antiguo miembro de los Hienas. El asesino fratricida. El señor de la astucia y la frialdad. Un corazón de lava ardiente en un cuerpo tallado en duro ébano bajo el imperio de una mente fría como los glaciares de la alta montaña incluso en el seno de la sabana más sofocante. 

Un golpe. 

Seco, directo. La magulladura fue inmediata cruzando su espalda. 

Segundo golpe. 

Un impacto contundente, demoledor, que dejó a Reyezuelo al borde de la inconsciencia. Las heridas secas se abrieron y la sangre empezó a manar. El puño que aferraba la vara se relajó y cerró de forma consecutiva, como si el Hiena dudara de seguir o no con el castigo, como si la madera le molestara o como si quisiera asegurar la presa en aquella mano capaz de matar por sí sola. Era imposible de determinar en base a su pétreo rostro. Un tercer golpe podía ser excesivo. Solo dos se consideraría una concesión cuando el castigo eran cinco. Miró a Capitán. Era una llamada para que estuviera cerca. 

Tercer golpe.

La voluntad primó sobre el deseo. Solo él lo supo. Tampoco le importaba lo que los demás concluyeran. Poder era responsabilidad. Era por ello que él mismo se había ofrecido para impartir el castigo. Era su hombre, su soldado, su hostigador y él su cabo. No podía dejar en manos de otro lo que él debía hacer. Escuchó el sonido de la vara sobre la carne y sobre el crujido del hueso se escuchó el rechinar de dientes de Ponzoña, lleno de impotencia. Vio en primera línea cómo Reyezuelo se desplomaba como una hoja en otoño. Dejó caer la vara y corrió a sujetar su cuerpo antes de que tocara el suelo. Y como una madre, las rodillas clavadas en el suelo, lo sostuvo entre sus brazos. 

-Capitán -llamó. Habría quien dijera que hubo un tono de ruego en su voz. Otros lo negarían, hablando de expeditiva dureza. Solo el ardiente corazón de Ponzoña sabía la verdad. 

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09/05/2021, 17:23
Analista.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


Analista asistió mudo e impertérrito cuando Capitán les reclamó. Su pupilo iba a ser sometido al castigo público que había sido decidido. Apretó los dientes y sus mandíbulas se marcaron de forma pronunciada. Había hecho cuanto estaba en su mano para salvarle la vida y sabía la Diosa que lo había logrado. Pero del castigo no podía quedar impune, ni de la marca de fuego propuesta por él mismo como recordatorio de su vergüenza. 

Se acercó a la cocina mientras Ponzoña relataba los hechos y colocó sobre el fuego una daga hermosamente decorada, propiedad suya, cuajada de gemas que lanzaban destellos bajo las primeras luces del matutino sol. Cerró los ojos, mientras tomaba aire. La hoja, entre los carbones al rojo, empezaba a empalidecer. 

Sonó el primer golpe. El segundo. Un tercero y ante la llamada de Ponzoña al Capitán, volvió a cerrar los ojos, sabedor de lo que estaba ocurriendo. 

Con un paño, tomó la empuñadura y se acercó hasta aquella piedad formada por Reyezuelo y Ponzoña. Cruzaron una sola mirada llena de palabras. Y clavando una rodilla en el suelo, depositó la hoja ardiente sobre el antebrazo de Reyezuelo, aquel que sabía no hábil. La piel crepitó y se hinchó con ampollas que reventaron de forma inmediata. La carne se chamuscó llenado el aire con su olor. 

Retiró la daga y se puso en pie. 

Una marca, como la hoja alargada de un árbol, recorría el antebrazo.

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09/05/2021, 18:04
Capitán.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Capitán observó el castigo, con un gesto frío e impertérrito, y sin moverse del sitio, al menos mientras la vara subía y bajaba. Así se había decidido. Era un destrozo que él tendría que arreglar, pero la disciplina era algo que debía ser subrayado a veces. Demasiadas veces últimamente. Sin embargo, al tercer varazo, aquello paró. Reyezuelo había caído, Ponzoña le llamaba, y a él le tocaba empezar con lo suyo. 

Se adelantó con paso firme, dispuesto a salvar al aprendiz de Analista de las puertas de la muerte.

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09/05/2021, 22:07
Hostigadores: Soldado Novato Ballestero, Segundo de Hostigadores.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.


Observó la escena junto a los demás, sin moverse ni una pulgada de donde estaba. Vio la sangre manchando la arena. No pudo evitar lanzar una rápida mirada a Pelagatos. Luego siguió bien centrado en su hermano Reyezuelo. Se merecía toda su atención y no la iba a desviar.

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10/05/2021, 10:32
Instrucción: Aspirante Sabueso.
Cargando pj

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Cuando Analista le pidió que le prestara atención instintivamente se preparó para recibir el castigo. Tal vez era por no haber solicitado antes el jabón. O quizás por haberlo aceptado tan fácilmente. Pero no llegó ningún golpe.

Lo que le llegó de Analista fue un premio. Nunca antes había recibido un premio así, con palabras. Lo escasos premios que había recibido habían sido ausencias de castigo. Sabueso escuchaba con todos sus sentidos cada una de las palabras.

Jamás había tenido una figura de apego de ningún tipo, excepto quizás el anciano de ojos grises. El anciano por quien, cuando era niño, había puesto la mano en el fuego que consumió parte de su carne y que le dejó una garra crispada y rígida en el lugar de su mano derecha.

No sabía qué hacer. El cruel adiestramiento al que había sido sometido desde su infancia luchaba por eliminar cualquier acercamiento emocional, y su mente se esforzaba por darle la vuelta al discurso para convencerse de que seguía siendo un esclavo. Necesitaba volver a la seguridad del terreno conocido.

Entonces Analista le tocó el hombro y Sabueso se desmoronó. Se le hizo un nudo en la garganta, y las lágrimas empezaron a humedecerle las suturas de sus párpados intentando escapar por sus mejillas demacradas. Se secó los párpados apresuradamente con la propia manta que apretaba contra su cuerpo con el resto de cosas, avergonzado por esa debilidad que creía muerta desde que fuera un chiquillo.

— Yo... — dijo el joven Sabueso entre sollozos reprimidos — No podría rechazar vuestra amistad. No. Jamás. Jamás. — dudó, sin saber bien qué debía decir ahora — Mi... mi amistad también es vuestra. Si la queréis. añadió, bajando el rostro.

¿Qué valía su amistad y por qué la querría Analista? No lo sabía. Pero sabía que nada de eso era bueno. Había intentado en vano obligarse a rechazar la amistad de Analista. Si nada se tenía, nada se podía perder. Ya había hecho una concesión con Lombriz, y lo había hecho pensando que su muerte le traería un sufrimiento que abrazaría de buen grado, llegado el caso. ¿Pero y si moría Analista? Analista era diferente. No quería que muriese. Rechazaba la desdicha que eso pudiera traerle, porque Sabueso se empezaba a dar cuenta de que ya había empezado a atesorar la amistad de Analista como lo más valioso que hubiera poseído jamás.

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10/05/2021, 13:05
Infantería (P): Soldado Novata Palomita.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Palomita coincidió con su segundo al mando cuando se preparaba para salir de los establos - Lo haremos rápido, Grito, voy con el Cabo Barril a la ciudad de nuevo, pero me sobran algunos minutos para preparar a las monturas o para al menos enseñarte como hacerlo si no conoces el procedimiento.

Dicho esto volvió adentro - Observa, cada montura tiene sus enseres al lado, primero has de colocar la manta, ten ciudad no dejar arrugas antes de colocar la silla o el caballo puede acabar con heridas, ...- Palomita siguió explicando como hacerlo antes de dejarlo en los establos para reunirse con Barril - Si tienes cualquier duda, espera a mi regreso, no creo que nos lleve mucho tiempo ir y volver.

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10/05/2021, 15:09
Instrucción: Aspirante Sabueso.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Tras la conversación con Analista, Sabueso había permanecido junto a él siguiéndole como su sombra. Tan solo se separó del Oscuro cuando éste se acercó a Reyezuelo a hacerle la marca de fuego. Desde su lugar, Sabueso percibió el olor de la piel bajo el acero ardiente. Sin darse cuenta, el monje abría y cerraba su mano derecha, quemada hacía años, tratando de deshacerse de la rigidez que sentía todas las mañanas.

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10/05/2021, 15:55
Hostigadores: Soldado Nuevo Guepardo.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Formó junto al resto para ser testigo de la pena por desobediencia que debía infligirse a Reyezuelo por su insubordinación. El jaguar aborrecía ese castigo, pues era el trato que los esclavistas solían dispensar a sus prisioneros. Y no había grupo en la Gran Sabana más odiado que los esclavistas de k'hlatas.

Guepardo se había preguntado muchas veces en los últimos dos días que habría llevado al castor a, repentinamente, acometer unas acciones tan absurdas, erráticas e impropias de él. Recordó entonces las numerosas acciones absurdas o incoherentes que abundantes compañeros habían realizado a lo largo de los dos años que el joven llevaba en la Compañía. Gente ni mejor ni peor que el resto, pero que en diversas situaciones, muchas veces en batalla, sencillamente flaqueaban, enloquecían o se rompían. Sí, lo había visto demasiadas veces y lo seguiría viendo.

El movimiento del brazo de Ponzoña alzando el brazo con la fusta, quien dispensaría el castigo, ya que Reyezuelo era uno de sus hombres, llamó la atención al explorador, devolviéndolo a la situación. Creyó captar la duda, tensión y quizás el remordimiento en el hiena, sabedor este sin duda de lo despreciable que era para un k'hlata, un hombre libre, ser fustigado como un esclavo. El joven hostigador se preguntó si su cabo debía estar repitiendo en su interior, como un mantra, aquello de que era un hombre nuevo, que había hecho el juramento y el pasado ya no importaba para intentar autoconvencerse de que era capaz de hacer aquello y que era justificable, como hacían algunos compañeros. Algo que el jaguar no compartía, entendiéndolo como una perversión y tergiversación del juramento para justificar lo injustificable o tratar de ahogar decencia y honor adquiridas en el pasado. Una manera de estrangular conciencias. Una excusa para autodenominarse hombres renacidos y que nada de lo aprendido en el pasado importaba. Ahora todo estaba permitido.

¿Entonces por qué carajos no paramos de usar nuestra lengua tribal? ¿Por qué seguimos vistiendo como antaño? ¿Por qué seguimos adorando a nuestros dioses y ancestros? ¿Hombres nuevos? Y un cuerno. No se tiene en cuenta nuestros actos pasados, pero no nos convertimos por arte de magia en viejos seniles desmemoriados.

Repentinamente el descenso del musculoso brazo de Ponzoña devolvió a la realidad a Guepardo, pudiendo ver cómo descargaba los golpes sobre la espalda del castigado, abriéndose la carne, salpicando la sangre y quebrando el hueso. Una, dos, tres... y no hubo más, pues el castor se derrumbó en la inconsciencia.

Por la Madre, ¿Qué tienen estas tierras que su madera lacera, corta y penetra mejor que muchas armas?, se preguntó mientras el cabo de hostigadores, Analista y el Capitán se acercaban para auxiliar y ver el lamentable estado del reo. Moribundo, ¿Acaso hay otra opción?, se lamentó el jaguar, pensando que no recordaba que nadie hubiera aguantado hasta la fecha los cinco golpes. Ni tan siquiera cuatro. Ahora, durante diversos días, tendrían que cuidar y cargar con Reyezuelo, incapaz de movilizarse adecuadamente o luchar. Precisamente cuando debían exponerse y moverse. Quizás no sería mal momento para plantearse si no había otras maneras más efectivas de disciplinar a los hombres.

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10/05/2021, 16:28
Cuadro de Magos: Serpiente, Primer Mago.

TRIGÉSIMO QUINTO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 8, DÍA DEL SOL.

HORA: ALBA. - CLIMA: CIELO DESPEJADO. TEMPERATURA FRESCA.

Los caballos eran criaturas estúpidas, por mucho que algunos los consideraran inteligentes o nobles, pero dado que este criterio era normalmente el de sus dueños, poseía la misma veracidad que la opinión de los padres que consideraban a sus hijos guapos a pesar de que para todos los estándares culturales, fueran del mundo que fueran, resultaba obvio que eran el paradigma de un adefesio.

Curiosamente entre los pocos padres objetivos de los que había oído hablar estaban los de Caracabra que, muy sensatamente e ignorando cualquier lazo de sangre, lo habían abandonado nada más nacer para no tener que verle la cara cada mañana durante el resto de sus vidas. Una suerte que no teníamos en la Compañía, al menos los que quedábamos vivos, y esa mañana no sería una excepción al resto de días.

- Prefiero ir a pie siempre que no me toque ir al ritmo del caballo - respondí apartando la mirada del pergamino que tenía entre manos cuando Barril irrumpió en mi tienda. - Y ahora, si no es estrictamente necesario pasar esos diez minutos contigo mirándome... - añadí dirigiendo mi mirada hacia un brillante exterior que hacía palidecer la luz proporcionada por un pequeño objeto que descansaba sobre la estera.