Partida Rol por web

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA MAÑANA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Intenté concentrarme en las huellas del suelo, para satisfacer las lógicas preguntas de Ballestero, pero tras un rato observando sólo pude erguirme con cara de fastidio.

- Ni idea. - Tuve que decir mientras me recolocaba la ropa de abrigo. - Está demasiado revuelto... o quizá las huellas en sí no sean lo único raro en esas criaturas. Puede que sus movimientos no sean naturales y por eso es difícil determinarlo.

──Aseguraos de que luego vais a poder indicar a los jefes dónde están las cosas.

Ballestero era, en realidad, una escolta para los dos exploradores. Esperaba darles la seguridad de que podían avanzar con las narices pegadas al suelo, sin preocuparse de otra cosa, dado que él oteaba al horizonte, con la ballesta montada y a punto.

Iban haciendo la ronda en torno al campamento y al pueblo de Carnonegro. El cielo estaba gris. Jamás se había tenido que plantear si iba a echar de menos la luz del sol, pero ahora lo comenzaba a hacer. Por el momento era una simple molestia, pero era una molestia a niveles muy profundos. La luz del sol en el fondo de las pupilas, la sensación de que lo oscuro, la noche, la sombra, eran buenas y eran amigas... Todo eso se estaba trastocando. El sol comenzaba a no ser un enemigo, o algo temible.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

- No será difícil si tomamos como referencia las torres del campamento... si es que no se desmoronan durante la noche.

Esperé a que Ballestero diera la orden de continuar con la exploración. Debíamos aprovechar todo lo posible la luz. 

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: ANTES DEL MEDIODÍA. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

Asintió e hizo una señal para indicar que siguieran avanzando.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

El pequeño grupo de exploración liderado por Ballestero había explorado los alrededores del Campamento de la Compañía Negra.

En todas direcciones en las cercanías había pastos para el ganado, cultivos y cañizares. El terreno parecía bastante fértil, en particular para el ganado.

Lejos hacia el Este se atisbaba un bosque no muy grande, aunque quizás estuviera a casi una jornada de camino.

Cerca hacia el Oeste había un rancho ecuestre y el pueblo, rodeado de sus rebaños, praderas y cultivos.

Todo parecía bastante idílico y tranquilo.

TRIGÉSIMO DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 3, DÍA DEL TRABAJO.

HORA: PRIMERAS HORAS DE LA TARDE. - CLIMA: CIELO GRISÁCEO. TEMPERATURA FRÍA.

TRIGÉSIMO PRIMER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: HA NEVADO RECIENTEMENTE. TEMPERATURA FRÍA.

La partida de exploración comenzaba, y el aprendiz de analista lamentaba ser únicamente el responsable diplomático de la misma, y no también el marcial. Lo suyo era el mando y lo sabía, del mismo modo que un águila sabe que nació para volar. Llevaba tiempo esperando demostrar su valía como tal pero las oportunidades siempre le esquivaban. Lo cierto era que la designación del prudente y cauteloso Romo tenía sentido, considerando lo insistente que fue Ballestero sobre esquivar el combate de presentarse la situación. Tendría que haber sido elegido yo, sin dudas, o sino al menos Guepardo, así tiene oportunidad de limpiar esa mala imagen de que sus partidas acaban en completo desastre siempre. Pensaba el vanidoso K'halta.

La cuerda de Ballestero sumado al resto de todo su equipo ocasionaba un sobrepeso en la carga que lo relentizaba al caminar. Será mejor que me esfuerce con tal de no retrasar la marcha, si terminamos a tiempo es posible que pueda entrenar a lomos de Bastión hoy mismo. Se le notaba a Reyezuelo muy entusiasmado e ilusionado con aquello.

El castor tenía una fortaleza y un aguante exagerado, por lo que creía que podría aguantar sin problemas el trayecto. De cualquier modo, el jaguar se acercó a tomar la cuerda nada más comenzar, y el aprendiz de analista se la entregó gustoso, pues aunque sentía que podría aguantar bien la marcha, hubiera sido muy molesto si se veía forzado a intervenir en una lucha repentina.

-Bueno, entonces practicaremos el movimiento de avanzadilla. ¿Tenemos todos claro en qué consiste y cuáles son las pautas a seguir?- Preguntó.

TRIGÉSIMO PRIMER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: HA NEVADO RECIENTEMENTE. TEMPERATURA FRÍA.

Romo había sido designado para encargarse del mando “militar”, algo que agradecía puesto que le hacía valer que la compañía confiaba en él. No destacaba por sus dotes de mando, pero intentaría hacerlo lo mejor posible. Reyezuelo era la mejor opción para las relaciones diplomáticas, puesto que tenía un “don de gentes” que Romo no tenia. Creía que era una buena combinación, aunque no sabía si a Reyezuelo le podía haber molestado en exceso no haberle dado el mando total de está avanzadilla.

La pregunta de Reyezuelo es más que acertada- intervino- las explicaciones de Ballestero creo que han sido claras pero no está demás en recordarlas. Reyezuelo, preocupado y yo mismo seremos apoyos, otearemos y vigilaremos pero sin escondernos en ningún momento. Nos iremos repartiendo en nuestro avance para recibir los informes del explorador que quede detrás. El primero seré yo, luego Preocupado y después Reyezuelo. 

Guepardo y Dolor avanzaréis por turnos intentando no llamar la atención, rastreando y alternándose en el avance. 

En el caso de que encontremos algún peligro, NO debemos hacerle frente. Avisaremos al campamento y vigilaremos ese posible peligro desde posición segura hasta que pueda venir la ayuda.  

En el peor de los casos, si hay algún enfrentamiento, los exploradores vendrán a buscar la protección del grupo de apoyo, y será este último el que se enfrente al peligro mientras que uno o los dos exploradores irán a informar al campamento principal. En cualquier caso, ocurra lo que ocurra, la prioridad será siempre avisar al campamento. 

Pero repito e insisto, NO hay que buscar enfrentamiento de ningún tipo. 

Tras esta explicación, mira a Reyezuelo: en caso de que encontremos a algún lugareño de este lugar, tú te encargas de hablar con él. En esta situación, eres tú el que tienes la voz cantante. 

¿Alguna pregunta?

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: HA NEVADO RECIENTEMENTE. TEMPERATURA FRÍA.

El segundo de Hostigadores había puesto un poco de orden y la partida salió del campamento. Con retraso, pero salió. Me había preparado lo mejor posible para un día frío y posiblemente una tarde aún peor. El cielo no pintaba demasiado halagüeño y el suelo transmitía una sensación que crispaba los tendones de mis pies con un hormigueo poco agradable. Pateé firmemente el suelo y di unos saltos enérgicos impulsándome solo con mis talones a la manera K´hlata.

Me alegraba haber traído ropa suficiente y mi capa. Era curioso como aquel emblema hacía que me sintiese más arropado. Como si el calor de todos mis compañeros estuviese allí, para darme apoyo. Seguramente solo era una sensación, pero me hacía sentirme acompañado. Algo de lo que no siempre había podido presumir. 

Me aliviaba que Romo fuese en designado para liderar a grupo. Era prudente, cabal. No salíamos a hacernos los héroes, era una misión simple. Poco que ganar y mucho que perder si nos lo proponíamos. Su forma de afrontar las órdenes compensaba en parte el mal yuyu que me transmitían Reyezuelo y Guepardo. 

A Reyezuelo se le veía a todas luces ansioso por destacar. Tendría que poner un ojo sobre él. Demasiada ambición por su parte podría perjudicar al grupo. Guepardo estaba demasiado meditabundo. Me preocupaba que su fama rondase sus pensamientos y le restase confianza para afrontar su responsabilidad. Más si cabe en solitario. Debía confiar en mis hermanos. Lo hacía. Pero un poco de sana preocupación no hacía mal a nadie. 

Escuché atentamente a Romo y asentí con la cabeza. Me surgían algunas dudas porque no me fiaba de los caminos de este lugar. Pero me preocupaba ralentizar la marcha con chácharas, así que sencillamente expuse la principal.

- Romo, me preocupa que no sepamos como actuar si al ir solos los exploradores se encuentran con problemas, del tipo que sean. Igual es buena idea que tuviesen un límite de distancia o de tiempo para cada turno de exploración. Si marcamos un límite y no se cumple, asumimos que hay problemas y desde atrás vamos a dar apoyo lo más rápido posible. El problema que veo es que no tenemos referencias para algo así. Tal vez podríamos hacer algún tipo de señal a voz y cuando la otra parte no respondiese sabríamos que estaría en problemas. - comenté ceñudo pensando en alguna forma de poner en práctica mi sugerencia.

Me preocupaba que Romo le pareciese un exceso de iniciativa por mí parte, pero en estas situaciones era mejor hablar que callar. Pero por si acaso comenté - O si alguien se le ocurre algo mejor, por mí de acuerdo. Pero ir en solitario por estos caminos, es peligroso. Aunque seas hábil. - concedí con deferencia a mis hermanos Hostigadores.    

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: HA NEVADO RECIENTEMENTE. TEMPERATURA FRÍA.

Mientras abandonaban el campamento Guepardo mantuvo por largo rato una sonrisa sardónica, recordando las indicaciones y palabras de Ballestero. Por un lado esperaba que encontraran recursos por el perímetro externo de  Carnonegro, para lo cual no hacía falta que el grupo fuera separado. Pero por otro lado deseaba que entrenaran una avanzadilla, lo cual no era óptimo para el forrajeo. El segundo de Hostigadores había impuesto un orden de mando en base... a apreciaciones especulativas, famas e infamias. Aquello hizo mucha gracia al jaguar. Un sistema basado en las impresiones y no en los actos. Pero no habiendo registro de los logros de cada miembro de la Compañía, no había nada mejor. Además, el explorador tenía que admitir que su experiencia estando al mando de otros hombres había pasado casi siempre por malos momentos. Sí, estaba gafado. Mejor tener un perfil bajo y pasar desapercibido.

Volvió en sí y observó el grupo y los hombres que lo conformaban. Ahí estaba Reyezuelo, su hermano de capa, tan ávido de prestigio, aunque no creía que eso nublara sus capacidades. Preocupado, tan constantemente preocupado y sin embargo útil para ser precavidos. Romo, soldado veterano del cual no ponía duda su eficacia. De quien sí tenía sus dudas era de Dolor. Y no como combatiente, pues recordaba que el antiguo dolorita había luchado con tesón, sino por sus aptitudes de exploración. Lo recordaba combativo, pero no rastreador y por ello le resultó un poco sorprendente yendo en cabeza con él, forrajeando y explorando. Quizás fuera que Guepardo no había estado tan atento como para verlo en acción en esas lides.

- Ninguna, Romo. Todo claro - contestó el jaguar ante unas directrices habituales pero sensatas -. Tan solo una apreciación: se trata de una misión de reconocimiento y forrajeo. Las distancias entre exploradores e infantes, a mi ver, no deberían ser grandes. Es más, deberíamos poder vernos los unos a los otros en todo momento - opinó el explorador, dejando las decisiones finales al infante mientras él avanzaba.

- No sabía que eras explorador, Dolor - comentó sincero, en voz baja, a su compañero hostigador cuando, cumpliendo las directrices de Romo, se adelantó con el chondeloriano.

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: HA NEVADO RECIENTEMENTE. TEMPERATURA FRÍA.

La pregunta de Preocupado es de rigor, así como la respuesta de Guepardo. Lo mejor, y dado que no queremos enfrentamientos de ningún tipo, es que los exploradores estén siempre a distancia de vista. Si hay problemas, podremos ir a ayudar a nuestros compañeros de inmediato. 

¿Alguna pregunta más? 

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: MEDIODÍA. - CLIMA: HA NEVADO RECIENTEMENTE. TEMPERATURA FRÍA.

Parecía que nadie tenía dudas ni mayores complicaciones, a excepción de Preocupado que siempre encontraba algo de lo que preocuparse.

El castor aguantó bien las penalidades del día, y más que barro y cañas no percibió nada fuera de lo normal.

-¿Quién iba a decir que la madera se convertiría en un bien tan escaso? Beh, haciendo memoria, algunas tribus de la Savana suerte si tenían uno o dos oasis a decir verdad.- Decía el castor mientras recolectaba las cañas que podía llevar.

-¿Saben? El ranchero Du Matte nos comentó que el bosque más cercano está recién a un día de aquí.- Se mordía el labio inferior mientras negaba con la cabeza. -Y no es lo peor, se requerían dos permisos distintos además para poder talar. Mejorar nuestro campamento será todo un tema, pero bueno, ya nos las arreglaremos, como siempre hemos hecho.- Culminó con un aire optimista, la moral de la tropa siempre era algo importante que mantener.

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AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: SUELO HELADO. TEMPERATURA FRÍA.

TRIGÉSIMO PRIMER DÍA DE LA RUPTURA DE LA ROCA.

AÑO: 4715 RA.

MES: FARASTO (INICIOS DE LA PRIMAVERA, MES TRES).

DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: SUELO HELADO. TEMPERATURA FRÍA.

La tarde estaba siendo bastante apacible. Un sencillo ejercicio de aprovisionamiento sin más. Tanto era así que aunque había tratado de hacer un esfuerzo consciente por estar aquí y ahora, como me habían recomendado el Chamán Rastrojo y Grito, la sencillez de las tareas provocaba que mi mente divagara en idas y venidas por mis recuerdos. 

Había guardado silencio cuando Guepardo despachó con facilidad mis preocupaciones iniciales. Estaba claro que estaba pensando demasiado y Guepardo sabía lo que se hacía. Yo no tenía experiencia en ese tipo de tácticas. Era perfectamente capaz de sobrevivir por mí mismo, me había acostumbrado rápidamente al clima de la zona. Probablemente los Caimanes Negros eran los K´hlata más dotados al respecto. La necesidad se había convertido en virtud. Tanto escapar, emigrar y luchar por encontrar un lugar seguro nos había vuelto flexibles a todo. Pero las tácticas eran otra cosa.

Calle y dejé hacer al Jaguar y a Romo. Su prudencia era suficiente para todos. No debía provocar que el grupo entrase en la paranoia. Siempre me habían aislado por ese mismo motivo. 

Aquella partida había traído a mi "yo" recuerdos de algunas partidas de caza y forrajeo en la Gran Sabana. Salvando las distancias en las circunstancias del aquí y ahora frente al pasado, no era del todo desagradable. Aquellos días estaban llenos de penurias, escasez, días y días de lucha por la supervivencia buscando un agua que siempre escaseaba y unos escasísimos bocados que llevarse a la boca cada día. Día tras día.

Pensándolo bien no era tan distinto. Pero ese era el problema. Antes habría sido consciente de la necesidad de estar centrado. Ahora sin embargo, toda tarea empezaba con buenas intenciones y poco a poco se difuminaba en una sensación de apatía. Solo la acción y la necesidad inmediata de sobrevivir conseguían sacarme de ese estado.

Me dediqué a recoger cañas con el resto, tratando de forzar a mi mente a centrarse. Escuchaba el chachareo incesante de Reyezuelo a mi lado sin más interés que el trinar de los pájaros. Suponía que cada uno llevaba la rutina como podía, pero me introduje unos pasos en la fronda a mi derecha para dejar de oír las anécdotas del Tres Castores, hasta que escuche a Guepardo volver de una de sus rondas.

El Jaguar había hecho un pequeño descubrimiento. Mala era la situación cuando un tronco probablemente medio devorado por la podredumbre era la noticia del día. Estaba seguro que lo poco podría hacerse con aquello no valdría el esfuerzo, pero quien era yo para enfriar más el ánimo. Alcancé el lugar por mi propia cuenta y a mi izquierda, unas motas de colores tan extrañas en aquella tierra de grises, verdes y ocres llamó mi atención. Me acerqué. Encontré unos matojos de flores rojas y amarillas tan fuera de lugar, que cualquiera hubiese dicho que habían atravesado con nosotros aquel vacío de dolor que nos había lanzado a estas tierras. 

Las inspeccioné con cuidado. Sabía lo que me hacía, la prudencia era la gran regla de la Sabana. No toques nada hasta que sepas qué hacer con ello. La lección valía para enfrentarse a un león o para recoger una flor. Las reconocí. O al menos me parecieron una variedad de algún tipo de adormidera.

Que extraño. Las flores trajeron el recuerdo de mi madre. Un fragmento de su voz y sus manos moliendo unas flores en un mortero de barro, sacando un líquido blancuzco y lechoso.

- Bambú. - dijo mi recuerdo - Recuerda no comer nunca esta planta, sobre todo su leche. Trátala con respeto. Está reservada nuestros chamanes y curanderos. Toda ella, de la raíz a los pétalos. Con ella los sabios pueden paliar el sufrimiento o incluso contemplar las grandes praderas por un momento. - comentaba mi madre. 

- ¿Y por qué la usas tú, Umama? - le requirió una versión infantil de mi mismo. 

- Buena pregunta Bambú. - dijo mi madre - Es porque nuestra familia tiene los conocimientos para extraer sus propiedades. Pero nos está prohibido utilizarla. Así que ayudamos a nuestros sabios. Sólo eso. - explicó.

Forcé mi mente a extraer algo más de aquel momento. Pero se había ido. Me pregunté que debía hacer. Seguramente Chamán Rastrojo estaría interesado. Algún uso le daría. Por el momento pensé que sería buena idea extraerlas completamente, con tierra incluida. Quien sabe, puede que el Chamán supiese su utilidad o incluso como cultivarlas, si es que eso era posible. Lo desconocía. Pero no haría mal a nadie. Aún así no tenía ni idea de como llevarlas sin que se rompieran.

 - ¿Serviría mi escudo? - pensé para mi. Era grande y podría llevarlas con la tierra que las mantenía vivas. Pero lo mejor era comentarlo con el grupo. Volví a orientar mis pasos hacía donde estaba Guepardo y el resto. El Jaguar me frenó en seco anteponiendo el brazo cuando iba a pisar delante de su posición. Me hizo un gesto con el dedo señalando el tronco y más allá señalando el suelo.

Huellas de animal. En la hierba era difícil de distinguir. Pero sí, allí estaban las típicas hierbas machacadas y decoloradas por el paso de algo. Adelanté mi mirada hasta un pequeño trozo de tierra embarrada.

Huellas de cabra. ¿Mezcladas con pisadas de hombre? Podría ser una senda de pastoreo del pueblo. No, no era aquello. El ceño fruncido de Guepardo y su postura defensiva me hicieron fijar más la atención. Las huellas no estaban mezcladas. Unas seguían a las otras. Perfectamente delimitadas en aquella zona siguiendo una dirección concreta.

El recuerdo de uno de mis hermanos de campamento comentando la  noche anterior la presencia de, ¿hombres-cabra?, alteró mis latidos. Me puse en guardia y con mis cejas pregunté a Guepardo si debíamos estar alerta. Guepardo relajó unos grados su postura. Me daba a entender que el riesgo no era inmediato. Pero la preocupación me crispó. Por primera vez durante la tarde mi mente dejó se despejó.

Relate a mis compañeros mis propios descubrimientos y les pedí ideas sobre como poder llevarnos aquellos matojos de flores intactos. Era lo que podía aportar. El resto era decisión de Romo.

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DÍA: 4, DÍA DEL BIENESTAR (ESTA NOCHE HAY LUNA LLENA).

HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: SUELO HELADO. TEMPERATURA FRÍA.

Tras el descubrimiento de Guepardo la partida al completo mantuvo una rápida charla sobre los resultados de la exploración.  Algunos de los descubrimientos podían ser interesantes. Pero me preocupaba cual era la mejor forma de sacarles provecho. 

El dolorita tenía dudas sobre como abordar la cuestión. Romo empezaba a sentirse intranquilo con la luz que empezaba a desaparecer por el horizonte. Desde luego yo no tenía ninguna gana de encontrarme en los caminos y sendas de la región al abrigo de la noche. La experiencia lo demostraba poco prudente. Sobre todo después de el inquietante hallazgo de Guepardo. Así que opté por la vía de poner negro sobre blanco mis ideas con mis hermanos.

- Romo tiene razón tenemos que volver al campamento cuanto antes. No conocemos lo suficiente la zona y me preocupaba vagar por estos andurriales de noche. Además,  esas huellas, no tienen buena pinta, ¿no creéis?- dije mirando sobre todo a nuestro explorador Jaguar - Guepardo, ¿sabes hacia donde se dirigen esas huellas? Me preocupa que nos puedan emboscar en algún momento. Algunos hermanos del campamento han visto a esos...lo que sea cabra, durante la noche. Mal yuyu. Podrían ser nocturnos. No se vosotros, pero me preocupa estar en desventaja. - le comenté a todos. 

- Deberíamos marcar de alguna forma en lugar donde hemos encontrado tanto la granja como las plantas comestibles y medicinales. Yo no he visto nada de eso hermanos, pero en la granja podría haber algo que se nos escape a primera vista. Vale la pena tenerlo en cuenta. - dije recordando las sorpresas que habíamos encontrado en la última granja que habíamos visitado.    

- Y Dolor, esas plantas...¿eran solo unos arbustos sueltos o algo más extenso? Sería una lástima expoliarlas ahora completamente. Si son muchos sería una lástima expoliarlos. En mi tribu teníamos cuidado con eso porque nuestras tierras no eran muy fértiles. Así que procurábamos evitar que las plantas sufrieran, porque podían darnos fruto durante muchas próximas lunas. Y si solo son unos arbustos, bueno no se, tal merezca la pena llevarlas enteras al campamento en vez de recolectarlas. Así igual algún hermano las pueda cultivar, que se yo. Es una opción. En el peor de los casos no perdemos los frutos. O tal vez es mejor que alguien del campamento con más conocimientos venga a verlo mañana y tome esa decisión. Me preocupa que desperdiciemos lo poco que hemos encontrado. Todavía no sabemos el valor que tiene para la compañía. - les dije.

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Reyezuelo se mantuvo en silencio la mayor parte del patrullaje, a excepción del acote sobre lo dificultoso que era conseguir madera y los relevos de avanzadilla. Quizás si se hubiera tratado de una marcha larga y no de un patrullaje que requiera estar atento a todo momento, se hubiera permitido contar anécdotas de cuando era más joven en la Tribu de los Tres Castores, bueno, si no hubiera estado Preocupado cerca, ya que cada vez que lo veía no podía evitar recordar a la sucia tribu de dónde provenía, aquella que en la victoría no hizo más que torturar y matar a todos los hombres castores, violar a todas las mujeres para dejarlas encintas y esclavizarlas junto a los niños del reino.

Sabía que Preocupado no había hecho tales actos, o al menos no lo creía capaz, de hecho, a pesar de ser un eterno pesimista no le caía mal, solo sentía un poco de inhibición a tratarlo, por lo que tendía a no escucharle al igual que la mayoría, excepto cuando las cosas se empezaban a torcer.

Con los comentarios preocupados del caimán de fondo, Reyezuelo se acercó a Romo al ver que iba hacia la granja aparentemente abandonada.

-Te cubro.- Le dijo al jefe de la patrulla mientras se acercaba a revisar las piedras de la construcción. -Si las huellas que vió Guepardo se transformaron en humanas, no sería de extrañar que lo que sea eso mantenga un estilo de vida parecido.- Como vivir en una granja, aunque esté maltrecha.

El aprendiz de analista se concentraba en percibir si había algo más allí. Parece que cuando terminemos aquí daremos la vuelta, que bueno, quizás llegue a tiempo para el entrenamiento montado.

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HORA: POR LA TARDE. - CLIMA: SUELO HELADO. TEMPERATURA FRÍA.

La partida de exploración sale del campamento como corresponde y mis compañeros repasan los parámetros de nuestra misión, a los que asiento pues me ha quedado completamente claro que vamos a explorar y buscar recursos útiles, por ningún motivo un enfrentamiento.

Niego con la cabeza cuando Romo pregunta si nos queda alguna duda pues estoy seguro de haber entendido todo.

Preocupado habla de la distancia entre los exploradores y la guardia, a lo que Guepardo responde de forma bien precisa pues no es necesario que nos alejemos demasiado. Luego me pregunta por mis capacidades de explorador, a lo que le respondo en el mismo tono y volumen bajo:

 - "No me llamaría un explorador, pero me enseñaron de pequeño a moverme en la naturaleza. No seré el mejor pero conozco algunos trucos. Supongo que por eso me reasignaron a Hostigadores desde la Infantería."

Recuerdo esas operaciones, como las de cacería e incluso la batalla contra los Capas Rojas, donde infiltrarnos furtivamente fue clave para conseguir nuestros objetivos. 

Niego nuevamente ante la pregunta de si tenemos dudas y comienzo con la marcha. Al cabo de unas horas, encuentro con la mirada unas setas. Me agacho a verlas y estoy seguro de que son comestibles, al igual que unas bayas que están en unos arbustos. Las pruebo y así me aseguro de que son de las comestibles, por lo que llamo la atención de mis compañeros. Mirando por los alrededores, también me parece encontrar varias hierbas que creo tienen propiedades medicinales y que en un sanador experto, podrían significar una gran diferencia para la salud de algún enfermo o herido.

Hago caso de la orden de Romo y comienzo a recoger las que pueda para transportarlas, mientras intento recordar bien el sitio para poder venir en otro momento a sacar más cantidad. Escucho lo que dice Preocupado y la verdad es que no creo ser muy experto en agricultura pero se me ocurre que esa visión considera que nos quedaremos en nuestro actual campamento por un muy largo periodo y la verdad es que, en mi experiencia hasta ahora en la Compañía Negra, nunca estamos demasiado tiempo en un sitio.